http://www.theclinic.cl/2011/03/31/alvaro-pombo-%E2%80%9Csoy-un-homosexual-homofobo-%C2%BFes-que-no-se-puede-hacer-una-puta-broma-con-la-homosexualidad/
Fue, con su novela “El héroe de las mansardas de Mansard”, el primer ganador,
en 1983, del hoy prestigioso (y apetecido) Premio Herralde de la editorial
Anagrama. De visita en Chile como jurado del Premio Iberoamericano Planeta-Casa
de América y como partícipe en un congreso literario, Álvaro Pombo (1939), uno
de los narradores actuales más relevantes (y prolíficos) de España, habló con
The Clinic sobre su afición a Wikipedia, sobre su homosexualidad distante del
orgullo gay y sobre política, sorprendiendo, mientras come papas fritas, con su
defensa de Pinochet y Franco.
¿Cómo ha estado la pasada por Santiago?
-Primera vez que he venido y me ha encantado.
¿Le gustó el smog?
-¡El frío! Veníamos con la idea de que era verano y menos mal que he
traído una gabardina. He pasado frío.
Andaba en un congreso sobre literatura y nuevos medios. ¿Qué se saca en
limpio de una instancia tan fascinante?
-Es un tema muy apasionante, aunque yo no tengo ideas claras, pero todos
tenemos miles de ideas sobre el asunto, y… déjame terminar las patatas antes de
seguir.
¿Están buenas?
-Hombre, son muy ricas estas patatas fritas… Y hemos tomado mucho pisco sour,
que no es chileno sino peruano.
Así parece.
-Es que a mí lo que me gustaría, en vez de que me entrevistaran a mí, pues
estoy aburridísimo de mí mismo, sería entrevistarlos a ustedes, los chilenos,
porque me interesa mucho Chile.
Hablemos un poco sobre Chile entonces. ¿Qué le ha parecido?
-Es que no me ha parecido nada. Llevo muy poco. Pero a Chile venimos todas las
personas con montones de ideas.
¿Qué ideas? ¿Algún escritor chileno actual conoce?
-Nosotros conocemos Chile muy bien.
¿Sí? ¿La literatura por ejemplo?
-Pues claro, la literatura chilena, hombre, la grande, desde Neruda,
Edwards, Gabriela Mistral, aunque a mí no me gusta tanto ella. Las “Odas
Elementales” para mí fueron un descubrimiento poético de primera magnitud. Y al
“Canto General” le doy mucha importancia. Neruda es para mí un autor del
calibre de Eliot, de Rilke, o de Thomas Mann en novela.
Pero algún escritor posterior a Neruda conocerá, José Donoso más que
sea…
-Donoso, pues claro… Pero es que leo más ensayo que literatura últimamente. De
todos modos tengo una muy buena opinión de lo que se está escribiendo en este
continente. Se me van los nombres ahora… Lo que sí he seguido con mucha
atención son los movimientos políticos. Particularmente el paralelo que se da
entre Franco y Pinochet.
¿Cuál es el paralelo?
-Pinochet se modeló en la figura de Franco, lo tomó como referente, lo citaba
mucho. Pinochet se muere en la cama, lo mismo que Franco, después de muchos
años de mandato y otros tantos en los cuales es un senador… Es que es muy
curioso. Pinochet fue una figura paternalista, muy análoga a la de Franco al
final. Una especie de abuelo, aunque pesado.
No le termino de captar el tono; para explicitarlo le pongo una
situación hipotética: usted es chileno y le toca votar para el plebiscito del
88; SÍ, para que siga Pinochet, o NO, para que se vaya. ¿Qué habría votado?
-NO, seguramente, pero hubiera hecho el recitativo de todas las ventajas que
tiene un personaje, un gobierno fuerte en un país.
Si aprecia eso tanto, ¿por qué habría votado que no?
-Pues porque fue un hombre cruel.
¿Y lo que viene después de Pinochet en Chile, lo conoce?
-Hombre, claro, lo que viene después de Pinochet es la prosperidad.
Parecidamente, lo que vino después de Franco fue la prosperidad.
Para algunos.
-El asunto es que Chile es hoy un sitio próspero e integrado. Yo no voy a hacer
el argumento de decir que todo fue gracias a Pinochet. Hubo gente después que
ayudó a eso, pero sí es verdad que no hubiera podido hacerse nada con el
allendismo, nada con lo que había antes de Pinochet. Esto no es un argumento a
favor de los dictadores crueles…
Así suena.
-Sé que suena mal, el asunto es que España prosperó gracias a Franco, la gente
tuvo su cochecito, su residencia, y la democracia fue posible gracias a Franco.
¿Está diciendo que necesitan los pueblos a caudillos de esa calaña para
tener democracia y prosperidad? ¿Esa es la tesis?
