martes, 24 de julio de 2012

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La vida de un gran manipulador
José Antonio Fúster | Intereconomía, 2012-07-24

En sep­tiem­bre de 1936, el abo­ga­do Gre­go­rio Peces-Barba del Brío de­nun­ció a uno de sus ve­ci­nos, tenien­te de la Guar­dia Civil, por ser una per­so­na desafec­ta a la Repú­bli­ca. Aquel te­nien­te fue detenido y tras­la­da­do a la checa de Ato­cha, de donde salió para ser ase­si­na­do en las ma­tan­zas de Para­cue­llos.

El 13 de enero de 1938, el abo­ga­do Peces-Barba, ya ca­pi­tán au­di­tor del Ejér­ci­to y fis­cal, ce­le­bró el na­ci­mien­to de su hijo Gre­go­rio y pro­si­guió con la ins­truc­ción del caso de la desa­pa­ri­ción del líder del POUM y an­ti­guo se­cre­ta­rio ge­ne­ral de la CNT, el trots­kis­ta An­drés Nin, ase­si­na­do por los comunistas. Como quedó con­fir­ma­do por los tes­ti­mo­nios de va­rios altos car­gos re­pu­bli­ca­nos tras termi­nar la gue­rra, Peces-Barba puso un es­pe­cial em­pe­ño en ma­rear el pro­ce­so para aca­llar la campaña de in­dig­na­ción le­van­ta­da tras la desa­pa­ri­ción de Nin.

Poca san­gre y mucho preso
En sep­tiem­bre de 1941, Peces-Barba del Brío fue con­de­na­do a muer­te, pena conmu­ta­da en di­ciem­bre por la de cár­cel. En 1944 fue tras­la­da­do a las obras de cons­truc­ción del Valle de los Caí­dos. Junto a él fue­ron “a ese lugar edi­fi­ca­do con la san­gre de los pre­sos” (San­tia­go Ca­rri­llo dixit), su mujer y el peque­ño Gre­go­rio, que vi­vie­ron como in­vi­ta­dos en la casa de uno de los jefes de la obra mien­tras Peces-Barba tra­ba­ja­ba en las ofi­ci­nas mo­vien­do pa­pe­les. Cua­tro meses des­pués, fue puesto en li­ber­tad con­di­cio­nal y el abo­ga­do se re­in­te­gró a la vida civil.

En ese ré­gi­men “ge­no­ci­da po­lí­ti­co y tam­bién cul­tu­ral, de des­truc­ción de las éli­tes que pro­por­cio­na­ban en la iz­quier­da ins­pi­ra­ción cul­tu­ral y cohe­sión so­cial” (Antonio Elor­za en El País), el ex­con­de­na­do a muer­te fue read­mi­ti­do en el Co­le­gio de Abo­ga­dos y llegó a ser se­cre­ta­rio ge­ne­ral de la Fe­de­ra­ción de Es­tu­dian­tes Univer­si­ta­rios de De­re­cho y arti­cu­lis­ta ha­bi­tual en las pá­gi­nas de la Hoja del Lunes.

El pe­que­ño Gre­go­rio tam­bién su­frió ‘el ex­ter­mi­nio po­lí­ti­co y cul­tu­ral de su padre’ y tuvo que conformar­se con es­tu­diar en el Liceo fran­cés junto a, entre otros, Si­meón de Bul­ga­ria o Mi­guel Boyer, bajo la tu­te­la de parte de los me­jo­res pro­fe­so­res de la época (mu­chos de la Ins­ti­tu­ción Libre de En­se­ñan­za) en la calle Mar­qués de la Ense­na­da, donde está ahora el Con­se­jo Ge­ne­ral del Poder Judicial, a tiro de pie­dra del mejor Ma­drid cul­tu­ral de aque­lla época.

Con esos an­te­ce­den­tes de pe­nu­ria y hu­mi­lla­ción per­ma­nen­te, en 1957 Gre­go­rio Peces-Barba entró en la Uni­ver­si­dad Cen­tral. Tras su li­cen­cia­tu­ra en De­re­cho comen­zó a tra­ba­jar como pro­fe­sor ayu­dan­te de la asig­na­tu­ra de De­re­cho Na­tu­ral y se co­le­gió como abo­ga­do en 1962. Fue la Fi­lo­so­fía del De­re­cho la que le acer­có a la ór­bi­ta del ca­te­drá­ti­co de re­fe­ren­cia en aque­llos años: el ca­tó­li­co Joa­quín Ruiz Gimé­nez, ex­mi­nis­tro de Edu­ca­ción, y, en 1961, con­se­je­ro na­cio­nal del Mo­vi­mien­to.

