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sábado, 16 de noviembre de 2019

#hemeroteca #violenciasexual #justicia | La masculinidad como problema

Imagen: Google Imágenes / Recreación del viaje a Pozoblanco de La Manada
La masculinidad como problema.
Octavio Salazar | Córdoba, 2019-11-16
https://www.diariocordoba.com/noticias/cordobalocal/masculinidad-problema_1336547.html

El inicio el próximo lunes del juicio por presunto abuso sexual de una chica en Pozoblanco por parte de cuatro de los integrantes de La Manada de Pamplona hará que volvamos a iluminar una realidad que durante mucho tiempo ha sido invisible. Más allá del debate sobre la urgente reforma del Código Penal, que evite las perversas distinciones entre abuso y agresión sexual, y ante el aumento alarmante de este tipo de delitos ejecutados por varios hombres a la vez, se impone una reflexión seria sobre qué modelo de masculinidad, y a su vez de sexualidad masculina, seguimos alimentando en las sociedades contemporáneas. Porque seguiremos equivocando las estrategias mientras que solo nos fijemos en las víctimas, a las que, por supuesto, hay que proteger y reparar el daño causado, y olvidemos a quienes son responsables de dichas violencias.

El único rasgo que comparten los responsables de las múltiples violencias que afectan a la mitad femenina de la ciudadanía es el hecho de ser hombres. Los hay de todas las edades, nacionalidades, estatus económico o nivel cultural. El único rasgo más significativo en el ámbito concreto de las agresiones sexuales es que en los últimos años están creciendo significativamente las cometidas en grupo y además por chicos jóvenes, incluso menores de edad. Todos estos datos, que son datos estadísticos y no meras opiniones -ahí está el último Informe de la Fiscalía General del Estado como muestra- deberían alertarnos de lo urgente que es poner el foco en los hombres y en cómo seguimos construyendo nuestra subjetividad, la cual siempre ha de situarse en el contexto de unas relaciones que todavía hoy marcan asimetrías entre nuestro lugar en el mundo y el que ocupan las mujeres. Y en esa urgencia debería ocupar un lugar destacado la educación de unos jóvenes que en materia de sexualidad no hacen sino seguir los referentes de la pornografía a la que con tanta facilidad acceden por Internet. Es decir, unos chicos que se están (mal)educando en un imaginario que acentúa la ley masculina del dominio sobre la femenina del agrado, la omnipotencia viril frente a la permanente disponibilidad de las chicas, la reafirmación de la fratría gracias a la cosificación de las mujeres. Un escenario perfecto que además abonan discursos tan neoliberales como la supremacía de los deseos individuales, la capacidad del dinero para comprar placer o la conversión del ocio en un paraíso en el que parece no importar instrumentalizar el cuerpo o la sexualidad ajenas.

Me imagino que en los próximos días volveremos a debatir sobre lo injusto de un Código Penal que continúa respondiendo a los intereses de quienes siempre tuvimos la palabra, cuestionaremos el funcionamiento de una Administración de Justicia para la que en gran medida el género sigue siendo una ideología y no una perspectiva sin la que no es posible hacer efectiva la igualdad, e incluso puede que, como hombres, mostremos nuestra solidaridad con lo mucho que sufren nuestras compañeras. Creo, sin embargo, que ha llegado la hora de que precisamente nosotros, los que seguimos teniendo el privilegio, institucionalmente reconocido a través de la prostitución, de usar y abusar de los cuerpos femeninos, demos un paso al frente e iniciemos una acción política que rompa silencios y que desmantele una virilidad que provoca monstruos y víctimas. Ese es el gran reto, personal y colectivo, que casos como el que a partir del lunes se enjuicia debería plantearnos a quienes, aunque no seamos maltratadores, violadores o agresores, somos parte de una masculinidad y de una cultura machista con la que no acabará una simple reforma del Código Penal.

Octavio Salazar. Catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Córdoba.

domingo, 4 de agosto de 2019

#hemeroteca #gais #machismo | En la homosexualidad también se replica el machismo

Imagen: Newsweek
En la homosexualidad también se replica el machismo.
Alex Toledo | Newsweek México, 2019-08-04
https://newsweekespanol.com/2019/08/machismo-arcoiris-discriminacion-homosexualidad/

Muchos hombres gais sienten la necesidad de comportarse de la manera viril que exige la sociedad machista para no ser discriminados.

Todos hemos crecido inmersos en la cultura patriarcal de exagerada y exaltada masculinidad que, sin importar orientaciones sexuales, afecta a hombres y mujeres por igual. De tal manera que, como yo, muchos hombres fuimos educados y criados dentro de la ideología machista que prohíbe la vulnerabilidad y la sensibilidad. Así hemos vivido desde siempre y lo reproducimos, sin darnos cuenta, con las personas que nos rodean, al grado de normalizarlo tanto que pasa inadvertido.

El machismo es ese comportamiento psicocultural que pone lo masculino como superior a lo femenino, que fomenta un culto exacerbado a la virilidad y hombría —producto de una cultura falocéntrica— y, por lo mismo, le exige al hombre un cierto nivel de masculinidad (muchas veces tóxico), pues pone a la virilidad como la única forma de ser hombre y, por lo tanto, le da la creencia de que puede usar su poder para someter a todo lo que no entre en esa masculinidad.

En el caso de la homosexualidad también hay comportamientos que replican el machismo con base en la idea de la “masculinidad deseable” que hay que alcanzar para poder ser tomado en cuenta dentro de una comunidad donde, aparentemente, ser gay no es suficientemente bueno.

“Muchos homosexuales de manera inconsciente sienten que su homosexualidad los hace menos hombres, y en una cultura que alaba lo masculino y desprecia lo femenino, hacen esfuerzos enormes por pertenecer a ese mundo viril y heteronormado que es el mismo que los rechaza, para reafirmar que, a pesar de ser gais, siguen siendo muy hombres”.

Según Gabriel J. Martín, experto en atención psicológica a personas gais y autor de 'Quiérete mucho, maricón' y 'Cómo sobrevivir al ambiente', en las relaciones entre hombres homosexuales no nos damos cuenta de conductas evidentemente machistas como las que se dan en relaciones heterosexuales, pero sí que encontramos algo denominado “plumofobia”, que consiste justamente en despreciar comportamientos femeninos, como respuesta a esta necesidad que muchos homosexuales tienen de desprenderse de todo lo relacionado con ello y tratar de heteronormarse, o sea, pertenecer y encajar con las reglas heteropatriarcales para no ser discriminados.

Una de las formas más comunes de machismo entre hombres homosexuales es esa en la que muchas veces, para referirse a la promiscuidad o libertinaje, se usan calificativos en femenino como “puta”, “zorra”, “pasiva”, “loca”, “puerca”, etcétera. Este tipo de actitudes transpola al ámbito gay la privación y contención que el patriarcado ha ejercido desde siempre sobre la sexualidad femenina, convirtiéndola en algo “malo”, “pecaminoso” e inclusive “sucio”.

