Ruben Campero | Articulando, 2015-06-30
http://articulando.com.uy/2015/06/30/de-frente-y-por-atras/
[Extracto del Capítulo “Actos Viriles” del libro “A lo macho. Sexo, deseo y masculinidad”, p. 127-129. Montevideo : Ed. Fin de Siglo, 2014]
Es posible pensar que el predomino de planos frontales al fotografiar hombres para medios gráficos, o al exhibirlos en medios audiovisuales, sugiera que el encarar, enfrentar, mirar hacia delante, dar la cara, defender el honor sin vergüenza, etc., representan valores positivos que asociamos con la masculinidad hegemónica, y por tanto con ese hombre de pocas palabras que jamás va por detrás, que mira con seguridad, que no teme la batalla, que va de frente.
Es por eso que todo lo trasero, lo que viene por la retaguardia, nos estaría hablando de algo paranoicamente no elaborado por parte de la masculinidad hegemónica que se deposita en lo posterior, en todo aquello que puede venir por detrás y sobre lo que no hay control visual y emocional.
De la misma forma, los “cuernos” puestos “a espaldas” del marido, el ser “sentado” por el jefe, el tener “guardaespaldas” o ser penetrado por otro hombre, puede que nos esté hablando tanto de valores negativos anti-masculinos (o sea feminizantes) como de aspectos no habitados (y por tanto débiles y vulnerables) de la masculinidad, esos que el imaginario social localiza en áreas posteriores o traseras del cuerpo de los hombres, los mismos que suelen decir que no les gusta “que le toquen el culo” cada vez que les hacen comentarios o bromas descalificadoras.
De manera muy distinta, las mujeres serían mostradas desde atrás, procesándolas visualmente en objetos eróticos, y creando la ilusión consumista de que pueden ser abordadas posteriormente como modalidad de apropiación en clave de posesión sobre sus cuerpos. Se lograría así asociar lo trasero con lo femenino, marcando con ello todo lo que lo masculino no puede ser. En lo “trasero” del cuerpo se va a depositar todo lo repudiado por la masculinidad hegemónica, todo lo que un verdadero hombre no debe ser.
“Por atrás nunca, yo soy macho”, dirá el masculino hegemónico a través de sus clásicas bromas de football y asados. Por eso se va a temer siempre la puñalada por la espalda, es decir el retorno de eso repudiado que fuera depositado sin más en la “trastienda” de lo masculino. Contenidos rechazados que ese cuerpo “de mujer” con nalgas y sin cara de las portadas de revistas viene a representar. Cuerpo que al producirse eróticamente para hombres heterosexuales decreta lo que lo masculino no debe ser para que justamente pueda “ser” masculino.
Desde esta perspectiva, tanto la madre, la esposa, la hermana como la hija del hombre representarán extensiones simbólicas “no masculinas” de su propio cuerpo, en tanto que se trataría de “sus” mujeres, es decir de las partes traseras, negadas y vulnerablemente femeninas de su propia masculinidad. Por eso un hombre estará siempre pendiente de proteger sus “espaldas”, cuidando a sus mujeres de la depredación sexual de otros hombres.
En ese sentido, la expresión “hijo de puta” dirigida a un hombre apelaría a vulnerabilizar su propia masculinidad a través de la descalificación de la conducta sexual-corporal de su madre. De la misma manera, penetrar a la mujer de otro hombre como forma de robo o venganza constituye una manera simbólica de dañar la retaguardia corporal de este hombre a través del cuerpo de “su” mujer. Cabe recordar la canción “15 primaveras” del Trío San Javier, cuando dice: “No entenderá los celos de tu padre”, padre que ante la proximidad de la actividad sexual de su hija (supuestamente con hombres) manifestará celos por la pérdida de su niña virgen y por el hecho de que otro hombre vaya a penetrar en “su” mundo, ese que está constituido por la presencia de “sus” mujeres.
Lo masculino, al desembarazarse de toda posibilidad de ser y tener un cuerpo con parte trasera, descargándola en los sujetos femeninos y masculinos subalternos, genera la fantasía de que tiene el control exclusivo de lo frontal, de lo delantero. Un control que se vincula con la acción de ese sujeto masculino emergente de la idea de pro-greso creada en la Modernidad, desde donde se pensó que la historia avanzaba en forma lineal y hacia un adelante iluminado por la razón. Todo lo posterior y lo trasero quedaría asociado con lo pasado, y por tanto con un re-greso a etapas menos evolucionadas de la historia, en donde androcéntricamente se concluyó que se encontraría todo lo no civilizado, todo lo infantil, lo femenino, lo bárbaro, todo lo no masculino.
Quizás por eso se dice de un hombre que “conquista” mujeres que “hecha pa delante”. Quizás por eso muchos hombres aceptaron y aceptan “ir al frente” para defender a sus países en conflictos armados, o en sustitutos lúdico-deportivos de guerras nacionalistas. Ante esto, las mujeres, al ser producidas como cuerpos abordables por detrás, se transforman automáticamente en objetos pasivos a ser tomados por un sujeto (masculino) que se auto adjudica el domino de lo delantero, de aquel que “toma el toro por las guampas” y concibe lo frontal como su zona “natural” dentro de la arquitectura corporal, para así controlar otros cuerpos a los que mantendrá en la categoría de inferiores.