Sor In­tré­pi­da
Ruiz Gi­mé­nez, tam­bién co­no­ci­do en aque­llos años como “Sor In­tré­pi­da”, llevó del talle a su joven fámu­lo por el tor­tuo­so ca­mino del liberal-catolicismo, luego recono­ci­do como cris­tia­nis­mo progresista. Esa fue la base teó­ri­ca que animó a Peces Barba a in­cor­po­rar­se al grupo lla­ma­do Unión De­mó­cra­ta Cris­tia­na y a cofundar en 1963, junto al maes­tro Ruiz Gi­mé­nez, la re­vis­ta Cua­der­nos para el Diálo­go que se con­ver­ti­ría en una can­te­ra de po­lí­ti­cos como Pedro Al­ta­res (El Sol – PSOE), Ignacio Ca­mu­ñas (UCD y luego PDP), Elías Díaz (PSOE, sec­tor gue­rris­ta) o Ja­vier Ru­pé­rez (UCD, PDP y PP).

En aquel mo­men­to, Peces-Barba se movía con sol­tu­ra en los círcu­los de lo que se po­dría lla­mar “la opo­si­ción or­gá­ni­ca”, a va­rios miles de años luz del antifranquismo mi­li­tan­te del Par­ti­do Co­mu­nis­ta. En esa dé­ca­da, y entre algún arres­to menor, Gre­go­rio Peces-Barba sacó la plaza de pro­fe­sor numerario en la Uni­ver­si­dad Com­plu­ten­se y pre­pa­ró su tesis (bajo la direc­ción de Sor In­tré­pi­da) sobre la obra po­lí­ti­ca del fi­ló­so­fo ca­tó­li­co y fran­cés Jacques Ma­ri­tain. Este ex judío fue el gran postula­dor de la se­pa­ra­ción entre Igle­sia y Es­ta­do den­tro de lo que se lla­ma­ría un “ca­to­li­cis­mo laicista”, una con­tra­dic­ción que el pro­pio Ma­ri­tain tra­ta­ría de re­me­diar en los úl­ti­mos años de su vida al contem­plar cier­tas des­via­cio­nes del Con­ci­lio Va­ti­cano II. Pero el mal lai­cis­ta y anticle­ri­cal ya corría por las venas de Peces-Barba.

En 1972, el to­da­vía joven pro­fe­sor se une al PSOE. Muy atrás deja a Ruiz-Giménez, a los Cua­der­nos para el Diá­lo­go, y se ex­hi­be como el hom­bre que trae el positivismo co­rre­gi­do de Nor­ber­to Bob­bio al pro­ce­so aper­tu­ris­ta que se vis­lum­bra.

Este “po­si­ti­vis­mo co­rre­gi­do”, que es un ius­po­si­ti­vis­mo (en esen­cia es la se­pa­ra­ción entre moral y Dere­cho pues para jus­ti­fi­car las leyes, in­clu­so las in­jus­tas, debe bastar la vo­lun­tad del le­gis­la­dor) reba­ja­do, será la ban­de­ra de com­ba­te de las posicio­nes ideo­ló­gi­cas del ex­pre­si­den­te Ro­drí­guez Zapate­ro. Pero para eso ha­rían falta to­da­vía casi tres dé­ca­das. De mo­men­to, Peces-Barba sigue escalan­do posiciones den­tro del so­cia­lis­mo ma­dri­le­ño y el 15 de junio de 1977, en las elecciones cons­ti­tu­yen­tes tras la muer­te de Fran­co, fue ele­gi­do dipu­tado del PSOE por Va­lla­do­lid. Tras lar­gas char­las que co­mien­zan en Su­res­nes, Fe­li­pe Gon­zá­lez le en­car­ga la res­pon­sa­bi­li­dad de ser el po­nen­te so­cia­lis­ta en la ela­bo­ra­ción de la nueva Cons­ti­tu­ción.

En prin­ci­pio, UCD que­ría una po­nen­cia de cinco miem­bros, tres cen­tris­tas (del Mo­vi­mien­to) y dos del PSOE (la leal opo­si­ción). Sin em­bar­go, se pensó y se llegó a la con­vic­ción de que era imprescindi­ble dar en­tra­da a co­mu­nis­tas y na­cio­na­lis­tas. El PSOE cedió un pues­to en la co­mi­sión que UCD forzó a ele­var a siete miem­bros, lo que daba en­tra­da a Ma­nuel Fraga. Y aquí es donde, ya con la pers­pec­ti­va del tiempo, la fi­gu­ra del padre de la Cons­ti­tu­ción, que es la eti­que­ta de la que ha vi­vi­do el pro­fe­sor Peces-Barba du­ran­te todo este tiem­po, co­mien­za a res­que­bra­jar­se.

