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martes, 6 de noviembre de 2018

#hemeroteca #feminismo #transfobia | Arriesgar el sujeto político del feminismo: ¿necesario o peligroso?

Imagen: Cuarto Poder / Encuentro de Feministas Diversas
Arriesgar el sujeto político del feminismo: ¿necesario o peligroso?
Durante las últimas semanas asistimos a un debate que no es nuevo, pero que en esta época expansiva del feminismo ha logrado prender como una llamarada las redes. Luisa Posada, Alicia Miyares, Lucas Platero, Fefa Vila y Carmen Romero aportan su visión sobre cómo debe plantearse el sujeto político feminista.
María F. Sánchez | Cuarto Poder, 2018-11-06
https://www.cuartopoder.es/feminismo/2018/11/06/arriesgar-el-sujeto-politico-del-feminismo-necesario-o-peligroso/

Durante las últimas semanas asistimos a un debate que no es nuevo, pero que en esta época expansiva del feminismo ha logrado prender como una llamarada las redes sociales. Unas declaraciones de la investigadora y activista transfeminista Sam Fernández sobre la necesidad de “arriesgar” el sujeto político del feminismo provocaron unos tuits airados del Partido Feminista que fueron tildados de “tránsfobos” por muchas personas trans y activistas feministas. Poco después Luisa Posada Kubissa defendía en un artículo en el diario_es la necesidad de limitar el sujeto del feminismo a las mujeres porque, lo contrario, sería ponérselo fácil al patriarcado. También muchas personas hicieron público su malestar ante este planteamiento.

Luisa Posada, quien es una reconocida feminista, profesora de Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid explica a Cuartopoder_es que sus postulados fueron malinterpretados. Algunas voces entendieron que trataba de dejar fuera de dicho sujeto a trans o lesbianas, lo cual desmiente. “No traté de definir qué es ser mujer ni de defender la exclusión del feminismo de todas aquellas que se sientan mujeres dominadas por un sistema heteropatriarcal, aunque luego ellas tengan distintas luchas por sus variables de raza, religión, preferencia sexual...”, aclara. Ahora bien, “para ser sujeto político del feminismo hay que sentir la dominación en tanto que mujeres”, subraya.

El planteamiento de Posada se enfrenta con el pensamiento transfeminista y de la teoría ‘queer’, vinculado a filósofas como Judith Butler, que precisamente buscan combatir el binarismo normativo de “hombre” y “mujer”, lo que evitaría la exclusión y el sufrimiento de las personas que no encajan en estas categorías. En este otro lado del debate se encuentra la socióloga feminista Carmen Romero, quien reconoce que la categoría mujeres es “necesaria” para reivindicar “situaciones de desigualdad”, pero que esto “no limita el espacio de lo posible del sujeto político de las mujeres”.

Lo teórico entronca con una realidad, pues hay personas no binarias y hombres trans que participan activamente en la causa feminista. “Yo no creo que se deba excluir de la lucha feminista a los chicos trans, porque su posición nos permite cuestionar los espacio de masculinidad. Me parece que a veces se entiende a los varones trans casi como una traición a las mujeres y a la posición que han ocupado, pero también es muy valiente ocupar posiciones masculinas que estaban únicamente reservadas a los hombres cis –término empleado para describir a aquellas personas cuya identidad de género coincide con el sexo asignado al nacer–”, pone como ejemplo Romero.

Un asunto ya abordado
El debate reavivado al calor del intercambio de tuits, pero también en determinados espacios feministas, no es nada novedoso. Las últimas jornadas estatales feministas realizadas en 2010, que reunieron a unas 4.000 personas en Granada, ya abordaron esta cuestión del sujeto y apostaron por su amplitud. Para Lucas Platero, docente en intervención socio-comunitaria e investigador de movimientos feministas y trans, aunque estos debates no deban darse por “cerrados”, sí es significativo que estas jornadas con una masiva representación del movimiento feminista y “un quorum variopinto” recogieran “el transfeminismo”, así como la ruptura “con el binarismo, lo homohetero” y, en definitiva, la apuesta por “una mirada bien amplia”.

En este sentido, la socióloga y escritora española, Fefa Vila Nuñez, adscrita a la teoría queer feminista, comenta que el debate se remonta a hace décadas porque hay sujetos que “amplían el tradicional del feminismo” y la realidad se acaba imponiendo. “El sujeto mujeres del feminismo clásico queda totalmente deconstruido, pero no significaría un rechazo a encarnar la identidad política, sino que esta estaría problematizándose, se ve excedida, en un nuevo contexto que no puede obviar”, añade.

Otra cuestión es la posición que vayan adquiriendo las nuevas generaciones que se incorporan al movimiento por la igualdad y se fijan en las más veteranas. “Nos encontramos con que algunas personas jóvenes están comprando parte del discurso feminista blanco anglosajón, pero esta no es toda la tradición del feminismo radical y desde luego no es la historia del feminismo en España”, añade Romero, que invita a revisar la investigación sobre movimientos trans y feministas en nuestro país realizada por Platero y Esther Ortega. También a que las feministas de clase media y blancas escuchen las demandas no solo de las personas trans, sino de las mujeres racializadas, migrantes, etc. que desde hace tiempo vienen reivindicando “una autorrevisión” por parte de las mujeres más privilegiadas.

Cuestión de género
Otras feministas como la filósofa Alicia Miyares consideran que hay una parte del “colectivo LGTB+” amparándose en el adjetivo “transfóbico” para anular “el pensamiento crítico feminista”. Según explica y recoge más ampliamente en este artículo, históricamente el feminismo ha pretendido “abolir” las desigualdades tanto por cuestión de sexo como por las identidades normativas de género porque “nadie mejor que las mujeres saben que es nacer en el sexo equivocado”. También insiste en que históricamente las mujeres se han aliado con otros colectivos y minorías oprimidas y que así debe seguir sucediendo.

“El problema a día de hoy es que desde sectores minoritarios del colectivo LGTB+ que se definen como transgénero pretenden que la identidad de género o el género fluido sean reconocidos como derechos fundamentales cuando el feminismo ha tratado siempre de abolir la categoría de género”, explica. A su entender y con base en ello, es inasumible por parte del feminismo que “la identidad de género” se valide en la Proposición de Ley contra la discriminación por orientación sexual, identidad o expresión de género y características sexuales que se encuentra en trámite parlamentario en el Congreso de los Diputados. “No me cabe ninguna duda por parte de quienes han hecho la transición completa tanto a mujer como a varón”, indica en relación a las personas transexuales, “pero tengo todas mis dudas contra aquellos que dicen sentirse algo, pero no completan nada”, añade en relación a las personas transgénero.

En el lado contrario, Romero entiende que este tipo de reflexiones responden a “una mala lectura” de la teoría ‘queer’, ya que es innegable que el género es una construcción histórica y social que continúa operando y se debe reconocer su existencia. “Lo que tratamos de socavar es la forma en la que el género se convierte en una forma de discriminación”, explica. Es decir, según explica la teoría ‘queer’ feminista, se trataría más bien de reconocer las múltiples identidades que se construyen en torno al género, ya que es imposible concebir nuestra existencia de otra manera, con el objetivo de ‘hackear’ el sistema.