-No, vamos, esa no puede ser la tesis.
Pareciera serla. La suya, no la mía.
-Esa no puede ser la tesis, pero esa es desde luego la pregunta. Pero sí me
hago esa pregunta, de si no tendríamos, por ejemplo en España, que pasar a una
fase suprapolítica, suprapartidista, de gestores firmes. ¡Si tenemos cinco
millones de parados (cesantes)! Y hay parados irrecuperables, gente de 60 años
que ya es un lío. Estoy preocupado porque en España tenemos una mala situación;
¿vamos realmente a ser capaces de recolocar a toda esa gente? ¿Va España a
reabsorber esa mano de obra de gente joven o vamos a sacrificar dos
generaciones de gente joven que no tiene empleo y no tiene nada?
¿Y qué hace falta? ¿El fantasma de Franco?
-Un dictador con mano fuerte… No lo sé, no lo sé, pero hay que tener cuidado de
no ponerse demasiado bravo con los dictadores que produjeron riquezas
económica. Hitler fue un dictador que metió a los países en una guerra
espantosa, pero Franco no. Y Pinochet tampoco.
A usted lo podría matar por estas declaraciones.
-Lo sé, lo sé.
¿Tiene problemas con la izquierda en España?
-No, pero los tendré si sigo diciendo estas cosas. Es que creo que la izquierda
de España está totalmente desactivada.
Usted le tiene ojeriza a José Luis Rodríguez Zapatero.
-No, hombre, ojeriza no, pero a todos nos ha cansado. Yo le voté la primera
vez, y no le tengo ojeriza, pero su “buenismo”, su especie de “aquí aparezco yo
e invento la política” me cansó. En España hemos pasado por un periodo muy
“buenista” con Zapatero.
¿Qué es el buenismo exactamente?
-Cuando todo el mundo es bueno y todo sucede para bien.
Optimismo y autocomplacencia ha criticado usted en el zapaterismo.
-Sí, exacto. Esa es una mezcla que nos pone muy enfermos a los de la vieja
generación.
Usted se metió de lleno en la política presentándose hace unos años
como candidato a senador por el Partido Unión Progreso y Democracia (fundado
por Rosa Díez y Fernando Savater).
-Sí, aunque me presenté porque estaba asegurada la no elección. Tenía una
finalidad noble: apoyar a Rosa Díez y su partido, y hacer visible la
posibilidad de una tercera vía entre el Socialismo y el Partido Popular. Hay
una posible transversalidad que coja lo mejor de las dos partes. Y se puede
lograr modificando las leyes electorales.
Desde sus inicios (años 70) usted ha publicado muchos libros de
narrativa (y poesía), y cuando ganó el Premio Planeta, pasándose de su
editorial histórica, Anagrama, a una transnacional, no tuvo complejos en asumir
que lo había hecho por dinero. Es raro, o inusual al menos, escuchar a un
escritor reconociendo como móvil al dinero.
-Hombre, es un móvil sin duda. Hay que reconocer las cosas porque si no
se está mintiendo. Y yo digo lo mismo en política: si no se reconoce que España
se benefició mucho con la dictadura franquista, y que la democracia fue posible
gracias a Franco, se están diciendo cosas raras. Eso no quiere decir que
queramos otro Franco. Yo no quiero otro Franco. A mí me echaron del país…
¿Diría usted que el fin justifica todos los medios?
-Yo no justifico todos los medios, pero a veces los gobiernos demasiados
sublimes… a veces nos ponemos demasiado finos, quiero decir.
¿Le gusta entonces el dinero?
-Sí, yo hago una vida muy sencilla, pero vamos: tengo que vivir.
Y con ese premiazo, ¿qué hizo?
-Me lo estoy gastando, he vivido con él todos estos años.
¿Dándose una muy buena vida?
-No, una vida idéntica a la que llevaba antes de ganármelo.
¿Ningún lujo?
-Soy dado a pocos excesos, soy una persona rutinaria, con una vida muy
ordenada.
Ha reconocido por ahí su afición a Wikipedia. ¿Cómo aprecia una
enciclopedia popular un miembro, como usted, de Real Academia Española (RAE)?
-Leo mucho Wikipedia. No sé si me fío de todo, pero cuentan ahí muchísimas
cosas. Aunque asumas que pueda haber cosas mal, no quita para que de verdad
haya mil cosas valiosas. Y me da la sensación de que estoy sabiendo las cosas
que saben los jóvenes al leer Wikipedia. Y por tanto puedo hablar mejor con la
juventud ahora, comunicarme, pues puedo saber lo que ellos saben.
Como miembro de la RAE, ¿qué valor le atribuye al garabato? En España
tienen un contenido religioso… Acá, en cambio, remiten más a la sexualidad o
derechamente a la genitalidad.
