Imagen: El Periódico / Concentración en Barcelona por Alan, víctima de acoso |
Los protagonistas del acoso escolar están claramente identificados, ahora solo falta que dejen de serlo, dicen los expertos.
El Periódico, 2017-01-12
http://www.elperiodico.com/es/noticias/sociedad/claves-acoso-escolar-ciberacoso-ley-silencio-bullying-5739457
Víctimas, acosadores y testigos. Son los tres protagonistas del entramado del 'bullying', una situación cada vez más compleja por culpa de la irrupción de las nuevas tecnologías y la conversión de las redes sociales en el gran medio de comunicación entre jóvenes. Psicólogos, educadores y hasta los cuerpos de seguridad tienen muy bien identificados todos sus perfiles. Ahora solo falta, advierten, que dejen de participar en estos actos, que les pongan fin.
La víctima: Niños de personalidad frágil que acaban odiando el colegio
El perfil de la víctima de acoso escolar habla de niños (puede empezar ya a los ocho años) con una personalidad débil e insegura, con una baja autoestima -que puede ser consecuencia, por otra parte, del mismo acoso-, que desemboca en fracasos o dificultades escolares, en niveles altos de ansiedad y en una fobia absoluta al colegio. El agresor los elige muchas veces por sus características físicas, porque llevan gafas, porque están gorditos, porque son los que sacan mejores notas o por su color de pelo. Cualquier rasgo que les haga diferentes del grupo es una excusa para convertirlos en objeto de ataque.
El agresor: Un manipulador hábil que busca reconocimiento
“El acosador, que suele ser una persona que busca el reconocimiento de los compañeros, aprovecha esas diferencias para caricaturizar a la víctima, ridiculizarla, porque así le es más fácil hacerse con el apoyo del grupo, un grupo que muchas veces no tiene una escala de valores formada”, constata Ferran Barri, psicólogo clínico y psicopedagogo y orientador en un instituto de secundaria. Los agresores, prosigue Barri, “son hábiles manipuladores, muchas veces chicos con problemas de afectividad en sus familias y que se refuerzan haciendo cosas que les hacen sentirse líderes”.
El ‘bullying’ es, agrega el investigador de la Universitat de Vic (UVic-UCC), Gerard Coll-Planas, una expresión asociada a la etapa de construcción de la propia identidad, “una expresión que genera violencia contra el que es diferente”. “No basta con darles una charla o con organizar un taller de tolerancia, entre otras razones porque su efecto acaba resultando mínimo frente a la cantidad de modelos y de informaciones que reciben estos chicos diariamente”, constata. Se trata, insiste, de un problema más complejo, que no solo se manifiesta en forma de homofobia, “también de xenofobia, de racismo, de intolerancia”.
Las tecnologías: Las redes sociales perpetúan el acoso las 24 horas
Las situaciones de acoso escolar ya no terminan cuando se llega a casa. Las redes sociales, nuevos foros juveniles, perpetúan los insultos y las humillaciones encima en público. Mensajes de Whatsapp, de Facebook, de Instagram, de Snapchat (donde en principio desaparecen a las 24 horas), preguntas capciosas en Ask.com, en los antiguos Informers… Cualquier medio es válido para los acosadores, que además demuestran su nula empatía y su cero piedad.
Tampoco ayuda el acceso a los 'smartphones' a edades cada vez más tempranas (el 50,9% de los niños de 11 años tienen móvil y el 72,7% de los de 12, según datos del INE de octubre del 2016), lo que ha llevado a la policía a advertir de casos serios de ciberacoso ya en Primaria, cuando la edad habitual era hasta ahora los 13 años.
El entorno: Romper la ley del silencio y el 'efecto manada'
Lo peor para el menor acosado no es solo soportar la actitud de los acosadores sino la de su entorno, que o resta importancia a la situación o parece participar del abuso. Que los compañeros de clase dejen de aplaudir o consentir la actitud avasalladora de los abusadores es una de las mejores estrategias de cara a frenar esta lacra.
Que sea el abusador a quien se le obligue a cambiar de colegio, de círculo, que se deje de victimizar a la víctima son algunas de las estrategias que persiguen los expertos, que lamentan que al menor acosado se le penalice además con tener que reconstruir su círculo de amigos o desplazarse a un colegio más lejano. Una doble victimización innecesaria e injusta, advierten.
Además, señalan, el cambio de colegio, medida adoptada por el 10% de los padres, resulta "poco eficaz" porque con los móviles el acoso se reproduce en el 30% de los casos. Un estudio de la Fundación Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo (ANAR) reclama como más efectivo que la víctima reciba tratamiento psicológico para adquirir las habilidades necesarias para defenderse y fortalecer su autoestima y que el centro adopte medidas.
