miércoles, 21 de junio de 2023

#hemeroteca #lesbianismo | Inés Martín Rodrigo, escritora y periodista: "La mujer homosexual todavía es invisible"

EPE / Inés Martín Rodrigo //

Inés Martín Rodrigo, escritora y periodista: "La mujer homosexual todavía es invisible"

La ganadora del Premio Nadal en 2022, redactora del suplemento de libros 'abril' que sale cada jueves con El Periódico de España, firma un nuevo libro con el que hace pública su orientación sexual y recupera los grandes referentes culturales lésbicos en los que fijó su mirada. Un texto para conjurar el peligro de regresión y orientar a otras mujeres en busca de guía.
Jacobo de Arce | El Periódico de España, 2023-06-21
https://www.epe.es/es/cultura/20230621/entrevista-ines-martin-rodrigo-homosexualidad-propia-88922040

Los ídolos infantiles de Inés Martín Rodrigo (Madrid, 1983) eran Superman y Michael Knight, el de ‘El coche fantástico’. Jugaba al fútbol y pedía a los Reyes un Scalextric que nunca le trajeron (por caro), y odiaba los vestidos y el pelo largo. En el patio de recreo, en clase, la hoy escritora y periodista era una de esas niñas que se parecían más a lo que se entendía como un niño, con todo lo que eso traía consigo de miradas maliciosas e insultos velados.

No sabía entonces que la diferencia con sus compañeros en aquel colegio de un pueblo extremeño era todavía más profunda, y que con los años se manifestaría en su forma de querer, fuera de la norma. Su casa siempre fue un refugio confortable para esa diferencia, pero un suceso sacudió su vida irremediablemente: la muerte de su madre cuando era apenas una adolescente. Aquella tragedia la condenó a una enfermedad, la anorexia, que también estuvo a punto de costarle la vida a ella.

Décadas después, la autora que se hizo con el Premio Nadal en 2022 por ‘Las formas del querer’, una novela de ficción, pero en la que ya aparecían temas personales y familiares como la muerte, la enfermedad y la herencia de la Guerra Civil, ha sentido que ha llegado el momento de presentarse públicamente como lo que es: una mujer que ama y desea a otras mujeres. Una lesbiana. La razón: que estaba cansada de una cierta "invisibilidad" que la envolvía, pero también que el panorama político apunta a tiempos oscuros en los que, quienes son como ella, pueden ver amenazados sus derechos.

"Este no es un texto activista. No hay un elemento de denuncia. Sí de significarse", dice ella para explicar ‘Una homosexualidad propia’, un libro breve y testimonial que no quiere definir como ensayo, pero en el que el repaso a su evolución personal hacia la plena asunción de su orientación sexual se complementa con las lecturas, las películas o las canciones que la acompañaron, producidas por un puñado de mujeres que también fueron 'diferentes' antes que ella.

Así, en el texto nos encontramos con sus impresiones sobre Patricia Highsmith, Susan Sontag, Annemarie Schwarzenbach, Jodie Foster, Gabriela Mistral, Elena Fortún o K.D. Lang, entre otras. Una genealogía cultural a la que ahora se suma ella misma con la intención principal de que las que vengan detrás puedan contar con esos referentes que a ella le costó tanto encontrar.

P. Empecemos por la última frase del libro: “La literatura también es un compromiso”. ¿Ese compromiso, aquí, ha sido más personal o más político?
R. Todo lo personal es político. Este un libro personal y, por tanto, político. Empezó siendo un texto reivindicativo, que yo necesitaba escribir por mi propio compromiso, no solo social, sino literario, y terminó convertido en un texto de autoconocimiento. La escritura siempre te descubre cosas sobre ti que no sabías. A mí ya me había pasado con la ficción, pero nunca había escrito no ficción, y he comprobado que incluso te descubre más cosas que la ficción.

P. ¿En qué momento tuvo claro que tenía que escribir un libro como este?
R. Siempre terminas escribiendo el libro que necesitabas escribir. Es más, son los propios libros los que se te van presentando. Si me hubieras preguntado hace un año, yo no te habría dicho: “Este es el libro que tengo en mente”. Es un libro que surge de una necesidad. También he terminado haciéndolo en el momento en el que estaba preparada, hace diez o cinco años no podría haberlo escrito.

P. ¿Que salga ahora quiere decir que todavía es necesario hablar de algo tan aparentemente superado como que cada cual pueda querer o se pueda acostar con quien quiera?
R. Yo creo que la clave la has dado tú en la pregunta: "aparentemente superado". Por fortuna, este es un país en el que los derechos de los homosexuales están garantizados. De hecho, España es un referente en ese ámbito. Pero vivimos un momento especialmente crítico y creo que no somos conscientes de lo frágiles que son esos derechos. Hay que defenderlos a diario. Y, para mí, la escritura es una herramienta muy útil en la defensa de esos derechos.

