Reverte, un académico sin ideología
Dicen los rumorosos que Alonso Quijano enloqueció de tanto leer novelas. A veces, uno piensa que Arturo Pérez Reverte enloqueció de tanto escribirlas.
Aníbal Malvar | Público, 2025-03-11
https://www.publico.es/culturas/reverte-academico-ideologia.html
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Arturo Pérez-Reverte // |
Dicen los rumorosos que Alonso Quijano enloqueció de tanto leer novelas. A veces, uno piensa que Arturo Pérez Reverte enloqueció de tanto escribirlas. El real académico de la lengua española es hombre de trato personal afable, colega periodista generoso, conversador de hablar meditado y dicción sabia, más irónico que sarcástico, quizás incluso moderado, un pelín arrogante sin acercarse jamás a los excesos de tantas ‘prima donnas’ literarias.
Pero la transformación es aterradora cuando le prestas una pluma. Del Quijote a Garcilaso, Reverte en seguida trabuca la pluma con la espada, costumbre muy española, y en revistas y redes sociales esparce sucia iracundia resentida, desprecio al feminismo y a la mujer, homofobia de fértiles melenas en las pelotas, cólera contra todo lo político y los políticos en consonancia con el fascismo iliberal hoy de moda.
Bukowski parece un piadoso sochantre al lado de él. Prosa de Varón Dandy que desparrama peste a gónada. Matonismo de taberna metílica. Vulgaridad bajo la bandera de la libertad estética. Reverte ansia ser un poeta maldito, un Quevedo perseguido y maldicente, un insobornable Alatriste de suelto verbo, pero le sale el borracho de meadero de bar que blasfema por todo y por todos entre arcada y arcada. Le sale Abascal, pero en maleducado.
Conociendo un poco a Reverte, su literatura, sus viejas y magníficas crónicas bélicas como reportero del diario ‘Pueblo’, es fácil discernir que un tipo así no improvisará su frase de presentación en redes. Ese autoepitafio prepóstumo con el que referimos nuestra existencia a la masa anónima de tuiteiros con fotos de gatitos y de esvásticas. El lema del audaz Reverte es: "No tengo ideología, lo que tengo es biblioteca". Como decir "yo no tengo cultura, pero sí más libros que tú", en la neolengua de los equidistantes.
Reverte siempre fue más cuantitativo que cualitativo, como es debido a un buen escritor de ‘best-sellers’. Sorprendió su designación como académico de la Real Academia Española (RAE) en 2003 solo por razones cuantitativas. Corín Tellado también sería merecedora de un sillón en la Academia si a ella se accediera trepando por montones de libros vendidos.
Cuando nombraron a Arturo Pérez Reverte miembro de la RAE, hubo vientos de rebelión entre los escritores españoles de novela negra. Sobre todo cuando cuatro meses después murió Manuel Vázquez Montalbán en el aeropuerto de Bangkok. La Real Academia Española prefirió un escritor de misterio preocupado por una chica burguesa que asiste a clases de esgrima con un psicópata, que a un escritor de novela negra que nos cuenta la transición desde los desclasados: Charo, Biscúter, Carvalho y Bromuro son historia, calle, tiempo, olor, amor y personajes. Los personajes de Reverte son solo personajes. Asesinables distracciones. Literatura de parque temático donde nunca pasa nada real.
Reverte es literatura de misterio burguesa y Montalbán es literatura negra comunista. Ser Reverte es mejor negocio que ser Montalbán, pues no ser incómodo al fascismo, como Reverte, proporciona mucha fama y honores. Si nuestros jueces están desbocados, nuestros académicos también quieren sumarse al aquelarre retrofacha que nos inunda. Otro académico, Félix de Azúa, va a la misma taberna que Reverte para inspirarse: "Debería estar sirviendo en un puesto de pescado", dijo de la entonces alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. Uno no le pide a un académico que no insulte, pero, ¡coño!, que lo haga con elegancia parnasiana.
