miércoles, 6 de mayo de 2020

#hemeroteca #queer #flamenco #memoria | Los genios resistentes a la norma: 'La historia queer del flamenco'

Imagen: El Diario / Carmen López-Sáez y Enrique Jiménez Mendoza
Los genios resistentes a la norma: 'La historia queer del flamenco'.
Concha Barrigós · EFE | El Diario, 2020-05-06
https://www.eldiario.es/cultura/genios-resistentes-norma-historia-flamenco_0_1024347645.html

Enrique el Cojo (1912-1985) renqueaba desde niño, era "sordo, feo y gordo" y pasó su vida "dentro del armario", pero era un bailaor y maestro genial y carismático, el paradigma de flamenco "queer", asegura Fernando López, autor de un estudio sobre esos artistas "resistentes a la norma" que se publica ahora.

El bailarín, coreógrafo y dramaturgo flamenco, además de filósofo e investigador Fernando López Rodríguez (Madrid, 1990), acaba de editar "Historia queer del flamenco" (Egales), una síntesis de su tesis doctoral, que realizó en la universidad francesa París 8, convencido de que el flamenco es y ha sido siempre "muy moderno, experimental y canalla".

Su trabajo, dice en una entrevista con EFE, es un recorrido por el "arte queer del fracaso jondo", como diría Jack Halberstam, y que tiene que ver con reivindicar "todo lo que se sale de la norma por fallo, incomprensión, error, eso que llaman furretear o folletear... el furreteo está muy mal visto pero salirse de compás puede servir para entender las cosas de otra manera".

Lo ha escrito "con toda la fuerza que supone reapropiarse de las palabras que se han utilizando como insultos tales como 'machorras', 'maricones' o 'tullidos'", explica López, para quien el término "queer" -identidad y sexualidad diferentes de las normativizadas- abarca personajes, lugares y prácticas "que quedan al margen de lo oficial, del código estándar, resistentes a la norma".

En su libro, con epígrafes como "Flamencas transexuales", "El capital erótico de los bailaores" o "El uso estatal y nacionalista del flamenco", recoge casos y estrategias que en disciplinas de la danza distintas del flamenco serían "improbables".

Entre todos sobresale el cacereño Enrique Jiménez Mendoza "Enrique el Cojo", "una figura del siglo XX con todos los rasgos que escapan al cuerpo normativo" al que dedica el capítulo "Hacia una historia 'tullida' del flamenco".

"Cojo, sordo, gordo, feo, que se hizo famoso mayor... Era la contra imagen del bailaor joven, delgado, musculado y hetero, pero tenía una capacidad de transmisión increíble. Lo único que no se aceptaba de él era su homosexualidad, que escondió siempre", describe.

Y es que, apunta, "hay dos cosas fundamentales que al flamenco le cuestan": "la expresión de género no normativa" y "los cuerpos extranjeros", los que por sus rasgos físicos "son claramente guiris" y a ellos dedica el capítulo "Furreteos", con casos como los de la texana La Meri.

Asegura que el flamenco nació "macho": fue una respuesta a la cultura francesa, un arte que negaba todos los códigos de la Ilustración y que se asentaba en "la desmesura y la pasión".

El autor analiza la historia del travestismo en el flamenco, que aparece a partir de 1850, es decir, desde que existe: "Hay un vínculo muy fuerte entre él y la libertad artística y las ganas de reventar las costuras del género".

Entre las "revelaciones" de su libro, López destaca lo común que era la prostitución masculina en los cafés cantantes, lugares muy populares de finales del XIX y principios del XX en las grandes ciudades y donde se empezó a hacer el flamenco de forma más profesional.

Los cafés cantantes sucumbieron porque estaban muy denigrados, incluso hubo en uno un asesinato muy famoso, el del cantaor malagueño Juan Reyes "El Canario de Álora", y además el público estaba deseoso de cosas nuevas, como las "cocottes" que venían de Francia.

El libro se ocupa de las drogas, una sombra de las que se libraron los cafés cantantes pero no los tablaos, en los que también era común el trabajo infantil: "fueron muchos los artistas que empezaban a trabajar con solo 12 años, como Blanca del Rey, Francisca Sadornil "La Tati" o Antonio Zori "El Muñeco", detalla.

El primer tablao, "Zambra", se abrió en Madrid, en 1954, destinado a turistas extranjeros, "una estrategia para vender España como país exótico. Eran restaurantes con menús de lujo y espectáculos de flamenco, a los que seguían fiestas privadas muy bien remuneradas. Luego, los artistas empezaron a trabajar en compañías".

A partir de los 70, los tablaos perdieron calidad pero con la crisis de 2008 fueron el refugio de los artistas que se quedaron sin trabajo en las compañías y ahora es un medio "redignificado y de mucho nivel" que han introducido "una gran estabilidad laboral y la internacionalización del flamenco".

López ha estudiado también el papel de los activistas que han trabajado por dar visibilidad a la causa gitana en general: "los que son LGTB tienen un mayor activismo porque ese mundo es muy 'payocentrado' y sufren doble discriminación, caso de Noelia La Negri, cantaora y percusionista", subraya.

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