domingo, 11 de octubre de 2015

#hemeroteca #violenciamachista | «Te hacen creer que no eres nada»


Imagen: El Diario Vasco
«Te hacen creer que no eres nada».
34 mujeres han muerto asesinadas por sus parejas en lo que va de año, una de ellas esta misma semana en Erandio. Solo cinco habían denunciado. «Cuando le vi asomar con un cuchillo llamé a la Policía. Pero tardé un año en ir a la comisaría», relata una víctima. «A veces la mujer y su maltratador coinciden en el mostrador del juzgado. Es brutal, muy violento», se quejan los abogados.
Yolanda Veiga | El Diario Vasco, 2015-10-11
http://www.diariovasco.com/sociedad/201510/11/hacen-creer-eres-nada-20151011184516.html

«No... Yo no soy una de esas que han matado». Araceli estuvo cuatro años repitiendo lo mismo... repitiéndoselo, como un mantra. Y una madrugada llamó a la Policía. «Estaba resfriada y, por lo visto, aquella noche ronqué. Él me despertó gritando: 'Te voy a matar'. Se levantó, fue a la cocina y cuando le ví asomar con un cuchillo corrí a encerrarme en el baño y pedir ayuda». Araceli (nombre ficticio) recibió el primer golpe estando embarazada y aquella noche puso fin a la relación. Se separó, pero tardó un año en denunciarle, hasta que él la volvió a pegar, en un encuentro para recoger al niño, porque tienen la custodia compartida. «Mientras estuvimos juntos los vecinos llamaron varias veces a la Policía, los agentes que venían a casa siempre me preguntaban: '¿Vas a denunciar? Ese día dije que sí'». Ganó el juicio y a su ex se le impuso la prohibición de acercarse a ella a menos de 300 metros durante dos años. Dos años que ya han pasado. «Las órdenes de alejamiento deberían ser para toda la vida. Tengo un poco de miedo. Por eso, cuando me trae al niño le pido a un vecino que salga al rellano y cuando voy a recogerle yo me acompañan». Araceli es (era) una de las 33.000 mujeres españolas que han solicitado una orden de protección contra su pareja o expareja, una de las 130.000 que cada año denuncian malos tratos, una de las 530.099 que han llamado al 016 desde que se puso en marcha este servicio, hace ocho años.

Hay otra estadística que no enfrían ni los números, las de las víctimas mortales: 34 en lo que va de año (solo cinco de ellas habían denunciado). Una de ellas es Almudena Matarranz, bilbaína de 39 años, cuyo cuerpo fue encontrado por la Ertzaintza el domingo en el domicilio de su novio desde hacía cinco años, Jorge V.D., con el que al parecer acababa de romper. Con ella son tres las mujeres asesinadas en Euskadi en 2015. Esta misma semana tres chicas más han muerto a manos de sus parejas: una de 23 años en Murcia, otra de 33 en Vigo y una cuarta de 45 en Palencia.

- El año pasado fueron 54 mujeres, otras tantas el anterior...

- Una sola ya es una burrada, así que cincuenta... Siento una tristeza enorme, rabia... Y no solo cuentan las que fallecen, sino todo lo que hay detrás -advierte el comisario Carrasco-.

Es el coordinador nacional de las Unidades de Familia y Mujer del Cuerpo Nacional de Policía, grupos “del mismo rango” que los que investigan el crimen organizado o que la famosa Udef, que combate la delincuencia económica y fiscal. En la actualidad hay 1.400 policías nacionales (de los más de 60.000 en ejercicio) destinados en exclusiva a la violencia de género. «En el 86 se crearon los primeros grupos de atención a la familia en Barcelona y Madrid. Eran solo mujeres agentes, se pensó que para las víctimas sería más agradable hablar con una mujer que con un hombre». La puesta en marcha de estas unidades compuestas por policías, médicos, psicólogos... supone no solo «un salto cuantitativo», también cualitativo. «Es un trabajo a largo plazo, pero no tenemos nada que envidiar a otros países. Se están haciendo campañas de sensibilización. Los coches patrulla llevan carteles impresos con frases como ‘denuncia’. En nuestro famoso Twitter, que es uno de los más seguidos, vamos a trabajar mucho este tema y, por pequeña que sea, en cada comisaría habrá un policía especializado en violencia de género, porque las mujeres llegan con mucho recelo».

Y solas. «No es que seas la tonta a la que le gusta que le peguen, es que te hacen creer que no eres nada. El maltratador te aisla, a mí me alejó de mis amigos, solo íbamos con los suyos. Y casi lo consiguió con mi familia. Decía: ‘Tu padre me mira mal...’. Yo no les conté nunca nada, se enteraron cuando me vieron un día llena de moratones», relata Araceli. Cosas parecidas le han contado tantas veces a Sagrario Mateo, directora de Aprodemm, Asociación Pro Derechos de la Mujer Maltratada... «Una vez que denuncian se encuentran más solas que la una. El maltratador les saca de su círculo y ellas piensan: '¿Cómo voy a llamar a mi amiga si llevo diez años sin verla? Igual me manda a la porra'. Es fácil decir: 'denuncia', pero además de aconsejarlas, hay que acompañarlas. Una mujer que ha dado el paso de presentarse en la comisaría no debería estar sola por lo menos los dos primeros meses. Detrás de esa decisión hay muchos condicionantes, vergüenza, problemas de dinero, la creencia de que las van a cuestionar...».

