El Mundo cita a una prostituta y a una feminista. Marga Carreras no quiere que nadie le salve la vida y Carme Freixa no cree que se pueda debatir sobre 'esclavitud sí / esclavitud no'.
Pedro Simón | El Mundo, 2015-10-11
http://www.elmundo.es/espana/2015/10/11/56198e1ce2704e34728b45d2.html
Cuando les propusimos este encuentro, la prostituta nos dijo que no y la feminista que tampoco. Porque Marga Carreras no quiere que nadie venga a salvarle la vida y Carme Freixa no cree que se pueda debatir sobre 'esclavitud sí / esclavitud no'. Lo que es hablar. Empezaron de uñas y casi terminaron de la mano.
A los hombres nos saluda estrechándonos una mano glacial y a las mujeres les da un beso a temperatura ambiente.
Eso es lo primero que nos transmite sin abrir todavía la boca: que para una señora como ella -50 años, madre y más de tres décadas ejerciendo la prostitución-, los besos -hasta los más inanes- cuestan.
-Mujer, no nos llames de usted.
-Es deformación profesional.
Se sienta Marga Carreras en frente de Carme Freixa, que en su doble condición de periodista y psicóloga pregunta y escucha...
-No sois libres -le dice la feminista.
-No serás libre tú -le contesta la prostituta.
Fue una hora de silla eléctrica. Ellas se quejaron del calor que hacía en la sala y -oyéndolas- los hombres que andábamos tras la cámara sentíamos frío. Atravesamos finalmente el mercado de La Boquería para hacer una foto en el Raval.
En el periodismo a veces sucede que la pregunta más tonta te trae una buena frase de vuelta.
-¿Y antes qué hacías, Marga?
-Trabajé 10 años en una tripería. Aquí mismo. Vendía tripas, lenguas... Y también corazones. [Se gira y nos mira] Yo sé mucho de entrañas.
El macho
Pregunta.- ¿Por qué existe la prostitución?
Carme Freixa: Existe porque estamos en una sociedad en la que la supremacía del macho hace que la hembra, en este caso las mujeres, puedan ser consideradas objetos vendibles, comprables y traficables. Nadie puede decir que vive en una democracia cuando el 50% de las personas puede ser comprada por el otro 50%. Compradas, vendidas, usadas y traficadas. Las mafias de traficantes han ido edulcorando el lenguaje: en lugar de llamarlo tráfico le llamamos industria del sexo, en lugar de hablar de comercio hablamos de trabajo... Hombre, yo no conozco ningún trabajo donde el hecho de poder ser asesinada, violada y maltratada sea una cosa rutinaria. Si conoces alguno me lo dices...
Marga Carreras: La prostitución existe porque entre las pocas, malas y mal pagadas opciones, ésa es una que tú escoges... Yo pienso que había que preguntarles a todas y cada una de las que ejercen, a las que vienen de otro país consentidas y consentidoras, a cada uno de los seres humanos, transformistas, travestis, mujeres, hombres, andrógenos... A cada uno de ellos, cuál es su realidad y qué quieren ellos. No que otros decidan en su lugar. ¿Pero alguna vez se les ha preguntado a ellos? Mira, sólo se vulneran los derechos de una persona cuando tú decides por ella. Cuando tú no la dejas decidir... Podemos convivir con los demás, pero respetando la realidad de cada uno...
C: La realidad de la mafia, querrás decir.
M: La de las personas que lo ejercen [Levanta la voz]. Porque ellas lo deciden. No me digas que hay personas que no lo eligen, porque entonces no sería una verdad real.
C: Aquí estamos en vías de poder probar cómo la mafia de la prostitución, en este país y en otros países europeos, está subvencionando a supuestos colectivos de mujeres que defienden los derechos de las trabajadoras.
M: Las mujeres que nos dedicamos a esto no podemos hablar. No tenemos voz. ¿Yo no soy una persona mayor para decidir mi vida? ¿Lo que estoy diciendo no es real? [Indignada]
C: Qué distintas suenan las palabras de las supervivientes de prostitución de las que supuestamente ejercéis libremente...
