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sábado, 9 de mayo de 2015

#hemeroteca #cuerpos | Nagore Iturrioz: “La anorexia es una tecnología de género que sirve para crear mujeres”

“La anorexia es una tecnología de género que sirve para crear mujeres”
Una conversación con Nagore Iturrioz sobre trastornos alimenticios y feminismos
Hibai Arbide Aza | PlayGround, 2015-05-09
http://www.playgroundmag.net/articulos/entrevistas/Anorexia-feminismo_0_1531646825.html

Nagore Iturrioz vive en Donostia. Tiene 35 años y es militante del colectivo Medeak, toda una referencia del activismo transfeminista. Hoy no se definiría como anoréxica, pero hubo un tiempo en el que identificarse como tal fue parte de un proceso que debía hacer. Fruto de ese proceso ha dado varias charlas en las que analiza la anorexia y los trastornos alimenticios como elementos que construyen la feminidad.

Hablemos de la anorexia.

Yo tengo problemas con los términos patologizados como anorexia, bulimia, etcétera. Hablaría más bien de haber vivido en primera persona desórdenes alimenticios. No me gusta el término anorexia, así que cuando lo use durante la conversación, será sólo por facilidad, para entendernos.

¿Hablamos de trastornos alimenticios, entonces?

En mi caso hablaría de una fijación o de TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo) con la alimentación. Si hablamos de desórdenes alimenticios, antes deberíamos preguntarnos qué es el orden y ese debate daría para mucho.

A las mujeres se les impone un canon estético, pero se les ridiculiza y critica cuando intentan amoldarse al mismo a través del maquillaje, el adelgazamiento o la cirugía estética…

Este tema a mí me indigna especialmente porque eso es invisibilizar las tecnologías de género. Los gimnasios y las dietas son esfuerzos para parecernos a un modelo de lo que es ser mujer. Piensa en las típicas tías que están muy delgadas y presumen de comer “de todo”, con esa necesidad de repetir constantemente algo que una persona más gordita no diría nunca: “yo como un montón”. Socialmente está muy bien visto comer como una lima pero estar delgada como un palo. La que lo hace ha conseguido la virtud genética de ser aquello que representa la feminidad, sin tener que llevar a cabo esfuerzos. Pero es una farsa. Es mentira. Pasa en todos los grupos de amigas cuando nos vamos juntas de vacaciones. A las que decían que comían mucho dan ganas de decirles: “no, cariño, tú estás delgada porque no comes lo mismo que esta otra que pesa 20 kilos más que tú”. Es como lo de “qué guapas estás / uy, pues me acabo de levantar así de la cama”. No, es mentira. No te has levantado así.

¿Por qué esa necesidad de fingir que lo hacemos sin ningún tipo de esfuerzo?

Para que parezca que es algo natural, algo que no ha sido construido mediante las tecnologías de género. La anorexia es una tecnología de género para crear mujeres. Un ejemplo son las amenorreas, cuando se te va la regla. Se suele vivir como algo súper conflictivo porque es un indicador médico de que algo falla. ¿Cuál es la solución que proponen los doctores? La hormonación, tomar hormonas que te hacen mujer. Una anécdota: hace poco estaba hablando con una amiga que está pensando si tomar hormonas o no para hacerse trans. Yo le decía: “valóralo y decide tú, pero yo no me voy a hormonar para ser mujer. ¿Lo vas a hacer tú para ser hombre?”

Esta obsesión por parecer natural se da también en otro tipo de tecnologías de género. Por ejemplo, el canon dicta que tienes que tener unas tetas grandes pero que sean naturales o que parezcan naturales.

Aquí hay un conflicto con aquellas tecnologías de género que se exceden; pechos demasiado grandes, labios demasiado grandes… Las mujeres deben estar delgadas y tienen que tener tetas para ser reconocidas como mujeres, pero el exceso de cualquiera de estas dos cosas se castiga. Esto lo explica muy bien Lucrecia Masson cuando habla de “ la línea”, en sus dos sentidos: “mantener la línea” y “no sobrepasar línea”. Así, las anoréxicas son las que no han encontrado la medida, las zumbadas que han hecho lo mismo que todas, pero se les ha ido de las manos.

¿Podríamos decir que el mensaje es “tienes que hacerlo pero, si te pasas, se te va a ridiculizar”? Te debes maquillar pero no debes exagerar, te debes operar pero que no se note…

Con la cirugía estética pasa lo mismo que con la alimentación. Se aspira a que sea efectiva. Elsa Pataky es todo cirugía pero cuadra en el estereotipo, por lo tanto está bien. Ahora, si te pasas de la línea, te conviertes en una especie de freak show como Yola Berrocal, o como Alaska cuando dice que se quiere poner más tetas.

Hay numerosos estudios que vinculan las agresiones sexuales con la anorexia, que sitúan las violaciones como origen de la misma. ¿Qué opinas de ello?

Todas las mujeres vivimos agresiones sexuales a lo largo de nuestra vida. Un porcentaje altísimo simplemente lo oculta, lo invisibiliza o no lo nombra como agresión sexual. Por otro lado, un proceso terapéutico traumático puede generar un análisis sobre una misma que haga aflorar la mierda que llevas dentro.

Pero a mí me interesa más por qué quien hace las estadísticas quiere hablar de procesos traumáticos que generan anorexia. Por qué les interesa vincular esa imagen de mujer a la que se ha robado algo —la violación caracterizada como robarle a la mujer la dignidad, la sexualidad, la autoridad, etc.— con la anorexia, explicándolo como desencadenante.

Obviamente yo he vivido agresiones sexuales en mi vida, aunque no como esas que caracterizamos bajo el nombre violación. Pero siempre me ha pasado, a partir de la idea de que lo personal es político, que cada vez que yo hablo de las agresiones sexuales que he vivido, la persona que tengo enfrente me responde que ella ha vivido algo similar.

¿Lo personal es político también en los desórdenes alimenticios?


Curiosamente, me pasa algo parecido. Desde que empecé a llevar esa premisa de lo personal es político a las charlas sobre desórdenes alimenticios, cuando acabo la charla dos o tres personas se me acercan a preguntarme dudas y me dicen que ellas han vivido lo mismo. Pero es que, de alguna u otra forma, la mayoría de la tías han vivido un desorden alimenticio.

¿Puede ser, entonces, que la identificación con la etiqueta “anoréxica” se dé más a través de la patologización que mediante la descripción de un comportamiento? Es decir, ¿eres anoréxica cuando te diagnostican la enfermedad, aunque hagas casi lo mismo que todas las demás mujeres?

Totalmente. Y es curioso porque es una obsesión sobre el cuerpo que la inmensa mayoría de la sociedad presupone sólo a cierto tipo de cuerpos. Quiero decir que la fijación estética está tanto en la gente que consigue llevarla a cabo como en la que no lo consigue. El desorden alimenticio se puede dar en cualquier tipo de cuerpo. Tenemos que tener en cuenta que estamos hablando de lo que se ingiere, de cómo nos deshacemos de lo digerido, de la fijación con la comida… Todos esos elementos están presentes en el proceso alimenticio.

Al final estás hablando del control del cuerpo expresado de diferentes formas, ¿no?


