Imagen: Factum / Dennis y Judy Shepard |
Élmer L. Menjívar | Factum, 2016-10-18
http://revistafactum.com/la-homofobia-se-origina-en-la-religion-pero-se-disemina-en-los-medios-de-comunicacion/
En Estados Unidos, la Ley Matthew Shepard and James Byrd, promulgada por el presidente Barack Obama en 2009, representa la lucha de los padres de una víctima del odio y la homofobia. Conversamos con ellos durante su breve visita a El Salvador: sobre su historia y la de su hijo, y también sobre las circunstancias que hacen necesaria una ley como la que ahora lleva el nombre del joven de 21 años asesinado en 1998.
Wyoming es el estado 44 de los Estados Unidos. Es también el menos poblado, apenas sobrepasa el medio millón de habitantes. Tiene una economía basada en la minería y en la agricultura. Es uno de los pocos estados con predominancia católica. Solo cuenta con ocho colegios estatales y una universidad. Es un estado árido y rocoso. Es uno de los únicos cuatro estados en que la mayoría de sus pobladores se declaran conservadores, según una encuesta electoral de la Gallup. En este estado, el 7 de octubre de 1998, cerca de la ciudad de Laramie, atado a una cerca en campo abierto fue encontrado Matt Shepard, un joven homosexual de 21 años. Shepard había sido torturado y vapuleado, y cuando lo encontraron 18 horas después del ataque había entrado en coma y nunca recobró la conciencia. Murió el 12 de octubre, cinco días después.
A Shepard lo torturaron y vapulearon dos jóvenes de su misma edad, Russell Arthur Henderson y Aaron James McKinney, que fueron capturados, enjuiciados y condenados a dos cadenas perpetuas cada uno. Henderson se declaró culpable y dio todos los detalles del crimen para evitar la pena de muerte vigente en Wyoming. McKinney no reconoció la culpabilidad pese a toda la evidencia y la fiscalía pedía para él la pena de muerte, pero una de las partes solicitó una negociación para que no recibiera la pena capital. Por la vida de uno de los asesinos de Matt Shepard intercedieron Judy Shepard y Dennis Shepard, los padres de la víctima. “No queríamos más muerte”, dice Dennis, convencido de que a su hijo también lo mató el odio, no solo Henderson y McKinney.
Los Shepard estuvieron en El Salvador la semana pasada, tuvieron como anfitriones a la Embajada de Estados Unidos, en representación de Departamento de Estado que ha llevado a los Shepard a 23 países para que cuenten la historia de su hijo y la suya, la de su lucha por conseguir la igualdad de derechos sin que importe la orientación sexual o la identidad de género. Ha sido una lucha larga y lenta que 11 años después consiguió la victoria más publicitada, la enmienda a la Ley federal contra crímenes de odio para incluir las causas de orientación sexual y raza que desde el 28 de octubre de 2009 se llama Ley Matthew Shepard and James Byrd (un afroamericano asesinado en 1998 por supremacistas blancos), y está firmada por Barack Obama, el presidente que consiguió coronar la lucha de los Shepard después de que Bill Clinton fracasara en su intento y que George W. Bush anunció que vetaría la enmienda si el senado la aprobaba.
La Fundación Matt Shepard ha sido el centro de operaciones de estos padres que decidieron no solo no olvidar, sino luchar todos los días para que esto no siguiera ocurriendo. El año del crimen de su hijo hubo otros 33 casos de asesinatos por odio en los Estados Unidos, y durante estos 18 años los crímenes de odio contra las poblaciones LGBTI han sido la más alta proporción en las estadísticas del FBI. La escena más reciente es la masacre en la discoteca Pulse, de Orlando.
En El Salvador lograron reunirse con asociaciones que defienden los derechos de las poblaciones LGBTI, dieron charlas en dos colegios y una universidad, y mostraron el documental Matt Shepard Is a Friend of Mine (2014) o en español Matt Shepard es amigo mío, que se puede ver en Netflix, y que relata la historia contada por los padres y amigos del joven que ahora nombra una ley estadounidense. También se reunieron con algunos políticos y con personal del poder judicial y de la Policía Nacional Civil. A pesar del alto perfil y lo trascendental de su labor, durante su visita solo hubo dos solicitudes de entrevistas por parte de medios de comunicación, una de El Faro Radio y esta que ahora lee en Revista Factum.
Antes del ataque y la muerte de su hijo ¿qué tanto sabían de la situación de los derechos de las comunidades LGBT?
Dennis Shepard (DS): No sabíamos nada, lo único que sabíamos era que Matt era nuestro hijo. Después de su muerte fue que empezamos a educarnos más sobre esos temas y la falta de igualdad dentro de la comunidad gay. Tuvimos mucha suerte de involucrarnos con Human Right Campaign y con otras organizaciones que habían estado en esa lucha durante muchos años. Judy fue la que se educó en esos temas mientras yo tuve que regresarme a Arabia Saudita a trabajar, eso le dio a ella las municiones para seguir con la lucha.
