Imagen: El Diario / Mar C. Llop |
Mar C. Llop, fotógrafa y activista, publica 'Construcciones identitarias. Work in progress', 54 retratos de procesos de tránsito de personas trans. "No hay que ir a la otra punta para ser trans: hoy te puedes construir de una forma y mañana de otra", explica sobre la normatividad trans. "Lucho para que se acaben estos referentes trans relacionados con la noche, con la oscuridad", destaca Llop.
Yeray S. Iborra | El Diario, 2016-10-31
http://www.eldiario.es/catalunya/barcelona/Mar-Llop_0_572893561.html
Alicia, fue primera. Después vendrían 53 más. En EnFemme –espacio con armario, vestidor y ropa donde las personas pueden hacer ‘crossdressing’ y demás transiciones de género– había unos flashes y un pequeño equipo de fotografía. Aquella tarde, Mar C. Llop (Barcelona, 1978), fotógrafa y activista trans, decidió poner cara y relato a su nuevo entorno: ella misma había iniciado una transición de género, quería visibilizar y compartir el aprendizaje de una persona que hace frente a este tipo de viaje. "Yo no tenía referentes, o los que encontraba no me gustaban", comenta entre cafés en el Raval.
Como recuerda la fotógrafa barcelonesa todo fue "espontáneo": la naturalidad ha marcado el proyecto de 'Construcciones identitarias. Work in Progress'. La duda, el miedo, el secreto, los vínculos, las personas. La defensa de la diferencia en las construcciones de género.
Mar C. Lobo explica –quitándole hierro– que ‘Work in Progress’, tras ser una exposición en el espacio CFG de Barcelona, ahora será un libro gracias al micromecenazgo. "Son sólo pequeñas cosas que pueden ayudar a explicar los diferentes procesos, que pueden ayudar a entender el viaje de una persona cercana", explica Llop, también presidenta de la Asociación Generem –nacida en el seno de EnFemme– que orienta y asesora personas trans de Barcelona.
En 'Work in Progress' explora una parte de las transiciones de género que no ha sido muy ilustrada: los procesos.
Las construcciones identitarias no se han visibilizado, no. O no lo suficiente. Y por eso nace 'Work in Progress', que pone énfasis en el proceso. Hay muchas maneras de ser trans. Y ya va siendo hora de mostrar que no todos los trans están relacionados con el espectáculo o la prostitución.
¿Demasiado tópicos heredados de la cultura?
Sí. Pero hay esperanza... Últimamente se está haciendo algo interesante, y muy accesible, mira la serie ‘Transparent’. O la película ‘La chica danesa’... Lucho para que se acaben estos referentes trans relacionados con la noche, con la oscuridad...
Se debe incorporar en la agenda normalizar 'transexualitats', en plural, explica.
El otro día hablaba con un chico que está en una asociación LGTBI y flipaba con la gente que conocía, las diferentes formas que hay que de encarar una transición. Por suerte, cada vez hay gente que ve más claro que puede comenzar un viaje...
¿Por qué?
¡Porque se puede experimentar! Yo no tenía referentes, o los que encontraba no me gustaban. El objetivo de este proyecto es demostrar que hay muchas maneras de hacerlo, muchas maneras de ser: hay trans que se hormonan, pero los hay que no. ¿Y qué?
Si hubiera visto proyectos como este hace dos años, cuando comenzó su proceso... ¿Le hubiera ayudado?
Me hubiera dado muchas fuerzas. Ver personas que están pasando por lo mismo que tú, y de formas muy diferentes, es una gran cosa.
¿Cómo empieza a fotografiar a estos procesos?
Empecé a encontrar personas en situaciones similares a la mía, más o menos avanzadas en su transición. Y empecé a fotografiarlas, y luego salieron los textos que acompañan las imágenes, que son básicamente conversaciones con mucha gente que hacía las cosas de forma diferente. Había situaciones de todo tipo, desde personas muy convencidas a otros que comenzaban el tráfico con dudas porque quizás tenían una pareja de 20 años y no la querían perder. Y todo es posible. Todo lo es.
¿Tenía claro que debían ser las propias personas afectadas las que hicieran las reflexiones?
Sí, y además yo también formo parte del colectivo. Estudios académicos hay muchos, pero es muy importante que se explique con la voz de las personas que lo viven.
