domingo, 30 de septiembre de 2018

#hemeroteca #lgtbi | ¿Cuál es el siguiente paso tras lo LGTB?

Imagen: Diario Información / Orgullo LGTB en Benidorm
¿Cuál es el siguiente paso tras lo LGTB?
Marcos Ventura Armas · Activista de Gamá, Colectivo LGTB de Canarias | 1 de cada 10, 20 Minutos, 2018-09-30
https://blogs.20minutos.es/1-de-cada-10/2018/09/30/cual-es-el-siguiente-paso-tras-lo-lgtb/

En estas líneas quiero exponer una reflexión que, para algunas, puede ser un tema menor, pero para otras es de vital importancia, y para todas las que trabajamos en el activismo LGTB supone una inversión de tiempo en debates que quizás podrían solucionarse con prestarles algo de atención. Hoy me ocupa si LGTB es la denominación correcta para nuestro movimiento.

Comenzaré por cómo hemos llegado aquí. Lo que se autodenominó en origen movimiento de liberación gay (aunque en realidad las personas trans siempre estuvieron presentes) se convirtió en movimiento gay y lésbico al asumir que la discriminación de las mujeres lesbianas era diferente por el machismo, fuera y dentro del movimiento. Y después, en algún momento, acabaron por incluirse y visibilizarse tanto las personas trans, las primeras en tirar las piedras y las que siempre se ofrecían para ir en la cabecera de las manifestaciones, aunque eso significaba poner el cuerpo para recibir los palos, como las personas bisexuales, probablemente más con la boca chica que con auténtica convicción. Y así en España se organizó la lucha como movimiento LGTB.

¿Por qué usar las siglas LGTB? Porque una de las estrategias básicas del movimiento ha sido la visibilización de nuestras realidades. Consiguiendo visibilidad conseguíamos “normalizar” (aunque este fuese un debate que generase fracturas, porque algunas no querían integrarse en la cisheteronorma) para salir de la exclusión. Ser visibles en todos los espacios y ámbitos posibles ha sido una de las estrategias más efectivas. Y esa visibilidad se buscaba también en el nombre. Dado que se asume que cada una de las realidades incluidas en el movimiento tiene su propia entidad, su propia discriminación y su propia necesidad de visibilidad, tenía que vérsenos a todas, a lesbianas, gays, transexuales y bisexuales, LGTB.

El problema llega, a mi juicio, cuando comprendemos que la diversidad sexual y de género es mucho mayor de lo que habíamos imaginado, cuando el mundo ya no se divide en gays y heteros. La lucha de las personas intersexuales, sometidas a cirugías cosméticas nada más nacer para esconder sus realidades a un mundo que no las concibe como posibles, ha calado muy hondo, hasta el punto de que en el Orgullo estatal de este año se podía leer Orgullo LGTBI. La identidad queer, de carácter quizás más político que identitario, pero que reclama la libertad para vivir la sexualidad fuera de las limitantes categorías tradicionales, también se hace un hueco en el que suele ser el acrónimo más largo, LGTBIQ.

Pero la diversidad sexual y de género no se queda ahí. Cualquier persona asexual sabe que una sociedad hipersexualizada como la nuestra las considera enfermas. La realidad trans es muy amplia, y aunque se haya querido incluir en la T a personas transexuales, transgénero y travestis, en realidad son 3 realidades distintas. Las personas no binarias empiezan a autoidentificarse como NB, generando incluso el término enebefobia. Pansexuales, demisexuales, polisexuales… y una gran gama de nuevas identidades también buscan reconocimiento. Por no hablar de maricas y bolleras, que rechazan las identidades gay y lésbica. Ante tanta diversidad, ¿Ignoramos estas nuevas identidades que buscan reconocimiento, o hablamos de movimiento LGTTTBIQANBPDPMB, hasta que aparezca una identidad nueva?

Creo que no se trata de limitar el movimiento a las identidades L, G, T y B e ignorar lo debates identitarios que se están produciendo. Pero tampoco se trata de generar un galimatías incomprensible e imposible de comunicar. Algunas personas, con muy buena intención, han desarrollado LGTB+, donde + hace referencia a todas las demás realidades posibles dentro de la diversidad sexual y de género. A mi juicio esto no es ninguna solución, ya que jerarquiza las identidades en aquellas que merecen ser visibilizadas y aquellas que no merece la pena mencionar, las “otras”. Mi identidad no es “otra” cuyo nombre no merece ser pronunciado. Es tan válida como la identidad gay e igualmente merecedora de visibilidad y reconocimiento.

Creo que la solución pasa por hablar del activismo por la Diversidad Sexual y de Género, o DSG. Incluso si se quiere excluir a los cisheteros (porque considerar que los opresores no forman parte del movimiento) se puede hablar de Disidencia Sexual y de Género. Pienso que si aún no se ha adoptado es por resistencia al cambio tras muchos años de identificarse como LGTB. Pero sinceramente creo que nuestro movimiento, cuya esencia es revolucionaria pues su fin es destruir el cisheteropatriarcado, no puede basarse en la tradición para no asumir cambios racionales, coherentes y necesarios. No podemos basarnos en nuestra historia para mantener un status quo del que muchas se sienten excluidas. Por eso, a partir de ahora me defino como una activista por los derechos de la disidencia sexual y de género, y trabajaré para que el movimiento LGTB alcance también ese punto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.