La dog­má­ti­ca de un abu­sa­dor
“Todos los po­nen­tes hi­cie­ron un no­ta­ble es­fuer­zo de mo­de­ra­ción”. La frase anterior, in­cor­po­ra­da al ima­gi­na­rio de la Tran­si­ción, no es co­rrec­ta. No todos fueron mo­de­ra­dos. Sí lo fue­ron los de la UCD (Cis­ne­ros, Pérez Llor­ca y He­rre­ro de Miñón). Sí lo fue el de la mi­no­ría ca­ta­la­na (Roca) y, sor­pre­sa, el co­mu­nis­ta (Solé Tura). No lo fue Fraga (quien ban­deó entre con­sen­sos para aca­bar vo­tan­do la Constitu­ción en pe­núl­ti­ma ins­tan­cia) y desde luego no lo fue Peces-Barba, que buscó hin­char los prin­ci­pios cons­ti­tu­cio­na­les, lo que se llama la parte dog­má­ti­ca, hasta lí­mi­tes abu­si­vos. En esa hinchazón hay que ir a bus­car buena parte de la respon­sa­bi­li­dad del pa­ten­te gui­ri­gay in­ter­pre­ta­ti­vo en el que se mueve la Cons­ti­tu­ción.

Otros pa­dres de la pa­tria como He­rre­ro de Miñón o Cis­ne­ros acu­sa­rían más tarde a Peces-Barba (o al PSOE) de que­rer aca­pa­rar el pro­ta­go­nis­mo de aque­lla po­nen­cia apli­can­do una po­lí­ti­ca de ten­sión conti­nua, in­tran­si­gen­te y sec­ta­ria, ante la modera­ción de las po­si­cio­nes co­mu­nis­ta y na­cio­na­lis­ta. Para va­rios es­tu­dio­sos del cons­ti­tu­cio­na­lis­mo es­pa­ñol, Peces-Barba buscó un prota­go­nis­mo que le lle­va­ría a po­si­cio­nes ra­di­ca­les. Por de­cir­lo con más cla­ri­dad y según el buen cri­te­rio de los uce­dis­tas: fue el con­sen­so de cen­tris­tas, co­mu­nis­tas y na­cio­na­lis­tas (5 de 7) lo que sacó ade­lan­te los tra­ba­jos de la ponen­cia, no la actuación de Peces-Barba, cuya in­tran­si­gen­cia ha sido a la pos­tre una ré­mo­ra para la de­mo­cra­cia es­pa­ño­la.

Pero el mo­men­to es­te­lar de la ac­tua­ción de Peces-Barba tuvo lugar cuan­do se dis­cu­tió el ar­tícu­lo 27 sobre el de­re­cho a la Edu­ca­ción, la madre del cor­de­ro ideo­ló­gi­co in­clu­so en tiem­pos re­pu­bli­ca­nos, cuan­do las leyes fren­te­po­pu­lis­tas im­pi­die­ron el ejer­ci­cio de la libre en­se­ñan­za a los co­le­gios religiosos, lo que está en el nú­cleo de mu­chas des­gra­cias pos­te­rio­res.

De vuel­ta a los tra­ba­jos cons­ti­tu­yen­tes y de vuel­ta al ar­tícu­lo 27, el PSOE (o sea: Peces-Barba, el discí­pu­lo de Ma­ri­tain y Bob­bio), aban­do­nó la Po­nen­cia. Y por aban­do­nar debe en­ten­der­se que se mar­chó, que tomó las de Villadiego… todo con tal de no per­der el pro­ta­go­nis­mo en los me­dios y todo con tal de tea­tra­li­zar el des­pre­cio so­cia­lis­ta al re­co­no­ci­mien­to de la Cons­ti­tu­ción a la li­ber­tad de los cen­tros o al de­re­cho in­de­le­ga­ble que asis­te a los pa­dres a ele­gir la edu­ca­ción re­li­gio­sa y moral de sus pro­pios hijos de acuer­do a sus pro­pias con­vic­cio­nes.

