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domingo, 17 de mayo de 2020

#hemeroteca #feminismo #arte | Guerrilla Girls: la escuadra feminista que sacude al arte desde 1985

Imagen: El Tiempo / Guerrilla Girls
Guerrilla Girls: la escuadra feminista que sacude al arte desde 1985.
Son mujeres artistas que señalan los mecanismos machistas en los círculos del arte contemporáneo.
Pilar Bolívar | El Tiempo, 2020-05-17
https://www.eltiempo.com/cultura/arte-y-teatro/entrevista-con-guerrilla-girls-colectivo-artistico-feminista-496322

Humor, cifras, piel y máscaras de gorilas han sido parte de la ecuación de estas ‘artivistas’ que por tres décadas y media han lanzado los más poderosos rugidos en contra del sexismo y el racismo en las escenas del arte, la cultura, la política y la economía contemporáneas.

Enmascaradas, vestidas de negro y peludas. A ‘Frida Kahlo’ se la diferencia del resto de la manada porque tiene labios pintados de rojo; a ‘Zubeida Agha’, porque suele dejar sus brazos a la vista, mientras que de ‘Käthe Kollwitz’ se sabe que usa gafas de marco verde.

Pero, más allá de compartir el mismo rostro de gorilas, todas tienen en común el estatus subversivo y la astucia de Clark Kent para llevar dos vidas, una artística y otra activista con altas dosis de humor y crítica. “He estado en el Museo Whitney –dice ‘Zubeida Agha’– y veo a mucha gente, a través de mi máscara, con quienes hablo sin ella, pero ellos no tienen idea. Es como tener un superpoder”.

Sus alias son los nombres de las mujeres que, desde las artes, hace más de un siglo impulsaron la lucha por la representación femenina. De ahí que la primera afroamericana en abrir su propia galería de arte en América, la escultora Augusta Savage, sea la 'community manager' de esta escuadra feminista, o que las rebeldes Kahlo y Koll-witz –las espaldas plateadas, como cofundadoras de esta horda por la que han pasado un centenar de activistas desde los 8 hasta los 80 años– respondan los correos, o que entre sus filas militen desde la controversial escritora de novela de liberación femenina de comienzos del siglo XX Chiyo Uno hasta la vanguardista del videoarte Shigeko Kubota.

Se cambian en los baños de los museos o galerías en donde, ‘de civil’, exponen sus obras y, con sus máscaras de gorilas, tapizan los espacios públicos y los distritos de arte con estadísticas impresas en carteles que rugen ante las inequidades contra mujeres y artistas de color.

Este ha sido su 'modus operandi' desde hace 35 años, cuando se agruparon bajo la escuadra de las Guerrilla Girls y lanzaron su primera bomba de estrógeno frente al MoMA de Nueva York en 1989: un cartel de fondo amarillo con la figura femenina de la odalisca de Dominique Ingres, con máscara de primate, leyendo: ‘¿Tienen las mujeres que estar desnudas para entrar en el Met Museum? Menos del 5% de los artistas en las secciones de arte moderno son mujeres, pero un 85% de los desnudos son femeninos’.

Desde entonces, su onda explosiva se esparció desde el arte hasta otras ramas de la inequidad por género y raza. El cine, la cultura popular y la política les han permitido trepar el árbol del ‘artivismo’ (activismo a través del arte), hasta autodenominarse ‘la conciencia del arte’.

¿El arte es, para ustedes, más efectivo que otros temas al abordar el feminismo?
‘Frida Kahlo’: Somos artistas, por eso comenzamos en este campo. Pero inventamos una alternativa de usar datos y humor para darle un giro a un problema y presentarlo diferente para cambiar la mente de la gente. Así llegamos a la política, el cine, la cultura pop.