M: ¿Sabes de que soy yo superviviente? [Muy seria] De la vida. Y de la ignorancia de los demás. Que me juzgan sin conocerme.
P.- Hay estudios que hablan de que hasta un 80% de las mujeres que ejercen la prostitución sufren violencia física o sexual...
M: Nunca he sufrido violencia en mi trabajo. Sino de las personas que piensan que no soy una persona sensata y que no elijo mi vida. Eso sí que es una agresión.
C: Uno de los grandes problemas que tiene una persona que ha sido prostituida es el de la disociación cognitiva: todo empieza cuando trabajan con un sobrenombre, disocian su cuerpo de sus sentimientos, de su vida personal, y es otra persona la que está trabajando... Los estudios de la OMS dicen que estas personas sufren un estrés postraumático mayor que otras que no han sufrido estos problemas.
'La puta feliz'
[Los datos de la prostitución hablan como un telegrama de urgencias. Cuatro millones de mujeres son víctimas de la trata cada año. Stop. Más de 12 millones de personas sufren situaciones laborales similares a la esclavitud. Stop. Entre el 10% y el 30 % de mujeres víctimas son menores de edad. Stop. Y luego hay mujeres como Marga, que piden que las dejen en paz].
P.- ¿En tu caso, Marga, por qué ejerces la prostitución?
M: Ejerzo la prostitución porque soy una persona mayor de edad que alquilo mi mentalidad y mis conocimientos, mi compañía... Pero yo nunca vendo nada. Porque vender es algo que alguien se puede llevar a su casa... A la prostitución yo nunca la llamo así, sino trabajo sexual, que es una cosa diferente.
C: Como las llaman las mafias... Lo siento mucho, cariño, pero es el lenguaje de las mafias.
M: Yo empleo el lenguaje que yo quiero. Y soy Margarita Carreras y no la mafia. Y trabajo con, donde, con quien y de la manera en que yo considero que lo debo hacer. Yo escojo dónde quiero y dónde no, cuándo, con quién y de qué manera.
C: Me asombro de que se le llame trabajo a algo que lleva consigo unas relaciones de no igualdad, donde no hay seguridad... Tiene que haber una legislación europea para acabar con esto.
M: A todas las mujeres no se nos ha preguntado.
C: ¿Has escuchado a las supervivientes?
M: Sí. ¿Sabes por qué? Porque yo trabajo con muchas. Más de las que tú vas a conocer en tu vida. Las veo cada día. Y las ayudo. Pero yo gratis.
C: No sois libres.
M: No serás libre tú. Porque tú a mí no me condicionas la libertad que yo tengo en este país. Ni tú me la das, ni tú me la concedes.
P.- ¿Está cambiando algo en el terreno de los derechos laborales de las mujeres que ejercen la prostitución? Hay sentencias que los están reconociendo...
M: ... E incluso una juez que se ha apuntado de autónoma como prostituta y que ha creado una cooperativa de mujeres que se han dado de alta en la Seguridad Social... Yo quiero regulación. A mí no me tienen que legalizar. Yo ya soy legal. Queremos una regulación de este trabajo, en las condiciones que se puedan pactar. Pedimos respeto. Lo mismo que respetamos a los demás.
C: Confundir el respeto a las personas con el respeto a las mafias son dos cosas distintas. Cuando las supervivientes de la prostitución han salido a hablar ha quedado muy claro que el mito de la puta feliz no existe. Nos vendían la imagen de la puta feliz que decía [Carme modula la voz. Irónica]: «Los hombres vienen conmigo para hablar de literatura, me paso las noches hablando de Cervantes». Cuando han visto eso, lo han cambiado por otro mito, el de las cooperativas de trabajadoras sexuales vestidas de Chanel.
P.- ¿Crees que la mayoría que se dedica a esto lo hace libremente?
M: De las que yo conozco, un 10% son esclavas de una red. El otro 30% puede estar condicionada por parejas (la peor esclavitud es la de los sentimientos, muchas veces); y luego hay otras que eligen (hombre, mujeres, travestis...) porque no tienen otra opción.
