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viernes, 22 de febrero de 2019

#hemeroteca #homosexualidad #memoria | Ángeles y demonios de Ocaña

Imagen: El País / Fotografía de Ocaña, 1975
Ángeles y demonios de Ocaña.
Fue el hallazgo burgués de un artista popular. Igual que 20 años atrás Marsé fue el hallazgo de un novelista proletario.
Jordi Gracia | El País, 2019-02-22
https://elpais.com/cultura/2019/02/20/babelia/1550674746_587934.html

De la misma manera que Ocaña desconocía la palabra “homosexual” cuando llegó a Barcelona en 1972, tampoco nadie sabía que aquello que empezaría a exhibir rambleando se llamaría en seguida ‘queer’ o activismo ‘queer’. Cuando moría a los 35 años en 1983, empezaba a designarse así en Estados Unidos lo que él había venido haciendo en Barcelona durante la década anterior. Quizás ambas carencias llevan dentro algo de la exultación espontánea, del histrionismo biológico y del vedetismo burlón y cómico que hizo de Ocaña en los setenta, y de ‘Ocaña’ hoy, un icono transversal, transgresor y canónico.

La paradoja más inquietante del presente está en la convivencia de esa cursiva y esa redonda que he usado. La marca ‘Ocaña’ puede acabar arrasando con el Ocaña maricón, provocador y ramblero que fue ese muchacho andaluz de familia humilde, sentido del humor innato, creatividad ácrata, don de la provocación y sexualidad tan festiva e incitadora como el falo descomunal que había plantado en el centro de la gran cama de su casa en la plaza Real barcelonesa, a principios de los ochenta.

De aquella forma del humor desafiante, de aquel exultante gozo por escandalizar exhibiéndose han quedado múltiples rastros ya inscritos en la memoria estética del último medio siglo. La película de Ventura Pons en 1978 atrapó su dimensión más artificiosa y solo en los últimos años la intermitencia de aquel retrato ha ido cobrando una dimensión menos prefabricada y más veraz, más propiamente Ocaña que ‘Ocaña’. Lo dice de otro modo más preciso Rafael M. Mérida en la introducción 'Ocaña. Voces, ecos y distorsiones' (Bellaterra, 2018) cuando asume que “la vitalidad y la proyección de Ocaña favorecieron su paulatina entidad metafórica, en vida, y su estatuto simbólico posterior”.

La ventaja adicional de los últimos años han sido un par de exposiciones importantes, en 2004 y en 2010, con sendos catálogos que hubiesen desmayado de placer a Ocaña, además de la pululación viscosa y excitada de confidencias, testimonios y maldades que ha ido diseminando parte de la fauna contracultural de aquella primavera travesti que empezó en 1976 y empezaba a morirse de éxito tras los cambios de 1982. Sin la frescura autobiográfica de Nazario, Ocaña podría hacerse de plástico y celofán, y sin la espontaneidad maliciosa de Onliyú acabaría siendo una talla policromada del santoral ‘queer’, travesti y teatrero.

Quizá lo más difícil de atrapar sigue siendo su combinación única de inocencia y programación, de espontaneidad y cálculo, de jovialidad e intención, todo mezclado y a veces indiscernible. En la rabia que le daba que a su pintura la llamasen naíf, sin saber demasiado bien lo que quería decir, llevaba una parte de razón. Aquellas vírgenes y ángeles, aquellas romerías y aquellos autorretratos tristes poseían una forma de la nostalgia ‘camp’ que no era cultural o estética, sino nativa y genuina. Nadie le haría renunciar a sus mantones de Manila ni a sus faralaes porque ambos surtían de motivos y de pretextos la exploración libérrima de un neopopularismo incidental y selectivamente conectado con los gustos de la izquierda progresista, anarquista, contracultural y hasta revolucionaria, casi siempre de extracción burguesa.

