Imagen: El Diario Vasco / Juana Araguren, de Plazandreok, y Ascención Martínez en la exposición |
La Casa de la Mujer ofrece una muestra sobre 'el largo camino de la emancipación femenina'
Cristina Turrau | El Diario Vasco, 2016-01-28
https://www.diariovasco.com/san-sebastian/201601/28/mujeres-precursoras-donostia-201601280630.html
'No queremos quebrantar leyes sino redactarlas', gritaban las sufragistas en Londres hacia 1910, tal como se ve en la película 'Sufragistas'. ¿Pero qué pasaba en Donostia en esos tiempos convulsos para las mujeres? La respuesta puede encontrarse en la Casa de las Mujeres, que muestra, hasta finales del mes de marzo, la exposición 'Mujeres donostiarras 1870-2015- El largo camino de la emancipación femenina'. Organizada por la Asociación Plazandreok y el Foro Mujeres y Ciudad de Donostia-San Sebastián, se enmarca en el foco que coloca este año a la ciudad como Capital Europea de la Cultura.
«Nos pareció interesante organizar una exposición que recogiera el devenir de las donostiarras desde finales del XIX hasta nuestros días», explican las organizadoras en el cartel de presentación de la exposición. «Como prólogo a la misma, en diciembre de 2014, dentro del marco de la IX edición de Feministaldia, presentamos el vídeo, que se puede ver en la exposición. En ella exponemos físicamente ese largo camino que nos ha conducido, dando pasos adelante y a veces hacia atrás, a las donostiarras y a todas las mujeres en general a unos logros que a nuestras antepasadas de 1900 les resultarían inimaginables».
Educación y participación
La exposición muestra la evolución de las mujeres en la vida cotidiana, la educación, la cultura, el trabajo, los derechos y la participación política. «Tal vez el marco temporal planteado pueda parecer excesivo, pero es necesario hacerlo así para poder apreciar el punto de partida, con las carencias sufridas por las mujeres a finales del siglo XIX», explican. «Pero también para recoger la evolución positiva registró el camino de la emancipación de la mujer a lo largo del siglo XX, con el paréntesis de la Guerra Civil (1936-1939) y de la dictadura de Franco (1939-1975). Fueron momentos que, sin embargo, no pudieron cortar del todo algunos de los logros alcanzados anteriormente».
Especial importancia tienen en ese camino y en los logros citados aspectos como la educación, el trabajo y los derechos políticos. «Cuando hablamos de educación nos referimos a la educación reglada. Cuando decimos 'trabajo' nos referimos a empleos de cierta calidad -porque las mujeres han trabajado desde que el mundo es mundo- y ese paso lo proporciona la mayor educación. Y al referirnos a los derechos políticos, nos centramos en el derecho de sufragio, que permitió a las mujeres reclamar, apoyándose en su voto, aquello de lo que carecían frente a la población masculina».
La exposición surge del festival de cultura feminista Feministaldia. En diciembre de 2014 se presentó el vídeo que puede verse en la exposición y el pasado mes de diciembre se inauguró la muestra. «Son pinceladas que nos permitirán comparar y agradecer a nuestras antepasadas todo el trabajo realizado», explican las organizadoras.
Agradecen la colaboración prestada por Kutxa en la cesión de fotografías y los diseños de Concetta Provanza. «Detrás de esta exposición hay mucho trabajo de voluntariado», expone la historiadora Ascensión Martínez, alma mater de la muestra.
«En el título de la exposición se habla del largo camino de la emancipación femenina y va recorriendo los años y los cambios que nos han traído hasta aquí», explica Martínez. «Partimos de una baja tasa de educación y alto analfabetismo y eso que Gipuzkoa tenía uno de los niveles de educación más altos de todo el Estado. En el Estado el analfabetismo femenino estaba en torno al 70% y en Gipuzkoa, en un 59%. Y de eso pasamos a una situación en la que las jóvenes son mayoría en la universidad».
A trabajar, con 10 años
Las mejores cifras en educación de las mujeres en Gipuzkoa en el siglo pasado se deben a que los ayuntamientos del territorio fueron organizando escuelas de barrio. «Con la ley Moyano era obligatorio escolarizar a las mujeres desde 1857», explica la historiadora. «Pero eso se cumplía o no se cumplía. Había mujeres que a los diez años entraban a trabajar y tenían poco tiempo para seguir estudiando».
