Imagen: El País / Laerte Coutinho |
La viñetista brasileña asumió a los 57 años su transexualidad. La artista, víctima de la intolerancia en su país, se ha convertido en un referente en la lucha de este colectivo.
Raquel Seco | El país, 2016-01-16
http://elpais.com/elpais/2016/01/13/estilo/1452687971_322515.html
La primera vez fue un paseo corto. Laerte Coutinho (São Paulo, 1951) se puso una falda y una blusa y caminó hasta un café de su barrio. Notó miradas, oyó silbidos, algún insulto a sus espaldas, pero no fue tan grave como esperaba. “Creía que sería atacada, ridiculizada”. La viñetista brasileña, muy conocida después de cuatro décadas de trabajo en periódicos, llevaba un año usando ropa femenina en un club de travestismo cuando, en 2010, salió del armario en una entrevista y decidió que no volvería a entrar. Su primera experiencia a la luz del día fue aquel paseo hasta el bar de la esquina.
Pregunta. ¿Cómo vivió aquella primera experiencia?
Respuesta. Yo estaba aterrada. Pero mi miedo estaba justificado. En Brasil, 689 transexuales fueron asesinados entre 2008 y 2014 (datos de la ONG Transgender Europe). Es la cifra más alta del mundo, claro está que no tenemos datos de todos los países. Aunque las cosas están ahora un poco mejor. Hasta 1997 en Brasil estaban prohibidas las cirugías de reasignación de sexo y hoy varios hospitales públicos las practican. También es posible cambiar legalmente de nombre… eso sí, demostrando algo llamado trastorno de identidad.
P. Sin embargo, Brasil parece un país liberado sexualmente.
R. Son nuestras paradojas de un país muy dispar y ambiguo. Convivimos con grandes liberalismos y extremas represiones y agresividad hacia la población LGBT, las mujeres, los negros, las minorías…
P. ¿Por qué tanta intolerancia?
R. Sufrimos una ola de conservadurismo político que trata de restringir el concepto de familia a uniones de hombres y mujeres o de hacer todavía más difícil la interrupción del embarazo. Tenemos un Congreso lleno de empresarios blancos ricos que no representa a la sociedad.
Laerte defiende su lucha tanto en la Asociación Brasileña de Transexuales, que ayudó a crear, como en el periódico Folha de S. Paulo, donde publica viñetas a diario. En 2013 posó desnuda en la revista Rolling Stone.
P. Usted se vio envuelta en un altercado cuando le recriminaron que usara el baño de señoras en una cafetería y el gerente le pidió que entrara en el de caballeros.
R. El baño es una cuestión crucial. Uno puede permitir que un transexual circule en el mismo espacio social, pero el baño es tabú. Los conservadores han llegado a proponer un tercer baño: para gente extraña. Para alienígenas (bromea). Un columnista de la revista Veja, Reinaldo Azevedo, me acusó de representar las microdictaduras de minorías y se refirió a mí como un hombre que va por ahí vestido de mujer.
P. Pero casos como este ¿son una excepción o es lo normal?
R. En general me tratan con mucho respeto y cariño. Me sorprende constatar eso en un país que mata travestis de forma bárbara y trata a las mujeres de la misma manera. Me pregunto sí soy una privilegiada por ser blanca, periodista y conocida.
P. ¿Cómo reaccionaron sus lectores ante su cambio de género?
R. Cuando hice la transición estaba en mi momento de más popularidad y no perdí lectores. Me convertí en la cara de la transexualidad en Brasil. Es importantísimo que existan modelos positivos. Yo nunca los tuve de joven.
P. ¿Le molesta si alguien se dirige a usted como un hombre?
R. No demasiado. Mis hijos y mis amigos de hace décadas usan el masculino. No tengo problemas porque son personas que amo, con las que tengo una historia. No siento la necesidad de decir: de ahora en adelante mi nombre es Sonia.
P. ¿Por qué Sonia?
R. Lo escogí en 2009, sin pensarlo mucho, mirándome al espejo. Pero la gente me sigue llamando Laerte. No he dejado de ser lo que siempre fui. Un periodista hasta los 60 años y después una mujer, una persona transexual que también es periodista y viñetista. No me incomoda mi historia masculina. Lo que tengo es un gran aprecio por mi identidad femenina. Cada vez más.
Pregunta. ¿Cómo vivió aquella primera experiencia?
Respuesta. Yo estaba aterrada. Pero mi miedo estaba justificado. En Brasil, 689 transexuales fueron asesinados entre 2008 y 2014 (datos de la ONG Transgender Europe). Es la cifra más alta del mundo, claro está que no tenemos datos de todos los países. Aunque las cosas están ahora un poco mejor. Hasta 1997 en Brasil estaban prohibidas las cirugías de reasignación de sexo y hoy varios hospitales públicos las practican. También es posible cambiar legalmente de nombre… eso sí, demostrando algo llamado trastorno de identidad.
P. Sin embargo, Brasil parece un país liberado sexualmente.
R. Son nuestras paradojas de un país muy dispar y ambiguo. Convivimos con grandes liberalismos y extremas represiones y agresividad hacia la población LGBT, las mujeres, los negros, las minorías…
P. ¿Por qué tanta intolerancia?
R. Sufrimos una ola de conservadurismo político que trata de restringir el concepto de familia a uniones de hombres y mujeres o de hacer todavía más difícil la interrupción del embarazo. Tenemos un Congreso lleno de empresarios blancos ricos que no representa a la sociedad.
Laerte defiende su lucha tanto en la Asociación Brasileña de Transexuales, que ayudó a crear, como en el periódico Folha de S. Paulo, donde publica viñetas a diario. En 2013 posó desnuda en la revista Rolling Stone.
P. Usted se vio envuelta en un altercado cuando le recriminaron que usara el baño de señoras en una cafetería y el gerente le pidió que entrara en el de caballeros.
R. El baño es una cuestión crucial. Uno puede permitir que un transexual circule en el mismo espacio social, pero el baño es tabú. Los conservadores han llegado a proponer un tercer baño: para gente extraña. Para alienígenas (bromea). Un columnista de la revista Veja, Reinaldo Azevedo, me acusó de representar las microdictaduras de minorías y se refirió a mí como un hombre que va por ahí vestido de mujer.
P. Pero casos como este ¿son una excepción o es lo normal?
R. En general me tratan con mucho respeto y cariño. Me sorprende constatar eso en un país que mata travestis de forma bárbara y trata a las mujeres de la misma manera. Me pregunto sí soy una privilegiada por ser blanca, periodista y conocida.
P. ¿Cómo reaccionaron sus lectores ante su cambio de género?
R. Cuando hice la transición estaba en mi momento de más popularidad y no perdí lectores. Me convertí en la cara de la transexualidad en Brasil. Es importantísimo que existan modelos positivos. Yo nunca los tuve de joven.
P. ¿Le molesta si alguien se dirige a usted como un hombre?
R. No demasiado. Mis hijos y mis amigos de hace décadas usan el masculino. No tengo problemas porque son personas que amo, con las que tengo una historia. No siento la necesidad de decir: de ahora en adelante mi nombre es Sonia.
P. ¿Por qué Sonia?
R. Lo escogí en 2009, sin pensarlo mucho, mirándome al espejo. Pero la gente me sigue llamando Laerte. No he dejado de ser lo que siempre fui. Un periodista hasta los 60 años y después una mujer, una persona transexual que también es periodista y viñetista. No me incomoda mi historia masculina. Lo que tengo es un gran aprecio por mi identidad femenina. Cada vez más.
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