![]() |
Álvaro Pombo en su casa del barrio de Argüelles, Madrid // |
Álvaro Pombo, Premio Cervantes: "Ser gay es un don de Dios, pero algunos gais pueden ser muy pelmas"
Aunque postrado en la cama, encara esta entrevista con una dignidad que estremece. Este miércoles recogerá el máximo galardón de las letras hispánicas. "Estoy hecho unos zorros. Es imposible estar más asqueroso que yo".
Jaime Cedillo | El Español, 2025-04-21
https://www.elespanol.com/el-cultural/letras/20250420/alvaro-pombo-premio-cervantes-gay-don-dios-gais-pueden-pelmas/1003743716507_0.html
"Eso si no me da un supiritaco y me tienen que llevar en un catafalco", bromea desde la cama, emplazada en el habitáculo más espacioso del piso, sin perder un ápice de su proverbial sentido del humor. La turbadora imagen del ganador del Premio Planeta y del Nadal, entre otros reconocimientos, nos transporta a una viñeta que muchos conservarán en su imaginario: el grabado de Jaime Pahissa Laporta, datado en 1897, en el que Don Quijote aparece tumbado en el catre, con un crucifijo en el vientre, debatiéndose con la locura en sus horas postreras.
Aunque transfigurado en el ‘alter ego’ de Cervantes, Pombo mantiene intacta su lucidez. Exquisito en el trato y sonriente a pesar de los achaques, sigue siendo un conversador iluminado y de afilada retranca.
A los pies del lecho desde el que nos atiende, nos interesamos por su fragilísimo estado de salud, sobre el que no escamotea apenas detalles: "Estoy hecho unos zorros, cojitranco y muchas cosas más. Es imposible estar más asqueroso que yo". Lo dice mientras sostiene un ejemplar de ‘Protocolos (1973-2003)’, su poesía reunida en la edición de Lumen. "Estoy contento con mis poemas", admite. Y, entre risas, añade: "Tengo los poemas que a Cervantes no quiso darle el cielo".
Pregunta. ¿Cómo lleva el enclaustramiento, siendo tan apegado a la vida?
Respuesta. Bueno, en los últimos años también he tenido mucho apego por estar encerrado en casa. Por mi condición de vida, el enclaustramiento no me ha causado grandes problemas porque sigo haciendo lo mismo y desde entonces he escrito dos o tres novelas. Luego este ha sido un año muy premiado, pero también muy machacado…
P. ¿A usted también le parece que el Premio Cervantes le ha llegado tarde?
R. No, me ha llegado bien. Ahora estoy disfrutándolo, aunque soy una persona mayor. En realidad, es buen momento porque el premio me ha impulsado un poco para arriba.
P. Toma el relevo de Luis Mateo Díez, uno de los que, casualmente, propuso su candidatura a la RAE, donde ingresó en 2004.
R. Sí, junto a Luis María Anson y Paco Rico. Se lo agradecí mucho a los tres. Siempre he sido muy amigo de Luis Mateo. Además de ser un buen escritor, es muy buen tío. Porque también se puede ser un buen escritor y un mal tío.
P. ¿Qué va a hacer ahora con 125.000 euros?
R. Comprar el puerro, la manzana... sobrevivir. No pienso gastarlo en viajes ni nada parecido. Los escritores hemos vivido siempre muy en precario. Salvo gente como Don Arturo [Pérez-Reverte], Umbral y muy pocos más que han tenido más dinero, más suerte, más ojo…
P. Creo que su discurso irá por esa senda, la de la fragilidad del escritor, a propósito del Licenciado Vidriera [protagonista de la novela homónima de Cervantes].
R. Sobre todo voy a hablar de la fragilidad física de Cervantes, que estaba ‘machacao’. En lugar de buscar una sinecura, que es lo que hacían los frailes, el ‘chalao’ se metió en el ejército y lo primero que hicieron es pegarle un tiro.
P. Ahora llega a las librerías ‘Doña Mercedes o la vida perdurable’, un guion radiofónico que se emitió en 1985. ¿Por qué ha elegido esa obra para la colección del Fondo Cultura Económica?
R. Porque estuvo un año en las ondas. Con todo el grupo de Radio Nacional de España, que eran muy buenos actores. Lo que pasa es que nos hemos medio muerto todos ya.
P. Sus textos para el teatro, el cine y la radio son mucho menos conocidos que sus novelas. ¿Le queda esa espinita?
R. A mí me quedan pocas espinitas. La pasta me vendría bien, pero apenas tengo espinas.
P. Esta pieza nos recuerda lo importante que ha sido para usted la oralidad, aunque en su caso no le influyeron los relatos que se contaban a la luz de la hoguera.
R. No. Eso es de Luis Mateo, José María Merino y Juan Pedro Aparicio, que tenían el filandón, esas reuniones de oralidad comunitaria. Pero mi oralidad es la de la viva voz, contar las cosas como lo estamos haciendo ahora. Estas entrevistas normalmente quedan bien porque yo te cuento las cosas a mí manera y tú luego lo apañas, ¿no?
P. Claro. Lo que ha hecho usted es dictar sus textos, ¿no?
R. Sí. Lo he hecho muchas veces con Iñaki Laguna Aparicio, al que conozco desde hace diez años. Es monitor de gimnasia y un excelente mecanógrafo. Ha copiado literalmente seis de mis libros.
P. ¿Ahora está escribiendo algo?
R. Un libro: ‘Ficciones autobiográficas’, lo tengo casi entero. También escribo todos los viernes para ‘El diario montañés’ de Cantabria. Me divierte mucho esto, tengo 25 o 26 artículos ya publicados [estos los transcribe Mario Crespo, que se encuentra en la casa durante la entrevista. Crespo es académico correspondiente de la RAE y comisario de la exposición ‘Álvaro Pombo. Una narrativa de la fragilidad. Homenaje al Premio Cervantes 2024', de la Universidad de Alcalá de Henares].