Y aunque a ratos el debate se presente en el plano teórico, Platero lo aterriza en nuestro contexto político y social actual. “No puedes hacer una postura política en torno a que no entiendas a la gente transgénero o no binaria, no puedes desautorizar sus vivencias porque tú no las entiendas y, más aún, cuando te dicen que quieren luchar contigo en un movimiento político plural que se llame feminismos”, manifiesta.

Desde ahí, el sociólogo advierte del peligro de “fragmentar el sujeto político del feminismo” en un momento peligroso en la lucha por nuestros derechos, con la llegada de Jair Bolsonaro a la Presidencia de Brasil o el avance de la derecha ultraconservadora en Europa. “Mientras partimos el sujeto político, la ultraderecha sabe que somos lo mismo y atacan contra lo que llaman ‘doctrina de género’. Qué raro que no estemos pensando en cuanto tenemos en común y estemos pensando en cuanto nos diferencia”, concluye.

miércoles, 31 de octubre de 2018

#hemeroteca #transfobia #feminismo | Del quiénes somos al qué queremos: sujetos feministas y “cierres vulnerables”

Imagen: Pikara / Manifestación 8M
Del quiénes somos al qué queremos: sujetos feministas y “cierres vulnerables”.
Lo que trae de vueltas al feminismo clásico se llama interseccionalidad y lo que lo desborda son los nuevos sujetos que emergen desde dentro del movimiento feminista sin solicitar permiso para hablar. Decidiendo las reivindicaciones que compartimos definiremos el sujeto político, pero eso implica el reto de abordar viejas heridas y fantasmas excluyentes.
Sam Fernández | Pikara, 2018-10-31
http://www.pikaramagazine.com/2018/10/sujetos-feministas-sam-fernandez/

Llevamos más de 40 años transformando y arriesgando el sujeto político del feminismo a la manera en que lo entendía el statu quo del movimiento y hoy, como antaño, tampoco lo hacemos exentes de debate tal y como hemos revivido las últimas semanas. En los años 80, el feminismo negro y el feminismo lesbiano abrieron una crisis en torno al sujeto político al denunciar la “confusión” interesada del feminismo occidental entre el sujeto “mujeres” y una parte de él (las mujeres blancas heterosexuales de clase media). Sería reduccionista leer este conflicto como el retorno de las lesbianas y de las negras al feminismo, quienes siempre habían estado ahí construyendo feminismos. El reclamo de ambos movimientos puso sobre la palestra algo más incómodo que el color diferente y la sexualidad diversa: nos mostró el modo en que el racismo y la lesbofobia -entrelazadas con el clasismo- se habían constituido como elementos históricos que perfilan el sujeto político del feminismo occidental. Es decir, el modo en que habíamos construido una agenda política cuyas preocupaciones formaban a posteriori un sujeto que excluía a las lesbianas y las negras –y de un golpe a las negras lesbianas-.

Entonces, a ¿qué me refiero con “sujeto político”? ¿Estoy hablando del “nosotres”? ¿Se trata, otra vez, de ese inagotable “quiénes somos”? Lo cierto es que no sé quiénes somos porque para ello hace falta responder antes otra pregunta cuyo calado es ético y político: ¿quiénes queremos/necesitamos ser para poder vehicular los reclamos éticos que nos movilizan contra ese heteropatriarcado que vivimos cada día en contextos complejos? Y esos contextos no pueden definirse únicamente en términos de género, que obviamente es una realidad, una que nos une tanto como nos diferencia por la sencilla razón de que no hay patriarcado que no sea cis-heteropatriarcado, que no tenga clase o que no recaiga de manera diferente sobre las personas migrantes. Quiero entender el debate actual sobre el sujeto político del feminismo como otra crisis epistemológica -una de sentido- en un mundo social que ofrece pocas certezas. Desconocemos demasiadas cosas, a veces ni siquiera sabemos ya cuáles son nuestros derechos (al menos ‘de facto’), pero al menos podemos afirmar (o creemos poder afirmar) quiénes son las mujeres y quiénes son los hombres. Y el mundo ya parece más recto –más ‘straight’–, incluso dentro del feminismo. Demasiada incertidumbre en tiempos de esa transformación político-ideológica del sistema en el que vivimos que algunes llaman crisis en lugar de capitalismo financiero atentando contra lo común. Claro que ¿qué es “lo común” en el feminismo? (aparte de una forma más mundana y productiva de preguntar por el sujeto político).

Una opción para resolver la incerteza es recurrir a la autoridad de la biología. Decimos entonces que el sujeto del feminismo son las mujeres y que esas son “las hembras”; y ahí ya sí que no hay ningún género de dudas sobre quién se queda dentro y a quién le toca abandonar la palestra dentro de esta lucha de poder interna. Bromeo porque nunca me queda claro qué hay que hacer para saber si una es hembra. ¿Encargo un cariotipo o me miro los genitales? ¿Los miro o los mido? ¿Las dos cosas? ¿Y si no “coinciden” qué hacemos? ¿Pido una ecografía o mejor un análisis hormonal -porque ya se vuelve caro y complicado y quizás saber si una es hembra no quede al alcance de todas-?. No es un juego, aunque pueda parecerlo. Que se lo digan al Comité Olímpico Internacional, enredado durante décadas en resolver si determinadas atletas (atletas con nombres y apellidos, no casos teóricos de una tal Butler) deben competir en la categoría de mujeres o en la de hombres, sin que los estudios científicos acaben de resolver el asunto [1]. Y es que para comprobar de qué sexo es una persona primero tienes que definir qué es el sexo y ese es el “quid” de un embrollo que ningún laboratorio es capaz de resolver porque no es una pregunta de escuela de biología. Pero quizás las corrientes TERF [2] tengan ahí un filón profesional que, paradójicamente, desbanque a la ciencia a la hora de definir el sexo. Mi interés en este artículo no es poner el acento en la forma polarizada del conflicto (TERF – Transfeminismo), tal y como se ha visibilizado últimamente en las redes, sino hacer dos tipos de reclamo político y ético que van más allá de ese conflicto minoritario y poner de manifiesto que en el seno de esa polarización poco frecuente subyacen tensiones más reales y mundanas que es productivo pensar-articular. No es una interpelación a las corrientes TERF, es justamente una interpelación al resto de los feminismos.

El primer reclamo es tomar la responsabilidad de definir conscientemente dónde ponemos los anclajes del feminismo. Una posibilidad es anclarnos a la biología del binarismo sexual, un tipo de relato sobre la diferencia sexual asentado en el presupuesto de que existen dos entidades biológicas (sexos) cerradas y claramente separables. Si bien este es el relato hegemónico no es el único, como hemos aprendido de biólogas como Anne Fausto-Sterling o pensadoras como Helen Longino. En la intersección entre ciencia y feminismo hay narrativas más complejas sobre el cuerpo y el continuum de las diferencias sexuales que forman parte de la historia del pensamiento feminista. Pero el regreso a las versiones binaristas -y poco emancipadoras- de determinados relatos científicos sobre el sexo empieza a parecer un asunto cíclico en el feminismo, un as en la manga sacado en el momento justo en el que el sujeto del feminismo amenaza con perder sus contornos conocidos. Y creo que la aparente confusión entre abrir, ampliar o arriesgar el sujeto hegemónico del feminismo y destruirlo, usurparlo o perderlo adquiere sentido dentro de esa estabilización de los contornos de siempre. Quizás los reclamos políticos que desplazan la autoridad de definir “quiénes somos” a la versiones binaristas de la biología del sexo habrían de plantearse a quién están empoderando en este camino de vuelta a la seguridad y la certeza. Aún más, ¿qué aporta este desplazamiento de la autoridad a los feminismos, entendidos como proyectos emancipadores, en el contexto actual de medicalización, patologización y mercantilización de los malestares, un asunto que, justamente, el feminismo conoce muy bien?

