martes, 22 de febrero de 2022

#hemeroteca #trans #transfobia | Shon Faye: "La transfobia es un pensamiento fascista"

El Periódico / Shon Faye //

Shon Faye: "La transfobia es un pensamiento fascista".

La autora de 'Trans. Un alegato por un mundo más justo y más libre' (Blackie Books) aboga por la solidaridad entre minorías y clama contra el rechazo por parte de ciertas corrientes feministas.
Beatriz Pérez | El Periódico, 2022-02-22
https://www.elperiodico.com/es/sociedad/20220222/entrevista-shon-faye-trans-transfobia-fascismo-13274864 

¿Qué significa ser trans en una sociedad transfóbica? Esta es una de las muchas preguntas que aborda la activista y escritora Shon Faye (Bristol, 1988) en su ensayo 'Trans. Un alegato por un mundo más justo y más libre' (Blackie Books). A lo largo de casi 400 páginas, la autora analiza las vidas de las personas trans y acaba ofreciendo un manifiesto por la justicia y la solidaridad entre todas las minorías sociales. Faye ha trabajado en Amnistía Internacional y colaborado con medios como 'The Guardian', 'The Independent' y 'Vice', y es la creadora del podcast 'Call me mother'.

¿Por qué, como dice usted, "la liberación de las personas trans mejoraría las vidas de todo el mundo en nuestra sociedad"?
Porque las cosas que mejorarían la vida de las personas trans -uno de los grupos más marginados y vulnerables socialmente, aunque no el único- mejorarían también la vida de la sociedad en general. Hablo del acceso a la vivienda, de una ausencia de violencia, del derecho a una autonomía corporal, del acceso a los sistemas sanitarios. En el fondo, el sistema de género no solo perjudica a las personas trans, sino a las mujeres en general, a las personas LGTBI e incluso a los hombres que se ven obligados a reprimir un montón de cosas.

Usted insiste en que no quiere caer en lugares comunes. Por ejemplo, prefiere no entrar en el debate de si es justo o no que las mujeres trans compitan contra mujeres cisgénero (mujeres cuya identidad de género concuerda con el sexo asignado al nacer). ¿Es este debate, ahora tan en boca de todos, una pérdida de tiempo de verdad?
El deporte de élite y cómo encajan las personas trans en él es un tema que afecta a un número ínfimo de personas. Yo preferí centrar el debate en los problemas reales que afectan a las personas trans, que en casi su totalidad nunca participarán en el deporte de élite. Y por eso hablo mucho del trabajo sexual, porque la industria sexual es uno de los mayores empleadores de las personas trans. Un número inmenso de personas trans pasan por esta industria en algún momento [casi el 50% de las personas trans han ejercido en algún momento la prostitución, según el estudio 'Transexualidad en España: Análisis de la realidad social y factores psicosociales asociados', realizado por la Universidad de Málaga en 2012]. Los medios, que en su mayor parte están compuestos por personas cisgénero, hablan solo de sus neurosis y miedos como los cuartos de baño, los vestuarios y los deportes de élite. Yo quería centrarme en los problemas que de verdad afectan a la comunidad trans, como la vivienda, el trabajo, el bienestar, la precariedad.

Dice que la pobreza y el sinhogarismo son dos cuestiones trans. ¿De qué manera?
Las personas trans se ven afectadas de una forma desproporcionada por la pobreza y el sinhogarismo [sufren hasta el doble de desempleo que la población general, según el informe 'A broken bargain of transgender workers', de 2014]. Una cosa que está pasando ahora es que las personas trans salen del armario a una edad cada vez más temprana, algo que por un lado es bueno pero que por otro significa que, al ser a menudo rechazadas por sus familias y comunidades, se quedan en la calle antes. Y el sinhogarismo es algo que se puede enquistar en la vida de una persona si empieza a edades muy tempranas. A mí me gusta mucho volver al movimiento LGTBI de Nueva York, en los 70, con las revueltas de Stonewall y el trabajo de Marsha P. Johnson y Sylvia Ribera. Las dos eran personas que se salían de los estándares de género y pusieron mucho el foco en acoger a todas estas personas que se quedaban en los márgenes. Ahí las comunidades LGTBI empezaron a trabajar para dar hogar a estas personas, a cuidarse entre ellas. Al final la vivienda es un tema muy importante dentro de la problemática trans, pero se toca muy poco porque quien ocupa las posiciones de poder dentro los medios o las organizaciones LGTBI suele ser gente como yo, privilegiada, de clase media; gente que no percibe esta precariedad.

¿Por qué es un error hablar de cuerpos equivocados al referirse a personas trans?
Me parece una metáfora muy torticera. Entiendo que es una forma de explicar la disforia de género [la ansiedad que sienten las personas cuya identidad de género difiere del sexo asignado al nacer] a gente que nunca la ha sentido. Sin embargo, no me parece una metáfora válida. Primero, porque yo no creo en esto de un cerebro de mujer en un cuerpo de hombre. Segundo, porque es algo mucho más complejo. Sí que entiendo que [la disforia] es algo que afecta a las personas trans, una emoción muy potente que nos hace sufrir mucho, y por eso en el libro utilizo la idea de desamor, de que te rompen el corazón. Como cuando terminas una relación sentimental y esa persona se va pero se queda ese luto por esa vida que imaginabas que tendrías y que ves que se esfuma ante tus ojos. Creo que esto se acerca más a describir lo que es la disforia de género: esa sensación de que hay una vida que podrías estar viviendo pero que de algún modo te es imposible vivir. Y pienso que, si tenemos a tantas personas trans expresando este sufrimiento, a lo mejor hay que creerlas sin tener que entender exactamente qué están sintiendo y apoyarlas sin la necesidad de que todo nos quede clarísimo.

