Una conversación con Nagore Iturrioz sobre trastornos alimenticios y feminismos
Hibai Arbide Aza | PlayGround, 2015-05-09
http://www.playgroundmag.net/articulos/entrevistas/Anorexia-feminismo_0_1531646825.html
Nagore Iturrioz vive en Donostia. Tiene 35 años y es militante del colectivo Medeak, toda una referencia del activismo transfeminista. Hoy no se definiría como anoréxica, pero hubo un tiempo en el que identificarse como tal fue parte de un proceso que debía hacer. Fruto de ese proceso ha dado varias charlas en las que analiza la anorexia y los trastornos alimenticios como elementos que construyen la feminidad.
Hablemos de la anorexia.
Yo tengo problemas con los términos patologizados como anorexia, bulimia, etcétera. Hablaría más bien de haber vivido en primera persona desórdenes alimenticios. No me gusta el término anorexia, así que cuando lo use durante la conversación, será sólo por facilidad, para entendernos.
¿Hablamos de trastornos alimenticios, entonces?
En mi caso hablaría de una fijación o de TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo) con la alimentación. Si hablamos de desórdenes alimenticios, antes deberíamos preguntarnos qué es el orden y ese debate daría para mucho.
A las mujeres se les impone un canon estético, pero se les ridiculiza y critica cuando intentan amoldarse al mismo a través del maquillaje, el adelgazamiento o la cirugía estética…
Este tema a mí me indigna especialmente porque eso es invisibilizar las tecnologías de género. Los gimnasios y las dietas son esfuerzos para parecernos a un modelo de lo que es ser mujer. Piensa en las típicas tías que están muy delgadas y presumen de comer “de todo”, con esa necesidad de repetir constantemente algo que una persona más gordita no diría nunca: “yo como un montón”. Socialmente está muy bien visto comer como una lima pero estar delgada como un palo. La que lo hace ha conseguido la virtud genética de ser aquello que representa la feminidad, sin tener que llevar a cabo esfuerzos. Pero es una farsa. Es mentira. Pasa en todos los grupos de amigas cuando nos vamos juntas de vacaciones. A las que decían que comían mucho dan ganas de decirles: “no, cariño, tú estás delgada porque no comes lo mismo que esta otra que pesa 20 kilos más que tú”. Es como lo de “qué guapas estás / uy, pues me acabo de levantar así de la cama”. No, es mentira. No te has levantado así.
¿Por qué esa necesidad de fingir que lo hacemos sin ningún tipo de esfuerzo?
Para que parezca que es algo natural, algo que no ha sido construido mediante las tecnologías de género. La anorexia es una tecnología de género para crear mujeres. Un ejemplo son las amenorreas, cuando se te va la regla. Se suele vivir como algo súper conflictivo porque es un indicador médico de que algo falla. ¿Cuál es la solución que proponen los doctores? La hormonación, tomar hormonas que te hacen mujer. Una anécdota: hace poco estaba hablando con una amiga que está pensando si tomar hormonas o no para hacerse trans. Yo le decía: “valóralo y decide tú, pero yo no me voy a hormonar para ser mujer. ¿Lo vas a hacer tú para ser hombre?”
Esta obsesión por parecer natural se da también en otro tipo de tecnologías de género. Por ejemplo, el canon dicta que tienes que tener unas tetas grandes pero que sean naturales o que parezcan naturales.
Aquí hay un conflicto con aquellas tecnologías de género que se exceden; pechos demasiado grandes, labios demasiado grandes… Las mujeres deben estar delgadas y tienen que tener tetas para ser reconocidas como mujeres, pero el exceso de cualquiera de estas dos cosas se castiga. Esto lo explica muy bien Lucrecia Masson cuando habla de “ la línea”, en sus dos sentidos: “mantener la línea” y “no sobrepasar línea”. Así, las anoréxicas son las que no han encontrado la medida, las zumbadas que han hecho lo mismo que todas, pero se les ha ido de las manos.
