Argia / Finalización de la mani de denuncia del asesinato de Francis, Donostia, 1979-06-12 // |
Haciendo memoria de la lucha LGTBI+
Julen Zabala
Respuestas al cuestionario enviado por Andoni López Virués, del grupo Noticias, el 7 de junio de 2023.
1. Primero de todo, ¿te podrías presentar? Julen, apellidos, en que año entraste en EHGAM, desde cuando estás dentro... Nos han dicho que eres la persona que conserva el archivo de EHGAM
Me presento: soy Julen Zabala Alonso y, aunque siempre he estado en contacto con EHGAM, hay dos periodos en los que he tenido un activismo más intenso, uno al comienzo, desde finales de los 70 hasta mediados de la siguiente década, y otro al inicio del nuevo milenio, desde el fin de los 90 y durante más de una docena de años. Y, sí, junto a otros activistas de esta última etapa, mantenemos el archivo de EHGAM, no solo la documentación física sino también la memoria de tantos años de lucha.
Desde hace un par de años EHGAM se está renovando con nueva gente, a partir de un proceso de revitalización denominado “berramesten”, dando inicio así un nuevo ciclo en este “movimiento de liberación sexual”. Quienes les hemos pasado el testigo queremos transmitirles esta memoria para que siempre tengan presente cuál ha sido nuestra pequeña historia de reivindicaciones, acciones y luchas contra cualquier discriminación y por conseguir nuestro sitio en la sociedad. Una memoria no solo histórica sino también sentimental.
2. En Estados Unidos existió Stonewall y los ataques de la policía al colectivo... pero en el estado español en general, ¿qué es lo que hace que el colectivo LGBT se organicé?
Los inicios del movimiento de liberación gay (tal y como se denominaba entonces a todo lo LGTBI+), en efecto, surgen en la revuelta de Stonewall en junio de 1969, aunque ya hubiera habido bastantes movilizaciones y acciones con anterioridad que podemos considerar de carácter homófilo. En el estado español surgieron también las primeras protestas en esa época y como reacción a la reconversión de la Ley de Vagos y Maleantes, que ya penalizaba la homosexualidad, en la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social (LPRS), que se aprobó en agosto de 1970 y que nos consideraba peligrosas sociales incluso antes de cometer el “delito” y que nos internaba en prisiones con el fin de “rehabilitar” y reinsertarnos en la sociedad cisheteropatriarcal. Así que ahí surgen, contra la LPRS y aquella represión, las primeras protestas y la organización clandestina de pequeños grupos homófilos, con Armand de Fluvià y Francesc Francino a la cabeza.
3. En Euskal Herria, como estallido del movimiento, a pesar de que EHGAM surgió dos años atrás, podemos hablar del asesinato de Francis, ¿no? ¿Qué supone ese hecho para el colectivo?
A partir de aquellas primeras protestas, se van formando y consolidando la organización de grupos y colectivos, ya a finales de 1975, nada más iniciarse la llamada “transición”, se crea el FAGC en Catalunya y enseguida el movimiento gay se va extendiendo a otros lugares. En Euskal Herria surge en 1976 EHGAM desde un encuentro casual de Antonio Kintana e Imanol Alvarez en la Feria del Libro y Disco vascos de Durango. Se organizó rápidamente en Bilbao y tuvo una presencia muy activa en las calles, reivindicando derechos y protestando contra la represión de la propia LPRS y el sistema mismo, así como denunciando, junto a otros colectivos sociales, hechos como que la prostituta María Isabel Gutiérrez Velasco apareciera calcinada en una celda de la cárcel de Basauri en noviembre de 1977. Aquellas primeras movilizaciones sufrieron gran represión y hubo redadas masivas, como la que tuvo lugar en octubre de 1978, lo que generaba nuevas protestas. La homosexualidad seguía estando penada.