Dar la cara.
La foto no es importante al final, no es arte. La gente me decía: '¿Cómo me pongo?'. 'Como si esperaras el autobús', les contestaba. Al final sólo es una persona y un relato, y un fondo negro que permitía disparar donde fuera.
Su proyecto cuestiona el binarismo de género.
No hay que ir a la otra punta para ser trans. Hay gente ‘crossdresser’, transexual, transgénero. O gente que va cambiando, que hoy se construye de una forma y al día siguiente de otra. Dentro de la sección conceptos del libro hay una fotografía donde salgo yo, movida, que se titula "La oscuridad de la inmovilidad ante la experiencia". Yo, con 46 años, probé un tránsito que siempre había llevado dentro, y ahora sé que no se debe seguir un único camino. Puedes ir adelante o atrás. O hacia donde quieras.
Todo lo que comenta suena ‘queer’. ¿El libro quería sostener algún discurso?
El libro es fruto de las personas que he ido conociendo, sin más. Habla de mi camino, al final.
¿Cómo empezó dicho camino?
Gracias a Internet. En las redes encontré a Carla Antonelli, los grupos ‘crossdresser’, hasta que llegó Facebook, donde además podías ver fotos, comentarlas. No como en los chats... ¡Menudo drama la época de los chats! [Ríe] Después llegó, hace diez años, el EnFemme, un armario gigante donde la gente se cambia de ropa, y sale, y no sale.
¿El EnFemme forma parte del ‘secreto’, que describe el libro?
El EnFemme forma parte de ello: para un chico heterosexual, el hecho de que le guste vestirse como una mujer... [Levanta las cejas] Esto es un secreto, secreto, secreto. Un armario profundo, profundo, profundo. Y se ha de mostrar, porque con el tiempo al final consigues que no haya secreto y que esta voluntad se lleve abiertamente.
El entorno es fundamental, entiendo.
En el libro hablo de las relaciones y del entorno para conocer personas que están en el mismo proceso que tú, que te informan, que te ilustran... Piensa que antes sólo había la Unidad de Trastornos de la Identidad (UTIC). Un departamento de salud, ¿ellos te debían de ayudar? Lo estamos desmontando ahora, porque no lo queremos.
¿Qué hacían allí?
Te hacían un test de 300 preguntas, y con ese test un profesional decidía si eras trans o no. Y entonces te decían: '¿Vendrás vestido de tía en la próxima visita, no?'. [Agacha la cabeza]
La atención sanitaria a las personas trans en Catalunya dejará de estar basada en un diagnóstico psiquiátrico.
Yo no fui nunca porque escuchaba lo que la gente decía de aquel sitio... La gente iba allí y mentía. Por suerte apareció Trànsit, en defensa de la salud de las personas trans, porque había una doctora que se dio cuenta de que había un mercado ilegal de hormonas. Para evitar el trance con la UTIC había muchas personas que no iban al médico y se auto-hormonaban. El control médico es vital. Si una chica trans hace un cambio, puede que quiera seguir teniendo pechos. Y se han de mirar, como los de cualquier otra persona.
...
Yo pasé seis meses con hormonas. Y lo dejé. Y también es posible esta opción: ¿por qué no probar, salir adelante, y mirar cómo te sientes? Es tu cuerpo. En servicios como Trànsit te informan, y entonces tú tomas una decisión responsable. Si te crecen senos, pues ya está. Antes una mujer sí o sí había que sacar los pechos y la matriz, ¿por qué?
Desde Generem defienden la educación como pilar fundamental. ¿La educación también es básica para tratar lo que usted define como los ‘chiquillos trans’?
Son muy importantes las criaturas trans. Y en este sentido el trabajo en educación lo es aún más: estamos trabajando en un protocolo para niños trans en las escuelas. Está previsto que se hagan unas formaciones para que todos los directores de escuela tengan nociones en cuestiones de género.
El nombre del proyecto lo deja claro: trabajo en progreso. ¿Qué le queda por explorar?
Un poco más el ámbito laboral de las personas trans. Y también quiero hacer algo más... erótico. [Ríe] La gente ya se me ha ofrecido: 'Si haces la sesión esta ‘sesi’ yo me apunto, Mar'.