Devolvámonos a 1985. ¿Cómo nacieron las Guerrilla Girls?
‘Käthe Kollwitz’: Éramos un grupo de mujeres artistas y vimos que tras los logros del arte feminista de los 60 y 70, las cosas iban empeorando para las mujeres. Nos manifestamos frente al MoMA, de Nueva York, porque habían organizado una exposición antológica en la que casi no incluyeron a mujeres ni a artistas de color; notamos que a nadie le importó y decidimos que debíamos crear nuevas formas de protesta, pegando nuestros carteles con unos datos de la época según los cuales, en las galerías de arte y los museos no se mencionaba a las mujeres. De pronto, todo el mundo quiso hablar de eso, y nacieron las Guerrilla Girls.

El anonimato ha sido una de sus características ¿Por qué?
‘Frida Kahlo’: Para protegernos; pero nos dimos cuenta de que las máscaras nos permiten tomar distancia para que nadie pudiera decir que protestábamos porque personalmente no habíamos logrado algo. Así representamos la situación de las mujeres artistas y no la de una artista. El anonimato ha sido el secreto de nuestro éxito porque el misterio sobre quiénes somos es delicioso y seductor.

¿Y hubo algo en especial para elegir a un gorila?
‘Käthe Kollwitz’: Apenas pegamos nuestros primeros ‘posters’, mucha gente quiso hablar con nosotras y supimos que necesitábamos un disfraz. Un día, una de nuestras primeras integrantes estaba escribiendo en un papel ‘Guerrilla Girls’, pero en vez de ‘Guerrilla’, ella escribió ‘Gorila’ (en inglés, estas dos palabras se pronuncian muy similar), y fue como si el cielo se hubiese abierto. Pensamos: ‘Eso es lo que haremos: usar máscaras de gorilas; confrontemos el estereotipo femenino’.

¿Por qué guerrilleras?
Éramos guerrilleras antes de ser gorilas. Somos activistas en nuestras vidas sin máscaras. Decidimos ser luchadoras de la libertad, porque el mundo del arte era un lugar muy cortés y de clase alta; queríamos asustarlos y que pensaran que éramos espías infiltradas.

¿Por qué 'girls' aún, 35 años después?
Queríamos ser 'girls' (chicas) porque queríamos que todas reclamaran esa asquerosa palabra usada para referirse a mujeres jóvenes.

¿De ahí su contrapeso a la cosificación de la mujer a través de arte?
Sí, de allí también viene nuestro primer gran cartel. Nos preguntamos por qué las mujeres artistas solo están en los museos desnudas. Seguimos la pelea de una de las sufragistas, Mary Richardson, quien para protestar por la detención de su compañera de causa, la británica Emmeline Pankhurst, rajó con un cuchillo en 1914 la pintura de la Venus del espejo, de Velázquez, que estaba en la National Gallery. La apodaron la ‘acuchilladora’, y dijo que no le gustaba cómo los hombres babeaban frente a ese cuadro mientras su aliada feminista estaba en prisión luchando, cartel en mano y en huelga de hambre, por el derecho al voto y la representación femeninas, más allá de ser un objeto de deseo.

¿Y por ello el cartelismo?
Este ha sido una de nuestras herramientas para hacer de la protesta un arte. Al combinar esta técnica con el humor puedes llegar a personas que no piensan como tú. Los carteles han sido clave en los movimientos feministas. Como artistas y mujeres, pasamos siglos intentando encontrar el punto de vista perfecto. Nosotras, en cambio, pasamos tiempo haciendo el póster más efectivo que podemos.

¿Cómo definen la efectividad de un cartel?
Uno de los mayores logros es cuando los medios empiezan a hablar en los mismos términos que nosotras. En 2002 creamos un cartel que señalaba la discriminación en los Óscar y representaba la estatuilla anatómicamente correcta: blanca y hombruna, ‘¡tal como la gente que gana!’, decía el texto, acompañado por cifras como que, hasta entonces, no se había otorgado nunca a una mujer el premio al mejor director y solo el 5,5% de los galardones a las mejores interpretaciones fueron para personas negras. Al año siguiente, Denzel Washington y Halle Berry fueron premiados; en 2010, Kathryn Bigelow se erigió como la primera y única mujer en recibir el Óscar a la mejor dirección, y Patricia Arquette, en la edición 2015, utilizó su discurso para denunciar las diferencias salariales. Ahora todo el mundo critica que los Óscar son muy blancos. Y es estupendo cuando otros critican lo mismo que nosotras.

