miércoles, 25 de enero de 2017

#hemeroteca #androcentrismo | Blanca Portillo tacha de "irresponsable" a Javier Marías por su columna contra el teatro

Imagen: El Diario / Blanca Portillo como Segismundo en 'La vida es sueño'
Blanca Portillo tacha de "irresponsable" a Javier Marías por su columna contra el teatro.
La actriz y directora se suma a las críticas contra el académico y colaborador de El País Semanal por su última columna contra el teatro contemporáneo. "Es muy aventurado hacer un juicio y una falta de respeto rayana en el insulto a los que hacen teatro y a los que lo ven", ha afirmado Portillo. "[Las actrices] presionan a los creadores para que se enmienden, sin tener en cuenta que los que escribimos no estamos para adular a tal o cual colectivo", escribe Marías.
El Diario, 2017-01-25
http://www.eldiario.es/cultura/Blanca-Portillo-Javier-Marias-respeto_0_605440207.html

La actriz y directora teatral Blanca Portillo ha asegurado que la columna titulada 'Ese idiota de Shakespeare' de Javier Marías es "una falta de respeto" por el teatro "rayana en el insulto" y ha tachado de "irresponsable" la actitud del académico.

Marías publicaba el pasado fin de semana en El País Semanal un artículo en el que aseguraba que el teatro "ha caído rendido a casi todas las tontunas contemporáneas" y acusaba a "muchos adaptadores y directores" de haberse convertido "en las verdaderas estrellas" usurpando "los buenos nombres" de Lope, Calderón, Moliere o el bardo inglés. "Como hoy hay licencia para falsearlo todo, se corrige al idiota de Shakespeare y ahora está de moda que a todas esas figuras las interpreten mujeres", dice el escritor.

Blanca Portillo, que ha interpretado a Segismundo y a Hamlet sobre las tablas, ha señalado hoy a los periodistas en la presentación de la obra ‘El cartógrafo’ que el artículo le produjo "estupor".

"Es una persona del ámbito de la cultura, un miembro de la Academia de la Lengua. Vivimos malos tiempos para la cultura, que sufre mucho. No me cabe en la cabeza que alguien tire piedras sobre su propio tejado", ha dicho Portillo.

La actriz ha precisado que respeta la opinión "de todo el mundo", pero ha advertido de que "hay que tener conciencia" de dónde se dicen las cosas y su trascendencia: "Si lo comentas en una charla en un café, está bien, pero en un periódico como El País es irresponsable".

También le sorprende que alguien "que no va al teatro hable de ello. El teatro evoluciona y, si tú te quedas anclado, es problema tuyo. Es muy aventurado hacer un juicio y una falta de respeto rayana en el insulto a los que hacen teatro y a los que lo ven". Portillo ha concluido asegurando que "me da igual su opinión. Hay mucha gente inteligente en el mundo a la que escuchar".

"El enésimo lloriqueo" de Marías
Blanca Portillo se une con sus declaraciones a numerosos artistas, actores y directores que han cargado en las redes sociales contra la columna de Marías. "Siga usted sin venir al teatro, don Javier. Los que tratamos de contar historias desde las tablas se lo agradecemos. Y si es posible, pues tampoco escriba sobre ello", escribía el realizador Sergio Peris Mencheta en su muro de Facebook. Como él, la actriz de ‘El Ministerio del Tiempo’, Aura Garrido, resumía el artículo en su Twitter como "el enésimo lloriqueo de un hombre heterosexual blanco en lo que va de año. Pereza".

También Juan Diego Botto hacía referencia a las líneas del escritor dedicadas a las actrices. "Javier Marías considera que las mujeres, el 50% de la humanidad, son "un colectivo" más. Y opina de teatro con el mismo tino".

El gremio de los artistas, y más en concreto las actrices, ha sido el último en sentirse ofendido por las opiniones de ‘La zona fantasma¡ de El País Semanal, famosa por los comentarios polémicos de su autor.


Ese idiota de Shakespeare.
Si uno va hoy al teatro se expone a cualquier sandez de directores que adaptan grandes clásicos a las tontunas contemporáneas.
Javier Marías | El País Semanal, 2017-01-22
http://elpaissemanal.elpais.com/columna/javier-marias-shakespeare/

