Juli Amadeu | Dos Manzanas, 2017-02-09
http://www.dosmanzanas.com/2017/02/aitzole-araneta-podemos-el-modelo-de-las-unidades-de-trastorno-de-identidad-de-genero-tiene-que-desaparecer.html
Esta activista trans es sexóloga y técnica de participación e igualdad. Araneta, que trabaja en una fundación pública, se presenta como independiente en la candidatura “Recuperar la Ilusión” que promueve Íñigo Errejón para Vistalegre II (las elecciones a la Secretaría General y al Consejo Ciudadano Estatal, así como a la Comisión de Garantías, que se celebran el 10 y el 11 de febrero). Coordinó la campaña Internacional 'Stop Trans Patologización en 2008' y forma parte del grupo consultor de la ONG GATE, a través de la cual ha realizado diversas propuestas concretas de despatologización trans a la OMS. Asimismo, es autora de artículos en distintas publicaciones.
—¿Hasta qué punto considera necesaria la visibilización de la realidad trans en la actividad política?
La visibilización de los hombres con vulva y las mujeres con pene es necesaria en cuantos más ámbitos mejor. Se trata de un colectivo socialmente denostado e infrarrepresentado en el ámbito laboral, social, afectivo y también en los medios de comunicación, más allá de los estereotipos y clichés habituales. Creo que además nos tenemos que empoderar y pensar que nuestras voces valen, y que las dificultades en las que nos desenvolvemos día a día pueden mejorar a través del conocimiento y la educación, el activismo, la política y de la visibilización.
Hasta ahora hemos sido personas en nombre de las cuales se ha hablado, si bien estamos en un momento histórico donde nuestras reclamaciones están empezando a entrar en la agenda política de primer orden. Ya es hora de que, cada vez más, nuestras voces estén también en esa primera fila. Tenemos una gran necesidad de más referentes en este sentido.
—Sin embargo, continúa siendo excepcional el número de personas trans que se encuentran en las primeras filas…
Al igual que sigue siendo excepcional el número de aquellas que tienen estudios superiores, que cuentan con un recorrido profesional en diferentes ámbitos laborales o tienen cierto reconocimiento social. Yo misma me he encontrado en la situación de ser la única persona que conocía con estudios universitarios, o con un reconocimiento laboral sin que en ningún momento haya ocultado mi circunstancia. Pero esto poco a poco está cambiando. Afortunadamente, poco a poco, estamos cada vez más presentes en más ámbitos, y esto solo puede ir a mejor.
—En este sentido, ¿cree que el Congreso de los Diputados y el Senado deberían ser más diversos y representativos de las diferentes realidades de nuestra sociedad?
Yo provengo de los movimientos sociales y por tanto considero al activismo de base igual de importante. También es cierto que desde las instituciones se pueden cambiar muchas cosas, y quiero instituciones que sean permeables a esas demandas de la calle, de toda esa diversidad. En este caso y teniendo en cuenta que no me presento como candidata a ninguna de ellas, ambas instituciones pueden llegar a ser un ejemplo de lo que podemos ver en consultas, despachos, comercios, o en el mundo agrícola (por referenciar no solo lo urbano). Si las personas que pertenecen a nuestro colectivo están invisibilizadas en estos espacios, es lo que veremos más arriba: invisibilización, extrañeza por su presencia y techo de cristal. Eso sí, yo creo que esa representación diversa en las más altas instancias se debe conseguir. Se puede conseguir. Y lo vamos a conseguir.
—Le propongo que hagamos un poco de pedagogía: como sexóloga, ¿por qué es importante educar a los niños en materia de sexualidad, identidad, género e igualdad?
Yo lo resumiría en una palabra sin complicarme con conceptos sexológicos que necesitan de más explicación: la diversidad es la norma. No puede ser de otra forma. Y no me refiero sólo a la diversidad LGTBIQ (que también), a las diferentes orientaciones e identidades sexuales, me refiero a toda la hermosa diversidad que hace que cada persona sea única e irrepetible y que, lamentablemente, aún a día de hoy nuestra sociedad no integra bien.