La exposición sigue el itinerario de la educación y el del trabajo. «Las mujeres han trabajado siempre, pero la evolución nos lleva a un trabajo de calidad, para el cual se necesitan estudios. En la exposición se ve cómo las mujeres pasan de lavar en el río, ser niñeras o estar en el campo a trabajar como telefonistas, como se ve en el video, o telegrafistas, tarea que desempeñó Clara Campoamor».
La impulsora del voto de la mujer llegó a San Sebastián como telegrafista, cuando aprobó las oposiciones. Era muy joven. «Clara Campoamor fue una mujer hecha a sí misma», explica Martínez. «Era de una familia humilde, se quedó huérfana de padre en seguida, se puso a trabajar con su madre de modista y a estudiar a la vez. Hizo las oposiciones de telegrafista. Estuvo en Zaragoza unos meses y en San Sebastián trabajó 4 años. En Madrid siguió estudiando e hizo la carrera de Derecho siendo mayor. En 1931 volvió a San Sebastián para defender a su hermano periodista en La Voz de Guipúzcoa, que había sido condenado junto a otros guipuzcoanos. Fue la primera mujer que se colegió en el Colegio de Abogados de Gipuzkoa. No tuvo necesidad de defenderle porque estalló la República y salieron todos los presos políticos de la cárcel de Ondarreta».
Llegó así el voto de la mujer, el 19 de noviembre de 1933, como recoge una de las fotografías de la exposición. Eran tiempos convulsos. La Voz de Gipuzkoa, periódico progresista, escribió en noviembre de 1933, cuando iban a votar las mujeres, un texto que se recoge en la exposición: «Pese al pervertido feminismo de extraviadas marimachos, el varón tiene, por ley de naturaleza, predominio en el alma de la mujer». ¿Por qué se escribió así? «Temían que ganase la derecha», sentencia la historiadora.
Se resalta la importancia de las maestras. Aparece Alice Gordon Gulick, que abrió el Colegio Norteamericano Protestante en San Sebastián. «Sorprende que en una provincia tradicionalista, como era Gipuzkoa, se pudiera establecer un colegio protestante», reflexiona la historiadora. «Venían chicas de toda España a estudiar. Eran chicas protestantes. En 1900 se trasladó a Madrid como Instituto Internacional, donde trabajó María de Maeztu».
El cambio era necesario. Lo escribió Emilia Pardo Bazán (y se recoge en la exposición): «No puede en rigor la educación general de la mujer llamarse educación, sino doma. Pues se propone por fin la obediencia, la pasividad y la sumisión».
Hay referencias a María de Maeztu, nacida en Vitoria en 1881 y que participó en varios congresos de la Sociedad de Estudios Vascos, donde defendió la educación de la mujer. Trabajó en Bilbao, donde su madre había fundado una escuela. También se destaca a la donostiarra Benita Asas Manterola, nacida en 1873, que fue directora de la revista El Pensamiento Femenino y fue presidenta de la Asociación Nacional de las Mujeres. «Empezó a estudiar a los 37 años y fue un ejemplo para Clara Campoamor».
«Nos pareció interesante organizar una exposición que recogiera el devenir de las donostiarras desde finales del XIX hasta nuestros días», explican las organizadoras en el cartel de presentación de la exposición. «Como prólogo a la misma, en diciembre de 2014, dentro del marco de la IX edición de Feministaldia, presentamos el vídeo, que se puede ver en la exposición. En ella exponemos físicamente ese largo camino que nos ha conducido, dando pasos adelante y a veces hacia atrás, a las donostiarras y a todas las mujeres en general a unos logros que a nuestras antepasadas de 1900 les resultarían inimaginables».
Educación y participación
La exposición muestra la evolución de las mujeres en la vida cotidiana, la educación, la cultura, el trabajo, los derechos y la participación política. «Tal vez el marco temporal planteado pueda parecer excesivo, pero es necesario hacerlo así para poder apreciar el punto de partida, con las carencias sufridas por las mujeres a finales del siglo XIX», explican. «Pero también para recoger la evolución positiva registró el camino de la emancipación de la mujer a lo largo del siglo XX, con el paréntesis de la Guerra Civil (1936-1939) y de la dictadura de Franco (1939-1975). Fueron momentos que, sin embargo, no pudieron cortar del todo algunos de los logros alcanzados anteriormente».