¿Por qué la lucha de las personas trans es también una lucha de clases?
Cuando yo trabajaba como periodista lo hacía para medios de izquierdas donde muchas veces te encontrabas a gente que decía que el tema trans no era política social, sino políticas identitarias, individualistas. Y aquí lo que yo intento hacer es defender que las personas trans, en tanto que trabajadoras en su gran mayoría precarizadas dentro de este sistema, forman parte de cualquier tipo de demanda o reivindicación socialista o de mejora de la sociedad. Hasta que no entendamos que la liberación de las personas trans -que siempre han necesitado de la izquierda y han estado presentes en sus manifestaciones y reivindicaciones- está englobada en una liberación de la clase trabajadora en general, no saldremos de ahí.

Por eso dice también que no puede haber liberación trans bajo el paraguas del capitalismo.
Evidentemente, de la misma manera que creo que tampoco las mujeres pueden ser verdaderamente libres bajo el paraguas del capitalismo, porque es un sistema que explota a muchos para el beneficio de muy pocos. Vivimos en un sistema totalmente insostenible, que está destrozando el planeta, mientras unos pocos, una élite minúscula, amasa una riqueza cada vez más obscena. Dicho esto, que crea que no habrá una liberación total bajo el capitalismo no significa que no crea que podemos hacer muchísimas cosas ahora por mejorar las condiciones de vida de las personas trans y de mucha más gente en general. Por ejemplo, en forma de vivienda pública, de asistencia legal, de sistemas de salud.

Sorprende que exista transfobia dentro del movimiento feminista y LGTBI. ¿A qué se debe?
La verdad es que es muy injusto y triste que, desde la izquierda, las personas trans suframos este rechazo. Es esperable que venga de la derecha, pero encontrárnoslo en nuestro propio lado y desde el mismo feminismo es muy descorazonador. Deberían ser las mismas personas que se consideran izquierdistas las que planten cara a esta transfobia. Y esto en el fondo es lo que intento hacer en el libro: dar a las personas cisgénero información para plantar cara a la transfobia. Nosotras, las personas trans, ya estamos agotadas, les toca a las personas cis hacer este trabajo. Es muy importante tener en cuenta que el pensamiento tránsfobo es un pensamiento esencialmente fascista.

¿Qué le parece la ley trans de España?
En el Reino Unido pasamos por algo similar con una propuesta de ley que básicamente pretendía despatologizar a las personas trans y que tuvieran derecho a autodeterminar su sexo sin un proceso médico. Desgraciadamente en Reino Unido la ley no se aprobó como en España. Por lo que tengo entendido, en España esta propuesta de ley, antes de ser aprobada, suscitó todo un debate en el que mucha gente se vio legitimada a dar rienda suelta a opiniones llenas de prejuicios. Y, sin embargo, la idea de desligar la transición del proceso médico [la ley trans española permite que una persona puede cambiar su nombre y sexo en el DNI solo con su voluntad, sin necesidad de informes médicos y años de hormonación] es algo muy positivo porque viene de una época en que se consideraba que las personas trans eran enfermas mentales. Yo espero que, ahora que en España la ley ha sido aprobada, este debate muera, una vez que se vea que ninguna de las predicciones agoreras se cumple. Además, creo que esta ley o este tipo de iniciativas abren el debate de por qué debe el Estado asignarnos un sexo y por qué este debe estar reflejado en nuestra documentación personal. ¿Por qué nuestro sexo biológico no es algo que hablemos solamente con nuestro médico? En nuestra documentación no se establece una raza legal o un color de pelo legal.

Pese al aumento de la homofobia y la transfobia, estamos en un momento de que hay más representación LGTBI que nunca. ¿No es paradójico?
Ambas cosas van de la mano. Una mayor visibilidad es algo positivo, pero por otro lado conlleva un aumento de represalias, como una respuesta reaccionaria a ese aumento de visibilidad, que quiere reprimirla y devolverla al armario. Creo que es algo un poco inevitable. Ahora hay muchas marcas que se aprovechan del tirón LGTBI y utilizan a muchas personas del colectivo en sus campañas, y creo que si aúpas y fomentas esa visibilidad tienes que asumir la responsabilidad de proteger a esas personas de las represalias que pueden sufrir.

Preocupa que en países como Francia, por ejemplo, parte del movimiento LGTBI apoye a políticos como Le Pen.
Es importante recordar que pertenecer a una minoría no te exime de alinearte con el poder hegemónico, ya que eso te da un estatus y una protección que no tendrías de lo contrario. Por desgracia ser miembro del colectivo LGTBI no te exime de determinadas tendencias políticas, es algo que vimos en Francia con Le Pen, en Estados Unidos o Reino Unido. Por eso hablo tanto en el libro de temas como la inmigración, porque es importante recordar que muchas veces las personas que forman parte de plataformas que luchan por los derechos LGTBI suelen ser gente blanca, de clase media, privilegiada. No tengo una respuesta sobre qué hacer con esto. Solo puedo decir que hay que mantener una conversación sobre esto para seguir avanzando porque tu identidad sexual no siempre va a estar alineada con tu ideología política. Ser homosexual o trans es solo una faceta de tu identidad que se ve atravesada por otras muchas cosas, como la clase o la raza, y quizás en este sentido pese más el hecho de ser blanco, con papeles y de clase media que cualquier otra cosa.

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