En el documental se ve que ustedes tomaron muy bien la noticia cuando Matt les dijo que era gay y lo apoyaron siempre, y eso no es lo que se espera de alguien que vive en una comunidad ultra conservadora y religiosa como Wyoming ¿por qué su reacción fue diferente?
Judy Shepard (JS): Tienes razón, creo que solamente nosotros éramos así. Yo fui a la universidad y tuve ahí mucho amigos gay, y tuve mis sospechas de que Matt era gay desde temprana edad, así que yo estaba preparada para esta noticia. Y no somos una familia demasiado religiosa, lo cual puede ser el motivo por el que mucha gente rechaza a sus familiares y amigos gay. Matt para nosotros fue lo más importante, simplemente, no nos importaba que dijeran otros sobre ese punto, solo nos importaba estar ahí para Matt.
¿Cuál ha sido la oposición más fuerte que han enfrentado en la lucha por la igualdad de derechos para la comunidad LGBT?
JS: Más que nada han sido los grupos religiosos, la religión, a veces no era necesariamente una iglesia como institución, sino gente que había aprendido a ser homofóbica en la iglesia, y que quizás sus padres le habían enseñado que debían ser homofóbicos como parte de su cultura. Realmente la oposición más fuerte es más que nada la religión, todas las denominaciones religiosas, no una específica, aunque hoy en día hay algunas que han hecho un esfuerzo por entender la realidad y sí reconocen la igualdad de derechos.
¿Está la religión en el origen de la oposición a la igualdad de derechos que reflejan la mayoría de los políticos, estados, medios de comunicación y otras instancias de poder?
JS: Eso diría yo, y aunque no sean miembros activos de la iglesia ahí aprendieron sus prejuicios, y un político piensa que está defendiendo a sus votantes al ir en contra de la igualdad de derechos cuando en realidad muchos de sus votantes pueden ser de la comunidad LGBTI. La homofobia se forma sobre la base de las enseñanzas religiosas.
DS: Y no solamente sobre la base de la religión, también tiene que ver bastante con los medios de comunicación porque tiene que ver con lo que la gente aprende en la televisión, en las noticias, en las películas, incluso en la escuela; es algo que se origina en la religión pero que se disemina en los medios de comunicación: ellos son los que alientan esos pensamiento y refuerzan la idea de que la homofobia es buena.
JS: La ignorancia sigue siendo nuestro peor enemigo. La gente ignorante cuando escucha todas esas mentiras y estereotipos cree que es la verdad y no investigan para nada por sí mismos de qué se trata todo eso, y dicen que no conocen gente gay, y claro que conocen gente gay, todos conocemos a alguien gay, pero no les gusta admitir que gente que quieren sea gay, les avergüenza por ignorancia.
Los medios de comunicación y algunos personajes públicos suelen asociar abuso infantil y homosexualidad como argumento contra los derechos de la comunidad LGBTI ¿creen que hay alguna relación?
DS: Los homófobos están igualando la homosexualidad con el abuso infantil, y no es así. Miren a la iglesia católica donde hay muchos ejemplos donde varios curas son heterosexuales y abusaron de jóvenes dentro de sus parroquias.
JS: El abuso infantil no tiene que ver con la sexualidad, tiene que ver con el poder y la impunidad.
Casi al cierre del documental que vimos aparece un sacerdote con un mensaje muy inusual de parte de un funcionario eclesial, y aunque recurre a la misericordia, reconoce la igualdad de derechos ¿creen ustedes que es posible establecer un diálogo racional con las iglesias?
JS: Ese sacerdote, a final de los 90, era una excepción, de hecho, la iglesia lo castigó a él por sus declaraciones y su activismo después de lo que le sucedió a Matt. Hoy en día, 18 años después, hay mucho individuos progresistas en las parroquias y tratan de abordar el tema de los gay en su iglesia, pero igual hay miembros de la iglesia que no permiten abrir el diálogo, pero siempre habrá individuos en todas las iglesias para ayudarnos en nuestra causa.
DS: Últimamente, en la iglesia católica están tratando de no excluir de manera tan tajante porque están perdiendo a la gente joven que no quiere ser parte de la iglesia católica y no regresan porque esta iglesia ha permanecido congelada en el tiempo, es muy rígida y no permite el libre pensamiento, ni permite que existen diferencias entre los jóvenes y se van a iglesias que son más acogedoras.
¿Cuál fue la estrategia que ustedes siguieron para conseguir una ley federal contra la violencia por odio teniendo en contra poderes fácticos como las iglesias y muchos políticos?
JS: Yo creo que las cosas empezaron a cambiar cuando la gente empezó a contar sus historias, de cómo es ser gay en Estados Unidos. Cuando políticos, líderes comunitarios, personas en Hollywood y de la industria musical, empresarios y otros personajes influyentes se declaran gay y contaban su historia, eso hizo que la gente viera que mucha gente nace gay y que no se escoge ser gay, uno es quien uno es, y eso no lo hace una amenaza para nadie. Mirar a todos esta gente famosa y exitosa que es gay empezó a cambiar la forma en que se ve a las personas LGBTI. Empezar a contar estas historias es una forma de cambiar a la gente, cuando se dan cuenta de que un colega al que admiran es gay dicen “ah, esto es ser gay”, y ven que no son esos estereotipos que le enseñan, ni representan el peligro que dicen, conocen a la persona real. Ese es un uno de los mensajes reales.
