domingo, 27 de febrero de 2022

#hemeroteca #gais #queer | Rosa y libre: el regreso de BUTT, la revista que revolucionó el erotismo masculino

El País / Detalle de una de las portadas de BUTT //

Rosa y libre: el regreso de BUTT, la revista que revolucionó el erotismo masculino.

Gert Jonkers y Jop Van Bennekom dirigieron durante diez años una publicación que, saltándose todas las normas del decoro y dando voz e imagen a la disidencia estética masculina, logró atraer a los mejores anunciantes, fotógrafos y firmas. En una semana y en un mundo diferente, estará de vuelta.
Ferran Pla | Icon, El País, 2022-02-27
https://elpais.com/icon/cultura/2022-02-27/grande-rosa-y-libre-el-regreso-de-butt-la-revista-que-revoluciono-el-erotismo-masculino.html 

Entre 2001 y 2011, la revista ‘BUTT’ provocó, divirtió y excitó a la comunidad gay con una receta opuesta al canon: hombres gordos y bajitos, o altos y con barriga, peludos, o con muslos grandes, fotografiados en diversos estados de desnudez por Wolfgang Tillmans o Ryan Mcginley. Por sus páginas pasaron Gore Vidal, John Waters, un basurero, un cocinero o un limpiador de letrinas sadomasoquista, todos sometidos a cuestionarios ligeros y desinhibidos sobre sexo. Los lectores también aparecían, por supuesto desnudos, y todo el mundo se juntaba durante unas fiestas, las ButtXXXX, hechas, por supuesto, para ligar. Durante una década ‘BUTT’ fue la publicación más incorrecta y festiva de la intersección entre el porno, la vanguardia y el periodismo. En marzo vuelve. ¿Qué quedará de aquel radical producto del principio del milenio?

Los ecos del ‘BUTT’ primigenio todavía resuenan entre sus antiguos colaboradores. “Gert Jonkers y Jop Van Bennekom, los editores, fueron realmente revolucionarios. Por aquel entonces no se veían fotos de gays con barba, con vello corporal y con barriga. Era impensable. Siempre eran atléticos, culturistas… Todos nos dimos cuenta de lo rupturista que era aquello”, recuerda Luis Venegas, editor y director creativo, y amigo de los creadores de ‘BUTT’ . “De hecho, tú ves estas barberías que hay ahora para hipsters, que parecen un poco de broma, y estoy convencido que se lo debemos a ‘BUTT’. Les doy todo el crédito”, ríe.

Bajo el socarrón subtítulo “una revista para homosexuales”, ‘BUTT’ (culo en inglés) destacaba en un contexto editorial en el que mandaban publicaciones como ‘Out’ o ‘Attitude’, donde todo eran estereotipos envasados próximos a las revistas femeninas. Las subculturas gais eran prácticamente invisibles. El término ‘oso’, palabra del argot gay que surgió para describir a hombres velludos y fornidos que se salían del canon de belleza oficial, era desconocido, al igual que la escena que representaba: aunque esta etiqueta ahora se haya domesticado e, irónicamente, haya generado su propio canon excluyente de masculinidad sobreactuada, durante mucho tiempo fue una subcultura que daba la bienvenida a todos aquellos con físico no normativo. Una escena solo presente en revistas eróticas ‘underground’ o en primigenias páginas web con tosco código html, pero creciente en una comunidad gay necesitada de otro tipo de referentes y medios de comunicación. Cuando, a mediados de 2001 se publicó el primer número de ‘BUTT’, con su inusual formato fanzine tamaño A5 e impreso en papel rosa, Gert Jonkers y Jop van Bennekom supieron aprovechar la coyuntura.

En plena confusión con el cambio de milenio, estos dos holandeses proponían un nuevo enfoque sobre en qué consistía ser gay. “Apareció en un momento muy necesario, con una gran apertura hacía una mayor inclusividad en términos de edad, de cuerpos, de maneras diferentes de entender la belleza. Y ponía al mismo nivel a escritores, diseñadores, músicos, barrenderos, cocineros y albañiles. Cada uno estaba destacado por su manera propia de entender la sexualidad”, explica el fotógrafo Daniel Riera, uno de los primeros en colaborar con ‘BUTT’. Conoció a Van Bennekom en unos talleres de creatividad y diseño, y desde entonces han trabajado juntos en todos los proyectos editoriales del holandés: ‘BUTT’, ‘Fantastic Man’, ‘The Gentlewoman’.

El ya mítico primer número de ‘BUTT’ (con su portada protagonizada por Bernhard Willhelm, el diseñador de moda alemán, desnudo) avisaba de ese acercamiento espontáneo, inteligente, divertido y sexi hacia la figura del homosexual que iban a cultivar en los siguientes números. Lo erótico rozaba lo pornográfico, el tono de las imágenes era crudo y a la vez tierno, las entrevistas parecían una charla en el metro. Los colaboradores usaban un lenguaje natural. La revista tenía una frescura heredera de 'Interview', la revista de Andy Warhol.

