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miércoles, 6 de marzo de 2024

#hemeroteca #homoserotismo #arte | La historia de amor imposible de Rodrigo, el artista detrás de la escultura gay que arrasa en ARCO

Rodrigo tras su escultura 'Manuel' //

La historia de amor imposible de Rodrigo, el artista detrás de la escultura gay que arrasa en ARCO
'Manuel', considerada la primera obra de arte 'queer' del arte español, sembró la polémica en la feria de 1983 y vuelve a acaparar la atención cuatro décadas después.
Henrique Mariño | Público, 2024-03-06
https://www.publico.es/culturas/historia-amor-imposible-rodrigo-artista-detras-escultura-gay-arrasa-arco.html

Cuando lo vio por primera vez en una piscina de Madrid, allá por agosto de 1977, Rodrigo quiso hacerlo suyo. No pudo consumar la pasión, porque Manuel era heterosexual, pero sí la adoración que sentía por él. El fruto de aquel amor imposible fue una escultura que llevaba latiendo mucho tiempo. Aquel hombre, simplemente, fue la forma.

Paco Morales lo entrevistó en 1983 con motivo de la exposición de ‘Manuel’ en la segunda edición de ARCO, dirigida por Juana de Aizpuru, quien le pidió a la galerista Fefa Seiquer que se llevase de allí aquella escultura a tamaño natural. Habían pasado seis años desde que empezó a crear la obra, dos hombres y un solo corazón.

Rodrigo Muñoz Ballester nació en Tánger en 1950. En aquella entrevista confesaba que le faltaba una asignatura para terminar Arquitectura, pero que se dedicaba a otros menesteres, "trabajos viles" como murales en bares, aunque luego dejaría su impronta en algunas estaciones del metro madrileño.

No era un artista con mucha obra. "He hecho sólo unos pocos trabajos, muy crispados todos ellos, porque el arte me importa mucho menos que el tiempo que he vivido". Tampoco con dinero. "Hace dos noches no tenía un duro, ahora tampoco y no es que me importe mucho", explicaba.

Desde entonces, reconoce en ARCOmadrid 2024, ha llevado una vida austera, aunque ‘Manuel’ fue vendida en 1983 por 1.800.000 pesetas, la mitad para él, la mitad para la galerista. Ahora cuesta 80.000 euros, unas cuatro veces más que el precio original. "Si ocurre, como si no ocurre". La venta. "Siempre he vivido muy en precario. Sigo igual que hace 41 años, cuando me hicieron aquella entrevista. No he cambiado nada. Hace dos días empezamos a montar la escultura y tenía 45 euros, que destiné a la comida para los gatos y a tomar por saco. Y gracias a que una coleccionista me compró un grabado".

Si ocurre, como si no ocurre.

Porque Rodrigo no conoció la abundancia desde que nació en Tánger, donde su padre trabajaba como jefe de almacén en una ferretería. La guerra civil truncó su sueño de ser abogado y tuvo que dejar la carrera, al igual que su mujer abandonó Farmacia. "Eran gente leída y les encantaba el cine, pero aquello les mandó a la mierda".

Cuando terminó el protectorado español de Marruecos, se vinieron a Madrid con lo puesto y mil pesetas en el bolsillo. Rodrigo tenía siete años. Un matrimonio y cuatro hijos, en el cuarto de una pensión. Luego se mudaron al barrio de Tetuán. Un día, cuando su madre llegó de la compra, él cogió el papel de estraza que envolvía la carne, se echó al suelo de la cocina y comenzó a dibujar sobre aquella superficie ensangrentada. Al terminar, se dijo: "He sido capaz de hacer el mundo. Esto es un chollo". Su primer recuerdo como artista.

"Yo es que no vengo de…", le comentaba al dueño de una galería antes de que se inaugurase la 43ª edición de ARCO, dedicada al mar Caribe. El lugar del que viene, o sea, difiere del origen de los coleccionistas que pululan por la feria hasta este viernes, cuando se abre al público y el paisanaje se torna más heterogéneo. "Mi padre empezó a trabajar en una ferretería de la calle Valencia, en Lavapiés, y éramos tan catetos que estuvimos a punto de irnos toda la familia a Valencia. ¡A Valencia ciudad!".

Ahora vive en Cervera de Buitrago, un pequeño pueblo de la Sierra Norte de Madrid, donde ha instalado su estudio. Manuel, viudo desde hace un mes, en el sur de España, aunque de alguna manera lo ha acompañado todo este tiempo, pues la escultura lo velaba cada noche en su cuarto.

"Rodrigo sueña su cuerpo del que emerge el de Manuel al que contiene, al que abraza, como si se le escapara o como si entrara en él. Son dos figuras que es una. Desde luego solo hay un corazón que, además, se ilumina. Uno vestido y el otro desnudo, detallista hasta la extenuación, una imagen entre soñada y de pesadilla", escribe el comisario Joaquín García Martín en ‘Un acercamiento al arte homosexual en la Transición española’, publicado por la Galería José de la Mano.

De ARCO 1983 a ARCO 2024
En su ‘stand’ luce la escultura del creador tangerino y las obras de otros pioneros del arte gay, como Costus, Carlos Forns, Juan Hidalgo, Roberto González o Julujama. "Hemos recuperado a los artistas que reivindicaron el movimiento LGTBI cuando había que hacerlo, en los años setenta y ochenta, un período complicado de la historia de España", explica José de la Mano, quien considera que ‘Manuel’ es una obra "brutal y trascendental", así como "una de las grandes piezas" del género en nuestro país.

"Más de cuarenta años después, no ha perdido su vigencia formal ni su mensaje, un amor platónico que el artista consigue inmortalizar en una obra de arte que nos va a pervivir a todos", añade el galerista, quien entiende la escultura como un "voy a estar dentro de ti, al lado de tu corazón".

Porque en ella se funden el amado y el artista, aunque Rodrigo matizaba su significado a Paco Morales: "’Manuel’ no es una expresión del desdoblamiento de personalidad, ni la representación del hombre culto y el hombre irracional, ni nada de eso. ‘Manuel’ es el de fuera. El otro soy yo queriendo quedarme así siempre. Por supuesto que hay por ahí un gusto totémico muy fuerte, pero también hay una idea de desmitificar el amor entre hombres...".

Joaquín García Martín recuerda que en 1983 fue la pieza de la que hablaba todo el mundo en ARCO. Ahora, vuelve a ser el centro de atención de la prensa, cuyos artículos han atraído a curiosos y amigos, quienes saludan a Rodrigo y le piden fotografiarse con él, aunque les deja claro que no mirará a la cámara. Posan ante "probablemente la primera obra de arte ‘queer’ del arte español", en palabras del comisario, quien escribe: "Su realización es un acto de amor, su existencia una forma de poseer al ser amado".

¿Pero ha habido otros Manueles? "Yo he tenido muchísimas relaciones, no solo con hombres heterosexuales y gais, sino también con mujeres. De hecho, tengo una hija maravillosa", comenta Rodrigo, quien disfruta "plácidamente" de la segunda vida de su escultura, sorprendido con la expectativa que ha generado Manuel, "y eso que la de entonces ya fue tremenda".

"Juana de Aizpuru se ponía muy nerviosa al verla. Y una abuelita muy pintada se sentaba en una silla plegable y suspiraba: ‘¡Ay, si lo viera Federico!’ Al observarla, le comenté a mi galerista que aquello era una cosa loca, porque hasta venía gente de los manicomios". Entonces, Fefa Seiquer le respondió: "¡Pero si ella es Maruja Mallo y Federico es García Lorca!".

Poco después, Rodrigo estudió Bellas Artes, aunque no terminó la carrera. Cuando aprobó Deontología, Legislación y Valoración, la asignatura de Arquitectura que tenía pendiente, le restregó el título a su padre por la cara. "Me limpié el culo y, con la zurrapa en la papeleta, le dije que ya podía enmarcarla: ‘¡Haz tú las casas, que a mí ya me has jodido la juventud entera!’ De joven era muy burro, porque el pobre de mi padre se mataba en la ferretería para que estudiáramos y nos dio una carrera a los cuatro hermanos".

‘Manuel’ aterrizaba en Nueva York. Un asesor de compras de la Tate Gallery de Londres se hizo con la escultura, hasta que murió de sida y su pareja quiso que volviese a los brazos de Rodrigo. A veces, cuando habla, se le nublan los ojos, del mismo modo que la memoria también puede ser borrosa. Quizás aquella piscina no fuese la del Parque Sindical, sino la del Lago, en la Casa de Campo. La recepción de la escultura en el aeropuerto de Barajas también es novelesca: tras exigirle 600.000 pesetas para entregársela, una fortuna en la época, el jefe del depósito donde estaba almacenada se apiadó de Rodrigo tras conocer la historia y al final no le cobró nada.

El amor imposible entre Rodrigo y Manuel se convirtió en un cómic, publicado por entregas en la revista ‘La Luna de Madrid’, dirigida por Borja Casani, y posteriormente editado en formato libro. "Una escultura es sólo de un millonario", declaraba en la entrevista. "Hay que hacer un cómic para que la gente pueda tener a Manuel en la mesilla de noche: y ojalá en el Ras me saluden cuando entre".

Rodrigo vivía entonces en un piso compartido en la calle San Marcos, barrio de Chueca, cerca del bar de ambiente donde esperaba ser aclamado. Sin embargo, han tenido que pasar cuatro décadas para que volviese a ser el centro de atención. "’Manuel’ es la más bonita historia de amor no consumada del mundo", sentencia Joaquín García Martín. "’Manuel’ es la crónica de la alegría y el dolor de Rodrigo al encontrar y no poder tener al ser amado".

#hemeroteca #homoerotismo #arte | La escultura homoerótica que conmocionó ARCO reclama su lugar en la historia 40 años después

La escultura 'Manuel' del artista Rodrigo //

La escultura homoerótica que conmocionó ARCO reclama su lugar en la historia 40 años después

La obra ‘Manuel’, del artista conocido simplemente como Rodrigo, quitó el sueño a Juana de Aizpuru, fundadora de la feria de arte madrileña, en 1983. Tras décadas fuera del mercado, reaparece en la presente edición como una de las referencias clave en la visibilización gay de la Transición
Borja Bas | El País, 2024-03-06
https://elpais.com/icon-design/2024-03-06/la-escultura-homoerotica-que-conmociono-arco-reclama-su-lugar-en-la-historia-40-anos-despues.html 

Estos días vuelve a latir en ARCOmadrid un corazón que lleva prendido 40 años. Lo comparten dos hombres sumidos en un extraño sueño. Uno asoma del interior del otro. Son el artista, vestido, abrazado a su muso, desnudo. La escultura se llama ‘Manuel’ y está firmada por Rodrigo, a secas. La pieza, un monumento al amor homosexual no correspondido, fue la más sonada de la segunda edición de esta misma feria madrileña, celebrada en 1983. Desde este miércoles hasta el 10 de marzo, regresa a Ifema rescatada por José de la Mano. Fiel a su línea de investigación y recuperación histórica, esta galería madrileña dedica una parte de su stand a los pioneros del arte queer en España durante la Transición. Una reivindicación donde conviven nombres más conocidos como Costus o Juan Hidalgo con otros que han permanecido en segundo plano como Carlos Forns Bada, Claudio Goulart, Roberto González Fernández, Julujama o el que nos ocupa, Rodrigo Muñoz Ballester. Conocido artísticamente como Rodrigo, su amor platónico con Manuel se manifestó también en uno de los cómics más influyentes de la Movida, publicado por entregas de cuatro páginas mensuales en los primeros 12 números de la revista ‘La Luna de Madrid’, entre 1983 y 1985.

El exgalerista, investigador y escritor Joaquín García, que ha ejercido de comisario de esta selección ‘queer’ para José de la Mano, pone en perspectiva el valor de esta obra de Rodrigo. “En los repartos academicistas que se hacen para narrar o resumir la Movida por nombres y disciplinas intentando establecer un canon asimilable, Rodrigo es al cómic lo que Sybilla a la moda, Pérez Villalta a la pintura o Almodóvar al cine”. Reeditado recientemente en un cuidado libro con abundante material de archivo por la editorial Cielo Eléctrico, este cómic mudo cuenta con detalle lo que grita la escultura. En palabras del comisario: “La más bonita historia de amor no consumada del mundo”. La de Rodrigo desde que emergió un día del verano de 1977 de la piscina municipal El Lago, de Madrid, para enamorarse a primera vista de un portento de la masculinidad, Manuel, heterosexual inquebrantable.