Ustedes consiguieron que el presidente Obama promulgara una ley contra los crímenes de odio para todo Estados Unidos 11 años después de la muerte de su hijo ¿cuáles fueron los momentos más desesperantes para ustedes en todo este tiempo?
JS: Una de las cosas es que la violencia seguía sucediendo, y aunque el país, y la gente, estaba cambiando, los políticos se rehusaban a cambiar y eso era muy frustrante porque ya no escuchaban a la gente que los había elegido. Pero también durante ese tiempo de espera la cultura popular, la literatura, la música, el cine empezaron a hablar de la comunidad gay de forma positiva. Hay una organización que monitorea los medios de comunicación y empezó a dar información a los periodistas para que escribieran de forma justa sobre esos temas y ya no hacerlo de forma estereotipada, entonces la forma en que los mensajes eran transmitidos también cambió. Muchas cosas sucedieron en todos esos años que hizo que la realidad fuera más real frente a los ojos de todos los demás.
¿Hubo algún cambio positivo en su entorno inmediato, en su ciudad, en su Estado, a partir de la lucha que iniciaron?
DS: Sí hemos visto un cambio en Wyoming, un cambio muy pequeño, porque es el estado más conservador en todos los Estados Unidos, de hecho allí hay mucha gente que quiere que nosotros nos vayamos porque los periódicos siguen hablando sobre nosotros y ya muchos están cansados de ver y escuchar lo que estamos haciendo desde hace 18 años, ya están cansados de escuchar la historia de Matt, pero actualmente ya hay eventos del orgullo gay que se publican y se discuten, hay bodas que se celebran, sí ha habido cambios. Judy cuenta que a veces en el supermercado una abuela o una mamá le decía susurrando al oído “están haciendo un buen trabajo”, pero ahora públicamente le dan un gran abrazo y le dicen “gracias por lo que están haciendo” sin preocuparse porque alguien los está viendo, y todo eso ha significado mucho para nosotros por toda la lucha que hemos hechos. Por su puesto, hay 49 estados que son mucho más acogedores.
JS: No ayuda que Wyoming sea una comunidad sumamente pequeña, solamente hay medio millón de personas en el estado, y al comparar las ciudades con las de otros estados es obvio que no tienen tanta diversidad y es difícil hablar del respeto por personas distintas en un estado donde no hay tanta diversidad, o donde no se visibiliza por lo conservadora que es la comunidad.
DS: A mí me sorprendió el hecho de que cuando Matt murió era temporada de fútbol americano, y eso es muy importante en Wyoming, y en el desfile de ese año el equipo de la Universidad llevaban pines y banner en memoria de Matt, incluso cuando salieron a jugar llevaban un sticker en sus cascos. Eso nunca hubiera pasado en los tiempos en los que yo iba a la Universidad. Eso nos complació tanto como graduados de esa universidad, lo mucho que habían abierto sus corazones y sus mentes a la comunidad gay, que yo jamás podré expresar qué tanto aprecio a los estudiantes y a la administración de la universidad para dejar que eso sucediera.
JS: Creo que todo esto sucedió porque el presidente de la universidad era un gran líder y él empezó a tratar de ayudar, porque entendía que estaba sucediendo, veía las noticias y también sabía que la nación lo estaba observando. Los deportes hoy en día también tienen en su entorno organizaciones gay que trabajan para aumentar la aceptación y detener la homofobia, principalmente el lenguaje que se les escucha a los atletas en el campo, y así están tratando de trabajar para que haya más aceptación en todos lados. Ha habido estos pequeños cambios, no sé si todo por el caso de Matt, pero nos complace mucho que se den.
Ustedes utilizaron a la prensa de todo el país para que el caso de Matt no se quedara aislado, ¿cómo consiguieron que su historia en particular captara la atención de medios mundiales como el Washington Post y televisoras importantes?
JS: Nosotros nos hemos preguntado eso varias veces. No entendemos del todo por qué tantas personas se identificaron con la historia de Matt, fue algo poco común porque el nivel de violencia fue extremo y la ubicación fue icónica. Hubo 33 crímenes por odio en ese año, sin embargo, esta es la historia que persiste y no sé decirle por qué. Quizá porque Matt era el hijo de todos, el niño de todos, el amigo de todos, el chico rubio, inteligente, hablaba cinco idiomas, era pequeño en tamaño, era inocente…
DS: Todos reconocían algo dentro de sí mismos, dentro de su familia, o en sus vecinos, podían decir “ese es Matt, me recuerda a mi hermana, a mi hermano, a mi vecino”. Aún en la escuela la gente lo acogía en vida, e hicieron lo mismo después, había algo en su personalidad que hizo que todos se sintieran terribles con su muerte.