C: El problema no es prostitución sí o no. Sino que debemos cambiar las condiciones sociales. Ni yo ni mucha gente queremos vivir en una sociedad donde la gente pueda ser comprada.
40.000 euros al año
P.- Según la Interpol un proxeneta gana 110.000 euros al año por mujer prostituida. ¿Cuánto gana ésta?
M: De media, en torno a los 40.000 al año.
P.- ¿El abolicionismo no conduce más a la clandestinidad?
C: No. Lo que se ha demostrado es que legalizar a las mafias lo único que hace es llevar a la clandestinidad a muchas de estas personas. El alcalde de Ámsterdam ha dicho que si él hubiera pensado que legalizar la prostitución iba a suponer lo que ha supuesto, él nunca la habría legalizado. En Alemania, se llegó a utilizar una cosa que era la tarifa plana para el sexo. Eso fue un revulsivo para la sociedad alemana. Hoy está pidiendo revocar la legalización. En Dinamarca hay 90 ONG pidiendo lo mismo. ¿Hemos asumido que el 50% de la sociedad es mercancía?
M: En este país hay 100 asociaciones pro-abolición de la prostitución que viven de las subvenciones del Gobierno [Marga se la tenía guardada. Ahora sí mira a Carme]. Y todas las mujeres que somos trabajadoras del sexo y estamos ayudando a las mujeres nunca recibimos nada. Ni pedimos. Sólo pedimos a todas esas asociaciones que nos dejen hablar a nosotras...
C: Bueno, aquí sabemos cómo las personas que trabajan en APRAMP [Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida] han estado amenazadas de muerte por las mafias y han tenido que retirarse de la vida pública. La prostitución es una forma más de terrorismo machista... No es que sean hombres tímidos, solitarios, pobrecitos, con problemas. No. El único problema que tienen estos machos usuarios es que ellos se creen que lo pueden comprar todo. A lo mejor tú no se lo vendes. Pero ellos sí consideran que están comprando tu cuerpo.
M: ¿Esto te lo han dicho a ti los clientes?
C: Entra en la página puteros.com y te caerás al suelo de lo que llegan a decir. Me niego a llamarles hombres. Son tíos.
El pacto del preservativo
C: Yo te preguntaría que si crees que el trabajo infantil también se debe de legalizar, porque hay países en los que los niños tienen que trabajar.
M: En España el trabajo infantil no es legal. La comparación no me vale... Llevo trabajando desde los 18 años. Las personas somos una cosa y el trabajo ejercido es otra.
C: La prostitución nunca será un trabajo.
M: Yo creo que sí. A cambio de un pacto.
C: Eso no es un pacto, por dios [Alarmada]. Es compra-venta. El 85% de las mujeres atendidas en centros está diciendo que una cosa que no pueden negociar es la utilización del preservativo. ¿Cómo hablar de pacto?
M: Yo pacto todo. No todas vivimos obligadas.
C: Felicidades [Jocosa].
P.- ¿Sin demanda no hay oferta?
C: Hay una cuestión primordial en esta sociedad: de la cerda se aprovecha todo [Rotunda. La frase cae como una maceta desde un cuarto piso]. Y cuando digo cerda me refiero a todas las mujeres. En este momento en internet hay tráfico de leche de mujer embarazada, hay solicitud de relaciones sexuales con mujeres embarazadas, solicitud de niñas vírgenes de cinco, seis y siete años... Estamos llegando a un extremo... Las mujeres estamos siendo las parias de una sociedad que se dice democrática.
P.- ¿Te gustaría que tus hijas ejercieran, Marga?
M: Yo no puedo decir lo que mis hijas van a hacer nunca. Yo puedo aconsejar, pero la decisión la tienen que tomar ellas.
P.- No me estás contestando.
M: Te estoy contestando. Yo no puedo decirle a una hija mía en qué tiene que trabajar. ¿Tú sabes lo que yo quiero que sea mi hija el día de mañana?
