Imagen: Leonoticias / Seminario Menor de La Bañeza |
El testimonio de dos exseminaristas confirman las brutales agresiones físicas, psíquicas y sexuales que se cometieron en el Seminario Menor de La Bañeza ya desde la década de los 70. «Eran otros tiempos y no podías decir nada. Menos a tus padres», relata un exseminarista que aún recuerda las «palizas» a las que fue sometido.
Leonoticias, 2017-01-30
http://www.leonoticias.com/labaneza/201701/30/seminario-noches-algunos-ninos-20170130184123.html
Es la negra y cruel realidad. Silenciada durante años, décadas. Decenas, cientos de niños sometidos a vejaciones físicas y psicológicas. Era el día a día del Seminario Menor de La Bañeza, que cesó su actividad en 1995 sin poder ahogar el dolor y la humillación de niños hoy convertidos en hombres que aún tienen heridas imposible de cicatrizar.
El testimonio a leonoticias de A.C.G. confirma que los abusos ejercidos por el sacerdote José Manuel Ramos Gordón, al que apodaban como ‘Chucho’, no eran un caso aislado. Alumno entre los años 1970-1974, este vecino de Magaz de Cepeda -que llegó al centro con diez años- fue víctima de las “brutales” agresiones físicas y psíquicas que se cometían en el Seminario. “Era el pan de cada día. Eran auténticas palizas”, relata el exseminarista.
Pero las agresiones iban más allá. Aurelio asegura que durante su estancia se cometieron abusos sexuales con varios niños. Reconoce que nunca los vio pero las evidencias eran manifiestas. “Dormíamos en pabellones para 40 ó 50 personas y a la entrada había un dormitorio del que esa noche ejercía de vigilante. Era habitual ver cómo llamaban a algunos a los que metían en esa habitación”, recuerda con todo lujo de detalles.
Es el relato que evidencia el horror vivido durante años en el Seminario y que un segundo exseminarista, que no prefiere no revelar su identidad, confirma. Ambos residieron durante la etapa como rector de Marcos Lobato (1971-1977), el que fuera vicario de la Diócesis, un hombre cuya dureza la comparan con la de Adolf Hitler.
“A la primera de cambio estaban dándote”, recuerda A.C.G., mientras que el segundo exseminarista tacha su etapa como la “más sangrienta”, advirtiendo incluso que los abusos sexuales, físicos y psíquicos allí perpetrados “se realizaban bajo su conocimiento y consentimiento”. Es más, advierte que no sólo eran los niños los que sufrían esas vejaciones sino también las mujeres que allí trabajaban.
«Era el día a día»
Abusos y palizas que, sin embargo, guardaban con recelo y temor estos jóvenes: “Eran otros tiempos. No podías decir nada y menos a tus padres”, lamenta este exseminarista, que achaca a su carácter rebelde la ‘fortuna’ de no ser una de las víctimas de abusos sexuales. “Siempre eran niños más tranquilos, sumisos los que llamaban a sus habitaciones”, remarca.
Unos hechos que le han vuelto a la memoria tras salir a la luz la denuncia de un exseminarista que sufrió junto a su hermano gemelo abusos sexuales por José Manuel Ramón Gordón: “Mi etapa es bastante anterior pero los abusos y las palizas son de siempre. Más allá de la figura de ese sacerdote”.
Dos relatos que evidencia el horror vivido durante años en este seminario que abrió sus puertas en 1961 y que cerró éstas en 1995 con el traslado de todas las funciones formativas del centro al Seminario de Astorga. Un horror silenciado durante años, los mismos que ha permanecido vivo en la retina de estos dos exseminaristas. Ahora, más de tres décadas sale a la luz. Para algunos, demasiado tarde, aunque, conscientes de que por fin se conoce la verdad.
El testimonio a leonoticias de A.C.G. confirma que los abusos ejercidos por el sacerdote José Manuel Ramos Gordón, al que apodaban como ‘Chucho’, no eran un caso aislado. Alumno entre los años 1970-1974, este vecino de Magaz de Cepeda -que llegó al centro con diez años- fue víctima de las “brutales” agresiones físicas y psíquicas que se cometían en el Seminario. “Era el pan de cada día. Eran auténticas palizas”, relata el exseminarista.
Pero las agresiones iban más allá. Aurelio asegura que durante su estancia se cometieron abusos sexuales con varios niños. Reconoce que nunca los vio pero las evidencias eran manifiestas. “Dormíamos en pabellones para 40 ó 50 personas y a la entrada había un dormitorio del que esa noche ejercía de vigilante. Era habitual ver cómo llamaban a algunos a los que metían en esa habitación”, recuerda con todo lujo de detalles.
Es el relato que evidencia el horror vivido durante años en el Seminario y que un segundo exseminarista, que no prefiere no revelar su identidad, confirma. Ambos residieron durante la etapa como rector de Marcos Lobato (1971-1977), el que fuera vicario de la Diócesis, un hombre cuya dureza la comparan con la de Adolf Hitler.
“A la primera de cambio estaban dándote”, recuerda A.C.G., mientras que el segundo exseminarista tacha su etapa como la “más sangrienta”, advirtiendo incluso que los abusos sexuales, físicos y psíquicos allí perpetrados “se realizaban bajo su conocimiento y consentimiento”. Es más, advierte que no sólo eran los niños los que sufrían esas vejaciones sino también las mujeres que allí trabajaban.
«Era el día a día»
Abusos y palizas que, sin embargo, guardaban con recelo y temor estos jóvenes: “Eran otros tiempos. No podías decir nada y menos a tus padres”, lamenta este exseminarista, que achaca a su carácter rebelde la ‘fortuna’ de no ser una de las víctimas de abusos sexuales. “Siempre eran niños más tranquilos, sumisos los que llamaban a sus habitaciones”, remarca.
Unos hechos que le han vuelto a la memoria tras salir a la luz la denuncia de un exseminarista que sufrió junto a su hermano gemelo abusos sexuales por José Manuel Ramón Gordón: “Mi etapa es bastante anterior pero los abusos y las palizas son de siempre. Más allá de la figura de ese sacerdote”.
Dos relatos que evidencia el horror vivido durante años en este seminario que abrió sus puertas en 1961 y que cerró éstas en 1995 con el traslado de todas las funciones formativas del centro al Seminario de Astorga. Un horror silenciado durante años, los mismos que ha permanecido vivo en la retina de estos dos exseminaristas. Ahora, más de tres décadas sale a la luz. Para algunos, demasiado tarde, aunque, conscientes de que por fin se conoce la verdad.
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