¿Cómo evaluarían ustedes el papel de la prensa actualmente? ¿Creen que los crímenes de odio contra la comunidad LGBTI tienen la atención adecuada y un tratamiento justo?
JS: No, los medios estadounidenses se han convertido en amarillistas, no son noticias de verdad, y solamente van a contar una historia si es una historia de extrema violencia o si es una historia de celebridades, o algo que haga que la gente la consuma. En mi opinión este ciclo de 24 horas de noticias constantes en las redes sociales ha destruido el periodismo. Ahora, por ejemplo, los periódicos grandes como el Washington Post o el New York Times en este periodo de elecciones han sido bastante decepcionantes, los periodistas hoy en día ya no se toman el tiempo de hacer sus propias investigaciones, solo se dedican a publicar lo que ya leyeron en otro lado y que la gente está consumiendo masivamente aunque no sea la verdad. Ahora mismo el periodismo no se encuentra bien posicionado.
¿Cuántos países han visitado como activistas?
Este es el número 23.
¿A quiénes buscan para llevarles el mensaje?
Con la ayuda del Departamento de Estado hemos podido reunirnos con varias ONG, varias escuelas, bachilleratos, universidades, funcionarios de gobierno, y con algún presidente, miembros de congresos y asambleas. Dependemos de las embajadas, ellos organizan nuestras reuniones, porque nosotros sabemos muy poco de los países, no conocemos a las personas y la situación particular. La embajada nos ayuda a reunirnos con las personas correctas y también buscamos a personas que no están de acuerdo con nosotros, pero que ellos quieran reunirse con nosotros ya es cosa aparte. Es cierto que a veces le “predicamos al coro”, pero el coro tiene que practicar su canción también.
¿Creen que hay más apertura para promover una ley contra crímenes de odio que una ley para el matrimonio igualitario?
DS: Yo no creo que sea un tema distinto, todo tiene que ver con la igualdad de derechos para los ciudadanos de nuestros países, ya sea en Estados Unidos, en Rusia, en Jamaica o en El Salvador. Promovemos derechos iguales para todos todos, porque cómo es que yo tenga más derechos que usted aunque los dos nacimos en el mismo país, ambos pagamos impuestos, ambos aportamos nuestro trabajo, entonces, ¿por qué yo tengo privilegios que usted no tiene? Otra cosa que nosotros decimos es que no hay derechos gay, no existe tal cosa, es igualdad de derechos lo que estamos tratando de transmitir, asegurarse de que haya oportunidades iguales para todos, probabilidades iguales de tener éxito o fracasar, de tener un trabajo, de tener un puesto público, que todos tengamos las mismas oportunidades, que no sean oportunidades especiales.
Luego de haber conseguido la promulgación de la Ley contra los crímenes de odio, ¿cual es su siguiente meta?
JS: La ley contra crímenes de odio en Estados Unidos no es eficiente, ya que carece de un plan más ambicioso, hay falta de educación, falta de financiamiento para esa educación sobre la igualdad de derechos…
DS: También sucede que la gente no reporta crímenes de odio porque no confía en la policía, o no pueden declararse como homosexuales porque en 39 estados aún pueden despedir a una persona por ser gay… Ya se pueden casar, pero si usted y yo nos casamos ahora y en una horas yo voy a mi empresa a pedir que se incluya a mi esposo homosexual en mi seguro médico, ya en cuatro horas me han despedido en varios estados. Es decir, existen algunos derechos, pero aún no existe la igualdad plena de derechos en todos los estados.
JS: Es muy difícil conseguir que la igualdad de derechos se aplique en todos los estados. Pero la Ley contra crímenes de odio aún necesita que se ajuste un poco, esa es nuestra meta como fundación a largo y mediano plazo. Mientras, vamos a países a contar la historia de Matt y la nuestra como una historia de esperanza de que las cosas sí pueden cambiar, que toma mucho tiempo, pero nuestra historia ayuda al menos a no cometer errores con la gente que uno quiere.
DS: Tenemos dos metas como fundación, una meta es cerrar la fundación porque esperamos que un día ya no sea necesaria. Y número dos, es que no tengamos que seguir diciendo que es especial que una persona se declare gay, que no sea un ceremonia, que sea parte de la comunicación cotidiana.
¿Qué otra cosa le corresponde hacer al Estado, que no sean solo leyes, para garantizar la igualdad de derechos para toda la ciudadanía?
JS: Esa un pregunta muy difícil… La única forma en que se realiza un cambio social es por medio del ejemplo, entonces, si empezaran a designar personas de la comunidad gay para cargos políticos, o promover a gente gay con las capacidades adecuadas en las empresas, a empezar a ver a la comunidad gay como una parte de la comunidad como cualquiera, integrada y funcional, no como un subgrupo.
