miércoles, 11 de julio de 2018

#hemeroteca #transfeminismo | Tríbade: “Que el himno de España sea ‘Me gusta ser una zorra’”

Imagen: El Español / Las Tríbade
Tríbade: “Que el himno de España sea ‘Me gusta ser una zorra’”.
"Nuestro feminismo es el de las gordas, las feas, las bolleras, las putas y las trans". "El feminismo que no tiene en cuenta le raza ni la clase no es feminismo ni es nada". "Es intolerable un discurso de derechas en el rap".
Lorena G. Maldonado | El Español, 2018-07-11
https://www.elespanol.com/cultura/musica/20180709/tribade-himno-espana-gusta-zorra/321218963_0.html

Tríbade es un bautizo muy apropiado: viene del griego y se refiere a la práctica sexual ancestral entre mujeres... “Hacer la tijera, vaya”, resumen ellas. Son la revolución transfeminista que el rap patrio andaba esperando; una bofetada sin mano a esa música urbana que se edifica llamando “zorras” a las mujeres de sexualidad libre o recordando cuánto pesan las cadenitas de oro y los carros horteras de los videoclips. Tienen discurso, tienen beat y tienen chulería escénica a puñados. En su imaginario asaltan nombres como Silvia Federici, Marina Ginestá, Safo de Lesbos, Gata Cattana o los de sus propias madres y abuelas, porque saben que las hembras más poderosas son las olvidadas, las que no firman libros ni discos, las que cargan varices, jornadas dobles y hogares cálidos e impolutos. En sus piernas descansa el mundo. Por eso este homenaje, y los que vengan.

Aquí Bittah, Sombra Alor y Mariva Lulla, una propuesta capaz de hilvanar insurrección con atractivo musical, crítica con estética, política con barriles de un flow ferocísimo. “Por mucho que tu panfleto tenga muy buenas ideas, no vas a imprimirlo lleno de faltas ortográficas ni vas a llenar tu barrio para la próxima huelga con un cartel hecho con el Paint. Pues es esta idea traspasada a la música”, explican a este periódico. Ellas entienden el arte como un “martillo para moldear la realidad”, y acompañan esta idea con su propia presencia, que es como un puñetazo sobre la mesa.

En ‘Los Borbones son unos ladrones’, el tema impulsado por la plataforma ‘No callarem’ en solidaridad con las condenas de los raperos españoles (de Valtonyc a La Insurgencia), las Tríbade resuenan como un grito cañí en los patios. Saben a charneguismo, a fraternidad, a rabia y a humor, y no les impone “ni tu coche, ni tu Gucci, ni tu pose de machi”. Vienen a meterle miedo al machismo y a exigirle que saque “las manos y la mente de mi cuerpo”. Vienen a dejar las cosas claras a golpe de perreo y pasamontañas. “Lo siento, mama, nunca seré doctorada, pero mira qué bonita es mi Manada”.

P. Hay quien dice que vuestro logo, dos tijeras, recuerda al manifiesto SCUM de Valerie Soalnas. Habladme de éste y otros referentes que tengáis, tanto culturales como políticos. ¿Quién os inspira?

R. Valerie Solanas nos gusta porque es transgresora, escandaliza y rompe los esquemas y esa es una manera muy válida de hacer política. A nivel de referentes, cada una te dirá los suyos, ya que Sombra, Masiva y Marki tienden a una vertiente más libertaria y Bittah más marxista, pero sí que podemos decir que somos muy partidarias de las “referentes cotidianas”, de las anónimas, las madres, las abuelas... las que hacen resistencia desde las cocinas y casas, desde el espacio privado, porque en el público, en las calles, todavía no hay mujeres y se resiste desde ahí, desde las sombras pero manteniendo toda esa red de apoyo y cuidados. Con esto queremos decir que para nosotras es igual de importante la miliciana anónima que Marina Ginestá, la francotiradora soviética que Nadezdha Popova, Emma Goldman, Judith Butler, Monique Witting, Virgine Despentes… Hemos hecho una revisión de los referentes porque vas avanzando políticamente y te das cuenta de que sólo has leído a hombres cis con su visión aparentemente objetiva (masculina) del mundo.

P. ¿Por qué el rap, que está empapado de mucha más conciencia social que otros géneros, abraza a tan pocas mujeres raperas? ¿Por qué es más fácil para una mujer entrar, por ejemplo, en el pop? ¿Qué se puede hacer para combatir este embudo machista?

