Imagen: El Hype / La Margot |
Lo que va a pasar nunca se sabe con Margot, sólo que va a ser único.
Tonino Guitián | El Hype, 2016-01-20
http://elhype.com/es/el-hurac%C3%A1n-margot
Turandot cuenta la historia de una princesa rusa en la corte persa que no encuentra ningún hombre digno de ella: se encierra en una fortaleza y declara que se entregaría sólo a quien la encontrara, pudiera resolver una serie de enigmas y pasara después por ‘su puerta secreta guardada por misteriosas espadas que amenazan con decapitar al intrépido’.
Esta muy metafórica pelea de la castidad contra los afectos elegidos podría ser también la historia de Toni Campos, un enigma que bajo la tambaleante represión de 1977 decide hacer su puesta de largo como La Margot, el personaje y la persona que retrata Enrique Belloch en el documental ‘La Margot. Serio de día, coqueta de noche’ y que se estrena el próximo 27 de enero en La Rambleta (Valencia). El acto acabará con una charla amenizada por sus protagonistas, la actriz Maribel Casany y un servidor. Posteriormente, habrá un espectáculo en directo de esta compleja musa valenciana que se crece ante la mirada del público.
Cuando mi amigo Juli Leal me presentó a Toni Campos como candidato para el ‘Bulevar Show Cabaret’, comprendí por primera vez el sentido de la palabra transformación. Yo, que no le había visto hasta entonces, conocí allí a una persona sencilla, llena de timidez mezclada con recelo cuyo brillo en la mirada y forma de expresarse daban la confianza de estar ante la presencia de un gran artista.
Hasta el día del estreno no pude comprobar el efecto que producía su personaje, porque los ensayos, sin público, resultaban divertidos pero no hasta el clímax que consigue en cuanto pisa la escena ante unos espectadores ávidos de saber qué va a pasar. Y lo que va a pasar nunca se sabe con Margot, sólo que va a ser único.
Durante esas esperas en los camerinos, antes de la primera función, después de un largo tiempo alejado de los auditorios, Toni Campos me fue desgranando la historia de su vida entre pestaña y mástic. Reí, lloré, me conmoví y siempre acababa como al principio: entre risas. Toda amargura es reconducida por él hacia la búsqueda de la felicidad. Las historias que guarda son distintas, aunque básicamente son también las de todos. La diferencia es que en ellas hay policías, pelucas, hombres de familia, viajes, censuras, toreros, celos, amigos, modelazos, canciones, albañiles, chulazos y todo ese mundo irreal en el que las apariencias se subliman llegando a constituir una rutilante realidad en sí misma.
Poco saben los jóvenes de hoy de ese mundo prohibido antes de Chueca, donde los espectáculos eran el punto de reunión de gente culta, de la alta clase política, de la clase media, de los extrañados del mundo, de los que buscaban algo más en su vida. Pero sí deberían saber que Margot es ahora la continuidad de la diversión irreverente contra los dos valores morales fundamentales instituidos todavía en la sociedad española tradicional: la virginidad -masculina y femenina- y la abstinencia sexual, sistemáticamente puestos en ridículo por ella bajo la apariencia y la sorna de sus numerosísimos personajes. Muchas cargas de profundidad bajo un envoltorio inocente y humorístico.
Los 70 minutos del documental son la cuadratura del círculo entre lo cosmopolita y lo nuestro de todos los días, lo elegante con lo sencillo, lo sincero con lo artificial. Hay mucho de Toni Campos, que ha hecho muchas más cosas de lo que se cuenta y muchas menos de lo que podría haber podido hacer, porque lo puede hacer casi todo. No os lo perdáis, especialmente si nunca se os habéis atrevido a asomaros a esta galaxia: estas ocasiones no se repiten casi nunca.
Esta muy metafórica pelea de la castidad contra los afectos elegidos podría ser también la historia de Toni Campos, un enigma que bajo la tambaleante represión de 1977 decide hacer su puesta de largo como La Margot, el personaje y la persona que retrata Enrique Belloch en el documental ‘La Margot. Serio de día, coqueta de noche’ y que se estrena el próximo 27 de enero en La Rambleta (Valencia). El acto acabará con una charla amenizada por sus protagonistas, la actriz Maribel Casany y un servidor. Posteriormente, habrá un espectáculo en directo de esta compleja musa valenciana que se crece ante la mirada del público.
Cuando mi amigo Juli Leal me presentó a Toni Campos como candidato para el ‘Bulevar Show Cabaret’, comprendí por primera vez el sentido de la palabra transformación. Yo, que no le había visto hasta entonces, conocí allí a una persona sencilla, llena de timidez mezclada con recelo cuyo brillo en la mirada y forma de expresarse daban la confianza de estar ante la presencia de un gran artista.
Hasta el día del estreno no pude comprobar el efecto que producía su personaje, porque los ensayos, sin público, resultaban divertidos pero no hasta el clímax que consigue en cuanto pisa la escena ante unos espectadores ávidos de saber qué va a pasar. Y lo que va a pasar nunca se sabe con Margot, sólo que va a ser único.
Durante esas esperas en los camerinos, antes de la primera función, después de un largo tiempo alejado de los auditorios, Toni Campos me fue desgranando la historia de su vida entre pestaña y mástic. Reí, lloré, me conmoví y siempre acababa como al principio: entre risas. Toda amargura es reconducida por él hacia la búsqueda de la felicidad. Las historias que guarda son distintas, aunque básicamente son también las de todos. La diferencia es que en ellas hay policías, pelucas, hombres de familia, viajes, censuras, toreros, celos, amigos, modelazos, canciones, albañiles, chulazos y todo ese mundo irreal en el que las apariencias se subliman llegando a constituir una rutilante realidad en sí misma.
Poco saben los jóvenes de hoy de ese mundo prohibido antes de Chueca, donde los espectáculos eran el punto de reunión de gente culta, de la alta clase política, de la clase media, de los extrañados del mundo, de los que buscaban algo más en su vida. Pero sí deberían saber que Margot es ahora la continuidad de la diversión irreverente contra los dos valores morales fundamentales instituidos todavía en la sociedad española tradicional: la virginidad -masculina y femenina- y la abstinencia sexual, sistemáticamente puestos en ridículo por ella bajo la apariencia y la sorna de sus numerosísimos personajes. Muchas cargas de profundidad bajo un envoltorio inocente y humorístico.
Los 70 minutos del documental son la cuadratura del círculo entre lo cosmopolita y lo nuestro de todos los días, lo elegante con lo sencillo, lo sincero con lo artificial. Hay mucho de Toni Campos, que ha hecho muchas más cosas de lo que se cuenta y muchas menos de lo que podría haber podido hacer, porque lo puede hacer casi todo. No os lo perdáis, especialmente si nunca se os habéis atrevido a asomaros a esta galaxia: estas ocasiones no se repiten casi nunca.
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