¿Podríamos decir que el mensaje es “tienes que hacerlo pero, si te pasas, se te va a ridiculizar”? Te debes maquillar pero no debes exagerar, te debes operar pero que no se note…
Con la cirugía estética pasa lo mismo que con la alimentación. Se aspira a que sea efectiva. Elsa Pataky es todo cirugía pero cuadra en el estereotipo, por lo tanto está bien. Ahora, si te pasas de la línea, te conviertes en una especie de freak show como Yola Berrocal, o como Alaska cuando dice que se quiere poner más tetas.
Hay numerosos estudios que vinculan las agresiones sexuales con la anorexia, que sitúan las violaciones como origen de la misma. ¿Qué opinas de ello?
Todas las mujeres vivimos agresiones sexuales a lo largo de nuestra vida. Un porcentaje altísimo simplemente lo oculta, lo invisibiliza o no lo nombra como agresión sexual. Por otro lado, un proceso terapéutico traumático puede generar un análisis sobre una misma que haga aflorar la mierda que llevas dentro.
Pero a mí me interesa más por qué quien hace las estadísticas quiere hablar de procesos traumáticos que generan anorexia. Por qué les interesa vincular esa imagen de mujer a la que se ha robado algo —la violación caracterizada como robarle a la mujer la dignidad, la sexualidad, la autoridad, etc.— con la anorexia, explicándolo como desencadenante.
Obviamente yo he vivido agresiones sexuales en mi vida, aunque no como esas que caracterizamos bajo el nombre violación. Pero siempre me ha pasado, a partir de la idea de que lo personal es político, que cada vez que yo hablo de las agresiones sexuales que he vivido, la persona que tengo enfrente me responde que ella ha vivido algo similar.
¿Lo personal es político también en los desórdenes alimenticios?
Curiosamente, me pasa algo parecido. Desde que empecé a llevar esa premisa de lo personal es político a las charlas sobre desórdenes alimenticios, cuando acabo la charla dos o tres personas se me acercan a preguntarme dudas y me dicen que ellas han vivido lo mismo. Pero es que, de alguna u otra forma, la mayoría de la tías han vivido un desorden alimenticio.
¿Puede ser, entonces, que la identificación con la etiqueta “anoréxica” se dé más a través de la patologización que mediante la descripción de un comportamiento? Es decir, ¿eres anoréxica cuando te diagnostican la enfermedad, aunque hagas casi lo mismo que todas las demás mujeres?
Totalmente. Y es curioso porque es una obsesión sobre el cuerpo que la inmensa mayoría de la sociedad presupone sólo a cierto tipo de cuerpos. Quiero decir que la fijación estética está tanto en la gente que consigue llevarla a cabo como en la que no lo consigue. El desorden alimenticio se puede dar en cualquier tipo de cuerpo. Tenemos que tener en cuenta que estamos hablando de lo que se ingiere, de cómo nos deshacemos de lo digerido, de la fijación con la comida… Todos esos elementos están presentes en el proceso alimenticio.
Al final estás hablando del control del cuerpo expresado de diferentes formas, ¿no?
Para mí esta es la clave de todo. Conseguir el control sobre el cuerpo y la ingesta te da una sensación de poder abrumadora. Hablo de poder, no de dolor, ni de inseguridad, ni nada. Te sientes poderosa. Yo he llegado a comer cuatro manzanas en cuatro días. Hay que tener mucho autocontrol para conseguir eso. Tanto que, a partir de aquello, cada vez que me preguntaban “¿Tú crees que podrás?”, yo pensaba para mí “perdona, yo puedo comer cuatro manzanas en cuatro días, yo puedo hacer lo que me salga del moño”.
Además, cuentas con el refuerzo positivo del resto de la sociedad que te está diciendo lo guapa que estás. No olvidemos esto: cada vez que alguien está fatal a raíz de una ruptura de pareja o por la muerte de su madre o su abuela, el comentario más repetido es “está guapísima, ha adelgazado un montón”. Adelgazar y estar guapa son conceptos que siempre van unidos.