Según datos del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), el machismo entre la comunidad gay es tan normalizado que, al hablar de diversidad sexual, los hombres homosexuales son los únicos representantes del colectivo LGBT+, pero se olvida muchas veces a las mujeres lesbianas y totalmente se invisibiliza a las mujeres trans.

Aquí la pregunta, como expone la antropóloga y feminista Marta Lamas, es: ¿qué significa ser masculino? ¿Para qué o para quién queremos ser masculinos? Tal vez ya va siendo hora de que comencemos a deconstruir esa masculinidad tóxica y empecemos a asumirla desde otra perspectiva, una más sana. Entendamos que para ser hombre hay muchas formas, matices y facetas, todas igual de válidas. Solo cuando logremos comprender lo anterior podremos comenzar a dejar de ser dañinos para nosotros mismos y para los demás.

#hemeroteca #masculinidad #cuerpos | El lado oscuro de las comunidades masculinas de 'fitness' en Internet

Imagen: El País
El lado oscuro de las comunidades masculinas de 'fitness' en Internet.
Músculos, anabolizantes y misoginia. Conversaciones en la 'manosfera' que perpetúan un peligroso modelo viril.
Sarah Palanques Tost | Buena Vida, El País, 2019-08-04
https://elpais.com/elpais/2019/07/30/buenavida/1564489938_033485.html

A principios de año, la Asociación Estadounidense de Psicología (APA) publicó en Twitter las principales conclusiones de una guía en la que se articulan directrices para mejorar la práctica psicológica en el manejo de la virilidad. El documento, basado en 40 años de investigación, saca a relucir que los rasgos de la llamada masculinidad tradicional se han relacionado con agresividad, toma de riesgos sin control y poca capacidad para pedir ayuda. "Hay muchos problemas reales para resolver, nosotros los hombres nos cuidamos a nosotros mismos. Si la APA no quiere hombres, bien por ellos. Soy un PUTO HOMBRE, así que revisa mi inodoro si quieres buscar toxicidad". Ni un minuto se hizo esperar la primera respuesta cargada de masculinidad tradicional. Al poco, las declaraciones de la asociación eran ‘trending topic’, y de las catacumbas de Internet empezaron a salir los miembros de la ‘manosfera’ (del inglés, ‘manosphere’, hombre y esfera: una red informal de foros, blogs y webs construida por y para varones, cuyo discurso se articula en torno a la masculinidad antifeminista).

Una simple búsqueda en Internet (la ONG de derechos civiles Southern Poverty Law Center es uno de los organismos que ha estudiado los sites más populares) destapa una verdad incómoda: gran parte de estos foros albergan a comunidades fanáticas del ejercicio físico, donde las conversaciones sobre virilidad y hombría son el pan de cada día. El profesor de musculación, entrenador personal, dietista y director deportivo de Tubau Gym (Madrid), Daniel Hernández Ibarburu, describe a muchos foreros como personas jóvenes y vulnerables que buscan cualquier recurso para mejorar su aspecto físico. Y es precisamente a causa de ese anhelo por una silueta depurada y musculada, por lo que se ven inmersos en una narrativa paralela peligrosa que promueve una cultura violenta y perpetúa la masculinidad hegemónica y la desigualdad.

Aunque no hay datos demográficos al respecto, un estudio del Pew Research Center (sobre una muestra estadounidense) reveló que los usuarios de foros genéricos son jóvenes de entre 18 y 29 años (23%), seguido por el grupo de entre 30 y 49 (14%). Los foros (y subforos) de ‘fitness’ en español tienen una afluencia de entre 23.000 hasta 200.000 usuarios únicos mensuales, pero en el caso de los de lengua inglesa (a donde acceden personas —sobre todo hombres— del mundo entero), el éxito es arrollador y superan, con creces, el tráfico a ForoCoches (el foro español más visitado del país, con 16 millones).

¿Qué tendrá de particular el culto a la forma física para que se sitúe como una de las conversaciones con más tirada en el universo digital de la masculinidad primitiva? J.L, un competidor semiprofesional de halterofilia que prefiere no revelar su identidad, nos conduce por las profundidades de estas grutas subterráneas. "La cultura ‘gym’ es una locura", dice: "En Internet se habla mucho de los deportes de fuerza. Levantamiento de pesas, ‘powerlifting’ y ‘strongman’ son los tres más serios; pero luego hay una cuarta categoría, que es donde todo se vuelve muy raro, el ‘bodybuilding’, más comúnmente conocida como culturismo, cuya intención es desarrollar musculatura por una razón estética y no tan competitiva". J.L nos manda a un foro de esta temática: "Os pido disculpas por lo que podáis leer...", avanza. Una vez dentro de Forum.Bodybuilding_com, rastreamos el hilo que el deportista nos indica, donde se despliegan multitud de fotos sexuales que pretenden denigrar a la mujer y comentarios irrespetuosos y crueles hacia actrices, junto a recetas de batidos de proteínas o minuciosas formas de contar calorías. Salimos inmediatamente.

La camaradería masculina, un revoltijo de viejos valores
El antropólogo Juan Ignacio Cayola reflexiona desde su especialidad sobre el origen de estos espacios donde pescamos al azar esta otra narración de un internauta: "Después de 7,5 horas y 5 hojas de bisturí, aquí [en su pecho y su brazo, en una foto] una escarificación [una especie de tatuaje que resulta de realizar cortes para que cicatricen] de la muerte con la hoz. No voy a revelar dónde me la hice (...) He tenido fiebre y síntomas de gripe, así que me he tomado antibióticos y el amago de infección ha parado a las 24 horas". Interviene el experto: "El concepto de homosociabilidad pone en evidencia que la amistad masculina tiene como consecuencia la aparición, manifestación y creación de vínculos masculinos. Estos se han desarrollado y potenciado a lo largo de millones de años como necesarios para la protección del grupo, así como para su defensa, y lo que es más importante, para la caza y la guerra (...). Vínculos de solidaridad y definición de espacios propios de camaradería, donde se relega a lo ‘no hombre’ o lo ‘no masculino’, con lenguaje propio, diferenciador y sobre todo exclusivo y excluyente: nuestro lenguaje, lo nuestro".

En ese contexto, valores como la competitividad, el sufrimiento o el esfuerzo, también relacionados con el deporte, pueden llegar a deformarse para dar alas a esa hombría tóxica que salpica los foros masculinos del ‘fitness’. "Además, muchos varones consideran que las cualidades físicas del ‘macho’ tradicional, como la fuerza o la resistencia, les hacen deseables a ojos de los demás, por lo que se esmeran en conseguir una apariencia que facilite que su entorno, hombres y mujeres, infiera de ellos estos atributos. En Psicología conocemos este fenómeno como el efecto halo: a partir de la percepción de un rasgo concreto, tendemos a asignar toda una constelación de cualidades que, creemos, suelen ir siempre acompañados de él", explica Joaquín Mateu-Mollá, psicólogo miembro de la Sociedad Española de Psicología, docente e investigador.