Para mí esta es la clave de todo. Conseguir el control sobre el cuerpo y la ingesta te da una sensación de poder abrumadora. Hablo de poder, no de dolor, ni de inseguridad, ni nada. Te sientes poderosa. Yo he llegado a comer cuatro manzanas en cuatro días. Hay que tener mucho autocontrol para conseguir eso. Tanto que, a partir de aquello, cada vez que me preguntaban “¿Tú crees que podrás?”, yo pensaba para mí “perdona, yo puedo comer cuatro manzanas en cuatro días, yo puedo hacer lo que me salga del moño”.

Además, cuentas con el refuerzo positivo del resto de la sociedad que te está diciendo lo guapa que estás. No olvidemos esto: cada vez que alguien está fatal a raíz de una ruptura de pareja o por la muerte de su madre o su abuela, el comentario más repetido es “está guapísima, ha adelgazado un montón”. Adelgazar y estar guapa son conceptos que siempre van unidos.

El refuerzo positivo ¿viene de la gente cercana?

Viene de todas partes. Te pongo un ejemplo: para la única boda a la que he ido en mi vida, la boda de mi tía, me fui a hacer una falda y le dije a la modista “hazla ajustada, porque en una semana voy a bajar dos kilos”. Yo entonces ya estaba muy delgada, ella me vio y no sólo no le pareció raro sino que me felicitó y me dijo que ella antes también era capaz de hacer ese tipo de cosas, refiriéndose a adelgazar dos kilos en una semana.

El mundo de las dietas es campo abonado para vendehumos y timadores.

Yo, como tenía problemas gástricos, fui a un dietista macrobiótico. Yo entonces estaba muy delgada. Me miró el brazo, me agarró el pellejo y me dijo “yo te voy a ayudar a bajar los cuatro kilos que te sobran”. Y respondí “claro, claro, por supuesto”. De hecho, me puso una dieta que me estriñó, por lo que engordé seis kilos. Le llamé y le dije “me has matado, he engordado seis kilos” y me contestó “¿Que has adelgazado seis kilos? Qué bien, ¿no?”. Yo quería que me enseñara a comer pero él me proponía cosas absurdas como arrozadas durante 15 días. Yo pensaba que eso no era comer, que eso eran ayunos y yo ya los hacía con manzanas. O sea, que yo estaba zumbada pero el mundo me acompañaba.

¿Qué opinas de los tópicos sobre las anoréxicas como, por ejemplo, el que dice que “son niñas muy listas”?

Cuando se le tiene que dar la autoridad a alguien —en este caso, reconocer su inteligencia— es porque antes se le ha denegado. Es un tópico que se repite desde los años 90, cuando la opinión pública empieza a hablar de la anorexia. Es verdad que podríamos hablar de un perfil habitual obsesivo-perfeccionista entre las chicas diagnosticadas como tal, aunque repito que me sigue costando utilizar ciertas etiquetas. Un perfil perfeccionista da el pego de una persona eficaz, con gran intelecto y tal… Esto nos llevaría a cuestionarnos qué es la inteligencia, si es lo mismo que la eficacia, para qué se usa la inteligencia, etcétera. Pero, básicamente, son atributos que se le reconocen a la anoréxica, en tanto que mujer a la que no se le reconoce fuerza.

En tus charlas hablas de una “performatividad de la anorexia”. ¿A qué te refieres?

Ésta se manifiesta tanto en la forma física como en la manera de estar en el espacio alimenticio. Yo no sé si le pasa a todo el mundo, pero yo tenía mucha fijación con los cubiertos y los purés. Llegas a alimentarte de una forma muy infantil; cubiertos muy pequeños, platos muy pequeños y comiendo todo en puré. Yo al final sólo comía en un plato muy pequeño, con una cuchara concreta y un tenedor muy concreto. En realidad, todo esto son puntos de neurosis. Obsesiones que podríamos tener con otras cosas pero que, en este caso, es con la comida.

También sueles hablar de la infantilización de las anoréxicas, ¿a qué te refieres?

En cierto punto, me temo, es inevitable. La performatividad es tan infantil que a veces, hasta la gente que más quiero, que me quiere y me ha querido acompañar en todo esto, me ha infantilizado. Sin ir más lejos, diciéndome “Nagore, come. Nagore, come. Nagore, come” todo el rato. O intentando pedir comida que creían que me iba a gustar, para ver si así comía. Yo reaccionaba pensando “me estás intentando engañar. Si yo no quiero comer, no voy a comer. Comeré cuando me da la gana, coño, no me engañes.”

¿Hay algo de infantilización asumida?

Yo he hecho una lectura política de todo esto, pero hay que tener en cuenta que a mí me ha pasado ya siendo adulta, con una cierta conciencia de lo que me pasaba. Pero, en el fondo, todos acabamos creyendo que somos lo que nos dicen que somos. En cualquier situación de desajuste emocional, cuando estamos jodidos, en el fondo no nos importa nadie más, ni nada más, que lo que tenemos aquí mismo. Yo me doy cuenta de que por mí han pasado cosas que eran atroces y yo ni las sentía. Pero… esto era lo mejor de todo: yo no sentía. Con mi terapeuta me reía de esto, en plan “¿Con qué nos vamos a entretener ahora? ¿Con que me estriño? ¿Con los cubiertos? ¿Pensáis que soy una puta cría? Pues me vale mientras siga bajando. 51, 48, 47, cuánto índice de masa corporal, etc.”. Para mí hay un elemento esencial en todo esto que es la medición del cuerpo.

Respecto a la medición del cuerpo, ¿no es una obsesión común en todo el mundo? Todo el mundo quiere pesar X, medir X y tener un volumen X.

Para mí es neurótico. Yo lo vivo así porque es la fijación sobre un número. Es como lo que decíamos antes del índice de masa corporal o el llamado “peso ideal” o los kilos que quieres bajar. Es fijarte un número como objetivo. Yo he conocido a gente que creía que el día que follara su vida iba a mejorar, pues esto igual: creemos que por alcanzar una medida concreta nuestra vida va a ser mejor. Es un intento de tener una información veraz, objetiva, de tu cuerpo. Pero esto sí que es algo común a todos, pensemos en las obsesiones por las tallas.

La medicina empieza midiendo el cuerpo para determinar cuándo existe un ser humano y acaba estableciendo medidas arbitrarias para determinar qué cuerpo es sano. Yo, en donde peor lo he pasado con todo esto sin duda es donde la dietista. Me tenía que pelear con ella, en un sentido opuesto, pero también por un número, por llegar a tal peso. La dietista se sabía los trucos para no comer y para intentar engañarla, así que ahí no me sentí tan exclusiva, me sentí más igual a las otras y eso en cierto modo me hizo sentir acompañada. Porque la soledad que se siente con todo esto es terrible.

Se suele decir que las mujeres diagnosticadas con anorexia pierden el deseo sexual.

Claro, no tienes fuerza para tener libido. A mí no me ha llegado a pasar, no he llegado a tal extremo. Para mí fue un poco al contrario, trasladé mi deseo alimenticio al sexual. Sustituí mi hambre por el sexo. Dejé de comer y follé a destajo. Cuando salía de fiesta, comía frutos secos. Si bebía alcohol, o comía frutos secos o me caía. De hecho, me ha pasado, caerme. Entonces, empezaba a beber y para mí salir era la orgía absoluta: bebía, comía con ansia y follaba a saco. Yo podía estar tres días de fiesta sin drogarme, a cafés. Pensaba que la inanición era un estímulo que me mantenía alerta, que me permitía hacer todo eso.

Pero tras esta primera fase de euforia vienen tremendos problemas físicos.