El refuerzo positivo ¿viene de la gente cercana?
Viene de todas partes. Te pongo un ejemplo: para la única boda a la que he ido en mi vida, la boda de mi tía, me fui a hacer una falda y le dije a la modista “hazla ajustada, porque en una semana voy a bajar dos kilos”. Yo entonces ya estaba muy delgada, ella me vio y no sólo no le pareció raro sino que me felicitó y me dijo que ella antes también era capaz de hacer ese tipo de cosas, refiriéndose a adelgazar dos kilos en una semana.
El mundo de las dietas es campo abonado para vendehumos y timadores.
Yo, como tenía problemas gástricos, fui a un dietista macrobiótico. Yo entonces estaba muy delgada. Me miró el brazo, me agarró el pellejo y me dijo “yo te voy a ayudar a bajar los cuatro kilos que te sobran”. Y respondí “claro, claro, por supuesto”. De hecho, me puso una dieta que me estriñó, por lo que engordé seis kilos. Le llamé y le dije “me has matado, he engordado seis kilos” y me contestó “¿Que has adelgazado seis kilos? Qué bien, ¿no?”. Yo quería que me enseñara a comer pero él me proponía cosas absurdas como arrozadas durante 15 días. Yo pensaba que eso no era comer, que eso eran ayunos y yo ya los hacía con manzanas. O sea, que yo estaba zumbada pero el mundo me acompañaba.
¿Qué opinas de los tópicos sobre las anoréxicas como, por ejemplo, el que dice que “son niñas muy listas”?
Cuando se le tiene que dar la autoridad a alguien —en este caso, reconocer su inteligencia— es porque antes se le ha denegado. Es un tópico que se repite desde los años 90, cuando la opinión pública empieza a hablar de la anorexia. Es verdad que podríamos hablar de un perfil habitual obsesivo-perfeccionista entre las chicas diagnosticadas como tal, aunque repito que me sigue costando utilizar ciertas etiquetas. Un perfil perfeccionista da el pego de una persona eficaz, con gran intelecto y tal… Esto nos llevaría a cuestionarnos qué es la inteligencia, si es lo mismo que la eficacia, para qué se usa la inteligencia, etcétera. Pero, básicamente, son atributos que se le reconocen a la anoréxica, en tanto que mujer a la que no se le reconoce fuerza.
En tus charlas hablas de una “performatividad de la anorexia”. ¿A qué te refieres?
Ésta se manifiesta tanto en la forma física como en la manera de estar en el espacio alimenticio. Yo no sé si le pasa a todo el mundo, pero yo tenía mucha fijación con los cubiertos y los purés. Llegas a alimentarte de una forma muy infantil; cubiertos muy pequeños, platos muy pequeños y comiendo todo en puré. Yo al final sólo comía en un plato muy pequeño, con una cuchara concreta y un tenedor muy concreto. En realidad, todo esto son puntos de neurosis. Obsesiones que podríamos tener con otras cosas pero que, en este caso, es con la comida.
También sueles hablar de la infantilización de las anoréxicas, ¿a qué te refieres?
En cierto punto, me temo, es inevitable. La performatividad es tan infantil que a veces, hasta la gente que más quiero, que me quiere y me ha querido acompañar en todo esto, me ha infantilizado. Sin ir más lejos, diciéndome “Nagore, come. Nagore, come. Nagore, come” todo el rato. O intentando pedir comida que creían que me iba a gustar, para ver si así comía. Yo reaccionaba pensando “me estás intentando engañar. Si yo no quiero comer, no voy a comer. Comeré cuando me da la gana, coño, no me engañes.”
¿Hay algo de infantilización asumida?