-He escrito un libro que se llama “Contra natura” en el cual he utilizado
deliberadísimamente el garabato y el lenguaje amoroso garabatero. Uso el
discurso amoroso desde la perspectiva del garabato puesto que los homosexuales
no tienen un discurso amoroso fino.
¿No?
-No hay trovadores homosexuales, no hay Petrarcas homosexuales, la
homosexualidad ha sido una cosa prohibida y sin discurso. Y ahora que lo tiene,
es muy próximo al garabato, es decir a lo malsonante. El uso de palabras como
falo, pene, polla, a mí me parecen legítimos. No te digo que estemos todo el
día con eso, pero me parece legítimo si estás, por ejemplo, describiendo
ciertos actos amorosos. ¿Cómo sino vas a decir mamada? Si una mamada es una
mamada, y una mamada es un acto de amor.
No siempre. Puede ser un negocio.
-Sí, puede ser un negocio. Pero cómo, si no mamada, le vas a llamar a una
mamada.
Justamente su novela “Contra natura” tiene una crítica al matrimonio
gay, en circunstancias que usted mismo lo es.
-Sí. Bueno, yo estoy dispuesto a morir por el matrimonio homosexual, pero no
estoy dispuesto a no reírme cada vez que un tío me dice: “Este es mi marido”.
Me da la risa tonta. Porque soy un machista, por lo que quieras, por que soy un
homófobo.
¿Un homosexual homófobo?
-Soy un homosexual homófobo.
¿Cómo es eso?
-Dale la explicación que quieras, pero me da la risa tonta cada vez que escucho
cosas de esas. No olvides mi edad (72). Es una causa por la que moriría la del
matrimonio homosexual, pero la boda con velo y lazo entre dos hombres o dos
mujeres me dará risa siempre… El fundamento del matrimonio homosexual lo veo en
la necesidad que todo amor tiene de institucionalizarse. Lo apoyo en ese
sentido aunque me río… ¡es que es muy cómico, perdona, pero son muy cómicas las
cosas que te pueden decir!
“Pre-gay” le apodan sus amigos.
-Sí, pre-gay; soy pre-todo.
“A mí la cultura gay tal y como se manifiesta, lo que se vende como
cultura gay, me cansa un poco y me preocupa su frivolidad”, dijo a una
entrevista hace unos años.
-Sí, me pasa eso.
Toma distancia del orgullo gay. ¿Por qué?
-Te convido a que vengas a Madrid a ver cómo es un día del orgullo gay -no sé
si aquí es igual-: es grotesco. Los osos van con las chupas con una raja en el
culo ridículo. Que te tiren condones y vaselinas desde las carrozas es ridículo
y además reduce la homosexualidad a una sola clase de homosexualidad: la gay.
Hay otras formas, como por ejemplo la de la película “Secreto de la montaña”,
que fue mucho la de nuestra generación. La homosexualidad no era una cosa que
pudiera salir adelante, el amor entre dos personas del mismo sexo no podía
salir adelante, había una especie de sentimiento entre los homosexuales de que
fracasaríamos, y eso daba una especie de dignidad, y ahora hay una especie de
facilidad plana: chico-encuentra-chico y Pedro Zerolo les da la bendición, ay
qué bien. Pero no tienen sentido del humor, no se puede hacer una puta broma
con la homosexualidad, ¡por favor! Cuando subes a un ascensor y un gay cruza
los brazos sobre su pecho exageradamente, es que da mucha risa.
Pero gracias a estos gays activos…
-Sí, gracias a ellos se han creado leyes justas.
¿Usted por qué decidió hacer pública su homosexualidad sólo reciente,
tardíamente?
-Yo no lo he contado tardíamente, en el primer libro que publiqué en España
aparecen muchos relatos homosexuales.
Pero es una colección de ficción, no es una confesión…
-Es que yo no creo en esas confesiones. Hay un punto en que para el homosexual
su ideal es Ricky Martin, bueno: livin la vida loca. ¡Por favor! ¿Qué quieres
que te diga? Mi ideal es Borges o qué sé yo. La vida privada es privada, no hay
que andar subiéndose arriba de un piano para contarla. Eso de “ay, vamos a
contarlo”, no, no. La vida privada, la sexualidad, la ternura, no se puede
contar. Convertir en movimientos políticos todas esas cosas es complicado. Hay
una película muy interesante, “Milk”. Aceptando su movimiento y dándole la
razón, yo hubiera odiado a Milk. Me hubiera llevado muy mal con él. Su
compañero se suicida, no puede soportar la chorrada de la perpetua exposición.
Álvaro Pombo: "España prosperó gracias a Franco"
"Eso no quiere decir que queramos otro Franco. Yo no quiero otro Franco. A mí me echaron del país…"