Donde Rodrigo buscaba una relación sexoafectiva, Manuel testaba sus límites en eso que hoy conocemos como homosocialidad (o relación de amistad entre dos hombres). Salían juntos a pasear, a bailar, al cine. Por su lado, Rodrigo se desfogaba yéndose de ‘cruising’, a la sauna o a cuartos oscuros. Está todo en sus viñetas. De camino a Ifema para calibrar las luces que iluminan su escultura estos días, nos atiende Rodrigo al teléfono: “Estaba colgadísimo de Manuel. Yo tenía 27 años y él, 24. Era lo que entendemos por un hombre normal, aunque deteste el término, un tío sencillo. Cuando se marchó, yo había vivido un año de amor y él se había dejado querer. Le mandé unos dibujos, que serían el embrión del cómic años después. Pero primero fue la escultura. La empecé el mismo día que volví de visitarle de su pueblo y lo dejé allí con su novia, con plena conciencia de que probablemente no nos volveríamos a hablar ni a ver”.

Antes de la explosión de la Movida, Rodrigo se debatía entre Arquitectura y Bellas Artes, carreras que había estudiado casi hasta el final. Su mano virtuosa trazaba planos para el estudio de Javier Carvajal y completaba el sueldo haciendo ilustraciones a partir de retratos fotográficos. No podía sacarse a Manuel de la cabeza. La imagen de su propio cuerpo emergiendo de su amado se le apareció en un sueño. Empezó la escultura sin tener ni idea de modelar, a partir de unas fotos que había logrado sacarle desnudo. Iba probando materiales: madera, malla metálica, escayola, yeso... y un circuito eléctrico con una lamparita de cuarzo a modo de corazón luminoso. La fue montando a lo largo de los años en el sótano en que vivía de la calle Madera, en un prolongado acto de amor.que vivía de la calle Madera, en un prolongado acto de amor.

Su amigo el pintor Miguel Peña llevó un día a verla a la galerista Fefa Seiquer. Faltaba una semana para la segunda edición de ARCO. La puso presidiendo su ‘stand’. Una obra tan abiertamente homoerótica suponía toda una rareza por entonces. Se convirtió en la atracción de la feria, tal y como recuerda Rodrigo. “Aquello parecía una romería, venga a pasar gente. Los cinco días del evento, puntual a eso de las tres de la tarde, venía una señora mayor pintada como un loro, con su silla plegable, y se sentaba un rato enfrente de la escultura. Y yo la escuchaba decir cosas como: ‘Ay, si esto lo viera Federico’. Y pensaba ‘¿quién es esta chiflada maravillosa?’. Hasta que me dijo mi galerista: ‘¿No sabes quién es? Es Maruja Mallo. ¡Y Federico es Federico García Lorca!”, se ríe.

‘Manuel’ generó conmoción, curiosidad, extrañeza. La leyenda dice que también polémica, que hubo gente que quiso retirarla. No fue para tanto, como recuerda entre risas su autor. “Atormentó particularmente a Juana de Aizpuru [fundadora de ARCO, a quien este año echaremos en falta porque acaba de retirarse]. Lo llamaba ‘el hombre’. Le decía a mi galerista: ‘Quita al hombre, Fefa. Es que me quita el sueño, su imagen no me deja dormir por las noches’. Ella, que siempre fue tan avanzada… Igual le parecía algo al margen de la ‘intelligentsia’ artística, demasiado popular”. Costaba 1.800.000 pesetas (unos 29.000 euros de hoy, si tenemos en cuenta la inflación). Estuvo a punto de venderse un par de veces durante la feria: al diseñador Juanjo Rocafort y al modisto de Marujita Díaz. Las figuras fundidas de Manuel y Rodrigo continuaron su sueño en el almacén de la galerista durante tres años. Hasta que uno de sus compradores habituales, un estadounidense ya algo mayor, asesor de la Tate Gallery, se la llevó primero a Londres y después a Nueva York, donde moriría víctima del sida seis años después. Nadie hoy es capaz de ponerle nombre. Rodrigo lo llama Irwin. Sí recuerda el del novio, Miguel, un guapo argentino parecido a su Manuel.

Y aquí es cuando el investigador Joaquín García subraya su condición simbólica: “Para mí, la escultura ‘Manuel’ es la primera gran obra ‘queer’, en todos los sentidos de la palabra ‘queer’, del arte español. No solo por lo que significa mostrar la historia de amor de dos hombres, no podemos reducir lo ‘queer’ solo a lo homosexual; sino también por esa estética ‘queer’ en el sentido de rara, porque es cronenbergiana: estos señores saliendo uno del cuerpo del otro con una bombilla como corazón compartido tiene mucho de la nueva carne que también estaba explorando David Cronenberg por esa misma época. Todas las acepciones del término ‘queer’ están en ‘Manuel’. Como también está el momento en el que entra en contacto con la tragedia del sida. La propia escultura vive la peripecia del homosexual a lo largo de esos años: desde la frustración sexual de un amor que es casi como una historia de armario hasta el virus, porque el coleccionista que la adquiere se muere de eso”.

Tras el fallecimiento del comprador, el novio heredero de la figura quiso devolvérsela a su legítimo dueño. La dimensión poética del periplo de ‘Manuel’ se amplifica de acuerdo con el relato de su artífice. “Miguel me la mandó a gastos revertidos a Madrid, con un embalaje maravilloso, a la americana, y en el aeropuerto me dijeron que recuperarla me costaría 600.000 pesetas. A mí, que pagaba 20.000 pesetas de alquiler mensual. Así que me dediqué a ir al aeropuerto solamente a pagar los intereses de almacenaje, para que no se deshicieran de ella. Hasta que un día hablé con el jefe de depósito, le conté todo a corazón abierto. Me abrazó y me dijo: llévesela inmediatamente. Imagínate, me eché a llorar como una magdalena”. Desde entonces, allá donde se ha mudado, la figura de Manuel ha dormido a los pies de su cama, alejada de los ojos del mundo.

Hoy Rodrigo tiene 74 años; Manuel, 71. Rodrigo tiene una hija, sobrevive sin dejar de dibujar y está instalado en un pueblo de la Sierra Norte de Madrid. Manuel tiene nietos, enviudó hace un mes tras pasar la vida con su novia de siempre y vive en su pueblo de Granada. Se reencontraron por casualidad con los años, pero apenas mantienen relación, hablan muy de vez en cuando. La última vez que Rodrigo estuvo en ARCO como artista fue en 1998. Su obra más memorable vuelve al mercado por 80.000 euros. Ahora, dice, está preparado para despedirse de su ‘Manuel’, al que da cada día las buenas noches cuando ya se le han dormido acurrucados los gatos y ha echado su rato de lectura. Su abrazo, vaya donde vaya, permanecerá para siempre.

viernes, 22 de septiembre de 2023

#hemeroteca #inmemoriam | Muere el fotógrafo Erwin Olaf a los 64 años

Ara / Erwin Olaf //

Muere el fotógrafo Erwin Olaf a los 64 años

Aliado de los marginados y del colectivo LGTBIQ, el artista neerlandés es considerado uno de los grandes de la fotografía de los 90
Antoni Ribas Tur | Ara, 2023-09-22
https://es.ara.cat/cultura/fotografia/muere-fotografo-erwin-olaf-64-anos_1_4808153.html

El prestigioso fotógrafo neerlandés Erwin Olaf falleció el miércoles, pocas semanas después de haber recibido un trasplante de pulmón. Olaf, reconocido mundialmente por unas imágenes que son un homenaje a los marginados y la comunidad LGTBIQ, empezó a encontrarse mal de forma repentina y no pudieron reanimarlo. El artista sufría un enfisema pulmonar desde el año 1996 y había documentado sus estragos en varios autorretratos.

Nacido en Hilversum en 1959, Erwin Olaf se formó como periodista. Su trayectoria en el campo de la fotografía empezó en el fotoperiodismo y el documental, y más adelante dio un giro hacia la escenografía y el retrato. Con sus retratos, Olaf, considerado uno de los fotógrafos más destacados de los años 90, abordó temas como el género, la raza y la libertad de expresión, ya menudo se calificó a sus trabajos de provocadores. El propio artista había dicho que su objetivo era hacer que el espectador reflexionara sobre lo que veía.

Otro de los aspectos de su obra es que Olaf fue también el fotógrafo de la familia real de los Países Bajos. En 2014 Olaf diseñó las nuevas monedas de euro que representan al rey Guillermo, y cuatro años más tarde tomó las fotografías oficiales cuando la reina Máxima cumplió 40 años. Ese mismo año Olaf hizo una gran donación de su obra al Rijksmuseum, de cerca de un millar de piezas entre fotografías, revistas, libros y pósteres, parte de los cuales se pudieron ver en una gran exposición.

En paralelo a su obra más personal, Olaf hizo diferentes campañas publicitarias para marcas como Levi's, Microsoft y Nokia.

jueves, 3 de agosto de 2023

#hemeroteca #capitalerotico | El soltero de 'La isla de las tentaciones' que cambió el fútbol por OnlyFans: "Me han propuesto barbaridades y yo tengo la mente muy abierta"

Miguel Guerrero en Instagram //
El soltero de 'La isla de las tentaciones' que cambió el fútbol por OnlyFans: "Me han propuesto barbaridades y yo tengo la mente muy abierta"

Miguel Guerrero fue uno de los solteros de la última edición de La isla de las tentaciones. Futbolista profesional ha encontrado en OnlyFans su nuevo sueño
El Mundo, 2023-08-03
https://www.elmundo.es/television/2023/08/03/64cb4f31e85ecebe0f8b45c5.html 

Miguel Guerrero abandonó durante unos meses su carrera como futbolista profesional para convertirse en uno de los solteros de ‘La isla de las tentaciones 6’. Quería probar cosas nuevas. De hecho, fue el soltero favorito de Lydia Pérez, aunque nunca llegaron a absolutamente nada, pese al ahínco que Guerrero le puso.

Su paso por ‘La isla de las tentaciones’ le abrió un nuevo mundo. Sus redes sociales se convirtieron en el lugar donde recibía miles de peticiones de todo tipo, "barbaridades", según ha asegurado al programa de radio La W Radio. Y entonces Manuel Guerrero vio el negocio: OnlyFans.

Manuel Guerrero a sus 29 años ha decidido colgar las botas de fútbol y ganarse la vida vendiendo contenido explícito. "Ha sido una decisión económica y de motivación", ha explicado. "Aunque tenía dos años de contrato -en el Vélez Málaga- con un buen sueldo, fui a ‘La isla de las tentaciones’, empecé a tener mi público y mi motivación ya no era la misma en el fútbol", aseguraba.

Para quien no lo sepa, el funcionamiento de OnlyFans es vender contenido, generalmente erótico, mientras tus suscriptores pagan una cuota mensual que va desde los 5 euros a los 50.

Ante la avalancha de peticiones que empezó a recibir el que fuera el portero del Vélez Málaga y tras los consejos del famoso influencer Mario Hervás, Miguel Guerrero no se lo pensó: "Si tú quieres mostrar un contenido no sexual no vas a conseguir nada porque en OnlyFans es porno. Mi gran público es homosexual y estoy abierto a hacer cosas que les podrían gustar. De momento voy poquito a poco para que cuando llegue el caramelito de verdad digan, '¡joder con Miguel!'.

"¿Quieres conocerme a fondo?". Con estas palabras el ex futbolista ha invitado a sus 207.000 seguidores de Instagram a pagar una suscripción de OnlyFans.

"Dentro de mi Instagram me llegaban muchísimas peticiones en donde ya me pedían barbaridades. He dado el paso a OnlyFans por el público. Esto es un negocio, uno en el que se ganan buenas cantidades. Pues imagina las barbaridades que he recibido en 24 horas desde que he abierto en OnlyFans", ha confesado el ex futbolista.

¿Cuánto puede llegar a ganar Miguel Guerrero en OnlyFans? Está claro que la cuestión económica no es ningún problema. El ex futbolista asegura que "el tema de los mensajes ya va en cada uno". "Tú tienes un chat privado para los fans y ellos te hablan de sus fetiches. Tú miras a dónde quieres llegar. Yo tengo una mente muy abierta y depende del acuerdo al que pueda llegar con esa persona", ha explicado.