DS: Que, por ejemplo, una empresa que contrata solo a los mejores, no le importe si es gay o no, así como cada vez importa menos que sea blanco o afroamericano, hombre o mujer, cristiano o musulmán… Eso solamente pasa cuando el Estado se muestra fuerte en ese tema. Pero si un país se rehúsa a eso, entonces es un país fracasado, porque fracasan las empresas, fracasa el país que necesita el talento de todos los mejores, y hay mucho talento en la comunidad gay como en todas las demás.
Wyoming es el estado 44 de los Estados Unidos. Es también el menos poblado, apenas sobrepasa el medio millón de habitantes. Tiene una economía basada en la minería y en la agricultura. Es uno de los pocos estados con predominancia católica. Solo cuenta con ocho colegios estatales y una universidad. Es un estado árido y rocoso. Es uno de los únicos cuatro estados en que la mayoría de sus pobladores se declaran conservadores, según una encuesta electoral de la Gallup. En este estado, el 7 de octubre de 1998, cerca de la ciudad de Laramie, atado a una cerca en campo abierto fue encontrado Matt Shepard, un joven homosexual de 21 años. Shepard había sido torturado y vapuleado, y cuando lo encontraron 18 horas después del ataque había entrado en coma y nunca recobró la conciencia. Murió el 12 de octubre, cinco días después.
A Shepard lo torturaron y vapulearon dos jóvenes de su misma edad, Russell Arthur Henderson y Aaron James McKinney, que fueron capturados, enjuiciados y condenados a dos cadenas perpetuas cada uno. Henderson se declaró culpable y dio todos los detalles del crimen para evitar la pena de muerte vigente en Wyoming. McKinney no reconoció la culpabilidad pese a toda la evidencia y la fiscalía pedía para él la pena de muerte, pero una de las partes solicitó una negociación para que no recibiera la pena capital. Por la vida de uno de los asesinos de Matt Shepard intercedieron Judy Shepard y Dennis Shepard, los padres de la víctima. “No queríamos más muerte”, dice Dennis, convencido de que a su hijo también lo mató el odio, no solo Henderson y McKinney.
Los Shepard estuvieron en El Salvador la semana pasada, tuvieron como anfitriones a la Embajada de Estados Unidos, en representación de Departamento de Estado que ha llevado a los Shepard a 23 países para que cuenten la historia de su hijo y la suya, la de su lucha por conseguir la igualdad de derechos sin que importe la orientación sexual o la identidad de género. Ha sido una lucha larga y lenta que 11 años después consiguió la victoria más publicitada, la enmienda a la Ley federal contra crímenes de odio para incluir las causas de orientación sexual y raza que desde el 28 de octubre de 2009 se llama Ley Matthew Shepard and James Byrd (un afroamericano asesinado en 1998 por supremacistas blancos), y está firmada por Barack Obama, el presidente que consiguió coronar la lucha de los Shepard después de que Bill Clinton fracasara en su intento y que George W. Bush anunció que vetaría la enmienda si el senado la aprobaba.
La Fundación Matt Shepard ha sido el centro de operaciones de estos padres que decidieron no solo no olvidar, sino luchar todos los días para que esto no siguiera ocurriendo. El año del crimen de su hijo hubo otros 33 casos de asesinatos por odio en los Estados Unidos, y durante estos 18 años los crímenes de odio contra las poblaciones LGBTI han sido la más alta proporción en las estadísticas del FBI. La escena más reciente es la masacre en la discoteca Pulse, de Orlando.
En El Salvador lograron reunirse con asociaciones que defienden los derechos de las poblaciones LGBTI, dieron charlas en dos colegios y una universidad, y mostraron el documental Matt Shepard Is a Friend of Mine (2014) o en español Matt Shepard es amigo mío, que se puede ver en Netflix, y que relata la historia contada por los padres y amigos del joven que ahora nombra una ley estadounidense. También se reunieron con algunos políticos y con personal del poder judicial y de la Policía Nacional Civil. A pesar del alto perfil y lo trascendental de su labor, durante su visita solo hubo dos solicitudes de entrevistas por parte de medios de comunicación, una de El Faro Radio y esta que ahora lee en Revista Factum.
Antes del ataque y la muerte de su hijo ¿qué tanto sabían de la situación de los derechos de las comunidades LGBT?
Dennis Shepard (DS): No sabíamos nada, lo único que sabíamos era que Matt era nuestro hijo. Después de su muerte fue que empezamos a educarnos más sobre esos temas y la falta de igualdad dentro de la comunidad gay. Tuvimos mucha suerte de involucrarnos con Human Right Campaign y con otras organizaciones que habían estado en esa lucha durante muchos años. Judy fue la que se educó en esos temas mientras yo tuve que regresarme a Arabia Saudita a trabajar, eso le dio a ella las municiones para seguir con la lucha.
En el documental se ve que ustedes tomaron muy bien la noticia cuando Matt les dijo que era gay y lo apoyaron siempre, y eso no es lo que se espera de alguien que vive en una comunidad ultra conservadora y religiosa como Wyoming ¿por qué su reacción fue diferente?