Claro, luego empiezas a tener un montón de problemas de estómago. La que se estriñe, la que vomita… Hay un montón de conflictos que nunca se nombran porque son más escatológicos y nada glamurosos. Y porque nos aleja de la feminidad; la mujer parece que no caga. Lo que puede llegar a hacer una anoréxica para provocarse una diarrea o para vomitar es tremendo.

Y lo pasas fatal. A la boda a la que me he referido antes yo llegué sin haber comido apenas durante días. Cuando intenté comerme un chuletón me intoxiqué, me empezó a doler fortísimo la tripa, me mareé… Tengo un recuerdo malísimo.

Puedes llegar a límites inimaginables sin comer, pero las consecuencias físicas de esto, si sobrevives, son terribles...

Claro, yo cuando empecé a oír esto me cagué de miedo. Aún no sé qué consecuencias puede haber provocado esto para mi salud. Problemas de estómago seguro, pero ya veremos si es algo más. Yo hoy soy feliz si no me duele el estómago cuando como algo similar a lo que comen los demás.

A veces, cuando he dado esta charla, me han acusado de hacer apología de la anorexia y lo niego completamente. Yo lo único que estoy haciendo es legitimar las formas de desquiciarnos por no entrar en la heteronorma, dándoles legitimidad en el sentido de intentar comprenderlas. No es más que eso. Porque en el fondo, si pienso en mi colectivo y no sólo... estamos todas jorotas. Cada una tiene su desquicie y yo tenía el mío.

lunes, 26 de enero de 2015

#hemeroteca #feminismo #politica | Qué pueden esperar los feminismos del gobierno de Syriza

Imagen: Pikara / Alexis Tsipras
Qué pueden esperar los feminismos del gobierno de Syriza.
Muchas feministas participan en Syriza y no son pocas las que ayer celebraron su contundente victoria. Pero la escasa atención mostrada por la coalición de izquierda hacia la agenda de derechos de las mujeres y las personas LGTBI en campaña hace prever que la movilización feminista será imprescindible para lograr cambios en temas como la violencia de género o la ley de parejas de hecho.
Hibai Arbide Aza | Pikara, 2015-01-26
http://www.pikaramagazine.com/2015/01/que-pueden-esperar-los-feminismos-del-gobierno-de-syriza/

Alexis Tsipras sube al escenario para celebrar la victoria electoral. En las primeras filas de la multitud que le espera ondean decenas de banderas moradas. Un poco más atrás, bandera>s rojas, verdes, arcoíris y banderas de infinidad de partidos de la izquierda europea. Viendo la posición privilegiada del violeta se podría creer que la Coalición de Izquierda Radical (SYRIZA) reserva un lugar destacado a las reivindicaciones feministas. Por desgracia, no es así.

De hecho, tal y como destacaba el editorial de la publicación feminista To mov hay temas de los que no se ha oído hablar en la campaña electoral: la desigualdad salarial, la violencia machista, el trabajo doméstico no remunerado. Ni siquiera hemos oído promesas de cambio sobre estos temas.

Hace unos días, este artículo resaltaba que en sus spots electorales los candidatos de los partidos conservadores griegos sólo se dirigen a chicos. Afirmaba que al parecer, las griegas no merecen que los políticos les expliquen nada. No era del todo preciso. Roge, un asturiano residente en Grecia, hacía una interesante observación: hay un partido que en su anuncio electoral sí se dirigió específicamente a las jóvenes… Con un resultado igual o más machista que los anteriores.

To Potami -17 escaños conseguidos- no han tenido otra ocurrencia que sexualizar a las nuevas votantes y referirse a la cita electoral como “la primera vez” reproduciendo todos y cada uno de los tópicos que el heteropatriarcado pretende imponer a la pérdida de la virginidad femenina: la primera vez es memorable, él (no puede ser ella, claro, es Él) debe ser un hombre de fiar, sus intenciones deben ser honestas, que no se aproveche de ti, te debe demostrar seguridad, debe respetarte, etcétera.

“En Grecia, las cuestiones de género y el feminismo están relegados, incluso dentro de los partidos de izquierda y los movimientos sociales” asegura Roge. A mí siempre me resulta un poco incómodo cuando alguien dice desde Madrid, Barcelona o Bilbao algo tipo “en Grecia queda mucho por avanzar en temas de género”. No porque no sea cierto, sino porque pudiera dar la sensación de que en el Estado español hay motivos para presumir. Pero Roge lo dice desde Thessaloniki y tiene razón: en Grecia siempre hay temas a los que se les da mayor importancia.

“Las principales víctimas de la crisis somos las mujeres”, dice tajante Vasilakaki, una profesora de adultos ateniense. “Los índices de pobreza son mayores en las mujeres que en los hombres, igual que el paro. Los recortes sociales implican un aumento de los trabajos de cuidados que recae en nosotras. Hay muchos suicidios de mujeres… Por si fuera poco, la crisis está teniendo efectos colaterales de los que nadie habla. Muchos hombres en paro no son capaces de asumir su situación. Están educados para ser los que traen la comida a casa; la falta de ingresos les provoca frustración y eso se traduce en un aumento de la violencia de género”. Desde 1986, la interrupción voluntaria del embarazo es libre durante las primeras 12 semanas y la cubre la seguridad social. El problema es que, con la crisis, millones de personas se han quedado sin cobertura sanitaria, lo que ha ocasionado un repunte de abortos inseguros.

Bolota, también ateniense, militante de Syriza y participante desde hace muchos años en movimientos sociales, asiente y añade: “Las mujeres están teniendo que buscarse la vida y tomar las riendas de la casa. Lo hacen a través de las asociaciones de apoyo mutuo en sus barrios como Solidaridad Para Todos”. Solidarity 4 All es una red que coordina asambleas de barrio, clínicas sociales, comedores, bancos de alimentos, iniciativas para garantizar el acceso a la vivienda o los suministros básicos. Está formada mayoritariamente por mujeres y se extiende por toda Grecia, contando con más de 400 nodos.

Otro de los ejemplos de dignidad es la coordinadora de limpiadoras en lucha. Su movilización se ha convertido en un símbolo contra la austeridad, uno de los pocos que despierta simpatías unitarias desde la enorme movilización indignada vivida los años 2011 y 2012. Son parte de las 595 mujeres que limpiaban las oficinas del Ministerio de Hacienda, hasta que fueron despedidas en septiembre de 2013 por orden de la Troika y sustituidas por una subcontrata. 11.500 funcionarias fueron despedidas en total.

Evangelia Alexaki, una de sus portavoces, explica que llevan 266 días acampadas en la entrada del Ministerio. “La Troika ha llevado a Grecia a una crisis humanitaria. La situación es dramática, no hay margen para más recortes: hay hambre, millón y medio de desempleados, un alarmante paro juvenil, 7.500 suicidios de los que nadie habla… Es un problema de toda Europa, por lo que debemos responder juntas. Debemos intentar unirnos contra los programas de ajustes y crear una nueva Europa fraternal opuesta a la Europa de Merkel y los bancos”.

“Lo curioso es que en Grecia hay muchas mujeres que tienen prácticas feministas pero que, si les preguntas, te dicen que ellas no son feministas” dice Vasilakaki. “Son mujeres que practican la solidaridad mutua, que se rebelan consciente o inconscientemente contra los roles asignados, que están empoderadas pero que, lamentablemente, no se definen como feministas. Asocian la palabra feminismo a determinadas asociaciones de mujeres de clase alta que no hablan de estos temas”.

