Imagen: Faro de Vigo / María Suerio y Riham Hafiz |
María Sueiro mantiene una batalla burocrática para poder casarse con su pareja, la egipcia Riham Hafiz, y lograr un visado que normalice su situación en Malasia y viajar a España.
Enrique Martínez | Faro de Vigo, 2017-07-06
http://www.farodevigo.es/sociedad/2017/07/06/lucha-viguesa-defensa-amor/1711614.html
María Sueiro López es una joven viguesa de 27 años.Tras titularse en Fisioterapia por la Universidad de Vigo, abandonó España en busca de oportunidades, recalando en Malasia hace más de dos años. Todavía está empadronada en Vigo, pues no ha conseguido el visado necesario para establecerse en el país asiático como residente. Su amor por una joven egipcia llamada Riham Hafiz la mantiene atrapada en la capital, Kuala Lumpur.
Sueiro cumplió en febrero año y medio sin volver a nuestro país, puesto que su pareja no puede entrar en Europa. Lo único que desean es casarse, algo ilegal en todos los países a los que puede viajar Hafiz, sin ciudadanía europea ni visado para poder entrar en la UE a pesar residir desde 2014 en Malasia. Su boda les permitiría poder visitar juntas Vigo, la ciudad natal de María, y a su familia
Ambas han recorrido embajadas, enviado correos y contactado con cientos de personas buscando una solución. Temen que Hafiz sea enviada de vuelta a África ahora que no posee trabajo estable.
"¿Cómo es posible que hasta me tengan que sugerir que la forma más fácil de solucionar esto es pagarle a un hombre español para que se case en Egipto con mi pareja? Soy muy consciente de que éso es un negocio y existe. Pero yo no quiero hacer las cosas así, es una medida desesperada a la que ni pensaría recurrir", se queja María.
"No pido dinero, no pido un trabajo. He trabajado duro toda mi vida y buscado mis propias oportunidades. No necesito que nadie me dé las cosas hechas. Pero sí pido mi derecho a casarme con la persona que quiero en mi propio país y saber que puedo viajar con ella libremente sin tener que decirle adiós cada vez que quiero o necesito visitar España", afirma rotunda
Sueiro escribió una carta a la Embajada española en Malasia y acudió personalmente para comprobar si era posible casarse allí. Afirma que no le dejaron explicarse, aunque no había nadie más a quien atender. Su contestación, según la viguesa, fue que la embajada tiene que cumplir las normas del Estado en el que se encuentra, no al que pertenece. Lamenta Sueiro que "si se sentasen un segundo y escuchasen, sabrían que lo que parece tan sencillo, acudir al territorio español para efectuar el casamiento, no lo es para nosotros, pues Hafiz no puede pisar España".
"No sé si esto va a tocarle la fibra sensible a alguien, va a despertar algún sentimiento en quien lo lea o va a concienciar a la gente. Pero no puedo esperar más. Estoy cansada de quedarme de brazos cruzados y aceptar el no por respuesta, el "no podemos hacer nada", "tenéis que hacer esto y lo otro" y explicaciones y soluciones que están completamente fuera de nuestro alcance", denuncia María.
La egipcia llegó a Malasia muy joven, con pocos ahorros y apenas estudios y experiencia laboral. Las oportunidades fueron escasas, y cuando al fin consiguió un trabajo de dos años de duración, el salario era de 1.500 ringgits mensuales (307,88 euros) por ochenta y cuatro horas a la semana, descansando solo un día. En aquella época, Hafiz vivía en un cuarto de lavadoras y pagaba como un favor "solo" 400 ringgits de alquiler. Actualmente ambas viven en un pequeño estudio que les cuesta 1.600 ringgits al mes. Residen en Kuala Lumpur, capital del país, y por tanto los precios son altos.
La compañía para la que trabaja Sueiro como oficinista puede ayudarle a conseguir el visado, pero la viguesa denuncia la existencia de corrupción en el país en el que reside, y afirma que hasta que no consiga ciertos objetivos de ventas, no le ayudarán. Aunque asume que quizás sus esfuerzos no resuelvan sus problemas, no se da por vencida.
