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viernes, 3 de junio de 2016

#hemeroteca #mujeres | Solterona por convicción

Imagen: El País / Kate Bolick
Solterona por convicción.
La escritora Kate Bolick decidió vivir sola, y narra su experiencia en un libro que acaba de llegar al mercado español, tras arrasar en EE UU.
María Robert | El País, 2016-06-03
http://cultura.elpais.com/cultura/2016/05/13/actualidad/1463138730_112393.html

Para demostrar que la sociedad no se ha desprendido del todo de ese mal conocido como machismo, basta con realizar un sencillo experimento: ‘googlear’ la palabra ‘solterona’. Cuando el poderoso buscador bucea por el término, se topa con una inagotable selección de entradas de dudoso gusto, tales como ‘Dejar de ser una solterona’, ‘La terrible carga de ser una mujer solterona’ o ‘La delgada línea entre soltera o solterona’. Kate Bolick no tiene reparos en autodenominarse de esa forma. Sabe que es de las pocas mujeres que asumen que el peyorativo término no debe minar su confianza en sí misma. Solterona, a mucha honra. La periodista y escritora Bolick decidió al cumplir la treintena que quería vivir su vida en solitario. Sin tabúes y desmitificando el término, ha plasmado sus inquietudes existenciales en ‘Solterona, la construcción de una vida propia’ (Malpaso), un ensayo en el que mezcla experiencia propia con datos y estadísticas sobre el tema.

El libro se ha convertido en un fenómeno editorial en EE UU y recientemente acaba de aterrizar en España. Igual que su escritora, que explica el punto de inflexión que le hizo tomar un rumbo con el que no fantaseaba en sus sueños juveniles. Había asumido siendo una niña que su vida adulta se cimentaría sobre el matrimonio y los hijos. Algo que nunca ocurrió. "Me iba haciendo mayor y no sucedía, no encontraba a nadie. Incluso llegué a pensar que el problema era yo", rememora la escritora. Circunstancias vitales que acabó aceptando, hasta logró disfrutar de ellas. "A los 35 asumí que, a lo mejor, es que no me casaba nunca. Al final me dio igual, porque me di cuenta de que me gustaba. Me gusta la vida que tengo", subraya.

Muchas mujeres se ven en esa misma tesitura vital, opina Bolick, y les cuesta asumir la soledad. Sobre todo cuando viene impuesta por el destino y no por propia voluntad. Precisamente, esa es una de las principales motivaciones que la impulsaron a dar testimonio escrito de su experiencia, la de liberar a sus congéneres de la pesada carga psicológica que sostienen por no llegar a ser lo que la sociedad espera. Cada vez más, señala con un dato. "En EE UU, entre las que no están casadas ni tienen pareja, y las que son viudas y divorciadas, la cifra de mujeres a las que ella llama solteras sobrepasa el 53%".

A pesar de que ella eligió la independencia por decisión personal, confiesa que ha experimentado momentos de zozobra en algunos momentos. "Cuando tenía 30 y pocos, sentía que tenía que vivir sola para aprender a estar bien conmigo misma, pero no sabía como hacerlo". En esa época encadenaba etapas de salir mucho con otras de permanecer sola en casa en las que acababa deprimida. "Estuve varios años aprendiendo la manera de encontrarme bien conmigo misma. Una de las lecciones más importantes que he aprendido es que, para vivir bien sola, necesitas tener la voluntad de querer estarlo. Como cualquier tipo de vida plena necesita la intención de querer tenerla".

En su texto, la escritora no plantea una doctrina inalterable. Ella misma, tras una década de soltería, tiene actualmente una relación y comparte piso con su pareja. Algo que, cree, no es en absoluto contradictorio con lo que predica. "Nos hemos tenido que ajustar el uno al otro. Después de 10 años viviendo sola, estoy acostumbrada a tener todo el tiempo del mundo para mí. Lo que permite que estemos bien juntos, es que mi novio también necesita mucho tiempo para él. Nos las hemos apañado para negociar las diferentes necesidades que tenemos cada uno", relata. Apela a la diversidad y a la libertad individual de cada uno. Sería la consecuencia lógica, y de hecho lo es, según su criterio, de la evolución de la historia y la transformación de la sociedad. "Es el resultado de los logros de la segunda ola del feminismo de los años 70. Es una circunstancia que nunca se ha dado antes: el número de mujeres que están trabajando y estudiando es mayor que nunca". Y añade. "Cuando las mujeres han tenido menos acceso a la educación, han tendido a casarse más. Si toman la decisión de vivir en solitario creo que es, fundamentalmente, porque ahora se les permite tener experiencia, una visión del mundo mucho más amplia que el matrimonio. No es egoísmo, como muchos argumentan".

