viernes, 5 de abril de 2019

#hemeroteca #homofobia | Garrard Conley: “Sobreviví a un centro de conversión gay: esas terapias te llevan al suicidio”

Imagen: El País / Garrard Conley y Lucas Hedge
“Sobreviví a un centro de conversión gay: esas terapias te llevan al suicidio”.
Entrevista a Garrard Conley, hijo de un pastor baptista que ingresó en un centro de conversión en 2004. Su experiencia, narrada en su autobiografía 'Boy Erased' (Dos Bigotes) se estrena hoy en las salas españolas con Nicole Kidman y Russell Crowe como coprotagonistas.
Noelia Ramírez | SModa, El País, 2019-04-05
https://smoda.elpais.com/placeres/sobrevivi-a-un-centro-de-conversion-gay-esos-programas-te-llevan-al-suicidio/

“Sé gay o sé nuestro hijo”. El ultimátum vital de Garrard Conley (1985, Arkansas) llegó en 2004. Tenía 19 años, nunca le había contado a nadie que era gay y se topó frente al rechazo de su familia después de que su violador lo sacase del armario en contra de su voluntad en el primer año de carrera. Su agresor decidió que lo mejor que podía hacer para “silenciarlo” era desvelar su identidad sexual a sus padres. Conley, hijo de un pastor baptista muy querido en su comunidad y al que admiraba profundamente –se quemó el rostro al socorrer a un desconocido al que su coche le había dejado tirado en una carretera–, se ve obligado a ingresar voluntariamente en un centro de conversión gay LIA (Love in Action) en Memphis. Una entidad de carácter cristiano y contraria a toda actividad del mundo secular que hacía terapias para “curar la homosexualidad”: se prohibía vestir de colores –las chicas se tenían que depilar dos veces por semana y los hombres ir siempre pulcramente afeitados y sin patillas o camisetas interiores–, ir a centros comerciales, tener móvil en las instalaciones, leer cualquier libro no cristiano o practicar el yoga. También aprobaban (o no) los trabajos ‘externos’ de los conversos.

Bajo “las austeras paredes blancas que creaban un ambiente apropiado para una sala de espera en la que esperábamos el perdón de Dios”, Conley se encontró con hombres casados, profesores “avergonzados por rumores” en su puesto de trabajo o adolescentes como él, a los que su familia había puesto en la misma tesitura de seguir bajo su techo o renegar de sus raíces. Siguiendo la premisa de que su homosexualidad se podía curar, el adolescente siguió una terapia similar a la de Alcohólicos Anónimos (el sistema de curación se establecía en 12 pasos, el primero era “reconocer que estás equivocado”), pero decidió abandonar el programa unas semanas después con el apoyo de su madre. Escribió unas memorias narrando su experiencia (‘Boy Erased’, ‘Identidad Borrada’, recién traducida al castellano por Dos Bigotes), historia que se estrena hoy en cines españoles con Nicole Kidman y Russell Crowe como padres y Lucas Hedges adaptando su experiencia a la gran pantalla.

P. Más de 7.000 personas han sido ‘tratadas’ en terapia de conversión. ¿Por qué no deja de crecer esta cifra?

R. Creo que existen muchas, muchísimas comunidades que todavía creen que las personas LGTBQ tienen que curarse. He visitado muchos de esos sitios en mis charlas, y no ha cambiado mucho en todos estos años.

P. Saliste del armario en contra de tu voluntad, tu agresor sexual se lo contó a tus padres, ¿cómo recuerdas aquel episodio?
R. Que te saquen del armario sin que tú lo quieras es una de las peores cosas que le puede pasar a una persona. En mi caso, esa experiencia terrible estaba marcada por el factor de que quién lo hizo fue mi violador, para poder silenciarme. Rememorar aquellas vivencias en el libro fue increíblemente difícil, especialmente porque estaba lidiando con dos tipos de traumas.

P. “Sé gay o sé nuestro hijo” es un ultimátum durísimo de asumir, ¿has podido sanear tu relación con tus padres?

R. Sí, mi madre me ha pedido perdón cada día de su vida desde que me sacó de la terapia de conversión. De hecho, ella ha estado en el set de rodaje de la película muchísimas veces, y habló en persona y por email con Nicole Kidman sobre su personaje. Cuando la película se estrenó, ella fue muy aplaudida en la sala. Con mi padre, que todavía ejerce de pastor baptista en Arkansas, es más complicado. Mientras él ahora entiende que la terapia de conversión es una idea terrible, sigue sin convencerse de que la homosexualidad es algo que no se elige. Seguimos discutiendo sobre este tema un poco, pero nos queremos y hablamos por teléfono de vez en cuando.