Sin em­bar­go, Peces-Barba ha lle­ga­do a es­cri­bir que aban­do­nó la Po­nen­cia por­que la ac­ti­tud de Fraga, que cam­bió su ac­tua­ción y pasó a apo­yar casi en blo­que las po­si­cio­nes de UCD, había roto “el consen­so ori­gi­na­ria­men­te al­can­za­do”. Es decir, que el con­sen­so, o era a favor del PSOE o no lo era. Y no podía serlo cuan­do el PSOE dio la orden de ata­car, in­clu­so con un re­cur­so de inconstitucionalidad, la pri­me­ra Ley Or­gá­ni­ca que sacó la UCD sobre Edu­ca­ción: la que re­gu­la­ba el es­ta­tu­to de los cen­tros es­co­la­res. Para los so­cia­lis­tas, di­ri­gi­dos por Peces-Barba y Ma­ra­vall, la UCD pre­ten­día ase­gu­rar el de­re­cho a que los cen­tros tu­vie­ran un idea­rio pro­pio que no podía ser fis­ca­li­za­do por el Es­ta­do.

Apro­ba­do al fin el ar­tícu­lo 27 sin el PSOE, y des­pués de com­ple­tar otros tra­ba­jos me­no­res, Gre­go­rio Peces-Barba re­gre­sa a la Po­nen­cia, pero sólo para fir­mar­la. Es un padre de la Cons­ti­tu­ción, sí; pero algo menos, aun­que con vi­to­la.

Car­los III y su her­ma­na
Pero todos sus tra­ba­jos, los con­sen­sua­dos y los fren­tis­tas, tu­vie­ron su re­com­pen­sa. A prin­ci­pios de no­viem­bre de 1982, fue nom­bra­do pre­si­den­te del Con­gre­so de los Dipu­tados sin un solo voto en contra. Sólo es­tu­vo una le­gis­la­tu­ra, tiem­po su­fi­cien­te para que, ante la im­po­si­bi­li­dad ma­ni­fies­ta de hacerse con el rec­to­ra­do de la Com­plu­ten­se (ha­rían falta casi dos dé­ca­das para que el centro-derecha per­die­ra el poder), ur­die­ra la crea­ción de la Uni­ver­si­dad Car­los III, una ins­ti­tu­ción de nuevo cuño que se ubi­ca­ría en los dos pue­blos más im­por­tan­tes del lla­ma­do cin­tu­rón rojo de Ma­drid: Ge­ta­fe y Leganés. Decir que la Car­los III ha sido una obra per­so­na­lis­ta de Peces-Barba no es una opi­nión, sino un hecho ava­la­do (entre otros) por la in­creí­ble ex­ten­sión del cam­pus a la lo­ca­li­dad de Col­me­na­re­jo, un pue­blo de poco más de 1.500 ha­bi­tan­tes que ha quin­tu­pli­ca­do su po­bla­ción en dos dé­ca­das, uno de cuyos ilus­tres ve­ci­nos era en­ton­ces Gre­go­rio Peces-Barba y cuya al­cal­de­sa es Ma­ri­bel Peces-Barba. Su her­ma­na.

Desde su pues­to como rec­tor y ca­te­drá­ti­co de De­re­cho Moral y Po­lí­ti­co (un cargo con­tra­dic­to­rio para un po­si­ti­vis­ta) de su pro­pia uni­ver­si­dad, Peces-Barba man­tu­vo una dis­tan­cia cal­cu­la­da con los últimos go­bier­nos so­cia­lis­tas de Gon­zá­lez y sólo re­cu­pe­ró el pro­ta­go­nis­mo en la vida pú­bli­ca cuan­do llegó al poder Za­pa­te­ro, con quien no sólo com­par­te la vi­sión ius­na­tu­ra­lis­ta de que el hom­bre es un fin en sí mismo (el lema de la Car­los III es de Sé­ne­ca: “El hom­bre es algo sa­gra­do para el hom­bre”), sino que es mucho más permea­ble a los con­se­jos de Peces-Barba.

Tanto es así que en 2004, cuan­do todo el em­pe­ño de Za­pa­te­ro era aca­bar con ETA, el pre­si­den­te le nom­bró Alto Co­mi­sio­na­do de Apoyo a las Víc­ti­mas del Te­rro­ris­mo. En­ton­ces se dijo, en re­cuer­do de su pa­sa­do como abo­ga­do de eta­rras en el pro­ce­so de Bur­gos, que el pre­si­den­te había pues­to “al zorro a cui­dar de las ga­lli­nas”. No fue tanto.