En realidad, en Grecia no existe sólo ese tipo de asociaciones de mujeres; también hay organizaciones, colectivos y grupos que conjugan la infinidad de matices de las diferentes corrientes feministas. Desde las más clásicas y mayoritarias hasta los feminismos autónomos más radicales. Hay varias publicaciones periódicas y programas de radio, tanto en Atenas como en otras ciudades. Expresiones como el feminismo queer o el transfeminismo son aún muy incipientes. Para hacernos una idea, en la manifestación convocada por la Coordinadora Trans de Atenas el pasado 25 de noviembre no éramos más de 200 personas -en una ciudad que roza los 7 millones de habitantes-.

Tsipiras y los derechos LGTB
El programa de Syriza es muy insuficiente en ese sentido. Aunque muchas feministas participan en Syriza y no son pocas las que ayer celebraron su victoria, en su propuesta de gobierno durante la campaña sólo han incidido en proponer igualdad salarial entre hombres y mujeres y en reformar la constitución para garantizar la separación Iglesia-Estado.

Una de las cuestiones más criticadas durante las últimas semanas de campaña fueron las declaraciones LGTBfóbicas de Tsipras, que calificó de “asunto científicamente controvertido” la adopción de niñas por parte de parejas de gays y lesbianas. Muchas voces tanto dentro como fuera de la formación de izquierdas recordaron que tales palabras son una opinión personal del candidato que atentan contra el sentido común y contra los estatutos del propio partido, que incluyen varias cláusulas para garantizar la “no discriminación de gays, lesbianas y transexuales”.

Bolota lo tiene claro: “Ganar las elecciones es difícil, pero a partir del 26 empieza lo realmente importante. No podemos creer que con estar en el gobierno ya está todo hecho. Tenemos que tener claro que para que cumplamos nuestro programa y para que, como queremos nosotras, vayamos más allá de él en cuestiones como la ley de parejas de hecho, la adopción, la prevención de la violencia de género, etc. la movilización será imprescindible”.

Debemos entender que Syriza es, ante todo, un instrumento para no pagar la deuda. Esto no significa que, como ha sido habitual tanto en la izquierda como en la derecha, las políticas de igualdad deban quedar relegadas a un segundo plano. Al contrario, significa por un lado que el impago es condición sine qua non para desarrollar cualquier política social y de igualdad. Y por otro, que Syriza no es un espacio exento de contradicciones y conflictos internos. Será, por eso mismo, un gobierno susceptible de ser presionado tanto desde dentro como desde fuera. Tras la victoria electoral, queda todo por ganar.

lunes, 12 de mayo de 2014

#hemeroteca #feminismo | Silvia Federici: “El cuerpo debe ser nuestro. Ni del estado, ni del mercado”

Imagen: PlayGround / Silvia Federici
“El cuerpo debe ser nuestro. Ni del estado, ni del mercado”.
Hablamos con Silvia Federici, la feminista del momento.
Hibai Arbide Aza | PlayGround, 2014-05-12
http://www.playgroundmag.net/articulos/entrevistas/cuerpo-debe-mercado_5_1315118479.html

Silvia Federici estuvo la semana pasada en Barcelona y arrasó. Ella cree que hace falta un nuevo movimiento feminista, no necesariamente compuesto sólo por mujeres, que vuelva a poner en el centro los trabajos reproductivos. Tras Calibán y la bruja, la obra que la catapultó a la fama internacional, ahora publica Revolución en punto cero.

Miércoles 7 de mayo. Una larga cola sale del Ateneu Cooperativo La Base en Barcelona: la gente espera a escuchar una charla. Al día siguiente, el aula de la Universitat Autónoma de Barcelona en la que se realiza la misma conferencia se queda pequeña. Hay asistentes sentados en el pasillo, sobre las mesas, asomados a la puerta. A lo largo de toda su gira, se prevé la misma asistencia.

Hablamos de Silvia Federici, la feminista de moda que, a sus 72 años, obtiene un reconocimiento del que nunca antes había gozado. Está de gira, invitada por la Fundación de Los Comunes presentando su nuevo libro "Revolución en punto cero. Reproducción, trabajo doméstico y luchas feministas", que edita la editorial Traficantes de Sueños. Es la misma editorial que publicó en castellano la obra que hizo a Federici mundialmente conocida: "Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación primitiva".

Federici nace en Parma, Italia, en 1942. Allí da sus primeros pasos en el activismo. En 1967 se traslada a Estados Unidos, donde participa activamente en el movimiento estudiantil, las movilizaciones contra la guerra de Vietnam, el movimiento por los derechos civiles y, sobre todo, el movimiento feminista. En los ochenta vive en Nigeria, dando clases en la Universidad de Port Harcourt y participando en organizaciones de mujeres en lucha contra las políticas de ajuste estructural. Hoy es profesora de Filosofía Política en la Universidad Hofstra de Long Island, Nueva York.

Su pensamiento está poderosamente influido por el marxismo operaísta, si bien siempre ha sido crítica con los autores más relevantes del mismo como, por ejemplo, Toni Negri o Paolo Virno. Mientras ellos consideraban central la transformación tecnológica y el trabajo inmaterial, ella ha desarrollado su obra en torno al mecanismo de acumulación por desposesión desde una perspectiva de género.

Hablamos con ella mientras tomamos un café que, para su desgracia, no es un verdadero capuccino.

En Nigeria te das cuenta de la importancia de la deuda, un tema que ahora es central para el sur de Europa.


Es fundamental entender la importancia de una economía de la deuda. La deuda es tan antigua como el capitalismo; de hecho, es anterior. Pero como relación de clase ha sufrido muchas transformaciones. Marx habla de la deuda nacional como un instrumento de acumulación primitiva, pero además es importante entender qué función juega hoy la deuda.

En el sentido de que se ha convertido en un instrumento de disciplina, ¿verdad?

Sí, la deuda es un instrumento de gobierno, un instrumento de disciplina y un instrumento que instituye relaciones de clase disgregantes. Yo creo que este tercer aspecto de la economía de la deuda no ha sido suficientemente subrayado. Por ejemplo, Maurizio Lazzarato, en su trabajo "La Fábrica del Hombre Endeudado", no destaca este aspecto. A lo que me refiero es a que, cada vez más, la deuda es una relación de clase en la que desaparece el trabajo, parece desaparecer la explotación (si bien la deuda es en sí un tremendo método de explotación) y desaparece la propia relación de clase porque instituye una relación individual con el capital, con la banca, en vez de una relación colectiva. Desaparece la cara reconocible del patrón, que ahora es el banco. Es un mecanismo que crea sentido de culpa en vez de empoderamiento.

Para mí ha sido muy importante entender cómo se pasa de una primera fase ligada a los planes de ajuste estructural, en la que la explotación se organiza a través de la deuda externa nacional, a una segunda etapa en la que el estado es sobrepasado y la deuda se convierte en una relación directa con la banca a través de la financiarización de la economía. La financiarización significa la crisis del modelo de estado del bienestar y supone que todo momento de reproducción es ya un momento de acumulación.

Es decir, la explotación se traslada a todos los ámbitos de la vida a través de las tasas para estudiar, el copago sanitario, la hipotecas de por vida...

