Imagen: El Mundo / Pepe Espaliú en 'Carrying', Madrid, 1992-12-01 |
El artista cordobés tuvo una trayectoria sólida aunque corta. Su vida, que se vio detenida a causa del Sida (enfermedad de la que cada 1 de diciembre se celebra el Día Mundial), estuvo impregnada de obras de carácter político y poético. El IVAM de Valencia recupera su figura y le dedica una retrospectiva, 'Círculo íntimo', con 75 piezas que remiten a su mundo y al carácter circular de la vida. Espaliú renace de nuevo.
Saioa Camarzana | El Cultural, El Mundo, 2016-12-01
http://www.elcultural.com/noticias/arte/La-poetica-de-Pepe-Espaliu/10152
Durante los años 80 y 90 fue uno de los artistas más significativos de España. Supo integrar aspectos políticos y críticos en su obra. Usó el arte como terapia y a pesar de su corta trayectoria sus piezas son potentes, evocan situaciones y dan pie a la imaginación, a la sugerencia. A pesar de que murió hace ya 24 años, el artista Pepe Espaliú (Córdoba, 1955 - Íbidem, 1993) sigue vivo con la retrospectiva ‘Círculo íntimo: el mundo de Pepe Espaliú’ que le dedica en sus salas el IVAM de Valencia. A través de 75 obras escogidas por José Miguel G. Cortés, comisario de la exposición y director del centro, la muestra pone énfasis en el aspecto poético de su arte.
El círculo al que hace referencia el título de la muestra remite a su mundo, al carácter circular de la vida; a nacer, vivir y renacer. Ese sentido de dar vueltas, de recomenzar, de lo íntimo del ser humano. De la vida y la muerte. De la experiencia humana y su circularidad. "Es uno de los artistas que mejor ha sabido integrar el planteamiento crítico con el carácter poético, sugerente y evocador sin caer en lo panfletario", explica el comisario. Esta revisión retrospectiva parte desde una sala en la que se muestran a varios artistas que influyeron en su trayectoria como prólogo de una exposición que "habla de aspectos como la muerte, la vinculación personal con la obra y el arte como terapia". Bourgeois, Gina Pane y Mappelthorpe son los que dan la bienvenida al personal mundo de Espaliú junto a algunas de sus frases poéticas que nos envuelven con su valentía.
"En la primera sala están las máscaras, los rostros, los óvalos, los caparazones de tortuga. En ella habla de una identidad mutilada y cuestionada, de una presencia que está ausente, donde lo que no está llama más la atención que lo que está", explica el director del museo. En la siguiente sala de la pinacoteca el tema central es la circularidad en torno a la idea del nido. Se dispone la escultura realizada con muletas pero destaca ‘El nido’, un vídeo que grabó en Arnhem (Holanda) desnudándose en una plataforma creada en lo alto de un árbol simulando la forma de un nido de pájaros gigante a modo de cobijo. Desde lo alto "se despoja de su ropa para encontrarse desnudo al final. Se trata de ir a los elementos primordiales de la existencia y dejar lo más banal para encontrarse consigo mismo".
Aunque quizá la pieza más conmovedora llega en el ecuador de la exposición. Hablamos de ‘Carrying’, una metáfora en forma de arte que habla del aislamiento y enfermedad. La primera obra "atraviesa la pared, es un objeto que sirve para dos cosas. Por un lado para transportar a los nobles y, por el otro, para hacer lo mismo con los enfermos". Pero, el fin es radicalmente distinto en ambos casos. En el primero se usa para no mezclar a la gente de diferente estatus social y, el segundo, para evitar el contagio en la sociedad. El fin es "hablar de aislamiento".
Cuando Espaliú vivía en Nueva York se hizo las pruebas del Sida y estas dictaminaron que estaba infectado. Su primera respuesta, dice el director del IVAM, fue "huir a México para olvidarse del asunto". Pero pronto se dio cuenta de que esa no era respuesta así que decide volver a la capital estadounidense y "plantea el ‘Carrying’". Entró en contacto con otros enfermos y para 1992, con motivo del Festival de Cine de San Sebastián, planteó una ‘performance’ que hablara de la enfermedad que padecía. La llamó también ‘Carrying’ y el vídeo grabado aquel día se muestra en ‘Círculo íntimo’. Él mismo lo explica en una voz en off. Sus amigos, en parejas, lo transportaban como en la ‘sillita de la reina’ por el centro de San Sebastián. En aquel momento se creía que esta enfermedad se contagiaba con tan solo un contacto con el enfermo y, por tanto, su objetivo fue hacer entender que el Sida es un asunto de la sociedad en su conjunto.