La mi­sión de Peces-Barba, en aque­llos tiem­pos en los que Za­pa­te­ro creía poder ne­go­ciar con ETA un final pac­ta­do, era la des­ac­ti­var a las víc­ti­mas para que no per­tur­ba­sen el pro­ce­so. Así fue de­nun­cia­do por Fran­cis­co José Al­ca­raz, pre­si­den­te de la Aso­cia­ción de Víc­ti­mas del Te­rro­ris­mo, quien se negó aira­da­men­te a la pre­ten­sión de Peces-Barba de “ser ge­ne­ro­sos con los te­rro­ris­tas que están en las cárce­les”. Tras la de­nun­cia pú­bli­ca de Al­ca­raz, la in­men­sa ma­yo­ría de las víc­ti­mas del te­rror cerró filas en torno a él, lo que anu­la­ba la mi­sión de Peces-Barba.

Al mismo tiem­po, y en otra prue­ba de cier­ta pér­di­da de rumbo, Peces-Barba llegó a ase­gu­rar en plena tor­men­ta sobre la apro­ba­ción del ma­tri­mo­nio ho­mo­se­xual que la po­nen­cia cons­ti­tu­cio­nal había de­ja­do abier­ta la puer­ta a ese tipo de unión al no aña­dir “entre sí” al ar­tícu­lo 32 que dice que “el hom­bre y la mujer tie­nen de­re­cho a con­traer ma­tri­mo­nio”. El resto de los pa­dres cons­ti­tu­cio­na­les, abo­chor­na­dos por la torpe ma­ni­pu­la­ción del so­cia­lis­ta, se­ña­la­ron que jamás se había dis­cu­ti­do sobre el asun­to, “y de ser así, me acor­da­ría” (He­rre­ro de Miñón).

El ho­me­na­je a Ca­rri­llo
Para re­ma­tar su re­in­gre­so dis­pa­ra­ta­do a la pri­me­ra línea po­lí­ti­ca, Peces-Barba tuvo la idea de organizar (con la ayuda de María An­to­nia Igle­sias) un ho­me­na­je a San­tia­go Ca­rri­llo, res­pon­sa­ble de aque­lla ma­tan­za que, en otros, se cobró la vida de un te­nien­te de la Guar­dia Civil que vivía en la misma casa que su padre. Se su­po­ne que aque­llo era una cena “sor­pre­sa” (aun­que para mu­chos, la sor­pre­sa fuera que el de Pa­ra­cue­llos lle­va­ra su dis­cur­so es­cri­to). El Alto Co­mi­sio­na­do se apo­de­ró de aquel ho­me­na­je y de los ti­tu­la­res de los pe­rió­di­cos al se­ña­lar en voz alta que en aquel acto es­ta­ban “los bue­nos y los menos bue­nos; los que no están son los malos”. Aque­lla dis­tin­ción ética, que no aca­dé­mi­ca, fue una sor­pre­sa para mu­chos, pero des­ve­ló el au­tén­ti­co ros­tro de Peces-Barba.

Dos años des­pués, ce­sa­ba como Alto Co­mi­sio­na­do y el Za­pa­te­ro, cer­ti­fi­can­do la natu­ra­le­za estratégica del nom­bra­mien­to, de­ci­dió su­pri­mir el cargo que dos años antes se había se­ña­la­do que era “im­pres­cin­di­ble y que per­du­ra­ría du­ran­te dé­ca­das”.

En los úl­ti­mos años, sin pers­pec­ti­vas de poder a corto plazo y sin nin­gu­na necesidad de de­di­car­se a la fa­mi­lia (Peces-Barba fue un sol­te­ro sin com­pro­mi­so femenino co­no­ci­do o por co­no­cer y tuvo un hijo, ya mayor, adop­ta­do), las apariciones pú­bli­cas del padre de la Cons­ti­tu­ción han sido es­can­da­lo­sas por anticle­ri­ca­les, antire­li­gio­sas (“no hay di­fe­ren­cia entre lai­cis­mo y acon­fe­sio­na­lidad”) y li­ber­ti­ci­das, pero van de­jan­do de serlo por re­cu­rren­tes.

Su úl­ti­mo em­pe­ño fue el de ser re­co­no­ci­do como el padre de la asig­na­tu­ra de Educa­ción para la Ciuda­da­nía. Su de­fen­sa, fé­rrea, de una ma­te­ria que choca de fren­te con el ar­tícu­lo 27 de la Constitución (pero que él no votó por­que aban­do­nó la ponen­cia), tiene mucho que ver con que él sea el autor de uno de los ma­nua­les de la asig­na­tu­ra, pero tam­bién por­que es la con­se­cuen­cia ló­gi­ca del pen­sa­mien­to socialis­ta de Za­pa­te­ro, el po­si­ti­vis­ta, para quien la vo­lun­tad del le­gis­la­dor (léase: el legis­la­dor pro­gre­sis­ta) está por en­ci­ma de todo y todo lo jus­ti­fi­ca.

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