Especial importancia tienen en ese camino y en los logros citados aspectos como la educación, el trabajo y los derechos políticos. «Cuando hablamos de educación nos referimos a la educación reglada. Cuando decimos 'trabajo' nos referimos a empleos de cierta calidad -porque las mujeres han trabajado desde que el mundo es mundo- y ese paso lo proporciona la mayor educación. Y al referirnos a los derechos políticos, nos centramos en el derecho de sufragio, que permitió a las mujeres reclamar, apoyándose en su voto, aquello de lo que carecían frente a la población masculina».
La exposición surge del festival de cultura feminista Feministaldia. En diciembre de 2014 se presentó el vídeo que puede verse en la exposición y el pasado mes de diciembre se inauguró la muestra. «Son pinceladas que nos permitirán comparar y agradecer a nuestras antepasadas todo el trabajo realizado», explican las organizadoras.
Agradecen la colaboración prestada por Kutxa en la cesión de fotografías y los diseños de Concetta Provanza. «Detrás de esta exposición hay mucho trabajo de voluntariado», expone la historiadora Ascensión Martínez, alma mater de la muestra.
«En el título de la exposición se habla del largo camino de la emancipación femenina y va recorriendo los años y los cambios que nos han traído hasta aquí», explica Martínez. «Partimos de una baja tasa de educación y alto analfabetismo y eso que Gipuzkoa tenía uno de los niveles de educación más altos de todo el Estado. En el Estado el analfabetismo femenino estaba en torno al 70% y en Gipuzkoa, en un 59%. Y de eso pasamos a una situación en la que las jóvenes son mayoría en la universidad».
A trabajar, con 10 años
Las mejores cifras en educación de las mujeres en Gipuzkoa en el siglo pasado se deben a que los ayuntamientos del territorio fueron organizando escuelas de barrio. «Con la ley Moyano era obligatorio escolarizar a las mujeres desde 1857», explica la historiadora. «Pero eso se cumplía o no se cumplía. Había mujeres que a los diez años entraban a trabajar y tenían poco tiempo para seguir estudiando».
La exposición sigue el itinerario de la educación y el del trabajo. «Las mujeres han trabajado siempre, pero la evolución nos lleva a un trabajo de calidad, para el cual se necesitan estudios. En la exposición se ve cómo las mujeres pasan de lavar en el río, ser niñeras o estar en el campo a trabajar como telefonistas, como se ve en el video, o telegrafistas, tarea que desempeñó Clara Campoamor».
La impulsora del voto de la mujer llegó a San Sebastián como telegrafista, cuando aprobó las oposiciones. Era muy joven. «Clara Campoamor fue una mujer hecha a sí misma», explica Martínez. «Era de una familia humilde, se quedó huérfana de padre en seguida, se puso a trabajar con su madre de modista y a estudiar a la vez. Hizo las oposiciones de telegrafista. Estuvo en Zaragoza unos meses y en San Sebastián trabajó 4 años. En Madrid siguió estudiando e hizo la carrera de Derecho siendo mayor. En 1931 volvió a San Sebastián para defender a su hermano periodista en La Voz de Guipúzcoa, que había sido condenado junto a otros guipuzcoanos. Fue la primera mujer que se colegió en el Colegio de Abogados de Gipuzkoa. No tuvo necesidad de defenderle porque estalló la República y salieron todos los presos políticos de la cárcel de Ondarreta».
Llegó así el voto de la mujer, el 19 de noviembre de 1933, como recoge una de las fotografías de la exposición. Eran tiempos convulsos. La Voz de Gipuzkoa, periódico progresista, escribió en noviembre de 1933, cuando iban a votar las mujeres, un texto que se recoge en la exposición: «Pese al pervertido feminismo de extraviadas marimachos, el varón tiene, por ley de naturaleza, predominio en el alma de la mujer». ¿Por qué se escribió así? «Temían que ganase la derecha», sentencia la historiadora.
Se resalta la importancia de las maestras. Aparece Alice Gordon Gulick, que abrió el Colegio Norteamericano Protestante en San Sebastián. «Sorprende que en una provincia tradicionalista, como era Gipuzkoa, se pudiera establecer un colegio protestante», reflexiona la historiadora. «Venían chicas de toda España a estudiar. Eran chicas protestantes. En 1900 se trasladó a Madrid como Instituto Internacional, donde trabajó María de Maeztu».