Si hace años que no voy al teatro, es porque no deseo exponerme a sobresaltos. No me refiero ya a esas obras “modernas” en las que se obliga a “participar” al público lanzándole agua o pintura o bengalas, o a “interactuar” con los intérpretes que bajan al patio de butacas para restregarse contra él y vejarlo. Eso me lo tengo prohibido desde que empezó a suceder hace tiempo. Pero tampoco está uno a salvo de riesgos de otra índole si va a la representación de un clásico. El teatro –más que el cine y las series– ha caído rendido a casi todas las tontunas contemporáneas. Se permite lo “simbólico” y lo inverosímil en mucho mayor grado, y ahí caben todas las supuestas genialidades de muchos adaptadores y directores, convertidos en las verdaderas estrellas, usurpadores de los buenos nombres de Lope, Calderón, Molière o Shakespeare. Con este último está uno en constante peligro. Es ya un tópico que sus personajes aparezcan vestidos de nazis o de decimonónicos, o transmutados en ‘gangsters’, o que la acción de las obras se sitúe en cualquier sitio: Romeo y Julieta en la discoteca, Macbeth en Chicago, Próspero y Miranda abandonados en el espacio intergaláctico. En 2012 Phyllida Lloyd tuvo al parecer éxito con su versión de ‘Julio César’ ambientada en una cárcel de mujeres y con reparto femenino al completo, consiguientemente. La verdad, para mí no, gracias.

Pero este último caso forma parte de un movimiento deliberado. Como sabemos, las actrices se quejan de que sus salarios son inferiores a los de sus colegas varones, pero me imagino que eso estará en función de lo taquilleros y rentables que sean, independientemente del sexo. Es como si la mejor futbolista protestara por ganar menos que Messi: se da el caso de que éste convoca a millones de espectadores y genera dinerales. También se quejan de que no haya tantos ni tan buenos papeles para ellas como para los hombres, y presionan a los creadores para que se enmienden, sin tener en cuenta que los que escribimos nos interesamos por lo que nos interesa y no estamos para adular a tal o cual colectivo. Shakespeare tiene muchos personajes femeninos importantes, pero la actriz Harriet Walter ha hecho el cómputo: de media, uno por cada cuatro masculinos, y además son éstos “quienes encaran las cuestiones políticas y filosóficas que nos atañen a todos”. Es decir, suelen estar a su cargo los soliloquios más profundos, y más lucidos para los actores. La respuesta natural sería: “¿Y qué quieren, si en época de Shakespeare eso era más creíble o él decidió poner sus parlamentos en boca de Hamlet, Macbeth o Ricardo III?” Como hoy hay licencia para falsearlo todo, se corrige al idiota de Shakespeare y ahora está de moda que a todas esas figuras las interpreten mujeres. No importa que eso se contradiga con otra de las reivindicaciones recientes de actores y actrices (hablé de ello hace algún tiempo): se enfurecen si a un personaje indio no lo encarna un intérprete indio, a uno japonés un japonés, etc. Eso no obsta, sin embargo, para que en la célebre serie televisiva ‘The Hollow Crown’, con los dramas históricos de Shakespeare, la Reina Margarita (antes Margarita de Anjou, francesa) sea una actriz mulata, o el Duque de York de ‘Enrique V’ un negro. Aquí no se considera que haya usurpación ni robo, sino que se aplaude. Hoy hay tanta gente ignorante que quien vea esa serie puede dar por sentado que en la Francia del siglo XV la población era mestiza y que en Inglaterra había nobles negros. Y quien sólo viera el ‘Hamlet’ de Kenneth Branagh (completo en sus cuatro horas, muchos no querrán revisitarlo) podrá creer que esa es una historia del XIX, con gente vestida “a lo zarista” o “a lo austrohúngaro”, y no del XVI, cuando Shakespeare situó la leyenda.

“La ignorancia de los jóvenes, o de la gente, no es asunto nuestro”, dirán con razón adaptadores y directores. Y las actrices aducirán: “¿Acaso se nos permitía subir a los escenarios en tiempos del Bardo?” No, en efecto, había una prohibición lamentada por todos, así que a Desdémona, Lady Macbeth y Ofelia las representaban, por desgracia, actores lampiños. Y sin embargo ahora se vuelve a lo mismo, sólo que a la inversa y por militancia o revancha sexista. ¿Qué sentido tiene que Glenda Jackson haga de Rey Lear? ¿Que un espectador como yo, que pide cierta verosimilitud, no se crea una palabra? Lo mismo cuando otras actrices se hacen pasar por Bruto, Cimbelino, Enrique V, Enrique IV o Malvolio, convertido además en “Malvolia”. Tampoco lo contrario me convence: siento admiración por José Luis Gómez, pero me he abstenido de ir a verlo hacer de la Celestina, por muchos justos elogios que haya merecido. Y desde luego no me tentó ver a Blanca Portillo en el papel de Segismundo, de ‘La vida es sueño’. Lo lamento, pero si uno va al teatro hoy en día está expuesto a cualquier sobresalto. Y a cualquier sandez de no pocos directores. Con todos mis respetos para los buenos actores y actrices, que al fin y al cabo cumplen órdenes.

Y TAMBIÉN…
Obras y alardes.
Si se me anuncia un clásico, Shakespeare de nuevo, confío en que el montaje no lo tome como mero pretexto para lucimientos diversos.
Javier Marías | El País, 2017-02-12
http://elpaissemanal.elpais.com/columna/javier-marias-obras-y-alardes/

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