Las bodas de la semejanza : uniones entre personas
del mismo sexo en la Europa premoderna / John Boswell ; traducido del inglés
por Marco Aurelio Galmarini.
Muchnik, Barcelona : 1996 [09].
641 p.
Colección: Ensayo.
ISBN 8476692587 [1996-09]
ES / ENS / Homosexualidad – Historia / Parejas no casadas
En el libro “Las Bodas de la Semejanza, el
matrimonio entre personas del mismo sexo en la Europa premoderna”, su autor
John Boswell, profesor de historia en la Universidad de Yale y con un doctorado
en Harvard, da cuenta de una larga investigación que concluye con revelaciones
sorprendentes: Durante muchos años la iglesia celebró ceremonias litúrgicas que
sancionaban estas uniones. La idea parecería increíble, pero documentos
encontrados en los propios archivos vaticanos y en bibliotecas a lo largo de
toda Europa así lo confirman. Hubo un momento en que la iglesia y la sociedad
toleraron estos hechos y si bien no fue una práctica generalizada, se dio con
cierta frecuencia. Otras culturas también celebraban estas uniones: En Mesopotamia,
la antigua Grecia, los indios americanos, en China y en los pueblos germánicos
y escandinavos antes de la influencia cristiana se aceptaban como expresión
válida de la diversidad humana sin la persecución feroz y odio que por siglos
han sufrido y llevado como estigma las personas con preferencias sexuales
distintas.
Las bodas de la semejanza
José María Pérez Gay | La Jornada, 2010-02-21
http://www.jornada.unam.mx/2010/02/21/politica/012a1pol
La ignorancia es sin duda una virtud, siempre y
cuando se le reconozca con humildad y se le practique con moderación. Al
parecer, no es el caso de las lamentables declaraciones sobre las bodas gay de
la Iglesia católica, apostólica y romana de Jalisco, según el editorial más
reciente de “El Semanario”, órgano de la arquidiócesis de Guadalajara, en su
edición del 15 de enero de 2010: En tal sentido, entonces deberíamos legalizar
todos los asesinatos, el narcotráfico o cualquier otra actividad que ya se hizo
común para muchos. El cardenal Juan Sandoval Íñiguez cree saber lo que está
diciendo. Sin embargo, en el fondo, es sólo un aprendiz de ignorante, muy
ameritado por cierto.
A pesar de los disparates de sus declaraciones, la
historia es muy distinta a la imaginada por nuestro invicto cardenal
jalisciense. Por una suerte de profilaxis mental, en estos días me propuse
releer a John Boswell (nacido en Boston en 1947 y muerto a los 47 años), uno de
los más notables historiadores estadunidenses acerca de la Edad Media. Boswell
procedía de una familia conservadora y militar, se graduó en sus primeros
estudios en el College of William and Mary, la más antigua universidad de
Estados Unidos, donde se convirtió al catolicismo romano. Unos años más tarde
presentó su trabajo de doctorado en la Universidad de Harvard en 1976 con las
más altas notas. Después se fue a la Facultad de Historia de la Universidad de
Yale, y se convirtió en profesor de tiempo completo en 1982. John Eastburn
Boswell es autor de obras como “La misericordia ajena” (1993), “Las bodas de la
semejanza” (1992) y “Cristianismo, tolerancia social y homosexualidad” (1994),
y ayudó a organizar y fundar el Centro de Estudios Gay y Lésbicos de la
Universidad de Yale, el cual es hoy el reconocido Research Fund for Lesbian and
Gay Studies.
Michel Foucault le profesaba gran admiración: “La
obra de Boswell es verdaderamente innovadora, revela fenómenos inexplorados
–escribió Foucault– con una erudición amplísima y sin límites”. Boswell recibió
la distinción de Profesor de Historia Whitney Griswold en 1990, mientras era
designado para la cátedra de dicha materia por un periodo de dos años en el
departamento del ramo de la Universidad de Yale.
