En estos últimos años hemos asistido como sociedad a un fenómeno que fue, en inicio, silencioso, y que en la actualidad se ha convertido en algo que está en el centro de las preocupaciones de muchas personas por las implicaciones que tiene. Este fenómeno es el auge y la imposición de la teoría queer a través del transactivismo en todos los ámbitos de la sociedad. Desde hace tiempo, numerosas feministas están argumentando brillantemente en contra de esta teoría, ya que es perjudicial para todas las mujeres, para las personas homosexuales y para la infancia. Es decir, es perjudicial, a su vez, para la sociedad en su conjunto. Las personas que disentimos y no aceptamos los postulados queer somos insultadas y acosadas. Pensamos que esto no es admisible en una sociedad democrática, ya que atenta contra la libertad de expresión.
Los grupos autodenominados LGBTQ+ han adoptado este discurso y esta teoría y, de manera dogmática, no permiten la expresión de opiniones o argumentos contrarios a lo queer y al liberalismo que mercantiliza los cuerpos de las mujeres. De este modo, aceptan, por ejemplo, la explotación reproductiva de las mujeres como algo legítimo, niegan la realidad material y la inmutabilidad del sexo (y, por tanto, niegan la orientación sexual), etc. Estos posicionamientos misóginos, homófobos y lesbófobos hacen que un grupo de lesbianas, gays, y hombres y mujeres bisexuales veamos la necesidad de desvincularnos de estos grupos LGBTQ+ que dicen representar nuestros intereses, pero que en realidad no nos escuchan o defienden.
Nos queremos desmarcar de las conductas violentas y el ambiente de amenaza que rodea a estos grupos. Desde posturas fundamentalistas transactivistas se han normalizado las amenazas de muerte y de violencia hacia mujeres, el insulto misógino ‘terf’, así como el acoso, para que mujeres y hombres críticos con la teoría queer pierdan sus trabajos y su reconocimiento social, hasta el punto de la difamación activa. Mientras tanto, las organizaciones LGTBIQ+ e incluso las instituciones asisten impasibles y permiten todo esto, amparando no solo la autoidentificación de género —que elimina la categoría jurídica del sexo—, sino también la violencia (misógina y lesbófoba, sobre todo) y las amenazas.
De este modo, nace Red LGB en este julio de 2020, con el fin de agrupar a lesbianas, gays, y mujeres y hombres bisexuales abolicionistas de género y a favor de los derechos humanos, la libertad de expresión y el pensamiento crítico. Os presentamos nuestro manifiesto fundacional.
MANIFIESTO:
Somos un grupo de lesbianas, gays y bisexuales de izquierdas y basado en España. Hemos constituido este grupo, Red LGB, porque, después de años de activismo dentro del colectivo LGBT, nos hemos visto en la necesidad de defender nuestros derechos. Mientras los Orgullos ‘mainstream’ se han convertido en una herramienta al servicio del capitalismo patriarcal, los ‘Orgullos críticos’ directamente han pasado a negar la atracción hacia personas del mismo sexo como una realidad.
Han sido muchos años de lucha para lograr erradicar la discriminación que sufrimos por nuestra orientación sexual para, en los últimos años, asistir al surgimiento de discursos pretendidamente progresistas que en realidad nos perjudican.
SOSTENEMOS Y REIVINDICAMOS:
– Que el sexo es inmutable, observable y no ‘asignado’ al nacer. Así lo afirma la ciencia, la comunidad científica y la evidencia empírica que nos proporcionan los sentidos.
– Que el género es una construcción social, histórica y cultural basada en un conjunto de rasgos, roles, expectativas y estereotipos impuestos social y culturalmente sobre cada sexo, así como mediante el proceso de socialización. La masculinidad se impone sobre el sexo masculino (hombres) y la feminidad sobre el sexo femenino (mujeres). Ser disidentes de los mandatos de género, como es por ejemplo nuestro caso por nuestra orientación sexual, no convierte a nadie en el sexo contrario.
– Que el género es un mecanismo opresivo mediante el cual el patriarcado se perpetúa y subordina a las mujeres. Por tanto no es una identidad y debe ser abolido, para que todas y todos seamos libres de ser sin necesidad de conformarnos a la norma.
– Que las lesbianas y las mujeres bisexuales sufren, simultáneamente, discriminación por su orientación sexual y opresión estructural en base a su sexo.
– Que la confusión entre sexo y género, además de la eliminación de la categoría sexo del marco legal, es una maniobra reaccionaria que opera en contra de los derechos de las mujeres, de las personas homosexuales y de la infancia.
