Imagen: Pikara / BDS Pinkwatching en el World Pride de Madrid |
Isabel Pérez | Pikara, 2017-07-14
http://www.pikaramagazine.com/2017/07/pinkwashing-israel-wold-pride/
Asociaciones LGBTIQ+ han rechazado la legitimación de la anexión ilegal de Jerusalén como ciudad israelí en la gala de clausura del World Pride 2017, ofreciendo su apoyo a ‘BDS Comisión Pinkwatching’ (Boicot, Desinversiones y Sanciones contra Israel), que denuncia cómo el Gobierno de Israel instrumentaliza la diversidad sexual y de género para presentarse ante el mundo como una democracia ‘gayfriendly’.
Corrían los años 90. La franja de Gaza era un hervidero de familias colonas traídas por el Gobierno israelí. Vivían en cómodas viviendas conectadas a carreteras privadas. A su disposición estaban las mejoras líneas de costa. Desde 1967 la población gazatí había visto cómo esa ocupación explotaba sus recursos naturales, hundía su día a día en una miseria y fragmentaba familias. Dividir familias en el espacio y el tiempo había sido (y es) uno de los apartados del manual cómo colonizar Palestina hasta el último rincón, también romperlas, por dentro, utilizando una de las tácticas más abominables. En cuanto los israelíes conocían la existencia de una persona palestina homosexual, la extorsionaban. A veces incluso no era necesario que dicha identidad fuese real. El aparato de inteligencia israelí iba principalmente a por ellos, los palestinos. Más fáciles de descubrir en sus encuentros con otros hombres y más valiosos para el fin último de dicho chantaje: convertirse en espías, colaboradores de Israel. Si no lo hacían, la noticia llegaba a oídos de su familia, cuyos miembros masculinos no permitían desviaciones de la norma heteropatriarcal.
Con la llegada del año 2005 se produjo la reubicación de las tropas israelíes alrededor de la franja de Gaza, bloqueándola por mar, tierra y aire. Las colonias se desmantelaron y sus ocupantes fueron conducidos fuera de la misma, a Israel. Sin embargo, la presión a personas LGTBIQ+ palestinas para semejantes fines sigue llevándose a cabo en Cisjordania y Jerusalén-Este, todavía bajo la presencia militar israelí.
Tiñendo de rosa el rojo de la sangre derramada
Israel, según la ONU, es la “entidad ocupante” de Palestina. Con una doctrina largoplacista diseñada para extenuar al ocupado, el pueblo palestino, incumple varios tratados internacionales y la carta universal de los Derechos Humanos. Con ese sistema a sus espaldas y un historial de explotación homófoba contra gente palestina, Israel no duda en presentarse al mundo como una democracia gay-friendly. Arrojando litros y litros de pintura rosa, Israel quiere mostrarse como un país de acogida para la comunidad LGTBIQ+. Esto es lo que activistas que defienden los derechos del pueblo palestino llaman “pinkwashing”, un “lavado rosa”.
“Con el pinkwashing intentan, por un lado, lavarse la imagen porque Israel está violando los derechos humanos en Palestina y, por otro, quieren atraer más turismo a Tel Aviv”, cuenta una activista española. Todavía recuerda cómo vivió una de las operaciones militares israelíes sobre la franja de Gaza. De hecho, poco le faltó para perder la vida en uno de los bombardeos. “Recuerdo también a un niño en Qalandia, Cisjordania. Por la noche, los israelíes habían terminado de levantar el muro y a la mañana siguiente ese niño y sus padres se toparon con la cruel realidad. Nunca olvidaré esa mirada”, continúa.
La activista forma parte de un colectivo, el LGTBIQ+, acostumbrado a luchar por sus derechos, por su visibilidad, por su libertad. “Como activista de derechos humanos que somos, nos comprometemos a luchar contra el apartheid y el colonialismo en su conjunto. Tejemos vínculos con personas, como la gente palestina, que tienen el mismo sufrimiento”, asegura.
Este año 2017, en el contexto del World Pride en Madrid ha estado presente la solidaridad con Palestina, la denuncia del apartheid y el colonialismo israelí. Aunque tampoco ha faltado el pinkwashing. “Israel dedica muchísimo dinero a esa estrategia, que el año pasado fue criticada duramente por el colectivo LGTBIQ+ israelí porque se estaba gastando más dinero fuera que dentro. En España también está presente”, asevera la activista. Este año se estrena la Comisión BDS (Boicot, Desinversiones y Sanciones contra Israel) ‘Pinkwatching’, de vigilancia del pinkwashing israelí en nuestras sociedades.