A principios de la década de los 70, John Boswell
recorrió las grandes bibliotecas de Europa, incluida la del Vaticano, donde
halló un tesoro documental: 80 manuscritos originales de las ceremonias de
bodas de carácter homosexual, a las que se agregaron otras 60, todas incluidas
en “Las bodas de la semejanza”, una de sus obras mayores, donde se muestra cómo
se bendijeron y santificaron los amores homosexuales. En este ensayo, Boswell
demostró cómo existía, en el cristianismo primitivo, una liturgia específica
para las relaciones de pareja del mismo sexo, lo que llamaríamos una boda. John
Boswell podía escribir sus comentarios a los trabajos de sus alumnos en una
caligrafía medieval perfecta.
No existe en latín palabra para designar a un
homosexual. La palabra homosexual suena como si fuera latín, pero fue impresa
por un sicólogo austriaco a fines del siglo XIX: Karl-Maria Kertbeny. Nadie al
principio del mundo romano parecía advertir que el hecho de que se eligiese a
un compañero de su mismo género era algo más significativo que el hecho de que
se prefiriese los ojos azules o a las personas de estatura baja. Ni las
personas gays ni las héteros parecían asociar ciertas características con la preferencia
sexual. De los hombres gay no se pensaba que fueran menos masculinos que los
hombres heterosexuales y de las mujeres lesbianas no se pensaba que fueran
menos femeninas –escribió Boswell– que las mujeres heterosexuales. Había
aceptación total por parte de la “plebe” de este tipo de conducta homosexual.
“El punto exacto que quiero subrayar aquí –escribe
Boswell– es que no existe en absoluto ningún esfuerzo consciente en el mundo
romano, la cultura en la que nació el cristianismo, para proclamar la homosexualidad
como anormal o indeseable”. Algo muy diferente de las sociedades siguientes, en
donde a menudo se veía a las personas gay como inferiores.
La homosexualidad (el término equivalente),
escribió Platón, es considerada como vergonzosa por los bárbaros y por aquellos
que viven bajo gobiernos despóticos, del mismo modo que consideran a la
filosofía vergonzosa, porque es evidente que no es del interés de tales
gobernantes que se engendren grandes ideas en sus súbditos, o amistades
poderosas, o amor apasionado, para producir todo lo cual designaremos más tarde
como amor. Como diría Octavio Paz: “El fuego original y primordial, la
sexualidad, levanta la llama roja del erotismo y ésta, a su vez, alza esa otra
llama azul y trémula: la del amor, la llama doble de la vida.
En la Europa premoderna, lo habitual era que el
matrimonio comenzase como un contrato de propiedades, que en su etapa media se
preocupase fundamentalmente de la educación de sus hijos, y que terminase
girando en torno al amor, comenta Boswell. Pocas parejas se casaban por amor,
pero en muchas este sentimiento iba surgiendo al tiempo que administraban en
conjunto los bienes, criaban a los hijos y compartían las experiencias de la
vida. Mientras todos los epitafios –más de mil 440– que hacen referencia a
esposos, expresan un afecto profundo. Por el contrario, en la mayor parte del
Occidente moderno, el matrimonio comienza en torno al amor, en su parte
intermedia se ocupa generalmente de la educación de sus hijos y termina a
menudo en un testamento en torno a las propiedades en el que amor ya no existe
o es un recuerdo lejano.
A veces resulta imposible formular una definición
técnica de matrimonio, incluso en culturas con fuertes instituciones amplias y
generalizadas. En este mismo momento hay miles de batallas legales –afirma
Boswell– “sub judice” sobre si las parejas heterosexuales están casadas o no.
En un país con un sistema federal único de impuestos, las leyes de sus 50
estados presentan importantes variaciones en temas tales como el matrimonio de
hecho –es decir: una relación reconocida, pero no formalmente establecida–, los
fundamentos del divorcio, los derechos de los padres sobre los hijos y la
naturaleza y disposición de los bienes en común.
DOCUMENTACIÓN
¿Matrimonio homosexual en la Edad Media?