El asesinato de Francis en Errenteria, el 10 de junio de 1979, supuso un nuevo hito y, además de tener una gran importancia para el grupo de EHGAM que funcionaba en aquel momento en Gipuzkoa, supuso un impulso para asentar la lucha del movimiento gay en general. De todas formas, lo que comento, en Euskal Herria ya se habían dado las primeras movilizaciones y se estaban organizando diferentes grupos, prácticamente en todos los herrialdes. El asesinato de Francis sí fue importante para que tuviera una mayor presencia de nuestras reivindicaciones y luchas en los medios de comunicación y también en el entramado político y social de entonces, que se nos empezara a tener en cuenta, podemos decir.
4. ¿Cómo son esos días posteriores al asesinato? ¿Qué decisión tomáis como colectivo?
Como digo, fue fundamental, sobre todo, para el grupo que funcionaba entonces en Gipuzkoa. Nos habíamos planteado organizar por primera vez una manifestación para conmemorar el 28-J, es decir, la jornada por la liberación gay, tal y como se denominaba entonces. La primera manifestación fue en 1977 por la Rambla barcelonesa. Al año siguiente, en 1978, ya se organizaron marchas, además de en Barcelona, en Bilbo, Madrid y Sevilla. Y, aunque nos lo habíamos planteado, no nos veíamos con fuerza como para poder organizar una manifestación. El asesinato de Francis, sin embargo, lo precipitó todo y tuvimos el valor de salir a la calle. La decisión fue muy rápida, de modo que se producen las primeras manifestaciones con visibilidad de gais y lesbianas en Gipuzkoa, primero en Errenteria y después en Donostia. El 12 de junio de 1979 queda marcado, así, en nuestro particular calendario de luchas y lo consideramos como nuestra primera marcha 28-J.
Francis supuso, para nuestro grupo, un tremendo revulsivo y nos dio gran visibilidad. Es cierto que se vivían unos momentos muy convulsos, una semana antes había sido asesinada en Tutera Gladys del Estal y el ambiente estaba más que caldeado. Que el asesino de Francis fuera un policía nacional también contribuyó a que contáramos con especial respaldo político, pues todavía no consideraban esenciales nuestras reivindicaciones. Hay que tener en cuenta también el nefasto tratamiento que dieron los medios de comunicación a la noticia, estigmatizando a Francis y casi justificando el crimen, tal y como solía recordar Mikel Martin, que fue una de las pioneras y clave en aquellas primeras movilizaciones.
Podemos decir que Francis, como se conocía artísticamente a Vicente Vadillo Santamaría, precipitó muchas cosas que, de otra forma, hubieran llegado, pero mucho más tarde. En cuanto a aquel grupo de EHGAM que funciona en Gipuzkoa lo fortaleció y cohesionó. A partir de aquel año siempre se han organizado actividades en recuerdo de Francis a lo largo del mes de junio y, cómo no, la manifestación del 28-J en Donostia.
5. ¿El desarrollo del movimiento es diferentes por territorios? Es decir, ¿hay diferencias entre Nafarroa, Bizkaia, Araba y Gipuzkoa?
Podemos decir que cada herrialde ha tenido su propia dinámica y en cada época ha tenido mayor peso uno u otro grupo. Está claro que desde los inicios hasta finales de la década de los 90 la organización más potente ha sido la de Bizkaia, que contaba con local propio, el Txokolanda, en Solokoetxe de Bilbo, y que editaba la revista Gay Hotsa, que fue fundamental para todo el colectivo. En algunos momentos los taldes de Gipuzkoa y Nafarroa han tenido también un papel más decisivo. Digamos que cada herrialde ha tenido su desarrollo, dependiendo del grupo de activistas con el que contaba en cada momento, aunque hay que señalar que el sentimiento de pertenencia a un mismo EHGAM y a una misma lucha ha sido constante.
6. ¿Cuáles son las proclamas de los primeros años del movimiento LGBT públicamente en Euskal Herria?