LGTBIQ+ bajo apartheid israelí
ASWAT, ‘Palestinian Gay Women’, es una de las asociaciones LGTBIQ+ que trabaja, codo con codo, con la Comisión Pinkwatching del BDS en España. Una de sus activistas, Ghadir Al-Shafie, ha participado en la extensa agenda del Orgullo Crítico con conferencias y acción de calle realizadas en Madrid del 26 de junio al 2 de julio. “La intersección con otros grupos es importante – afirma Al- Shafie-, de este modo conseguimos ganar más atención sobre LGTBIQ+, el pinkwashing israelí y la lucha contra la ocupación y el régimen colonial de asentamientos”.
ASWAT trabaja junto con otros grupos de la sociedad civil palestino-israelíes. La misma Al-Shafie es palestina con nacionalidad israelí. Es profesora y por esta razón puede hablar con propiedad sobre una de las demandas principales del colectivo LGTBIQ+: más educación para combatir la homofobia. El sistema educativo israelí se divide en dos ramas: el hebreo y el árabe. La división es una buena herramienta que permite aplicar políticas de discriminación y segregación al sistema minoritario, el que acoge a la población palestina: el sistema árabe. Un hecho constatado en informes de organizaciones de igualdad y justicia social en Israel. “Como vimos que el ministerio les estaba financiando [al sistema hebreo] para aumentar la concienciación con respecto al LGTBIQ+, quisimos negociar también para hacer lo propio en nuestras escuelas”, relata Al-Shafie. Pero no consiguieron la misma bienvenida que la representación del sistema educativo hebreo. “¡En la reunión nos dejaron hablar solo dos minutos!”, critica Al-Shafie.
Como dice la activista palestino-israelí, la sociedad palestina no es más homófoba que otra sociedad del mundo y es imperante que se desarrolle un buen currículo porque no son pocas las personas (incluidas madres y padres) que acuden a sus conferencias sobre diversidad sexual. Si la educación no incluye esta realidad, seguirá siendo fácilmente utilizada como una herramienta para la ocupación y el apartheid en detrimento del pueblo palestino.
“Lo más significativo es que el BDS, Boicot, Desinversiones y Sanciones contra Israel, se ha convertido en un movimiento muy extendido en todo el mundo – recalca Al-Shafie.- El BDS busca el respeto de los derechos humanos y, hay que decir, está siendo muy beneficioso el trabajo realizado desde España donde desenmascaran el pinkwashing israelí”.
“Quien defiende los derechos humanos los defiende todos”
Sin embargo, el World Pride 2017 culminó el domingo 2 de julio con, tal y como apunta la Comisión BDS Pinkwatching, “la mayor escenificación de pinkwashing y legitimación del apartheid y ocupación israelí jamás realizada fuera de Israel”. Según informó la Comisión, la Asociación de Empresas y Profesionales para Gays y lesbianas de Madrid y su Comunidad (AEGAL) se había comprometido con la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (FELGTB) y la Plataforma 28J, una confluencia de diferentes colectivos LGTBIQ+ madrileños, a que en dicha gala “no tuviera lugar la participación de la embajada de Israel y que no habría presencia de signos físicos, como por ejemplo la bandera de Israel u otros relacionados”.
Asociaciones LGTBIQ+ y de derechos humanos, así como partidos políticos como Izquierda Unida y Podemos Comunidad de Madrid se habían adherido a dicha demanda, pero en el evento de clausura, muy al contrario de lo esperado, la ciudad de Jerusalén fue relacionada enteramente con el Estado de Israel, mientras la ley internacional mantiene que Jerusalén-Este es una ciudad palestina bajo ocupación.
“El pinkwashing israelí alimenta la arabofobia. ¿Qué pasa con nuestros compañeros y compañeras LGTBIQ+ de Palestina? ¿Qué ocurre con las personas que quieren salir del armario?”, afirma sin titubeo Roberto, miembro de la Comisión BDS Pinkwatching y de la plataforma 28 J. “Esa doble vida, necesaria para las personas LGTBIQ+, como salir de casa de tus padres, trasladarte de un pequeño pueblo a una ciudad, buscar un trabajo, hacerte independiente… Eso no existe en Palestina bajo ocupación israelí porque no hay libertad de movimiento”, denuncia Roberto.
La Comisión BDS Pinkwatching ha exigido a la junta directiva de AEGAL que rectifique públicamente por la complicidad con el apartheid israelí, “precisamente cuando se cumplen 50 años de ocupación ilegal de Palestina”, apunta en una nota de prensa. Pide, además, la auditoría de las cuentas del evento para conocer si ha existido financiación por parte de Israel.