Una educación sexual de calidad tiene como resultado una actitud de comprensión que facilitará mucho las vidas de las generaciones que vienen por detrás. En este sentido, esta educación nos asegura pasar de lo urgente (prevención de infecciones de transmisión genital, prevención de violencias) a lo importante (comprensión de nuestra dimensión como seres sexuados, capacidad de gestión de nuestros propios deseos).
—Brevemente, ¿cómo desmontaría la concepción de la llamada “ideología de género”?
Presentando a quien enarbola ese constructo a un niño nacido con vulva o una niña nacida con pene y a su familia. Pero no a través de una pantalla de televisión o de un periódico, sino cara a cara. Creo que en ese mismo momento, muchas de las personas que utilizan esas expresiones para decir que algunas personas estamos “artificialmente fabricadas por una ideología” se darían cuenta de que no hay nada más natural que lo que tienen enfrente.
—Una de las reivindicaciones del colectivo LGTB es la total despatologización de la transexualidad y la libre autodeterminación de género, ¿cómo lo explicaría para que todo el mundo entendiera la importancia de estas premisas?
Básicamente, tenemos derecho a ser respetadas, a no ser consideradas enfermas ni por ley ni por los servicios de salud, y a no ser violentadas por ser como somos. Esta doble vertiente patologizadora es un verdadero círculo vicioso que transmite una idea que no es real, y que nos supone auténticas trabas para hacer vidas, valga la redundancia, vivibles (con nuestro médico de familia, al presentarnos a un trabajo, al ir al banco, al conocer a gente nueva). Esto nos convierte en ciudadanas y ciudadanos de tercera, y es una reivindicación que en pleno siglo XXI ya no puede esperar más.
—Recientemente asistimos al desabastecimiento de medicamentos esenciales para el colectivo trans por parte de Sanidad y requirió de la movilización de los colectivos igualitarios… ¿cómo se llega a este tipo de situaciones en un país como España?
Se llega a esa situación porque hablamos del mundo farmacéutico, detrás del cual hay muchos intereses, más allá de que una de las argumentaciones utilizadas haya sido que su uso por parte de ciertos colectivos (como los hombres y mujeres trans) no es la que está legalmente prescrita en la receta. Ha sido una medida de presión por parte de los fabricantes para negociar al alza con Sanidad y una demora inadmisible por parte de ésta en mover ficha viendo que el número de personas afectadas por su inacción podía no ser tan elevado. De nuevo, hemos sido ciudadanas y ciudadanos de tercera.
—Cinco años en lista de espera quirúrgica por “tener pacientes con casos más graves”… Es el caso concreto y real de Lorena González en la Comunidad de Madrid. ¿Qué actuaciones políticas promovería usted para evitar que ocurra esto?
Hay una cuestión de fondo en este caso concreto y en todo el modelo de atención sanitaria a personas como Lorena o como yo: el modelo de las Unidades de Trastorno de Identidad de Género (UTIG) tiene que desaparecer, porque no nos asegura una atención sanitaria igualitaria, no discriminatoria, no segregada ni de proximidad, y porque una vez más, nos deja como ciudadanas y ciudadanos de tercera. y tenemos que proponer un nuevo modelo de atención sanitaria que llegue al Consejo Interterritorial de Salud para que estos tratamientos e intervenciones entren dentro de la Cartera General de Prestaciones Sanitarias. Es necesario cambiar ese modelo de atención sanitaria para que historias como las de Lorena no vuelvan a suceder.
—¿En qué momento decide participar de forma activa de la política?
Se dice que todo en la vida es político: rebelarte, significarte, intentar cambiar cosas que ves que no están bien, visibilizarte es hacer política. En ese sentido, mucha gente me comenta: “si no dijeras nada, pasarías desapercibida, con lo bien que estás sin meterte en líos, con tu vida y tu trabajo”… Hace mucho que me di cuenta de que no partía del mismo punto de salida, de que iba a tener una experiencia vital diferente, iría contracorriente y tendría bastantes cosas que reivindicar. Es ahí cuando decido estudiar cuestiones que me puedan ayudar a saber más, a la vez que empiezo a hacer activismo en movimientos sociales como Acera del Frente, el Bloque Alternativo por la Liberación Sexual, el Patio Maravillas o más adelante, a nivel internacional, formando parte de la coordinación de la plataforma Stop Trans Pathologization (STP). Ese es mi verdadero comienzo político, que quizás pueda seguir ahora dentro de esta organización política.