P.- Feliz, supongo.
M: Eso.
[De camino al Raval, Marga nos habla de las buenas notas de las hijas. De lo cara que está la merluza. De la ausencia de miedo. De lo malo que es fumar. Íbamos a despedirla estrechándole la mano. Como ella prefiere. Pero no: ahora ya sí, Marga nos besa]
A los hombres nos saluda estrechándonos una mano glacial y a las mujeres les da un beso a temperatura ambiente.
Eso es lo primero que nos transmite sin abrir todavía la boca: que para una señora como ella -50 años, madre y más de tres décadas ejerciendo la prostitución-, los besos -hasta los más inanes- cuestan.
-Mujer, no nos llames de usted.
-Es deformación profesional.
Se sienta Marga Carreras en frente de Carme Freixa, que en su doble condición de periodista y psicóloga pregunta y escucha...
-No sois libres -le dice la feminista.
-No serás libre tú -le contesta la prostituta.
Fue una hora de silla eléctrica. Ellas se quejaron del calor que hacía en la sala y -oyéndolas- los hombres que andábamos tras la cámara sentíamos frío. Atravesamos finalmente el mercado de La Boquería para hacer una foto en el Raval.
En el periodismo a veces sucede que la pregunta más tonta te trae una buena frase de vuelta.
-¿Y antes qué hacías, Marga?
-Trabajé 10 años en una tripería. Aquí mismo. Vendía tripas, lenguas... Y también corazones. [Se gira y nos mira] Yo sé mucho de entrañas.
El macho
Pregunta.- ¿Por qué existe la prostitución?
Carme Freixa: Existe porque estamos en una sociedad en la que la supremacía del macho hace que la hembra, en este caso las mujeres, puedan ser consideradas objetos vendibles, comprables y traficables. Nadie puede decir que vive en una democracia cuando el 50% de las personas puede ser comprada por el otro 50%. Compradas, vendidas, usadas y traficadas. Las mafias de traficantes han ido edulcorando el lenguaje: en lugar de llamarlo tráfico le llamamos industria del sexo, en lugar de hablar de comercio hablamos de trabajo... Hombre, yo no conozco ningún trabajo donde el hecho de poder ser asesinada, violada y maltratada sea una cosa rutinaria. Si conoces alguno me lo dices...
Marga Carreras: La prostitución existe porque entre las pocas, malas y mal pagadas opciones, ésa es una que tú escoges... Yo pienso que había que preguntarles a todas y cada una de las que ejercen, a las que vienen de otro país consentidas y consentidoras, a cada uno de los seres humanos, transformistas, travestis, mujeres, hombres, andrógenos... A cada uno de ellos, cuál es su realidad y qué quieren ellos. No que otros decidan en su lugar. ¿Pero alguna vez se les ha preguntado a ellos? Mira, sólo se vulneran los derechos de una persona cuando tú decides por ella. Cuando tú no la dejas decidir... Podemos convivir con los demás, pero respetando la realidad de cada uno...
C: La realidad de la mafia, querrás decir.
M: La de las personas que lo ejercen [Levanta la voz]. Porque ellas lo deciden. No me digas que hay personas que no lo eligen, porque entonces no sería una verdad real.
C: Aquí estamos en vías de poder probar cómo la mafia de la prostitución, en este país y en otros países europeos, está subvencionando a supuestos colectivos de mujeres que defienden los derechos de las trabajadoras.
M: Las mujeres que nos dedicamos a esto no podemos hablar. No tenemos voz. ¿Yo no soy una persona mayor para decidir mi vida? ¿Lo que estoy diciendo no es real? [Indignada]
C: Qué distintas suenan las palabras de las supervivientes de prostitución de las que supuestamente ejercéis libremente...
M: ¿Sabes de que soy yo superviviente? [Muy seria] De la vida. Y de la ignorancia de los demás. Que me juzgan sin conocerme.
P.- Hay estudios que hablan de que hasta un 80% de las mujeres que ejercen la prostitución sufren violencia física o sexual...