Hubo algo del hallazgo burgués del artista popular en Ocaña, como hubo algo del hallazgo del novelista proletario con Juan Marsé 20 años atrás. En algún momento aquel Ocaña fue parte del paisaje fascinado de un medio cultural que lo identificó como aliado imprevisto. Ensanchaba por su cuenta las ya muy vapuleadas costuras del viejo orden, en huida frenética del calcetín sucio franquista y católico (y la imagen es de Vázquez Montalbán). Era cuando Copi formaba parte del repertorio de turbulencias que difundía Herralde en Anagrama, o cuando Jaume Sisa encadenaba cálculos irracionalistas con humor galáctico, cuando Terenci Moix escandalizaba a los medios literarios o cuando las jornadas libertarias transmitían un éxtasis tan inducido como inverosímil. Crecía entonces el impacto de una industria local del cómic gamberro, gritón y sexuado (da igual en qué dirección) con ‘Star’, con ‘El Víbora’ o con revistas como 'Ajoblanco'. Por eso no entendía Ocaña aquella inquina por ir a votar de casi todos sus amigos, pasando mucho de las primeras elecciones generales de 1977, pero sin entender tanta bronca. Como dice Onliyú en el epílogo, a él “eso de votar le parecía bien, estaba en un sinvivir y no entendía por qué” estaban los demás tan en contra, unos por anarquistas, otros por obediencia de extrema izquierda. Merece Ocaña, como hacen en ese libro Víctor Mora, Alberto Mira, Dieter Ingenschay o Alfredo Martínez Expósito, rutas de aproximación a su vida y a su muerte sin liofilizarlo y abriendo el foco a su dimensión política profana, su afirmación homosexual y su dimensión artística e íntima. Así la momia venerada, la reina totémica o la diosa Ocaña dejará de comerse la vitalidad explosiva, el egocentrismo real y la contagiosa heterodoxia del humor de un travesti homosexual que pintaba y esculpía a mano, a pelo y sin miedo: un valiente.

martes, 31 de julio de 2018

#libros #ocaña | Ocaña : voces, ecos y distorsiones

Ocaña : voces, ecos y distorsiones / Rafael M. Mérida Jiménez (ed.).
Barcelona : Bellaterra, 2018 [07].
188 p.
ISBN 9788472908826 / 15 €

/ ES / ENS / BIO / REC
/ Arte / Disidencia sexual / Historia – Siglo XX / Homosexualidad / José Pérez Ocaña / Queer / Performatividad / Transgresión / Transición

José Pérez Ocaña (1947-1983) es uno de los creadores plásticos españoles más conocidos y, paradójicamente, más ignorados del último cuarto del siglo XX: la película ‘Ocaña, retrat intermitent’, de Ventura Pons, estrenada en 1978, favoreció que fuera una figura ciertamente insólita y popular en la España de la Transición, pero su temprana muerte propició que su producción no haya gozado de aproximaciones atentas hasta fechas recientes. Este volumen pretende arrojar nuevas luces y plantear nuevos interrogantes sobre su obra, su personalidad y sobre esta circunstancia, de la mano de investigadores especializados en la esfera de las artes, las letras o los estudios culturales y de género: Juan Vicente Aliaga, Estrella Díaz, Dieter Ingenschay, Fernando López Rodríguez, Alfredo Martínez Expósito, Rafael M. Mérida, Alberto Mira, Víctor Mora Gaspar, Jorge Luis Peralta y José Antonio Ramos Arteaga, a los que se añade un epílogo de Onliyú.

Una interdisciplinariedad tal se antoja indispensable para un acecho que desee abarcar estas y muchas otras cuestiones. También para comprender la obra plástica y las performances, la persona y el personaje desde una órbita queer, anti-patriarcal y anti-heteronormativa. Ocaña ha podido considerarse icono de la Barcelona contracultural. Su vitalidad y proyección favorecieron una paulatina entidad metafórica, en vida, y su estatuto simbólico posterior. Ambas se vieron multiplicadas por la heterodoxia sexual y por la suma de unos orígenes y de una trayectoria ubicada en una muy concreta geografía física y humana, que reencarnó gracias a sus identidades múltiples. Ocaña es sinónimo de disidencias, tanto contra la jerarquía artística como contra el puritanismo político —de las derechas, del centro y de las izquierdas— que dominaron la España de los setenta.


ÍNDICE
7 / 1. Las mil y una voces de Ocaña. Una introducción / Rafael M. Mérida Jiménez
15 / 2. El arte contaminante. Apuntes sobre Ocaña en el contexto artístico español / Juan Vicente Aliaga
33 / 3. Identitat y resistencia como relato de vida. Memoria de un ‘contracuerpo’ en la España de los 70 / Víctor Mora Gaspar
53 / 4. Ocaña: Tradición sin tradicionalismo / Fernando López Rodríguez
67 / 5. Retrato de dos artistas en transición: Ocaña visto por Ventura Pons / Alberto Mira
85 / 6. Ocaña, Marilyn y la provocación ‘queer0 del estalinismo. Ocaña, der Engel der in der Qual singt de Gérard Courant / Dieter Ingenschay
101 / 7. Arcadia y acracia: la aportación libertaria de Ocaña a ‘Manderley’, de Jesús Garay / Alfredo Martínez Expósito
121 / 8. Función interrumpida: ¡Ocaña a escena! / José Antonio Ramos Arteaga
143 / 9. Santa Ocaña, o cómo contar una vida ‘queer,’ / Jorge Luis Peralta
165 / 10. Narrativas ocañís / Estrella Díaz Fernández
181 / Epílogo / Onliyú