Imagen: El Mundo / Alexandra, víctima de violencia machista, Moscú |
Según la nueva ley, las agresiones ya no serán consideradas un delito salvo si dejan marcas y el agresor reincide en el periodo de un año. Entre 12.000 y 14.000 mujeres mueren todos los años a manos de sus parejas en Rusia, según datos difundidos por el Ministerio de Interior ruso.
Xavier Colás | El Mundo, 2017-02-07
http://www.elmundo.es/sociedad/2017/02/07/589a13f6e5fdea7d178b4619.html
El presidente ruso, Vladímir Putin, ha promulgado una ley que despenaliza la violencia doméstica en los casos en los que no cause lesiones o se produzca de manera no continuada. Lo que antes se castigaba con penas de cárcel ahora se pagará con multas de hasta 500 euros, sanciones administrativas o breves arrestos.
La adopción de la ley augura otras iniciativas legislativas de tendencia ultraconservadora, en un país donde la Iglesia ortodoxa va ganando influencia. Lo más llamativo es que esta ley ha salido adelante impulsada por varias diputadas y senadoras, empeñadas en "corregir" la excesiva capacidad de injerencia que el Estado tiene en la familia. Lejos de ser una idea marginal de un sector ultraconservador, el texto ha obtenido un apoyo casi unánime durante las sucesivas votaciones que requiere el proceso en el Parlamento ruso: un voto en contra en la primera lectura, dos en la segunda y tres en la tercera.
La pasada semana la cámara alta dio el visto bueno. Los críticos con la ley tenían pocas esperanzas de que Putin se negase a firmarla, porque el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, se había pronunciado a favor del texto. Una de las impulsoras de este texto es la legisladora Yelena Mizulina, una de las inspiradoras de la célebre ley contra la propaganda homosexual, aprobada en 2013, que penaliza la promoción de actos sexuales entre personas del mismo sexo.
La ley ha sido duramente criticada por los colectivos feministas en Rusia, todavía minoritarios. Según datos del Ministerio del Interior, más de 12.000 mujeres mueren cada año víctimas de la violencia doméstica, en la mayoría de los casos a manos de sus maridos. La desconfianza en la policía y la justicia o el peso de los llamados "valores tradicionales" hacen que entre un 60% y un 70% de las agredidas nunca llegue a denunciar. Cada caso formalmente presentado desemboca en un juicio en poco más del 10% de los casos.
"Mi pareja me estuvo pegando durante casi cinco años, era muy agresivo y sobre todo le gustaba amenazarme", explica Sofia, de 25 años, que huyó del piso que compartían el verano pasado. Preguntaba sobre si se planteó denunciar, arruga el gesto y niega con la cabeza: "No pensé ni por un momento en revelar lo que pasaba porque la policía no sirve para nada, sobre todo si él tiene una buena posición social". Desde las filas de las asociaciones para proteger a la mujer se lamenta que la nueva ley supone una excusa explícita al maltrato, que además hará más difícil que se denuncie, pues la multa se pagará a costa del presupuesto de la familia. "Con frecuencia las propias mujeres, ante la falta de alternativas, perdonan al agresor si ven que la familia va a irse a pique", añadir Yulia Yurenko, abogada en Moscú.
Yelena Mizulina ha justificado los nuevos cambios porque ya hay "59 artículos que estipulan la responsabilidad penal por la violencia". Según Mizulina, la despenalización afectará a "asaltos físicos que no requieren atención médica" y que son, en su opinión, "disputas familiares con consecuencias menores".
La adopción de la ley augura otras iniciativas legislativas de tendencia ultraconservadora, en un país donde la Iglesia ortodoxa va ganando influencia. Lo más llamativo es que esta ley ha salido adelante impulsada por varias diputadas y senadoras, empeñadas en "corregir" la excesiva capacidad de injerencia que el Estado tiene en la familia. Lejos de ser una idea marginal de un sector ultraconservador, el texto ha obtenido un apoyo casi unánime durante las sucesivas votaciones que requiere el proceso en el Parlamento ruso: un voto en contra en la primera lectura, dos en la segunda y tres en la tercera.
La pasada semana la cámara alta dio el visto bueno. Los críticos con la ley tenían pocas esperanzas de que Putin se negase a firmarla, porque el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, se había pronunciado a favor del texto. Una de las impulsoras de este texto es la legisladora Yelena Mizulina, una de las inspiradoras de la célebre ley contra la propaganda homosexual, aprobada en 2013, que penaliza la promoción de actos sexuales entre personas del mismo sexo.
La ley ha sido duramente criticada por los colectivos feministas en Rusia, todavía minoritarios. Según datos del Ministerio del Interior, más de 12.000 mujeres mueren cada año víctimas de la violencia doméstica, en la mayoría de los casos a manos de sus maridos. La desconfianza en la policía y la justicia o el peso de los llamados "valores tradicionales" hacen que entre un 60% y un 70% de las agredidas nunca llegue a denunciar. Cada caso formalmente presentado desemboca en un juicio en poco más del 10% de los casos.
"Mi pareja me estuvo pegando durante casi cinco años, era muy agresivo y sobre todo le gustaba amenazarme", explica Sofia, de 25 años, que huyó del piso que compartían el verano pasado. Preguntaba sobre si se planteó denunciar, arruga el gesto y niega con la cabeza: "No pensé ni por un momento en revelar lo que pasaba porque la policía no sirve para nada, sobre todo si él tiene una buena posición social". Desde las filas de las asociaciones para proteger a la mujer se lamenta que la nueva ley supone una excusa explícita al maltrato, que además hará más difícil que se denuncie, pues la multa se pagará a costa del presupuesto de la familia. "Con frecuencia las propias mujeres, ante la falta de alternativas, perdonan al agresor si ven que la familia va a irse a pique", añadir Yulia Yurenko, abogada en Moscú.
Yelena Mizulina ha justificado los nuevos cambios porque ya hay "59 artículos que estipulan la responsabilidad penal por la violencia". Según Mizulina, la despenalización afectará a "asaltos físicos que no requieren atención médica" y que son, en su opinión, "disputas familiares con consecuencias menores".