Yo he hecho una lectura política de todo esto, pero hay que tener en cuenta que a mí me ha pasado ya siendo adulta, con una cierta conciencia de lo que me pasaba. Pero, en el fondo, todos acabamos creyendo que somos lo que nos dicen que somos. En cualquier situación de desajuste emocional, cuando estamos jodidos, en el fondo no nos importa nadie más, ni nada más, que lo que tenemos aquí mismo. Yo me doy cuenta de que por mí han pasado cosas que eran atroces y yo ni las sentía. Pero… esto era lo mejor de todo: yo no sentía. Con mi terapeuta me reía de esto, en plan “¿Con qué nos vamos a entretener ahora? ¿Con que me estriño? ¿Con los cubiertos? ¿Pensáis que soy una puta cría? Pues me vale mientras siga bajando. 51, 48, 47, cuánto índice de masa corporal, etc.”. Para mí hay un elemento esencial en todo esto que es la medición del cuerpo.
Respecto a la medición del cuerpo, ¿no es una obsesión común en todo el mundo? Todo el mundo quiere pesar X, medir X y tener un volumen X.
Para mí es neurótico. Yo lo vivo así porque es la fijación sobre un número. Es como lo que decíamos antes del índice de masa corporal o el llamado “peso ideal” o los kilos que quieres bajar. Es fijarte un número como objetivo. Yo he conocido a gente que creía que el día que follara su vida iba a mejorar, pues esto igual: creemos que por alcanzar una medida concreta nuestra vida va a ser mejor. Es un intento de tener una información veraz, objetiva, de tu cuerpo. Pero esto sí que es algo común a todos, pensemos en las obsesiones por las tallas.
La medicina empieza midiendo el cuerpo para determinar cuándo existe un ser humano y acaba estableciendo medidas arbitrarias para determinar qué cuerpo es sano. Yo, en donde peor lo he pasado con todo esto sin duda es donde la dietista. Me tenía que pelear con ella, en un sentido opuesto, pero también por un número, por llegar a tal peso. La dietista se sabía los trucos para no comer y para intentar engañarla, así que ahí no me sentí tan exclusiva, me sentí más igual a las otras y eso en cierto modo me hizo sentir acompañada. Porque la soledad que se siente con todo esto es terrible.
Se suele decir que las mujeres diagnosticadas con anorexia pierden el deseo sexual.
Claro, no tienes fuerza para tener libido. A mí no me ha llegado a pasar, no he llegado a tal extremo. Para mí fue un poco al contrario, trasladé mi deseo alimenticio al sexual. Sustituí mi hambre por el sexo. Dejé de comer y follé a destajo. Cuando salía de fiesta, comía frutos secos. Si bebía alcohol, o comía frutos secos o me caía. De hecho, me ha pasado, caerme. Entonces, empezaba a beber y para mí salir era la orgía absoluta: bebía, comía con ansia y follaba a saco. Yo podía estar tres días de fiesta sin drogarme, a cafés. Pensaba que la inanición era un estímulo que me mantenía alerta, que me permitía hacer todo eso.
Pero tras esta primera fase de euforia vienen tremendos problemas físicos.
Claro, luego empiezas a tener un montón de problemas de estómago. La que se estriñe, la que vomita… Hay un montón de conflictos que nunca se nombran porque son más escatológicos y nada glamurosos. Y porque nos aleja de la feminidad; la mujer parece que no caga. Lo que puede llegar a hacer una anoréxica para provocarse una diarrea o para vomitar es tremendo.
Y lo pasas fatal. A la boda a la que me he referido antes yo llegué sin haber comido apenas durante días. Cuando intenté comerme un chuletón me intoxiqué, me empezó a doler fortísimo la tripa, me mareé… Tengo un recuerdo malísimo.
Puedes llegar a límites inimaginables sin comer, pero las consecuencias físicas de esto, si sobrevives, son terribles...
Claro, yo cuando empecé a oír esto me cagué de miedo. Aún no sé qué consecuencias puede haber provocado esto para mi salud. Problemas de estómago seguro, pero ya veremos si es algo más. Yo hoy soy feliz si no me duele el estómago cuando como algo similar a lo que comen los demás.