Siguiendo este heurístico cognitivo, añade que "a quien está físicamente fuerte tendemos a considerarlo como alguien defensor y dominante, dos elementos que forman una parte indisoluble del estereotipo clásico del machote. Por este mismo motivo, los hombres que admiran y desean ser el receptáculo de estos atributos observan con admiración a los homólogos que llegaron a forjar un cuerpo musculado y atlético, construyendo a su alrededor toda una mitología sobre sus logros y conquistas".

La imperiosa necesidad de ganar se palpa en la sala. Un 'poleman' es un miembro del foro que intenta escribir el primero en un hilo (aunque no le interese la conversación), solo para remarcar que ha sido el más rápido. "El lenguaje de guerra, que incluye arengas como el 'a por ellos', es un elemento propio de la cultura bélica que, desgraciadamente, ha marcado los hitos históricos del devenir humano. A menudo, se ha considerado que la testosterona, una hormona que depende del eje hipotálamo hipofisario gonadal (especialmente abundante entre los varones, pues los testículos son la glándula que la produce de un modo más notorio), se relaciona con la agresión, pero en realidad participa en un proceso socioafectivo más básico que subyace a ella: la competitividad", esgrime Mateu-Mollá.

Una puerta de entrada para sustancias ilegales y pseudociencias
En los más populares foros de ‘fitness’, se habla sin tapujos de cómo comparar anabolizantes y esteroides para ‘ciclarse’ (vocablo utilizado para señalar el aumento de músculo gracias a ayudas hormonales) con preparados ilegales de contrabando. Según la Organización Mundial de la Salud, la falsificación y venta ilegal de medicamentos es una amenaza creciente, y "en más del 50% de los casos se ha comprobado que los adquiridos a través de sitios web, sin domicilio social declarado, son productos falsificados", advierten desde la organización.

Es más, la Administración de Alimentos y Medicamentos Americana (FDA) considera Internet una de las tres vías de acceso al mercado de anabolizantes (junto con los traficantes y las prescripciones médicas). Cualquier cosa, y a cualquier precio, con tal de conseguir una anatomía rotunda. "El culto al cuerpo, en el caso de los varones, ha llegado también para quedarse. Aunque estos no constituyen el público diana de las campañas de ‘marketing’ que pretenden vender productos cosméticos como cremas o lociones ‘antiaging’, son un segmento de la población cuyo interés por la apariencia personal ha crecido exponencialmente en los últimos años", observa el psicólogo e investigador.

"No entiendo mis niveles de testosterona", suelta un usuario en otra sala virtual especializada en ejercicio físico. Sus compañeros de gruta cuelgan sus analíticas para comparar, y deliberan un diagnóstico diferencial que incluye el uso de suplementos y medicación fácilmente adquiribles de manera poco limpia. ¿Los hilos de nutrición? Como es de esperar, mucho batido de proteína. "La mayoría de preparados proteicos que se recomiendan por la Red no llevan lo que dicen llevar", denuncia al respecto el entrenador personal Daniel Hernández. Un estudio de los laboratorios CANdiLab, de 2018, reveló que 15 de cada 20 productos de proteína en polvo contienen menos cantidad de este macronutriente de la que anuncian (hasta un 20%, en algunos casos). Al no mediar un médico o dietista-nutricionista, la posibilidad de engaño es mucho mayor.

'Influencers' sin escrúpulos y el fantasma de la vigorexia
Los trastornos clásicos de la conducta alimentaria, como la anorexia y la bulimia nerviosas, han sido siempre más prevalentes entre las mujeres que entre los hombres. Pero en los últimos años, a medida que la importancia de lo estético se ha trasladado también a la población masculina, "han empezado a manifestarse en ellos problemas como la vigorexia, una idea sobrevalorada de la importancia de tener un cuerpo musculoso que conlleva ejercitar esfuerzos físicos extenuantes, dietas restrictivas e incluso el consumo de esteroides", lamenta el psicólogo. Son muchos los factores que influyen en los resultados de practicar ‘itness’ extremo, como la genética, el entorno, la alimentación... Y no todos los seguidores de estas tendencias consiguen el objetivo que buscan en su camino hacia la perfección física. "Este sesgo comparativo no solo conduce al resentimiento o a la aparición de ideas punitivas de autodesprecio, sino que también estimula una serie de conductas que son contrarias a la salud y que pueden poner en riesgo incluso la propia vida. Es por todo ello que muchos varones, desesperados y frustrados ante la búsqueda de un ideal inalcanzable, se pliegan a las promesas vacuas que les ofrecen los gurús de la estética masculina", añade el experto.

En esta línea, Hernández, el entrenador personal, denuncia como peligro paralelo el que se genera en las redes sociales como Instagram o YouTube: "Emergen ‘influencers’ que adquieren credibilidad gracias a sus millones de seguidores, aunque no tengan formación alguna. El intrusismo es un problema gravísimo, esta gente recomienda cualquier cosa y les da igual la salud de los otros... Sus ‘followers’ obedecen a todo, se hacen fotos después de meses con anabolizantes y las suben a la Red para promocionar a sus líderes". En ningún caso representan al colectivo culturista, insiste, "en el que somos muchos los profesionales que hacemos las cosas bien, habiéndonos formado con carreras, másteres y doctorados en forma física y deporte. No nos hace nada de gracia que nos etiqueten de ‘ciclados’ o ‘pinchados’".

Precisamente para combatir el estigma, el preparador denuncia otra tendencia alarmante: "Estos falsos especialistas están recomendando insulina (que se consigue en el mismo mercado ilegal que los anabolizantes) para provocar un efecto de llenado en la musculatura. El combo de la insulina con la hormona del crecimiento hace que crezcan las vísceras y el estómago se dilate, y eso aumenta el volumen corporal. Los profesionales del ‘fitness’ tenemos la responsabilidad de alzar la voz y decir a la gente que pare de hacer este tipo de cosas". A su vez, se desvincula —como la mayoría de sus compañeros— de los mensajes de odio de las profundidades de Internet, en las que J.L. reconoce que los usuarios más activos suelen ser adolescentes. Según Mateu-Mollá, muchos sí llegan a ser conscientes de que están cayendo en una trampa: "Pero lo hacen porque cuando tomamos decisiones no siempre lo hacemos con la cabeza, sino también con las emociones. Y en este caso, ni con el cerebro ni con el corazón, sino con los músculos".

Un argot propio
La mayoría de los templos digitales investigados para este reportaje cuentan con una evidente brecha de género. Detectamos muy pocas mujeres (en muchos hilos, ninguna) y un vocabulario agresivo, racista y misógino escondido tras palabros estrambóticos. ‘TDS_PTS’ responde a "todas putas"; ‘zorrastrera’ viene de zorra y rastrera; y ‘tiraflechas’ se emplea para referirse a personas de origen sudamericano. Eso sí, siempre queda espacio para la camaradería: utilizan el término ‘shur’ para referirse a un "hermano forero". ¿Qué pasa si un hombre se desmarca abiertamente de este tipo de comportamientos? Entonces estamos ante un ‘flander’, el usuario que denuncia mensajes hirientes, pero que en este submundo se llega a considerar un ‘troll’ por ser "sensible y ofendidito".

domingo, 10 de marzo de 2019

#hemeroteca #antifeminismo #ideologiadeodio | El antifeminismo pincha en Madrid y no reúne a más de 200 personas

Imagen: LaSexta / Orgullo 'travesti'
El antifeminismo pincha en Madrid y no reúne a más de 200 personas.
"Ni machismo, ni feminismo", ha sido uno de los lemas de la manifestación que se ha celebrado en como alternativa al 8M.
EFE | LaSexta, 2019-03-10
https://www.lasexta.com/noticias/sociedad/unas-200-personas-se-manifiestan-en-madrid-el-8m-fue-una-manifestacion-de-hombre-mujer-video_201903105c8549a10cf2b793325e3d9a.html

Alrededor de 200 personas se han manifestado en el centro de Madrid bajo el lema "En femenino sí y en masculino también" convocados por la plataforma Women of the World frente a las movilizaciones del 8 de marzo, para defender la "complementariedad" de hombres y mujeres.