Unos meses más tarde, el 1 de diciembre de 1992, repetiría la actuación por las calles de Madrid pero en este caso asistieron a la cita personalidades como Carmen Romero, Pedro Almodóvar y Marisa Paredes. Pero a Cortés le resulta más interesante la primera, la de San Sebastián, porque "es más auténtica, está rodeado de amigos y enfermos, la producción es más deficiente, está en blanco y negro pero resulta más íntima y personal". Una "metáfora de la contaminación y de cómo impedirlo. Habla de una sociedad que no es la suya porque lo discriminan por su enfermedad", señala Cortés.
Ninguneado en algunas ocasiones por padecer Sida, la última sala está protagonizada por su conjunto de jaulas que hablan del aislamiento. Una de esas piezas está formada por un conjunto de tres piezas que contienen una bella contradicción. Se trata de "la jaula como aislamiento pero las abre por debajo y los elementos que las forman se convierten en meros hilos de hierro que dan pie a escapar". Aquí, Espaliú nos está intentando decir que hay posibilidad de escapar, de crear un mundo mejor, de llegar a un entendimiento. Esta idea la madura en ‘Luisa II’, una escultura formada por dos jaulas que en lugar de caerse se unen la una a la otra "ofreciendo una referencia al amor, de que a pesar de todo se puede construir el amor y es posible entenderse con el prójimo".
También es preciso señalar la valentía del artista de confesar públicamente que su condición de homosexual y que padece Sida. Lo hace a través del diario El País con un escrito orgulloso, en el que cuenta su batalla, una lucha en la que no piensa sucumbir ni al dolor ni al miedo. Y esa lucha la lleva a cabo a través de su práctica artística porque "su trabajo le permite vivir con una actitud valiente. Ese hombre al que llevan en la Sillita de la reina está agotado, demacrado, falto de fuerzas y capacidades pero el arte le permite estar en la calle", concluye Cortés.
Se trata, por tanto, de una manera de exponer y plantear lo personal y lo político. El arte, de hecho, "tiene que estar en este mundo, no puede aislarse porque un artista no vive en una torre de cristal sino que está en un mundo y es consciente de sus problemas y debilidades". Ahí reside la magia del arte de Espaliú, en unas obras que no son únicas, que no tienen tan solo una lectura y que invitan a la reflexión y dan pie a un conjunto de realidades sociales donde lo que importa es la manera en que se hace, con imágenes ricas y polivalentes".
Sus obras de carácter poético resaltan con ese final en el que se siente enjaulado. Una sociedad que no siente suya por el ninguneo recibido por su enfermedad. Por el desconocimiento y el estigma. Estamos, pues, ante un homenaje a la lucha contra una enfermedad de la que hoy se celebra su día mundial en forma de exposición.
El círculo al que hace referencia el título de la muestra remite a su mundo, al carácter circular de la vida; a nacer, vivir y renacer. Ese sentido de dar vueltas, de recomenzar, de lo íntimo del ser humano. De la vida y la muerte. De la experiencia humana y su circularidad. "Es uno de los artistas que mejor ha sabido integrar el planteamiento crítico con el carácter poético, sugerente y evocador sin caer en lo panfletario", explica el comisario. Esta revisión retrospectiva parte desde una sala en la que se muestran a varios artistas que influyeron en su trayectoria como prólogo de una exposición que "habla de aspectos como la muerte, la vinculación personal con la obra y el arte como terapia". Bourgeois, Gina Pane y Mappelthorpe son los que dan la bienvenida al personal mundo de Espaliú junto a algunas de sus frases poéticas que nos envuelven con su valentía.
"En la primera sala están las máscaras, los rostros, los óvalos, los caparazones de tortuga. En ella habla de una identidad mutilada y cuestionada, de una presencia que está ausente, donde lo que no está llama más la atención que lo que está", explica el director del museo. En la siguiente sala de la pinacoteca el tema central es la circularidad en torno a la idea del nido. Se dispone la escultura realizada con muletas pero destaca ‘El nido’, un vídeo que grabó en Arnhem (Holanda) desnudándose en una plataforma creada en lo alto de un árbol simulando la forma de un nido de pájaros gigante a modo de cobijo. Desde lo alto "se despoja de su ropa para encontrarse desnudo al final. Se trata de ir a los elementos primordiales de la existencia y dejar lo más banal para encontrarse consigo mismo".