Denuncia la joven viguesa que "si fuésemos una pareja de sexo opuesto, sería tan fácil como ir a Egipto y conseguir el papel, entonces podríamos viajar juntas a España sin problemas".
En Malasia no es legal el matrimonio homosexual, al igual que en Egipto, donde está duramente penado, y la policía malaya aplica la sharia (ley islámica) sobre los locales, encarcelándolos si mantienen relaciones con personas del mismo sexo, pero se respeta a los turistas. Esta "doble moral" se debe a que Kuala Lumpur es una ciudad dinámica en la que conviven distintas razas, se construyen grandes riquezas y existe un movimiento de personas de todo el globo, según relata María a Faro.
"Somos dos personas trabajadoras, luchadoras. Sin miedo a esforzarnos y enfrentarnos a lo que venga. Hemos pasado por muchas situaciones surrealistas, hemos crecido y aprendido a mirar al futuro y a no rendirnos cuando las cosas se ponen feas. No ha sido fácil, pero siempre encontramos fuerza para seguir adelante". En cualquier caso, Sueiro denuncia que "los políticos malasios no están preparados para el cambio, y aunque nosotras nos casemos en un país donde es legal, en cuanto volvamos a Malasia no será efectivo a efectos prácticos. Estoy orgullosa de que España haya sido uno de los primeros países en legislar al respecto, pero la realidad es que en la mayor parte del mundo, el matrimonio homosexual no está permitido ni reconocido".
Sueiro cumplió en febrero año y medio sin volver a nuestro país, puesto que su pareja no puede entrar en Europa. Lo único que desean es casarse, algo ilegal en todos los países a los que puede viajar Hafiz, sin ciudadanía europea ni visado para poder entrar en la UE a pesar residir desde 2014 en Malasia. Su boda les permitiría poder visitar juntas Vigo, la ciudad natal de María, y a su familia
Ambas han recorrido embajadas, enviado correos y contactado con cientos de personas buscando una solución. Temen que Hafiz sea enviada de vuelta a África ahora que no posee trabajo estable.
"¿Cómo es posible que hasta me tengan que sugerir que la forma más fácil de solucionar esto es pagarle a un hombre español para que se case en Egipto con mi pareja? Soy muy consciente de que éso es un negocio y existe. Pero yo no quiero hacer las cosas así, es una medida desesperada a la que ni pensaría recurrir", se queja María.
"No pido dinero, no pido un trabajo. He trabajado duro toda mi vida y buscado mis propias oportunidades. No necesito que nadie me dé las cosas hechas. Pero sí pido mi derecho a casarme con la persona que quiero en mi propio país y saber que puedo viajar con ella libremente sin tener que decirle adiós cada vez que quiero o necesito visitar España", afirma rotunda
Sueiro escribió una carta a la Embajada española en Malasia y acudió personalmente para comprobar si era posible casarse allí. Afirma que no le dejaron explicarse, aunque no había nadie más a quien atender. Su contestación, según la viguesa, fue que la embajada tiene que cumplir las normas del Estado en el que se encuentra, no al que pertenece. Lamenta Sueiro que "si se sentasen un segundo y escuchasen, sabrían que lo que parece tan sencillo, acudir al territorio español para efectuar el casamiento, no lo es para nosotros, pues Hafiz no puede pisar España".
"No sé si esto va a tocarle la fibra sensible a alguien, va a despertar algún sentimiento en quien lo lea o va a concienciar a la gente. Pero no puedo esperar más. Estoy cansada de quedarme de brazos cruzados y aceptar el no por respuesta, el "no podemos hacer nada", "tenéis que hacer esto y lo otro" y explicaciones y soluciones que están completamente fuera de nuestro alcance", denuncia María.
La egipcia llegó a Malasia muy joven, con pocos ahorros y apenas estudios y experiencia laboral. Las oportunidades fueron escasas, y cuando al fin consiguió un trabajo de dos años de duración, el salario era de 1.500 ringgits mensuales (307,88 euros) por ochenta y cuatro horas a la semana, descansando solo un día. En aquella época, Hafiz vivía en un cuarto de lavadoras y pagaba como un favor "solo" 400 ringgits de alquiler. Actualmente ambas viven en un pequeño estudio que les cuesta 1.600 ringgits al mes. Residen en Kuala Lumpur, capital del país, y por tanto los precios son altos.