Las primeras reivindicaciones eran las que se recogían en la plataforma de la COFLHEE. Esta era la Coordinadora de Frentes de Liberación Homosexual del Estado Español, que agrupaba a las organizaciones y colectivos que funcionaban entonces, incluyendo a EHGAM y el FAGC, los únicos grupos que todavía se mantienen. Esta plataforma se estableció en octubre de 1978 y constaba de 18 puntos reivindicativos, entre los que cabe destacar la obligación de impartir formación y educación sexual adecuada, considerando la sexualidad fuente de placer y de comunicación interpersonal y no solo como un medio de reproducción; la equiparación de la edad de consentimiento sexual con la establecida para las relaciones heteros; la igualdad entre mujeres y hombres en todos los órdenes; la supresión de toda discriminación por causa de prácticas sexuales; la condena de la injerencia de doctrinas morales de cualquier confesión religiosa en la sexualidad; el reconocimiento social del derecho a disponer del cuerpo propio, así como el derecho a mostrar públicamente su afectividad, a vestir como se quiera, a reunirse y asociarse.
También había otras reivindicaciones más coyunturales como la petición de derogación de la LPRS y otros artículos de los Códigos penal y militar que castigaban la homosexualidad o el escándalo público, vigentes en aquella época, además de la solicitud de Amnistía para quienes permanecían en las prisiones por homosexualidad o travestismo. Se incluían, además, reivindicaciones de otra índole, como los derechos al aborto o al divorcio. Además de los puntos de la COFLHEE, EHGAM añadía otras consideraciones ligadas a la realidad nacional, social y cultural de Euskal Herria, como, por ejemplo, la reivindicación del euskara.
7. A día de hoy, ¿han cambiado mucho esas proclamas? ¿Qué avances ha habido y por qué lucha ahora EHGAM?
Sí, tenemos que decir que las cosas han cambiado mucho, no hay duda. Sin embargo, todavía hay resistencias: seguimos viviendo en una sociedad muy machista y cisheteropatriarcal. Aunque parezca mentira todavía sufrimos rechazo, discriminaciones e, incluso, violencia. Ha habido avances en materia de derechos, pero la situación legal no se refleja en la realidad social. Hay que recordar que aquel primer activismo se tuvo que enfrentar a una gran crisis, la del VIH-sida, que produjo cambios radicales, añadió nuevos retos, planteamientos y reivindicaciones, nuevas formas de lucha y nuevas alianzas para combatir estigma y discriminación.
De aquella plataforma de 1978 todavía hay cuestiones en las que se ha avanzado poco: baste señalar, por ejemplo, en el acoso que sufren menores en el ámbito educativo o de socialización por su orientación o identidad sexogenéricas, o el miedo a manifestarte tal y como eres en el ámbito laboral, donde sigue marcado por prejuicios heterosexistas.
EHGAM también está comprometida contra la mercantilización de “lo gay”, la instrumentalización por parte de las instituciones políticas, el “pinkwashing” empresarial o la “homonormatividad” que se vive dentro del propio colectivo; todo ello forma parte de lo que Shangay Lily denominó, con gran acierto, “gaypitalismo”.
8. No estuviste desde el principio en EHGAM, ¿pero cómo fue la creación desde fuera? ¿cómo llegó a vuestros oídos que las personas LGBT se estaban organizando?
Conocí EHGAM a principios de 1979 y me incorporé enseguida al grupo que funcionaba en Donostia, o sea unos meses antes de que sucediera lo de Francis. En aquella época una de las mayores dificultades era conocer a alguien que fuera como tú, “diferente” a quienes tenías más cerca. En EHGAM no solo conocías a esa gente “distinta” y que además estaba no solo orgullosa de esa “diferencia” sino también dispuesta a mostrarla y defenderse en un medio tremendamente hostil en aquellos momentos. Fuimos una gente muy valiente. Uno de los grandes valores de EHGAM y del resto de grupos que funcionaron entonces fue que supieron crear una red de apoyo mutuo, de acogida, de ayuda para superar cualquier miedo y conseguir la autoaceptación lo antes posible y de la mejor manera. Aquellos grupos eran todavía alegales y, aunque tolerados, se movían en la clandestinidad; de todas formas, la prensa de la época sí les publicaba alguna nota y, con cierta dificultad, se podía contactar con los grupos que se estaban organizando.