A veces, cuando he dado esta charla, me han acusado de hacer apología de la anorexia y lo niego completamente. Yo lo único que estoy haciendo es legitimar las formas de desquiciarnos por no entrar en la heteronorma, dándoles legitimidad en el sentido de intentar comprenderlas. No es más que eso. Porque en el fondo, si pienso en mi colectivo y no sólo... estamos todas jorotas. Cada una tiene su desquicie y yo tenía el mío.
Hablemos de la anorexia.
Yo tengo problemas con los términos patologizados como anorexia, bulimia, etcétera. Hablaría más bien de haber vivido en primera persona desórdenes alimenticios. No me gusta el término anorexia, así que cuando lo use durante la conversación, será sólo por facilidad, para entendernos.
¿Hablamos de trastornos alimenticios, entonces?
En mi caso hablaría de una fijación o de TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo) con la alimentación. Si hablamos de desórdenes alimenticios, antes deberíamos preguntarnos qué es el orden y ese debate daría para mucho.
A las mujeres se les impone un canon estético, pero se les ridiculiza y critica cuando intentan amoldarse al mismo a través del maquillaje, el adelgazamiento o la cirugía estética…
Este tema a mí me indigna especialmente porque eso es invisibilizar las tecnologías de género. Los gimnasios y las dietas son esfuerzos para parecernos a un modelo de lo que es ser mujer. Piensa en las típicas tías que están muy delgadas y presumen de comer “de todo”, con esa necesidad de repetir constantemente algo que una persona más gordita no diría nunca: “yo como un montón”. Socialmente está muy bien visto comer como una lima pero estar delgada como un palo. La que lo hace ha conseguido la virtud genética de ser aquello que representa la feminidad, sin tener que llevar a cabo esfuerzos. Pero es una farsa. Es mentira. Pasa en todos los grupos de amigas cuando nos vamos juntas de vacaciones. A las que decían que comían mucho dan ganas de decirles: “no, cariño, tú estás delgada porque no comes lo mismo que esta otra que pesa 20 kilos más que tú”. Es como lo de “qué guapas estás / uy, pues me acabo de levantar así de la cama”. No, es mentira. No te has levantado así.
¿Por qué esa necesidad de fingir que lo hacemos sin ningún tipo de esfuerzo?
Para que parezca que es algo natural, algo que no ha sido construido mediante las tecnologías de género. La anorexia es una tecnología de género para crear mujeres. Un ejemplo son las amenorreas, cuando se te va la regla. Se suele vivir como algo súper conflictivo porque es un indicador médico de que algo falla. ¿Cuál es la solución que proponen los doctores? La hormonación, tomar hormonas que te hacen mujer. Una anécdota: hace poco estaba hablando con una amiga que está pensando si tomar hormonas o no para hacerse trans. Yo le decía: “valóralo y decide tú, pero yo no me voy a hormonar para ser mujer. ¿Lo vas a hacer tú para ser hombre?”
Esta obsesión por parecer natural se da también en otro tipo de tecnologías de género. Por ejemplo, el canon dicta que tienes que tener unas tetas grandes pero que sean naturales o que parezcan naturales.
Aquí hay un conflicto con aquellas tecnologías de género que se exceden; pechos demasiado grandes, labios demasiado grandes… Las mujeres deben estar delgadas y tienen que tener tetas para ser reconocidas como mujeres, pero el exceso de cualquiera de estas dos cosas se castiga. Esto lo explica muy bien Lucrecia Masson cuando habla de “ la línea”, en sus dos sentidos: “mantener la línea” y “no sobrepasar línea”. Así, las anoréxicas son las que no han encontrado la medida, las zumbadas que han hecho lo mismo que todas, pero se les ha ido de las manos.
¿Podríamos decir que el mensaje es “tienes que hacerlo pero, si te pasas, se te va a ridiculizar”? Te debes maquillar pero no debes exagerar, te debes operar pero que no se note…
Con la cirugía estética pasa lo mismo que con la alimentación. Se aspira a que sea efectiva. Elsa Pataky es todo cirugía pero cuadra en el estereotipo, por lo tanto está bien. Ahora, si te pasas de la línea, te conviertes en una especie de freak show como Yola Berrocal, o como Alaska cuando dice que se quiere poner más tetas.