¿Qué ha cambiado, en la escena del arte, desde 1985 debido a su ‘artivismo’?
‘Frida Kahlo’: Al comienzo las instituciones se sintieron presionadas, pero las cifras siguen desalentando. La discriminación se mantiene, lo único que ha cambiado es que ahora usa un lenguaje codificado. Y que cada vez es más difícil conseguir buenas máscaras de gorila en Nueva York.

¿Más codificado?
‘Käthe Kollowitz’: Sí, es lo que llamamos el tokenismo, o una filantropía aparente. Los galeristas dicen que las mujeres y los artistas de color no están haciendo trabajos que generen un diálogo; lo que quieren decir es: ‘No puedo ganar miles de millones de dólares de mujeres artistas. Así que voy a incluir en mi colección a este joven blanco’. Ustedes son artistas, y sus exposiciones son convocadas por museos a los cuales también señalan de las inequidades en el arte.

¿No sienten como si ‘patearan a la lonchera’?
‘Frida Kahlo’: Somos provocadoras y queremos transformar, no solo criticar. Avergonzar a las instituciones ha sido útil, al crear cierta conciencia. En 1985, los museos decían que no exhibían obras de mujeres ni de artistas negros porque no cumplían los estándares (hombres y blancos). Nunca se saldrían con la suya diciendo eso en este momento.

Sus señalamientos van en contra de los coleccionistas y dueños de museos privados ¿Por qué?
Nos preocupa la economía triangular del arte, que redujo a los artistas a un instrumento capitalista. Lees sobre los artistas, se dice lo ricos que son, por cuánto se vende su trabajo y qué multimillonarios los tienen en sus colecciones privadas. Y, sí, el arte es escandalosamente caro, y todas estas personas enormemente ricas son las que compran, pero ¿por qué ellos también controlan las instituciones? Hay un conflicto de intereses.

¿Por qué venden sus carteles y su merchandising a precios ínfimos?
Para subvertir el paradigma económico convencional. Las galerías nos piden representarnos, pero no estamos interesadas en formar parte del mercado ni en producir un bien precioso; por eso cualquier persona puede comprar nuestros carteles online por 20 dólares. Preferimos ser recordadas en la historia ('herstory', no 'history', en inglés), no porque los coleccionistas de arte hayan estado interesados en nuestro trabajo, sino porque los y las artistas y estudiantes se interesan en él.

¿También para democratizar el arte?
Sí; queremos promover entre los artistas que dejen de hacer arte solo para el uno por ciento –los oligarcas que manejan el negocio– y comiencen a hacerlo para todos.

¿Qué opinan de movimientos feministas virales, como #MeToo o #NiunaMenos?
‘Frida Kahlo’: Son muy importantes. Casi todas las mujeres, muchos hombres y transgéneros han experimentado algún tipo de acoso sexual o abuso, aun en la escena del arte. Por eso creamos un afiche enfocándonos en la pintura del expresidente Clinton elaborada por Chuck Close (¡un acusado de depredador sexual pintando a otro!), que reposa en Washington.

¿Sus frutos se evidencian en las nuevas iniciativas feministas?
‘Käthe Kollowitz’: Que la gente nos tome como modelo para hacer su activismo creativo es nuestro verdadero premio, no que tengamos éxito al ser ‘elegidas’ por un galerista. Si bien no esperamos que un siglo de feminismo borre milenios de patriarcado, todos necesitan luchar por lo que creen; mientras más activismo, mejor.