Judy Shepard (JS): Tienes razón, creo que solamente nosotros éramos así. Yo fui a la universidad y tuve ahí mucho amigos gay, y tuve mis sospechas de que Matt era gay desde temprana edad, así que yo estaba preparada para esta noticia. Y no somos una familia demasiado religiosa, lo cual puede ser el motivo por el que mucha gente rechaza a sus familiares y amigos gay. Matt para nosotros fue lo más importante, simplemente, no nos importaba que dijeran otros sobre ese punto, solo nos importaba estar ahí para Matt.
¿Cuál ha sido la oposición más fuerte que han enfrentado en la lucha por la igualdad de derechos para la comunidad LGBT?
JS: Más que nada han sido los grupos religiosos, la religión, a veces no era necesariamente una iglesia como institución, sino gente que había aprendido a ser homofóbica en la iglesia, y que quizás sus padres le habían enseñado que debían ser homofóbicos como parte de su cultura. Realmente la oposición más fuerte es más que nada la religión, todas las denominaciones religiosas, no una específica, aunque hoy en día hay algunas que han hecho un esfuerzo por entender la realidad y sí reconocen la igualdad de derechos.
¿Está la religión en el origen de la oposición a la igualdad de derechos que reflejan la mayoría de los políticos, estados, medios de comunicación y otras instancias de poder?
JS: Eso diría yo, y aunque no sean miembros activos de la iglesia ahí aprendieron sus prejuicios, y un político piensa que está defendiendo a sus votantes al ir en contra de la igualdad de derechos cuando en realidad muchos de sus votantes pueden ser de la comunidad LGBTI. La homofobia se forma sobre la base de las enseñanzas religiosas.
DS: Y no solamente sobre la base de la religión, también tiene que ver bastante con los medios de comunicación porque tiene que ver con lo que la gente aprende en la televisión, en las noticias, en las películas, incluso en la escuela; es algo que se origina en la religión pero que se disemina en los medios de comunicación: ellos son los que alientan esos pensamiento y refuerzan la idea de que la homofobia es buena.
JS: La ignorancia sigue siendo nuestro peor enemigo. La gente ignorante cuando escucha todas esas mentiras y estereotipos cree que es la verdad y no investigan para nada por sí mismos de qué se trata todo eso, y dicen que no conocen gente gay, y claro que conocen gente gay, todos conocemos a alguien gay, pero no les gusta admitir que gente que quieren sea gay, les avergüenza por ignorancia.
Los medios de comunicación y algunos personajes públicos suelen asociar abuso infantil y homosexualidad como argumento contra los derechos de la comunidad LGBTI ¿creen que hay alguna relación?
DS: Los homófobos están igualando la homosexualidad con el abuso infantil, y no es así. Miren a la iglesia católica donde hay muchos ejemplos donde varios curas son heterosexuales y abusaron de jóvenes dentro de sus parroquias.
JS: El abuso infantil no tiene que ver con la sexualidad, tiene que ver con el poder y la impunidad.
Casi al cierre del documental que vimos aparece un sacerdote con un mensaje muy inusual de parte de un funcionario eclesial, y aunque recurre a la misericordia, reconoce la igualdad de derechos ¿creen ustedes que es posible establecer un diálogo racional con las iglesias?
JS: Ese sacerdote, a final de los 90, era una excepción, de hecho, la iglesia lo castigó a él por sus declaraciones y su activismo después de lo que le sucedió a Matt. Hoy en día, 18 años después, hay mucho individuos progresistas en las parroquias y tratan de abordar el tema de los gay en su iglesia, pero igual hay miembros de la iglesia que no permiten abrir el diálogo, pero siempre habrá individuos en todas las iglesias para ayudarnos en nuestra causa.
DS: Últimamente, en la iglesia católica están tratando de no excluir de manera tan tajante porque están perdiendo a la gente joven que no quiere ser parte de la iglesia católica y no regresan porque esta iglesia ha permanecido congelada en el tiempo, es muy rígida y no permite el libre pensamiento, ni permite que existen diferencias entre los jóvenes y se van a iglesias que son más acogedoras.
¿Cuál fue la estrategia que ustedes siguieron para conseguir una ley federal contra la violencia por odio teniendo en contra poderes fácticos como las iglesias y muchos políticos?
JS: Yo creo que las cosas empezaron a cambiar cuando la gente empezó a contar sus historias, de cómo es ser gay en Estados Unidos. Cuando políticos, líderes comunitarios, personas en Hollywood y de la industria musical, empresarios y otros personajes influyentes se declaran gay y contaban su historia, eso hizo que la gente viera que mucha gente nace gay y que no se escoge ser gay, uno es quien uno es, y eso no lo hace una amenaza para nadie. Mirar a todos esta gente famosa y exitosa que es gay empezó a cambiar la forma en que se ve a las personas LGBTI. Empezar a contar estas historias es una forma de cambiar a la gente, cuando se dan cuenta de que un colega al que admiran es gay dicen “ah, esto es ser gay”, y ven que no son esos estereotipos que le enseñan, ni representan el peligro que dicen, conocen a la persona real. Ese es un uno de los mensajes reales.