"Me dicen quieres verme disfrazado de Barbie pues ya te pondré un precio. Hablas con tus fans, te piden, y me pueden proponer lo que quieran, y todo depende del acuerdo al que llegues", ha añadido.

lunes, 8 de mayo de 2023

#hemeroteca #cine #homoerotismo | La mirada homoerótica en el cine antes de los tiempos de Instagram y Onlyfans

'The Rocky Horror Picture Show', clásico de culto homoerótico //

La mirada homoerótica en el cine antes de los tiempos de Instagram y Onlyfans

Alberto Mira analiza en el ensayo 'Entre la cámara y la carne. El cine homoerótico en 25 películas' cómo los directores han mirado y creado erotismo a través del cuerpo masculino
Javier Zurro | El Diario, 2023-05-08
https://www.eldiario.es/cultura/libros/mirada-homoerotica-cine-tiempos-instagram-onlyfans_1_10185621.html

Una de las clásicas preguntas del quesito rosa del Trivial es qué película ganó el primer Oscar de la historia. Cualquier cinéfilo respondería rápidamente que ‘Alas’, la película de William A. Wellman sobre dos jóvenes que comparten interés romántico por la misma chica y que acabarán alistados juntos para convertirse en pilotos de combate. Lo que no suele preguntar el Trivial y muchos no saben es que ‘Alas’, estrenada en 1927, ya incluía el que se considera el primer beso gay de la historia del cine. Esos dos hombres, rivales por el amor de una mujer, acababan compartiendo una amistad que con el paso de los años ha sido estudiada como una de las primeras representaciones homosexuales en pantalla.

Al final del filme, con uno de los jóvenes a punto de morir, el otro le besará en la boca mientras le acaricia el pelo consolándole en sus últimos instantes. No es un beso pasional, y muchos consideran que ahí solo hay una amistad, pero en un momento en el que la representación del amor y la pasión entre personas del mismo sexo estaba oculta o prohibida, aquella escena se convirtió en algo liberador y erótico para muchos hombres que veían su propia fantasía plasmada en una sala de cine. ¿Hay algo homoerótico en aquella escena? ¿Puede alguien sentir deseo al ver aquel beso que hoy nos parece inocente?

Hollywood siempre ha usado a la mujer como reclamo erótico, como mercancía para vender fantasías sexuales y fetichistas a los consumidores y fruto de la mente de los directores. El cine crea un lenguaje que está basado en esas fantasías. La mirada de arriba a abajo, el plano corto de las piernas... También narrativamente. Pero en algún momento, el deseo homoerótico entra en juego. Ya no son solo ellas las que se convierten en objetos mirados, sino que son ellos los que lo son. Un deseo homoerótico que también avanza con el paso del tiempo y que se va despojando de ataduras según se consiguen derechos para la comunidad LGTBI. Aquel beso de 1927 hoy no se rodaría así. Hoy el deseo homoerótico puede estallar en pantalla en obras como 'El poder del perro' o incluso en una escena aparentemente nimia como el juego de vóley playa en Top Gun y su secuela o en películas que son clásicos entre el público heterosexual como ‘Le llaman Bodhi’.

Visto ahora, aquella escena es timorata. En una época donde todo se mira y se vende es difícil construir un deseo basado en el misterio, en el suspense cinematográfico. ¿Qué es deseable en tiempos de mostrar el culo en Instagram? ¿Qué hay de misterioso cuando todos los cuerpos adolescentes salen sin camiseta en cualquier serie en ‘prime time’? ¿Qué puede excitar las bajas pasiones cuando el cuerpo es algo que se observa en Onlyfans pagando un módico precio? Todas esas preguntas son las que se hace Alberto Mira en su ensayo ‘Entre la cámara y la carne. El cine homoerótico en 25 películas’ (Editorial Egales).

Lo erótico nos posiciona

No es solo un compendio de películas con escenas homoeróticas, sino un ensayo concienzudo y minucioso sobre la evolución en la construcción del deseo homoerótico a través de la historia del cine y si ese concepto tiene algún sentido en el momento actual. Lo hace, primero, preguntándose qué es el erotismo y dejando claro que todo depende de la mirada y que toda mirada está “invadida de ideología”. “Aunque el deseo es personal y fluido, la ideología hace que se prefieran ciertas manifestaciones y actualmente la ideología que determina las formas del deseo en el arte comercial occidental es capitalista. Otras tradiciones eróticas en torno al hombre implican otras preferencias. Lo erótico siempre nos posiciona. Están quienes contemplan y está lo contemplado. El espectador es el vértice de un triángulo; los otros dos son la cámara y el cuerpo representado”, dice el autor en su libro.

La evolución del cuerpo masculino deseado también es clara. Poco tienen que ver Paul Newman o Robert Redford con aquellos años 80 donde el cuerpo culturista de Arnold Schwarzenegger o Sylvester Stallone era el que se ponía como centro de la mirada homoerótica. Y nada tienen que ver ellos con el gusto por la figura griega y cercana a los efebos que se ve en series como ‘Élite’ o en el éxito de actores como Timothée Chalamet, aunque la tónica dominante siempre responde a la belleza grecolatina que hemos visto desde tiempos inmemoriales en cuadros y esculturas.

25 películas que van desde aquella 'Alas' que dio comienzo a todo a ‘Beachrats’, la más reciente, pero pasando por ejemplos capitales como el cine de Almodóvar, ‘The Rocky Horror Picture Show’, Pasolini o Eloy de la Iglesia. Un trabajo que es la condensación de décadas de lectura sobre “representaciones del cuerpo masculino como objeto erótico”. De esas lecturas salió una idea que provocó este libro. “Todos estos libros sobre cine gay, incluyendo los míos, muestran que el deseo, nuestras obsesiones eróticas, muchas veces en lugar de liberarnos nos esclavizan”, asegura el autor, que cree que hablar sobre “la cuestión erótica como fantasía” era algo que no había sido tan transitado. Especialmente en el cine.

“Esto en parte es porque durante mucho tiempo no se podía representar el cuerpo masculino como objeto erótico en el cine. Tú podías ver objetos eróticos, podías ir al cine y ver a William Holden, o quien fuera, como algo erótico, pero la cámara no hacía nada al respecto. Me interesaba mucho ver cómo, en realidad, aunque no se hacía mucho, sí que había un montón de directores que fueron buscando esto y a veces hay algunos casos muy sorprendentes. Por ejemplo, me di cuenta de que quien hace esto mucho es Andy Warhol, que tenía una gran fama de ser alguien como muy distante, de ser alguien que no hablaba mucho de carne, y sin embargo realmente fue de los primeros que miró el cuerpo masculino erótico de una manera explícita, era el objeto de la mirada”.

La mirada del director
Ese deseo homoerótico no tiene que ver con la trama, ni con la imagen positiva o negativa de la homosexualidad, sino que tiene que ver con cómo el director rueda y transmite el cuerpo masculino al espectador y qué provoca en ellos. “El cine sí que establece miradas, y estas miradas pueden ser miradas de placer que no siempre son liberadoras y no siempre son políticamente correctas”, apunta Alberto Mira, que cuenta cómo cuando inició su investigación y compartía sus dudas en Facebook muchos acusaban al cine de erotizar “siempre a los mismos cuerpos”. Algo que “es verdad” y que une al cine con las esculturas griegas, donde también hay siempre “el mismo tipo de cuerpo”. “El mismo que está en las pinturas del Renacimiento, el mismo que hay en los anuncios de Calvin Klein, el mismo tipo de cuerpo en el cine. El cuerpo erotizado masculino tiene unas determinadas características. Entonces me interesaba mucho cómo la cámara lo captaba, qué aporta el cine a esto”.

Cuando se habla de la ‘mirada’ en el cine siempre se menciona a Laura Mulvey, la teórica que mostró cómo siempre responde a una mirada masculina y machista. ¿Ocurre lo mismo cuando esa cámara patriarcal trata a otro hombre como objeto de deseo? Para Alberto Mira, el simple hecho de que sea un hombre quien es mirado ya supone “un cambio” y “un gesto radical”. “Esta sería mi respuesta personal. Que sí, que tiene algo radical, que va a contracorriente, que va un poco a contrapelo. Ahora bien, al dedicarnos a ensalzar la figura del hombre como como objeto de deseo, en realidad estamos dando más poder al hombre”.

En ‘Entre la cámara y la carne’, el autor esboza en su introducción y conclusión los cambios en el homoerotismo en la actualidad, donde en las series “los hombres son bellos y tienen más protagonismo en series como ‘Élite’” donde “suelen ser hombres cis que, generalmente, tienen unos cuerpos privilegiados”. Pide tiempo para valorar si lo que está pasando es bueno o malo, y serán otros los que lo juzguen, pero para él tiene una parte positiva que “de repente haya cuerpos a los que se puede mirar sin tener que pedir permiso y sin tener que pagar consecuencias”. Pero también piensa en la parte negativa. “Tener ahora 20 años tiene que ser muy, muy complicado, porque hay un énfasis en el cuerpo que en mi época no estaba. En mi época se nos decía aquello de ‘el hombre y el oso, cuanto más feo, más hermoso’. No teníamos ninguna obligación de ser guapos y ahora para hacer cine y televisión hay que serlo, y eso tiene que generar una competitividad muy grande dentro de los chavales”.

Esa liberalización del erotismo ha hecho que también pierda parte de su atractivo y su misterio el hecho de mirar desde la butaca del cine. Un momento en el que “sin ningún tipo de fantasía, todo se exhibe y no tiene nada que ver con el lugar donde tú estás” como espectador. Antes era como “mirar a través del ojo de la cerradura”. “Esto sería una cuestión para sociólogos, pero es verdad que ha habido un cambio y que estos nuevos fenómenos, como Onlyfans, son una cosa muy distinta a la elaboración de la fantasía por parte del espectador. Antes había una mirada de la cámara sobre el cuerpo de los actores. Ahora, de repente, lo que tienes es que los propios chavales se miran al espejo y hacen sus propios vídeos sobre su propio cuerpo. Esto es una dinámica totalmente nueva y totalmente distinta a la del libro”.

“En el libro hablamos de películas donde alguien mira un cuerpo y lo introduce en una narrativa. Ahora es alguien que exhibe un cuerpo y lo emite por todas partes. Estamos en un nuevo periodo, pero yo creo que esto sí que sería otro libro, porque este nuevo periodo no tiene narrativas. Para mí es muy importante que la mirada conduzca hacia una narrativa. Ahora no hay ningún obstáculo, y por lo tanto toda la teoría que yo tengo de que había que vencer ciertos obstáculos para ejercer una mirada democrática, toda esa teoría se va a pique con el momento actual”, subraya.

Cuerpos fascistas y proletarios
Entre los 25 ejemplos, algunos rompen con lo establecido. Alberto Mira cuestiona también esa fascinación por el cuerpo obrero que muchos artistas burgueses han tenido a lo largo de la historia. La que tenía Gil de Biedma y la que tenía Eloy de la Iglesia cuando captaba con su cámara el erotismo del cuerpo de José Luis Manzano en películas como ‘Navajeros’ o ‘Colegas’. Un capítulo donde el autor muestra “que el deseo a veces no tiene corrección política en absoluto”. “Casi todos los artistas homosexuales eran burgueses que utilizaban cuerpos proletarios para sus fantasías porque al proletario se le podía pagar. Y entonces había un tema que era y es incómodo, pero me gusta entrar en terrenos incómodos y Eloy de la Iglesia lo es. Me parece que es un gran cineasta y me parece que no es incompatible el hecho de que sea alguien radical, el hecho de que sea alguien claramente de izquierdas en sus películas, y que al mismo tiempo estuviera ejerciendo un tipo de mirada que el activismo contemporáneo lo ve problemático, porque es problemático”.

También dedica un artículo a ‘300’, donde califica lo que hace Zack Snyder como “fascismo corporal”. Aquí se demuestra que “cierto tipo de películas, a pesar de nuestra fascinación, están hechas desde una ideología que es muy reaccionaria y muy conservadora”. “En esta película, la frase clave que creo que está citada en el artículo es cuando el director dijo que puso este tipo de cuerpos porque esta película era para adolescentes y a un adolescente nada le da más pánico que alguien le penetre. Quería que estuviera toda la fantasía de la penetración para un adolescente y que esto le diera terror o que se tratase de imponer a esto. Entonces sí que es verdad que esa película para mí ideológicamente es muy problemática. Otra cosa es que cuando la veo estéticamente me parece muy interesante”, zanja. 25 formas de mirar el cuerpo masculino que sirven para entender cómo una cámara puede provocar los deseos más salvajes en el espectador.

lunes, 17 de abril de 2023

#libros #homoerotismo #cine | Entre la cámara y la carne : el cine homoerótico en 25 películas

Entre la cámara y la carne : el cine homoerótico en 25 películas / Alberto Mira.
Barcelona [etc.]: Egales, 2023 [04-17]
418 p.
Colección: G.