La compañía para la que trabaja Sueiro como oficinista puede ayudarle a conseguir el visado, pero la viguesa denuncia la existencia de corrupción en el país en el que reside, y afirma que hasta que no consiga ciertos objetivos de ventas, no le ayudarán. Aunque asume que quizás sus esfuerzos no resuelvan sus problemas, no se da por vencida.
Denuncia la joven viguesa que "si fuésemos una pareja de sexo opuesto, sería tan fácil como ir a Egipto y conseguir el papel, entonces podríamos viajar juntas a España sin problemas".
En Malasia no es legal el matrimonio homosexual, al igual que en Egipto, donde está duramente penado, y la policía malaya aplica la sharia (ley islámica) sobre los locales, encarcelándolos si mantienen relaciones con personas del mismo sexo, pero se respeta a los turistas. Esta "doble moral" se debe a que Kuala Lumpur es una ciudad dinámica en la que conviven distintas razas, se construyen grandes riquezas y existe un movimiento de personas de todo el globo, según relata María a Faro.
"Somos dos personas trabajadoras, luchadoras. Sin miedo a esforzarnos y enfrentarnos a lo que venga. Hemos pasado por muchas situaciones surrealistas, hemos crecido y aprendido a mirar al futuro y a no rendirnos cuando las cosas se ponen feas. No ha sido fácil, pero siempre encontramos fuerza para seguir adelante". En cualquier caso, Sueiro denuncia que "los políticos malasios no están preparados para el cambio, y aunque nosotras nos casemos en un país donde es legal, en cuanto volvamos a Malasia no será efectivo a efectos prácticos. Estoy orgullosa de que España haya sido uno de los primeros países en legislar al respecto, pero la realidad es que en la mayor parte del mundo, el matrimonio homosexual no está permitido ni reconocido".
María Sueiro: "Veo a muy largo plazo volver a Vigo; este año es imposible".
Tanto Malasia como las normas de extranjería de la UE impiden a su pareja visitar España
Enrique Martínez | Faro de Vigo, 2017-07-07
http://www.farodevigo.es/sociedad/2017/07/07/maria-sueiro-veo-plazo-volver/1712240.html
La viguesa María Sueiro reconoció ayer a Faro que no espera retornar a su ciudad natal "en un largo tiempo", debido a las difíciles circunstancias en las que se encuentra en Malasia viviendo con su novia, la egipcia Rahim Hafiz, con la que lleva dos años de relación, como ayer recogió este periódico en exclusiva.
María resaltó que al pertenecer al mismo sexo y residir en un país islámico como Malasia no pueden realizar su sueño de casarse. Además, la imposibilidad de formalizar su relación les impide también visitar juntas España, ya que Hafiz, al serle ofrecidos solamente trabajos esporádicos o sin contrato en Malasia, no puede cumplir los requisitos para solicitar el visado que le permita moverse por la UE.
Sueiro subraya que si ella fuese un chico, y estuvieran en Asia o en cualquier lugar, solucionar su situación sería tan sencillo como casarse en Malasia y Hafiz ya podría pisar España, por lo que se trasladarían de Kuala Lumpur a Vigo sin problemas y cuando quisieran.
El apoyo de su familia y amistades anima a la joven viguesa a continuar, pero aunque agradezca el cariño no cree que vaya a arreglar el problema. "Veo a muy largo plazo volver a Vigo. Este año, imposible", asume. No piensa insistir ante la Embajada española, y reconoce que cuando no le dieron solución estaban siguiendo la ley, pero al mismo tiempo denuncia la falta de empatía de no haberse parado a atender su caso: "Yo no enviaría una carta si no existiera una razón. El hecho de haberme escuchado, ese gesto simple y humano, me habría servido", lamenta la viguesa.
Lo que les preocupa es no tener libertad para moverse: "solo pido el derecho básico de poder ir con mi pareja a mi propio país. Estamos trabajando, moviéndonos, pero seguimos a la espera. Lo terrible es que para quienes nos lo podrían formalizar son solo unos papeles, no les cuesta tanto, pero a nosotras nos cambiaría la vida."