Eso es. En todos estos momentos reproductivos el Estado intervenía antaño como subvencionador, y ahora hace de recaudador. Es un intermediario de las finanzas. Una de las luchas que ha surgido a raíz del movimiento Occupy es la lucha contra la deuda. Una organización que se llama Strike Debt ha editado el libro The Debt Resisters que aborda cómo organizarse contra la deuda por la vivienda, los estudios, la salud, etc. Uno de los problemas de la deuda es que a la gente le da vergüenza reconocer que está endeudada porque lo vive como un fracaso personal: cree que han empleado mal el dinero del préstamo, que han hecho una mala inversión, que han vivido por encima de sus posibilidades... Esto hace que la deuda sea muy eficaz como modelo de explotación. Si, por ejemplo, pides un crédito para estudiar, ya estás atrapada: no vas a poder elegir el tipo de trabajo; tal vez necesites dos empleos, no te atreverás a reclamar derechos para no quedarte en paro porque tienes deudas, etc.

¿Conoces la Plataforma de Afectados por las Hipotecas? Ellas han conseguido entender que su situación no es un fracaso personal y convertirlo colectivamente en un problema de primer orden político.

Las he conocido estos días. He podido ir a sus asambleas y me parece una experiencia muy interesante. Igual que la PAH no sólo lucha sólo contra la deuda hipotecaria sino también por el acceso a una vivienda digna, no basta estar contra la deuda. Liberarse de la deuda necesita un complemento: el acceso a los bienes comunes. Si eliminamos la deuda pero no se crean relaciones sociales diferentes, la deuda vuelve a aparecer. Luchar contra la deuda requiere luchar a favor de una sociedad no mercantilizada.

La cuestión de los bienes comunes en tu obra es central. Sin embargo, era un tema al que no se le daba importancia cuando empezaste a ser activista.

En realidad, no hemos visto la importancia de los bienes comunes hasta que no hemos sentido que los perdíamos. Cuando la re-estructuración de la economía global se ha propuesto eliminarlos. Yo lo vi muy claramente en Nigeria. En África, México, los países andinos, La India... aún hay formas de propiedad comunitaria que están siendo cada vez más atacadas por una nueva oleada de cercamientos, de acumulación primitiva a través, precisamente, de la deuda. En Estados Unidos, el discurso sobre los commons fue relanzado desde los años 90 gracias a los zapatistas, que pudieron la cuestión en la agenda internacional de los movimientos sociales.

Pero cuando hablamos de los bienes comunes no hablamos sólo de las tierras comunales.

Eso es. A partir del movimiento antiglobalización hemos extendido el discurso sobre los bienes comunes como discurso antagonista al desmantelamiento del estado de bienestar. Entendimos que la lucha no debe limitarse a defender el mantenimiento de los actuales servicios públicos. El sistema del welfare de las décadas pasadas es profundamente discriminatorio. Fue pensado para reforzar la ética del trabajo, la ética de la explotación. Por ejemplo, el trabajo doméstico queda excluido del tipo de garantías que ofrecía el estado del bienestar. Ha sido ideado como complemento de la explotación salarial, no como garantía de derechos independientes del empleo. Las luchas contra la privatización tienen que ir más allá de la simple defensa de los servicios públicos: deben defender lo común. Porque lo público no es común, lo público es una forma de privatización en la que el propietario es el estado, que nosotros no controlamos.

En tu pensamiento resulta fundamental la cuestión del control del cuerpo de las mujeres.


El cuerpo de las mujeres ha sido uno de los primeros territorios que ha intentado privatizar el estado. La reapropiación de nuestro cuerpo debe encuadrarse dentro de esta óptica de reapropiación de los bienes comunales. El cuerpo debe ser nuestro. Ni del estado, ni del mercado.

Tú criticas que Marx no tuviera en cuenta la apropiación del cuerpo de las mujeres como hecho constitutivo del capitalismo.

Todo el discurso de Marx sobre la reproducción de la clase obrera es completamente naturalista. No ve la procreación como un terreno de lucha. No se da cuenta de que, en la sociedad capitalista, hombres y mujeres tienen intereses diferentes. Las mujeres tienen intereses específicos, existe una relación específica de explotación entre las mujeres y el estado, entre las mujeres y el capital. Marx afirma que el capital “deja en manos de la naturaleza” la reproducción. Naturaliza un proceso que, en realidad, siempre ha estado en el centro.

¿No es un proceso natural, sino una relación de clase?

Sí. Una relación de clase porque el capital trata de apropiarse del cuerpo de las mujeres y transformarlo en una máquina para producir las nuevas generaciones de trabajadores. Por eso los que mandan tienen tanto interés en regular la natalidad. ¿Por qué, si no, tienen tanto interés en condicionar la capacidad de las mujeres para decidir cuándo quieren parir? No estamos hablando del pasado, basta ver la reforma de la ley de aborto del PP. Las reformas de la ley del aborto se acompañan de procesos de esterilización forzosa en otras partes del mundo, gestionadas por el Banco Mundial, las agencias internacionales... Existe un interés internacional para impedir que las mujeres puedan decidir. Lo último es la obsesión por encontrar medios reproductivos de laboratorio; intentos que parecen de ciencia ficción de hacer nacer in vitro a personas sin necesidad de una madre. El cuerpo de las mujeres es la gran barrera que el capital no ha sido capaz de superar.

La primera parte de tu libro Revolución Punto Cero está basada en tu activismo en pos de un salario para las trabajadoras domésticas. Sin embargo, la segunda parte se aleja un poco de esto cuando analizas la figura de las campesinas que trabajan las tierras comunales, que son millones en el mundo.

Sí, porque la segunda parte está escrita tras mi paso por Nigeria, al comprobar la importancia de las mujeres en la agricultura de subsistencia, que es parte del proceso de reproducción cotidiano en amplias zonas del planeta. Esto plantea nuevas preguntas a la estrategia de lograr un salario para el trabajo doméstico. Es la evolución de mi pensamiento desde los años 70 a mi activismo en el movimiento por otra globalización desde la década de los 90 hasta hoy. No niego la importancia de lograr reivindicaciones como el salario doméstico, pero le añado la cuestión de los bienes comunes. También es fruto de comprobar lo poco fiable que es el salario como garantía de derechos.

En este sentido, ¿qué opinas sobre la renta básica?

Antes que nada, estoy en contra de una “renta de ciudadanía”. Porque ciudadanía excluye automáticamente a todas las personas migrantes que no son reconocidas como ciudadanos. En todo caso, renta básica... Pero es un concepto muy problemático por diferentes razones. Hay una parte importante de la derecha neoliberal que plantea ya la renta básica —el propio Milton Fridman estaba a favor—. Se dan cuenta de que en el mundo hay una situación insostenible y plantean la renta básica como sustitución de los derechos sociales. Te dan las migajas de la riqueza social y al mismo tiempo te excluyen de cualquier derecho que pueda suponer un mecanismo de reapropiación de la riqueza social. Es una especie de caridad institucionalizada con la intención de taponar las luchas por los bienes comunes. Otro problema es que cualquier reivindicación es útil en la medida en que suponga formas de organización efectivas, y la renta básica es difícilmente organizable. No tiene la capacidad, como sí tenía la reivindicación del salario doméstico, de crear nuevas alianzas porque no tiene la capacidad de desvelar nuevas formas de explotación.

Otro riesgo es que, una vez más, esta reivindicación generalista oculte la especificidad de las reivindicaciones de las mujeres, en este caso del salario doméstico.