Me pregunto si elegimos la biología como anclaje del feminismo, o cierta autoridad que arrastran los discursos biológicos —seductora y aparentemente empoderante— nos ha elegido a nosotres. Y pienso que no, que muchas están eligiendo la biología —ciertas versiones—, aunque a otres no nos guste, porque les sirve para delimitar el sujeto del feminismo de una forma que permita ceñir las agendas políticas, lo más estrictamente posible, a las realidades más inmediatas de un sujeto político que recuerda los tiempos de las mujeres blancas heterosexuales de clase media como epicentro del feminismo. Es tentador pensar que primero sabemos quiénes somos y luego decidimos nuestras agendas (qué queremos). Sin entrar en el dilema del huevo y la gallina, el camino es bidireccional y, frecuentemente, el carril inverso juega un papel decisivo: decidiendo las reivindicaciones definimos el sujeto político. Hacemos lo que tenemos que hacer para que el resultado sea ser quienes somos. Es en el proceso de reclamar donde nos reconocernos entre “nosotras” e identificamos a “les otres”. Son nuestras apuestas las que (re)generan el “nosotras” aunque la ficción de la identidad como origen del mundo nos suele hacer percibirlo al contrario. Y este es el segundo reclamo ético que quiero introducir aquí: en el centro del sujeto hay un asunto de agendas, de toma de decisiones políticas sobre qué tipo de transformaciones importan, qué condiciones de vida es prioritario o deseable cambiar desde las políticas feministas. Así que definan la agenda y, con ella, el sujeto político que deseen pero no nos digan que es consecuencia del feminismo. Y aún menos de la naturaleza.

Existe una cierta “política de centro” (en término de hegemonía) dentro del feminismo que se traduce en las prácticas de los permisos, que siempre van precedidas de la antesala de la duda: ¿pero seguro que si (nosotras/os) abrimos el sujeto político no nos estaréis diluyendo a las que (decimos que) llegamos antes? ¿Si damos cabida a “vuestras” preocupaciones y opresiones de género, no perdemos espacio para las que nos afectan a “nosotras”, aquellas genuinamente importantes? Porque estamos en competencia y ni siquiera esto podemos ponerlo en duda sin dudar de nosotras mismas. Como si nuestra lucha contra la violencia patriarcal en las calles perdiera afuera porque nos acojamos a una comprensión de la violencia que de cuenta de la que sufren las mujeres y hombres trans, las lesbianas visibles o las personas sin papeles.

Angela Davis [3] plantéo recientemente que la criminalización de los hombres negros mediante la inculpación sistemática de violaciones a mujeres blancas es un asunto que debía movilizar al feminismo norteamericano. Habrá sectores (neo)machistas que quieran utilizar el reclamo de Davis para diluir la violencia patriarcal, no me queda la menor duda de ello, pero no podrán limitar nuestra capacidad colectiva para denunciar la usurpación del discurso. Por ello, estoy segura que el reclamo de Davis es oportuno y transformador, aunque para no correr el riesgo de involucrarnos podríamos replegarnos sobre la vigilancia de fronteras de la identidad -por aquello de “lo que pueda pasar”-. En nuestro contexto, dicha vigilancia traslada cíclicamente a las trans y las lesbianas fuera del sujeto “mujeres”, como ejemplifican algunos deslices en los que emergen como esos otros sujetos con los que “las mujeres” pueden coaligarse si así lo desean [4]. Imaginemos una mesa: a un lado, las mujeres, al otro las trans y las lesbianas. Lo que trae de vueltas al feminismo clásico se llama interseccionalidad, no transfeminismo (y no el concepto sino lo que se vive). Y lo que lo desborda es una realidad compleja donde nuevos sujetos emergen desde dentro del feminismo sin pasar por la sala de espera a recibir el permiso para luchar por parte de quienes se otorgan el privilegio de dispensarlo.

Creo que tenemos dos retos complejos en el momento actual. El primero es cómo abordar las vísceras y las tripas del feminismo en momentos de corrección política (me refiero a las cosas mundanas que nos pasan a les humanes que estamos ahí). Creo que hay una simpatía real en el movimiento feminista hacia las identidades trans y no binarias y hacia el movimiento en sí. Ello no impide que, en petit comité, las viejas heridas se reabran y emerja el fantasma sobre si, en el fondo del todo, el género no estará en la biología (ya sea en la de partida -caso de las mujeres trans- o en la de llegada -caso de una parte de los hombres trans-). Quizás desde los espacios de lo pequeño sea posible profundizar en debates internos que nos vuelvan políticamente más conscientes de donde estamos aún a riesgo de perder algo de nuestra autocomplacencia y nuestra autoimagen por el camino -valga para todas las partes-. La política del cuidado será esencial aquí así como renunciar a la sanción como forma de gestión de las diferencias que producen malestares (quizás toque hacer un uso tirando a conservador de la palabra ‘transfobia’ en espacios internos). La sanción es un grandísimo aleccionador en la corrección política dentro de los grupos. Contribuye a crear esa paradoja que hay cuando parece que todo va bien aun cuándo sabemos que no es cierto.

En el paso de la política centrada en la identidad a la política del qué queremos, el segundo reto es cómo hacer cierres parciales, provisionales y precarios de los sujetos que construimos. Cualquier cierre del sujeto del feminismo (quiénes somos) es imparcial y, por consiguiente, podríamos decir que falso. Pero necesitamos hacer cierres falsos. Esto es una versión de lo que Gayatri Spivak [5] llama esencialismo estratégico. Pero como el lenguaje siempre es más inteligente que nosotres, acostumbra a llevarnos la delantera y nos desborda, yo quiero prescindir del término “esencialismo” -que al final, aunque sea por ósmosis, nos lo acabamos creyendo-. Prefiero llamar “cierres vulnerables” a la forma en que destacamos sujetos provisionales para luchas concretas. Sujetos que van cambiando y que no hallan ni coherencia ni anclaje en la biología sino en el modo en que nos acercan a una apuesta feminista por una transformación global de las vidas y los mundos que todes habitamos (humanes y no humanes) que nos permite (re)crear y reconocernos en eso que llamamos feminismos.

Nota: Como fórmula de lenguaje inclusivo opto por la “e” en lugar del asterisco porque este último interfiere con sistemas de lectura empleados por personas ciegas.