Ustedes consiguieron que el presidente Obama promulgara una ley contra los crímenes de odio para todo Estados Unidos 11 años después de la muerte de su hijo ¿cuáles fueron los momentos más desesperantes para ustedes en todo este tiempo?
JS: Una de las cosas es que la violencia seguía sucediendo, y aunque el país, y la gente, estaba cambiando, los políticos se rehusaban a cambiar y eso era muy frustrante porque ya no escuchaban a la gente que los había elegido. Pero también durante ese tiempo de espera la cultura popular, la literatura, la música, el cine empezaron a hablar de la comunidad gay de forma positiva. Hay una organización que monitorea los medios de comunicación y empezó a dar información a los periodistas para que escribieran de forma justa sobre esos temas y ya no hacerlo de forma estereotipada, entonces la forma en que los mensajes eran transmitidos también cambió. Muchas cosas sucedieron en todos esos años que hizo que la realidad fuera más real frente a los ojos de todos los demás.
¿Hubo algún cambio positivo en su entorno inmediato, en su ciudad, en su Estado, a partir de la lucha que iniciaron?
DS: Sí hemos visto un cambio en Wyoming, un cambio muy pequeño, porque es el estado más conservador en todos los Estados Unidos, de hecho allí hay mucha gente que quiere que nosotros nos vayamos porque los periódicos siguen hablando sobre nosotros y ya muchos están cansados de ver y escuchar lo que estamos haciendo desde hace 18 años, ya están cansados de escuchar la historia de Matt, pero actualmente ya hay eventos del orgullo gay que se publican y se discuten, hay bodas que se celebran, sí ha habido cambios. Judy cuenta que a veces en el supermercado una abuela o una mamá le decía susurrando al oído “están haciendo un buen trabajo”, pero ahora públicamente le dan un gran abrazo y le dicen “gracias por lo que están haciendo” sin preocuparse porque alguien los está viendo, y todo eso ha significado mucho para nosotros por toda la lucha que hemos hechos. Por su puesto, hay 49 estados que son mucho más acogedores.
JS: No ayuda que Wyoming sea una comunidad sumamente pequeña, solamente hay medio millón de personas en el estado, y al comparar las ciudades con las de otros estados es obvio que no tienen tanta diversidad y es difícil hablar del respeto por personas distintas en un estado donde no hay tanta diversidad, o donde no se visibiliza por lo conservadora que es la comunidad.
DS: A mí me sorprendió el hecho de que cuando Matt murió era temporada de fútbol americano, y eso es muy importante en Wyoming, y en el desfile de ese año el equipo de la Universidad llevaban pines y banner en memoria de Matt, incluso cuando salieron a jugar llevaban un sticker en sus cascos. Eso nunca hubiera pasado en los tiempos en los que yo iba a la Universidad. Eso nos complació tanto como graduados de esa universidad, lo mucho que habían abierto sus corazones y sus mentes a la comunidad gay, que yo jamás podré expresar qué tanto aprecio a los estudiantes y a la administración de la universidad para dejar que eso sucediera.
JS: Creo que todo esto sucedió porque el presidente de la universidad era un gran líder y él empezó a tratar de ayudar, porque entendía que estaba sucediendo, veía las noticias y también sabía que la nación lo estaba observando. Los deportes hoy en día también tienen en su entorno organizaciones gay que trabajan para aumentar la aceptación y detener la homofobia, principalmente el lenguaje que se les escucha a los atletas en el campo, y así están tratando de trabajar para que haya más aceptación en todos lados. Ha habido estos pequeños cambios, no sé si todo por el caso de Matt, pero nos complace mucho que se den.
Ustedes utilizaron a la prensa de todo el país para que el caso de Matt no se quedara aislado, ¿cómo consiguieron que su historia en particular captara la atención de medios mundiales como el Washington Post y televisoras importantes?
JS: Nosotros nos hemos preguntado eso varias veces. No entendemos del todo por qué tantas personas se identificaron con la historia de Matt, fue algo poco común porque el nivel de violencia fue extremo y la ubicación fue icónica. Hubo 33 crímenes por odio en ese año, sin embargo, esta es la historia que persiste y no sé decirle por qué. Quizá porque Matt era el hijo de todos, el niño de todos, el amigo de todos, el chico rubio, inteligente, hablaba cinco idiomas, era pequeño en tamaño, era inocente…
DS: Todos reconocían algo dentro de sí mismos, dentro de su familia, o en sus vecinos, podían decir “ese es Matt, me recuerda a mi hermana, a mi hermano, a mi vecino”. Aún en la escuela la gente lo acogía en vida, e hicieron lo mismo después, había algo en su personalidad que hizo que todos se sintieran terribles con su muerte.
¿Cómo evaluarían ustedes el papel de la prensa actualmente? ¿Creen que los crímenes de odio contra la comunidad LGBTI tienen la atención adecuada y un tratamiento justo?
