Imagen: El País / Barbara McClatchie |
La fotógrafa encontró la muerte en su paraíso de retiro, la plácida región turística de Yucatán.
Pablo de Llano | El País, 2016-10-04
http://internacional.elpais.com/internacional/2016/10/04/mexico/1475605978_224001.html
Después de una vida llena de viajes y aventuras por medio mundo, la fotógrafa Barbara McClatchie encontró a sus 74 años una trágica muerte en su paraíso de retiro, la península mexicana de Yucatán, un tesoro de cultura maya y de privilegiada naturaleza. Su cuerpo fue hallado el viernes a la orilla de la carretera entre Cancún y Mérida, donde tenía su casa. Había sido estrangulada. Las autoridades creen que la mató el chófer del vehículo en el que se trasladaba, sólo por robarle lo que llevaba. El supuesto culpable ha sido detenido.
"Estamos todos horrorizados. No me figuro cómo pudo pasar. Los taxistas no matan gente. ¡Aquí los taxistas no matan gente!", se lamentaba este viernes por teléfono su amiga Paula Sievert, una neoyorquina con una galería de arte en Mérida, una ciudad tranquila y sin los problemas de criminalidad de otras zonas de México. "Estamos todos en ‘shock’, tanto los extranjeros como los mexicanos", explicó Sievert, parte de la integrada comunidad foránea de Mérida.
McClatchie, criada en una familia acomodada de Vancouver y experimentada fotoperiodista con obra publicada en revistas como National Geographic, era una figura querida en el circuito cultural de la ciudad. Se había asentado en Mérida en 2004 y en un año ya había abierto su galería, a la que bautizó con el nombre en maya 'In La'Kech' –‘El Otro Yo–. Allí exponía el trabajo de artistas locales, con énfasis en jóvenes principiantes.
Divorciada y con un hijo establecido en Estados Unidos, McClatchie tenía su casa habitual en Mérida y otra vivienda en la playa. Vivía sola pero acompañada por dos perros y una cantidad oscilante de gatos, pues era muy activa en las labores de rescate de animales abandonados. "Bárbara era sociable, amigable, conocía a un montón de gente y su galería siempre estaba abierta a los artistas que quisieran enseñar sus creaciones", contó Sievert.
Había dedicado su carrera, sobre todo, a la fotografía de viaje y al retrato de las culturas del mundo. A sus 74 años seguía siendo una viajera intrépida. Se había recorrido gran parte de México y cada verano iba a un destino especial. El último, según Sievert, Turquía. Desde que se retiró a Mérida se dedicó a experimentar con la fotografía, acercándose a fórmulas artísticas más abstractas. "Ahora estaba ensayando la fotografía bajo el agua. Se sumergía dentro de una bolsa y tomaba imágenes difusas".
Aparte de su inglés natal, McClatchie hablaba bien francés y español. Sus amigos inciden en que era una mujer con mucho recorrido vital y que se manejaba perfectamente en México. No ven posible que se expusiera a una situación obvia de riesgo y no logran atisbar cómo pudo tener lugar la tragedia. Esta semana acababa de volver de pasar unos días en Vancouver. México –"un país que amaba" , dijo su amiga– fue el descorazonador viaje final de Barbara McClatchie.
"Estamos todos horrorizados. No me figuro cómo pudo pasar. Los taxistas no matan gente. ¡Aquí los taxistas no matan gente!", se lamentaba este viernes por teléfono su amiga Paula Sievert, una neoyorquina con una galería de arte en Mérida, una ciudad tranquila y sin los problemas de criminalidad de otras zonas de México. "Estamos todos en ‘shock’, tanto los extranjeros como los mexicanos", explicó Sievert, parte de la integrada comunidad foránea de Mérida.
McClatchie, criada en una familia acomodada de Vancouver y experimentada fotoperiodista con obra publicada en revistas como National Geographic, era una figura querida en el circuito cultural de la ciudad. Se había asentado en Mérida en 2004 y en un año ya había abierto su galería, a la que bautizó con el nombre en maya 'In La'Kech' –‘El Otro Yo–. Allí exponía el trabajo de artistas locales, con énfasis en jóvenes principiantes.
Divorciada y con un hijo establecido en Estados Unidos, McClatchie tenía su casa habitual en Mérida y otra vivienda en la playa. Vivía sola pero acompañada por dos perros y una cantidad oscilante de gatos, pues era muy activa en las labores de rescate de animales abandonados. "Bárbara era sociable, amigable, conocía a un montón de gente y su galería siempre estaba abierta a los artistas que quisieran enseñar sus creaciones", contó Sievert.
Había dedicado su carrera, sobre todo, a la fotografía de viaje y al retrato de las culturas del mundo. A sus 74 años seguía siendo una viajera intrépida. Se había recorrido gran parte de México y cada verano iba a un destino especial. El último, según Sievert, Turquía. Desde que se retiró a Mérida se dedicó a experimentar con la fotografía, acercándose a fórmulas artísticas más abstractas. "Ahora estaba ensayando la fotografía bajo el agua. Se sumergía dentro de una bolsa y tomaba imágenes difusas".
Aparte de su inglés natal, McClatchie hablaba bien francés y español. Sus amigos inciden en que era una mujer con mucho recorrido vital y que se manejaba perfectamente en México. No ven posible que se expusiera a una situación obvia de riesgo y no logran atisbar cómo pudo tener lugar la tragedia. Esta semana acababa de volver de pasar unos días en Vancouver. México –"un país que amaba" , dijo su amiga– fue el descorazonador viaje final de Barbara McClatchie.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.