“Recuerdo estar en París”, rememora Venegas. “Fui a Colette [desaparecida tienda de culto]. Entonces había una mesa grande en la planta baja y vi una revista que destacaba del resto. Era descarada, sin prejuicios, como diría Madonna, ‘unapologetically gay’ [desacomplejadamente gay]. Creo que era el número dos o tres. Lo compré. La revista venía con un ‘e-mail’ de contacto y les escribí diciéndoles lo mucho que me gustaba. Nos hicimos amigos y empecé a colaborar.” ‘BUTT’ también fue innovadora al funcionar como punto de encuentro para sus lectores a través de una web, actualizando la tradición de los anuncio de contactos. ‘Buttheads’ era el nombre que designaba a los miembros registrados en el ‘site’ que creó la revista para ampliar su comunidad. “Me enviaron un correo diciendo que si me quería registrar. Fui el número tres. Incluso aparecí desnudo. Todavía guardo el pantallazo”, bromea Venegas. “Aún tengo mi perfil abierto” explica Daniel Riera. “A la pregunta: ‘¿Cual es tu parte favorita de tu cuerpo y por qué?’ que te hacían al registrarte, respondí: ‘Mi cerebro, está lleno de misterios”. A día de hoy, Buttheads tiene 18.685 registrados, pero hace años que se cerró la admisión. Quizás consecuencia del éxito de aplicaciones de ligar tipo Grindr y el inicio de una época en el que los algoritmos comenzaron a mediar con el deseo sexual. Pero es algo que igual puede cambiar con su anunciada y esperada vuelta al papel el próximo 3 de marzo.

El diseñador de moda Carlos Díez, gran admirador de ‘BUTT’, nunca formó parte de los Buttheads pero sí del mundo ‘offline’ que ofrecía la revista con las famosas fiestas que organizaba por todo el mundo para reunir a sus lectores: “Estaba por Barcelona y alguien me invitó a ir a la fiesta/presentación de la revista. Fue un poco aburrida, así que nos fuimos enseguida decepcionados. Acabamos en un ‘after’ y resultó que estaban los directores. Al verlos les pedí que me regalaran sus calzoncillos. Respondieron que no. Pensé que eran unos sosos. Pero al rato volvió uno de ellos con su calzoncillo en la mano y me lo regaló. En otra ocasión, estando en Nueva York, me encontré por la calle con el fotógrafo Miguel Villalobos, colaborador habitual de la revista y me invitó a otra de sus fiestas”, recuerda Diez. “Era en un antro muy guay y durante la fiesta Miguel iba pidiendo a la gente que le dejara fotografiar su culo. Nadie se prestaba, a pesar de que era solo el culo con el pantalón bajado, sin cara ni nada. Al final me ofrecí y al cabo de unos días me encontré con la foto de mi culo en una de esas revistas gratuitas que regalaban entonces por todo Nueva York”.

Todavía hay que ver qué vigencia tendrá el nuevo ‘BUTT’ en un contexto como el actual, en el que todas las revistas son conscientes de la diversidad y en el que predominan los ‘centennials’, un relevo generacional obsesionado con muchos de los códigos estéticos que proponía ‘BUTT’. Publicaciones como la reciente ‘Dirty Magazine’, por ejemplo, o el fenómeno del Indie Sleaze están recuperando la estética de las fotos analógicas hechas con una cámara compacta, el espíritu de los primeros números de la polémica ‘Vice’ y el sexo descarado y frontal de fotógrafos como Terry Richardson mezclado con el desaliño festivalero de ‘it girls’ como Cory Kennedy o el fotógrafo Cobrasnake.

Lo que está claro es que ‘BUTT’ sigue siendo una de las publicaciones más influyentes dentro y fuera del mundo ‘queer’. “La prueba está en que enseguida Tom Ford, que por entonces era el director creativo de firma Gucci, o Hedi Slimane, que estaba revolucionando la moda masculina en el 2001, se ofrecieron para meter publicidad en los primeros números. La ‘intelligenstia’ de la moda de entonces vieron que había que estar allí”, afirma Luis Venegas. En 2022, Gert Jonkers y Jop van Bennekom parece que siguen seduciendo a la órbita ‘fashionista’ de ahora y para su vuelta ha sido la firma Bottega Venetta, bajo su nuevo director creativo Matthieu Blazy, quien se ha ofrecido con la publicidad de todo el nuevo número, patrocinando también la fiesta de presentación en marzo, acompañada por una instalación que tendré lugar en París el próximo 3 de marzo.

“Estoy expectante, con muchas ganas de ver qué vuelta le habrán dado”, explica Daniel Riera. “Estoy seguro que habrán encontrado la manera de seguir siendo relevantes intelectualmente y que siga siendo un espacio de libertad que celebre la diferencia en un momento tan caótico como el que vivimos.” De momento, ya se ha desvelado la portada: Sonny y David, una pareja afroamericana tumbada en la cama con la palabras: ‘Joy, Fetish, Cissy, Hung, Positive, Femme’. O sea: “Alegría, fetiche, maricas, dotados, positivos, femeninos”. Términos que hoy definen una forma propia de vivir la diferencia, pero que ya estaban presentes hace más de veinte años en una pequeña revista de color rosa.

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