[1] Veáse Bárbara Vilariño: ‘CIStius, altius, fortius’: Medallas olímpicas a la normatividad” en http://www.pikaramagazine.com/2016/07/olimpiadas-deporte-trans-intersex/ (31/07/2016)
[2] Las corrientes TERF se definen a sí mismas como Feminismo Trans-Excluyente y plantean que las mujeres trans no deben formar parte del sujeto del feminismo ya que no son “hembras” en el sentido biológico clásico. Estas corrientes, que optan por asimilar el término mujer al de hembra, han adquirido mayor visibilidad mediante su actividad en Twitter durante las últimas semanas a raíz del debate sobre el sujeto político del feminismo que ha tenido lugar en las redes.
[3] “El feminismo será antirracista o no será”. Conferencia de Angela Davis (Madrid, 25/10/2018). Puede verse en: https://www.youtube.com/watch?v=1zBDpGI9RTw
[4] “Las mujeres, repitámoslo, pueden coaligarse con otros sujetos que como los homosexuales, las lesbianas, los transexuales, los bisexuales o los transgénero están embarcados en una lucha contra el orden patriarcal heteronormativo” (Luisa Posada en El diario_es, 22/10/2018)
[5] Spivak, G. (1987) In Other Worlds. Essays in Cultural Politics (New York: Methuen).

sábado, 20 de octubre de 2018

#hemeroteca #transfobia | Carta abierta a Lidia Falcón

Imagen: Google Imágenes / Lidia Falcón
Carta abierta a Lidia Falcón.
Raúl Solís | La Voz del Sur, 2018-10-20
https://www.lavozdelsur.es/carta-abierta-a-lidia-falcon/

Le escribo esta carta pasados unos días desde la polémica suscitada a raíz de unos tuits transfóbicos del Partido Feminista. En su carta abierta que publicó en el Diario Público esta misma semana, deja usted de manifiesto que no es transfóbica y desautorizó los mensajes aparecidos en el Twitter del Partido Feminista, formación de la que usted es presidenta.

Lo celebro y por mi parte queda zanjada la polémica, señora Falcón. Todos nos equivocamos. Hay artículos que escribí hace seis meses con los que ni yo mismo estoy ahora de acuerdo. Y tuits que he escrito estos días con los que tampoco. Enmendarnos a nosotros mismos es quizás una de las mayores virtudes que tenemos los seres humanos y lo que nos aleja del peligro de pensar que el pensamiento es una cárcel y no un líquido que fluye a medida que va cambiado la vida.

En la misma misiva, usted me viene a acusar de haber publicado una información: el comunicado que Izquierda Unida envía pidiéndole al Partido Feminista que rectifique. Como usted bien sabe, porque sé que parte de su esfuerzo, inteligencia y recursos económicos los ha puesto siempre a favor de la libertad de prensa y el derecho a la información, sobre todo en los años oscuros de la dictadura, los periodistas no somos los protagonistas de la información que publicamos.

Quien abrió la puerta con ese comunicado a la expulsión del Partido Feminista de Izquierda Unida fue Izquierda Unida, no yo ni lavozdelsur.es, un periódico modesto andaluz en el que nos batimos el cobre, a costa incluso de nuestra comodidad económica, por hacer periodismo valiente, comprometido, con perspectiva feminista, de clase y firmes defensores de los valores de la igualdad.

No creo que haya ningún periodista andaluz que dedique más espacio a la agenda feminista que este plumilla y mi modesto periódico. Le puedo asegurar que nuestro compromiso con el feminismo es total, señora Falcón, especialmente contra los vientres de alquiler y a favor de la abolición de la prostitución. No entendemos que haya gente que quiera abolir la explotación laboral y no la explotación sexual; del mismo modo que somos implacables con quienes son abolicionistas de la prostitución pero desde las instituciones que gobiernan promocionan la explotación laboral de las mujeres.

Niega conocerme pero nos conocemos, señora Falcón. Yo a usted le tengo un gran respeto y la valoro profundamente, más allá de que en este tema creo que el Partido Feminista se ha equivocado y usted no llega a comprender la complejidad del mundo transexual, al que reduce a gente que un día quieren ser hombres y al otro día mujeres.

Tanto es mi aprecio y admiración intelectual por usted que me acabo de terminar de leer el libro ‘Las mujeres bajo sospecha’, un maravilloso conjunto de artículos de investigadores e intelectuales en el que usted participa en uno de sus capítulos, explicando su compromiso durante la dictadura con el periodismo libre, el feminismo y también con los derechos de las mujeres homosexuales. Me he leído el libro sobre todo para leerla a usted, señora Falcón, y conocer de primera mano aquella publicación histórica llamada ‘Vindicación Feminista’ que le costó el dinero y la llevó a la ruina. Imagínese la inquina que le puedo tener, señora Falcón.

Unas compañeras suyas del Partido Feminista de Sevilla, quienes incluso me habían invitado a participar como ponente en unas jornadas sobre vientres de alquiler organizado por su partido en la capital andaluza, me han prestado el libro que me estoy leyendo ahora y que también está escrito por usted. ‘Mujeres de la II República’ es una aportación importantísima a la memoria histórica desde el punto de vista feminista y en su libro se enaltece y dignifica el aporte republicano de mujeres a las que este país ha desterrado al olvido.

Mi más sincera gratitud por sacar del olvido a mujeres que lucharon sin reconocimiento y que hoy se llevarían las manos a la cabeza de que sujetos oprimidos, como los son las mujeres cis, las mujeres transexuales y el resto del colectivo LGTB, se enfrenten entre ellos en lugar de hacer lucha común contra el patriarcado y el capitalismo que le ha declarado la guerra a la igualdad.

Comparto con usted en que no hay error más grande que no saber quién es el enemigo. Por eso yo siempre he sido capaz de desligarme del mundo LGTB, a pesar de ser gai, para oponerme a los vientres de alquiler y eso ha provocado que dentro de este colectivo me hayan caído chuzos de punta. Incluso me han llegado a llamar homófobo, como ahora me llaman machirulo y misógino por decir que es un error los mensajes de odio a las personas transexuales desde un sector del movimiento feminista.

Nos estamos acostumbrando a usar las palabras del comodín del público –machista, homófobo, misógino, fascista, facha o machirulo- para no debatir de manera sosegada como personas civilizadas. Desde esta humilde carta le pido sinceramente perdón si usted se ha sentido atacada por mí; pero yo soy periodista y publico los comunicados que me llegan y que considero que son noticiables. Y convendrá conmigo en que es noticiable que un partido que se llama feminista ponga un tuit donde compara a mujeres trans con “puteros, proxenetas y compradores de niños”.

Por otra parte, señora Falcón, creo que quienes de alguna u otra manera estamos comprometidos con ideologías emancipatorias y progresistas, deberíamos pararnos a reflexionar si no hemos perdido la racionalidad, el sosiego y las formas por el camino. Estamos sustituyendo el pensamiento por eslóganes y a las banderas por insultos y acoso social en las redes sociales.

Yo soy el primer culpable de este pecado capital. Yo mismo me incluyo en esta corriente exaltada donde tecleamos más rápido que pensamos sin pensar las consecuencias que tiene para los movimientos sociales y el daño que le podemos hacer a personas honestas, decentes y comprometidas.

Comprometidas como usted, que tiene un bagaje de muchos años, y también como yo, que soy joven pero trato de ejercer cada día un periodismo comprometido, con valores y humano que sirva para transformar este mundo que habitamos donde las mujeres se llevan la peor parte. También es un error tratar de emprender una guerra entre veteranos y jóvenes, señora Falcón, y tratar a los jóvenes con palabras despreciativas.

Sin más, señora Falcón, reciba un cordial saludo y espero que, por el bien del feminismo, de la igualdad del colectivo LGTB y de todas las clases explotadas, nos dediquemos a cosas mucho más fructíferas que a guerrear entre oprimidos, que, como usted bien recuerda, es un error grandísimo con el que alimentamos a este sistema neoliberal que ha aprendido a dividir para vencer. Todos mis respetos y gratitud por su lucha histórica, señora Falcón.