¿Por qué ya no encuentran buenas máscaras de gorilas?
Quizás ya no son una gran cosa para Halloween.

martes, 9 de enero de 2018

#hemeroteca #machismo | ‘Normalidad’ y género

Imagen: El País / Rosa Chacel
‘Normalidad’ y género.
No comentar el sexo de los que gobiernan, ganan premios o ingresan en la Academia ocultaría que el poder y los recursos los siguen acaparando hombres.
Laura Freixas | El País, 2018-01-09
https://elpais.com/elpais/2018/01/08/opinion/1515426685_614695.html

Las mujeres están siendo víctimas de una paradoja, asegura Javier Marías en un artículo reciente (Paradoja, El País Semanal, 25-12-17). Y es que después de haber luchado mucho para ser juzgadas “con normalidad”, sin que se tuviera en cuenta su sexo, ahora no hacen más que hablar de eso: de su sexo. Hacen listas de escritoras olvidadas; publican artículos protestando de que haya tan pocas ministras o académicas; escriben libros que tratan solo sobre su sexo... Las mujeres, en fin, parecen empeñadas en recordar que lo son, y eso, según Marías, las perjudica.

Como autora que soy, desde hace más de veinte años, de libros y artículos sobre este tema, y cofundadora de una asociación para la igualdad de género en la cultura (Clásicas y Modernas), me siento aludida por el artículo y me gustaría, señor Marías, contestarle.

Coincido con usted en que existe, en este asunto, una paradoja, pero no la que usted señala, sino otra: la de la “normalidad”. Pues “normalidad” es, en su artículo, el concepto clave. ¿Y en qué consiste? Muy sencillo, según usted: en que se juzgue a las mujeres “exclusivamente por su calidad”. Respuesta impecable, desde luego, si no fuera por una pequeña cuestión previa: ¿qué es “calidad”?... No tratándose de ciencias exactas, calidad será lo que guste a quienes juzgan. ¿Y quiénes son? Quienes hacen crítica en los suplementos, componen las Academias, ostentan cátedras... Y que pertenecen, en un 80% aproximadamente, al mismo sexo (adivinen cuál). Por cierto, qué curioso: ese 80% de críticos del mismo sexo, eligen reseñar libros cuyos autores pertenecen, también en un 80%, al sexo en cuestión. Por razones de calidad, claro, exclusivamente.

Esa es la “normalidad” imperante, en lo cuantitativo. Fijémonos ahora en lo cualitativo. Elogia usted a las mujeres que “no esperan favores y jamás lloriquearían”. Ensalza a Rosa Chacel, que “no sentía ningún complejo” y cuando fue candidata a la Academia “no le gustó tener que disputarse el sillón con otra mujer”. Está claro que para la “normalidad” de la que se hace usted portavoz, ser mujer es algo que rebaja. Competir con una de ellas es degradante y provoca admiración y sorpresa la que no está acomplejada por serlo.

¿”Normalidad”? Ocurre en las artes lo mismo que en cualquier otro ámbito: el sujeto supuestamente neutro, “normal”, en realidad es masculino. En lo laboral, por ejemplo, se concibe al trabajador como alguien siempre disponible, porque no asume cargas familiares. En arte, una obra “normal” es la que trata de la guerra o la caza de ballenas: aunque todos los personajes sean masculinos, nadie dirá que su autor “habla solo de su sexo”; se entiende que trata de la condición humana, pues el patriarcado confunde lo masculino con lo humano. Cuando las mujeres hacemos arte sobre las experiencias femeninas, en cambio, eso no se considera “normal”, sino “de mujeres”. Ahí está la paradoja: en reclamar una “normalidad” consistente en hacer como si el sexo no existiera..., mientras se mantiene un 'statu quo' en el que quienes juzgan pertenecen muy mayoritariamente a uno de los dos sexos, y aplican criterios sexuados.

En ‘Paradoja’, Marías aplica un modelo de argumentación al que ya nos tiene acostumbradas: lo ha utilizado en Trabajo equitativo, talento azaroso (20-11-16), Más daño que beneficio (25-6-17) o Lo terrible de estos crímenes (10-12-17). Consta de dos partes. En la primera, presentándose como “feminista” (sic), proclama su indignación ante la desigualdad. En la segunda, procede a explicarnos (con la especial legitimidad que le otorga su condición de feminista) en qué se equivoca el feminismo. Desigualdad, dice, la hubo... pero nunca afectó a las de verdad buenas (‘Más daño...’); la desigualdad laboral es inaceptable... pero la que se da en el ámbito artístico constituye un misterio insondable que no debemos criticar, ni intentar entender siquiera (‘Trabajo equitativo...’); los crímenes machistas son terribles... pero individuales: como sociedad, poco podemos hacer, de modo que casi mejor no hacer nada (‘Lo terrible...’). ‘Paradoja’ aplica el mismo esquema y aspira al mismo objetivo: que dejemos de criticar. Que el sexo de quien gobierna, gana premios o ingresa en la Academia “no sea objeto de comentario”.

