Imagen: El País / Antonin Scalia |
El magistrado más conservador de la Corte redacta una sentencia más para la historia
Cristina F. Pereda | El País, 3015-06-26
http://internacional.elpais.com/internacional/2015/06/26/actualidad/1435348271_756756.html
El juez Antonin Scalia no ha desaprovechado la ocasión. El magistrado más conservador del Tribunal Supremo votó en contra de legalizar el matrimonio homosexual en Estados Unidos. En la sentencia conocida este viernes no le correspondía redactar el texto de la minoría, pero aún así decidió expresar su opinión de manera individual “para llamar la atención sobre la amenaza de esta Corte a la Democracia americana”.
Esta dura afirmación es la última en sumarse a la larga lista de frases pronunciadas por el juez, tanto en las sesiones orales de los juicios como en sus dictámenes, y que ya le han convertido en el magistrado que más pasiones desata entre los miembros del Supremo. Para sus seguidores entre la derecha más conservadora, es el fiel defensor de la Constitución estadounidense. Para sus detractores, da vida con su puño y letra a los principales enemigos de las ideas progresistas.
Este juez de ascendencia italiana, católico, conservador, casado desde hace 54 años, padre de nueve hijos y abuelo de 33 nietos asegura en el segundo párrafo de su dictamen que “la sustancia de este decreto no es de especial importancia” para él. “La ley puede reconocer como matrimonio cualquier tipo de combinaciones sexuales y arreglos habitacionales que quiera”, continua, “para mí lo importante es, sin embargo, quién legisla sobre mí”.
La amenaza para Scalia no es que las parejas homosexuales puedan casarse como hasta ahora solo podían hacerlo las heterosexuales, sino que el Tribunal Supremo haya legislado algo que deberían regular cada estado de manera individual. Esta postura se basa en la interpretación más literal de la Constitución estadounidense, el 'originalismo' del que Scalia es el máximo defensor, y que establece que el texto no debe ser leído según cambie la sociedad, sino en base a los principios que tenían en mente los padres fundadores de la nación.
Scalia ha construido una importante reputación en el sector judicial desde que fuera nombrado por Ronald Reagan en 1986. La calidad y la argumentación de sus dictámenes, al margen de su posición en la Corte, son capaces de robar protagonismo a cualquier sentencia. El juez es una entidad en Washington, donde esta primavera inspiró una obra de teatro basada en su ‘originalismo’. Y su dureza no le ha impedido tener amigos entre los jueces más progresistas, como Ruth Ginsburg. Los seguidores de la actualidad del Supremo, acostumbrados ya a la tradición, esperan los fragmentos del juez con la misma atención que buscan la línea decisiva de la sentencia.
Este viernes no defraudó. “Si yo hubiera tenido que firmar una sentencia como la de Kennedy escondería mi cabeza en una bolsa”, escribió en referencia al juez Anthony Kennedy, responsable de redactar el texto de la mayoría y que pasará a la historia de la lucha por los derechos de los homosexuales.
El juez hace alusión en su texto a las palabras del juez, quien argumentó que "la naturaleza del matrimonio es que, a través de su lazo eterno, dos personas pueden encontrar otras libertades, como la de expresión, intimidad o espiritualidad”, independientemente de su orientación sexual. “¿Quién iba a pensar que la intimidad y la espiritualidad -sea lo que sea que significa esto- eran derechos?”, responde Scalia. “Si la intimidad es una libertad, entonces considero que resulta limitada por el matrimonio, no ampliada. Pregúntenselo a un hippie”.
Esas últimas cuatro palabras han inspirado todo tipo de bromas este viernes y pueden distraer de la arquitectura del argumento elaborado por Scalia, experto en este tipo de giros. “La expresión es una libertad, pero cualquiera en un matrimonio de varios años puede decir que ese estado de felicidad limita, no amplía, lo que uno puede decir en alto”.
Al margen de la experiencia del juez en este campo -lleva casado más de cinco décadas- Scalia sí es experto en justificar con argumentos puramente legales la interpretación más purista de la Constitución. Para él es ésta, a través de los estados, la que debe regular el matrimonio, no los nueve jueces del Supremo.
Según él, la Corte no debe anteponerse legislando por encima de los parlamentos estatales ni acelerando un cambio que la sociedad estadounidense ya está avanzando al margen de lo que diga la ley. La mayoría del Tribunal, sin embargo, opinó que los ciudadanos han reclamado un derecho que sí reconoce la Constitución -el de la igualdad ante la ley- y que está por encima de lo que digan los estados.
El razonamiento de Scalia sigue así: el debate sobre el matrimonio homosexual ha avanzado en las últimas décadas, haciendo “la mejor demostración” de lo que supone la democracia estadounidense en la práctica. Según señalaba el cambio, unos estados aprobaron el matrimonio gay mientras que otros lo prohibían. Pero la llegada de estos casos a la justicia, dice Scalia, ha interrumpido este debate. “Los cinco jueces que componen hoy la mayoría se sienten plenamente cómodos cuando concluyen que todos los estados violaron la Constitución durante los 135 años transcurridos entre la ratificación de la Decimocuarta Enmienda y la aprobación del matrimonio homosexual en Massachusetts en 2003".