Sin ideología pero con biblioteca, Reverte escribió hace años un opúsculo dedicado al golpe franquista y subsiguiente matanza bélica. La guerra civil contada a los jóvenes presumía de tener tan poca ideología que era ideología en estado puro: la de los vencedores. La que nos enseñaban los curas en los colegios franquistas: una guerra sin culpables, o donde son todos culpables, que viene a ser lo mismo. La participación de nazis y fascistas alemanes e italianos no le parece al historiador Reverte suficientemente ideológica. O quizás no se habla nada de eso en su biblioteca sin ideología, que también es posible.
Pero la transformación es aterradora cuando le prestas una pluma. Del Quijote a Garcilaso, Reverte en seguida trabuca la pluma con la espada, costumbre muy española, y en revistas y redes sociales esparce sucia iracundia resentida, desprecio al feminismo y a la mujer, homofobia de fértiles melenas en las pelotas, cólera contra todo lo político y los políticos en consonancia con el fascismo iliberal hoy de moda.
Bukowski parece un piadoso sochantre al lado de él. Prosa de Varón Dandy que desparrama peste a gónada. Matonismo de taberna metílica. Vulgaridad bajo la bandera de la libertad estética. Reverte ansia ser un poeta maldito, un Quevedo perseguido y maldicente, un insobornable Alatriste de suelto verbo, pero le sale el borracho de meadero de bar que blasfema por todo y por todos entre arcada y arcada. Le sale Abascal, pero en maleducado.
Conociendo un poco a Reverte, su literatura, sus viejas y magníficas crónicas bélicas como reportero del diario ‘Pueblo’, es fácil discernir que un tipo así no improvisará su frase de presentación en redes. Ese autoepitafio prepóstumo con el que referimos nuestra existencia a la masa anónima de tuiteiros con fotos de gatitos y de esvásticas. El lema del audaz Reverte es: "No tengo ideología, lo que tengo es biblioteca". Como decir "yo no tengo cultura, pero sí más libros que tú", en la neolengua de los equidistantes.
Reverte siempre fue más cuantitativo que cualitativo, como es debido a un buen escritor de ‘best-sellers’. Sorprendió su designación como académico de la Real Academia Española (RAE) en 2003 solo por razones cuantitativas. Corín Tellado también sería merecedora de un sillón en la Academia si a ella se accediera trepando por montones de libros vendidos.
Cuando nombraron a Arturo Pérez Reverte miembro de la RAE, hubo vientos de rebelión entre los escritores españoles de novela negra. Sobre todo cuando cuatro meses después murió Manuel Vázquez Montalbán en el aeropuerto de Bangkok. La Real Academia Española prefirió un escritor de misterio preocupado por una chica burguesa que asiste a clases de esgrima con un psicópata, que a un escritor de novela negra que nos cuenta la transición desde los desclasados: Charo, Biscúter, Carvalho y Bromuro son historia, calle, tiempo, olor, amor y personajes. Los personajes de Reverte son solo personajes. Asesinables distracciones. Literatura de parque temático donde nunca pasa nada real.
Reverte es literatura de misterio burguesa y Montalbán es literatura negra comunista. Ser Reverte es mejor negocio que ser Montalbán, pues no ser incómodo al fascismo, como Reverte, proporciona mucha fama y honores. Si nuestros jueces están desbocados, nuestros académicos también quieren sumarse al aquelarre retrofacha que nos inunda. Otro académico, Félix de Azúa, va a la misma taberna que Reverte para inspirarse: "Debería estar sirviendo en un puesto de pescado", dijo de la entonces alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. Uno no le pide a un académico que no insulte, pero, ¡coño!, que lo haga con elegancia parnasiana.
Sin ideología pero con biblioteca, Reverte escribió hace años un opúsculo dedicado al golpe franquista y subsiguiente matanza bélica. La guerra civil contada a los jóvenes presumía de tener tan poca ideología que era ideología en estado puro: la de los vencedores. La que nos enseñaban los curas en los colegios franquistas: una guerra sin culpables, o donde son todos culpables, que viene a ser lo mismo. La participación de nazis y fascistas alemanes e italianos no le parece al historiador Reverte suficientemente ideológica. O quizás no se habla nada de eso en su biblioteca sin ideología, que también es posible.
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