Hay numerosos estudios que vinculan las agresiones sexuales con la anorexia, que sitúan las violaciones como origen de la misma. ¿Qué opinas de ello?
Todas las mujeres vivimos agresiones sexuales a lo largo de nuestra vida. Un porcentaje altísimo simplemente lo oculta, lo invisibiliza o no lo nombra como agresión sexual. Por otro lado, un proceso terapéutico traumático puede generar un análisis sobre una misma que haga aflorar la mierda que llevas dentro.
Pero a mí me interesa más por qué quien hace las estadísticas quiere hablar de procesos traumáticos que generan anorexia. Por qué les interesa vincular esa imagen de mujer a la que se ha robado algo —la violación caracterizada como robarle a la mujer la dignidad, la sexualidad, la autoridad, etc.— con la anorexia, explicándolo como desencadenante.
Obviamente yo he vivido agresiones sexuales en mi vida, aunque no como esas que caracterizamos bajo el nombre violación. Pero siempre me ha pasado, a partir de la idea de que lo personal es político, que cada vez que yo hablo de las agresiones sexuales que he vivido, la persona que tengo enfrente me responde que ella ha vivido algo similar.
¿Lo personal es político también en los desórdenes alimenticios?
Curiosamente, me pasa algo parecido. Desde que empecé a llevar esa premisa de lo personal es político a las charlas sobre desórdenes alimenticios, cuando acabo la charla dos o tres personas se me acercan a preguntarme dudas y me dicen que ellas han vivido lo mismo. Pero es que, de alguna u otra forma, la mayoría de la tías han vivido un desorden alimenticio.
¿Puede ser, entonces, que la identificación con la etiqueta “anoréxica” se dé más a través de la patologización que mediante la descripción de un comportamiento? Es decir, ¿eres anoréxica cuando te diagnostican la enfermedad, aunque hagas casi lo mismo que todas las demás mujeres?
Totalmente. Y es curioso porque es una obsesión sobre el cuerpo que la inmensa mayoría de la sociedad presupone sólo a cierto tipo de cuerpos. Quiero decir que la fijación estética está tanto en la gente que consigue llevarla a cabo como en la que no lo consigue. El desorden alimenticio se puede dar en cualquier tipo de cuerpo. Tenemos que tener en cuenta que estamos hablando de lo que se ingiere, de cómo nos deshacemos de lo digerido, de la fijación con la comida… Todos esos elementos están presentes en el proceso alimenticio.
Al final estás hablando del control del cuerpo expresado de diferentes formas, ¿no?
Para mí esta es la clave de todo. Conseguir el control sobre el cuerpo y la ingesta te da una sensación de poder abrumadora. Hablo de poder, no de dolor, ni de inseguridad, ni nada. Te sientes poderosa. Yo he llegado a comer cuatro manzanas en cuatro días. Hay que tener mucho autocontrol para conseguir eso. Tanto que, a partir de aquello, cada vez que me preguntaban “¿Tú crees que podrás?”, yo pensaba para mí “perdona, yo puedo comer cuatro manzanas en cuatro días, yo puedo hacer lo que me salga del moño”.
Además, cuentas con el refuerzo positivo del resto de la sociedad que te está diciendo lo guapa que estás. No olvidemos esto: cada vez que alguien está fatal a raíz de una ruptura de pareja o por la muerte de su madre o su abuela, el comentario más repetido es “está guapísima, ha adelgazado un montón”. Adelgazar y estar guapa son conceptos que siempre van unidos.
El refuerzo positivo ¿viene de la gente cercana?
Viene de todas partes. Te pongo un ejemplo: para la única boda a la que he ido en mi vida, la boda de mi tía, me fui a hacer una falda y le dije a la modista “hazla ajustada, porque en una semana voy a bajar dos kilos”. Yo entonces ya estaba muy delgada, ella me vio y no sólo no le pareció raro sino que me felicitó y me dijo que ella antes también era capaz de hacer ese tipo de cosas, refiriéndose a adelgazar dos kilos en una semana.