/ ES / Libros / ENS / Cine / Homoerotismo / Homosexualidad / Homosexualidad en el cine

📘 Ed. impresa: ISBN 9788419728043 / 21,95 €
📝 Cita APA-7: Mira, Alberto (2023). Entre la cámara y la carne. El cine homoerótico en 25 películas. Egales.

[.es] Un interesante paseo por las 25 películas de la historia del cine que marcaron el deseo masculino. De Genet, Visconti o Warhol a Almodóvar y Villaronga. Entre la cámara y la carne, entre el ojo que contempla y la materialidad de los cuerpos, está la imaginación. Este libro selecciona veinticinco películas, ejemplos de fantasías que orbitan en torno al cuerpo masculino: de la homosocialidad de ‘Alas’ y el exotismo de ‘Tabú’ al porno de ‘The boys in the sand’, el ‘kitsch’ de ‘Pink Narcissus’, el lirismo de ‘Beau travail’ o el voyerismo de ‘Taekwondo’. Penes y penas, lujurias desbordadas, poesía y prosa, cuerpos ideales y cuerpos mortíferos, Apolo y Dionisos. Frente a la literalidad de la pornografía, la mirada erótica requiere una actividad creativa por parte de los espectadores, un ponerse en juego, revelar sentimientos íntimos. Los textos que conforman el volumen incluyen diversas perspectivas sobre la sexualidad y el homoerotismo en el cine con numerosas anécdotas, marcos históricos, experiencias y lecturas a contrapelo. De Jean Genet a Fassbinder, de George Cukor a Pedro Almodóvar, ‘Entre la cámara y la carne’ ofrece una amplia gama de ensoñaciones eróticas, de cineastas y de espectadores.

sábado, 16 de abril de 2022

#hemeroteca #masculinidad #masturbacion | La “hermandad fálica”: qué son los clubes de masturbación grupal y por qué los hombres acuden

El País / Sauna, ilustración de George Wesley Bellows, 1917 //

La “hermandad fálica”: qué son los clubes de masturbación grupal y por qué los hombres acuden.

Existen desde hace décadas en las grandes ciudades estadounidenses y uno acaba de abrir sus puertas en Madrid. Sus creadores los describen como lugares donde no se busca sexo, sino una conexión física y espiritual entre hombres, también heterosexuales, que las normas sociales se empeñan en derribar.
Guillermo Alonso | Icon, El País, 2022-04-16
https://elpais.com/icon/bienestar/2022-04-16/la-hermandad-falica-que-son-los-clubes-de-masturbacion-grupal-y-por-que-los-hombres-acuden.html 

Paul Rosenberg es un hombre gay en la cincuentena, una criatura curiosa, producto de los años setenta en un barrio multicultural a las afueras de Chicago. Cuando tenía poco más de 20 años dio por primera vez con un ‘jack off club’, literalmente un ‘club de pajas’. El concepto aparecía en un relato de la revista erótica gay ‘Honcho’. En 1990 descubrió Chicago Jacks, su primer club real de este tipo. Durante un año asistió a todos los eventos. En ellos, hombres adultos de todos los rangos de edad se reunían para masturbarse, o bien en solitario o bien mutuamente. Sin alcohol, sin drogas, sin búsquedas infructuosas, sin juegos de poder, sin negociaciones de quién sería activo o pasivo, sin miedo al sida. Poco después se echó un novio (hoy su marido) y se alejó del club.

Pasaron diez años de vida monógama y Paul quiso volver, tras pactarlo con su pareja, a aquellas experiencias. Como se habían mudado a Seattle y allí no había un club de masturbación para hombres como el de Chicago, decidió crearlo él. Lo llamó Rain City Jacks. Según datos recogidos por la web especializada en esta práctica ‘The Bator Blog’ (‘bators’ es el nombre que reciben en inglés los ‘masturbators’, hombres que disfrutan de la masturbación en grupo), hay en Estados Unidos 18 clubes de este tipo, dos en Australia, dos en Canadá y uno en Reino Unido. En Madrid, un hombre llamado Nacho G., de 43 años, acaba de crear otro.

El nombre del club de Madrid es menos poético que el de Seattle. Se llama ‘Pajas Entre Colegas’. El proyecto lleva años en pie, pero cuando los domicilios particulares se quedaron pequeños para las reuniones Nacho encontró en Alcorcón un antiguo bar de copas de unos 100 metros cuadrados con un aforo para 70 personas. Las paredes están decoradas con grafitis, tiene dos aseos, burros para la ropa, taquillas de seguridad para los objetos de valor, sillones amplios y dos pantallas gigantes que emiten, exclusivamente, vídeos de hombres masturbándose. Hay música, habitualmente jazz suave, e iluminación tenue e indirecta. “Por lo general, cuando algún miembro termina, no se suele ir”, explica Nacho. “Se queda para repetir tantas veces como quiera o pueda durante las tres horas que dura cada evento. Entre orgasmo y orgasmo siempre se charla, como si fuésemos viejos amigos, sin malos rollos. Sin vergüenza”.

La vergüenza es la clave que los discursos de Nacho G. y de Paul Rosenberg intentan derribar. El contacto físico entre hombres, si son heterosexuales, sigue siendo un tabú. ‘Pajillero’ es un término despectivo para definir a un hombre raro, poco agraciado o socialmente inadaptado. La masturbación aún es calificada por la Iglesia como “un acto intrínseca y gravemente desordenado”, mientras el presidente de la Asociación Mundial para la Salud Sexual confirma que hay más masturbación y menos sexo entre parejas que nunca. No se trata solo de la pandemia: el sexo entre jóvenes es una tendencia a la baja desde mediados de la década pasada debido a que cada vez se independizan más tarde y, entre adultos, el desarrollo de la tecnología y las comunicaciones han hecho, según explicó un informe de la Universidad Estatal de San Diego compartido por CNN, que un maratón de series sea más apetecible que un coito.

En estas circunstancias, el discurso de Nacho y Paul se vuelve militante y, sorprendentemente, alcanza hechuras más románticas que sexuales. Defienden, ante todo, una realidad horizontal, igualitaria y segura. “No discriminamos a nadie”, explica Nacho. “No evaluamos a los posibles miembros en función de la edad, la raza, el origen étnico, el tipo de cuerpo, el nivel de condición física o la orientación sexual”. Él mismo se encarga de remarcar que lo que se hace en su club no es necesariamente homosexual, pero sí homoerótico. De hecho, parte de la misión de estos clubes es reivindicar lo homoerótico entre hombres heterosexuales. Nacho lo sabe bien, porque él lo es. Simplemente, explica, es también un hombre que disfruta masturbándose con otros hombres.

”La presencia de hombres heterosexuales en estos clubes es un hecho, yo mismo lo soy”, explica. “Muchos hombres que vienen a nuestros eventos están casados o con novia y son felices con sus parejas. A mi juicio lo que buscan es lo que yo llamo la hermandad fálica. Esto no es nada nuevo, es perenne y universal, al igual que la masturbación masculina. El placer al masturbarte es personal y depende de ti, pero también puede conectarte directamente con otros hombres que disfrutan masturbándose. Buscan disfrutar, compartir esos sentimientos con otros hombres. Si lo piensas, es la alternativa de relación abierta ideal para muchas personas con límites claros de intimidad”. Nacho tiene pareja. “La masturbación en grupo no tiene nada que ver con el sexo y así lo ve mi pareja, como colegas que comparten tiempo de ocio”.

La gran mayoría de los miembros del club se definen como homosexuales, pero Nacho afirma que un 30% de los miembros del suyo no lo son. Paul reduce la cifra de heterosexuales en Rain City Jacks al 10%. “Aunque la mayoría de los hombres que practican estas actividades a menudo buscan más, como la felación y los besos, otros persiguen simplemente una nueva forma de conexión masculina. Y otros consideran la masturbación en grupo como una forma de encontrar placer sexual sin engañar a su pareja romántica”, explica Nacho.

“Hay una historia común que escucho a menudo en el club”, aporta Rosenberg, “que es la del matrimonio sin sexo. Hombres casados que consideran que sus mujeres ya no están disponibles para ellos. Buscan intimidad sexual y argumentan que un club de masturbación no es infidelidad, pues no hay penetración ni hay otras mujeres. Acaban encontrando, más allá del desahogo sexual, un inesperado vínculo masculino, una sensación de fraternidad. Siento una enorme admiración por estos hombres heterosexuales que superan la homofobia cultural que los rodea y se abren a la posibilidad de una intimidad con otros hombres que puede incluir sexo. A muchos les he preguntado y me han dicho que no fantasean con otros chicos cuando se masturban ni han buscado nunca sexo con hombres fuera del club. Simplemente son flexibles, valientes y no ven daño ni vergüenza en venir aquí”.

Rosenberg, desde Seattle, aborda en su discurso otra óptica igual de intrigante: explica por qué muchos hombres gais, aunque haya decenas de aplicaciones y plataformas para conseguir compañeros sexuales, prefieren pagar por pertenecer a un club con reglas muy firmes. “Muchos hombres buscan experiencias sexuales sin riesgo, sin los peligros de practicar el ‘cruising’ (la búsqueda de sexo en lugares públicos por parte de hombres) en cualquiera de sus formas y sin las incómodas negociaciones que conlleva tener sexo por primera vez con otro hombre. Los clubes de masturbación eliminan esos torpes procesos que las opciones fáciles de las ‘apps’ de ligoteo dejan sin respuesta. No hay necesidad de acordar un momento o un lugar, analizar quién tiene sitio o, sencillamente, si serás compatible con la otra persona. En clubes muy concurridos, como New York Jacks o Rain City Jacks, cuando hay 120 hombres presentes en un evento, las posibilidades de que encuentres a alguien que coincida con tus preferencias son altísimas”

Los precios de la membresía van desde los 20 dólares por un mes a los 235 anuales. El club madrileño ha tomado esas mismas cifras, pero pasadas a euros. Las reglas son muy claras. Un poético ‘no lips under the hips’ indica que “nada de labios pasadas las caderas”. O sea, nada de sexo oral. Los miembros pueden besarse mientras se masturban o masturbarse mutuamente, eso sí. Otra regla sagrada es ‘nothing goes inside anybody’s anything’, o sea, “nada va dentro de nada de nadie”, lo cual deja claro que el sexo anal también está prohibido. Un código de color en las pulseras indica si aceptas que otra persona te toque o si prefieres que no lo haga. Sobre las tarifas, Rosenberg argumenta que “se trata de dar valor a las cosas. Las aplicaciones de ligue también cobran si quieres disfrutar de todas sus funciones. Mi club no es gratuito porque no es de servicio público: somos una comunidad de personas que comparten un interés. No queremos a todo el mundo: queremos a chicos que disfruten con lo que ofrecemos y estén dispuestos a pagar 20 dólares por ello”.

Rosenberg asesoró a Nacho a la hora de formar el club. En la web de Pajas Entre Colegas se pueden ver muchos puntos en común con la de Rain City Jacks, como el código de comportamiento. “Estos grupos no surgieron repentinamente, como se cree, tras la crisis del sida”, explica Nacho G. “Los hombres se han estado reuniendo para masturbarse en grupos, grandes y pequeños, desde mucho antes de que comenzara la historia escrita. Muchos hombres de mi edad tendrán recuerdos de cuando se masturbaban con sus colegas. Ellos sabrán de lo que hablo”.

Lo saben. Consultados por ICON de forma anónima, algunos hombres en la frontera entre treinta y tantos y cuarenta y pocos lo recuerdan vivamente. M., de 42 años, es heterosexual y la suya es la historia de muchos otros chicos que descubren el porno cuando internet no estaba en todos los hogares y a plataformas como PornHub le quedaban décadas para nacer: si un amigo conseguía una cinta pornográfica, había que economizar recursos y aprovechar las circunstancias. “Los colegas del barrio quedábamos mucho para hacernos pajas en comunidad. Primero con alguna revista porno, había una especie de costumbre de pasarnos las revistas de unos y otros y quedar en grupo para asomarnos a las páginas y ‘pelárnosla’ como monos. Una vez un amigo encontró a su padre un montón de películas porno debajo de la cama y, en el instituto, por las mañanas, iba pronto a su casa a ver aquellas películas horribles dobladas al español. Lo hacíamos los dos en el sofá, uno al lado del otro, sin mucho problema, hasta que alguien nos dijo que eso era ‘de maricones’. Desde entonces nos pusimos unos cojines a modo de biombo. Hubo un momento en el que, de repente, nos entró la idea de que vernos los penes unos a otros estaba mal”.