Los hermanos sean unidos
Porque esa es la ley primera
Tengan unión verdadera
En cualquier tiempo que sea
Porque si entre ellos pelean
Los devoran los de afuera.

Martín Fierro

miércoles, 17 de octubre de 2018

#hemeroteca #transfobia | Carta abierta a Raúl Solís

Imagen: El Correo de Andalucía / Mar Cambrollé, Soraya Esperanza González y Raúl Solís
Carta abierta a Raúl Solís.
Lidia Falcón | Público, 2018-10-17
https://blogs.publico.es/lidia-falcon/2018/10/17/carta-abierta-a-raul-solis/

Raúl Solís, en ‘La Voz del Sur’, se ha apresurado a publicar un artículo dedicado a poner de relieve que el colectivo ELAS-IU ha difundido un comunicado contra el Partido Feminista, a raíz de unos ‘tuits’ que se publicaron sin autorización de la dirección del partido, sobre el colectivo ‘trans’. Y se atreve a falsear su contenido asegurando que ha pedido la expulsión del Partido Feminista de Izquierda Unida, en la que estamos coaligadas, cuando semejante petición no aparece en el comunicado.

Mucha debe de ser la inquina que Solís me tiene y al Partido Feminista, cuando quiere que Izquierda Unida nos expulse. Y vuelvo a preguntarme, como tantas veces en la vida, ¿cuáles son los impulsos, los sentimientos de hostilidad, de odio, que llevan a las personas a señalar como enemigos a quien deberían ser sus aliados? Y no hay error más grande que no saber quién es el enemigo.

Mientras los fascistas, esbirros del Capital, los machistas y los maltratadores, los violadores y los asesinos, los proxenetas y los puteros, persiguen con saña a las mujeres y a los niños, a los trabajadores y a los homosexuales, a los y a las ‘trans’, a los negros y a las etnias minoritarias, y es preciso afianzar la alianza y la unión de todas las víctimas para hacer frente al Capital y al Patriarcado que quiere explotarnos y si es preciso destruirnos, aquellos y aquellas que se encuentran en la misma trinchera que yo utilizan su tiempo y sus recursos para intentar destruirme.

El Partido Feminista de España no ratificó los mensajes que se han difundido por Twitter en su nombre sobre el colectivo ‘trans’. La persona que los envió no estaba autorizada para ello y no consultó con la dirección del Partido. Y, como se comprobó, en el mismo día se borraron, por lo que se entiende claramente que el Partido los desautorizó.

En el artículo, más un comunicado informativo dada la sequedad de su contenido y la vulgaridad de su estilo, Solís me menciona varias veces, resaltando mi puesto de presidenta del Partido, con el indisimulable objetivo de desprestigiarme. No sé a qué se debe esa inquina, ya que no lo conozco ni he hablado con él nunca. En los momentos de crisis es cuando te enteras de quien es la buena y la mala gente. Pero no puedo adivinar cuál es el motivo de la inquina que me muestra el tal Solís.

Cualquiera que sepa leer en este país, y Solís es periodista, me conoce. Sabe que durante toda mi vida, ya larga, he defendido los derechos de todas las personas, y especialmente de aquellas que son marginadas, oprimidas y perseguidas por su condición sexual, social, laboral, étnica, pertenezcan al colectivo que pertenezcan.

Durante más años de los que tiene Solís, he defendido a homosexuales y transexuales en todos los momentos en que han sido reprimidos, tanto como abogada en los peores momentos de la dictadura, como con mis escritos, artículos y libros, y públicamente en todos los medios de comunicación. Arriesgando incluso ser víctima de la represión, que varias veces he sufrido, lo que es del todo el mundo conocido.

Como reconoció Pedro Zerolo, el Movimiento Feminista ha sido el principal defensor y valedor de la defensa de los derechos de los homosexuales, en el que se encuentran en primera fila yo misma y el Partido Feminista.

Esa lucha incansable que he llevado durante toda mi vida y en los últimos cuarenta años con el Partido Feminista, recogiendo además la tarea de años anteriores, es conocida en el mundo feminista, por lo que no cabe poner en duda ni mi firmeza en la ideología feminista ni mi honradez acrisolada, así como la del Partido que presido. Solamente desde la mala fe y el deseo de dañar se pueden escribir los comentarios insultantes, denigratorios y despectivos que se han difundido por las redes sociales, por esos ‘tuits’ que se enviaron y que fueron inmediatamente borrados.

Por ello nos ha resultado inaceptable el comunicado que en muy pocas horas ha emitido ALEAS-IU, en el que pide que “se detenga de una vez la persecución que desde el Partido feminista hace sobre el colectivo de personas trans y el conjunto de la comunidad LGTBI”. Suponemos que una acusación tan grave habrá de ser probada.

Nadie más que ese colectivo entiende que se nos acuse de ejercer “persecución sobre el colectivo de personas trasn y el conjunto de la comunidad LGTBI”. Nunca el Partido Feminista ha perseguido a las personas trans ni LGTBI. Muchas de nuestras militantes y dirigentes del partido lo son. Nunca en toda nuestra trayectoria de varias decenas de años nos han podido acusar de una actuación semejante, con tales términos, que yo nunca hubiera pensado que tendría que leer en esta etapa de mi vida.

Al mismo tiempo tanto a mi como a las compañeras y compañeros del Partido Feminista, nos hubiera gustado que ese colectivo, así como IU, y Raúl Solís, se mostraran tan indignados con los insultos, amenazas y mensajes que continuamente el Partido Feminista y yo misma recibimos a través de las redes sociales, provenientes de proxenetas, prostituidores, machistas, violadores y maltratadores de mujeres, y emitiera comunicados tan dolidos como éste contra tales enemigos.

Y también me gustaría que Raúl Solís, que tiene acceso a medios de comunicación reconociera lo desproporcionado de su intervención en este asunto, reclamando la expulsión del Partido Feminista de IU, que es al parecer lo que desea. Y sigo sin saber por qué.

#hemeroteca #transfobia | La Plataforma Trans pide la salida del Partido Feminista de IU tras la publicación de unos comentarios tránsfobos

Imagen: AraInfo / Orgullo Trans 2018, MADO
La Plataforma Trans pide la salida del Partido Feminista de IU tras la publicación de unos comentarios tránsfobos.
AraInfo, 2018-10-17
http://arainfo.org/la-plataforma-trans-pide-la-salida-del-partido-feminista-de-iu-tras-la-publicacion-de-unos-comentarios-transfobos/

La formación que se encuentra integrada en Izquierda Unida desde 2015 publicó unos tuits en los que relacionaba la transexualidad con el proxenetismo a raíz de una charla sobre transfeminismo. Aunque el PFE ya ha rectificado, la plataforma de asociaciones trans considera que estas declaraciones no son puntuales.

“Ni al patriarcado, ni al capital, ni a los trans, ni a los proxenetas, ni a los puteros. Un grano en el culo pa cualquier machuno vestido de progre”, éstas eran las palabras que hace unos días publicaba el Partido Feminista en relación a una charla sobre transfeminismo de Sam Fernández.

La respuesta de los colectivos LGTBIQ fue inmediata y horas después el propio partido borraba este tuit y otro en el que aseguraba que “vamos a perder los objetivos si les damos ámbito para su guerra de guerrillas a trans, proxenetas, puteros y compradores de mujeres y niños. Aquí ni se negocian los derechos humanos, ni se discuten”.