Aunque la búsqueda de una solución sea complicada, su objetivo es reivindicar un derecho básico que en caso de ser una pareja "convencional" estaría garantizado, brindándoles la posibilidad de desplazarse sin limitaciones.
Apoyos de las LGTBI
En relación con este caso, desde Ultreia LGTBI afirman que "habría que realizar manifestaciones, campañas por las redes, hablar con las instituciones y con despachos de abogados. Es un tema complejo, pero si todas las asociaciones LGTBI de Galicia, feministas y activistas se unen, seguro que se consigue algo".
Manifiestan que hasta que no estén comprometidos todos los países con la igualdad, estos obstáculos tendrán lugar, y apelan al internacionalismo, "para luchar contra la discriminación LGTBI en el mundo, especialmente en África y Asia, donde la homosexualidad se castiga con penas de muerte."
La asociación LGTBI Galiza Entende denuncia que ser homosexual sigue estando penado en más de 70 países, y que este "no es un caso aislado, sino uno de los pocos visibles". Piensan que nuestra Embajada podría al menos facilitarles más información, y afirman estar dispuestas a comenzar una recogida de firmas y concentrarse las veces que sea necesario para que esta joven consiga casarse.
María resaltó que al pertenecer al mismo sexo y residir en un país islámico como Malasia no pueden realizar su sueño de casarse. Además, la imposibilidad de formalizar su relación les impide también visitar juntas España, ya que Hafiz, al serle ofrecidos solamente trabajos esporádicos o sin contrato en Malasia, no puede cumplir los requisitos para solicitar el visado que le permita moverse por la UE.
Sueiro subraya que si ella fuese un chico, y estuvieran en Asia o en cualquier lugar, solucionar su situación sería tan sencillo como casarse en Malasia y Hafiz ya podría pisar España, por lo que se trasladarían de Kuala Lumpur a Vigo sin problemas y cuando quisieran.
El apoyo de su familia y amistades anima a la joven viguesa a continuar, pero aunque agradezca el cariño no cree que vaya a arreglar el problema. "Veo a muy largo plazo volver a Vigo. Este año, imposible", asume. No piensa insistir ante la Embajada española, y reconoce que cuando no le dieron solución estaban siguiendo la ley, pero al mismo tiempo denuncia la falta de empatía de no haberse parado a atender su caso: "Yo no enviaría una carta si no existiera una razón. El hecho de haberme escuchado, ese gesto simple y humano, me habría servido", lamenta la viguesa.
Lo que les preocupa es no tener libertad para moverse: "solo pido el derecho básico de poder ir con mi pareja a mi propio país. Estamos trabajando, moviéndonos, pero seguimos a la espera. Lo terrible es que para quienes nos lo podrían formalizar son solo unos papeles, no les cuesta tanto, pero a nosotras nos cambiaría la vida."
Aunque la búsqueda de una solución sea complicada, su objetivo es reivindicar un derecho básico que en caso de ser una pareja "convencional" estaría garantizado, brindándoles la posibilidad de desplazarse sin limitaciones.
Apoyos de las LGTBI
En relación con este caso, desde Ultreia LGTBI afirman que "habría que realizar manifestaciones, campañas por las redes, hablar con las instituciones y con despachos de abogados. Es un tema complejo, pero si todas las asociaciones LGTBI de Galicia, feministas y activistas se unen, seguro que se consigue algo".
Manifiestan que hasta que no estén comprometidos todos los países con la igualdad, estos obstáculos tendrán lugar, y apelan al internacionalismo, "para luchar contra la discriminación LGTBI en el mundo, especialmente en África y Asia, donde la homosexualidad se castiga con penas de muerte."
La asociación LGTBI Galiza Entende denuncia que ser homosexual sigue estando penado en más de 70 países, y que este "no es un caso aislado, sino uno de los pocos visibles". Piensan que nuestra Embajada podría al menos facilitarles más información, y afirman estar dispuestas a comenzar una recogida de firmas y concentrarse las veces que sea necesario para que esta joven consiga casarse.