P. ¿Qué te motivó a escribir el libro?

R. Esperé diez años antes de escribir ‘Boy Erased’. Me avergonzaba mucho de mi experiencia en terapia de conversión, me sentía estúpido por haber aceptado ir en primer lugar. Decidí escribirlo después de superar algunos de los síntomas que experimenté por la terapia de conversión gay (un profundo sentimiento de culpa, por ejemplo) y porque necesitaba dar voz a las experiencias de otros. Elegí el título porque de la forma más elemental se me pidió cambiar, o borrar, quién era como persona; pero también hay otro significado en el título, porque de muchas maneras el chico que fui durante mi tiempo en terapia de conversión ya no existe, lo borré para poder hacer espacio a la nueva identidad que hoy poseo como activista progresista y escritor.

P. En el libro describes tu admiración hacia tu padre desde que eras un niño. ¿Ha cambiado en algún sentido? ¿Cómo han evolucionado tus sentimientos hacia él?
R. Nos hemos acercado según pasaban los años. Hemos tenido contratiempos, sí, pero he empezado a verle de forma completa con todas sus complicaciones. El dirige un cocina/servicio de asistencia lejos de la iglesia para sin techo y suele asistir a gente en hospitales. Hace mucho por la comunidad, y solo estamos en desacuerdo en pocas cosas. Es muy difícil odiar a alguien así.

P. Hay una parte en el libro en la que para él resulta más difícil asumir que fueses gay que el hecho de que te hubiesen violado. R. Sí. Deberías recordar que yo crecí en la época en la que mataron a Matthew Shepard. Matthew fue golpeado hasta morir, atado a un poste (casi crucificado) y esa era la imagen que se tenía de las personas gay. Además, mis padres habían visto muchas historias negativas sobre hombres contrayendo el Sida, así que ellos creían realmente que moriría si seguía a mis sentimientos.

P. La terapia de conversión en LIA era similar a la de Alcohólicos Anónimos, con 12 pasos para ‘rehabilitarse’. Tu sexualidad se trataba como una especie de adicción. ¿Cómo se ha de frenar este tipo de centros?
R. El mensaje de que los gays se pueden curar es muy antiguo y es muy peligroso. Love in Action, donde acudí a terapia de conversión, desarrolló un modelo que trataba la ‘cura’ como un tipo de adicción que se podía superar. No importa el formato en el que venga esta supuesta cura, es increíblemente perjudicial porque está basado en afirmaciones insustanciales y falsa ciencia. Intenta borrar una parte de la identidad de una persona que no se puede borrar, y eso genera una presión increíble por convertirte en alguien falso. Las mentiras e humillación que acompañan este proceso suelen llevar al suicidio, y esto, de hecho, estas ideas han liderado muchos suicidios. Este es el motivo por el que nos llamamos ‘supervivientes’. Hemos sobrevivido a algo que claramente podría habernos matado.

P. Un año después de que abandonases LIA, la organización de Memphis y el programa al que acudiste fue cuestionado nacionalmente y un reportaje muy polémico se publicó en ‘The New York Times’. ¿Cómo te afectó ese ciclo de noticias?
R. Intenté ignorar mucho esas informaciones, para mí era increíblemente difícil ver a LIA en el debate público. Durante aquellos años todavía recibía mails de LIA diciéndome que estaba cometiendo un error con mi vida y que necesitaba volver a terapia, así que no me entusiasmaba verles en la CNN.

P. En el libro cuentas lo duro que fue crecer en un lugar donde las películas, la televisión y la cultura se cerraba a la sexualidad (“la mayoría de películas en las que aparecía un gay acababa muerto de Sida”). ¿Cómo está moldeando el cinturón bíblico a EEUU?
R. Bien, ahora la gente tiene un acceso a una mejor representación, no solo en televisión y el cine, sino gracias a la cultura de internet. Cuando era más joven, si tecleabas ‘gay’ te llevaba a muchísimos resultados, la mayoría negativos o pornográficos. No creo que ese acceso a una mejor representación determine que acabes aceptándote del todo, especialmente si estás en una comunidad en la que la fe puede dictar el sentido personal de ti mismo en mayor medida. Recuerdo pensar que cualquier representación LGTBQ era como un cuento de hadas, algo en lo que nunca podría participar.