—Usted forma parte de la candidatura de Podemos que promueve Íñigo Errejón, ¿cómo concretaría su aportación a la misma?
Llevo un tiempo colaborando con el área de Igualdad de Podemos. Dejando claro que tengo un perfil independiente y no formo parte de la estructura e infraestructura del partido, me puedo sentir reflejada en conceptos recogidos en los documentos políticos y organizativos de 'Recuperar la Ilusión', como puede ser la descentralización y redistribución territorial y el hacer más horizontal a la organización.
Más allá de todo ello, mi aportación se puede concretar en proponer a la organización asesoramiento y medidas específicas en materia LGTBI y trans, en educación sexual y en incidir en la importancia de esta, así como en una visión más o menos fundamentada sobre cuestiones importantes como el trabajo que se pueda hacer en torno a realidades como el de las personas que dedican su vida a los cuidados, que trabajan en economías sumergidas (trabajadoras domésticas, trabajadoras sexuales, etc.) y que suelen ser mujeres en su gran mayoría. Me gustaría trabajar también en torno al concepto de “transversalidad”, de realidades que se superponen y afectan a colectivos minorizados, como las personas migrantes o cuya dimensión sexuada ha sido negada, como el caso de muchas personas con diversidad funcional, por poner un ejemplo.
Hay una aportación también simbólica y representativa y es la de ser una mujer (y hasta donde yo sé la única candidata de Vistalegre II) en esta situación vital que reivindique estas cuestiones y las encarne en el Consejo Ciudadano Estatal de Podemos. Y también de alguien con cierto recorrido académico y profesional, activista, joven, que puede salirse de ciertos estereotipos y mostrarse como una persona empoderada y feliz, con deseos y deseable, como alguien que desde ahí marque una línea positiva que se sale del imaginario de vida dramática y con triste desenlace que ha solido acompañar a las personas como yo.
—Y en materia LGTB, ¿qué distingue a esta candidatura del resto?
Me gusta mucho unos de los “leitmotiv” que sintetizan la propuesta de Igualdad del 'Recuperar la Ilusión': poner los derechos de las personas trans y LGTBI en el centro. Propuestas concretas que recoge su documento de Igualdad, como son las secretarías específicas en temas LGTBI y trans con recursos y espacio propio, y el blindar el derecho a la identidad legalmente, medida que diferencia a la propuesta de Igualdad de Recuperar la Ilusión.
—¿Hasta qué punto considera necesaria la visibilización de la realidad trans en la actividad política?
La visibilización de los hombres con vulva y las mujeres con pene es necesaria en cuantos más ámbitos mejor. Se trata de un colectivo socialmente denostado e infrarrepresentado en el ámbito laboral, social, afectivo y también en los medios de comunicación, más allá de los estereotipos y clichés habituales. Creo que además nos tenemos que empoderar y pensar que nuestras voces valen, y que las dificultades en las que nos desenvolvemos día a día pueden mejorar a través del conocimiento y la educación, el activismo, la política y de la visibilización.
Hasta ahora hemos sido personas en nombre de las cuales se ha hablado, si bien estamos en un momento histórico donde nuestras reclamaciones están empezando a entrar en la agenda política de primer orden. Ya es hora de que, cada vez más, nuestras voces estén también en esa primera fila. Tenemos una gran necesidad de más referentes en este sentido.
—Sin embargo, continúa siendo excepcional el número de personas trans que se encuentran en las primeras filas…
Al igual que sigue siendo excepcional el número de aquellas que tienen estudios superiores, que cuentan con un recorrido profesional en diferentes ámbitos laborales o tienen cierto reconocimiento social. Yo misma me he encontrado en la situación de ser la única persona que conocía con estudios universitarios, o con un reconocimiento laboral sin que en ningún momento haya ocultado mi circunstancia. Pero esto poco a poco está cambiando. Afortunadamente, poco a poco, estamos cada vez más presentes en más ámbitos, y esto solo puede ir a mejor.