P., de 34 años, es homosexual y su historia es parecida: “Un chico francés acababa de venirse a vivir al pueblo y sus padres tenían muchísimas películas porno. No solían estar en casa, así que nos íbamos a su salón de estar a ver títulos como ‘Sexo en las pirámides 2’. Yo aún era bastante joven, así que la gracia del asunto, para mí, estaba en hacer algo secreto que quizá no deberíamos estar haciendo y en cierta idea de competitividad. No por el tamaño, sino por la capacidad de eyacular: los mayores lo hacían, y eso era algo que los distinguía del resto”.

Esta costumbre, claro, desaparece entre generaciones más jóvenes, que no tienen experiencias parecidas. El porno ubicuo y fácilmente accesible ha terminado con esos encuentros, que ya no son necesarios para asomarse a un material adulto y prohibido. Ahora está disponible en cualquier teléfono móvil. “Internet ha fomentado el distanciamiento entre las personas de múltiples maneras, y esta es una de ellas”, comenta Rosenberg. Nacho es más optimista: “Creo que aunque la pornografía esté ahora al alcance de cualquiera, en cada rincón del mundo siempre hay una reunión masturbatoria de dos o más hombres”.

Gabriel J. Martín, psicólogo especializado en sexualidad, ve con buenos ojos los clubes de masturbación para hombres. “Para muchos hombres puede ser demasiado abrumador practicar sexo con otro hombre por varias razones. En primer lugar, personas con nosofobia, pánico a infectarse de una ITS (infección de transmisión sexual). En estos locales pueden disfrutar de una experiencia morbosa con una percepción de máximo control sobre los riesgos que ellos asocian al contacto humano. Para hombres que se encuentran en fase muy aguda de esta fobia, este puede ser un recurso genial para que, poco a poco, vayan perdiendo el miedo y un paso previo a atreverse a relacionarse de una forma más estándar. Por otra parte, los hombres que estén en su proceso de aceptación como homosexuales pueden preferir estos espacios donde pueden ir explorando las sensaciones que les provoca estar junto a otro hombre desnudo sin que sientan demasiado comprometida su identidad. Estar ahí les permite responder a preguntas: ¿Qué soy? ¿Qué me gusta? ¿Dónde me siento cómodo?”.

Rosenberg y Nacho apenas tienen preguntas, solo respuestas, siempre entusiastas. “Nuestra condición humana nos lleva a interactuar de cierta manera, pero las condiciones culturales lo impiden”, critica Rosenberg. “Estamos reprimidos, impedidos para compartir el placer de una manera simple y afirmativa. Liberarnos de esos tabúes ha sido una revelación para muchos de nosotros, especialmente porque no necesitamos ser normativamente bellos, dotados o musculosos para compartir el placer”. Nacho G. lo resume así: “Por venir a un club de este tipo nadie te va a quitar la hombría”. Y Rosenberg finaliza apelando a otros sentimientos: “Hay una generosidad auténtica y espontánea en el hecho de hacer que una persona mayor o discapacitada se sienta incluida en esto, por ejemplo. Es alentador y, sobre todo, es hermoso”.

lunes, 7 de marzo de 2022

#hemeroteca #homosexualidad #literatura | Los fantasmas del deseo

Diario de Sevilla / Emilio Peral Vega //
Los fantasmas del deseo.

'La verdad ignorada', un ensayo de Emilio Peral Vega que publica Cátedra, analiza el modo en que autores como Jacinto Benavente, Cernuda o María Lejárraga retrataron el amor entre hombres.
Braulio Ortiz | Diario de Sevilla, 2022-03-07
https://www.diariodesevilla.es/ocio/verdad-ignorada-emilio-peral-catedra_0_1662734715.html

El catedrático de Literatura Española de la Complutense Emilio Peral Vega sentía que una "deuda moral" lo vinculaba al escritor Eduardo Blanco-Amor (Orense, 1897 – Vigo, 1979). "Fue el primer autor sobre el que trabajé cuando terminé mi licenciatura, el primer artículo que publiqué hace más de 20 años se centraba en él, y por eso le tengo cariño", comenta el especialista, al que le pesaba que esa voz "extraordinaria" que había alumbrado novelas como ‘La catedral y el niño’ (1948) y ‘Los miedos’ (1961), el amigo de Lorca y responsable de la edición de sus ¡Seis poemas galegos’, no gozara de la repercusión que merecía. En el presente, su obra habita cierto limbo por cuestiones territoriales –"no ha sido bien tratado por los gallegos por escribir en castellano, y los castellanoparlantes no le hemos dedicado atención porque también escribió en gallego"–; en el pasado fue la libertad con la que vivía su sexualidad la que frenó la proyección de su trabajo. "Los miedos", indica Peral Vega, "estuvo a punto de ganar el Nadal, pero una delación cuando el manuscrito estaba en la última ronda de votaciones lo impidió. Lo acusaban de inmoralidad en su vida, y de que esa depravación se traslucía en la novela". También la Diputación de Orense señaló al escritor, y denunció sus prácticas "indebidas y contrarias a la moral y la naturaleza".

Blanco-Amor es uno de los autores analizados en ‘La verdad ignorada. Homoerotismo masculino y literatura en España (1890-1936)’, un ensayo que publica Peral Vega en Cátedra y que explora las diferentes actitudes que novelistas, dramaturgos y poetas tuvieron a la hora de reflejar el deseo erótico entre hombres. Blanco-Amor, del que se recoge en el volumen una selección de poemas de su libro ‘Horizonte evadido’ (1936), encarna el espíritu más desinhibido, la escritura más explícita, "como si su poesía fuera una exudación de todo aquello que no ha podido contar de forma más clara en sus narraciones". En el conjunto están presentes –no podían faltar– la actitud "a medio camino entre la máscara y la exhibición" de García Lorca o la visión "más trágica del amor" en Cernuda, pero el recorrido depara capítulos sobre la mirada compleja que los Martínez Sierra dedicaron a la homosexualidad en ‘Sortilegio’, una obra de teatro inédita que se publica aquí como apéndice; la disposición "juguetona, elusiva" del Premio Nobel Jacinto Benavente o la frivolidad de los ‘novelistas galantes’. "Se podía haber hablado de Juan Gil-Albert, de Vicente Aleixandre o de tantos otros, pero me parecía que cualquiera de esas posibilidades ya estaba encerrada en los autores que quería mostrar. No quería hacer un inventario exhaustivo", declara el investigador.

Benavente también padeció, lamenta Peral Vega, "esta miopía con la que miramos en este país, esa especie de juicio sumarísimo a todo aquel que hubiese tenido contacto con el ‘establishment’ franquista. Es muy injusto porque fue una casualidad que él acabara quedándose en España, y porque sufrió un profundo exilio interior y le costó amoldarse a un Madrid que ya no tenía nada que ver con la ciudad de los años 20, más abierta, donde él no se definía abiertamente pero sí se mostraba con cierto desparpajo". Que su sexualidad era sabida, pese a todo, lo confirma una coplilla "aguda" e "hiriente" que Ramón Gómez de la Serna recuerda de cuando Benavente llevó a las tablas su obra ‘Una señora’: "El ilustre Benavente / ha estrenado ‘Una señora’, / y a coro dice la gente: ¡Ya era hora!". En sus versos, el Nobel defendía el amor como la unión de la carne y el espíritu; en sus piezas teatrales, como en ‘Los favoritos’ o ‘Los intereses creados’, "se suceden los apuntes y las ambigüedades". Este dramaturgo que "jugó siempre entre dos aguas, las placenteras del triunfo masivo y las arriesgadas de la insinuación", supo "nadar y guardar la ropa, se burlaba de su público burgués diciendo y no diciendo".

‘La verdad ignorada’ se acerca a las novelas galantes que escribieron Antonio Hoyos y Vinent (‘El martirio de San Sebastián’), Álvaro Retana (‘Las locas de postín’) y Alonso Hernández Catá (‘El ángel de Sodoma’), creadores "bastante olvidados que están captado la atención de la crítica en los últimos años" y que tienen la audacia de presentar peripecias libertinas y hacerlo desmarcándose de ellas ante el público, asegurando que las cuentan a modo de advertencia. Peral Vega encuentra en ‘El martirio de San Sebastián’ una muestra del talento sorprendente de estos autores: "El protagonista es alguien que vive en un prostíbulo, relegado a una buhardilla, lo que permite una percepción distanciada, que ese personaje que no puede amar libremente perciba el deseo desde arriba, como una especie de demiurgo que mueve a unos títeres", apunta el estudioso.

El ensayo arroja luz sobre ‘Sortilegio’, una obra de teatro sobre la que había "muchas referencias, escrita por María de la O Lejárraga, en la que no se sabe cuánto intervino Gregorio Martínez Sierra en la versión final", y que presenta a "un protagonista riquísimo, complejo", Augusto, que "invierte el modelo de la malcasada en la novela del siglo XIX. La mujer que contrae matrimonio para alcanzar un estatus social aquí es un hombre cuya fortuna familiar ha disminuido, que se casa con una muchacha para mantener su posición. Y él es sincero, sin mencionar la palabra advierte de que él no va a poder hacer feliz a esta mujer, insiste en que ella es una mujer buena y que merece otra cosa".

El capítulo de Lorca se detiene en los ‘Sonetos del amor oscuro’, donde radica "la expresión de la homosexualidad en su vertiente más erotizada", y en el "grito desgarrado" de ‘El público’. "Él no tuvo éxito hasta ‘Bodas de sangre’, y eso, para él, en cierta forma, supone una claudicación. Antes había transitado por todos los caminos de renovación de la escena: ha intentado el teatro simbolista, el de títeres, el histórico, el auto sacramental moderno... Es un creador que conoce los lenguajes de la modernidad y que harto de no tener la respuesta que espera acaba en un género de probada eficiencia. Sabe que hay dos vías: el teatro que se va a quedar en el cajón y el que le va a reportar éxito. ‘El público’ es su grito en el desierto".

De Cernuda, Peral Vega admira el modo en que llevó "la mejor tradición de la poesía becqueriana al siglo XX, esa poesía que parece sencilla, rechaza el engolamiento y da la impresión de fluir sola, aunque en realidad sea de gran complejidad", pero, además de esas "dotes expresivas", valora que el autor de ‘La realidad y el deseo’ y ‘Ocnos’ "no imposta en ningún momento, no hay un morfema en su obra que engañe". Nadie como el sevillano, sostiene Peral Vega, expresó con mayor "dignidad y contundencia el deseo homoerótico en el arranque del siglo XX". Cernuda forjó además "un conjunto metafórico de lanzas, de hierros, de heridas, de hojas que miran la luz y no acaban de nutrirse de ella, todo un lenguaje propio que revela su tragedia, esa imposibilidad de encontrarse en otro, y del que han bebido tantos autores que vinieron después". De él es el verso que da título al libro: "Yo sería al fin aquel que imaginaba: / aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos, / proclama ante los hombres la verdad ignorada, / la verdad de su amor verdadero".

domingo, 27 de febrero de 2022

#hemeroteca #gais #queer | Rosa y libre: el regreso de BUTT, la revista que revolucionó el erotismo masculino

El País / Detalle de una de las portadas de BUTT //

Rosa y libre: el regreso de BUTT, la revista que revolucionó el erotismo masculino.

Gert Jonkers y Jop Van Bennekom dirigieron durante diez años una publicación que, saltándose todas las normas del decoro y dando voz e imagen a la disidencia estética masculina, logró atraer a los mejores anunciantes, fotógrafos y firmas. En una semana y en un mundo diferente, estará de vuelta.
Ferran Pla | Icon, El País, 2022-02-27
https://elpais.com/icon/cultura/2022-02-27/grande-rosa-y-libre-el-regreso-de-butt-la-revista-que-revoluciono-el-erotismo-masculino.html 

Entre 2001 y 2011, la revista ‘BUTT’ provocó, divirtió y excitó a la comunidad gay con una receta opuesta al canon: hombres gordos y bajitos, o altos y con barriga, peludos, o con muslos grandes, fotografiados en diversos estados de desnudez por Wolfgang Tillmans o Ryan Mcginley. Por sus páginas pasaron Gore Vidal, John Waters, un basurero, un cocinero o un limpiador de letrinas sadomasoquista, todos sometidos a cuestionarios ligeros y desinhibidos sobre sexo. Los lectores también aparecían, por supuesto desnudos, y todo el mundo se juntaba durante unas fiestas, las ButtXXXX, hechas, por supuesto, para ligar. Durante una década ‘BUTT’ fue la publicación más incorrecta y festiva de la intersección entre el porno, la vanguardia y el periodismo. En marzo vuelve. ¿Qué quedará de aquel radical producto del principio del milenio?