P. Desde aquí parece que esa cultura represora que rodea al cinturón bíblico ha ganado muchísimo poder desde la llegada del presidente Trump y especialmente con Mike Pence como vicepresidente. ¿Cómo lidias con eso? R. Con el hecho de que me he convertido en un activista y de dejar claro a la gente que sepa que Mike Pence, en el pasado, dio su apoyo a las terapias de conversión gay. También intento contextualizar este nivel de discriminación junto a otros países que también luchan por la aceptación de los derechos LGTBQ. Mi marido es de Pakistán, y como sabes los derechos LGTBQ allí están totalmente bajo amenaza, así que tenemos que hacer un gran trabajo a escala global.

P. ¿Cómo reaccionaste cuando viste la película por primera vez?
R. Me emocionó mucho verme a mí retratado en otra persona. Lucas Hedges hace un trabajo increíble mostrando las ‘microemociones’ que yo sentí durante mi estancia en Love in Action. La verdad es que no pude aguantar mucho tiempo viéndola. Así que sí, no creo que la vuelva a ver pronto.

P. ¿Has recibido muchos mensajes o reacciones de gente que pasó por lo mismo que tú tras el estreno de ‘Boy Erased’?

R. Sí, he recibido cientos de mensajes. Si te soy honesto, puede ser abrumador porque algunas son historias muy similares a la mía y otras son mucho peor que lo que yo viví. Existe gente que fue a terapia de conversión durante muchos años y que todavía siguen fuertemente dañados por ella.

P. Es bastante significativo comprobar que el ‘ex gay’ líder que te ‘trató’ en el centro, John Smid, ahora reniega de LIA y se ha casado con un hombre. ¿Sigues tratando con él?
Sí, lo hice poco antes de acabar mi libro para así poder tomar perspectiva de mi experiencia en LIA. También lo entrevisté para mi podcast, ‘UnErased: la historia de la terapia de conversión en América’. Vino al estreno de la película y nos ayuda continuamente con materiales.

P. ¿Tus padres han visto la película?
R. Mi padre asegura que todavía no la ha visto, y no tengo ninguna razón para ponerlo en duda. Mi madre me acompañó al festival de Toronto, cuando se estrenó por primera vez y ella fue honrada con una ovación de 1.600 personas. Fue genial compartir ese momento con ella.

P. ¿Ves a tus padres bien retratados en la película con Nicole Kidman y Russell Crowe?
R. Sí, absolutamente, sí. Es raro. Aunque el papel de Nicole se relajó unos cuantos grados porque mi madre es Dolly Parton al máximo nivel.

P. Después de todos estos años, ¿cómo es tu relación con la fe y el cristianismo?
R. Complicada, como la mayoría de cosas. Ahora me gusta vivir en una escala de grises y no verlo todo blanco o negro. No me siento cómodo entrando a una iglesia. Una de las cosas más tristes de las terapias de conversión que están asociadas a la religión es que usan a Dios como un arma contra la gente queer, cuando de hecho no hay nada incompatible entre ser cristiano (u otra religión) y la identidad LGTBQ.

P. ¿Y con Arkansas?
R. ¡También es complicado! Me encanta volver a casa a visitar a mi comunidad, les aprecio muchísimo. Conozco a unos pocos activistas queer trabajando en Arkansas para que las cosas mejoren notablemente.

P. ¿Cómo ha transformado este episodio de tu vida en tu carrera como escritor?
R. Bien, me ha dado un tema del que hablar, estar involucrado en temas sobre religión y sexualidad. Es maravilloso para un escritor encontrar un tema que le fascine. No suscribo la idea de “lo que no te mata te hace más fuerte”, porque a veces el abuso puede matarte. Sin embargo, no creo que haya que gastar material, así que siempre es provechoso mirar hacia atrás y encontrar aquello que todavía te molesta de tu experiencia, pero será allí, seguramente, donde encuentres el material con más provecho.

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