jueves, 4 de mayo de 2023

#hemeroteca #literatura #trans | Alana S. Portero firma una novela sobre la identidad de una niña trans en un barrio obrero

El Salto / Alana S. Portero //

Alana S. Portero firma una novela sobre la identidad de una niña trans en un barrio obrero

En la ficción, la escritora combate los males de una masculinidad cuyos principales víctimas, dice, son los hombres
Antonio Paniagua | El Correo, 2023-05-04
https://www.elcorreo.com/culturas/libros/alana-portero-firma-novela-sobre-identidad-nina-20230504185219-ntrc.html 

La poeta y dramaturga trans Alana S. Portero debuta en la ficción con 'La mala costumbre' (Seix Barral), una novela que cuenta la adolescencia de una niña atrapada en un cuerpo con el que es incapaz de convivir. La protagonista vive en el madrileño barrio de San Blas, devastado por la heroína en los años ochenta. Como en una versión dislocada del viaje del héroe clásico, yonquis, divas del pop y juguetes rotos serán los que rediman al personaje y le ayuden a lidiar con la violencia que le acecha. «No es una novela oportunista ni coyuntural. Tampoco es una ficción sobre lo trans ni una biografía traumática. Es una historia fronteriza, obrera, identitaria y mágica», dice la escritora, cuya obra se publicará en una decena de países.

Portero echa mano de los mitos y las historias mágicas que poblaron su infancia para levantar su relato, en el que hay una fuerte crítica a la masculinidad. «Es algo que limita muchísimo. El problema no se soluciona pintándose las uñas, sino admitiendo que los hombres son las primeras víctimas. Es preciso entender la tristeza que supone y las estrecheces que soportan los acólitos de la masculinidad».

Canto de amor
La mala costumbre' es también un canto de amor a Madrid, una ciudad que le suscita sentimientos encontrados. «Le damos mucha caña, yo soy la primera en hacerlo. La ciudad se ha convertido en un lugar que puede resultar odioso. Pero es mi casa, mi ciudad, y me apetecía también hacer entender a los demás cómo la urbe encierra también una gran magia. Madrid no es una ciudad, obviamente, bella; carece de las monumentalidades que tienen otras. Pero si sabes buscar el doblez, encuentras cosas muy bonitas. Tiene espacios muy especiales y que se prestan mucho a la magia. Hay callejones que ya los hubiera querido J. K. Rowling para Harry Potter».

Poseedora de un universo creativo habitado por la historia clásica y el activismo, Portero ha alumbrado una novela cruda y feroz, en la que los extremos se tocan para mostrarnos por qué el resentimiento y la rabia contra el sistema son herramientas válidas para sobre sobrevivir en una sociedad que no acepta a los diferentes.

La autora tiene entre sus escritores de cabecera a Marguerite Yourcenar, Truman Capote y Carmen Martín Gaite. De la primera admira su capacidad para aunar literatura y mito, mientras que del segundo resalta su maestría de descubrir lo mágico dentro de lo humano. Además de las referencias librescas, en imaginario de la escritora hay un lugar de privilegio para los mitos del pop, como Madonna. «Las estrellas del pop nos han servido de cobijo y nos han salvado la vida a muchos adolescentes».

Alana S. Portero se crió en el mismo barrio obrero que la protagonista de su novela, San Blas, un microcosmos salpicado de jeringuillas donde se erguían edificios de ladrillo visto. Pese a la dureza del entorno allí descubrió a mujeres admirables, algunas de ellas apartadas de la historia. Entre ellas figuran mujeres transexuales que, como Silvia Reyes, cumplieron pena de prisión por no ajustarse al molde social. «Fueron víctima de las violencia sexual no sólo de los presos comunes, sino también de los políticos y de los funcionarios de prisiones». Se les aplicó la ley de peligrosidad social y fueron las últimas de salir de la cárcel, que abandonaron en 1979, cuando los demás lo hicieron dos años antes.

A Portero le preocupa que la ola de transfobia que sacude EE UU se desplace a España. La escritora alerta del peligro que comporta «comprar marcos ideológicos» de la extrema derecha, como el prohibición del aborto o la concepción clásica de la familia. Aunque esas propuestas no prosperen, evita que se debatan otras cuestiones más necesarias, como la crisis climática.

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