Exacto, pedir “renta para todos” desdibuja el derecho a una renta por el trabajo doméstico. Extiende un velo y dice “todos somos iguales”, relegando la reivindicación específica de las mujeres.

Cuando hablamos de las luchas ligadas a la reproducción nos encontramos con el problema de que no hay un instrumento equivalente a lo que para el movimiento obrero ha sido la huelga.

Este es un tema crucial que, sin embargo, apenas ha sido desarrollado por el feminismo. Ha habido voces, sobre todo en Italia y España desde los años 70, que han dicho “no hay huelga general si las mujeres ese día deben trabajar igual” o “si el trabajo reproductivo se para, toda la sociedad se detiene”. Pero no ha ido más allá de las declaraciones. Sí que ha habido luchas en sectores de trabajo feminizados que han planteado esto, por ejemplo las enfermeras. No se pueden aplicar a los trabajos de cuidados los mismos eslóganes que al trabajo productivo. Cuando nos dicen “si rechazas los trabajos reproductivos te niegas a cuidar de tus seres queridos” en realidad nos dicen que tenemos que aceptar nuestra explotación y la del resto.

El punto de partida es constatar que en el trabajo reproductivo contiene dos planos: la reproducción de la vida y la reproducción del capital. Estos dos procesos imbricados entre sí deben ser separados. La lucha empieza por separar ambos aspectos, comprobar que no se puede hablar del rechazo total del trabajo reproductivo. Hay que aprender a separar la reproducción para el mercado de trabajo de la reproducción fuera del mercado de trabajo o, incluso, contra el mercado de trabajo. El capitalismo ha subsumido estos dos aspectos y yo creo que es fundamental desgajarlos.

La alternativa que ofrece el mercado a las mujeres de clase media o alta que rechazan los trabajos reproductivos es que otras mujeres, normalmente migrantes, los hagan por ellas.

Esto tiene relación con un tipo de feminismo creado en los años 80 para desactivar los aspectos subversivos que contenía el feminismo. Lo han domesticado y parte de esta domesticación ha sido equiparar la emancipación de la mujer al éxito laboral, siendo para ello necesaria la reorganización de los trabajos reproductivos, que recaen en las mujeres expropiadas de África, América Latina, etc. Aunque ciertamente, en estas nuevas dinámicas se han creado movimientos muy interesantes como las organizaciones internacionales de trabajadoras domésticas asalariadas que han dado continuidad a la reivindicación de un salario digno para las trabajadoras domésticas. Es decir, han continuado aquellas luchas que las feministas europeas habían abandonado. Esa nueva realidad de millones de mujeres que hacen trabajo doméstico asalariado plantea nuevas formas de organización y nuevos retos. El mayor de todos pasa por unir en una misma lucha a quien realiza labores domésticas pagadas y a quien las realiza sin cobrar por ello.

Las conclusiones de todo ello son varias. Uno: que el capitalismo es un sistema que debe ser abolido porque es un sistema que debe desvalorizar los trabajos reproductivos. Dos: que el proceso de lucha debe ser ante todo un proceso de reorganización de estas tareas en el sentido de eliminar el sentido capitalista de la reproducción. Debemos crear una nueva forma de cooperar, de habitar, de urbanizar, de cocinar, de compartir el barrio... Y tres: yo hablo siempre de la revolución feminista inacabada. Hace falta un nuevo movimiento feminista, no necesariamente sólo de mujeres, que vuelva a poner en el centro los trabajos reproductivos.

lunes, 28 de abril de 2014

#hemeroteca #4F | Este documental no debería haber ganado ningún premio


Imagen: PlayGround / Patricia Heras
Este documental no debería haber ganado ningún premio.
Hablamos con los responsables de “Ciutat Morta”, el documental que TV3 no quiso emitir y que recientemente resultó premiado en el Festival de Cine de Málaga.
Hibai Arbide Aza e Ignacio Pato | PlayGround, 2014-04-28
http://www.playgroundmag.net/articulos/entrevistas/documental-deberia-ganado-premio_5_1306719316.html

"Ciutat Morta" es el título del documental ganador del reciente Festival de Cine de Málaga. Aun siendo una producción catalana, se trata de una cinta que TV3 no ha querido emitir... aunque no le va a quedar más remedio que hacerlo. Analizamos el porqué y entrevistamos a sus directores, Xapo y Xavier Artigas, de la productora Metromuster, que han realizado el documental junto al semanario La Directa y la Comisión Audiovisual del 15M en Barcelona.

La noche del 4 de febrero de 2006 hay una fiesta en una casa okupada de Barcelona y varios Guardias Urbanos intentan identificar a la gente que se encamina a ella. La acción desencadena una batalla campal y desde la casa okupada comienza el lanzamiento de objetos. Una de las macetas lanzadas desde ella golpea en la cabeza de un policía que no lleva casco, le causa una fractura en la base del cráneo y acaba en coma.

Aunque las heridas son provocadas por un lanzamiento procedente de la casa, la policía sólo puede practicar detenciones en la calle. Son siete. Tres de los detenidos —Rodrigo Lanza, Juan Pinto y Alex Cisterna—, con nacionalidades europeas aunque de origen latinoamericano, sufren terribles torturas en comisaría que son denunciadas por Amnistia Internacional, el Comité Per a La Prevenció de la Tortura y otras entidades de defensa de los derechos humanos.

Patricia Heras y Alfredo Pestana nunca estuvieron en la fiesta ni tampoco en las inmediaciones de la misma. Sin embargo, los dos son detenidos esa misma madrugada en el Hospital del Mar, tras acudir al mismo por haber sufrido un accidente en bici. La casualidad quiere que allí coincidan con los policías que trasladan a los tres detenidos anteriores para recibir tratamiento por las heridas producidas por las torturas en comisaría. Patricia explica su incomprensible detención aquí.

Tiempo después, el documental “Ciutat Morta” investiga la historia de Rodrigo Lanza, Juan Pinto y Patricia Heras. Patricia se suicida mientras cumple condena y, como señala el periodista Gregorio Morán en el documental, su vida, su suicidio, se convierte en la prueba de que decía la verdad.

“Ciutat Morta” es la historia de una condena por unos hechos en los que nunca tuvieron la más mínima participación. También es la historia de cómo Joan Clos y Jordi Hereu (concejal de Seguridad y Movilidad del ayuntamiento barcelonés en el momento de los hechos), los jueces, los policías y los funcionarios del juzgado enviaron conscientemente a la cárcel a unos chavales inocentes. El abogado Gonzalo Boyé, que ejerce la defensa de Rodrigo durante el juicio, es taxativo: " En ese juicio todos sabíamos que los policías estaban mintiendo. Y cuando digo todos, me refiero a todos los que llevábamos toga". Como dice Juan: "no es un montaje policial; va mucho más allá de que mientan cuatro policías. Está sostenido por toda una estructura". La madre de Rodrigo, Mariana Huidobro, resume las tremendas irregularidades de este caso en cuatro durísimas cartas públicas dirigidas a Joan Clos, Jordi Hereu, la jueza instructora Carmen García Martínez y los policías —testigos clave de la acusación— posteriormente condenados por torturas en un caso similar Bakari Samyang y Victor Bayona.