R. Suponemos que viene dado un poco por los estereotipos de género y la manera de tomar el espacio ¿no? Por ejemplo, en el pop, al ser música más melódica, “dulce”... el estereotipo social de mujer encaja bastante bien. En cambio en el rap, al ser una música agresiva, explícita, callejera... incluye todos los roles que no se consideran adecuados para una mujer ‘de bien’, para una mujer femenina. Luego hay otro punto: la conciencia social o el ser de izquierdas no te exime de comportamientos machistas.

La manera de combatirlo es ir abriendo una veda, tomando el espacio y haciéndolo nuestro. Ahora mismo nosotras tenemos la suerte de tener cierta visibilidad y eso es un privilegio, entonces pensamos:¿qué hacemos con este privilegio y con este altavoz que tenemos ahora? Vamos a utilizarlo para sacar a la palestra debates que están en el tintero, para apoyar y visibilizar a compañeras con mucho nivel que están rapeando, etc. Si entre todas vamos creando ese tejido de apoyo mutuo, se hace un efecto llamada. Pequeños actos como ir al concierto de tu colega, retwittear un tema nuevo, invitar a una compañera a un concierto para que se haga un tema, etc. Que se vea que estamos aquí, que somos muchas y cada vez seremos más y que las nuevas que vayan viniendo van a estar cuidadas y apoyadas.

P. ¿Cómo se hace para salir de lo que llamáis “feminismo institucional”? ¿Por qué es necesario -y más molesto- el rap transfeminista?

R. En primer lugar, lo que llamamos feminismo institucional son todas aquellas políticas hechas desde arriba que adoptan, de manera oportunista, algunas de las reivindicaciones de los movimientos sociales. Pero obviamente, el Estado no es neutro y existe para perpetuar los intereses de una clase, y esa clase, precisamente, no es la nuestra, por eso todo lo que venga desde arriba hay que pasarle el filtro y desconfiar de ello.

El Estado no va a regalarnos nada, como mucho migajas para hacer de freno y contención a la indignación social, por eso no cuelan las campañas contra la violencia de género y los cartelitos y luego la absolución a La Manada. Ante eso, tenemos el feminismo autónomo, el de barrio, el mal visto, el de las gordas, las feas, las bolleras, las trans, las racializadas, las putas, las diversas. Si la tele habla mal de un feminismo, pues ese es el nuestro, ese es el bueno.

El feminismo o transfeminismo que es molesto es aquel que ataca a los privilegios, a los pilares del padre-patrón-padreterno (como diría Joyce Iussu). Hay que cuestionar la estructura social y su funcionamiento desde la raíz, ser radicales, eso es lo que es molesto y lo que es transformador. A la sociedad le indigna ver una mujer con barba, ver formas de expresión de género distintas, sexualidades diversas. Le indigna también a la izquierda que el sujeto revolucionario ya no sea el obrero de mono azul de fábrica... Les desconcierta, no quieren aceptar que sin las mujeres no hay fuerza reproductiva del trabajo, no hay trabajo, no hay cambio social.

P. En un reportaje que publicamos hablando con raperas, decían que a veces pasa que en el trap y en el rap hay mujeres que adquieren también mensajes machistas. Gata Cattana, por ejemplo, se refería a esa voz femenina “que se trata a sí misma de la grupi del rapero”, de “sirvienta del tío de turno” o “dice que sólo quiere su dinero”. ¿Qué pensáis de estos roles y cómo subvertirlos?

R. Por supuesto, como personas socializadas en una sociedad estructuralmente machista, racista y capitalista vamos a tener esos dejes, seguramente, casi de por vida, así que como mujeres no estamos libres de machismo, pero hay que tomar conciencia de ello y trabajarlo, desaprender y deconstruir. Ahora bien, esa exaltación de los roles hay que ver desde dónde se hace, si desde la mera descripción de un rol de género histórico y tradicional o si se hace desde la transgresión y la toma de conciencia, de decir, eh, me estoy cobrando el patriarcado.

Sinceramente, en estos casos, parece que muchas trap queen han visto filón al rollo transgresión, pero se han quedado sólo en la superficie y más adelante han demostrado a nivel discursivo que están en el mismo sitio, que no ha habido un avance para romper la norma y que se sigue perpetuando lo mismo, chicas normativas, cis, blancas y hetero petándolo para un público extensamente masculino. Es lo que pasa cuando se adopta una ideología o corriente por mero oportunismo porque te coloca en un buen puesto y luego cuando te preguntan, no sabes defenderlo y hay que desmarcarse. Puede sonar reduccionista, pero si un mensaje o crítica va a atacar a la masculinidad… difícilmente tu público sean mayoritariamente hombres.