Buena idea. Si no lo comentamos, no nos daremos cuenta de que el poder, el reconocimiento y los recursos los siguen acaparando hombres. El silencio es, qué duda cabe, la mejor manera de mantener intacto el ‘statu quo’, con sus jerarquías y sus privilegios. Pero mucho me temo, señor Marías, que no le vamos a hacer caso.

Laura Freixas es escritora. Su nuevo libro, ‘Todos llevan máscara. Diario 1995-1996’, saldrá en febrero en la editorial Errata Naturae. Es presidenta de honor de la asociación Clásicas y Modernas.

lunes, 20 de noviembre de 2017

#hemeroteca #mujeres #comic | Mujeres que no pedían permiso

Imagen: El País / Peter Bagge
Mujeres que no pedían permiso.
Peter Bagge, admirado autor 'underground', lleva al cómic historias de estadounidenses de vidas épicas como Margaret Sanger o Zora Neale Hurston.
Tereixa Constenla | El País, 2017-11-20
https://elpais.com/cultura/2017/11/17/actualidad/1510926216_207961.html

El hombre que publicó historietas políticas y sociales sobre Estados Unidos durante ocho años en una revista libertaria llamada Reason, recopiladas en un libro de título impagable 'Todo el mundo es estúpido menos yo' (La Cúpula), es incapaz de decir nada sobre Trump. Peter Bagge (Peekskill, Nueva York, 1957) se ha quedado sin palabras. “Mucha gente está trabajando en un cómic sobre Donald Trump. Para mí es demasiado confuso. Ni siquiera entiendo lo que está pasando. Para ser honesto, no sabría qué hacer. La realidad es más delirante que la ficción”, confiaba hace unas semanas en la librería Generación X, en Madrid, donde pronto se apiñaron decenas de lectores. Cada uno buscaba su Peter Bagge. Hay varios.

El autor de culto para el ‘underground’ que fichó Robert Crumb. El historietista libertario que defiende en sus "reportajes de investigación sobre la actualidad" el uso de las armas o la liberalización de la marihuana. El creador del disfuncional Buddy Bradley de ‘Odio’, cargado de experiencias propias y ajenas. El dibujante al que Harvey Peaker invitó a colaborar (“He pensado que podrías participar en una de mis historias aunque creo que tendrías que cambiar tu estilo”). El autor de un Spiderman alternativo, que tituló ‘El megalómano’ y al que pintó derrotado sobre una mesa, rodeado de restos de pizza, con calzoncillos de lunares, vivo retrato del derrumbe del sueño americano. Un desastre para la historia de Marvel y un superventas para la historia de Bagge.

En los últimos años sus intereses han cambiado. Ha descubierto mujeres estadounidenses arrebatadoras, libres y creativas, como la pionera de la planificación familiar Margaret Sanger o la escritora y antropóloga negra Zora Neale Hurston. Mujeres que dieron que hablar y de las que apenas se habla. Podrían ser ejemplos de la ‘herstory’ que impulsan las activistas de la igualdad de género. Pero Bagge no lo hace por activismo feminista. Lo hace porque sucumbió a las vidas y personalidades trepidantes de sus protagonistas, a una manera de estar libertaria que comparte. “Son mujeres valientes”, defiende, “que no esperaban a que les dieran permiso para hacer las cosas que querían”.