Los ecos del ‘BUTT’ primigenio todavía resuenan entre sus antiguos colaboradores. “Gert Jonkers y Jop Van Bennekom, los editores, fueron realmente revolucionarios. Por aquel entonces no se veían fotos de gays con barba, con vello corporal y con barriga. Era impensable. Siempre eran atléticos, culturistas… Todos nos dimos cuenta de lo rupturista que era aquello”, recuerda Luis Venegas, editor y director creativo, y amigo de los creadores de ‘BUTT’ . “De hecho, tú ves estas barberías que hay ahora para hipsters, que parecen un poco de broma, y estoy convencido que se lo debemos a ‘BUTT’. Les doy todo el crédito”, ríe.

Bajo el socarrón subtítulo “una revista para homosexuales”, ‘BUTT’ (culo en inglés) destacaba en un contexto editorial en el que mandaban publicaciones como ‘Out’ o ‘Attitude’, donde todo eran estereotipos envasados próximos a las revistas femeninas. Las subculturas gais eran prácticamente invisibles. El término ‘oso’, palabra del argot gay que surgió para describir a hombres velludos y fornidos que se salían del canon de belleza oficial, era desconocido, al igual que la escena que representaba: aunque esta etiqueta ahora se haya domesticado e, irónicamente, haya generado su propio canon excluyente de masculinidad sobreactuada, durante mucho tiempo fue una subcultura que daba la bienvenida a todos aquellos con físico no normativo. Una escena solo presente en revistas eróticas ‘underground’ o en primigenias páginas web con tosco código html, pero creciente en una comunidad gay necesitada de otro tipo de referentes y medios de comunicación. Cuando, a mediados de 2001 se publicó el primer número de ‘BUTT’, con su inusual formato fanzine tamaño A5 e impreso en papel rosa, Gert Jonkers y Jop van Bennekom supieron aprovechar la coyuntura.

En plena confusión con el cambio de milenio, estos dos holandeses proponían un nuevo enfoque sobre en qué consistía ser gay. “Apareció en un momento muy necesario, con una gran apertura hacía una mayor inclusividad en términos de edad, de cuerpos, de maneras diferentes de entender la belleza. Y ponía al mismo nivel a escritores, diseñadores, músicos, barrenderos, cocineros y albañiles. Cada uno estaba destacado por su manera propia de entender la sexualidad”, explica el fotógrafo Daniel Riera, uno de los primeros en colaborar con ‘BUTT’. Conoció a Van Bennekom en unos talleres de creatividad y diseño, y desde entonces han trabajado juntos en todos los proyectos editoriales del holandés: ‘BUTT’, ‘Fantastic Man’, ‘The Gentlewoman’.

El ya mítico primer número de ‘BUTT’ (con su portada protagonizada por Bernhard Willhelm, el diseñador de moda alemán, desnudo) avisaba de ese acercamiento espontáneo, inteligente, divertido y sexi hacia la figura del homosexual que iban a cultivar en los siguientes números. Lo erótico rozaba lo pornográfico, el tono de las imágenes era crudo y a la vez tierno, las entrevistas parecían una charla en el metro. Los colaboradores usaban un lenguaje natural. La revista tenía una frescura heredera de 'Interview', la revista de Andy Warhol.

“Recuerdo estar en París”, rememora Venegas. “Fui a Colette [desaparecida tienda de culto]. Entonces había una mesa grande en la planta baja y vi una revista que destacaba del resto. Era descarada, sin prejuicios, como diría Madonna, ‘unapologetically gay’ [desacomplejadamente gay]. Creo que era el número dos o tres. Lo compré. La revista venía con un ‘e-mail’ de contacto y les escribí diciéndoles lo mucho que me gustaba. Nos hicimos amigos y empecé a colaborar.” ‘BUTT’ también fue innovadora al funcionar como punto de encuentro para sus lectores a través de una web, actualizando la tradición de los anuncio de contactos. ‘Buttheads’ era el nombre que designaba a los miembros registrados en el ‘site’ que creó la revista para ampliar su comunidad. “Me enviaron un correo diciendo que si me quería registrar. Fui el número tres. Incluso aparecí desnudo. Todavía guardo el pantallazo”, bromea Venegas. “Aún tengo mi perfil abierto” explica Daniel Riera. “A la pregunta: ‘¿Cual es tu parte favorita de tu cuerpo y por qué?’ que te hacían al registrarte, respondí: ‘Mi cerebro, está lleno de misterios”. A día de hoy, Buttheads tiene 18.685 registrados, pero hace años que se cerró la admisión. Quizás consecuencia del éxito de aplicaciones de ligar tipo Grindr y el inicio de una época en el que los algoritmos comenzaron a mediar con el deseo sexual. Pero es algo que igual puede cambiar con su anunciada y esperada vuelta al papel el próximo 3 de marzo.

El diseñador de moda Carlos Díez, gran admirador de ‘BUTT’, nunca formó parte de los Buttheads pero sí del mundo ‘offline’ que ofrecía la revista con las famosas fiestas que organizaba por todo el mundo para reunir a sus lectores: “Estaba por Barcelona y alguien me invitó a ir a la fiesta/presentación de la revista. Fue un poco aburrida, así que nos fuimos enseguida decepcionados. Acabamos en un ‘after’ y resultó que estaban los directores. Al verlos les pedí que me regalaran sus calzoncillos. Respondieron que no. Pensé que eran unos sosos. Pero al rato volvió uno de ellos con su calzoncillo en la mano y me lo regaló. En otra ocasión, estando en Nueva York, me encontré por la calle con el fotógrafo Miguel Villalobos, colaborador habitual de la revista y me invitó a otra de sus fiestas”, recuerda Diez. “Era en un antro muy guay y durante la fiesta Miguel iba pidiendo a la gente que le dejara fotografiar su culo. Nadie se prestaba, a pesar de que era solo el culo con el pantalón bajado, sin cara ni nada. Al final me ofrecí y al cabo de unos días me encontré con la foto de mi culo en una de esas revistas gratuitas que regalaban entonces por todo Nueva York”.

Todavía hay que ver qué vigencia tendrá el nuevo ‘BUTT’ en un contexto como el actual, en el que todas las revistas son conscientes de la diversidad y en el que predominan los ‘centennials’, un relevo generacional obsesionado con muchos de los códigos estéticos que proponía ‘BUTT’. Publicaciones como la reciente ‘Dirty Magazine’, por ejemplo, o el fenómeno del Indie Sleaze están recuperando la estética de las fotos analógicas hechas con una cámara compacta, el espíritu de los primeros números de la polémica ‘Vice’ y el sexo descarado y frontal de fotógrafos como Terry Richardson mezclado con el desaliño festivalero de ‘it girls’ como Cory Kennedy o el fotógrafo Cobrasnake.

Lo que está claro es que ‘BUTT’ sigue siendo una de las publicaciones más influyentes dentro y fuera del mundo ‘queer’. “La prueba está en que enseguida Tom Ford, que por entonces era el director creativo de firma Gucci, o Hedi Slimane, que estaba revolucionando la moda masculina en el 2001, se ofrecieron para meter publicidad en los primeros números. La ‘intelligenstia’ de la moda de entonces vieron que había que estar allí”, afirma Luis Venegas. En 2022, Gert Jonkers y Jop van Bennekom parece que siguen seduciendo a la órbita ‘fashionista’ de ahora y para su vuelta ha sido la firma Bottega Venetta, bajo su nuevo director creativo Matthieu Blazy, quien se ha ofrecido con la publicidad de todo el nuevo número, patrocinando también la fiesta de presentación en marzo, acompañada por una instalación que tendré lugar en París el próximo 3 de marzo.

“Estoy expectante, con muchas ganas de ver qué vuelta le habrán dado”, explica Daniel Riera. “Estoy seguro que habrán encontrado la manera de seguir siendo relevantes intelectualmente y que siga siendo un espacio de libertad que celebre la diferencia en un momento tan caótico como el que vivimos.” De momento, ya se ha desvelado la portada: Sonny y David, una pareja afroamericana tumbada en la cama con la palabras: ‘Joy, Fetish, Cissy, Hung, Positive, Femme’. O sea: “Alegría, fetiche, maricas, dotados, positivos, femeninos”. Términos que hoy definen una forma propia de vivir la diferencia, pero que ya estaban presentes hace más de veinte años en una pequeña revista de color rosa.

sábado, 25 de diciembre de 2021

#hemeroteca #arte | Gregorio Prieto: el guardián de los secretos de Lorca

La Razón / Federico visto por Gregorio Prieto //

Gregorio Prieto: el guardián de los secretos de Lorca.

Toledo acoge una exposición en la que se profundiza en la relación del poeta y el pintor.
Víctor Fernández | La Razón, 2021-12-25
https://www.larazon.es/cultura/20211225/ec5bj2yzhrhlha2kvwnv3osprm.html 

La Generación del 27 no solamente fue un grupo literario sino que también lo fue en lo artístico. Algunos de los pintores de aquella época se convirtieron en algunos de los nombres más importantes de ese imponente universo creativo. Uno de sus principales protagonistas fue Gregorio Prieto, un joven artista que retrató a buena parte de los integrantes del 27, además de ser íntimo amigo y confidente de tres de los poetas más importantes del grupo: He ahí a Federico García Lorca, Vicente Aleixandre y Luis Cernuda.

Prieto tuvo el cuidado de conservar un impresionante archivo, imprescindible para conocer de primera mano algunos aspectos, los más personales, de aquellos escritores. Buena prueba de ello es el espacio que se acaba de inaugurar en Toledo, concretamente en la Colección Roberto Polo. Centro de Arte Moderno y Contemporáneo de Castilla-La Mancha (CORPO). Se trata de una pequeña y representativa selección de los dibujos, las cartas y los documentos que Prieto guardó toda su vida de Lorca. El archivo del artista se conserva en la fundación que lleva su nombre en Madrid, mientras que el fondo artístico está en su museo de Valdepeñas que en breve conocerá un nuevo e importante impulso.

El pintor conoció al poeta el 7 de abril de 1924, cuando Lorca acudió al Museo de Arte Moderno de Madrid donde Prieto tenía una exposición. Se hicieron inmediatamente amigos y el granadino se atrevió a declarare: «Lo que daría yo, Gregorio, por tener un retrato hecho por ti». Se estableció en ese momento un diálogo que tuvo como consecuencia que Lorca regalara a su amigo algunos de sus dibujos, una faceta por entonces casi desconocida dentro de su creatividad. «Muchos tiran mis dibujos, Gregorio, pero yo te los doy porque sé que los guardas y que cuando yo muera los harás famosos. A ti te gustan, y además sabes eternizar las cosas», diría el autor de «Bodas de sangre» a Gregorio Prieto.

Juventud eterna
En el espacio de Toledo, una ciudad que a Lorca le gustaba visitar con Buñuel y Dalí, se expone uno de los retratos en los que Prieto dibujó de manera idealizada a su amigo casi como si fuera una escultura griega viviente, con esa impresión de juventud eterna que quedó truncada por las balas de los asesinos fascistas en 1936.

En cuanto a lo realizado de puño y letra de Lorca destaca el original de una de las cartas que envió a su amigo Melchor Fernández Almagro y donde convierte las palabras «Querido Melchor» en dos alargadas construcciones de colores protegidas por una luna. Igualmente encontramos un sobre con la dirección de Prieto en el Madrid de los años 20, en la calle Corredera Alta, números 9 y 11.

Sin embargo, la pieza que genera mayor interés es un pequeño dibujo en el que es evidente ya el paso del tiempo. Se titula «Nostalgia» y fue realizado en 1927, un año fundamental para el poeta que vuelve a viajar a Cataluña para estar al lado de su querido Salvador Dalí, el mismo que le hará los figurines y los decorados de «Mariana Pineda», la obra que ese verano estrena en Barcelona de la mano de la actriz Margarita Xirgu.