Tras haber pasado varios años en la cárcel, Rodrigo nos da su opinión en la puerta del Ateneu Cooperatiu La Base respecto a su no culpabilidad: “ En el documental es una cuestión central el hecho de que somos inocentes. Y lo somos, es cierto. También lo es para mi madre y también lo era para mí. Pero después de haber estado tanto tiempo en prisión y haber conocido a mucha gente allí, no haber reconocido nunca mi culpabilidad ya no es tanto una reivindicación de mi inocencia como la prueba de que ellos y su cárcel no han podido conmigo”. Porque, en efecto, si Rodrigo, Juan, Alex y Patri se hubieran declarado culpables; si hubieran "asumido su responsabilidad" una vez que estaban en prisión, la junta de tratamiento habría considerado que se estaban "reinsertando" y habrían accedido antes a permisos penitenciarios y la libertad. Paradójicamente, que un inocente en prisión mantenga su inocencia hace que las condiciones de cumplimiento sean más duras. Como señala Diana Junyent, amiga de Patricia, el único objetivo de los psicólogos mientras ella estuvo en prisión era conseguir que se declarara culpable. Cuando se suicida, estando en tercer grado, no tenía asistencia psicológica, ya que ésta se limitaba a intentar conseguir una confesión mientras cumplía condena.

Por eso cobran sentido las duras palabras de Rodri que abren el documental: " No sé si hay justicia y cada vez sé menos qué es la justicia. Lo que tengo claro es que no está en los juzgados. ¿Si se va a hacer justicia? Ya ni siquiera me importa. A veces, y especialmente después de la muerte de Patri yo lo que busco es venganza. La justicia para mí ha perdido sentido. Después de la cárcel... Yo me voy a vengar de todo esto. No sé cómo, no hablo de una venganza necesariamente violenta, típica... Pero sí hacer algo para volver a sentirme bien y decir 'he logrado algo de equilibrio'".

“Ciutat Morta” no es cine político. Es política hecha con cine. “Ciutat Morta” no es un documental convencional. Ni siquiera sabríamos bien si decir que se trata de un documental. Antes que cine, “Ciutat Morta” es activismo: al término de la proyección nunca serás la misma persona, y tampoco será la misma tu percepción de este caso. Hablamos de un trabajo que acaba de ganar el premio al mejor documental en el Festival de Málaga pero que ya desde su estreno generó espacios comunes con su proyección en el okupado Cinema Patricia Heras, hace algo menos de un año. Entre ambos marcos de impacto, la televisión pública catalana sigue obstaculizando que la historia de Alex, Alfredo, Juan, Patri y Rodrigo llegue a miles de hogares que, si conocen el caso a través de los medios tradicionales, sólo conocen la mentira. Como los mismos autores dicen, la lucha no pasa por salir en los medios: se trata de apoderarse de las redes para que ellos las (nos) sigan.

Aunque ha habido diversas informaciones sobre el caso 4F, siempre alternativas al poder, el documental tiene un alto valor por su pedagogía directa. ¿Cómo definiríais la historia que cuenta?

Metromuster: Solemos comentar que la historia del 4F es lamentablemente mucho más habitual de lo que pueda parecer. El documental habla de la mentira, del montaje policial, político y judicial y de torturas. Pero sobre todo habla de impunidad, que es la gran lacra de nuestra sociedad. La tortura y la corrupción tienen lugar no solo porque haya manzanas podridas en el sistema, sino porque hay un Sistema que permite que esto suceda, que no dispone de los mecanismos de control ni la voluntad para evitarlo y que, además, cuando alguna vez llegan a ser enjuiciadas, acaban con el indulto de sus responsables. En el caso del 4F, los chicos acusados de haber herido al policía tenían un entorno social que los apoyó y acompañó hasta el final. Este documental no se hubiera podido hacer de otra manera. Sin embargo, lo habitual de una noche cualquiera en Barcelona es que la persona detenida no tenga posibilidad de defenderse, ni entorno social que le pueda apoyar, ni recursos económicos con que afrontar una defensa legal, y casi siempre sin papeles. Esto permite que ni siquiera exista la posibilidad de que haya podido ser maltratada, detenida ilegalmente o torturada. Solo de vez en cuando las fuerzas del orden se equivocan y se encuentran con un negro como Yuri, que resulta ser hijo de un diplomático, o con Juan Andrés Benítez, un empresario del Gaixample.

4F no es una extravagante casualidad. Tiene un contexto sociopolítico muy claro en la Barcelona de la última década. ¿Cuál es?

El caso del 4F coincide con la entrada en vigor en Barcelona de la Ordenanza del Civismo en 2006. Años antes, desde las instituciones y medios de comunicación ya se estaba preparando el terreno para poner en marcha una serie de leyes que permitieran a las autoridades controlar cómo y quién hacía uso del espacio público. La criminalización del movimiento okupa desde finales de los años 90 culminó en febrero de 2006 con los hechos ocurridos en el teatro okupado de Sant Pere Més Baix, donde un policía quedó gravemente herido. Para entonces todo estaba ya dicho y construido: solo había que encontrar a alguien con estética antisistema, al enemigo, y detenerlo . La opinión pública ya estaba preparada para dejar actuar a las fuerzas del orden y a los jueces sin poner nada en cuestión, aunque no existiera prueba alguna de su culpabilidad.

El 4F no es casualidad, igual que no lo es el título de la película. Queríamos hablar de un modelo de ciudad determinado, de la marca Barcelona, de los procesos de gentrificación como ya lo hicimos en nuestra última película, “ NO-RES”, aquí desde un plano narrativo completamente diferente, aunque el tema fuese el mismo: la muerte del espacio público, el espacio público de verdad. La historia del 4F como paradigma para hablar de la muerte de la ciudad como espacio de vida construido a lo largo de los siglos desde el procomún.

El documental está especialmente trabajado a la hora de recalcar que el espacio real es el que habitan las víctimas del caso, y la única ficción corresponde a la versión oficial...

Al empezar el trabajo de investigación y elaborar los primeros esbozos de guión del documental caíamos de manera recurrente en la necesidad de justificar o dejar bien clara la inocencia de los chicos encausados. Seguramente, en el año y medio que tardamos en acabar el documental, variamos de manera natural la idea narrativa de los hechos, pues la versión oficial no se sostiene por ningún sitio. Tal como dijimos al recoger la Biznaga de Plata del Festival de Málaga, los auténticos guionistas de esta historia son los ex-alcaldes Joan Clos y Jordi Hereu, la jueza Carmen García Martínez, el jefe de información de la Guardia Urbana Victor Gibanel y algunos otros servidores públicos.

A los que nos dedicamos al cine de no-ficción nos gusta predicar que la objetividad no existe. La realidad es algo relativo que depende siempre de la mirada del autor. Probablemente sea así cuando hablamos de grandes temas universales como "el desencanto" o "el olvido". Pero es inevitable sentir una catarsis cargada de realidad cuando Silvia nos cuenta al final de “Ciutat Morta”: "el hecho que alguien lanzara una maceta... ocurrió". La película al final también habla de esto, de la verdad.

El capitalismo cognitivo nos ha intentado convencer de que el ejercicio del poder por encima de nuestros cuerpos es —como los colores o los sabores de las cosas que consumimos— una cuestión relativa a la percepción y subjetividad de cada una. Las palabras de Silvia caen como una ducha de agua fría ante semejantes pajas mentales que nos hacemos desde cierta pseudoposmodernidad, y es que, nos guste o no, hay una verdad detrás de los asesinatos de Juan Andrés Benítez, Yassir el Yanoussi o Alfonso Bayard.