A pesar del desenlace de este año, Roberto subraya la necesidad de que siga existiendo una sinergia, la lucha unida de la comunidad LGTBIQ+ en cualquier país del mundo junto a Palestina. Y añade: “Quien defiende los derechos humanos los defiende todos”.
Corrían los años 90. La franja de Gaza era un hervidero de familias colonas traídas por el Gobierno israelí. Vivían en cómodas viviendas conectadas a carreteras privadas. A su disposición estaban las mejoras líneas de costa. Desde 1967 la población gazatí había visto cómo esa ocupación explotaba sus recursos naturales, hundía su día a día en una miseria y fragmentaba familias. Dividir familias en el espacio y el tiempo había sido (y es) uno de los apartados del manual cómo colonizar Palestina hasta el último rincón, también romperlas, por dentro, utilizando una de las tácticas más abominables. En cuanto los israelíes conocían la existencia de una persona palestina homosexual, la extorsionaban. A veces incluso no era necesario que dicha identidad fuese real. El aparato de inteligencia israelí iba principalmente a por ellos, los palestinos. Más fáciles de descubrir en sus encuentros con otros hombres y más valiosos para el fin último de dicho chantaje: convertirse en espías, colaboradores de Israel. Si no lo hacían, la noticia llegaba a oídos de su familia, cuyos miembros masculinos no permitían desviaciones de la norma heteropatriarcal.
Con la llegada del año 2005 se produjo la reubicación de las tropas israelíes alrededor de la franja de Gaza, bloqueándola por mar, tierra y aire. Las colonias se desmantelaron y sus ocupantes fueron conducidos fuera de la misma, a Israel. Sin embargo, la presión a personas LGTBIQ+ palestinas para semejantes fines sigue llevándose a cabo en Cisjordania y Jerusalén-Este, todavía bajo la presencia militar israelí.
Tiñendo de rosa el rojo de la sangre derramada
Israel, según la ONU, es la “entidad ocupante” de Palestina. Con una doctrina largoplacista diseñada para extenuar al ocupado, el pueblo palestino, incumple varios tratados internacionales y la carta universal de los Derechos Humanos. Con ese sistema a sus espaldas y un historial de explotación homófoba contra gente palestina, Israel no duda en presentarse al mundo como una democracia gay-friendly. Arrojando litros y litros de pintura rosa, Israel quiere mostrarse como un país de acogida para la comunidad LGTBIQ+. Esto es lo que activistas que defienden los derechos del pueblo palestino llaman “pinkwashing”, un “lavado rosa”.
“Con el pinkwashing intentan, por un lado, lavarse la imagen porque Israel está violando los derechos humanos en Palestina y, por otro, quieren atraer más turismo a Tel Aviv”, cuenta una activista española. Todavía recuerda cómo vivió una de las operaciones militares israelíes sobre la franja de Gaza. De hecho, poco le faltó para perder la vida en uno de los bombardeos. “Recuerdo también a un niño en Qalandia, Cisjordania. Por la noche, los israelíes habían terminado de levantar el muro y a la mañana siguiente ese niño y sus padres se toparon con la cruel realidad. Nunca olvidaré esa mirada”, continúa.
La activista forma parte de un colectivo, el LGTBIQ+, acostumbrado a luchar por sus derechos, por su visibilidad, por su libertad. “Como activista de derechos humanos que somos, nos comprometemos a luchar contra el apartheid y el colonialismo en su conjunto. Tejemos vínculos con personas, como la gente palestina, que tienen el mismo sufrimiento”, asegura.
Este año 2017, en el contexto del World Pride en Madrid ha estado presente la solidaridad con Palestina, la denuncia del apartheid y el colonialismo israelí. Aunque tampoco ha faltado el pinkwashing. “Israel dedica muchísimo dinero a esa estrategia, que el año pasado fue criticada duramente por el colectivo LGTBIQ+ israelí porque se estaba gastando más dinero fuera que dentro. En España también está presente”, asevera la activista. Este año se estrena la Comisión BDS (Boicot, Desinversiones y Sanciones contra Israel) ‘Pinkwatching’, de vigilancia del pinkwashing israelí en nuestras sociedades.