9. ¿Cómo describirías la respuesta de la sociedad vasca hacia el movimiento LGBT en aquellos años? ¿Y la del resto de colectivos del movimiento popular vasco? ¿Ha habido cambios significativos desde entonces?
En aquellos inicios estaba todo por hacer. Lo primero fue buscar aliadas, tanto personas como organizaciones, y una labor ingente para ir convenciendo a las formaciones políticas y sociales que se consideraban progresistas de que “lo nuestro” también era imprescindible incorporarlo a sus programas y acciones. Nos costó, en general, muchísimo, pues las resistencias eran enormes y todo era muy machista, también en los partidos de izquierdas.
También en el resto de colectivos del movimiento popular vasco: nos miraban, en general, como si fuéramos bichos raros, algo extraño y, sobre todo, muy desconocido. A medida que compartíamos luchas y contaban con nuestro apoyo casi incondicional se nos iba aceptando. La mayor sintonía la teníamos con los taldes feministas, pues teníamos claro que cuanto nos oprimía era un mismo sistema machista y patriarcal. Luego también nos pasó lo mismo, tanto al activismo gay como al feminista, que las formaciones políticas consideraron que nuestras reivindicaciones no eran lo más urgente, que podían esperar hasta que se impusiera otro orden político.
La sociedad vasca era bastante conservadora y los partidos de derechas tenían la mayoría; eran tremendamente homófobos. A las derechas ni intentábamos convencerles de que por lo menos se plantearan nuestras cuestiones. Ahí sí, ahí sí que se puede ver un cambio significativo: la derecha vasca, con el tiempo, fue superando prejuicios y aceptando la igualdad de derechos, al menos formalmente.
10. ¿Podrías compartir alguna anécdota o momento destacado de tu activismo en EHGAM que haya dejado una huella en ti?
Pues un poco al hilo de estas resistencias recuerdo con orgullo que la moción que se presentó en apoyo a la legalización de EHGAM, entre otras reivindicaciones, se aprobara en Tolosa. Era el año 1979 y EHGAM desplegó una campaña presentando mociones en diferentes Ayuntamientos de Euskal Herria solicitando, en especial, el apoyo a su legalización. Era la primera vez que la política local trataba el tema de la homosexualidad. El PNV presentaba su cara más homófoba y judeocristiana y votaba en contra. En Tolosa, por un voto y para sorpresa de todo el mundo, perdieron. Podemos decir, con palabras de ahora, que fue uno de los primeros municipios que se manifestó como “gay-friendly”.
Otro de los “momentazos” que hemos vivido en el grupo de EHGAM de Gipuzkoa fue cuando el diputado general de aquel entonces [Xabier Aizarna], también del PNV, se negó a firmar una subvención que la Comisión de Salud y Servicios Sociales de la Diputación Foral nos había otorgado para organizar unas jornadas en homenaje a Francis en junio de 1981, segundo aniversario de su asesinato. Y se negaba porque se trataba, según él, de proselitismo, aunque estaba dispuesto, personalmente, a entregar el dinero que hiciera falta para quienes desearan curarse. Un viaje a Lourdes, vamos.
Pero una cosa de las que mayor huella me ha dejado es cómo nos duele cualquier sufrimiento por cuestiones de orientación o identidad sexogenéricas, sea en el lugar del mundo que sea. Hemos salido a la calle para denunciar la LGTBIfobia en Irán, en Polonia o en Uganda, lo mismo que cualquier agresión de este tipo, ya sea el asesinato de Samuel Luiz en A Coruña o las que se han dado en el entorno más cercano. Cualquier sufrimiento de este tipo lo sentimos como propio. Recuerdo, en especial, los suicidios de dos jóvenes trans, Aimar Elosegi “Moio” en Hernani en abril de 2007 y de Ekai Lersundi en Ondarroa en febrero de 2018. En ambos casos EHGAM reaccionó de inmediato y, junto a otros colectivos, no dudamos en tributarles nuestro reconocimiento, acompañar a sus familias y también denunciar el fracaso institucional y social que, lamentablemente, se dio en ambos casos.
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