Por su parte, el Área de Libertad de Expresión Afectivo-Sexual de Izquierda Unida, formación a la que está vinculada desde 2015 el PFE, envió un comunicado en el que se desmarcaban de estas declaraciones y aseguraban “acorde a nuestra trayectoria, denunciamos estas declaraciones y exigimos una rectificación inmediata y pública para que se detenga de una vez la persecución que el Partido Feminista hace sobre el colectivo de personas de identidades trans y el conjunto de la comunidad LGTBI contradiciendo tanto los principios de Izquierda Unida como su programa electoral”.

La reacción del Partido Feminista fue la publicación de dos tuits más, en el primero aclarando que esas declaraciones no eran la posición oficial y el segundo con un comunicado en el que aseguraban que “nunca el Partido Feminista ha perseguido a las personas trans ni LGTBI”.

Sin embargo, estas palabras no son suficientes para la Plataforma Trans que considera que este ataque en el que comparaba la transexualidad con el proxenetismo “no son puntuales, ni aisladas, sino que forman parte del ideario de este partido en lo que respecta a las personas trans y más en concreto a su obsesiva fijación hacia las mujeres trans”.

Esta plataforma hace referencia al artículo publicado por su presidenta Lidia Falcón en Público en el que de nuevo, comparaba a las personas trans con la pedofilia y el proxenetismo: “Esas feministas no sólo invierten su tiempo y su capacidad mental en discutir qué sexo van a llevar hoy, como si fuera el vestido que se cambian, sino que están siendo el soporte de la campaña que han desencadenado los pederastas para violar impunemente niños y niñas”.

Por todo ello, desde la Federación Plataforma Trans han pedido a la Coalición de Izquierda Unida a que proceda a la aplicación del artículo 27 de sus estatutos “comisión de delitos por LGTBIfobia”, considerado una falta muy grave en el régimen sancionador de la coalición izquierdista que conllevaría a la expulsión de esta formación política.

Asimismo, la presidenta de la plataforma, Mar Cambrollé, recuerda que lejos de contar con los privilegios masculinos como aseguran algunos sectores del feminismo, “la media de vida de las mujeres trans en Europa no supera los 50 años, en Latinoamerica los 35 años y cada 48h es asesinada una mujer trans en el mundo”.

“Los discursos de odio, vengan de donde vengan han de ser rechazados por toda la sociedad, organizaciones civiles, políticas y sindicales, ya que son contrarios a una sociedad respetuosa, plural, diversa e igualitaria” concluye Cambrollé.

#hemeroteca #transfobia | Los colectivos de transexuales llevarán a la Fiscalía los “mensajes de odio” del Partido Feminista

Imagen: La Voz del Sur / Lidia Falcón
Los colectivos de transexuales llevarán a la Fiscalía los “mensajes de odio” del Partido Feminista.
La Plataforma Trans recuerda que los discursos de "odio y transmisoginia" se traducen en asesinatos, suicidios y estigma hacia las mujeres trans que en Europa tienen una media de vida de 50 años.
Raúl Solís | La Voz del Sur, 2018-10-17
https://www.lavozdelsur.es/los-colectivos-de-transexuales-llevaran-a-la-fiscalia-los-mensajes-de-odio-del-partido-feminista/

Los mensajes transfóbicos de Partido Feminista en su cuenta de Twitter, donde equiparaba a las mujeres transexuales con “puteros, proxenetas y compradores de niños”, serán puestos en conocimiento de la Fiscalía para que determine si es un delito de odio contra un colectivo vulnerable. De la misma manera, la Plataforma Trans, federación que agrupa a colectivos de todo el Estado, ha dado ya traslado de los diversos tuits publicados por el Partido Feminista al Observatorio Español contra los Delitos de LGTBifobia.

Por otro lado, Plataforma Trans ha exigido en un comunicado a Izquierda Unida, coalición en la que participa el Partido Feminista desde 2015, que proceda a la expulsión de esta formación política fundada en 1975 y presidida por la histórica intelectual Lidia Falcón. Mar Cambrollé, portavoz de la Plataforma Trans, asegura que las manifestaciones transfóbicas por parte del Partido Feminista “no son puntuales, ni aisladas, sino que forman parte de su ideario en lo que respecta a su obsesiva fijación hacia las mujeres trans”.

Cambrollé denuncia los argumentos “propios de la ultraderecha y de un fundamentalismo nacionalcatólico” usados por el Partido Feminista con el objetivo de “expulsar de los espacios feministas a las mujeres trans”.

“No son puntuales”
Asimismo, la Plataforma Trans recuerda que los mensajes transfóbicos del Partido Feminista no son puntuales y alude a un artículo publicado por Lidia Falcón en el Diario Público donde “comparaba a las mujeres trans con pedófilos y proxenetas”, explica Mar Cambrollé en el mismo comunicado al que ha tenido acceso este periódico.

Plataforma Trans recuerda que la vida de las mujeres trans en Europa no supera los 50 años, en Latinoamérica es de 35 años y cada 48 horas es asesinada una mujer transexual en el mundo.

“Son estos discursos de odio y transmisoginia los que se traducen en asesinatos, suicidios, estigma y una conculcación sistemática de derechos a las personas trans”, subraya el colectivo que agrupa a las entidades de personas trans del Estado e impulsora de la Ley Trans Estatal que fue registrada en el Congreso en febrero de 2018 por Unidos Podemos y que está previsto que su tramitación dé comienzo antes de agosto de 2019.

“Los delitos de odio, vengan de donde vengan, han de ser rechazados por toda la sociedad, organizaciones civiles, políticas y sindicales, ya que son contrarios a una sociedad respetuosa, plural, diversa e igualitaria”, concluye el comunicado de la Plataforma Trans.

El Partido Feminista “no ratifica” los tuits transfóbicos
Por otra parte, en otro comunicado, el Partido Feminista ha desautorizado los mensajes transfóbicos que aparecieron en su cuenta de Twitter escritos por una persona que “no estaba autorizada para ello y no consultó con la dirección de la formación política”.

En el texto escrito por Lidia Falcón, presidenta del Partido Feminista, recuerda la “trayectoria de muchos años” en la defensa de todas las personas pertenezcan al colectivo que pertenezcan. “El Partido Feminista y yo misma hemos defendido a homosexuales y transexuales en todos los momentos en que han sido reprimidos”, enfatiza la propia Lidia Falcón. Al mismo tiempo, el Partido Feminista pide a Izquierda Unida que “rectifique” el comunicado donde pedían al Partido Feminista una rectificación los tuits transfóbicos publicados en Twitter.

Cabe recordar que la gran cantidad de ataques transfóbicos salidos desde la cuenta del Partido Feminista, pero no sólo, tuvieron lugar durante la tarde del sábado tras la intervención de la transfeminista Sam Fernández en un acto de Podemos en el que afirmó que el feminismo tiene que “repensar el sujeto”, en referencia a la integración de las personas transexuales en el movimiento feminista.

martes, 16 de octubre de 2018

#hemeroteca #transfobia | El Partido Feminista equipara a las mujeres trans con “puteros, proxenetas y compradores de niños”

Imagen: La Voz del Sur / Lidia Falcón
El Partido Feminista equipara a las mujeres trans con “puteros, proxenetas y compradores de niños”.
El histórico partido fundado por la intelectual feminista Lidia Falcón podría ser expulsado de Izquierda Unida si no rectifica como le exige la coalición de izquierdas.
Raúl Solís | La Voz del Sur, 2018-10-16
https://www.lavozdelsur.es/el-partido-feminista-equipara-a-las-mujeres-trans-con-puteros-proxenetas-y-compradores-de-ninos/

Este pasado sábado, a un acto de pensamiento organizado por el Instituto 25M, un ‘think tank’ vinculado a Podemos, acudió la académica transfeminista Sam Fernández a hablar sobre feminismo. En un momento de su intervención, dijo que el feminismo “tiene que arriesgar su sujeto” en referencia a la inclusión de las mujeres transexuales, en tanto que mujeres, dentro del movimiento feminista.