Cada vez más madres solteras
Separa, no obstante, la soltería de la maternidad. Una cosa no está reñida con la otra, pero ambas se nutren de los cambios sociales. "Es deliciosamente irónico que, en el pasado, las solteronas fueran consideradas asexuales y se pensara que no debían tener hijos, y, ahora, las solteras están optando cada vez más por tener hijos solas", afirma. Vuelve, una vez más, a sacar a colación las estadísticas. Recita los datos de memoria, tal y como los plasma en su libro, y de ellos saca varias conclusiones. "Es muy curioso que el porcentaje de mujeres que realmente quieren tener hijos es muy pequeño. Y lo mismo con las mujeres que no quieren tenerlos. La mayoría estamos en el medio. No sabemos realmente si queremos o no, depende de cómo funcione nuestra vida, en el momento en el que estamos". En resumen, que muchas mujeres tienen hijos coaccionadas, una vez más, por los roles y estereotipos que impone la sociedad.

"Es una presión real, que existe y provoca mucho estrés. También la padecen los hombres, porque el mundo está organizado en torno a la familia y a la pareja". Con una diferencia abismal. "Es más fuerte para las mujeres. Ahí está el caso, por ejemplo, de George Clooney. Los hombres pueden esperar todo lo que quieran a la hora de vivir en pareja y tener descendencia". Sucede al contrario en el género femenino. Si una mujer no tiene pareja, en algún momento de su existencia habrá tenido que aguantar el tipo y sonreír ante el gracioso de turno que bromea con su condición de solterona. A Kate Bolick, le ha sucedido, y por eso anima a desembarazarse de las peores connotaciones de la palabra. "Todo el mundo sabe que es un término muy negativo, y aunque la gente no lo suele usar en serio, es una manera de mantener el miedo. Es una forma de decir: mira en lo que te vas a convertir si no te casas”.

lunes, 11 de abril de 2016

#libros #mujeres | Solterona : la construcción de una vida propia

Solterona : la construcción de una vida propia / Kate Bolick.
Barcelona : Malpaso, 2016 [04-11]
340 p.
ISBN 9788416420711

/ ES / ENS
/ Estereotipos / Feminidad / Identidades / Mujeres / Soltería / Testimonios

Tan atractivo como difícil de clasificar, ‘Solterona’ es un libro que explora en primera persona y denuncia sin piedad las cuestiones que han sido consideradas claves de la realización femenina por parte de la sociedad patriarcal. El matrimonio, la vida profesional, la maternidad… todas estas situaciones marcan la vida de las mujeres y en ocasiones las lastran para llevar adelante una vida creativa y profesional rica y equiparable a la de los hombres. Kate Bolick demuestra su teoría con respecto a la vida de las mujeres comparando sus inquietudes con las decisiones que en día tomaron algunas de sus heroínas, de sus «despertadoras», como Edith Warthon, Maeve Breenan, Neith Boyce, Edna St. Vicent Millay y Charlotte Perkins Gilman; mujeres que supieron llevar adelante una vida no dependiente de varón alguno y que destacaron como periodistas y escritoras.

Kate Bolick creció pensando que acabaría casándose. Incluso tenía una fecha límite para hacerlo: los treinta años. Se concedió hasta entonces para estudiar, experimentar y decidir qué hacer con su vida profesional. Sin embargo, cuando llegó a la treintena ese deseo de casarse se había evaporado. Una nueva década cargada de ambiciones se abría ante ella. Y el matrimonio se convertía en una molestia. K. Bolick no ha escrito un libro de autoayuda ni una guía inspiracional. A través de su mirada y de su experiencia consigue explicar cómo la literatura de Edna St.Vincent Millay, Maeve Brennan, Edith Wharthon, Neith Boyce y Charlotte Perkins Gillman la ayudaron a apasionarse, a no buscar en los demás sino en ella misma, a vivir como una mujer que no necesita de nadie para construir su identidad.

martes, 29 de marzo de 2016

#hemeroteca #libros #mujeres | Me quedaré soltera (y no será mal plan)

Me quedaré soltera (y no será mal plan).
Kate Bolick publica ‘Solterona’, un terremoto editorial que rompe los mitos del matrimonio y aboga por una evolución natural de la lucha por la independencia. Bolick construye el libro desde sus experiencias personales e inspirándose en mujeres artistas que no necesitaron estar solteras para defender la autoexpresión.
Lucía Lijtmaer | El Diario, 2016-03-29
http://www.eldiario.es/cultura/libros/quedare-soltera-mal-plan_0_499750794.html

Un día, a los 28 años, Kate Bolick se despertó llorando. Se había separado recientemente de su novio Allan porque no era el hombre de su vida y aún así el dolor le acuciaba. ¿Por qué el sufrimiento al quedarse sola era tal? ¿Se trataba únicamente del típico luto por una relación que no funcionaba o comenzaba a permear la desesperación por un futuro en soledad? El dolor, como la relación con Allan, acabó remitiendo, pero las preguntas de Bolick no.