P. A lo largo del libro hay pequeños comentarios políticos, apuntes sutiles. Dice, por ejemplo: “Fue libre cuando el término libertad aún no se había corrompido políticamente”. ¿Cuánto le preocupa la política?

R. Me preocupa en tanto que la política nos define, aunque no nos demos cuenta de ello en nuestro día a día. En los últimos años, estamos viendo cómo, ya no solo a nivel europeo, sino a nivel mundial, está habiendo un auge de la extrema derecha. Y eso nos tiene que preocupar, lógicamente. Yo tengo una conciencia social muy desarrollada, y creo que es importante tenerla. Me han educado así. Y considero que quienes tenemos un altavoz público, por pequeño que sea, debemos usarlo para dar un paso al frente y significarnos. Porque nos jugamos mucho.

P. De hecho, menciona también en el libro el aumento de las agresiones homófobas. ¿Ese clima ha sido un elemento catalizador a la hora de escribirlo?

R. Creo que no fui consciente de eso cuando me puse a escribirlo, porque el libro surge de una manera muy orgánica. Es fruto de una conversación con mi editora en la que sí tocamos temas como el aumento de las agresiones homófobas, y donde hablamos de cómo yo quería dejar de ser invisible. Es verdad que este horizonte preocupante que se dibuja delante de nosotros quizá no actúe como catalizador, pero sí es un contexto que influye en el libro.

P. Habla mucho en el libro de la literatura como refugio, también como espejo. De hecho, ya en su novela ganadora del Nadal utilizaba de alguna manera la ficción para tratar heridas de su pasado. Este aborda de manera explícita ese otro gran elemento ‘problemático’ que ha marcado su vida, su homosexualidad. ¿Culmina así un proceso de sanación, o al menos de comprenderse a sí misma?
R. Ojalá. Yo creo que eso nunca termina, igual que nunca terminamos de saber quiénes somos realmente. A mí la literatura me sirve para conocerme. Lo que sí espero es que, como me pasé toda la promoción de ‘Las formas del querer’ respondiendo a la pregunta de si yo era la protagonista de la novela, ahora quede claro que no lo era [risas], que era ficción. Este libro sí soy yo. Este libro sí es un ejercicio de honestidad brutal, sin la que yo no me reconozco.

P. Cuenta cómo en el descubrir su orientación sexual han tenido un papel fundamental los referentes culturales: series, películas, música, libros sobre todo. Pero también del deporte. ¿Qué hubiera sido de usted sin todos esos referentes?
R. Referentes que yo tuve que buscar, ojo. Todos esos referentes culturales, sociales, deportivos -creo que lo único que no hay son referentes políticos, curiosamente-, no eran fácilmente visibles. Pero tuve la suerte de conocer a personas maravillosas que me los fueron descubriendo. Es muy triste que una mujer joven que intenta verse reflejada en los productos culturales, en la cultura mayoritaria, no encuentre esos reflejos. Y cuando los encuentra, los pocos que hay son unos referentes, en mi opinión, muy perversos y muy tópicos. Porque no hay un solo modelo de mujer homosexual. Igual que no hay un solo modelo de mujer heterosexual. Y, en la cultura, las mujeres homosexuales hemos sido muy mal representadas.

P. En el libro dice que ama las palabras, pero arranca con una que le hizo mucho daño de niña: 'marimacho'. ¿Las palabras también pueden herir como cuchillos?
R. Claro que las palabras pueden herir. Igual que las palabras pueden enamorarte. Por eso tenemos que tener tantísimo cuidado a la hora de elegir las que empleamos, que van a formar parte de una entrevista o van a construir un libro. Pero también a la hora de relacionarnos a diario. Y cuando, sin darnos cuenta, empleamos el término 'marimacho', probablemente no estemos siendo conscientes del daño que esa palabra puede provocar en una niña de diez años. Cuidemos las palabras para que podamos cuidarnos.

P. Como cuenta, ‘marimacho’ no es definida por la RAE como una palabra despectiva, en cambio 'marica' sí. ¿Persiste mucha desigualdad de género en el lenguaje?
R. En el lenguaje, en la sociedad, en todo. Y en el caso concreto del que estamos hablando, la mujer homosexual sufre una doble discriminación: por ser mujer y por ser homosexual. Desde mi punto de vista, y por lo que yo he vivido, los hombres homosexuales tienen, pese a la discriminación, un lugar más reconocido y reconocible en la sociedad. La mujer homosexual todavía es invisible.

P. Esa desigualdad en el lenguaje, ¿se empieza a solucionar con una mayor diversidad en la RAE o son necesarios cambios más profundos?

