Imagen: El País / Hannah Arendt |
Un libro analiza la importancia de la literatura en la obra filosófica de Hannah Arendt.
Manuel Cruz | El País, 2017-02-07
http://cultura.elpais.com/cultura/2017/02/06/babelia/1486396167_470171.html
Los colaboradores convocados en este libro por Nuria Sánchez Madrid para reflexionar sobre uno de los registros fundamentales de la obra de Hannah Arendt, su relación con la literatura, lo hacen visitando a los autores más relevantes con los que en algún momento de su obra dialogó, implícita o explícitamente, nuestra pensadora: de Homero a Isak Dinesen, pasando por Lessing, Kafka, Proust, Brecht y Hermann Broch (sin olvidar a Auden, al que la compiladora dedica atinadas consideraciones en su introducción). Del encuentro con dichos autores extraen aquellos el destilado correspondiente, pero, más allá de la dimensión que cada colaborador pueda destacar, el denominador común, el hilo conductor de los diferentes textos, es el reconocimiento de la enorme importancia atribuida por nuestra autora a las narraciones literarias, hasta el punto de que podría llegar a afirmarse que ahí reside una de las más fértiles claves de lectura de la totalidad de la obra de Arendt.
Calificamos de enorme la importancia de lo narrativo porque va más allá de la mera constatación de su relevancia gnoseológica, asunto sobre el cual las manifestaciones arendtianas son de una inequívoca rotundidad (“ninguna filosofía, análisis o aforismo, por profundo que sea, puede compararse en intensidad y riqueza de significado a una historia bien narrada”), para adentrarse en el terreno en cierto modo más básico, constituyente, de la definición del ser humano en cuanto tal (así, al comienzo de su trabajo sobre Rahel Varnhagen, destaca Arendt la significativa afirmación: “¿Qué es el hombre sin su historia? Un producto de la naturaleza, nada personal”). Pero tampoco esta última dimensión consigue agotar la formidable potencia de las narraciones, que, finalmente, deben ser consideradas también a la luz de la relación que son capaces de establecer con la vida de los hombres y, más en particular, con su sufrimiento (“todos los sufrimientos se hacen soportables si se ponen en una historia o se cuenta una historia sobre ellos”, escribe en ‘La condición humana’, haciendo suya una frase de Isak Dinesen).
Calificamos de enorme la importancia de lo narrativo porque va más allá de la mera constatación de su relevancia gnoseológica, asunto sobre el cual las manifestaciones arendtianas son de una inequívoca rotundidad (“ninguna filosofía, análisis o aforismo, por profundo que sea, puede compararse en intensidad y riqueza de significado a una historia bien narrada”), para adentrarse en el terreno en cierto modo más básico, constituyente, de la definición del ser humano en cuanto tal (así, al comienzo de su trabajo sobre Rahel Varnhagen, destaca Arendt la significativa afirmación: “¿Qué es el hombre sin su historia? Un producto de la naturaleza, nada personal”). Pero tampoco esta última dimensión consigue agotar la formidable potencia de las narraciones, que, finalmente, deben ser consideradas también a la luz de la relación que son capaces de establecer con la vida de los hombres y, más en particular, con su sufrimiento (“todos los sufrimientos se hacen soportables si se ponen en una historia o se cuenta una historia sobre ellos”, escribe en ‘La condición humana’, haciendo suya una frase de Isak Dinesen).
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