El mundo de las dietas es campo abonado para vendehumos y timadores.
Yo, como tenía problemas gástricos, fui a un dietista macrobiótico. Yo entonces estaba muy delgada. Me miró el brazo, me agarró el pellejo y me dijo “yo te voy a ayudar a bajar los cuatro kilos que te sobran”. Y respondí “claro, claro, por supuesto”. De hecho, me puso una dieta que me estriñó, por lo que engordé seis kilos. Le llamé y le dije “me has matado, he engordado seis kilos” y me contestó “¿Que has adelgazado seis kilos? Qué bien, ¿no?”. Yo quería que me enseñara a comer pero él me proponía cosas absurdas como arrozadas durante 15 días. Yo pensaba que eso no era comer, que eso eran ayunos y yo ya los hacía con manzanas. O sea, que yo estaba zumbada pero el mundo me acompañaba.
¿Qué opinas de los tópicos sobre las anoréxicas como, por ejemplo, el que dice que “son niñas muy listas”?
Cuando se le tiene que dar la autoridad a alguien —en este caso, reconocer su inteligencia— es porque antes se le ha denegado. Es un tópico que se repite desde los años 90, cuando la opinión pública empieza a hablar de la anorexia. Es verdad que podríamos hablar de un perfil habitual obsesivo-perfeccionista entre las chicas diagnosticadas como tal, aunque repito que me sigue costando utilizar ciertas etiquetas. Un perfil perfeccionista da el pego de una persona eficaz, con gran intelecto y tal… Esto nos llevaría a cuestionarnos qué es la inteligencia, si es lo mismo que la eficacia, para qué se usa la inteligencia, etcétera. Pero, básicamente, son atributos que se le reconocen a la anoréxica, en tanto que mujer a la que no se le reconoce fuerza.
En tus charlas hablas de una “performatividad de la anorexia”. ¿A qué te refieres?
Ésta se manifiesta tanto en la forma física como en la manera de estar en el espacio alimenticio. Yo no sé si le pasa a todo el mundo, pero yo tenía mucha fijación con los cubiertos y los purés. Llegas a alimentarte de una forma muy infantil; cubiertos muy pequeños, platos muy pequeños y comiendo todo en puré. Yo al final sólo comía en un plato muy pequeño, con una cuchara concreta y un tenedor muy concreto. En realidad, todo esto son puntos de neurosis. Obsesiones que podríamos tener con otras cosas pero que, en este caso, es con la comida.
También sueles hablar de la infantilización de las anoréxicas, ¿a qué te refieres?
En cierto punto, me temo, es inevitable. La performatividad es tan infantil que a veces, hasta la gente que más quiero, que me quiere y me ha querido acompañar en todo esto, me ha infantilizado. Sin ir más lejos, diciéndome “Nagore, come. Nagore, come. Nagore, come” todo el rato. O intentando pedir comida que creían que me iba a gustar, para ver si así comía. Yo reaccionaba pensando “me estás intentando engañar. Si yo no quiero comer, no voy a comer. Comeré cuando me da la gana, coño, no me engañes.”
¿Hay algo de infantilización asumida?
Yo he hecho una lectura política de todo esto, pero hay que tener en cuenta que a mí me ha pasado ya siendo adulta, con una cierta conciencia de lo que me pasaba. Pero, en el fondo, todos acabamos creyendo que somos lo que nos dicen que somos. En cualquier situación de desajuste emocional, cuando estamos jodidos, en el fondo no nos importa nadie más, ni nada más, que lo que tenemos aquí mismo. Yo me doy cuenta de que por mí han pasado cosas que eran atroces y yo ni las sentía. Pero… esto era lo mejor de todo: yo no sentía. Con mi terapeuta me reía de esto, en plan “¿Con qué nos vamos a entretener ahora? ¿Con que me estriño? ¿Con los cubiertos? ¿Pensáis que soy una puta cría? Pues me vale mientras siga bajando. 51, 48, 47, cuánto índice de masa corporal, etc.”. Para mí hay un elemento esencial en todo esto que es la medición del cuerpo.