—En este sentido, ¿cree que el Congreso de los Diputados y el Senado deberían ser más diversos y representativos de las diferentes realidades de nuestra sociedad?
Yo provengo de los movimientos sociales y por tanto considero al activismo de base igual de importante. También es cierto que desde las instituciones se pueden cambiar muchas cosas, y quiero instituciones que sean permeables a esas demandas de la calle, de toda esa diversidad. En este caso y teniendo en cuenta que no me presento como candidata a ninguna de ellas, ambas instituciones pueden llegar a ser un ejemplo de lo que podemos ver en consultas, despachos, comercios, o en el mundo agrícola (por referenciar no solo lo urbano). Si las personas que pertenecen a nuestro colectivo están invisibilizadas en estos espacios, es lo que veremos más arriba: invisibilización, extrañeza por su presencia y techo de cristal. Eso sí, yo creo que esa representación diversa en las más altas instancias se debe conseguir. Se puede conseguir. Y lo vamos a conseguir.
—Le propongo que hagamos un poco de pedagogía: como sexóloga, ¿por qué es importante educar a los niños en materia de sexualidad, identidad, género e igualdad?
Yo lo resumiría en una palabra sin complicarme con conceptos sexológicos que necesitan de más explicación: la diversidad es la norma. No puede ser de otra forma. Y no me refiero sólo a la diversidad LGTBIQ (que también), a las diferentes orientaciones e identidades sexuales, me refiero a toda la hermosa diversidad que hace que cada persona sea única e irrepetible y que, lamentablemente, aún a día de hoy nuestra sociedad no integra bien.
Una educación sexual de calidad tiene como resultado una actitud de comprensión que facilitará mucho las vidas de las generaciones que vienen por detrás. En este sentido, esta educación nos asegura pasar de lo urgente (prevención de infecciones de transmisión genital, prevención de violencias) a lo importante (comprensión de nuestra dimensión como seres sexuados, capacidad de gestión de nuestros propios deseos).
—Brevemente, ¿cómo desmontaría la concepción de la llamada “ideología de género”?
Presentando a quien enarbola ese constructo a un niño nacido con vulva o una niña nacida con pene y a su familia. Pero no a través de una pantalla de televisión o de un periódico, sino cara a cara. Creo que en ese mismo momento, muchas de las personas que utilizan esas expresiones para decir que algunas personas estamos “artificialmente fabricadas por una ideología” se darían cuenta de que no hay nada más natural que lo que tienen enfrente.
—Una de las reivindicaciones del colectivo LGTB es la total despatologización de la transexualidad y la libre autodeterminación de género, ¿cómo lo explicaría para que todo el mundo entendiera la importancia de estas premisas?
Básicamente, tenemos derecho a ser respetadas, a no ser consideradas enfermas ni por ley ni por los servicios de salud, y a no ser violentadas por ser como somos. Esta doble vertiente patologizadora es un verdadero círculo vicioso que transmite una idea que no es real, y que nos supone auténticas trabas para hacer vidas, valga la redundancia, vivibles (con nuestro médico de familia, al presentarnos a un trabajo, al ir al banco, al conocer a gente nueva). Esto nos convierte en ciudadanas y ciudadanos de tercera, y es una reivindicación que en pleno siglo XXI ya no puede esperar más.
—Recientemente asistimos al desabastecimiento de medicamentos esenciales para el colectivo trans por parte de Sanidad y requirió de la movilización de los colectivos igualitarios… ¿cómo se llega a este tipo de situaciones en un país como España?
Se llega a esa situación porque hablamos del mundo farmacéutico, detrás del cual hay muchos intereses, más allá de que una de las argumentaciones utilizadas haya sido que su uso por parte de ciertos colectivos (como los hombres y mujeres trans) no es la que está legalmente prescrita en la receta. Ha sido una medida de presión por parte de los fabricantes para negociar al alza con Sanidad y una demora inadmisible por parte de ésta en mover ficha viendo que el número de personas afectadas por su inacción podía no ser tan elevado. De nuevo, hemos sido ciudadanas y ciudadanos de tercera.
—Cinco años en lista de espera quirúrgica por “tener pacientes con casos más graves”… Es el caso concreto y real de Lorena González en la Comunidad de Madrid. ¿Qué actuaciones políticas promovería usted para evitar que ocurra esto?