Margaret Sanger inspiró ‘La mujer rebelde’, publicado en español en 2014, y Zora Neale Hurston ‘Fire!!’, editada este año. Ambas pertenecen al catálogo de La Cúpula, al igual que el resto de la obra de Bagge (‘Odio’, ‘Bat Boy’ o ‘Apocalipsis friki’, entre otros álbumes). “Conforme me hago mayor, me interesa más la historia. Es más fácil entender lo que está pasando en la actualidad, porque la historia suele repetirse”, afirma en el sótano abovedado de una librería de cómic ya añeja —tres lustros de negocio— por donde han pasado Chester Brown o Tom Gauld.

Bagge se sorprendió al investigar sobre mujeres del XIX, antes del movimiento feminista de los sesenta, por su espíritu libre. “Casi ninguna tenía hijos y me pregunté por los métodos anticonceptivos que usarían”. Así dio con Margaret Sanger, educadora, enfermera y fundadora de la Liga Americana para el Control de la Natalidad en 1921. Tardó tres años en concluir el cómic, donde conviven rigor académico y humor ‘bagge’. Otro tanto ocurrió con ‘Fire!!’, donde las anotaciones ocupan 30 páginas, nada que envidiar a algunos ensayos de historia.

Intuye que se repetirá con su próximo proyecto. Nuevas dosis de heroísmo femenino: Rose Wilder Lane, hija de Laura Ingalls, la autora de ‘The little house’ —llevada al cine como ‘La casa de la pradera’—. Además de periodista, escritora y editora, Rose Wilder Lane está considerada una de las madres fundadoras del movimiento libertario de EE UU, junto a Ayn Rand e Isabel Paterson. Pero, a día de hoy, Bagge cree que cerrará etapa creativa sobre biografías con la trilogía.

viernes, 3 de noviembre de 2017

#hemeroteca #mujeres #historia | ¿Dónde están las mujeres?

Imagen; Herstóricas
¿Dónde están las mujeres?
La plataforma Herstóricas visibiliza la historia de las mujeres a través de visitas, paseos y talleres.
Marta Villena | El País, 2017-11-03
https://elpais.com/ccaa/2017/11/01/madrid/1509559514_221420.html

En el Museo del Prado y ante la atenta mirada de su grupo, la guía Marta Casquero narra la historia de Susana, la esposa de un influyente judío en el exilio en Babilonia que, mientras toma un baño, es asaltada por dos ancianos e importantes jueces que pretenden abusar de ella. Tras verse rechazados, los hombres acusan de adulterio a Susana, quien en un primer momento es condenada a morir apedreada. Susana y los Viejos es una de las escenas bíblicas más representadas en el arte pictórico. Uno de estos cuadros que exhibe el museo nacional es del pintor Paolo Veronese, El Veronés, en el que se muestra a una Susana despreocupada ante la actitud de los ancianos. “La interpretación de esta obra normaliza el acoso y culpa a la mujer de estos delitos”, explica Casquero.

Susana y Los Viejos es uno de los 10 cuadros que componen la visita Arte y Violencias Machistas de la plataforma Herstóricas, un proyecto que trata de visibilizar la historia de las mujeres a través de paseos, talleres y recorridos guiados en Madrid y Granada. Detrás de esta iniciativa feminista están Sara López, Mariela Maitane y la propia Casquero, que recuerdan el nacimiento del proyecto hace cinco años: “Herstóricas nació en Londres, donde nos conocimos. Viviendo allí nos dimos cuenta del gran vacío que había sobre la historia de las sufragistas británicas y decidimos montar una visita guiada”. Poco después, y de vuelta en España, continuaron con el proyecto. Casquero y López se ocupan de las actividades de la capital y Maitane de aquellas que se desarrollan en la ciudad andaluza.

Además de analizar la representación de las mujeres en el arte, Herstóricas reivindica más presencia de autoras en espacios públicos. “Dos de nuestras visitas se desarrollan en el Prado donde, desgraciadamente, solo hay cinco cuadros pintados por dos mujeres, Sofonisba Anguissola y Clara Peeters”, apunta Casquero. Y añade: “Es una pena que no haya más expuestas sabiendo que tienen en el depósito muchas más obras pintadas por mujeres”. 'Sexualidades en el Prado' y 'Repasando el Arte' son las otras dos visitas que la plataforma ofrece en Madrid.