Y así es como el juez asegura que, desde hoy, según el Supremo, y durante más de un siglo, los estados habrían violado la Constitución de Estados Unidos. Así es Scalia.
Esta dura afirmación es la última en sumarse a la larga lista de frases pronunciadas por el juez, tanto en las sesiones orales de los juicios como en sus dictámenes, y que ya le han convertido en el magistrado que más pasiones desata entre los miembros del Supremo. Para sus seguidores entre la derecha más conservadora, es el fiel defensor de la Constitución estadounidense. Para sus detractores, da vida con su puño y letra a los principales enemigos de las ideas progresistas.
Este juez de ascendencia italiana, católico, conservador, casado desde hace 54 años, padre de nueve hijos y abuelo de 33 nietos asegura en el segundo párrafo de su dictamen que “la sustancia de este decreto no es de especial importancia” para él. “La ley puede reconocer como matrimonio cualquier tipo de combinaciones sexuales y arreglos habitacionales que quiera”, continua, “para mí lo importante es, sin embargo, quién legisla sobre mí”.
La amenaza para Scalia no es que las parejas homosexuales puedan casarse como hasta ahora solo podían hacerlo las heterosexuales, sino que el Tribunal Supremo haya legislado algo que deberían regular cada estado de manera individual. Esta postura se basa en la interpretación más literal de la Constitución estadounidense, el 'originalismo' del que Scalia es el máximo defensor, y que establece que el texto no debe ser leído según cambie la sociedad, sino en base a los principios que tenían en mente los padres fundadores de la nación.
Scalia ha construido una importante reputación en el sector judicial desde que fuera nombrado por Ronald Reagan en 1986. La calidad y la argumentación de sus dictámenes, al margen de su posición en la Corte, son capaces de robar protagonismo a cualquier sentencia. El juez es una entidad en Washington, donde esta primavera inspiró una obra de teatro basada en su ‘originalismo’. Y su dureza no le ha impedido tener amigos entre los jueces más progresistas, como Ruth Ginsburg. Los seguidores de la actualidad del Supremo, acostumbrados ya a la tradición, esperan los fragmentos del juez con la misma atención que buscan la línea decisiva de la sentencia.
Este viernes no defraudó. “Si yo hubiera tenido que firmar una sentencia como la de Kennedy escondería mi cabeza en una bolsa”, escribió en referencia al juez Anthony Kennedy, responsable de redactar el texto de la mayoría y que pasará a la historia de la lucha por los derechos de los homosexuales.
El juez hace alusión en su texto a las palabras del juez, quien argumentó que "la naturaleza del matrimonio es que, a través de su lazo eterno, dos personas pueden encontrar otras libertades, como la de expresión, intimidad o espiritualidad”, independientemente de su orientación sexual. “¿Quién iba a pensar que la intimidad y la espiritualidad -sea lo que sea que significa esto- eran derechos?”, responde Scalia. “Si la intimidad es una libertad, entonces considero que resulta limitada por el matrimonio, no ampliada. Pregúntenselo a un hippie”.
Esas últimas cuatro palabras han inspirado todo tipo de bromas este viernes y pueden distraer de la arquitectura del argumento elaborado por Scalia, experto en este tipo de giros. “La expresión es una libertad, pero cualquiera en un matrimonio de varios años puede decir que ese estado de felicidad limita, no amplía, lo que uno puede decir en alto”.
Al margen de la experiencia del juez en este campo -lleva casado más de cinco décadas- Scalia sí es experto en justificar con argumentos puramente legales la interpretación más purista de la Constitución. Para él es ésta, a través de los estados, la que debe regular el matrimonio, no los nueve jueces del Supremo.
Según él, la Corte no debe anteponerse legislando por encima de los parlamentos estatales ni acelerando un cambio que la sociedad estadounidense ya está avanzando al margen de lo que diga la ley. La mayoría del Tribunal, sin embargo, opinó que los ciudadanos han reclamado un derecho que sí reconoce la Constitución -el de la igualdad ante la ley- y que está por encima de lo que digan los estados.
El razonamiento de Scalia sigue así: el debate sobre el matrimonio homosexual ha avanzado en las últimas décadas, haciendo “la mejor demostración” de lo que supone la democracia estadounidense en la práctica. Según señalaba el cambio, unos estados aprobaron el matrimonio gay mientras que otros lo prohibían. Pero la llegada de estos casos a la justicia, dice Scalia, ha interrumpido este debate. “Los cinco jueces que componen hoy la mayoría se sienten plenamente cómodos cuando concluyen que todos los estados violaron la Constitución durante los 135 años transcurridos entre la ratificación de la Decimocuarta Enmienda y la aprobación del matrimonio homosexual en Massachusetts en 2003".
Y así es como el juez asegura que, desde hoy, según el Supremo, y durante más de un siglo, los estados habrían violado la Constitución de Estados Unidos. Así es Scalia.
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