Lo han hecho durante mucho tiempo. «Hace años la mujer iba al juzgado porque el marido le había pegado con la plancha en la cara y el juez le decía: 'Esas cosas no se denuncian, señora'. Estaba admitido que era algo que pasaba dentro del ámbito familiar y no pasaba de un juicio de falta. Eran tan violento...», se acuerda Olga Rodríguez, del despacho bilbaíno Iuris Estudio Jurídico, que aplaude la creación de los Juzgados de Violencia contra la Mujer. En Bilbao hay dos (el 1 y el 2, en la cuarta planta del edificio de la calle Buenos Aires), ambos con juezas al frente, y también atienden este tipo de denuncias en los juzgados mixtos de Balmaseda, Gernika, Durango y Getxo. Con todas las carencias que aún acusa el sistema. «La ley establece que tengan dos accesos independientes para que acusado y víctima no se encuentren cuando van a declarar, pero en la práctica no es así. Tienes que depender de que el funcionario sea receptivo y les cite a distintas horas o que metan a la mujer en una sala para que no vea a su ex porque muchas veces se juntan en el mostrador y es brutal».

Sucede en la primera vista, que se celebra como tarde 72 horas después de presentar la denuncia. «El inicio del proceso es meteórico, si una mujer denuncia hoy puede que mañana mismo pese sobre el marido la orden de alejamiento». Normalmente se establecen 300 metros aunque en pueblos muy pequeños o cuando víctima y agresor viven muy cerca se llega a reducir la distancia hasta los 100 porque de otra manera el denunciado no podría salir a por el pan o ir a trabajar sin saltarse la orden. «Se recomiendan 500 metros, porque con 300 no tenemos margen de reaccionar», se queja el comisario Carrasco.

«300 euros... es ridículo»
El alejamiento viene a veces acompañado de una orden de abandonar el domicilio, una prohibición de comunicación e incluso prisión preventiva, aunque rara vez se concede. «Tiene que haber habido un maltrato flagrante, una cuchillada en la calle o algo así», lamentan en el despacho de abogados bilbaíno. Mientras, desde Aprodemm reclaman que se pongan con más frecuencia las pulseras de control. «Se gastó un montón de dinero en las pulseritas y deben estar en los cajones de los despachos. Se las ponen a cuatro y es una medida que da cierta seguridad a la mujer porque ella lleva un móvil que le suena si el agresor se ha saltado el perímetro y automáticamente la Policía recibe el aviso. Pero solo se las ponen a los que están acusados de un maltrato muy alto».

Después de esta primera denuncia, queda un largo periplo, el juicio, que cuesta unos 2.000 euros. «De un año no baja, y eso en Euskadi porque en el resto de España la media es año y medio o más. Eso también es de bochorno. Víctima y acusado esperan en la misma sala a que les llame el funcionario, como si estarían en la pescadería», se queja la abogada Olga Rodríguez, que defiende las causas de muchas chicas maltratadas, «la mayoría jovencitas de veintipocos años o en el tramo de 40 a 45 años». En este paso, muchas se echan para atrás. «El Ministerio Fiscal tiene que tirar con la acusación para adelante pero sin el testimonio de la mujer el juicio está abocado al fracaso».

Las estadísticas arrojan una importantísima mayoría de condenas, pero otra cosa son las penas. Cárcel de 3 a 9 meses generalmente que queda en nada si el acusado no tiene antecedentes y que a veces se sustituye por trabajos a la comunidad. E indemnizaciones que abogados y víctimas califican de «ridículas». «Les castigan con 300 euros, que lleguen a los 1.000 es rarísimo», denuncian desde Aprodemm.

Las multas, en todo caso, no son la solución. Hay que empezar a trabajar desde mucho más abajo, advierten asociaciones de mujeres, Policía, abogados... «Hay reminiscencias de una cultura machista, desigualdades de género que se mantienen, muchos hombres se sienten descolocados porque la mujer gana más que ellos, porque tiene iniciativa, independencia económica... además de una cultura cristiana de abnegación, que dice que las relaciones son indisolubles», explica Guillermo Fouce, profesor de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid, que alerta sobre los peligros de los estereotipos machistas, que ‘no pasan de moda’. «En la publicidad se sigue recurriendo a la mujer objeto, hay programas de televisión que hacen de los celos una valoración positiva. Y las canciones... Dicen cosas como ‘te lo voy a dar todo’, existo solo para ti’...». Lo resume Araceli con un ejemplo muy gráfico: «Hay que empezar por el propio lenguaje, que es machista. Algo bueno es cojonudo y algo malo es un coñazo. Esas cosas importan, la educación es fundamental».

¿Se rehabilita un maltratador?
«Sí. Lo dice Guillermo Fouce, coordinador de Psicólogos sin Fronteras. «La clave es la detección precoz y conectar con sus emociones. Que vean a la mujer como un igual». Porque no la ven. «El maltrato es un proceso de dominación. Se nota en esos adolescentes que controlan el móvil de su novia o le dicen que no se vista así. Todo eso va minando, las humillaciones públicas, el 'tú no vales para nada', retirarle el dinero para quitarle autonomía, alejarla de sus amistades, usar a los hijos como arma y decirles: 'tu madre es una guarra'... Muchas mujeres dicen que ese maltrato es el más dañino, no es físico pero es contundente».

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