Los grupos feministas transfóbicos, conocidos como TERF por las siglas en inglés de ‘Trans Exclusionary Radical Feminist’, no se hicieron esperar y emprendieron una guerra a través de las redes sociales contra las declaraciones de Fernández, que ni siquiera milita en Podemos, con mensajes de odio que niegan a las mujeres transexuales su género sentido y vivido.

Entre las cuentas más activas en esta campaña de odio contra las mujeres transexuales ha estado la del Partido Feminista, liderado por la histórica intelectual feminista Lidia Falcón e integrante de la coalición Izquierda Unida. De los muchos mensajes transfóbicos salidos de la cuenta del Partido Feminista en la red social Twitter, ha destacado uno que equipara a las transexuales con los proxenetas y que ha sido eliminado tras la presión social.

“Vamos a perder los objetivos si les damos ámbito para su guerra de guerrillas a trans, proxenetas, puteros y compradores de niños. Aquí ni se negocian los derechos humanos, ni se discuten. Que se peleen entre ellos, que es lo que quieren que hagamos nosotras”, ha escrito en su cuenta de Twitter el histórico partido que fundó Lidia Falcón en 1975 y que sólo ha celebrado dos congresos; el último en 2015, donde decidió integrarse en Izquierda Unida como una formación más de las que conforman la coalición rojiverde.

“Rectificación inmediata y pública”
Para Izquierda Unida, estas declaraciones “transfobas e insultantes” no se las puede permitir una organización que apoya “desde su origen” la lucha del colectivo transexual. En un comunicado enviado a los medios, la coalición exige una rectificación “inmediata y pública para que se detenga de una vez la persecución que el Partido Feminista hace sobre el colectivo de personas trans y el conjunto de la comunidad LGTBI, contradiciendo tanto los principios de Izquierda Unida como su programa electoral”.

En caso de que el Partido Feminista no rectifique, según el artículo 27 de los estatutos de Izquierda Unida, la formación política fundada por Lidia Falcón podría ser expulsada de la coalición por “comisión de delitos por LGTBIfobia”, considerado una falta muy grave en el régimen sancionador de la coalición izquierdista.

lunes, 15 de octubre de 2018

#hemeroteca #transfobia #transfeminismo | Ampliar el sujeto del feminismo no es traición

Imagen: Twitter - Podemos / Sam Fernández
Ampliar el sujeto del feminismo no es traición.
Eudald Espluga | PlayGround, 2018-10-15
https://www.playgroundmag.net/lit/ampliar-el-sujeto-del-feminismo-no-es-traicion_30927085.html

“El enfrentamiento teórico sobre el sujeto del feminismo no tiene por qué acabar en transfobia. Por ello resulta tan triste que cualquier aportación al debate -incluso cuando está bien argumentada y es respetuosa- sea simplificada, ridiculizada, polarizada y tachada de traición antifeminista.”

"¿De qué manera estamos entendiendo el sujeto 'mujeres' para acabar pensando que una mujer que se dice a sí misma mujer, en realidad, es un hombre que ha venido a usurparte el discurso?"

Se lo preguntaba este sábado Sam Fernández, bióloga e investigadora de la Universitat Rovira i Virgili, en las jornadas organizadas por el Instituto 25M y Podemos, en el marco de una reflexión sobre el llamado feminismo trans excluyente (TERF por sus siglas en inglés), que es aquel que se niega a reconocer a las mujeres trans como mujeres.

Más concretamente, Fernández quería señalar lo dañino que resulta hoy que parte del feminismo hegemónico coquetee con posiciones trans excluyentes, y proponía una revisión sin juicio de aquellas concepciones que tachan al transfeminismo de traicionero y disgregador. "Tenemos que arriesgar el sujeto del feminismo. Y arriesgarlo con un para qué, que es el anclaje. Es lo que va a hacer que no nos perdamos. Tenemos que tener clara nuestra apuesta política del feminismo para la transformación".

En vez de relajar la tensión del debate, el discurso de Fernández funcionó como una profecía autocumplida. En Twitter, los ataques transfóbos contra ella fueron brutales, y todos en la dirección que ella misma había apuntado: además de los muchos insultos, se la acusó de ser antifeminista, antimujeres y de estigmatizar la feminidad.

"¿Ampliar? ¿Ya no somos las mujeres el sujeto político del feminismo? ", se pregunta irónicamente uno de los primeros comentarios al vídeo que enlazó Podemos. "La que está alucinando soy yo. Ahora, ¿hay que incluir a tíos con barba?".

Aunque la cuestión del "sujeto del feminismo" pueda parecer muy teórica, es quizá el eje más polémico de los debates actuales. El feminismo trans excluyente, como teoría que defiende una concepción homogénea de la mujer y se opone a cualquier intento de romper la lógica binaria hombre/mujer, es un credo residual. Pocas feministas suscriben las palabras de Janice Raymond, una de sus principales representantes, que ve lo trans como un ataque contra las mujeres: "los transexuales que se convierten de hombre en mujer intentan neutralizar a las mujeres por medio de hacer innecesaria la mujer biológica".

Sin embargo, desde ciertos sectores del feminismo radical —y también desde el feminismo marxista— se critica duramente al transfeminismo y a la teoría queer, en tanto que consideran que pueden desembocar en un "feminismo sin mujeres" que blanqueé la naturaleza especial de la violencia contra las mujeres, es decir, que olviden que a las mujeres se las oprime por el hecho de ser mujeres, y no por su clase, su raza o su orientación sexual.

"¿Por qué tanto interés en sentenciar que las mujeres no son el sujeto del feminismo?", se pregunta Ana de Miguel en ‘Neoliberalismo sexual’, un libro que ejemplifica perfectamente la virulencia de los ataques contra la teoría queer, hasta el punto que llega a caer en la transfobia cuando, por ejemplo, ironiza sobre los cambios de nombre de Paul B. Preciado. Y en la misma línea van las reflexiones de Alicia Miyares sobre la cuarta ola del feminismo: "desenmascaremos a [Judith] Butler", decía en una conferencia el pasado 6 de octubre, "en ‘El género en disputa’ lo único que hace es decir que el patriarcado no existe" y a continuación leía una cita de Butler en la que la estadounidense cuestionaba la universalidad de la estructura patriarcal —pero no la existencia del patriarcado—.

La metáfora es siempre parecida. A ojos del feminismo radical, la teoría queer sería un caballo de Troya, un infiltrado, un traidor, que estaría saboteando el movimiento desde dentro. Se le acusa doblemente: primero, de convertir la identidad en una quimera discursiva insensible a la realidad biológica sobre la que se asienta el patriarcado; y, segundo, de abandonar el feminismo en manos de la doctrina liberal, porque interpretan la lucha por la abolición del género como una invitación a un paradigma de libertad y elección radical.