La manifestación, que ha partido desde la plaza de Isabel II y ha terminado en Sol, ha sido apoyada, según los convocantes, por 50 entidades como HazteOír, la Asociación de Víctimas de ley de Violencia de Género de Madrid, la Asociación Española de Abogados Cristianos o Aborto Cero San Fernando.

Con el lema "En femenino sí y en masculino también", cerca de 200 personas han marchado en esta manifestación para denunciar lo que consideran los "nuevos postulados del feminismo" que "responden a un modelo de mujer y sociedad que solo algunos comparten, pero que se está imponiendo en una batalla cultural donde no existe otra alternativa".

"Reivindicamos que las mujeres y los hombres son iguales ante la ley y en derechos pero diferentes y complementarios. Los hombres son nuestros aliados y nuestros compañeros, no son nuestros amigos y no son maltratadores en potencia. Y la mujer está discriminada hoy por el hecho de ser madre y no por el hecho de ser mujer", ha explicado a los medios la portavoz de la plataforma convocante, Leonor Tamayo.

"La manifestación del 8M era manifestación de hombre-mujer, y nos negamos a sumarnos a ese juego. Los hombres no son nuestros enemigos; son nuestros compañeros y aliados", ha añadido Tamayo en esta marcha en la que se han escuchado cánticos como "La diferencia nos complementa", "El feminismo no me representa" o "Ni machismo, ni feminismo".

También se ha coreado que "Padre y madre no falten" en esta movilización en la que se ha exigido la abolición de la prostitución, los vientres de alquiler y la pornografía, y en la que se ha condenado cualquier tipo de violencia en el ámbito doméstico.

La escritora y vicesecretaria de Movilización de Vox, Alicia Rubio, se ha subido también al escenario para denunciar el feminismo "rancio" en este acto en el que Tamayo ha leído un manifiesto que aseguraba: "Soy mujer, soy esposa, soy madre y soy profesional. Y no soy feminista".

A mitad del discurso, la portavoz de Women of the World ha pedido a las mujeres que bajasen del escenario para que subiesen los hombres y concluir así su manifiesto: "Queridos hombres: no dejéis de ser como sois. Os necesitamos masculinos, viriles, caballerosos. Os queremos así y nos gustáis así".

jueves, 15 de noviembre de 2018

#hemeroteca #bisexualidad | No eres ni “heteroflexible” ni “heterocurioso”, eres bisexual

Imagen: 20 Minutos
No eres ni “heteroflexible” ni “heterocurioso”, eres bisexual.
Duquesa Doslabios | El blog de Lillih Blue, 2018-11-15
https://blogs.20minutos.es/el-blog-de-lilih-blue/2018/11/15/heteroflexible-bisexual-debate/

Basta con escribir en Google el término “heteroflexible” para que la red nos regale lo mejor del concepto, artículos del estilo “Es posible que seas heteroflexible y no lo sepas” o “¿Cómo saber si tu novio es heteroflexible?”.

Este último me produjo especial curiosidad ya que lo que comenta es que heteroflexible es aquel hombre heterosexual que, siempre de manera puntual, puede mantener relaciones sexuales o afectivas con otros hombres.

Pero, ¿esto no es eso precisamente lo que engloba la bisexualidad?

Parece ser que “bisexual” era un término con el que los hombres heterosexuales no se sentían a gusto a la hora de definir sus paseos por la otra acera.

Independientemente si te has dado una vuelta rápida o si ha sido una buena caminata, de esas de pararte a mirar los escaparates y comprar algo, cambiar de acera, lo que se dice cambiar, has cambiado.

Es como afirmar que por tomar sushi de vez en cuando no se considera que te guste el pescado, o al menos es lo que vienen a decir las palabras “heteroflexible”, “heterocurioso” o “bromance” que se dedican a dar vueltas sobre especificaciones nimias de si a los practicantes les gusta o no la penetración o si no besan pero sí que la chupan.

Una serie de jaleos innecesarios para categorizar algo tan sencillo como es que te puedas sentir atraído de una manera o de otra tanto por hombres como por mujeres (independientemente de los porcentajes o letras pequeñas que quieran añadirle al respecto).

Que surjan palabras para explicar conceptos que no existen como es el caso de 'hater', una palabra que tarde o temprano tenía que llegar a nuestro vocablo, lo entiendo, pero creo que no es el caso de la heteroflexibilidad.

Porque, en mi opinión, el hecho de tener que recurrir a esta palabra para explicar algo que lleva años existiendo es quizás la connotación negativa que pueda tener (todavía) la bisexualidad.

El estigma de que caigan los célebres “maricón”, “bujarra”, “reinona” o cualquier otro apelativo despectivo es demasiado grande.

Y para escapar, por lo visto, no queda más que la opción de inventar algo nuevo que no dañe la virilidad ni la estima de aquellos que se sienten inseguros con su propia identidad creando un término a estrenar, sin un pasado plagado de términos, que, más que seguramente, el propio heteroflexible (bisexual) incluso ha llegado a usar peyorativamente.

Las marcas sacando maquillaje masculino en envases oscuros o los botes de champú en negro o gris son los ejemplos de que, a estas alturas, de la importancia de la masculinidad. Porque todos sabemos que si un hombre se compra un champú cuyo bote sea de color pastel, se le caen los testículos y ruedan irremediablemente hacia el desagüe de la ducha.

Pero tranquilos, es muy español cambiarle el nombre a las cosas. Solo que por mucho que se llame “agresión sexual” sigue siendo una violación y por mucho que te definas como “heterocurioso” sigues siendo bisexual.

miércoles, 25 de julio de 2018

#hemeroteca #violenciamachista | El 80% de los jóvenes latinoamericanos considera "normal" la violencia machista, según Oxfam Intermón

Imagen: El Diario
El 80% de los jóvenes latinoamericanos considera "normal" la violencia machista, según Oxfam Intermón.
El informe 'Rompiendo moldes' de la ONG Oxfam Intermón analiza las normas sociales que se encuentran en las raíces de las violencia machista en América Latina y Caribe. El 65% de las y los encuestados de 15 y 19 años no creen en el "no es no": sostienen que las mujeres cuando dicen ‘no', en realidad, quieren decir ‘sí’. "Esta normalización, alimentada por creencias y comportamientos, está fuertemente arraigada no solamente entre los jóvenes, también en las instituciones públicas y en nuestros círculos familiares y sociales", dice el estudio.
Gabriela Sánchez | El Diario, 2018-07-25
https://www.eldiario.es/desalambre/latinoamericana-considera-violencia-Oxfam-Intermon_0_796520564.html

"No se trata de llenar las cárceles de hombres, sino de cambiar la sociedad", decía en una reciente entrevista la indígena experta en género, Irma Alicia Velásquez. Su país, Guatemala, cuenta con una de las normativas más avanzadas para perseguir la violencia machista, pero al menos 500 mujeres fueron asesinadas en 2017 por el hecho de ser mujeres. Por ello, insisten las organizaciones feministas, los cimientos que sustentan los comportamientos machistas también deben ser derrumbados para reducir las altas cifras de feminicidios.