Ana E. Ortega Baún | Sexo Medieval, [s.d.]
http://www.sexomedieval.com/matrimonio-homosexual-en-la-edad-media/
Las bodas de la semejanza
Marcos Durán Flores | Vanguardia, 2014-09-09
http://www.vanguardia.com.mx/columnas-lasbodasdelasemejanza-2160802.html
Las bodas de la
semejanza, relaciones homosexuales bendecidas por la iglesia en la Edad Media,
según John Boswell
Espiritualidad Caminante, 2009-12-10
http://wwwespiritualidadprogresista.blogspot.com.es/2009/12/las-bodas-de-la-semejanza-relaciones.html
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RESEÑAS
Boswell, John. Las Bodas de la semejanza / Jaume
Pòrtulas
En: 'Ilu : revista de ciencias de las religiones,
n. 4 (1999)
TEXTO COMPLETO | PDF | UCM · Revistas Científicas
Complutenses
http://revistas.ucm.es/ccr/11354712/articulos/ILUR9999140427A.PDF
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ENLACES
Wikipedia | ES | Las bodas de la semejanza
http://es.wikipedia.org/wiki/Las_bodas_de_la_semejanza
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TEXTO
"Aunque quedan sin responder muchas preguntas acerca de las
uniones entre personas del mismo sexo en la Europa premoderna, también es mucho
lo que ha salido a la luz con razonable claridad. Tales uniones, en diversas
formas, estaban muy extendidas en el mundo antiguo, donde existía una tendencia
a considerar el matrimonio heterosexual como un acuerdo dinástico o comercial,
relación en que el amor, cuando se daba, surgía a continuación del
emparejamiento. Más probable era que los hombres y las mujeres corrientes
volcaran en relaciones con personas con personas del mismo sexo -ya se tratase
de amistades apasionadas, ya de uniones más estructuradas e institucionales-
los sentimientos que el siglo XX denomina "románticos", tal como
muestran los famosos casos de parejas de Creta y Escitia, el juramento de amor
eterno entre otros griegos, y el fenómeno social, a la vez que estratagema
legal, de "fraternidad" entre los romanos.
Puesto que el advenimiento del cristianismo sólo exacerbó las dudas
acerca del significado emocional del matrimonio, no hubo mucha presión (fuera
del extendido deseo heterosexual) para revaluar tales actitudes. La principal
innovación del cristianismo fue privilegiar y dar realidad al difundido
celibato voluntario, sugiriendo, implícita o explícitamente, que el matrimonio
heterosexual era un mero compromiso con los horribles poderes del deseo sexual,
aun cuando se dirigiera exclusivamente a la procreación, única justificación
convincente para los cristianos. Pero las amistades apasionadas, especialmente
aquellas que tenían lugar entre santos en díadas y entre vírgenes santas,
continuaron fascinando a los primeros cristianos -todavía residentes del mundo
antiguo- y con el tiempo se transformaron en relaciones oficiales de unión, que
se celebraban en iglesias, bendecidas por sacerdotes.
Estos son los hechos históricos. Su significado social, moral y
político es discutible, pero considerable. Es posible que incluso quienes sostienen
que las parejas formadas por personas del mismo sexo deberían ahora
tener el derecho de contraer matrimonio como cualquier otra, vean en esas
uniones una exótica permisividad de nuestra época, el experimento novedoso de
una sociedad liberal. Y hay muchas personas -homosexuales y heterosexuales- que
piensan que las parejas del mismo sexo no deberían adoptar las mismas
relaciones tradicionales que el matrimonio heterosexual. Mientras preparaba
este estudio recibí la visita de un conocido prelado, quien me señaló que en la
segunda mitad del siglo XX la institución del matrimonio heterosexual se ha
degradado tanto que difícilmente podría constituir un modelo útil para las
parejas del mismo sexo, para quienes tal vez fuera mejor inventar algo
completamente nuevo.
Repliqué que yo no había construido una ceremonia de unión entre
personas del mismo sexo paralela al matrimonio heterosexual, sino que,
sencillamente, la había descubierto así, y que consideraba que, en tanto
historiador, tenía el deber de compartirla."