El título es una referencia al sentimiento que el poeta dejaría brotar sentir, una vez de vuelta en la Huerta de San Vicente de Granada después de los días pasados en Cadaqués y Barcelona, tan emocionantes e intensos. El gran historiador y crítico de arte Rafael Santos Torroella estudió con detalle esta pequeña composición e identificó en el dibujo a Dalí y a Sebastià Gasch en la suerte de mapa afectuoso trazado por Lorca. Gasch, un reputado crítico de arte, fue uno de los amigos que más hizo por animar al poeta a que siguiera dibujando.

¿Y Dalí? Lorca siente en ese momento una gran añoranza por el amigo de quien está profundamente enamorado. Pero esos sentimientos no los podía compartir con cualquiera y encontró en Prieto al guardián de sus secretos, como atestigua este importantísimo original. Prieto, y ahí están los epistolarios, conocía la intimidad lorquiana con detalle. Tal vez por eso Federico García Lorca confió en él para que guardara su «Nostalgia».
 
Y TAMBIÉN…
Gregorio Prieto y García Lorca "dialogan" ya con surrealistas en Corpo Toledo.

Con esta exposición se hace un homenaje a un artista de esta región, Gregorio Prieto, que fue el precursor del postismo -cuyo nombre es la contracción de postsurrealismo- y a una de las grandes figuras de la literatura y del arte español, como es Federico García Lorca.
CLM24, 2021-12-20
https://www.clm24.es/articulo/cultura/arte-obras-exposicion-gregorio-prieto-garcia-lorca-dialogan-surrealistas-corpo-toledo/20211220163536340699.html
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Abre sus puertas en Toledo la muestra que recoge dibujos, correspondencia y collages entre Lorca y Gregorio Prieto.

La nueva exposición 'Federico García Lorca y Gregorio Prieto: Dibujo de una amistad poética' ha quedado inaugurada este lunes en la Colección Roberto Polo. Centro de Arte Moderno y Contemporáneo de Castilla-La Mancha (CORPO) de Toledo. Esta muestra cuenta con un total de once piezas entre dibujos, correspondencia ilustrada, collages y fotografías que definen la relación entre ambos artistas.
EP | 20 Minutos, 2021-12-20
https://www.20minutos.es/noticia/4930240/0/abre-sus-puertas-en-toledo-la-muestra-que-recoge-dibujos-correspondencia-y-collages-entre-lorca-y-gregorio-prieto/
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CORPO inaugura un espacio dedicado a la obra y la relación entre Federico García Lorca y Gregorio Prieto.
EP | La Cerca, 2021-12-18

https://www.lacerca.com/noticias/castilla_la_mancha/corpo-espacio-obra-relacion-garcia-lorca-gregorio-prieto-588400-1.html

miércoles, 3 de noviembre de 2021

#hemeroteca #lgtbi #cultura #arte | De atentar contra la moral pública a la ‘ley trans’: un paseo por la historia de la cultura ‘queer’ en España

El País / Ilustración homoerótica de Tom de Finlandia //

De atentar contra la moral pública a la ‘ley trans’: un paseo por la historia de la cultura ‘queer’ en España.

Una exposición en Sevilla, ‘Diferentes. Del pasaje Begoña al Orgullo’, narra la evolución del colectivo LGTBIQ a través de 1.500 obras de la colección Visible.
Margot Molina | El País, 2021-11-03
https://elpais.com/cultura/2021-11-03/de-atentar-contra-la-moral-publica-a-la-ley-trans-un-paseo-por-la-historia-de-la-cultura-queer-en-espana.html 

La vida ha cambiado mucho en los últimos 50 años en España para las personas no heterosexuales. Han pasado de acabar entre rejas por “atentar contra la moralidad pública y las buenas costumbres” a vivir en uno de los primeros países en legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo en 2005. Una transformación que se ilustra a través de 1.500 piezas, entre obra plástica, libros, revistas, cómics, carteles de cine, fotografías, trajes y documentación, en la exposición ‘Diferentes. Del pasaje Begoña al Orgullo’, que puede verse en el Espacio Santa Clara de Sevilla hasta el 12 de diciembre.

Las obras forman parte de la colección de la asociación cultural Visible, creada en Madrid en 2005 para defender los derechos del colectivo LGTBI y que reúne unos 50.000 objetos, la mayoría procedentes de donaciones. Pablo Peinado, comisario de la muestra, ha creado “altares laicos” en torno a artistas, creadores y escritores que han apoyado esta causa a lo largo del último medio siglo, como Elton John, Yves Saint Laurent, Eduardo Mendicutti, Gloria Fuertes, Nazario, Raphael o Tino Casal. Se puede ver desde un óleo del siglo XVII de Juan Carreño de Miranda que representa al mártir San Sebastián ―convertido en icono homoerótico por la comunidad gay― hasta una fotografía del músico, artista multimedia y arquitecto Putochinomaricón realizada en 2021 por Jorge Fuembuena.

Peinado, activista, fundador y presidente de Visible, afirma que esta “es la primera vez que se cuenta la historia de la cultura ‘queer’ en España. Desde la gran redada en el pasaje Begoña de Torremolinos en 1971, cuando arrestaron a 114 personas que estaban en los bares gais, hasta las primeras películas y obras de teatro en las que se trató la homosexualidad durante el franquismo, y las realizadas después en democracia”. En los muros de lo que desde el siglo XVI al XX fue un convento de clausura de las clarisas cuelgan ahora obras de artistas plásticos como David Hockney, Dalí, Gilbert & George, Pablo Palazuelo, Jeff Koons, Eduardo Arroyo, Guillermo Pérez Villalta, Yoko Ono, Guerrilla Girls, Alberto García Alix, Robert Mapplethorpe o Chema Madoz. El denominador común de las 130 obras que se incluyen en la muestra es que todas tocan el tema de la libre orientación sexual y de la identidad de género.

“Es un recorrido por mi memoria personal y la de mi colectivo”, añade Peinado, que fue uno de los primeros en contraer matrimonio tras la aprobación de la ley en 2005. La exposición toma su título de la película ‘Diferentes’, de Luis María Delgado, estrenada en 1961 y protagonizada por el bailarín y coreógrafo argentino Alfredo Alaria. “Un drama abiertamente gay con escenas eróticas que no sabemos cómo logró pasar la censura y que incluye maravillosas coreografías de Alaria, quien bailó unos años en Buenos Aires en la compañía de Miguel de Molina”, explica Peinado ante el cartel de la película.

En la sección dedicada al cine pueden verse también carteles y fotogramas de películas de Pasolini, toda la filmografía de Pedro Almodóvar, algunas de las películas de Alejandro Amenábar o el de la famosa película ‘Querelle’ (1982), de Fassbinder, “que marcó la estética del deseo”, en palabras del comisario. Junto a ellas está una de las primeras producciones que llevó el tema de la homosexualidad a la pantalla: ‘No desearás al vecino del 5º’, de Tito Fernández (1970), en la que un ginecólogo tiene que hacerse pasar por homosexual para evitar los celos de los maridos de sus pacientes. La comedia fue durante tres décadas la película más vista en España, con más de cuatro millones de espectadores, solo superada en 2001 por ‘Torrente 2: Misión en Marbella’.

El recorrido pasa también por el teatro, la danza, los libros y las revistas. En la sección del cómic destacan obras de Tom de Finlandia, autor de la primera publicación homoerótica que llegó a España, a finales de la década de los setenta; los personajes de Nazario, de quien actualmente el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo de Sevilla muestra una retrospectiva, o las creadas por Rodrigo [Muñoz], el historietista que contó en su cómic Manuel, publicado en la revista ‘La Luna’, cómo era la Movida gay de los ochenta.

La moda está presente con diseños de Petro Valverde o Justo Salao, el rey de la bata de cola, que creó todo el vestuario del espectáculo ‘Azabache’, una superproducción de la Expo 92 en torno a la copla. “Tenemos la bata de cola que llevó Rocío Jurado en Azabache, porque cuando le gustaba mucho un modelo hacía una réplica exacta para su colección”, explica Manuel Ramírez, archivero y documentalista de la colección Visible.

sábado, 2 de octubre de 2021

#hemeroteca #homosexualidad #memoria | Ya es hora de que dejemos a James Dean ser el icono gay que es

Esquire / James Dean //

Ya es hora de que dejemos a James Dean ser el icono gay que es.

Durante más de medio siglo, el debate sobre la sexualidad de la estrella del cine no se ha desvanecido. ¿No es hora de aceptar la verdad?
Jason Colavito | Esquire, 2021-10-02
https://www.esquire.com/es/actualidad/cine/a37816693/james-dean-icono-gay/ 

El 30 de septiembre de 1955, a última hora de la tarde, el guionista William Bast se sentó frente a su máquina de escribir en su pequeño apartamento de Los Ángeles, rodeado de maletas, mientras preparaba el guión de una película. A la mañana siguiente, planeaba llevar esas maletas a Sherman Oaks, donde James Dean, su mejor amigo y antiguo amante, le había invitado a vivir juntos en una gran casa alquilada. Según contó Bast décadas después, tras un largo y confuso noviazgo, lleno de arranques y paradas, negaciones y dudas, Dean quería que vivieran juntos como socios y amantes, no sólo como amigos. Hacia el atardecer, sonó el teléfono con la noticia de que Dean, de sólo 24 años, había muerto al chocar su Porsche con otro coche en el desierto de California. Bast soltó el teléfono y se cayó de la silla, desmayándose ante la noticia. Durante medio siglo después, cuidó con esmero la reputación de Dean, desmintiendo con fuerza los rumores cada vez más insistentes sobre la sexualidad de la estrella de cine más famosa del mundo y el ídolo de millones de personas. En la muerte, Dean se convertiría en la celebridad perfecta, una celebridad silenciosa, sobre la que la gente podría proyectar sus fantasías y a sí misma.

La muerte le dio a Dean la fama, el amor y la aclamación que tanto le costó conseguir en vida. Tan famosa es la foto en la que aparece apoyado en una pared con unos vaqueros que se le atribuye el mérito de haber convertido los vaqueros en el uniforme estadounidense. Más de 65 años después, sigue estando omnipresente en la cultura pop. Su rostro vende de todo, desde vaqueros hasta coches y relojes de lujo. Fotos suyas caminando por Nueva York o descansando con un sombrero de vaquero cuelgan de las paredes de los dormitorios de innumerables universitarios. Generaciones de jóvenes actores han competido por ser "el próximo James Dean". Los imitadores, desde el joven Martin Sheen hasta Luke Perry o KJ Apa, han dominado Hollywood durante medio siglo. Una estrella del porno incluso tomó prestado su apodo. El nombre de Dean aparece en más canciones populares que ningún otro, desde el clásico "Rock On" de David Essex hasta "Cool" de los Jonas Brothers. Esta primavera, Kaskade lanzó otra, "New James Dean". Es una carrera extraordinaria en la cima para alguien que estuvo vivo por última vez cuando Joe Biden estaba entrando en la pubertad y cuyo cuerpo de trabajo consiste en gran parte en tres películas, de las que la mayoría podría siquiera nombrar una. Su última película, ‘Gigante’, se estrenó en los cines hace sesenta y cinco años, este otoño.

La cultura pop ha reimaginado sin cesar a James Dean desde el momento de su muerte: heterosexual, bisexual y gay; sensible y agresivo; incomprendido y manipulador; víctima y depredador; lo mejor de nosotros y lo peor. A medida que surgieron nuevas informaciones a lo largo de las décadas y las actitudes sociales cambiaron, también lo hizo la mezcla de hombre y mito que pasaba bajo el nombre de "James Dean". Sólo ahora, con una nueva generación que rechaza las viejas suposiciones sobre los roles de género y la sexualidad -uno de cada seis miembros de la Generación Z se autoidentifica como ‘queer’, según una reciente encuesta de Gallup- es posible ver a James Dean como realmente era. Podemos ver hasta qué punto él, más que ninguna otra estrella del siglo XX, señaló el camino hacia la masculinidad moderna. Y podemos ver hasta qué punto las generaciones anteriores censuraron su legado para tratar de domesticar su potencial radical.