LGTBIQ+ bajo apartheid israelí
ASWAT, ‘Palestinian Gay Women’, es una de las asociaciones LGTBIQ+ que trabaja, codo con codo, con la Comisión Pinkwatching del BDS en España. Una de sus activistas, Ghadir Al-Shafie, ha participado en la extensa agenda del Orgullo Crítico con conferencias y acción de calle realizadas en Madrid del 26 de junio al 2 de julio. “La intersección con otros grupos es importante – afirma Al- Shafie-, de este modo conseguimos ganar más atención sobre LGTBIQ+, el pinkwashing israelí y la lucha contra la ocupación y el régimen colonial de asentamientos”.
ASWAT trabaja junto con otros grupos de la sociedad civil palestino-israelíes. La misma Al-Shafie es palestina con nacionalidad israelí. Es profesora y por esta razón puede hablar con propiedad sobre una de las demandas principales del colectivo LGTBIQ+: más educación para combatir la homofobia. El sistema educativo israelí se divide en dos ramas: el hebreo y el árabe. La división es una buena herramienta que permite aplicar políticas de discriminación y segregación al sistema minoritario, el que acoge a la población palestina: el sistema árabe. Un hecho constatado en informes de organizaciones de igualdad y justicia social en Israel. “Como vimos que el ministerio les estaba financiando [al sistema hebreo] para aumentar la concienciación con respecto al LGTBIQ+, quisimos negociar también para hacer lo propio en nuestras escuelas”, relata Al-Shafie. Pero no consiguieron la misma bienvenida que la representación del sistema educativo hebreo. “¡En la reunión nos dejaron hablar solo dos minutos!”, critica Al-Shafie.
Como dice la activista palestino-israelí, la sociedad palestina no es más homófoba que otra sociedad del mundo y es imperante que se desarrolle un buen currículo porque no son pocas las personas (incluidas madres y padres) que acuden a sus conferencias sobre diversidad sexual. Si la educación no incluye esta realidad, seguirá siendo fácilmente utilizada como una herramienta para la ocupación y el apartheid en detrimento del pueblo palestino.
“Lo más significativo es que el BDS, Boicot, Desinversiones y Sanciones contra Israel, se ha convertido en un movimiento muy extendido en todo el mundo – recalca Al-Shafie.- El BDS busca el respeto de los derechos humanos y, hay que decir, está siendo muy beneficioso el trabajo realizado desde España donde desenmascaran el pinkwashing israelí”.
“Quien defiende los derechos humanos los defiende todos”
Sin embargo, el World Pride 2017 culminó el domingo 2 de julio con, tal y como apunta la Comisión BDS Pinkwatching, “la mayor escenificación de pinkwashing y legitimación del apartheid y ocupación israelí jamás realizada fuera de Israel”. Según informó la Comisión, la Asociación de Empresas y Profesionales para Gays y lesbianas de Madrid y su Comunidad (AEGAL) se había comprometido con la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (FELGTB) y la Plataforma 28J, una confluencia de diferentes colectivos LGTBIQ+ madrileños, a que en dicha gala “no tuviera lugar la participación de la embajada de Israel y que no habría presencia de signos físicos, como por ejemplo la bandera de Israel u otros relacionados”.
Asociaciones LGTBIQ+ y de derechos humanos, así como partidos políticos como Izquierda Unida y Podemos Comunidad de Madrid se habían adherido a dicha demanda, pero en el evento de clausura, muy al contrario de lo esperado, la ciudad de Jerusalén fue relacionada enteramente con el Estado de Israel, mientras la ley internacional mantiene que Jerusalén-Este es una ciudad palestina bajo ocupación.
“El pinkwashing israelí alimenta la arabofobia. ¿Qué pasa con nuestros compañeros y compañeras LGTBIQ+ de Palestina? ¿Qué ocurre con las personas que quieren salir del armario?”, afirma sin titubeo Roberto, miembro de la Comisión BDS Pinkwatching y de la plataforma 28 J. “Esa doble vida, necesaria para las personas LGTBIQ+, como salir de casa de tus padres, trasladarte de un pequeño pueblo a una ciudad, buscar un trabajo, hacerte independiente… Eso no existe en Palestina bajo ocupación israelí porque no hay libertad de movimiento”, denuncia Roberto.
La Comisión BDS Pinkwatching ha exigido a la junta directiva de AEGAL que rectifique públicamente por la complicidad con el apartheid israelí, “precisamente cuando se cumplen 50 años de ocupación ilegal de Palestina”, apunta en una nota de prensa. Pide, además, la auditoría de las cuentas del evento para conocer si ha existido financiación por parte de Israel.
A pesar del desenlace de este año, Roberto subraya la necesidad de que siga existiendo una sinergia, la lucha unida de la comunidad LGTBIQ+ en cualquier país del mundo junto a Palestina. Y añade: “Quien defiende los derechos humanos los defiende todos”.