R. Yo creo que es una cuestión de educación, no de instituciones. La educación es un aspecto sumamente descuidado en esta sociedad. Y me refiero ya no solo a la que se imparte en los centros educativos, sino a la que los niños y las niñas reciben en sus casas, a las palabras que escuchan, incluso.

P. Ahora hay toda una generación de escritoras muy jóvenes que están expresando sus sexualidades no normativas con más libertad. ¿Diría que la situación ha cambiado en los últimos años?
R. Sí, afortunadamente. Veo los discursos y leo los libros de esas autoras con orgullo y con envidia, porque ellas están siendo capaces de expresarse con una libertad que yo no tuve. Ojalá yo hubiera tenido esa libertad hace diez, hace 20 años. Y ojalá eso siga avanzando. Que no se tope con esa peligrosa regresión que podemos empezar a sufrir.

P. Dice en el libro que el sexo entre mujeres siempre ha aparecido velado en las ficciones. Hay alguna excepción: menciona ‘Carol’ de Patricia Highsmith. Pero me pregunto si hay alguna obra explícitamente erótica, de sexo lésbico, que le haya marcado, o que recomendaría.

R. El erotismo yo lo entiendo de una manera sensual. Yo no asocio el erotismo con lo pornográfico. Lo asocio con una sensibilidad, también explícita. Y tal vez yo empecé a descubrir ese erotismo homosexual en novelas como ‘El lustre de la perla’, con ese título tan explícito y sin embargo velado [risas]. Pero creo que sí, que esa fue, digamos, mi novela de iniciación.

P. Escribe que cuando se dio cuenta de que le gustaban las mujeres, por fin se sintió cómoda habitando su cuerpo. Conecta ahí con ese otro trauma que fue la muerte de su madre y la anorexia que sufrió en consecuencia. ¿Cómo es la relación entre ambas heridas?
R. La relación que yo mantengo con mi cuerpo es muy complicada. Es cierto que al querer a otra persona, además del componente emocional está el componente físico, estético. Y a mí me ha costado mucho quererme desde ese punto de vista. ¿Cómo iba a ser yo capaz de entregarle mi cuerpo a otra persona si ni siquiera yo le quería? Pero la enfermedad actúa como catalizador. Cuando recibo el alta médica, yo me quiero comer la vida, disfrutar de esa segunda oportunidad que tengo. Y esas dos circunstancias convergen, llegan en el mismo momento: ese instante en el que soy capaz de quererme a mí misma, y de querer a otra mujer. No es una coincidencia.

P. Y aun así dice que todavía no le gusta mirarse en un espejo.

R. No me miro de cuerpo entero. Pero de la misma manera que no me peso desde... la última vez que me pesaron en el hospital. Son comportamientos que interiorizas, se te quedan y te ayudan a sobrevivir. De la misma manera que sé que tengo que tener una disciplina muy férrea a la hora de no saltarme ninguna comida, simplemente no me miro al espejo. Tampoco pasa nada.

P. Cierra el libro diciendo que no es valiente, pero en realidad parece lo contrario.

R. Es que yo me resisto a creer que lo soy. Pero empiezo a pensar que sí. Y eso me preocupa. En los últimos días, desde que salió la noticia del libro, la palabra que más veces he escuchado y leído es valiente. Y eso dice mucho de esta sociedad. A mí me sigue sorprendiendo que en el año 2023 una persona que decide manifestar públicamente su orientación sexual sea considerada alguien valiente. Valientes son las mujeres que se manifiestan en Afganistán.

P. Pero el mero hecho de publicar este libro quiere decir que era necesario.
R. Sin duda. Pero yo nunca lo he vivido como un acto de valentía.

P. ¿Se ha preparado para la exposición que se le viene encima?
R. Desgraciadamente, mi vida está marcada por el dolor, por el sufrimiento, por la enfermedad, y eso te da herramientas para enfrentarte a los malos momentos. Por otro lado, es cierto que por eso también tiendo a la introspección, a la negatividad más que a la luminosidad. Pero tengo una vida maravillosa. Estoy muy orgullosa de ser la mujer que soy. Y no te puedes imaginar la cantidad de gente que [tras la noticia de la aparición del libro] me ha dado las gracias. Muchísima. Solo por eso merece la pena.

P. También habla del miedo a que la encasillen.
R. Sí, ese miedo está ahí. Y creo que es un temor comprensible, porque tenemos tendencia, también desde los medios, a etiquetarlo todo, a encasillarlo todo. Lo hablaba el otro día con una amiga: "¿Qué pasa si a partir de ahora todos los libros que publiques van con esa etiqueta ‘LGTBI’?”. Se equivocarán quienes pongan esa etiqueta. A mí las etiquetas no me sirven para nada. Me limitan, me constriñen, no me definen. Yo soy una escritora. Punto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.