“La mayoría de calles y plazas de la ciudad tienen nombres masculinos y nos preguntamos: ¿cómo es posible? ¿Es que nosotras no hemos hecho nada significativo?”, dice Casquero. “La historia se ha contado siempre a través de los hombres; nosotras intentamos dar un giro y contar la historia de ellas”, añade. El nombre de la iniciativa procede de un juego de palabras anglosajón: 'his-tory' (la historia de ellos) y 'hers-tory' (la historia de ellas). 'En Busca de las Madrileñas: Espacios Comunes' y 'Les-Bis en Madrid' son los recorridos que ofrecen por la capital. “Si las mujeres en general estuvieron invisibilizadas, las mujeres lesbianas ni existían” apunta López. Y prosigue: “Con este paseo intentamos visibilizar a aquellas mujeres célebres que en algún momento amaron a otra mujer y repasamos algunos de los hitos históricos del activismo lésbico de la capital”.

Otra de las grandes apuestas de Herstóricas es la educación, por eso ofrecen talleres para todos los públicos entre los que destacan 'La herstórica del mes'. En colaboración con el centro cultural Casino de la Reina, esta actividad gratuita profundiza en la historia de mujeres relevantes que pasaron por la capital. La inscripción a todas las actividades se realiza a través de la página web.

jueves, 29 de junio de 2017

#hemeroteca #gloriafuertes | ¿Por qué no gusta que nos guste Gloria Fuertes?

¿Por qué no gusta que nos guste Gloria Fuertes?.
Gloria Fuertes, cuestionada días atrás por Javier Marías, construyó su obra desde la conciencia de ser mujer, lesbiana y pobre; desde la voluntad de dignificar y elevar el lenguaje.
Elena Medel | Diario de Sevilla, 2017-06-29
http://www.diariodesevilla.es/ocio/gusta-guste-Gloria-Fuertes_0_1149485502.html

A Javier Marías no le gusta Gloria Fuertes. Como no le gusta Gloria Fuertes, y tampoco que guste, ha denunciado la "campaña orquestada" durante el centenario de su nacimiento, en la que se reivindica a Fuertes como "una grandísima poeta a la que debemos tomar muy en serio". Marías adjudica esta "campaña" a "una corriente feminista" que glorifica -nunca mejor dicho- a las mujeres por su sexo y no por su trabajo, aportando un listado de escritoras "llenas de inteligencia y talento" -y vida eterna: todas murieron ya-, a las que sí merece la pena leer, disfrutar y elogiar.

La autora de ‘Aconsejo beber hilo’ escribe en las antípodas simbólicas y artísticas de Marías. Cuando Gloria Fuertes cuenta París no se fija en la belleza del Sena, sino en los hombres de la calle que "comen pan mojado" junto al río y "fuman, fuman mucho". En ese poema –‘Mendigos en el Sena’, de 1955-, Fuertes retrata a unos personajes deshumanizados, sin identidad ni ideología -"ni siquiera tienen ideas de izquierdas"- pero en cuyos versos finales irrumpe el asombro: "Llegamos a lo más sorprendente,/ también hay mendigas".

Gloria Fuertes construyó su obra desde la conciencia de ser mujer, lesbiana y pobre; desde la voluntad de dignificar y elevar el lenguaje cotidiano. De formación autodidacta, se declaraba "estajanovista del verso": a diario escribía dos o tres poemas. Su obra es tan inabarcable -la editorial Torremozas se enfrenta desde hace varias décadas al reto de publicar, de manera exenta, toda su obra para adultos- como irregular. En un mismo libro conviven poemas excelentes, en los que chocan el discurso amargo y la dicción luminosa, con brevísimas ocurrencias basadas -no es poco- en el juego de palabras. Por supuesto, de Fuertes se citan versos sonrojantes: tantos como los de muchos maestros en apariencia indudables.