P. ¿Y qué ha sido de ese texto en el que quería reflexionar sobre "la homosexualidad como don de Dios"?
R. [Risas] Bueno, al final no lo he publicado. Yo creo que sí es un don de Dios; si no, ¿qué coño va a ser? ¿Tú crees que un homosexual es un monstruo? Pues no. Claro que no lo es, se ponga como se ponga el cura o el papa. ¿Qué es, entonces, una rareza? Pues eso, un don de Dios, y puede ser un don satánico, como pueden ser todas las pasiones incontroladas. Son personas quizás especiales… [piensa durante unos segundos] y pueden ser muy pelmas. Es que los gais pueden ser muy pelmas.
P. A usted nunca le gustaron las caravanas del Orgullo...
R. No, no, no, a mí esas exhibiciones no me gustan, pero esas son otras circunstancias… Un buen homosexual es un buen hombre, como he contado en algunos de mis libros.
Una punzada de dolor que corresponde esta vez a la espalda interrumpe la declaración. Más tarde, un ligero ataque de tos nos hace temblar. Segundos después, tras reponerse, propone fumar un cigarrillo. "Mario, ¿le damos a este chico un poco de café?", pregunta. "No se preocupe, acabo de tomarlo". Pero insiste: "Este es especial, es un licor de café muy bueno". "Agradecido, entonces". Y retomamos la conversación:
P. También ha definido a Dios como una "ficción divina y suprema".
R. Este sí que es un asunto que no he resuelto. La cuestión es que es muy complicado imaginarse a Dios o pensar en Dios. Para hablar de Dios yo utilizo la "ficción suprema". Lo más interesante de este concepto es que incluye la ficción. Para los grandes teólogos, Dios no deja de ser una ficción.
P. O sea, ¿le seduce más lo que tiene de literario que lo religioso?
R. Me seduce lo que tiene de teológico... La cuestión es que no lo sé bien, ¿sabes?
P. Pero ¿han sido la filosofía y el cristianismo sus pilares más sólidos?
R. La filosofía me ha interesado toda la vida, pero yo soy un cristiano viejo si rascas un poco. Quizás no católico… Judío, diría que soy. Sí, yo soy un judío converso [susurra con una sonrisa pícara]. Yo soy un Pombo de Villada [municipio de Palencia]. En el siglo XVI éramos muy judíos: éramos comerciantes... Bueno, mírame el perfil.
P. El filósofo José Antonio Marina, amigo suyo, habla de su literatura como una pugna entre la luz y la oscuridad, lo luminoso y lo sombrío. Si tuviera que hacer balance, ¿qué cree que ha prevalecido?
R. Al final de la vida, prevalece la luz: la del cielo, la del mundo.
Más allá de lo metafísico, uno de los centros gravitatorios de su obra, es innegable el compromiso de Pombo con la realidad de su tiempo. Como columnista y tertuliano, el autor de ‘Contra natura’ (2005) ha examinado las cuestiones sociales con una mirada agudísima, mientras que su caleidoscópica personalidad ha suscitado a veces desconcierto, como cuando se posicionó en contra del matrimonio homosexual.
Inició su aventura política en las elecciones generales de nuestro país en 2008. Encabezando la lista del partido Unión, Progreso y Democracia (UPyD) al Senado por la Comunidad de Madrid, fue uno de los personajes más mediáticos del proyecto de Rosa Díez.
P. ¿Un escritor debe ser comprometido?
R. No lo creo. Tiene que comprometerse con su obra, con su trabajo. Pero, hombre, ¿cómo no voy a estar comprometido con la vida? De todos modos, ¿qué tendría que hacer para ser más comprometido: meter a los inmigrantes en mi casa? Pues no lo sé...
P. En todo caso, ¿qué recuerdo guarda de aquellos años?
R. Mi época más política fue la de UPyD. Después de tres legislaturas me fui porque no soy político.
P. Sin embargo, algunas de sus intervenciones son muy recordadas.
R. Sí, pero no tenía vocación.
P. A estas alturas, ¿le da miedo la guerra comercial de Trump y el rearme de Europa o esto le queda muy lejos?
R. Bueno, como empiecen a subir el precio de las patatas… Queda lejos en el sentido de que no vamos a comprarnos coches de alta gama, pero lo de los aranceles puede acabar afectándonos en cosas muy elementales: el precio de los periódicos, los salarios de los empleados… Lo que pasa es que todavía no lo tenemos encima.
P. La muerte es absurda, ha manifestado en alguna ocasión. Un sinsentido...
R. La muerte de los demás es lo que es terrible: la de las personas que he conocido y he querido. El problema es la soledad, más que mi propia muerte. Unamuno decía: "Mi muerte es incomprensible". Nos parece incomprensible la muerte propia, pero la mía llegará un buen día y ‘patapum’, a tomar por saco.
P. Dice que se hace cargo de la muerte "creando sentido" en su vida. ¿Cómo lo hace en esta situación?
R. Lo tengo muy fácil: me dedico todos los días a escribir y a estar con mis amigos.
P. ¿Vienen a verlo?
R. Unos cuantos, tampoco tengo una masa informe [risas]... Pero vienen y charlamos, sí.
P. ¿Cómo le gustaría ser recordado?
R. Pues por algún libro bonito. Quizás por ‘Donde las mujeres’ (1996), que tenía mucha gracia.
P. O sea, ¿por su obra más que por su personalidad?
R. Sí, creo que sí, aunque también me gustaría que me recordasen mis amigos porque fui un hombre bienhumorado.