Luis Antonio de Villena | El Mundo, 2016-01-27
http://www.elmundo.es/cultura/2016/01/27/56a7befe268e3ef5258b458f.html
Me enteré tarde de la muerte de Chirbes (el pasado 15 de agosto, 1949-2015) porque yo andaba por Colombia. Me hubiera gustado escribir algo sobre él. Nos tratamos poco y nos conocimos menos. Un día Chirbes se acercó a darme las gracias, sobria y cálidamente, por una reseña muy positiva que yo había hecho a la reedición de su primera y muy sugestiva novela ‘Mimoun’ (1988). Chirbes había sido profesor de Español en Marruecos y ese trasfondo vive en ese texto de docencia, sexualidad y juventud masculina. Luego caminamos un poco por la Feria del Libro; a mí me miraba el público (supongo que por raro o exótico) a Rafa no lo miraba nadie.
Con aspecto de ser bastante mayor de lo que era, Chirbes nació en un pueblo de Valencia y se educó en León, en un colegio para huérfanos de ferroviarios. Uno diría que este hombre que se sabía de la raza de los acusados (y no sólo por sexualidad) deseaba el margen, vivir en las afueras de cócteles y copetines, a los que tan dada es cierta grey literaria que desde luego no gustaba a Chirbes. Cierto que a esos pesados almuerzos no se va sólo a tirar de ironía, pues muchos aprovechan el encuentro para hilvanar negocios. Tampoco eso le agradaría...
Su mundo final (‘En la orilla’, 2013) era dar cuenta de la crisis tan nombrada y del mucho daño que hacía a los más dolientes. No para gritar en los ‘arengarios’ políticos, sino para estar cerca de los que lo pasan mal. Oí otro día: ¿No parece Chirbes mucho más viejo? Las almas con frío son almas que envejecen. Ahora, póstuma, sale su novela final que por las fechas de la última hoja -empezada en 1986- podría haber sido la primera, pero no sabemos exactamente por qué el autor la dejaba y tomaba hasta cerrarla sólo meses antes de su muerte. Algunos dirán que la novela (que habla de un enfermo de sida, pero no sólo) hubiera sido más llamativa que ahora de haberse publicado en 1990, digamos. Es cierto y no. La relación entre un fornido obrero francés en París, Charles, y un español treintón que en realidad es de buena familia y quiere ser pintor, dibuja un entramado de lucha de clases y también de querencia por el sur, ya que su título 'Paris-Austerlitz' (Anagrama) alude a la estación ferroviaria parisina de donde salen los trenes al sur, opuesta a Saint-Lazare que es la partida al norte.
Estamos ante una buena y sugerente novela gay pero más que eso también. Aunque es cierto que nada parece haber en la novela para que Chirbes no la acabara cuando la empezó, pues ni es su obra más compleja ni necesita revisiones: está bien como está, con el pobre obrero francés y el señorito español (que es el narrador) cambiando el plano habitual. Para mí si esta novela es póstuma y el autor la acabó sabiéndose mal, es porque la novela guarda algo muy personal -Chirbes vivió un año en París- que no conocemos o no conozco. ‘Paris-Austerlitz’ no es su mejor novela (‘Los viejos amigos’, 2003, ¿acaso?) pero es una novela buena y con un raro grato aroma de fin leal...
Con aspecto de ser bastante mayor de lo que era, Chirbes nació en un pueblo de Valencia y se educó en León, en un colegio para huérfanos de ferroviarios. Uno diría que este hombre que se sabía de la raza de los acusados (y no sólo por sexualidad) deseaba el margen, vivir en las afueras de cócteles y copetines, a los que tan dada es cierta grey literaria que desde luego no gustaba a Chirbes. Cierto que a esos pesados almuerzos no se va sólo a tirar de ironía, pues muchos aprovechan el encuentro para hilvanar negocios. Tampoco eso le agradaría...
Su mundo final (‘En la orilla’, 2013) era dar cuenta de la crisis tan nombrada y del mucho daño que hacía a los más dolientes. No para gritar en los ‘arengarios’ políticos, sino para estar cerca de los que lo pasan mal. Oí otro día: ¿No parece Chirbes mucho más viejo? Las almas con frío son almas que envejecen. Ahora, póstuma, sale su novela final que por las fechas de la última hoja -empezada en 1986- podría haber sido la primera, pero no sabemos exactamente por qué el autor la dejaba y tomaba hasta cerrarla sólo meses antes de su muerte. Algunos dirán que la novela (que habla de un enfermo de sida, pero no sólo) hubiera sido más llamativa que ahora de haberse publicado en 1990, digamos. Es cierto y no. La relación entre un fornido obrero francés en París, Charles, y un español treintón que en realidad es de buena familia y quiere ser pintor, dibuja un entramado de lucha de clases y también de querencia por el sur, ya que su título 'Paris-Austerlitz' (Anagrama) alude a la estación ferroviaria parisina de donde salen los trenes al sur, opuesta a Saint-Lazare que es la partida al norte.
Estamos ante una buena y sugerente novela gay pero más que eso también. Aunque es cierto que nada parece haber en la novela para que Chirbes no la acabara cuando la empezó, pues ni es su obra más compleja ni necesita revisiones: está bien como está, con el pobre obrero francés y el señorito español (que es el narrador) cambiando el plano habitual. Para mí si esta novela es póstuma y el autor la acabó sabiéndose mal, es porque la novela guarda algo muy personal -Chirbes vivió un año en París- que no conocemos o no conozco. ‘Paris-Austerlitz’ no es su mejor novela (‘Los viejos amigos’, 2003, ¿acaso?) pero es una novela buena y con un raro grato aroma de fin leal...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.