Su poesía abrió paréntesis en la poesía española de posguerra: no se adscribe a ninguna tendencia y dialoga a la vez con sus coetáneos. En el trasfondo social laten las mismas circunstancias que empujaron a Gabriel Celaya o Blas de Otero, y con posterioridad a los poetas del 50; en su reflexión sobre la identidad ocupaba un espacio destacado la cuestión femenina, con recursos similares a los de Ángela Figuera Aymerich -ambas desplazan la crítica a ámbitos inéditos, íntimos: los asignados por tradición a la mujer- o María Beneyto. Y el tratamiento libérrimo del lenguaje la vincula con los postistas, y en cierto modo -Gómez de la Serna en sus destellos- con las vanguardias ibéricas, y subraya el humor: un rasgo tan enraizado como atacado en la poesía española.

No resulta del todo cierto que Gloria Fuertes se trate de una autora marginal. En los años sesenta se convirtió en la única mujer incluida en la prestigiosa colección Colliure, con una selección de su obra a cargo de Jaime Gil de Biedma; tres de sus libros figuran en el catálogo de la colección Letras Hispánicas de Cátedra. Su obra para adultos se estudia con entusiasmo en las universidades estadounidenses, donde se la considera una referencia para comprender la literatura en castellano del pasado siglo, y su obra infantil y juvenil nunca ha dejado de leerse.

Unos lectores en los que se sustenta el éxito del centenario. La Fundación Gloria Fuertes apenas ha contado con más apoyo oficial que el del Ayuntamiento de Madrid, de forma puntual; el Congreso de los Diputados prefirió el septuagésimo quinto aniversario de la muerte de Miguel Hernández, una cifra más llamativa, menos redonda. Pero los lectores han comprado las antologías -tres: en Blackie Books, Nórdica y Reservoir Books- publicadas durante este año, han acudido a los homenajes y han reivindicado tanto sus poemas para niños, aquellos que despiertan nuestra nostalgia, como aquellos a los que apuntaba el foco: esa obra agridulce -y nada canónica- para adultos que cuesta etiquetar y clasificar, que no encaja en un sitio y encajaría en todos, que imprime sentido a lo que no quiere entenderse.

En resumen, los lectores han decidido rescatar la memoria de Gloria Fuertes, igual que sucede con otros escritores, hombres o mujeres: porque se cumplen tantos años de tal acontecimiento; porque una editorial de prestigio rescata su obra más emblemática; porque un articulista de referencia destaca un nombre, y hay quien se acerca a su librería de siempre con la recomendación doblada en el bolsillo. Me hubiera gustado conocer algún argumento que sustentara la opinión de Marías sobre Fuertes. ¿Por qué le parece sobrevalorada? Despojando su opinión de consideraciones literarias, Marías anula la escritura de Fuertes y la reduce a su sexo: no se habla de su obra, porque no existe.

Los movimientos de ‘herstory’ -que reivindican otra genealogía posible, y que constituyen una forma más de entender el feminismo hoy- nos revelan a quienes escribieron antes que nosotras. A escritoras como aquellas a las que recomienda Javier Marías, jamás ninguneadas según él: como las hermanas Brontë, que debieron firmar sus obras con seudónimos masculinos; o como Emilia Pardo Bazán, cuya candidatura para formar parte de la RAE fue rechazada en varias ocasiones, sufriendo insultos por su físico; o como Carmen Martín Gaite, a quien Abc -tras ganar el Premio Nadal por ‘Entre visillos’- fotografiaba dando de comer a su hija, afirmando: "A pesar de la emoción de la noticia, atiende como todos los días sus deberes de madre de familia".

Esta revisión de la historia de la literatura nos ha descubierto a nombres de primera fila, a autoras secundarias, a creadoras con hallazgos puntuales: mujeres en tantos posibles lugares como los que han ocupado siempre los hombres. A la mayoría de ellas, las circunstancias históricas no les permitieron convertirse en las escritoras que podrían haber sido; hasta hoy no habíamos podido conocerlas. Luego juzgaremos si nos interesan o no sus libros, si se valoraron con justicia; pero tengamos, al menos, la oportunidad de leerlas y opinar por nosotros mismos, por nosotras mismas.