M: Nunca he sufrido violencia en mi trabajo. Sino de las personas que piensan que no soy una persona sensata y que no elijo mi vida. Eso sí que es una agresión.
C: Uno de los grandes problemas que tiene una persona que ha sido prostituida es el de la disociación cognitiva: todo empieza cuando trabajan con un sobrenombre, disocian su cuerpo de sus sentimientos, de su vida personal, y es otra persona la que está trabajando... Los estudios de la OMS dicen que estas personas sufren un estrés postraumático mayor que otras que no han sufrido estos problemas.
'La puta feliz'
[Los datos de la prostitución hablan como un telegrama de urgencias. Cuatro millones de mujeres son víctimas de la trata cada año. Stop. Más de 12 millones de personas sufren situaciones laborales similares a la esclavitud. Stop. Entre el 10% y el 30 % de mujeres víctimas son menores de edad. Stop. Y luego hay mujeres como Marga, que piden que las dejen en paz].
P.- ¿En tu caso, Marga, por qué ejerces la prostitución?
M: Ejerzo la prostitución porque soy una persona mayor de edad que alquilo mi mentalidad y mis conocimientos, mi compañía... Pero yo nunca vendo nada. Porque vender es algo que alguien se puede llevar a su casa... A la prostitución yo nunca la llamo así, sino trabajo sexual, que es una cosa diferente.
C: Como las llaman las mafias... Lo siento mucho, cariño, pero es el lenguaje de las mafias.
M: Yo empleo el lenguaje que yo quiero. Y soy Margarita Carreras y no la mafia. Y trabajo con, donde, con quien y de la manera en que yo considero que lo debo hacer. Yo escojo dónde quiero y dónde no, cuándo, con quién y de qué manera.
C: Me asombro de que se le llame trabajo a algo que lleva consigo unas relaciones de no igualdad, donde no hay seguridad... Tiene que haber una legislación europea para acabar con esto.
M: A todas las mujeres no se nos ha preguntado.
C: ¿Has escuchado a las supervivientes?
M: Sí. ¿Sabes por qué? Porque yo trabajo con muchas. Más de las que tú vas a conocer en tu vida. Las veo cada día. Y las ayudo. Pero yo gratis.
C: No sois libres.
M: No serás libre tú. Porque tú a mí no me condicionas la libertad que yo tengo en este país. Ni tú me la das, ni tú me la concedes.
P.- ¿Está cambiando algo en el terreno de los derechos laborales de las mujeres que ejercen la prostitución? Hay sentencias que los están reconociendo...
M: ... E incluso una juez que se ha apuntado de autónoma como prostituta y que ha creado una cooperativa de mujeres que se han dado de alta en la Seguridad Social... Yo quiero regulación. A mí no me tienen que legalizar. Yo ya soy legal. Queremos una regulación de este trabajo, en las condiciones que se puedan pactar. Pedimos respeto. Lo mismo que respetamos a los demás.
C: Confundir el respeto a las personas con el respeto a las mafias son dos cosas distintas. Cuando las supervivientes de la prostitución han salido a hablar ha quedado muy claro que el mito de la puta feliz no existe. Nos vendían la imagen de la puta feliz que decía [Carme modula la voz. Irónica]: «Los hombres vienen conmigo para hablar de literatura, me paso las noches hablando de Cervantes». Cuando han visto eso, lo han cambiado por otro mito, el de las cooperativas de trabajadoras sexuales vestidas de Chanel.
P.- ¿Crees que la mayoría que se dedica a esto lo hace libremente?
M: De las que yo conozco, un 10% son esclavas de una red. El otro 30% puede estar condicionada por parejas (la peor esclavitud es la de los sentimientos, muchas veces); y luego hay otras que eligen (hombre, mujeres, travestis...) porque no tienen otra opción.
C: El problema no es prostitución sí o no. Sino que debemos cambiar las condiciones sociales. Ni yo ni mucha gente queremos vivir en una sociedad donde la gente pueda ser comprada.