Son esos cimientos, ese "imaginario" y esas "normas sociales nocivas" que alimentan el machismo, los que trata de identificar un reciente informe de la ONG Oxfam Intermón centrado en ocho países de América Latina y Caribe. A través de 4.731 encuestas, 47 focus group y 49 entrevistas en profundidad entre jóvenes de Bolivia, Colombia, Cuba, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y República Dominicana, el estudio se introduce en las "raíces profundas del sistema que produce, reproduce y sostienen las violencias contra las mujeres" y que, advierten, suelen derivar en la "normalización" de estos comportamientos.

El 86% de las y los jóvenes entrevistados aseguran que no intervendría si un amigo le pega a su novia. El 80% considera "normal" la violencia machista, según el análisis elaborado por la ONG. En Nicaragua, cuatro de cada diez encuestados saben que un amigo le pega a su novia. En República Dominicana, tres de cada diez jóvenes señalan que sus amigos golpean a sus parejas mujeres, según el informe de Oxfam Intermón.

"Esta normalización, alimentada por creencias y comportamientos, está fuertemente arraigada no solamente entre la juventud, sino también en las instituciones públicas y en nuestros círculos familiares y sociales, y se refuerza desde nuestras prácticas cotidianas", recuerdan desde la ONG. Los resultados provienen de las encuestas realizadas en América Latina y Caribe, pero sus respuestas pueden sonarnos familiares y son las que, según organizaciones feministas, nutren la base del heteropatriarcado.

La idea de la "virilidad masculina"

"Un hombre debe tener relaciones sexuales cuando quiera y con quien quiera. Las mujeres, no". "Los hombres tienen mayor deseo sexual que las mujeres". "Una mujer decente no debe vestirse provocativamente, ni andar sola por las calles a altas horas de la noche". "Los hombres se enojan si su pareja no quiere tener relaciones sexuales". Son algunas de las ideas grabadas a fuego en las sociedades que, según detalla el estudio, alcanzan un mayor porcentaje de aceptación entre las y los jóvenes entrevistados. El documento se centra en América Latina pero muchas de esas creencias mencionadas

Así, por ejemplo, el 82% de las mujeres y el 80% de los hombres encuestados en América Latina y Caribe están de acuerdo con que "un hombre debe tener relaciones sexuales cuando quiera y con quien quiera, mientras, las mujeres, no". Del mismo modo, el 87% de ellos y ellas consideran que sus amigos creen que "los hombres tienen mayor deseo sexual que las mujeres".

Las normas sociales de las que, según la ONG, se nutren las violencias machistas en la región son divididas en tres tipos que Oxfam Intermón: aquellas que hacen referencia a la idea de la "virilidad masculina" sobre la que acaba basándose "el control del hombre sobre la mujer". A través de esta creencia, "la mujer se establece [en el imaginario] en torno a la negación del placer sexual, como un cuerpo disponible para satisfacer las necesidades sexuales del hombre, un cuerpo bajo vigilancia permanente y al cual se le niega toda capacidad de decisión", concluye el documento.

El 65% de los jóvenes piensan que "no es sí"
El vínculo entre la virilidad masculina y la violencia se muestra, según el estudio, "cuando las y los jóvenes creen que los hombres no se pueden controlar, que las mujeres deben cumplir con las expectativas sexuales de ellos aun cuando no lo deseen, y al asumir que las mujeres son cuerpos pasivos".

El informe destaca "la culpabilidad hacia las mujeres por la forma de vestir, por andar hasta tarde en las calles o porque ellas han tomado alcohol". Siete de cada diez hombres jóvenes de 15 a 19 años creen que una mujer decente no debe vestirse provocativamente ni andar hasta tarde en las calles; seis de cada diez mujeres opinan lo mismo.

El "no es no" no obtiene aceptación entre los encuestados. "La creencia que justifica la violencia sexual al sostener que las mujeres cuando dicen ‘no, en realidad, quieren decir ‘sí’ es mucho más alta entre los hombres de 15 a 19 años, con un 65% de respaldo", sentencia el informe.

El "amor romántico" y la heterosexual normativa
El otro grupo de ideas estudiadas hace referencia a aquellas expresiones relacionadas con "el amor romántico" y la "heterosexualidad como mandato obligatorio". Estos pensamientos, sostiene el estudio, repercuten en un "aumento del control sobre las mujeres". Aquí se encuentran altos porcentajes entre las y los jóvenes que "no reconocen como violencia que les vigilen los teléfonos móviles y las redes sociales, que controlan con quién se relacionan o cómo se deben vestir, cuándo y cómo transitar en los espacios públicos".

Según el estudio, más de la mitad de las creencias incluidas en este grupo, que perpetúan las violencias machistas a través del aumento de control de la mujer en base de un supuesto "amor romántico", tienen datos muy altos entre las mujeres y hombres jóvenes de 15 a 25 años.

Entre ellas se encuentran, afirmaciones como "no es violencia revisar el celular de sus parejas", apoyado por un 84% de las mujeres y un 77% de los hombres; "Los celos son la expresión del amor", asumida por el 43% de ellas y el 63% de ellos. En cuanto a la heterosexualidad como norma, identifican un 73-67% de sustento a frases como "Las lesbianas no deberían mostrar su orientación sexual en la calle".

"La creencia que indica que quien te ama te cuida se nutre de ideas que distorsionan y pervierten las relaciones amorosas naturalizando el control sobre las mujeres", recuerdan desde Oxfam Intermón. "Se enseña que entre amor y sufrimiento hay una relación inevitable. A las mujeres, se les enseña a aguantar toda clase de abusos machistas en nombre del amor", detalla el documento. Seis de cada diez hombres de entre 15 y 19 años creen que aman realmente si celan a su pareja, una creencia que, según el informe, se repite en todos los países estudiados. El 80% de la juventud afirma que sus amigos hombres revisan el celular de sus parejas y el 62% de 15 a 19 años, que ellos controlan las redes sociales de ellas.

La idea de "la buena mujer"

El último grupo de normas sociales analizado por Oxfam Intermón se engloba bajo las características atribuidas socialmente a "la buena mujer" que concluye, apuntan, en la "normalización" de las violencias machistas.