JS: No, los medios estadounidenses se han convertido en amarillistas, no son noticias de verdad, y solamente van a contar una historia si es una historia de extrema violencia o si es una historia de celebridades, o algo que haga que la gente la consuma. En mi opinión este ciclo de 24 horas de noticias constantes en las redes sociales ha destruido el periodismo. Ahora, por ejemplo, los periódicos grandes como el Washington Post o el New York Times en este periodo de elecciones han sido bastante decepcionantes, los periodistas hoy en día ya no se toman el tiempo de hacer sus propias investigaciones, solo se dedican a publicar lo que ya leyeron en otro lado y que la gente está consumiendo masivamente aunque no sea la verdad. Ahora mismo el periodismo no se encuentra bien posicionado.
¿Cuántos países han visitado como activistas?
Este es el número 23.
¿A quiénes buscan para llevarles el mensaje?
Con la ayuda del Departamento de Estado hemos podido reunirnos con varias ONG, varias escuelas, bachilleratos, universidades, funcionarios de gobierno, y con algún presidente, miembros de congresos y asambleas. Dependemos de las embajadas, ellos organizan nuestras reuniones, porque nosotros sabemos muy poco de los países, no conocemos a las personas y la situación particular. La embajada nos ayuda a reunirnos con las personas correctas y también buscamos a personas que no están de acuerdo con nosotros, pero que ellos quieran reunirse con nosotros ya es cosa aparte. Es cierto que a veces le “predicamos al coro”, pero el coro tiene que practicar su canción también.
¿Creen que hay más apertura para promover una ley contra crímenes de odio que una ley para el matrimonio igualitario?
DS: Yo no creo que sea un tema distinto, todo tiene que ver con la igualdad de derechos para los ciudadanos de nuestros países, ya sea en Estados Unidos, en Rusia, en Jamaica o en El Salvador. Promovemos derechos iguales para todos todos, porque cómo es que yo tenga más derechos que usted aunque los dos nacimos en el mismo país, ambos pagamos impuestos, ambos aportamos nuestro trabajo, entonces, ¿por qué yo tengo privilegios que usted no tiene? Otra cosa que nosotros decimos es que no hay derechos gay, no existe tal cosa, es igualdad de derechos lo que estamos tratando de transmitir, asegurarse de que haya oportunidades iguales para todos, probabilidades iguales de tener éxito o fracasar, de tener un trabajo, de tener un puesto público, que todos tengamos las mismas oportunidades, que no sean oportunidades especiales.
Luego de haber conseguido la promulgación de la Ley contra los crímenes de odio, ¿cual es su siguiente meta?
JS: La ley contra crímenes de odio en Estados Unidos no es eficiente, ya que carece de un plan más ambicioso, hay falta de educación, falta de financiamiento para esa educación sobre la igualdad de derechos…
DS: También sucede que la gente no reporta crímenes de odio porque no confía en la policía, o no pueden declararse como homosexuales porque en 39 estados aún pueden despedir a una persona por ser gay… Ya se pueden casar, pero si usted y yo nos casamos ahora y en una horas yo voy a mi empresa a pedir que se incluya a mi esposo homosexual en mi seguro médico, ya en cuatro horas me han despedido en varios estados. Es decir, existen algunos derechos, pero aún no existe la igualdad plena de derechos en todos los estados.
JS: Es muy difícil conseguir que la igualdad de derechos se aplique en todos los estados. Pero la Ley contra crímenes de odio aún necesita que se ajuste un poco, esa es nuestra meta como fundación a largo y mediano plazo. Mientras, vamos a países a contar la historia de Matt y la nuestra como una historia de esperanza de que las cosas sí pueden cambiar, que toma mucho tiempo, pero nuestra historia ayuda al menos a no cometer errores con la gente que uno quiere.
DS: Tenemos dos metas como fundación, una meta es cerrar la fundación porque esperamos que un día ya no sea necesaria. Y número dos, es que no tengamos que seguir diciendo que es especial que una persona se declare gay, que no sea un ceremonia, que sea parte de la comunicación cotidiana.
¿Qué otra cosa le corresponde hacer al Estado, que no sean solo leyes, para garantizar la igualdad de derechos para toda la ciudadanía?
JS: Esa un pregunta muy difícil… La única forma en que se realiza un cambio social es por medio del ejemplo, entonces, si empezaran a designar personas de la comunidad gay para cargos políticos, o promover a gente gay con las capacidades adecuadas en las empresas, a empezar a ver a la comunidad gay como una parte de la comunidad como cualquiera, integrada y funcional, no como un subgrupo.
DS: Que, por ejemplo, una empresa que contrata solo a los mejores, no le importe si es gay o no, así como cada vez importa menos que sea blanco o afroamericano, hombre o mujer, cristiano o musulmán… Eso solamente pasa cuando el Estado se muestra fuerte en ese tema. Pero si un país se rehúsa a eso, entonces es un país fracasado, porque fracasan las empresas, fracasa el país que necesita el talento de todos los mejores, y hay mucho talento en la comunidad gay como en todas las demás.
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