Es por eso que todo lo trasero, lo que viene por la retaguardia, nos estaría hablando de algo paranoicamente no elaborado por parte de la masculinidad hegemónica que se deposita en lo posterior, en todo aquello que puede venir por detrás y sobre lo que no hay control visual y emocional.
De la misma forma, los “cuernos” puestos “a espaldas” del marido, el ser “sentado” por el jefe, el tener “guardaespaldas” o ser penetrado por otro hombre, puede que nos esté hablando tanto de valores negativos anti-masculinos (o sea feminizantes) como de aspectos no habitados (y por tanto débiles y vulnerables) de la masculinidad, esos que el imaginario social localiza en áreas posteriores o traseras del cuerpo de los hombres, los mismos que suelen decir que no les gusta “que le toquen el culo” cada vez que les hacen comentarios o bromas descalificadoras.
De manera muy distinta, las mujeres serían mostradas desde atrás, procesándolas visualmente en objetos eróticos, y creando la ilusión consumista de que pueden ser abordadas posteriormente como modalidad de apropiación en clave de posesión sobre sus cuerpos. Se lograría así asociar lo trasero con lo femenino, marcando con ello todo lo que lo masculino no puede ser. En lo “trasero” del cuerpo se va a depositar todo lo repudiado por la masculinidad hegemónica, todo lo que un verdadero hombre no debe ser.
“Por atrás nunca, yo soy macho”, dirá el masculino hegemónico a través de sus clásicas bromas de football y asados. Por eso se va a temer siempre la puñalada por la espalda, es decir el retorno de eso repudiado que fuera depositado sin más en la “trastienda” de lo masculino. Contenidos rechazados que ese cuerpo “de mujer” con nalgas y sin cara de las portadas de revistas viene a representar. Cuerpo que al producirse eróticamente para hombres heterosexuales decreta lo que lo masculino no debe ser para que justamente pueda “ser” masculino.
Desde esta perspectiva, tanto la madre, la esposa, la hermana como la hija del hombre representarán extensiones simbólicas “no masculinas” de su propio cuerpo, en tanto que se trataría de “sus” mujeres, es decir de las partes traseras, negadas y vulnerablemente femeninas de su propia masculinidad. Por eso un hombre estará siempre pendiente de proteger sus “espaldas”, cuidando a sus mujeres de la depredación sexual de otros hombres.
En ese sentido, la expresión “hijo de puta” dirigida a un hombre apelaría a vulnerabilizar su propia masculinidad a través de la descalificación de la conducta sexual-corporal de su madre. De la misma manera, penetrar a la mujer de otro hombre como forma de robo o venganza constituye una manera simbólica de dañar la retaguardia corporal de este hombre a través del cuerpo de “su” mujer. Cabe recordar la canción “15 primaveras” del Trío San Javier, cuando dice: “No entenderá los celos de tu padre”, padre que ante la proximidad de la actividad sexual de su hija (supuestamente con hombres) manifestará celos por la pérdida de su niña virgen y por el hecho de que otro hombre vaya a penetrar en “su” mundo, ese que está constituido por la presencia de “sus” mujeres.
Lo masculino, al desembarazarse de toda posibilidad de ser y tener un cuerpo con parte trasera, descargándola en los sujetos femeninos y masculinos subalternos, genera la fantasía de que tiene el control exclusivo de lo frontal, de lo delantero. Un control que se vincula con la acción de ese sujeto masculino emergente de la idea de pro-greso creada en la Modernidad, desde donde se pensó que la historia avanzaba en forma lineal y hacia un adelante iluminado por la razón. Todo lo posterior y lo trasero quedaría asociado con lo pasado, y por tanto con un re-greso a etapas menos evolucionadas de la historia, en donde androcéntricamente se concluyó que se encontraría todo lo no civilizado, todo lo infantil, lo femenino, lo bárbaro, todo lo no masculino.
Quizás por eso se dice de un hombre que “conquista” mujeres que “hecha pa delante”. Quizás por eso muchos hombres aceptaron y aceptan “ir al frente” para defender a sus países en conflictos armados, o en sustitutos lúdico-deportivos de guerras nacionalistas. Ante esto, las mujeres, al ser producidas como cuerpos abordables por detrás, se transforman automáticamente en objetos pasivos a ser tomados por un sujeto (masculino) que se auto adjudica el domino de lo delantero, de aquel que “toma el toro por las guampas” y concibe lo frontal como su zona “natural” dentro de la arquitectura corporal, para así controlar otros cuerpos a los que mantendrá en la categoría de inferiores.
Y TAMBIÉN…
Jara se va de la Copa América por el "dedo de Dios"
BBC Mundo, 2015-06-28
http://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/06/150628_copa_america_jara_dedo_sancion_lav
Copa América: el "dedo de Dios" y otras acaloradas polémicas que generó el Chile-Uruguay
JM Pinochet | BBC Mundo, 2015-06-25
http://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/06/150625_deportes_copa_america_chile_uruguay_jara_cavani_debate_polemica_jmp
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