Aunque quizá la pieza más conmovedora llega en el ecuador de la exposición. Hablamos de ‘Carrying’, una metáfora en forma de arte que habla del aislamiento y enfermedad. La primera obra "atraviesa la pared, es un objeto que sirve para dos cosas. Por un lado para transportar a los nobles y, por el otro, para hacer lo mismo con los enfermos". Pero, el fin es radicalmente distinto en ambos casos. En el primero se usa para no mezclar a la gente de diferente estatus social y, el segundo, para evitar el contagio en la sociedad. El fin es "hablar de aislamiento".
Cuando Espaliú vivía en Nueva York se hizo las pruebas del Sida y estas dictaminaron que estaba infectado. Su primera respuesta, dice el director del IVAM, fue "huir a México para olvidarse del asunto". Pero pronto se dio cuenta de que esa no era respuesta así que decide volver a la capital estadounidense y "plantea el ‘Carrying’". Entró en contacto con otros enfermos y para 1992, con motivo del Festival de Cine de San Sebastián, planteó una ‘performance’ que hablara de la enfermedad que padecía. La llamó también ‘Carrying’ y el vídeo grabado aquel día se muestra en ‘Círculo íntimo’. Él mismo lo explica en una voz en off. Sus amigos, en parejas, lo transportaban como en la ‘sillita de la reina’ por el centro de San Sebastián. En aquel momento se creía que esta enfermedad se contagiaba con tan solo un contacto con el enfermo y, por tanto, su objetivo fue hacer entender que el Sida es un asunto de la sociedad en su conjunto.
Unos meses más tarde, el 1 de diciembre de 1992, repetiría la actuación por las calles de Madrid pero en este caso asistieron a la cita personalidades como Carmen Romero, Pedro Almodóvar y Marisa Paredes. Pero a Cortés le resulta más interesante la primera, la de San Sebastián, porque "es más auténtica, está rodeado de amigos y enfermos, la producción es más deficiente, está en blanco y negro pero resulta más íntima y personal". Una "metáfora de la contaminación y de cómo impedirlo. Habla de una sociedad que no es la suya porque lo discriminan por su enfermedad", señala Cortés.
Ninguneado en algunas ocasiones por padecer Sida, la última sala está protagonizada por su conjunto de jaulas que hablan del aislamiento. Una de esas piezas está formada por un conjunto de tres piezas que contienen una bella contradicción. Se trata de "la jaula como aislamiento pero las abre por debajo y los elementos que las forman se convierten en meros hilos de hierro que dan pie a escapar". Aquí, Espaliú nos está intentando decir que hay posibilidad de escapar, de crear un mundo mejor, de llegar a un entendimiento. Esta idea la madura en ‘Luisa II’, una escultura formada por dos jaulas que en lugar de caerse se unen la una a la otra "ofreciendo una referencia al amor, de que a pesar de todo se puede construir el amor y es posible entenderse con el prójimo".
También es preciso señalar la valentía del artista de confesar públicamente que su condición de homosexual y que padece Sida. Lo hace a través del diario El País con un escrito orgulloso, en el que cuenta su batalla, una lucha en la que no piensa sucumbir ni al dolor ni al miedo. Y esa lucha la lleva a cabo a través de su práctica artística porque "su trabajo le permite vivir con una actitud valiente. Ese hombre al que llevan en la Sillita de la reina está agotado, demacrado, falto de fuerzas y capacidades pero el arte le permite estar en la calle", concluye Cortés.
Se trata, por tanto, de una manera de exponer y plantear lo personal y lo político. El arte, de hecho, "tiene que estar en este mundo, no puede aislarse porque un artista no vive en una torre de cristal sino que está en un mundo y es consciente de sus problemas y debilidades". Ahí reside la magia del arte de Espaliú, en unas obras que no son únicas, que no tienen tan solo una lectura y que invitan a la reflexión y dan pie a un conjunto de realidades sociales donde lo que importa es la manera en que se hace, con imágenes ricas y polivalentes".
Sus obras de carácter poético resaltan con ese final en el que se siente enjaulado. Una sociedad que no siente suya por el ninguneo recibido por su enfermedad. Por el desconocimiento y el estigma. Estamos, pues, ante un homenaje a la lucha contra una enfermedad de la que hoy se celebra su día mundial en forma de exposición.
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