Escribir sobre él ahora es describir a la Generación Z con setenta años de antelación. Un reciente estudio de la empresa de publicidad Bigeye descubrió que el 50% de la Generación Z describe los binarios de género tradicionales como anticuados, y James Dean ya había difuminado esa línea en el corazón opresivo de los años cincuenta. Le gustaban tanto los deportes como el teatro, las motos y crear arte. Era egocéntrico y narcisista, pero se hacía amigo de los marginados. Era arrogante, pero estaba atormentado por la duda sobre sí mismo. Se sacaba innumerables selfies en el espejo y realizaba escandalosas acrobacias para la versión de mediados de siglo de los "likes". No tenía miedo de llorar. En la pantalla, podía transmitir una emoción atronadora con una mirada, sus actuaciones estallaban en lágrimas y gritos y aullidos, una cruda vulnerabilidad que pocos jóvenes habían visto expresar a alguien de su edad. Para sus admiradores adolescentes, representaba la libertad. Para sus detractores adultos, era intratable, desagradable y afeminado. Pauline Kael, entonces una crítica de cine en ascenso, se quejaba en 1955 de que verle era como tropezar con el vulgar erotismo de los lugares de encuentro de homosexuales: "groseramente explícito", demasiado indulgente con los chicos y sus fijaciones "autoeróticas". Inconscientemente, intuía algo oculto y retrocedía.

En el verano de 1951, Dean, de apenas 20 años, conoció y se mudó con un hombre mucho mayor, Rogers Brackett, cuya cama compartía. Un amigo de la universidad le dijo a Dean: "Este tipo es una loca", después de conocer al cosmopolita Brackett, según la biografía de 1975 de Ronald Martinetti. "Lo sé", respondió Dean, preocupado por que los demás pudieran pensar lo mismo de él. Mintió y dijo a sus amigos y a su agente que tenían camas separadas. Pero no importaba. La gente poderosa hacía sus suposiciones. Después de que Dean actuara en una emisión de televisión en directo en 1952, el director le dijo que podría haber más papeles para él si Dean le dejaba chuparle la polla. Sabía que una negativa podría acabar con su carrera, así que Dean centró toda su atención en una mosca que cruzaba el techo hasta que terminó. Más tarde dijo que estos actos -y fueron varios, con diferentes hombres poderosos- le hacían sentir como una puta. "No es para tanto", recordaba Bill Bast que le decía, pero años después sólo sentía rabia. Con demasiada frecuencia, sus experiencias negativas estallaban en un comportamiento grosero, agresivo o peligroso, lo que Bast sospechaba que era la forma que tenía Dean de vengarse de una sociedad que le había perjudicado.

Los rumores de Hollywood comenzaron tan pronto como Dean salió en los periódicos, susurrando que era bisexual o gay. Su estudio, Warner Bros., lo promocionó junto a Rock Hudson y Tab Hunter, dos homosexuales en el armario, como su soltero más codiciado. Tuvo una serie de relaciones cortas, intensas y tempestuosas con mujeres, a menudo más emocionales que sexuales, y encuentros furtivos con hombres, a menudo más sexuales que emocionales. A lo largo de los años, se derramó mucha tinta tratando de precisar su sexualidad -heterosexual, bisexual, gay, asexual-, pero él se resistió a las etiquetas, entre otras cosas porque éstas estaban ligadas a cuestiones más amplias de masculinidad y hombría. En aquella época, "homosexual" era sinónimo de un estereotipo afeminado y campechano con el que no podía identificarse. Al fin y al cabo, jugaba al baloncesto y corría con coches. "No soy homosexual", dijo a un periodista que le preguntó si era gay, "pero no voy por la vida con una mano atada a la espalda".

En 1955, al borde del superestrellato, Dean desafió a los censores del estudio Warner Bros. En el corazón de los homófobos años 50, él y el director Nicholas Ray tejieron discretamente una historia de amor homosexual en su película más famosa, ‘Rebelde sin causa’, una película llena de preguntas sobre lo que significaba la masculinidad en el mundo de la posguerra. Dean aconsejó a su coprotagonista, Sal Mineo, que resaltara la atracción de su personaje, Platón, hacia Dean, que le correspondía con miradas cómplices. Dean terminó la película llorando histéricamente por la muerte de Platón, un lamento de enamorado. Generaciones de hombres homosexuales vieron la esperanza en la primera representación comprensiva del cine del amor adolescente entre personas del mismo sexo, y la única representación de este tipo durante más de una generación, pero pocos espectadores heterosexuales se dmieron cuenta durante medio siglo. Incluso la Liga Nacional para la Decencia, un organismo católico de control moral, calificó la película de "inobjetable". Roger Ebert sólo reconoció su homoerotismo en 2005, y de forma mínima. Sin embargo, los espectadores se fijaron en el propio Dean, y cuanto más se enteraban, más incómodos se sentían.

El momento de su muerte destrozó su vida tanto como su cuerpo. Al igual que un reflejo fracturado en un espejo roto, los que posteriormente trataron de encontrar al "verdadero" James Dean sólo pudieron reconstruir una imagen distorsionada a partir de fragmentos que nunca encajaron del todo. Leer la montaña de biografías y memorias de James Dean es entrar en algo parecido a un multiverso de cómic, donde una sola alma está fracturada en mil realidades. Cada versión del hombre comparte algunos hechos básicos -el mismo cumpleaños en 1931, la misma pérdida de su madre cuando era niño, la misma adolescencia en la granja de sus parientes en Indiana y el mismo rápido ascenso en la televisión, Broadway y el cine-, pero no hay dos escritores que encuentren exactamente al mismo hombre. Cuando los periodistas y los autores intentaron forjar una biografía a partir de su corta vida y de las escasas pruebas documentales, James Dean se vio irremediablemente entrelazado con los personajes que interpretaba en la pantalla. Necesitaban alguna explicación para el poder de su imagen. Cada escritor proyectó en Dean tanto de sí mismo -y en su mayoría son todos hombres- como captó del hombre real. En una de las biografías más populares de Dean, David Dalton, cofundador de ‘Rolling Stone’ y aficionado a la Nueva Era, llegó a llenar las lagunas con mitología pagana y concluyó con toda seriedad que Dean era un avatar del dios egipcio Osiris.

En todo Estados Unidos, los adolescentes y jóvenes reaccionaron a la muerte de Dean como si hubieran perdido a su mejor amigo. Las chicas se desmayaron ante la noticia. Los chicos ahogaron las lágrimas. Muchos se negaron a creer que se había ido. Surgieron cientos de clubes de fans, y la estrella muerta recibía cinco mil cartas de fans al mes. Es difícil imaginar ahora hasta qué punto querían a la persona que veían en la pantalla. El duelo nacional sin precedentes definió lo que se convertiría en la nueva historia de amor de Estados Unidos con la adolescencia y la juventud sin fin. Los adolescentes acudieron en masa a ver la última película de Dean, ‘Rebelde sin causa’, estrenada apenas unas semanas después de su muerte, y los chicos vieron en su héroe adolescente descontento un reflejo de ellos mismos, alguien que también luchaba por ser un hombre "de verdad", que sin embargo podía ser a la vez genial y vulnerable. De repente, los adolescentes tenían poder y propósito y un modelo liberador. Y la generación de sus padres lo odiaba, sobre todo porque les preocupaba que sus hijos se volvieran como él: sensibles, poco masculinos, código para maricones. Y tenían el poder de hacer algo al respecto.

Warner Bros. tomó medidas para sanear la biografía de Dean, eliminando las partes problemáticas de su vida, lijando su ira y sus aristas más duras, y convirtiendo su acto rebelde en una mercancía, más aceptable para los padres de los adolescentes. Un año después de la muerte de Dean, Ballantine Books encargó una biografía de Dean a Bill Bast, que siguió las órdenes de su editor sin necesidad de que se lo pidieran y purgó la vida de Dean de todo lo queer para proteger al hombre que amaba, incluso en la muerte. Eso no impidió que los gays vieran en la biografía de Bast y en ‘Rebelde sin causa’ lo que el público heterosexual no podía ver. El dramaturgo queer W. Somerset Maugham leyó y comprendió, al igual que el futuro activista gay Jack Fritscher. "James Dean era masculino, rubio, sexy, californiano, americano y gay", recuerda Fristcher de su amor adolescente. "Quería a James Dean. Quería ser él".

En 1956, la propia Esquire se mofó de "La Apoteosis de James Dean", que representaba el rostro de Dean bajo un cristal roto. En 1959, la revista pidió al afamado novelista John Dos Passos que escribiera sobre Dean para el quincuagésimo aniversario de la revista. Se quejaba despectivamente de la "masculinidad siniestra y frustrada de Dean, casi una niña", y se burlaba de los adolescentes que se vestían y actuaban como su ídolo, todo vanidad, narcisismo y demasiada sensibilidad. No eran hombres de verdad. A los adolescentes no les importaba, por supuesto. Los viejos recelaban, pero los jóvenes veían una idea más libre, menos confinada, más honesta de la masculinidad. Al menos durante un tiempo. Pero aún era el siglo XX, y a medida que envejecían, se volvían menos radicales.

A mediados de los años 70, un cuarteto de biografías anunciaron la implicación sexual de Dean con otros hombres. Mirando hacia atrás, es fácil ver cómo los chicos heterosexuales que adoraban a Dean, ahora hombres de mediana edad, se sintieron traicionados. Se habían modelado a sí mismos y a su hombría en una de esas personas. Y lo que es peor, después de que el motín de Stonewall señalara el inicio del movimiento por los derechos de los homosexuales, hombres abiertamente homosexuales, como los críticos culturales Parker Tyler y Jack Babuscio, reivindicaron a Dean como icono de la liberación gay. Su foto colgaba en los bares gay. Las revistas y boletines gay hablaban de su sexualidad, y el primer bar de cuero de San Francisco, Fe-Be's, encargó una estatua de un motero que remodelaba el David de Miguel Ángel como un James Dean vestido de cuero.

De repente, había mercado para castigar póstumamente a Dean por su traición a la virilidad heterosexual. Una generación de escritores, tanto heterosexuales como homosexuales, empezó a afirmar que era un depredador sexual, un sociópata, alguien a quien había que avergonzar por su vida sexual, que imaginaban erróneamente de forma cada vez más barroca. El biógrafo Venable Herndon afirmó que Dean había sido un trabajador sexual gay para el que ningún acto era demasiado degradante o demasiado extremo. En ‘Hollywood Babylon II’, Kenneth Anger lo representó quemando su carne con cigarrillos durante lo que Anger describió como un autocastigo sexual. Hace sólo cinco años, el biógrafo Darwin Porter alegó de forma improbable que Dean era el sumiso en una relación de amo-esclavo con Marlon Brando que se acercaba incómodamente al abuso. En su reciente estudio sobre ‘Gigante’, el difunto Don Graham imaginó a Dean como un depredador sociópata pero agresivamente heterosexual que utilizaba sistemáticamente el sexo para atrapar a poderosos hombres mayores. Este verano, en su nueva novela ‘Widespread Panic’, el veterano autor de ‘L. A. Confidential’, James Ellroy, seguía presentando a Dean como un villano, un trabajador sexual y pornógrafo, un andrógino amoral. "Soy muy amable y gentil", escribió una vez Dean.

Pero nadie lee libros, ya no. Poca gente se ha enterado de lo que hay en ellos. Fuera de la comunidad LGBTQ+ y del mundo académico, la vida sexual de James Dean sigue siendo noticia, con medio siglo de retraso. Dean creía en el poder de la imagen, y Hollywood y Madison Avenue han vendido durante mucho tiempo al público un James Dean diferente, el semental heterosexual arrancado de las campañas publicitarias de la Warner Bros. de los años cincuenta. Ese James Dean, el que se ve en los biopics televisivos y en las brillantes campañas de marcas como Tommy Hilfiger y Montblanc, ha sido reducido durante siete décadas a una imagen, un santo del celuloide, silencioso y seguro. Hasta cierto punto es comprensible. Los anunciantes y los productores se han enfrentado a menudo a importantes reacciones si utilizaban a personas queer para hacer publicidad dirigida a consumidores heterosexuales, y James Dean sigue siendo una de las celebridades muertas mejor pagadas de Estados Unidos, ya que sigue cobrando nada menos que 8,5 millones de dólares al año, según la reciente clasificación anual de Forbes.

La ironía es que la imagen de James Dean, el rebelde guay, era una representación intencionada, las fotografías que pasaban por el hombre tan incompletas como los fragmentos de biografía que se mezclaban con sus papeles en el cine y pasaban por su vida. Sin embargo, la persona real, complicada, insegura, empollona y gay que se esconde tras la imagen sigue siendo peligrosa y escandalosamente moderna, un hombre del siglo XX que lucha por tener una vida del siglo XXI. Ya es hora de que se lo permitamos.