P. ¿Se puede ser feminista y de derechas? Vosotras tenéis muy presente la conciencia de barrio en vuestras letras.

R. No. Bueno a no ser que seas una burguesa que quieres tener el mismo privilegio que tus compañeros hombres a costa de otras mujeres. El feminismo que no tiene en cuenta el resto de intersecciones (raza, clase…) ni es feminismo ni es nada. Además la idea de que el feminismo nació de la lucha de las burguesas es una mentira que nos han colado, las primeras feministas fueron mujeres obreras textiles que pedían derecho al trabajo. Una feminista que no pretende terminar con el capitalismo es que no ha entendido demasiado de qué va el asunto ni del papel de reproducción de la familia nuclear para el sistema productivo actual… vaya, como dice la Federicci, que el capitalismo nos relega al trabajo de cuidados y el patriarcado nos dice que tenemos que hacerlo como acto de amor.

Nos parece necesario reivindicar la cuestión de clase dentro del feminismo, así como muchas otras que debemos apoyar desde la posición de aliadas. La propia configuración de la extracción de clase del movimiento feminista hace que muchas veces no se tenga en cuenta esta cuestión. Por otro lado, en el extremo opuesto, también sobra bastante la apropiación de clase que se ve últimamente por gente que lo más de barrio que ha visto es alguna película folclórica. Ahora ser de barrio mola y hace unos años tenías que avergonzarte, un poco de respeto a las identidades.

P. Hablemos del tema ‘Heteropero’. ¿Qué hay de las ‘heterocuriosas’? ¿Puede el feminismo ayudar a muchas mujeres -que nunca se lo habían planteado por haber crecido bajo una lógica falocéntrica- a darse cuenta de que son lesbianas o bisexuales?

R. En primer lugar, aclarar que el tema ‘Heteropero’ está hecho desde el cariño, narrando una historia personal y que va dirigido hacia una persona en concreto a la que le gustaba el concepto “heteropero”, pero no tiene intención de invisibilizar la bisexualidad, al contrario. Claro, el feminismo abre las puertas no sólo a orientaciones sexuales diversas, sino a entender que no necesitas muchas de las cosas que siempre te han dicho que eran imprescindibles, el matrimonio, los hijos, el novio.

Estar en contacto con personas que viven su vida y su cuerpo desde otro sitio crea una influencia, moverte en un espacio en el que el lesbianismo está normalizado va a hacer que las barreras mentales que puedan tener muchas personas se derrumben.

P. ¿Quién es el dirigente político más machista que observáis?

R. Creo que no se salva ninguno, no pondría la mano en el fuego por nadie, pero un Toni Cantó o cualquier obispo de esos random que hacen declaraciones bonitas se podría llevar el premio.

P. ¿A quién haríais ministro o ministra de Cultura?

R. Muerte a los ministros (‘risas’).

P. Ahora que está Marta Sánchez poniéndose creativa con el himno de España -aún sin letra oficial-, quería preguntaros: ¿qué canción haríais vosotras himno?

R. ‘Me gusta ser una zorra’, de las Vulpess.

P. ¿Por qué no hay rap de derechas en España? ¿C. Tangana lo consideráis rap de derechas, por ejemplo? ¿Tiene o no cabida el discurso neoliberal en un género que tradicionalmente ha peleado por la justicia social y la voz de la calle?

R. Siendo esencialistas, es intolerable un discurso de derechas en rap, que nació entre gente racializada y pobre y que siempre ha tenido contenido social, en pro a la comunidad, de lo colectivo. Ahora bien, el rap es un ritmo y un género muy accesible, por eso es factible que haya rap de derechas. Parafraseando a Bertolt Brecht, ‘el precio del pan, del vestido y del zapato depende de decisiones políticas’, así que no hay discursos inocuos o neutros, todos tienen un trasfondo político. Llamas 5 veces zorra a tu exnovia, mencionar constantemente lo que ganas con la música, alardear de los lujos que puedes permitirte... en un contexto de crisis económica y social como el actual es hacer política. Y política no de nuestro bando, cada vez hay más rap de cuñados. Ese discurso en la cultura es también el enemigo a combatir.

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