Imagen: Google Imágenes / Juan Kruz Mendizabal |
Jesús Mari Insausti Olariaga | Noticias de Gipuzkoa, 2017-01-24
http://www.noticiasdegipuzkoa.com/2017/01/24/opinion/cartas-al-director/el-caso-juan-kruz-mendizabal
Este caso ha desatado comentarios de todo tipo y ha tenido una proyección y una amplitud exageradas en los medios de comunicación y redes sociales que hecho alguno jamás haya tenido, infligiéndole un castigo mordaz y severo sin que hasta el momento haya sido declarado culpable por el órgano competente, que es la justicia ordinaria, al margen de que la Iglesia haya tomado las medidas administrativas pertinentes. En este caso no ha habido presunción de inocencia, que no es quitar importancia a lo que ha podido ocurrir.
Las víctimas se merecen todo nuestro apoyo y consideración, pero ello no obsta para que digamos abiertamente que con el sacerdote en cuestión se está haciendo leña del árbol caído, sometiéndolo a todo tipo de juicios y veredictos y eso que, por lo que percibimos, en nada está obstaculizando, más bien colaborando, para que se esclarezca todo.
Ya sé que me voy a meter en un camino vidrioso y poco aconsejable para hacer muchos amigos, pero me lo pide mi conciencia y a ella no se lo puedo negar que exponga mi verdad tal como la siento. En nuestra infancia también había “toqueteos” por parte de personas que tenían autoridad sobre nosotros. Ese tipo de acciones a mí personalmente no me creó ningún trauma más allá de cierta desconfianza por lo que representaban.
Los hechos que se imputan a mi amigo Juan Kruz Mendizabal Irizar, y que se conocen hasta el momento, son remotos en el tiempo. Sin quitar ninguna importancia a lo acaecido, es reseñable también que en los doce últimos años no haya reincidido en su conducta y, parece además, que quiere dar un carpetazo definitivo a esta su debilidad humana poniéndose en manos de los profesionales. Quiero remarcar asimismo que ha sabido dar la cara y aceptar el castigo que su obispo le ha impuesto. Creo sinceramente que es una persona recuperable para la sociedad para ejercer cualquier actividad que esté a su alcance.
Quiero plantear como mi última tesis que cuando se habla de abusos sexuales hay que concretar bien el grado en que se han cometido esos delitos porque corremos el riesgo de sospechar lo peor (una violación) o pensar que ha sido una cosa sin importancia (un pequeño roce insignificante). Hay que poner todo en su justa medida. Es como los alumnos mal acostumbrados que califican igual de graves todas las faltas gramaticales, por ejemplo, no poner una tilde o construir una frase que no se entiende. No es lo mismo.
Finalmente quiero pedir perdón a las víctimas en nombre de Juan Kruz y a él insuflarle ánimos para que tenga fuerzas a fin de salir del túnel y no vuelva ya jamás a tropezar en la misma piedra. Y a todos: “el que esté libre de pecado que tire la primera piedra”.
Las víctimas se merecen todo nuestro apoyo y consideración, pero ello no obsta para que digamos abiertamente que con el sacerdote en cuestión se está haciendo leña del árbol caído, sometiéndolo a todo tipo de juicios y veredictos y eso que, por lo que percibimos, en nada está obstaculizando, más bien colaborando, para que se esclarezca todo.
Ya sé que me voy a meter en un camino vidrioso y poco aconsejable para hacer muchos amigos, pero me lo pide mi conciencia y a ella no se lo puedo negar que exponga mi verdad tal como la siento. En nuestra infancia también había “toqueteos” por parte de personas que tenían autoridad sobre nosotros. Ese tipo de acciones a mí personalmente no me creó ningún trauma más allá de cierta desconfianza por lo que representaban.
Los hechos que se imputan a mi amigo Juan Kruz Mendizabal Irizar, y que se conocen hasta el momento, son remotos en el tiempo. Sin quitar ninguna importancia a lo acaecido, es reseñable también que en los doce últimos años no haya reincidido en su conducta y, parece además, que quiere dar un carpetazo definitivo a esta su debilidad humana poniéndose en manos de los profesionales. Quiero remarcar asimismo que ha sabido dar la cara y aceptar el castigo que su obispo le ha impuesto. Creo sinceramente que es una persona recuperable para la sociedad para ejercer cualquier actividad que esté a su alcance.
Quiero plantear como mi última tesis que cuando se habla de abusos sexuales hay que concretar bien el grado en que se han cometido esos delitos porque corremos el riesgo de sospechar lo peor (una violación) o pensar que ha sido una cosa sin importancia (un pequeño roce insignificante). Hay que poner todo en su justa medida. Es como los alumnos mal acostumbrados que califican igual de graves todas las faltas gramaticales, por ejemplo, no poner una tilde o construir una frase que no se entiende. No es lo mismo.
Finalmente quiero pedir perdón a las víctimas en nombre de Juan Kruz y a él insuflarle ánimos para que tenga fuerzas a fin de salir del túnel y no vuelva ya jamás a tropezar en la misma piedra. Y a todos: “el que esté libre de pecado que tire la primera piedra”.
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