Ambas ideas, pues, estarían presentes en la propuesta de "arriesgar el sujeto del feminismo": frivolidad y flexibilidad juntas en una misma idea, el transfeminismo estaría destrozando la base sobre la que el feminismo ha podido levantarse finalmente.

La objeción contra la teoría queer echa sus raíces en un rechazo más general: el de las mal llamadas políticas de la identidad. Aunque en sus formulaciones originales esta objeción se centraba en los profesores que, desde su privilegio universitario, vomitaban teorías que no podían llevarse a la práctica sin violentar a las personas a las que supuestamente debían ayudar, lo cierto es que las versiones más recientes de este argumento, en la práctica, acaban cuestionando los movimientos sociales que han conseguido hacer de estas ideas una herramienta de lucha.

Es lo que ha pasado en la polémica que siguió a la intervención de Sam Fernández. La investigadora reclamaba una ampliación estratégica del sujeto del feminismo, y llegaba incluso a relativizar el corazón teórico de la disputa, para dejar claro que su apuesta era pragmática y combativa. El "para qué", el "anclaje" que reclamaba la bióloga, era precisamente este acuerdo de mínimos entre feminismo radical y transfeminismo para articular una lucha conjunta contra el patriarcado. Pero el resultado fue que su discurso fue utilizado para demonizar el activismo queer y caricaturizar la teoría como una deslealtad y una injuria, que —en el contexto de las redes— desembocó en ataques contra las personas trans.

Las jornadas organizadas por el Instituto 25M se proponían literalmente "abrir melones", pero su objetivo era sentar las bases para una discusión serena. Y lo hacían precisamente porque el enfrentamiento teórico —más que legítimo— sobre el sujeto del feminismo no tiene por qué acabar en transfobia. Por ello resulta tan triste que cualquier aportación al debate —incluso cuando está bien argumentada y es respetuosa— sea simplificada, ridiculizada, polarizada y tachada de traición antifeminista.

domingo, 14 de octubre de 2018

#hemeroteca #transfobia | El fascismo de género no es feminismo

Imagen: La Voz del Sur / Sam Fernández
El fascismo de género no es feminismo.
La última polémica ha sido protagonizada por feministas que parecen sensatas hasta que se habla de mujeres transexuales, donde usan un argumento que no tiene ninguna diferencia con la ultraderecha de Hazte Oír.
Raúl Solís | La Voz del Sur, 2018-10-14
https://www.lavozdelsur.es/el-fascismo-de-genero-no-es-feminismo/

Este sábado a una feminista llamada Sam Fernández, invitada por Podemos a un encuentro de pensamiento de la formación morada, se le ha ocurrido decir que el feminismo tiene que repensar su sujeto activo hilándolo con las personas transexuales. Traducido al román paladino, ha querido decir la feminista Sam Fernández, que no es militante de Podemos, que las mujeres transexuales deben ser también sujetos activos del feminismo.

Rápidamente, el vídeo se ha viralizado en redes sociales y un ejército de fundamentalistas del género, que no feministas, han empezado a echar espuma por la boca con comentarios transfóbicos que sólo leerlos duele a los ojos. “Las mujeres trans no son mujeres, son hombres disfrazados”. “Las mujeres de verdad no tienen pene”. “Las mujeres trans son potenciales violadores”. “Los hombres ellas no pueden ser feministas porque son machos”. “El feminismo es una cosa de mujeres y las trans son otra cosa”.

Podría enumerar decenas de frases similares, hirientes y cargadas de odio que se han vertido en redes sociales por mujeres feministas que han lanzado de manera velada o explícitamente mensajes de odio contra las mujeres transexuales, negándoles su género y por tanto excluyéndolas del feminismo como sujetos.

Últimamente, el feminismo anda con mucha bronca que hacen sospechar que hay quienes tienen intenciones de electoralizar y moralizar debates que se están dando en su seno por puro interés electoral. La prostitución se ha convertido en una batalla campal en lugar de un debate sereno. El PSOE tiene muy clara su postura de abolir la prostitución, mientras Podemos no tiene decidida su opinión y efectivamente debería tener claro la formación morada que en democracia no cabe ni la explotación laboral ni la explotación sexual.

Las dudas que tiene Podemos son las que tiene la sociedad. Hay mucha gente de buena fe que cree que lo mejor es la regulación de la prostitución en lugar de la abolición. Bajo mi punto de vista están profundamente equivocadas las personas que defienden la regulación, pero eso no las convierte en portavoces de los proxenetas ni en enemigas del feminismo.

La última polémica ha sido protagonizada por feministas que parecen sensatas hasta que se habla de mujeres transexuales, donde usan un argumento que no tiene ninguna diferencia con la ultraderecha de Hazte Oír. Las TERF, que es como se llama a quienes militan en el feminismo transfóbico, creen que el género es una cuestión biológica y no una construcción social. Así, las mujeres transexuales, nacidas con órganos genitales de sexo masculino, no pueden ser consideradas mujeres y mucho menos formar parte del movimiento feminista, espacios donde sólo pueden entrar “mujeres de verdad” y no “las otras”.

Un lenguaje peligroso que no tiene en cuenta que las mujeres transexuales, socializadas como mujeres desde los cinco o seis años, sufren las mismas opresiones y discriminaciones de género que las mujeres cisgénero. Es más, a las opresiones que sufren como mujeres en un sistema patriarcal, las transexuales padecen además la violencia de un sistema que condena la disidencia sexual, la expulsión forzosa del hogar familiar en la adolescencia y las garras del sistema prostituidor al que muchas de ellas se tienen que agarrar ante un mercado laboral que les cierra a cal y canto la posibilidad de acceder a un empleo.

Cuando se usan mensajes de odio contra las mujeres transexuales se está obviando que la esperanza de vida de las mujeres transexuales en Europa es de 50 años, tres décadas menos que la esperanza de vida que tienen las mujeres cisgénero. En Latinoamérica, la esperanza de vida de las mujeres transexuales es de 35 años. En otras palabras, las mujeres transexuales viven en sociedades que han levantado un muro contra sus vidas, son perseguidas, violadas, asesinadas, encarceladas y expulsadas de sus vidas desde la adolescencia. Son mujeres a las que se les niega la identidad, quiénes son, el elemento básico de la dignidad de una persona. ¿De verdad las mujeres transexuales se van a convertir en el chivo expiatorio del feminismo? ¿De verdad?

Los mensajes transfóbicos son intolerables en nombre del feminismo. Lo son porque el feminismo es una ideología que defiende la igualdad, que no puede convivir con la desigualdad y el odio en ninguna de sus modalidades. El mejor favor que le podemos hacer al feminismo, justo en el momento donde es hegemónico, es quitarle la careta a supuestas feministas identitarias que en lugar de la igualdad defienden una especie de nacionalismo feminista, un fascismo de género irracional que usa una ideología transformadora para atacar a otras mujeres, en este caso transexuales, que tienen todo el derecho del mundo a ser sujetos activos del feminismo y de cualquier movimiento emancipatorio que aspire a la igualdad, como así lo dice el ordenamiento jurídico de nuestro país y leyes autonómicas, como la andaluza, la aragonesa, la valenciana o la madrileña, que son pioneras en Europa en cuanto a la defensa de la autodeterminación del género. Ahora me dirán que soy un macho y que no tengo ningún derecho a hablar de feminismo. Así está el patio posmoderno.