Hay una cuestión de fondo en este caso concreto y en todo el modelo de atención sanitaria a personas como Lorena o como yo: el modelo de las Unidades de Trastorno de Identidad de Género (UTIG) tiene que desaparecer, porque no nos asegura una atención sanitaria igualitaria, no discriminatoria, no segregada ni de proximidad, y porque una vez más, nos deja como ciudadanas y ciudadanos de tercera. y tenemos que proponer un nuevo modelo de atención sanitaria que llegue al Consejo Interterritorial de Salud para que estos tratamientos e intervenciones entren dentro de la Cartera General de Prestaciones Sanitarias. Es necesario cambiar ese modelo de atención sanitaria para que historias como las de Lorena no vuelvan a suceder.
—¿En qué momento decide participar de forma activa de la política?
Se dice que todo en la vida es político: rebelarte, significarte, intentar cambiar cosas que ves que no están bien, visibilizarte es hacer política. En ese sentido, mucha gente me comenta: “si no dijeras nada, pasarías desapercibida, con lo bien que estás sin meterte en líos, con tu vida y tu trabajo”… Hace mucho que me di cuenta de que no partía del mismo punto de salida, de que iba a tener una experiencia vital diferente, iría contracorriente y tendría bastantes cosas que reivindicar. Es ahí cuando decido estudiar cuestiones que me puedan ayudar a saber más, a la vez que empiezo a hacer activismo en movimientos sociales como Acera del Frente, el Bloque Alternativo por la Liberación Sexual, el Patio Maravillas o más adelante, a nivel internacional, formando parte de la coordinación de la plataforma Stop Trans Pathologization (STP). Ese es mi verdadero comienzo político, que quizás pueda seguir ahora dentro de esta organización política.
—Usted forma parte de la candidatura de Podemos que promueve Íñigo Errejón, ¿cómo concretaría su aportación a la misma?
Llevo un tiempo colaborando con el área de Igualdad de Podemos. Dejando claro que tengo un perfil independiente y no formo parte de la estructura e infraestructura del partido, me puedo sentir reflejada en conceptos recogidos en los documentos políticos y organizativos de 'Recuperar la Ilusión', como puede ser la descentralización y redistribución territorial y el hacer más horizontal a la organización.
Más allá de todo ello, mi aportación se puede concretar en proponer a la organización asesoramiento y medidas específicas en materia LGTBI y trans, en educación sexual y en incidir en la importancia de esta, así como en una visión más o menos fundamentada sobre cuestiones importantes como el trabajo que se pueda hacer en torno a realidades como el de las personas que dedican su vida a los cuidados, que trabajan en economías sumergidas (trabajadoras domésticas, trabajadoras sexuales, etc.) y que suelen ser mujeres en su gran mayoría. Me gustaría trabajar también en torno al concepto de “transversalidad”, de realidades que se superponen y afectan a colectivos minorizados, como las personas migrantes o cuya dimensión sexuada ha sido negada, como el caso de muchas personas con diversidad funcional, por poner un ejemplo.
Hay una aportación también simbólica y representativa y es la de ser una mujer (y hasta donde yo sé la única candidata de Vistalegre II) en esta situación vital que reivindique estas cuestiones y las encarne en el Consejo Ciudadano Estatal de Podemos. Y también de alguien con cierto recorrido académico y profesional, activista, joven, que puede salirse de ciertos estereotipos y mostrarse como una persona empoderada y feliz, con deseos y deseable, como alguien que desde ahí marque una línea positiva que se sale del imaginario de vida dramática y con triste desenlace que ha solido acompañar a las personas como yo.
—Y en materia LGTB, ¿qué distingue a esta candidatura del resto?
Me gusta mucho unos de los “leitmotiv” que sintetizan la propuesta de Igualdad del 'Recuperar la Ilusión': poner los derechos de las personas trans y LGTBI en el centro. Propuestas concretas que recoge su documento de Igualdad, como son las secretarías específicas en temas LGTBI y trans con recursos y espacio propio, y el blindar el derecho a la identidad legalmente, medida que diferencia a la propuesta de Igualdad de Recuperar la Ilusión.
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