– Que nadie nace en un cuerpo equivocado, y que todas las personas tenemos el derecho de ser libres y expresar nuestra personalidad.
– Que la atracción homosexual es hacia personas del mismo sexo.
– Que la bisexualidad significa atracción hacia hombres y mujeres, es decir, atracción sexual hacia personas de ambos sexos.
– Que la administración de bloqueadores hormonales en la infancia y adolescencia constituye un abuso, se basa en postulados acientíficos y no es una práctica ética. No hay estudios sobre los efectos que tienen estos bloqueadores hormonales a largo plazo. Las niñas y niños no tienen capacidad de consentir, y su integridad física debe ser protegida. La «transición pediátrica» en muchos casos es terapia de conversión preventiva sobre menores ‘sospechosos’ de ser homosexuales por no conformarse a los mandatos sexuales o de género.
– Que el «techo de algodón» es un concepto misógino, producto de la cultura de la violación para presionar a lesbianas para que tengan relaciones sexuales con hombres. Este concepto misógino debe ser unánimemente rechazado por toda la comunidad LGB y por la sociedad en su conjunto.
– Que la autoginefilia (deseo sexual de hombres por imaginarse a sí mismos como mujeres) existe, y que las personas de sexo masculino con autoginefilia no tienen cabida en ninguna reivindicación LGB.
– Que la intersexualidad es una anomalía cromosómica que se da tanto en mujeres como en hombres, y que no tiene nada que ver con la orientación sexual. Las personas intersexuales deben ser escuchadas en sus reivindicaciones pero el colectivo LGB no es el lugar para ello.
El rumbo que ha tomado el transactivismo en los últimos años, adoptando la teoría queer e introduciéndola de tapadillo en legislación supuesta y falsamente dictada para proteger nuestros derechos, hace que lesbianas, gays y bisexuales tengamos que agruparnos sin la T para continuar luchando por nuestros derechos.
No nos oponemos a los derechos humanos de las personas autodenominadas ‘trans’, que deben gozar de estos derechos como cualquier otro colectivo y deben ser protegidas de discriminación, precariedad y violencia. No obstante, ser reconocidos como del sexo opuesto no es un derecho humano. Somos conscientes de que nuestros objetivos políticos y los del transactivismo son opuestos.
Lesbianas, gays y bisexuales pedimos respeto hacia nuestra orientación sexual y que se nos deje vivir libres y sin violencia. El transactivismo, en cambio, niega nuestra orientación sexual. Al contrario de lo que ocurre con las personas de la T, nosotras y nosotros no necesitamos que nadie valide nuestra identidad ni pedimos que se elimine la categoría sexo del marco legal, ya que nuestras luchas y protecciones legales, así como las de las mujeres, están basadas en esta categoría.
Pensamos, además, que la teoría queer es individualista, misógina y homófoba. Al negar la realidad del cuerpo sexuado, su relevancia y su materialidad, niegan a su vez la existencia de la opresión de las mujeres por nacer mujeres, así como la existencia de la atracción al mismo sexo.
Condenamos el intento de blanqueo de los vientres de alquiler por parte de organizaciones llamadas ‘’LGTBIQ+’’. Ni la explotación reproductiva de las mujeres, ni de ninguna índole, constituyen derechos de nadie, tampoco de las personas LGB y T. La mercantilización del cuerpo de las mujeres obstaculiza la emancipación de las mismas y, por tanto, dicha mercantilización no es ni feminista ni ética. No apoyamos ninguna práctica que suponga una cosificación de las mujeres o una renuncia de estas a su autonomía corporal.
Denunciamos, también, el hostigamiento que sufren las mujeres lesbianas por parte del colectivo “transgénero”, siendo chantajeadas, manipuladas y acusadas de transfobia para que accedan a mantener relaciones sexuales con varones autoidentificados mujer. Rechazar a alguien porque no nos sentimos atraídos/as por su sexo no es transfobia. Bajo el paraguas del transactivismo queer se esconden terapias de conversión de la orientación SEXual en nombre de la inclusión y con el beneplácito de las instituciones. Basta ya de misoginia, lesbofobia, homofobia y bifobia.
Desde esta Red de lesbianas, gays y bisexuales declaramos que nuestra lucha contra la discriminación por razón de orientación sexual no comparte ni agenda ni intereses con el transactivismo y la teoría queer. Por tanto, en pro de nuestros derechos y de los de las mujeres, continuamos la lucha sin la T.
Nace así, en este julio de 2020, la Red LGB.