Oxfam Intermón resume en la siguiente afirmación la idea que está, según el estudio, sobre la que se basa la normalización: "Un hombre tiene derecho a corregir o disciplinar el comportamiento de las mujeres y para eso puede utilizar cualquier tipo de violencia". La ONG también analiza que los y las jóvenes asumen algunas "razones" por las que la mujer tiene que "aguantar la violencia".

De esta forma, según el estudio, "el 50% de las mujeres y el 38% de los hombres de 15 a 25 años piensan que las mujeres aguantan situaciones de violencia en la pareja porque ellas creen que es normal sufrir violencia". Del mismo modo, "el 61% de las mujeres y el 55% de los hombres porque creen que los agresores las amenazan con matarlas.

"El temor de la mujer es que la vayan a matar. Por eso, ella no habla", respondió una joven en un grupo focal de Nicaragua. Oxfam Intermón destaca que en República Dominicana, Nicaragua y Guatemala la naturalización de la amenaza de muerte obtiene porcentajes muy altos entre las mujeres y hombres de 20 a 25 años. Por su parte, Guatemala, El Salvador, Colombia y Honduras son los países donde más jóvenes piensan que "las mujeres aguantan la violencia, porque creen que es normal".

Cómo romper con estas creencias
Según Oxfam Intermón, 1.831 personas fueron asesinadas en 2016 en América Latina y Caribe. El documento de la ONG concluye que, aunque "celebra los avances legislativos conseguidos", exige a los Gobiernos "la aplicación de las leyes, garantizar el acceso a la justicia de las mujeres víctimas de violencia, asegurar presupuestos reales orientados a crear capacidades en las instituciones públicas y funcionarios y funcionarias, no revictimizar y contribuir con nuevos mensajes machistas".

Para acabar con esas creencias que, recuerdan, dan soporte a las violencias machistas apuestan por, entre otra medidas, "visibilizar a las familias que están transgrediendo el modelo impuesto". Destacan que las amigas y amigos "pueden tener un enorme poder en la construcción de imaginarios y normas sociales alternativos", así como los medios de comunicación y los líderes de opinión juveniles, como los instagramers y youtubers.

viernes, 2 de febrero de 2018

#hemeroteca #plumafobia #homonormatividad | Contra la plumofobia

Imagen: GCN
Contra la plumofobia.
“Tratan lo femenino como algo inferior y negativo porque, por encima de todo, son hombres que disfrutan de los privilegios que eso les ofrece, como estar económica, política, social y culturalmente por encima de las mujeres.”
Rubén Serrano | PlayGround, 2018-02-02
https://www.playgroundmag.net/lit/plumofobia_27616185.html

Salir de fiesta gay por Barcelona se ha convertido en una jungla de bíceps y abdominales. Al mismo tiempo, quedar con un chico es toda una odisea. Antes de la cita, tienes que cumplir unos requisitos casi siempre imprescindibles: “Busco machos”, “Solo tíos que se comporten como tíos”, “No quiero locas ni princesas”. Y yo frente a este panorama —con cara de niño, cuerpo endeble y un poco de amaneramiento— me doy cuenta de que formo parte de una espectáculo en el que ni estoy invitado ni soy bienvenido.

La llamada plumofobia, o el rechazo a hombres que muestran actitudes o comportamientos femeninos, ha infestado la comunidad gay de arriba abajo. Según un estudio de la revista gay británica Attitude, el 41% de los encuestados piensa que los chicos femeninos dan una mala imagen del colectivo LGTB+ y un desolador 71% ha afirmado que un hombre con maneras del sexo opuesto no les excita lo más mínimo.

Al contrario de lo que muchos piensan, la plumofobia no tiene nada que ver con homofobia entre gais, sino con los conflictos que generan los roles de género dentro del colectivo.

Partiendo de esa base, en la cultura popular a los gais todavía se nos representa como chicos delgados, con poca vergüenza, afeminados y con dotes para el entretenimiento. Para acabar con este estereotipo, parte del colectivo homosexual está forzando y exagerando actitudes varoniles para demostrar que también son masculinos, a pesar de besarse y acostarse con hombres. ¿Cómo estamos llevando esto a la práctica? Copiando los roles normativos propios de un hombre heterosexual y adaptándolos al mundo gay.

El primer paso es la apariencia física. Construir una imagen de macho alfa requiere de incontables horas en el gimnasio y de un fondo de armario donde reinen la ropa deportiva y complementos que sexualicen nuestra masculinidad, como arneses de cuero.

Esa estética de macho bruto inspirada en Tom of Finland debe traducirse en un comportamiento viril, dominante, autoritario y violento; una fachada que después lucen, sobre todo, en ciertos locales de ambiente gay donde las pelucas y la purpurina no están permitidas. Allí solo son admitidos como miembros del selecto club aquellos homosexuales que hagan gala de una hombría ibérica.

Por inercia, cada vez que vemos a un gay con ciertas formas femeninas asociamos que posee características tradicionalmente vinculadas a las mujeres: son sensibles, sumisos, débiles y frágiles. Para plantar cara al desafío que la pluma supone para nuestra frágil masculinidad, algunos han optado por menospreciarlos con insultos sexistas como “marica loca” o “esta es una pasiva”, usando siempre el femenino de forma peyorativa.

Si hay miembros del colectivo gay que humillan a otros homosexuales que expresan libremente su feminidad en lugar de respetarlos es porque se identifican antes con el patriarcado que con el colectivo LGTB+. Tratan lo femenino como algo inferior y negativo porque, por encima de todo, son hombres que disfrutan de los privilegios que eso les ofrece, como estar económica, política, social y culturalmente por encima de las mujeres.

Siguiendo este juego de jerarquías un gay afeminado está peor considerado que un gay que ha asumido las reglas patriarcales y que hace gala de su poder. Y así, al convertirnos en replicantes del heteropatriarcado, que censura todo lo que no exuda masculinidad, nos contagiamos del machismo que gobierna nuestra sociedad. Por ese motivo cada vez escucho más entre mis amigos perlas misóginas como “este local está lleno de chochos, qué asco” o “no me gusta que haya tías aquí, no me siento cómodo”.

Qué curioso querer destruir un estereotipo construyendo otro hipermasculino que tampoco representa a toda la comunidad homosexual. Qué curioso que ahora los gais penalicemos a lo femenino cuando de pequeños con quien más seguros nos sentíamos era con mujeres. Qué curioso que nos exijamos entre nosotros comportamientos masculinos, que era justo lo que nos pedían en el colegio antes de darnos un empujón o de llamarnos “maricones”. Qué curioso que pidan esa actitud los mismos hombres que en su infancia guardaban su sexualidad en el armario para evitar ofensas y humillaciones.

Muchos argumentarán que se trata de gustos; no obstante, hay que ir a la raíz y ser conscientes de que esas filias esconden tintes discriminatorios. Si pones en tu Grindr “negros no” estás siendo racista, si pones “no me van chinos” o “paso de latinos” estás siendo xenófobo, si tienes escrito “solo delgados” estás siendo gordófobo. Por tanto, dar de lado a un chico porque sea femenino es plumofobia aderezada con machismo y trazas de misoginia.

