Imagen: Libération / Modelo de clítoris en 3D, Odile Fillod |
¿Qué sexo te gustaría si pudieras dibujarlo con una impresora biológica 3D?
Paul B. Preciado | Parole de Queer, 2017-02-10
http://paroledequeer.blogspot.com.es/2017/02/paul-b-preciado.html
Artículo compartido de Libération
No voy a hablar de Donald Trump. Voy a hablar de la posibilidad de imprimir un órgano sexual con una impresora biológica 3D. Puede que sea otra manera de responder a Trump. Hasta hoy la transformación anatómica de un cuerpo transexual implicaba un doble proceso: la destrucción del aparato genital y esterilización. Esto pasaba y pasa aun, en la mayoría de las operaciones de vaginoplastia y faloplastia. Estas cirugías son la secularización técnico-científica de un ritual del sacrificio en el curso del cual el cuerpo trans es sometido a un suplicio, mutilado e incapacitado para todo proceso de reproducción sexual. El objetivo no es la intensificación vital del cuerpo (a la que llaman salud, placer o bienestar) sino la reafirmación de la norma falocrática y de la estética heterosexual penetrante-penetrado.
Tendremos pronto, no cabe lugar a dudas, la posibilidad de imprimir nuestros órganos sexuales con una bio-impresora 3D. La bio-tinta se fabricará a partir de un compuesto de agregados de células madre provenientes del cuerpo al que el órgano está destinado: este órgano será primero diseñado por un ordenador antes de ser implantado en el cuerpo que lo reconocerá como suyo. Este proceso ha sido experimentado ya para imprimir órganos tales como el corazón, el riñón o el hígado.
Curiosamente los laboratorios de investigación no hablan de la impresión de órganos sexuales. Evocan límites “éticos”. Pero ¿De qué ética se trata? ¿Porque es posible imprimir un corazón, pero no un pene, una vagina o un clítoris? ¿No sería en algún caso posible imaginar una cantidad n+1 de órganos sexuales implantados? ¿Debemos considerar la diferencia sexual como límite ético de la transformación del cuerpo humano? Acordémonos de cuando Johannes Gutenberg declaró en 1451, que era capaz de imprimir 180 copias de la Biblia (supuesta palabra de Dios) con 42 líneas de texto por página en solamente algunas semanas (por entonces hacían falta 2 años para hacer una copia a mano), él no solo fue considerado inmoral sino también hereje. Hoy, sabemos concebir una impresora biológica 3D pero no somos capaces de utilizarla libremente. Nuestras máquinas son más libres que nosotros.
En poco tiempo dejaremos de imprimir libros para imprimir carne. Entraremos en una nueva era de escritura biológica numérica. La era de Gutenberg se ha caracterizado por la desacralización de la Biblia, la secularización del saber, la proliferación de las lenguas vernáculas frente al latín y la multiplicación de lenguas políticamente disidentes. Entrando en la era Gutenberg biológica 3D, conoceremos la desacralización de la anatomía moderna como lenguaje vivo dominante.
Los regímenes de la hegemonía masculina y de la diferencia sexual (que aún prevalecen hoy en días a pesar de que están en crisis desde 1968) son equivalentes en el dominio de la sexualidad a lo que el monoteísmo religioso fue a la teología. De la misma manera que parecía imposible (o sacrílego) para el Occidente medieval poner en duda la palabra divina, parece hoy aberrante poner en duda el binarismo sexual. Sin embargo solo se trata de categorías históricas, mapas mentales, limitaciones políticas a la proliferación indefinida de la subjetividad. Las lógicas del binarismo sexual y de la diferencia entre homosexualidad y heterosexualidad son los efectos de la sumisión de la potencia de un cuerpo a un proceso de industrialización de la reproducción sexual. Nuestros cuerpos no son reconocidos como potenciales productores de óvulos o espermatozoides que se someten a la cadena familia-fordista en la cual están destinados a reproducirse.
Maculinidad y feminidad, heterosexualidad y homosexualidad no son leyes naturales sino prácticas culturales contingentes. Lenguajes del cuerpo. Estéticas del deseo. La posibilidad de diseñar e imprimir nuestros órganos sexuales nos enfrentara a nuevas cuestiones. No solo ya con que sexo anatómico hemos nacido, sino que sexo queremos tener. De la misma forma que los cuerpos trans decidimos intencionadamente introducir variaciones hormonales o morfológicas que pueden ser reconocidas exclusivamente como masculinas o femeninas según los códigos binarios de género, será posible implantar multitud de órganos sexuales en un cuerpo. Será posible tener un pene con clítoris o ninguno de los dos, o un tercer brazo en lugar del pene, o un clítoris en el plexo solar o una oreja erotizada consagrada al placer del sexo auditivo. Vendrá el tiempo de la estética contrasexual definida no por las leyes de la reproducción sexual o de la regulación política sino por los principios de complejidad, de singularidad, de intensidad y de afecto.
Los regímenes de la hegemonía masculina y de la diferencia sexual (que aún prevalecen hoy en días a pesar de que están en crisis desde 1968) son equivalentes en el dominio de la sexualidad a lo que el monoteísmo religioso fue a la teología. De la misma manera que parecía imposible (o sacrílego) para el Occidente medieval poner en duda la palabra divina, parece hoy aberrante poner en duda el binarismo sexual. Sin embargo solo se trata de categorías históricas, mapas mentales, limitaciones políticas a la proliferación indefinida de la subjetividad. Las lógicas del binarismo sexual y de la diferencia entre homosexualidad y heterosexualidad son los efectos de la sumisión de la potencia de un cuerpo a un proceso de industrialización de la reproducción sexual. Nuestros cuerpos no son reconocidos como potenciales productores de óvulos o espermatozoides que se someten a la cadena familia-fordista en la cual están destinados a reproducirse.
Maculinidad y feminidad, heterosexualidad y homosexualidad no son leyes naturales sino prácticas culturales contingentes. Lenguajes del cuerpo. Estéticas del deseo. La posibilidad de diseñar e imprimir nuestros órganos sexuales nos enfrentara a nuevas cuestiones. No solo ya con que sexo anatómico hemos nacido, sino que sexo queremos tener. De la misma forma que los cuerpos trans decidimos intencionadamente introducir variaciones hormonales o morfológicas que pueden ser reconocidas exclusivamente como masculinas o femeninas según los códigos binarios de género, será posible implantar multitud de órganos sexuales en un cuerpo. Será posible tener un pene con clítoris o ninguno de los dos, o un tercer brazo en lugar del pene, o un clítoris en el plexo solar o una oreja erotizada consagrada al placer del sexo auditivo. Vendrá el tiempo de la estética contrasexual definida no por las leyes de la reproducción sexual o de la regulación política sino por los principios de complejidad, de singularidad, de intensidad y de afecto.
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