Respecto a la medición del cuerpo, ¿no es una obsesión común en todo el mundo? Todo el mundo quiere pesar X, medir X y tener un volumen X.
Para mí es neurótico. Yo lo vivo así porque es la fijación sobre un número. Es como lo que decíamos antes del índice de masa corporal o el llamado “peso ideal” o los kilos que quieres bajar. Es fijarte un número como objetivo. Yo he conocido a gente que creía que el día que follara su vida iba a mejorar, pues esto igual: creemos que por alcanzar una medida concreta nuestra vida va a ser mejor. Es un intento de tener una información veraz, objetiva, de tu cuerpo. Pero esto sí que es algo común a todos, pensemos en las obsesiones por las tallas.
La medicina empieza midiendo el cuerpo para determinar cuándo existe un ser humano y acaba estableciendo medidas arbitrarias para determinar qué cuerpo es sano. Yo, en donde peor lo he pasado con todo esto sin duda es donde la dietista. Me tenía que pelear con ella, en un sentido opuesto, pero también por un número, por llegar a tal peso. La dietista se sabía los trucos para no comer y para intentar engañarla, así que ahí no me sentí tan exclusiva, me sentí más igual a las otras y eso en cierto modo me hizo sentir acompañada. Porque la soledad que se siente con todo esto es terrible.
Se suele decir que las mujeres diagnosticadas con anorexia pierden el deseo sexual.
Claro, no tienes fuerza para tener libido. A mí no me ha llegado a pasar, no he llegado a tal extremo. Para mí fue un poco al contrario, trasladé mi deseo alimenticio al sexual. Sustituí mi hambre por el sexo. Dejé de comer y follé a destajo. Cuando salía de fiesta, comía frutos secos. Si bebía alcohol, o comía frutos secos o me caía. De hecho, me ha pasado, caerme. Entonces, empezaba a beber y para mí salir era la orgía absoluta: bebía, comía con ansia y follaba a saco. Yo podía estar tres días de fiesta sin drogarme, a cafés. Pensaba que la inanición era un estímulo que me mantenía alerta, que me permitía hacer todo eso.
Pero tras esta primera fase de euforia vienen tremendos problemas físicos.
Claro, luego empiezas a tener un montón de problemas de estómago. La que se estriñe, la que vomita… Hay un montón de conflictos que nunca se nombran porque son más escatológicos y nada glamurosos. Y porque nos aleja de la feminidad; la mujer parece que no caga. Lo que puede llegar a hacer una anoréxica para provocarse una diarrea o para vomitar es tremendo.
Y lo pasas fatal. A la boda a la que me he referido antes yo llegué sin haber comido apenas durante días. Cuando intenté comerme un chuletón me intoxiqué, me empezó a doler fortísimo la tripa, me mareé… Tengo un recuerdo malísimo.
Puedes llegar a límites inimaginables sin comer, pero las consecuencias físicas de esto, si sobrevives, son terribles...
Claro, yo cuando empecé a oír esto me cagué de miedo. Aún no sé qué consecuencias puede haber provocado esto para mi salud. Problemas de estómago seguro, pero ya veremos si es algo más. Yo hoy soy feliz si no me duele el estómago cuando como algo similar a lo que comen los demás.
A veces, cuando he dado esta charla, me han acusado de hacer apología de la anorexia y lo niego completamente. Yo lo único que estoy haciendo es legitimar las formas de desquiciarnos por no entrar en la heteronorma, dándoles legitimidad en el sentido de intentar comprenderlas. No es más que eso. Porque en el fondo, si pienso en mi colectivo y no sólo... estamos todas jorotas. Cada una tiene su desquicie y yo tenía el mío.