Expertos de la Organización Mundial de la Salud, que sitúan a España como el séptimo país en casos de ciberacoso, han concluido que es necesario adoptar un protocolo de actuación unificado para los centros escolares que evite el llamado “efecto manada”, la tendencia social a seguir los dictados del más fuerte. ANAR ha creado una campaña específica dirigida a los espectadores de acoso, a los que considera “cómplices” de la situación. Han editado carteles que instan a romper el silencio y a difundir que “No eres un chivato por apoyar a quien sufre”.
La víctima: Niños de personalidad frágil que acaban odiando el colegio
El perfil de la víctima de acoso escolar habla de niños (puede empezar ya a los ocho años) con una personalidad débil e insegura, con una baja autoestima -que puede ser consecuencia, por otra parte, del mismo acoso-, que desemboca en fracasos o dificultades escolares, en niveles altos de ansiedad y en una fobia absoluta al colegio. El agresor los elige muchas veces por sus características físicas, porque llevan gafas, porque están gorditos, porque son los que sacan mejores notas o por su color de pelo. Cualquier rasgo que les haga diferentes del grupo es una excusa para convertirlos en objeto de ataque.
El agresor: Un manipulador hábil que busca reconocimiento
“El acosador, que suele ser una persona que busca el reconocimiento de los compañeros, aprovecha esas diferencias para caricaturizar a la víctima, ridiculizarla, porque así le es más fácil hacerse con el apoyo del grupo, un grupo que muchas veces no tiene una escala de valores formada”, constata Ferran Barri, psicólogo clínico y psicopedagogo y orientador en un instituto de secundaria. Los agresores, prosigue Barri, “son hábiles manipuladores, muchas veces chicos con problemas de afectividad en sus familias y que se refuerzan haciendo cosas que les hacen sentirse líderes”.
El ‘bullying’ es, agrega el investigador de la Universitat de Vic (UVic-UCC), Gerard Coll-Planas, una expresión asociada a la etapa de construcción de la propia identidad, “una expresión que genera violencia contra el que es diferente”. “No basta con darles una charla o con organizar un taller de tolerancia, entre otras razones porque su efecto acaba resultando mínimo frente a la cantidad de modelos y de informaciones que reciben estos chicos diariamente”, constata. Se trata, insiste, de un problema más complejo, que no solo se manifiesta en forma de homofobia, “también de xenofobia, de racismo, de intolerancia”.
Las tecnologías: Las redes sociales perpetúan el acoso las 24 horas
Las situaciones de acoso escolar ya no terminan cuando se llega a casa. Las redes sociales, nuevos foros juveniles, perpetúan los insultos y las humillaciones encima en público. Mensajes de Whatsapp, de Facebook, de Instagram, de Snapchat (donde en principio desaparecen a las 24 horas), preguntas capciosas en Ask.com, en los antiguos Informers… Cualquier medio es válido para los acosadores, que además demuestran su nula empatía y su cero piedad.
Tampoco ayuda el acceso a los 'smartphones' a edades cada vez más tempranas (el 50,9% de los niños de 11 años tienen móvil y el 72,7% de los de 12, según datos del INE de octubre del 2016), lo que ha llevado a la policía a advertir de casos serios de ciberacoso ya en Primaria, cuando la edad habitual era hasta ahora los 13 años.
El entorno: Romper la ley del silencio y el 'efecto manada'
Lo peor para el menor acosado no es solo soportar la actitud de los acosadores sino la de su entorno, que o resta importancia a la situación o parece participar del abuso. Que los compañeros de clase dejen de aplaudir o consentir la actitud avasalladora de los abusadores es una de las mejores estrategias de cara a frenar esta lacra.
Que sea el abusador a quien se le obligue a cambiar de colegio, de círculo, que se deje de victimizar a la víctima son algunas de las estrategias que persiguen los expertos, que lamentan que al menor acosado se le penalice además con tener que reconstruir su círculo de amigos o desplazarse a un colegio más lejano. Una doble victimización innecesaria e injusta, advierten.
Además, señalan, el cambio de colegio, medida adoptada por el 10% de los padres, resulta "poco eficaz" porque con los móviles el acoso se reproduce en el 30% de los casos. Un estudio de la Fundación Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo (ANAR) reclama como más efectivo que la víctima reciba tratamiento psicológico para adquirir las habilidades necesarias para defenderse y fortalecer su autoestima y que el centro adopte medidas.
Expertos de la Organización Mundial de la Salud, que sitúan a España como el séptimo país en casos de ciberacoso, han concluido que es necesario adoptar un protocolo de actuación unificado para los centros escolares que evite el llamado “efecto manada”, la tendencia social a seguir los dictados del más fuerte. ANAR ha creado una campaña específica dirigida a los espectadores de acoso, a los que considera “cómplices” de la situación. Han editado carteles que instan a romper el silencio y a difundir que “No eres un chivato por apoyar a quien sufre”.
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