Esta apología de la masculinidad me ha provocado debates internos. La presión social por aparentar “ser un hombre de verdad” me hizo llegar a adoptar actitudes varoniles, como apuntarme a un gym para muscularme o comprarme un chándal de Nike para salir de fiesta. Sin embargo, toda esa apariencia se traducía en citas frustradas o en lágrimas al salir de la discoteca a las 6 de la mañana porque yo no estaba siendo yo; yo estaba siendo otro para complacer a unos robustos hombres con los que deseaba estar y demostrarles que también soy masculino. Había caído en la trampa.

¿Por qué un colectivo tan discriminado como el gay imita los patrones que tanto daño nos han hecho? ¿Por qué nos estamos convirtiendo en opresores con miembros de nuestra propia comunidad? Han sido esos gais con vestidos de lentejuelas y tacones los que han salido a la calle a visibilizarnos y a reivindicar nuestros derechos. Si ahora estos gais convertidos en Popeyes y anuncios de Calvin Klein se pueden casar, adoptar o besarse en medio de la calle es por el trabajo que esos “gais femme” han hecho.

¿Qué harán por la comunidad LGTB+ estos gais cómplices del machismo? No podemos dejar que un rol de género condicione nuestros sentimientos y defina nuestro día a día. Tenemos que ser inclusivos con nosotros mismos. Si algo he aprendido tras estos meses intentando clonar actitudes "masc4masc" es que la pluma es inofensiva, la masculinidad tóxica no.

domingo, 22 de octubre de 2017

#hemeroteca #masculinidad | Un supermacho en duda: la cara oculta de Hemingway

Imagen: El País / Ernest Hemingway en 1953
Un supermacho en duda: la cara oculta de Hemingway.
Una nueva biografía del escritor estadounidense indaga en su identidad sexual, que contrasta con la sobreactuada virilidad que cultivó en su obra literaria y de cara al público.
Álex Vicente | El País, 2017-10-22
https://elpais.com/cultura/2017/10/21/actualidad/1508590742_519728.html

A Ernest Hemingway (1899-1961) le volvían loco el boxeo, la caza, la pesca y las corridas de toros. Participó en tres guerras distintas, de las que regresó como un héroe. Exploró el continente africano, donde participó en numerosos safaris. Y trató a las mujeres con la crueldad y violencia conocidas. Se creó, en definitiva, un personaje a medida, con el que encarnó un paradigma de virilidad durante el siglo pasado. También en su obra dejó atrás el gusto por el lirismo, las metáforas y la adjetivación del modernismo literario. Prefirió adoptar un estilo más varonil, fundamentado en frases breves y contundentes como puñetazos. Esa fue su imagen pública hasta el final de sus días. La privada, sin embargo, era algo distinta. Lo dejó dicho Zelda, la inestable pero lúcida esposa de Scott Fitzgerald, autor de ‘El gran Gatsby’: “Nadie puede ser tan varón”.

Una nueva biografía, a cargo de Mary V. Dearborn, publicada por la editorial estadounidense Knopf en verano, confirma la inseguridad que Hemingway sentía respecto a su identidad sexual. “Eso fue parte de lo que lo destruyó al final de su vida”, apunta Dearborn, la primera mujer que se ha enfrentado al reto de condensar la agitada existencia de Hemingway, tras haber dedicado sendos volúmenes a otros hitos de la masculinidad literaria como Norman Mailer y Henry Miller.

Esta biografía de 750 páginas examina todos los aspectos de su vida y obra, aunque es su estudio de las cuestiones de género lo que la distingue de sus antecesores. El libro revela la fascinación del escritor por la androginia y sus fantasías sexuales con los cortes de pelo: solía pedir a sus compañeras que lo llevaran lo más corto posible, mientras que él se lo dejó crecer y llegó a teñírselo de rubio y caoba (cuando le preguntaban qué había sucedido, respondía que era culpa de los rayos de sol). Al regresar de su segundo viaje de África, el autor insistió en perforarse las orejas. “Llevar pendientes tendría un efecto mortífero para tu reputación”, tuvo que disuadirle su cuarta esposa, la periodista Mary Welsh.

¿Fue Hemingway un homosexual reprimido? “La respuesta corta es no”, contesta Dearborn. ¿Cuál sería la larga? “Fue indudablemente ‘queer’ [de género ambiguo]. Superó, si se quiere, el hecho de definirse como gay. Dio la vuelta a las expectativas que se tenían sobre la identidad y el comportamiento de hombres y mujeres”, añade. Recuerda también que en su novela póstuma e inacabada, ‘El jardín del Edén’, el ‘alter ego’ de Hemingway, un escritor llamado David Bourne, pedía a su mujer que se cortara el pelo y luego lo sodomizara con un consolador, ejercicio que el propio Hemingway habría practicado con Welsh. Para Dearborn, esas fantasías “no hablaban de homosexualidad ni de travestismo, sino de adoptar el rol femenino durante el acto sexual”. Hemingway se habría adelantado así a esa fluidez de género que hoy llena todas las bocas.

Antes de asentarse en París, Pamplona, Cayo Hueso y La Habana, Hemingway nació y vivió hasta los seis años en una residencia de tres plantas y estilo victoriano en el barrio de Oak Park, en la periferia de Chicago, que el escritor solía definir como “un lugar de jardines anchos y mentes estrechas”. En él se halla un pequeño museo dedicado a su memoria, en la misma calle arbolada donde se encuentra su casa natal. En el interior del museo se expone una caricatura dibujada para ‘Vanity Fair’, en 1933, en la que Hemingway aparece vestido con un taparrabos y echándose crecepelo en los pectorales. En otra vitrina figura una foto del escritor de bebé. Aparece vestido de niña, algo habitual a comienzos del siglo XX, cuando se vestía así a los retoños durante su primer año de vida. Salvo que su madre, una pintora y cantante de ópera llamada Grace, decidió prolongarlo bastantes años después. De hecho, crió a Hemingway y a su hermana Marcelline, 18 meses mayor, como si fueran gemelos, y los vistió indistintamente como si ambos fueran niños o niñas, según su humor.

Trauma
Para Hemingway, ese capítulo sería un gran trauma que terminaría provocando una ansiedad que desembocó en su sobreactuada virilidad, según la biografía que Kenneth S. Lynn publicó en 1987, que permitió alterar su imagen pública y también abrir su obra a nuevas interpretaciones. Cuando se releen las novelas y cuentos de Hemingway, ganador del Nobel de Literatura en 1954, sobresalen menos los superhéroes y más los hombres inseguros. Igual que el protagonista de ‘La breve vida feliz de Francis Macomber’, avergonzado de haber salido corriendo cuando intentaba disparar a un león en un safari, muchos de ellos intentan alcanzar un ideal de masculinidad imposible.

Otro de sus biógrafos, Paul Hendrickson, autor de ‘Hemingway’s Boat’, sobre el apego del escritor por una barca a la que bautizó como ‘Pilar’, no cree que esa hombría superlativa y casi paródica pueda ser vista como una actuación de cara al público. “La hipermasculinidad fue una parte de lo que él era. Fue real y auténtica. Tal vez fuera una máscara conveniente para su ego, pero no era fraudulenta”, asegura este profesor de la Universidad de Pensilvania y antiguo periodista de ‘The Washington Post’. “Creo que fue heterosexual, aunque con muchos sentimientos contradictorios respecto a su género. Nunca he encontrado la más mínima prueba que sugiera que se sentía atraído por otros hombres”.