Por último, ¿ha sentido efecto llamada gracias al proyecto?
Sí, la gente ha venido y me ha dicho: 'Soy trans y quiero salir en el libro'. En noviembre tenía 30 personas, y ahora van 54. Estas últimas quizás están más elegidas, antes tenía gente muy trans y chicas ‘crossdresser’ y ahora tengo discursos más ‘queer’. Como chicas que se visten de chicos para salir, las ‘dragkings’. Sigo conociendo gente.
¿Cuando se hizo la foto a usted misma que ilustra el libro?
Yo, la última, claro.
Como recuerda la fotógrafa barcelonesa todo fue "espontáneo": la naturalidad ha marcado el proyecto de 'Construcciones identitarias. Work in Progress'. La duda, el miedo, el secreto, los vínculos, las personas. La defensa de la diferencia en las construcciones de género.
Mar C. Lobo explica –quitándole hierro– que ‘Work in Progress’, tras ser una exposición en el espacio CFG de Barcelona, ahora será un libro gracias al micromecenazgo. "Son sólo pequeñas cosas que pueden ayudar a explicar los diferentes procesos, que pueden ayudar a entender el viaje de una persona cercana", explica Llop, también presidenta de la Asociación Generem –nacida en el seno de EnFemme– que orienta y asesora personas trans de Barcelona.
En 'Work in Progress' explora una parte de las transiciones de género que no ha sido muy ilustrada: los procesos.
Las construcciones identitarias no se han visibilizado, no. O no lo suficiente. Y por eso nace 'Work in Progress', que pone énfasis en el proceso. Hay muchas maneras de ser trans. Y ya va siendo hora de mostrar que no todos los trans están relacionados con el espectáculo o la prostitución.
¿Demasiado tópicos heredados de la cultura?
Sí. Pero hay esperanza... Últimamente se está haciendo algo interesante, y muy accesible, mira la serie ‘Transparent’. O la película ‘La chica danesa’... Lucho para que se acaben estos referentes trans relacionados con la noche, con la oscuridad...
Se debe incorporar en la agenda normalizar 'transexualitats', en plural, explica.
El otro día hablaba con un chico que está en una asociación LGTBI y flipaba con la gente que conocía, las diferentes formas que hay que de encarar una transición. Por suerte, cada vez hay gente que ve más claro que puede comenzar un viaje...
¿Por qué?
¡Porque se puede experimentar! Yo no tenía referentes, o los que encontraba no me gustaban. El objetivo de este proyecto es demostrar que hay muchas maneras de hacerlo, muchas maneras de ser: hay trans que se hormonan, pero los hay que no. ¿Y qué?
Si hubiera visto proyectos como este hace dos años, cuando comenzó su proceso... ¿Le hubiera ayudado?
Me hubiera dado muchas fuerzas. Ver personas que están pasando por lo mismo que tú, y de formas muy diferentes, es una gran cosa.
¿Cómo empieza a fotografiar a estos procesos?
Empecé a encontrar personas en situaciones similares a la mía, más o menos avanzadas en su transición. Y empecé a fotografiarlas, y luego salieron los textos que acompañan las imágenes, que son básicamente conversaciones con mucha gente que hacía las cosas de forma diferente. Había situaciones de todo tipo, desde personas muy convencidas a otros que comenzaban el tráfico con dudas porque quizás tenían una pareja de 20 años y no la querían perder. Y todo es posible. Todo lo es.
¿Tenía claro que debían ser las propias personas afectadas las que hicieran las reflexiones?
Sí, y además yo también formo parte del colectivo. Estudios académicos hay muchos, pero es muy importante que se explique con la voz de las personas que lo viven.
Dar la cara.
La foto no es importante al final, no es arte. La gente me decía: '¿Cómo me pongo?'. 'Como si esperaras el autobús', les contestaba. Al final sólo es una persona y un relato, y un fondo negro que permitía disparar donde fuera.
Su proyecto cuestiona el binarismo de género.