Así que diez años más tarde, con mucho más recorrido sentimental y académico a sus espaldas, Bolick escribió ‘All the single ladies’, un ensayo que se publicó en The Atlantic, levantó ampollas y se viralizó inmediatamente. En este, Bolick trataba uno de los grandes tabúes de nuestro tiempo: ¿qué pasa cuando la soltería se convierte en un estado más o menos perpetuo en nuestras vidas?

Bolick echaba mano de las estadísticas: según la Oficina del Censo de Estados Unidos en 2013, 105 millones de personas de 18 años o más nunca se habían casado, divorciado o enviudado. El 53% de todos ellos eran mujeres. Las cifras aumentaban considerablemente en las mujeres afroamericanas: un 70% de ellas no se han casado, y su permanencia en este estado a medida que pasa el tiempo llega a doblar las estadísticas de las mujeres blancas.

Ante estos datos, Bolick proponía una alternativa, que ahora desarrolla en ‘Solterona’, un ‘best seller’ que aterriza en nuestro país el 11 de abril de la mano de Malpaso tras arrasar en Estados Unidos: ¿qué pasa si no casarse fuera no un fracaso sino el resultado de las derivas de nuestra sociedad? ¿Y si la soltería (en particular entre las mujeres) fuera en realidad una evolución natural de la lucha por la independencia?

“Necesitamos discutir este cambio demográfico en el que la edad del primer matrimonio no deja de aumentar y cada vez hay más gente soltera que antes”, explica Bolick a El Diario. “Este cambio sin duda es nuevo, pero no es un fenómeno exclusivamente contemporáneo, como mucha gente intenta demostrar, sino el resultado de siglos de cambio y progreso hecho por mujeres. ‘Solterona’ quiere invitar a los lectores a hacerse las preguntas y los descubrimientos que guiaron mi propia vida como una mujer que no se ha casado, y demostrar que crear tu propia madurez fuera del matrimonio y los lazos familiares tradicionales puede ser confuso, divertido, difícil y enriquecedor”.

La vida como una cuenta atrás
Con esta premisa, la autora analiza los últimos fenómenos de la sociedad tardocapitalista, desde las citas online hasta la cultura de los ligues de una noche en las universidades estadounidenses -un fenómeno que comienza a popularizarse en los años noventa-, pasando por el más que comprobado (según Bolick) reloj biológico de los hombres a partir de los 40 años. Todas estas situaciones se basan en una premisa, la del "baile de sillas", según el cual hay que emparejarse y tener descendencia. Y cuando esto no ocurre, no hay alternativa.

Pero Bolick analiza también desde su propio caso personal, que el lector toma como algo paradigmático: ¿por qué una chica se construye, desde la infancia, como un ser que tiene que ser deseado por encima de todo? ¿Qué sucede cuando las relaciones no funcionan y por toda respuesta se obtiene un “no te preocupes, todavía te quedan seis años”? La vida se argumenta como una cuenta atrás, independientemente de tus logros profesionales y personales.

No solo las 'solteronas'
“Creo que la mejor defensa pasa por ignorar este hecho y centrar tu atención en descubrir y aprender sobre el enorme universo de mujeres que han vivido a su aire, solas, y han logrado ser unas artistas espléndidas o realizar vitales contribuciones a nuestra sociedad”, explica Bolick

En ese viaje de autodescubrimiento, Bolick recurre a las vidas y obras de cinco mujeres que le han ayudado a salir de esa cuenta atrás. A través de las autoras Edna St. Vincent Millay, Maeve Brennan, Edith Wharton, Neith Boyce y Charlotte Perkins Gillman, Bolick establece paralelismos para entender la independencia femenina y la necesidad de autoexpresión. Todas son artistas de amplia trascendencia en la literatura anglosajona -St. Vincent Millay, Wharton y Perkins Gillman son de obligada lectura en los programas de todas las universidades-, todas estuvieron casadas y todas son mujeres blancas sin demasiados problemas económicos. ¿Por qué ellas?

“Mi intención en el libro no era representar a todas las mujeres solteras, sino explorar mi propia relación con la idea de estar sola, y esas mujeres fueron esenciales en mi proceso personal. No puedo representar a todo el mundo”, dice Bolick.

La obra de Kate Bolick llega ahora a rebufo de una serie de ensayos contemporáneos anglosajones que quieren desmontar, desde la primera persona, los discursos con respecto a las mujeres y "lo femenino". Desde Caitlin Moran con ‘Cómo ser mujer’ a la obra de Hadley Freeman -de próxima publicación en Blackie Books-, la constante presencia de literatura nueva en torno a las narrativas y los mitos de lo que implica ser una mujer -soltera, sin hijos o simplemente, una mujer en el siglo XXI- reflejan un interés por un público cada vez más mayoritario (o al menos un interés por cazar al próximo ‘best seller’ irónico-femenino). Hoy Bolick anuncia que las solteronas tienen futuro. Y no es poca cosa.