Hendrickson también describe su difícil relación con su hijo menor, Gregory, que practicó el transformismo toda su vida y terminó cambiándose de sexo a los 63 años. Murió con el nombre de Gloria en una cárcel para mujeres en Florida, en la que acabó por practicar exhibicionismo en la vía pública. Una vez, cuando era pequeño, Hemingway lo sorprendió probándose las medias de su madre. Más tarde le diría: “Tú y yo venimos de una extraña tribu”. Para Hendrickson, Gregory/Gloria llevó a la práctica lo que su padre solo admitía en su fuero interior y en algún texto clandestino. “Por eso existía una relación de amor-odio entre ellos”, sostiene. Dearborn dice que ese fue el calabozo del que nunca lograría escapar: “En un mundo mejor, Hemingway se habría perforado las orejas”.

Cierre de su museo en Chicago
El museo dedicado a la memoria de Hemingway en el barrio de Oak Park, a las afueras de Chicago, ha cerrado esta semana 27 años después de su inauguración. La fundación que controla el museo y la casa natal del escritor aspira a utilizar los fondos que servían para sustentarlo a la construcción de un centro de escritura e investigación en un terreno contiguo a la mansión victoriana donde nació. En meses se lanzará una campaña de donaciones para financiar este lugar, que tendrá una sala de exposiciones y una librería. Su coste, 1,3 millones de dólares (1,1 millones de euros).

jueves, 13 de julio de 2017

#hemeroteca #gais #masculinidad | Soy gay y soy muy viril: ¿alguna duda?

Imagen: El País / Escena de 'Brokeback Mountain'
Soy gay y soy muy viril: ¿alguna duda?.
En la sociedad actual aún existen prejuicios que asumen que la tríada hombre, masculino y heterosexual no puede romperse.
Elena Horrillo | El País, 2017-07-13
https://elpais.com/elpais/2017/05/19/icon/1495199913_337275.html

En febrero de 1984, hace 33 años, una carta al director enviada a El País reivindicaba que los homosexuales son “viriles, varoniles y masculinos” y explicaba que “una cosa es el carácter propio del sexo y otra la relación sexual”. En 2001, hace 16 años, el dirigente catalán socialista Miquel Iceta aseguraba en una entrevista también en El País que “el que un hombre diga que le gustan otros hombres, en algunos entornos, desmerece su virilidad”. Y en septiembre de 2016, hace menos de un año, el actor Ian McKellen saltaba a las portadas porque aseguraba que los homosexuales eran más viriles que los heterosexuales. La pregunta es: ¿aún seguimos relacionando virilidad con heterosexualidad?

Virilidad, según la RAE, es la cualidad de viril, es decir, “perteneciente o relativo al varón” o “que posee características atribuidas a él”. Así pues, un hombre, sea cual sea su orientación sexual, por el simple hecho de ser varón, debería ser viril. Y, sin embargo, no se entiende así. La tradición sociológica asume que la virilidad se entiende de manera diferente, según la época y según la cultura, y que en muchos casos se asume como un plus a la masculinidad.

Así lo entendieron muchas de las 35 mujeres que Icon consultó para saber qué veían ellas, sexualmente hablando, en los hombres para sentir que tenían ese punto más que llamaban virilidad. Conceptos como protección, una voz grave, un whisky solo o un antebrazo musculado se repetían. Parece que, de una forma un tanto primitiva y básica, ellas lo ven claro para el hombre heterosexual. Pero, ¿funciona igual para los homosexuales?

“Históricamente existe un pensamiento en bloque que hace que el hombre sea masculino y heterosexual y el hombre que no es heterosexual se interpreta como una transgresión de género y se le asume como afeminado”, explica Begonya Enguix Grau, antropóloga, directora en la UOC (Universitat Oberta de Catalunya) del grado de Antropología y Evolución Humana y experta en cuerpos, géneros y sexualidades. Enguix se refiere a que en el imaginario social “las piezas parece que se tienen que corresponder como en un rompecabezas exacto, hombre-masculino-heterosexual y los comportamientos, apariencias y prácticas que se salen de los esquemas no son inteligibles”.

Si una de las piezas de ese rompecabezas no es como la esperamos, creemos que ninguna lo es. “Es por eso que una transgresión en uno de esos aspectos inmediatamente lleva a la transgresión en los otros. Por eso una mujer masculina se piensa que es lesbiana y un hombre afeminado que es gay”, sentencia.

Así fue predominante e incontestablemente hasta la década de los 70. Después de los disturbios de Stonewall en 1969 -considerados el inicio del movimiento LGTB y que se conmemoran con las marchas anuales del Orgullo Gay- los hombres homosexuales comenzaron a reivindicar la imagen social de virilidad que hasta el momento se les había negado. Históricamente se les había despojado de la masculinidad e incluso se les había considerado como menos hombres.

A partir de ese momento, el estereotipo cambia y comienzan a asimilar la estética masculina más normativa, el macho gay, como lo denominaría Martin P. Levine en su libro ‘Macho Gay: The life and death of the homosexual clone’. Levine se refiere a ellos como clones porque, como afirma Enguix “si los gais han conseguido un estatus de más o menos igualdad en las sociedades democráticas occidentales ha sido asimilándose a los heterosexuales”.

Algo que asumen desde el mundo gay. “El estereotipo que sobre todo impone el propio colectivo es el del hombre gay con un poder económico medio-alto, musculado, con barba, guapete, que no viene a ser más que una herencia de la normatividad que ya existe en la propia sociedad. Y todo lo que se salga de ahí está como infravalorado dentro del propio colectivo”, afirma Santiago Rivero, responsable de comunicación de COGAM, la organización LGTB de Madrid. Rivero insiste: “Lo bueno es la diversidad. Hay que reivindicar el papel de los gais con pluma y los travestis, que fueron los que abrieron camino para que hoy tengamos los derechos y las libertades de los que podemos disfrutar”.

Esa reivindicación de lo viril dentro del mundo gay puede comprobarse fácilmente en las publicaciones especializadas. “Ser viril en el mundo gay siempre ha sido considerado un plus”, afirma Agustín Gómez, redactor jefe de la revista ‘Shangay’, que asegura que en este momento se está produciendo “un movimiento que reivindica la feminidad de un hombre”.

Y pone como ejemplo diseñadores como Palomo Spain, que juegan con las nociones tradicionales de masculinidad y feminidad, o el auge de la utilización de modelos hombres para mostrar ropa de mujer. “Se está reivindicando ese tipo de feminidad que el hombre puede mostrar sin ningún tipo de vergüenza, pero queda un camino muy largo por hacer”, señala Gómez.

Un camino que pasa por romper la cadenas que parecen atar, sin permitir modificación alguna, las nociones de hombre, masculinidad y heterosexualidad.