Como dice Gregorio Morán en un momento del documental, “la prueba de la verdad es la vida”. Es inevitable y doloroso pensar que parte de la trascendencia del caso 4F reside en el final de Patricia Heras. Lo cierto es que el tema en concreto es tratado con un respeto y veracidad poco acostumbrados por evitar el sensacionalismo. ¿Fue uno de los aspectos más trabajados de “Ciutat Morta”?

En el caso del 4F ha habido mucho dolor y sabíamos que debíamos tratarlo con mucho tacto. En el caso concreto de Patri, además de una cuestión de respeto creímos que el rigor tenía mucho más recorrido que el sensacionalismo a la hora de hacer llegar esta historia al espectador. Su muerte es la gota que colma el vaso en la trágica historia del 4F. Es el punto de partida y el centro de todo.

¿Cómo ha sido la noticia de la designación como mejor documental en el Festival de Cine de Málaga? ¿Creeos que esto debe abrir puertas a la difusión del documental y del caso, teniendo como ejemplo próximo la presentación en el DocsBarcelona?

Totalmente inesperada. Y no porque creamos que no es una buena película. Porque en el caso del 4F, desde el primer día, en 2006, todo ha salido mal. Además, durante el trabajo de investigación y realización hemos visto cómo desaparecían documentos oficiales, se modificaban noticias de archivo en televisiones públicas, etcétera. Es decir, los hechos que en este documental se narran son muy graves y afectan a altas instancias del Estado y desde el principio tuvimos la sospecha que no nos iba a ser fácil difundir esta historia. Con Málaga, por fin, parece que el cerco se agrieta.

Desde el primer momento, y en todo lo que hacemos, uno de nuestros objetivos es romper con los códigos del cine para llegar a otro tipo de público. Esperamos que esto solo sea el principio. Hay que romper con el tabú de que estas historias solo se cuentan en centros sociales okupados, y romper con el monopolio del relato político desde sectores de izquierda rancia... Todas podemos hablar de política y hacerlo desde todas las manifestaciones artísticas: cine, literatura, música, moda, etc.

¿Ha habido algún contacto con Televisió de Catalunya con el objetivo de emitir el documental en la cadena pública? ¿Consideráis que se está censurando el trabajo porque afecta a las instituciones políticas, policiales y judiciales de Catalunya?

En cuanto a la censura sobre este caso, sí que la ha habido. Como anécdota podemos contar por ejemplo que en 2011 capturamos de la web de TV3 una noticia de archivo donde se hablaba del juicio del 4F del 2008. La noticia presentaba las dos hipótesis de cómo podía haber sido herido el policía: la hipótesis de la maceta lanzada desde el tejado de la casa y la hipótesis de la piedra lanzada desde la calle. A principios de 2013, cuando ya estábamos cerrando el montaje definitivo decidimos volver a capturar la misma noticia de la web pero con más calidad. Entonces nos encontramos con que la noticia había sido manipulada. Las imágenes eran las mismas pero se había eliminado el audio original por otro en el que ya no se habla de la hipótesis de la maceta. Sabemos que en TV3 hay gente realmente comprometida con el periodismo y con lo que debe ser un servicio público. TV3 nace con un marcado carácter antifranquista y aún hoy, pese a la instrumentalización política de sus contenidos por parte de CiU, existen ciertas grietas y autonomía de algunas vacas sagradas. Creemos que como servicio público que es, TV3 debería emitir 'Ciutat Morta', más aún viniendo avalada ya desde dos festivales como son el Miradas Doc y el de Málaga.

¿Hasta qué punto le resulta difícil al poder gestionar la censura?

Las redes sociales democratizan el acceso a la información aunque el poder aún cuenta con potentes instrumentos de desinformación y represión. Un ejemplo lo tenemos en el caso de Ester Quintana. Los medios generalistas ignoraron durante más de dos semanas que en la huelga general del 14N Ester perdió un ojo en una carga policial. Un vídeo con su testimonio, donde de manera sencilla y emotiva narraba lo sucedido esa noche, corrió por la red de tal manera que los grandes periódicos y televisiones no tuvieron más remedio que acabar hablando de algo de lo que la gente ya estábamos informados. Finalmente se han prohibido las balas de goma en Catalunya y eso tendría que hacernos caer en la cuenta de que el cerco mediático con el que normalmente se nos desinforma es mucho más frágil de lo que parece.

“ Ciutat Morta” rompe con un lugar común del “compromiso artístico”. Lo importante no es lo que se dice sino lo que se hace, y en ese sentido el documental es una herramienta valiosa para conseguir que el caso avance hasta el Tribunal de Estrasburgo...

“Ciutat Morta” no nace de la necesidad de hacer una película, sino de la necesidad de explicar la historia del 4F, es decir desde el activismo político. Pero eso implica algunos peligros, como utilizar un lenguaje audiovisual propio de los movimientos sociales que, a menudo, acaba por convertir la obra en un producto de autoconsumo para un público ya convencido. Trabajamos mucho en la deconstrucción de esos códigos activistas, por un lado cuidando el rigor de la información, elaborando un relato periodístico lo más serio posible, y descartando todas aquellas informaciones surgidas de rumores o sencillamente de las que no disponíamos de una evidencia contundente. En segundo lugar vestimos el documento periodístico con un lenguaje cinematográfico, dejando respirar las innumerables entrevistas con imágenes de otro de los personajes de la película: Barcelona y la poesía de Patricia Heras. Todo esto, en efecto, para llevar el caso al tribunal de Estrasburgo, para mover a una opinión pública hasta ahora totalmente ajena al caso del 4F e intentar que se haga algo de justicia. Aunque sea en el plano moral.

La productora Metromuster nace con un objetivo claro de empoderamiento político. Entre otras cosas, habéis conseguido la primera coproducción de TV3 bajo licencias Creative Commons con el documental “NO-RES”. ¿En qué proyectos estáis involucrados actualmente?

Un objetivo primario de Metromuster es demostrar que la producción bajo licencias libres (fuera de un marco estrictamente capitalista) no sólo es posible sino que puede tener mucha calidad técnica y artística. “NO-RES” es una primera batalla ganada. Un segundo objetivo es dar estatus cinematográfico al documental. En Málaga los temas que se trataban en las películas documentales eran mil veces más interesantes que las de ficción. Aún así, se percibe como un arte menor. Un tercer objetivo era contribuir al empoderamiento y a la transformación social a través del cine. Nuestra práctica periodística nos demuestra que la mera difusión de información no basta. Hay mucho ruido y sobresaturación de información, es deseable alcanzar al espectador no desde la racionalidad pura, sino atravesarle de forma que ya no sea el mismo despues de contarle lo que sea.

Una constante en los largometrajes de Metromuster es la relación política con el espacio. “NO RES” habla de la muerte de un barrio. “Ciutat Morta” desenmascara la corrupción que provoca el fin del espacio público. Ahora estamos trabajando en un proyecto que abandona la ciudad para conocer una realidad rural, pero con el mismo objetivo: cómo la transformación de un espacio acaba moldeando la sociedad que lo habita. Se trata de una escuela rural que nació con el objetivo de liberar… y se acaba convirtiendo en un campo de concentración. Actualmente se está discutiendo si va a ser un hotel de lujo. Todo un retrato del siglo XX en Mallorca. Se llama “Foravila” y estamos esperando colaboración de TV. También estamos acabando un documental sobre el caso de financiación irregular del Partido Popular y el papel que tienen las acusaciones populares en estos casos de corrupción.