No hay que ir a la otra punta para ser trans. Hay gente ‘crossdresser’, transexual, transgénero. O gente que va cambiando, que hoy se construye de una forma y al día siguiente de otra. Dentro de la sección conceptos del libro hay una fotografía donde salgo yo, movida, que se titula "La oscuridad de la inmovilidad ante la experiencia". Yo, con 46 años, probé un tránsito que siempre había llevado dentro, y ahora sé que no se debe seguir un único camino. Puedes ir adelante o atrás. O hacia donde quieras.
Todo lo que comenta suena ‘queer’. ¿El libro quería sostener algún discurso?
El libro es fruto de las personas que he ido conociendo, sin más. Habla de mi camino, al final.
¿Cómo empezó dicho camino?
Gracias a Internet. En las redes encontré a Carla Antonelli, los grupos ‘crossdresser’, hasta que llegó Facebook, donde además podías ver fotos, comentarlas. No como en los chats... ¡Menudo drama la época de los chats! [Ríe] Después llegó, hace diez años, el EnFemme, un armario gigante donde la gente se cambia de ropa, y sale, y no sale.
¿El EnFemme forma parte del ‘secreto’, que describe el libro?
El EnFemme forma parte de ello: para un chico heterosexual, el hecho de que le guste vestirse como una mujer... [Levanta las cejas] Esto es un secreto, secreto, secreto. Un armario profundo, profundo, profundo. Y se ha de mostrar, porque con el tiempo al final consigues que no haya secreto y que esta voluntad se lleve abiertamente.
El entorno es fundamental, entiendo.
En el libro hablo de las relaciones y del entorno para conocer personas que están en el mismo proceso que tú, que te informan, que te ilustran... Piensa que antes sólo había la Unidad de Trastornos de la Identidad (UTIC). Un departamento de salud, ¿ellos te debían de ayudar? Lo estamos desmontando ahora, porque no lo queremos.
¿Qué hacían allí?
Te hacían un test de 300 preguntas, y con ese test un profesional decidía si eras trans o no. Y entonces te decían: '¿Vendrás vestido de tía en la próxima visita, no?'. [Agacha la cabeza]
La atención sanitaria a las personas trans en Catalunya dejará de estar basada en un diagnóstico psiquiátrico.
Yo no fui nunca porque escuchaba lo que la gente decía de aquel sitio... La gente iba allí y mentía. Por suerte apareció Trànsit, en defensa de la salud de las personas trans, porque había una doctora que se dio cuenta de que había un mercado ilegal de hormonas. Para evitar el trance con la UTIC había muchas personas que no iban al médico y se auto-hormonaban. El control médico es vital. Si una chica trans hace un cambio, puede que quiera seguir teniendo pechos. Y se han de mirar, como los de cualquier otra persona.
...
Yo pasé seis meses con hormonas. Y lo dejé. Y también es posible esta opción: ¿por qué no probar, salir adelante, y mirar cómo te sientes? Es tu cuerpo. En servicios como Trànsit te informan, y entonces tú tomas una decisión responsable. Si te crecen senos, pues ya está. Antes una mujer sí o sí había que sacar los pechos y la matriz, ¿por qué?
Desde Generem defienden la educación como pilar fundamental. ¿La educación también es básica para tratar lo que usted define como los ‘chiquillos trans’?
Son muy importantes las criaturas trans. Y en este sentido el trabajo en educación lo es aún más: estamos trabajando en un protocolo para niños trans en las escuelas. Está previsto que se hagan unas formaciones para que todos los directores de escuela tengan nociones en cuestiones de género.
El nombre del proyecto lo deja claro: trabajo en progreso. ¿Qué le queda por explorar?
Un poco más el ámbito laboral de las personas trans. Y también quiero hacer algo más... erótico. [Ríe] La gente ya se me ha ofrecido: 'Si haces la sesión esta ‘sesi’ yo me apunto, Mar'.
Por último, ¿ha sentido efecto llamada gracias al proyecto?
Sí, la gente ha venido y me ha dicho: 'Soy trans y quiero salir en el libro'. En noviembre tenía 30 personas, y ahora van 54. Estas últimas quizás están más elegidas, antes tenía gente muy trans y chicas ‘crossdresser’ y ahora tengo discursos más ‘queer’. Como chicas que se visten de chicos para salir, las ‘dragkings’. Sigo conociendo gente.
¿Cuando se hizo la foto a usted misma que ilustra el libro?
Yo, la última, claro.