40.000 euros al año
P.- Según la Interpol un proxeneta gana 110.000 euros al año por mujer prostituida. ¿Cuánto gana ésta?
M: De media, en torno a los 40.000 al año.
P.- ¿El abolicionismo no conduce más a la clandestinidad?
C: No. Lo que se ha demostrado es que legalizar a las mafias lo único que hace es llevar a la clandestinidad a muchas de estas personas. El alcalde de Ámsterdam ha dicho que si él hubiera pensado que legalizar la prostitución iba a suponer lo que ha supuesto, él nunca la habría legalizado. En Alemania, se llegó a utilizar una cosa que era la tarifa plana para el sexo. Eso fue un revulsivo para la sociedad alemana. Hoy está pidiendo revocar la legalización. En Dinamarca hay 90 ONG pidiendo lo mismo. ¿Hemos asumido que el 50% de la sociedad es mercancía?
M: En este país hay 100 asociaciones pro-abolición de la prostitución que viven de las subvenciones del Gobierno [Marga se la tenía guardada. Ahora sí mira a Carme]. Y todas las mujeres que somos trabajadoras del sexo y estamos ayudando a las mujeres nunca recibimos nada. Ni pedimos. Sólo pedimos a todas esas asociaciones que nos dejen hablar a nosotras...
C: Bueno, aquí sabemos cómo las personas que trabajan en APRAMP [Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida] han estado amenazadas de muerte por las mafias y han tenido que retirarse de la vida pública. La prostitución es una forma más de terrorismo machista... No es que sean hombres tímidos, solitarios, pobrecitos, con problemas. No. El único problema que tienen estos machos usuarios es que ellos se creen que lo pueden comprar todo. A lo mejor tú no se lo vendes. Pero ellos sí consideran que están comprando tu cuerpo.
M: ¿Esto te lo han dicho a ti los clientes?
C: Entra en la página puteros.com y te caerás al suelo de lo que llegan a decir. Me niego a llamarles hombres. Son tíos.
El pacto del preservativo
C: Yo te preguntaría que si crees que el trabajo infantil también se debe de legalizar, porque hay países en los que los niños tienen que trabajar.
M: En España el trabajo infantil no es legal. La comparación no me vale... Llevo trabajando desde los 18 años. Las personas somos una cosa y el trabajo ejercido es otra.
C: La prostitución nunca será un trabajo.
M: Yo creo que sí. A cambio de un pacto.
C: Eso no es un pacto, por dios [Alarmada]. Es compra-venta. El 85% de las mujeres atendidas en centros está diciendo que una cosa que no pueden negociar es la utilización del preservativo. ¿Cómo hablar de pacto?
M: Yo pacto todo. No todas vivimos obligadas.
C: Felicidades [Jocosa].
P.- ¿Sin demanda no hay oferta?
C: Hay una cuestión primordial en esta sociedad: de la cerda se aprovecha todo [Rotunda. La frase cae como una maceta desde un cuarto piso]. Y cuando digo cerda me refiero a todas las mujeres. En este momento en internet hay tráfico de leche de mujer embarazada, hay solicitud de relaciones sexuales con mujeres embarazadas, solicitud de niñas vírgenes de cinco, seis y siete años... Estamos llegando a un extremo... Las mujeres estamos siendo las parias de una sociedad que se dice democrática.
P.- ¿Te gustaría que tus hijas ejercieran, Marga?
M: Yo no puedo decir lo que mis hijas van a hacer nunca. Yo puedo aconsejar, pero la decisión la tienen que tomar ellas.
P.- No me estás contestando.
M: Te estoy contestando. Yo no puedo decirle a una hija mía en qué tiene que trabajar. ¿Tú sabes lo que yo quiero que sea mi hija el día de mañana?
P.- Feliz, supongo.
M: Eso.
[De camino al Raval, Marga nos habla de las buenas notas de las hijas. De lo cara que está la merluza. De la ausencia de miedo. De lo malo que es fumar. Íbamos a despedirla estrechándole la mano. Como ella prefiere. Pero no: ahora ya sí, Marga nos besa]
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