El cambio era necesario. Lo escribió Emilia Pardo Bazán (y se recoge en la exposición): «No puede en rigor la educación general de la mujer llamarse educación, sino doma. Pues se propone por fin la obediencia, la pasividad y la sumisión».
Hay referencias a María de Maeztu, nacida en Vitoria en 1881 y que participó en varios congresos de la Sociedad de Estudios Vascos, donde defendió la educación de la mujer. Trabajó en Bilbao, donde su madre había fundado una escuela. También se destaca a la donostiarra Benita Asas Manterola, nacida en 1873, que fue directora de la revista El Pensamiento Femenino y fue presidenta de la Asociación Nacional de las Mujeres. «Empezó a estudiar a los 37 años y fue un ejemplo para Clara Campoamor».
De la silla paridera a la epidural, pasando por la Gota de Leche.
Cristina Turrau | El Diario Vasco, 2016-01-28
https://www.diariovasco.com/san-sebastian/201601/28/silla-paridera-epidural-pasando-201601280630.html
La reproducción del cuadro de Sorolla 'La maternidad' y una silla paridera dan paso a la descripción de cómo han cambiado las formas de ser madre y de traer a los hijos al mundo y ser madre. «Lo normal en 1900 era parir en casa, tal y como muestra el cuadro de Joaquín Sorolla», se explica en la exposición. «Algo más incómodas debían de ser las 'sillas parideras' o 'parteras'».
La Ley de 13 de marzo de 1900 fijó las condiciones de trabajo de mujeres y niños y estableció el descanso después del parto, eso sí, sin compensación económica. «Con la necesidad de trabajar, esta ley no fue cumplida ni por los patrones ni por las mujeres», explica Ascensión Martínez.
En 1902 el empresario y político Tomás Balbás, benefactor de la ciudad, impulsó la creación de La Gota de Leche en Donostia, institución de larga vida como obra social de la Caja de Ahorros Provincial (CAP). «En 1903 fundó, dentro de la CAP, la Mutualidad Maternal de Guipúzcoa. Iniciativa pionera que estaba basada en la triple cotización (obrera, patronal y de la Caja). Tampoco tuvo éxito porque exigía una cotización que ninguna de las partes estaba dispuesta a dar».
El Real decreto de 21 de agosto de 1923 instituyó el subsidio de maternidad a cargo del Estado. «No era obligatorio, pero fue muy bien acogido, tenían derecho todas las mujeres que estuvieran afiliadas al Retiro Obrero, se les daba 50 pesetas a condición de no trabajar durante las dos semanas después del parto».
En 1929 se hizo obligatorio el seguro de maternidad para todas las mujeres trabajadoras, entre 16 y 50 años, inscritas en el Retiro Obrero. Hubo oposición patronal y obrera. No llegó a entrar en vigor, aunque Largo Caballero, en 1931, lo hizo efectivo.
La Ley de 13 de marzo de 1900 fijó las condiciones de trabajo de mujeres y niños y estableció el descanso después del parto, eso sí, sin compensación económica. «Con la necesidad de trabajar, esta ley no fue cumplida ni por los patrones ni por las mujeres», explica Ascensión Martínez.
En 1902 el empresario y político Tomás Balbás, benefactor de la ciudad, impulsó la creación de La Gota de Leche en Donostia, institución de larga vida como obra social de la Caja de Ahorros Provincial (CAP). «En 1903 fundó, dentro de la CAP, la Mutualidad Maternal de Guipúzcoa. Iniciativa pionera que estaba basada en la triple cotización (obrera, patronal y de la Caja). Tampoco tuvo éxito porque exigía una cotización que ninguna de las partes estaba dispuesta a dar».
El Real decreto de 21 de agosto de 1923 instituyó el subsidio de maternidad a cargo del Estado. «No era obligatorio, pero fue muy bien acogido, tenían derecho todas las mujeres que estuvieran afiliadas al Retiro Obrero, se les daba 50 pesetas a condición de no trabajar durante las dos semanas después del parto».
En 1929 se hizo obligatorio el seguro de maternidad para todas las mujeres trabajadoras, entre 16 y 50 años, inscritas en el Retiro Obrero. Hubo oposición patronal y obrera. No llegó a entrar en vigor, aunque Largo Caballero, en 1931, lo hizo efectivo.
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