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Carmen Martín, candidata de IU. De estar a punto de morir al Parlamento de Cantabria: "Tengo VIH, soy madre y un milagro"
Tras 25 años de activismo en favor de los derechos de las personas seropositivas, la segunda en las listas de IU-Podemos puede convertirse en llave de gobierno en Cantabria
Héctor García Barnés | El Confidencial, 2023-05-20
https://www.elconfidencial.com/espana/2023-05-20/carmen-martin-iu-parlamento-cantabria-vih_3631812/
Carmen Martín (51 años) tiene VIH, un hijo de 17 años, una discapacidad reconocida de un 65% y un tatuaje en el brazo: "Creo en los milagros porque yo soy uno. El futuro es hoy y no es tarde. Creo en un mundo mejor para ti y para mí". Es la letra de 'I Believe in Miracles', la canción de los Ramones. En un par de semanas es bastante probable que, además, obtenga un escaño en el Parlamento de Cantabria como representante de Izquierda Unida.
"Para su padre y para mí nuestro hijo fue un milagro, así que me tatué la letra de la canción cuando falleció su padre", explica a ‘El Confidencial’. Ella misma es otro prodigio: hace años, estuvo al borde de la muerte por problemas derivados de su condición. Ser madre le hizo enfrentarse a la incomprensión que suele rodear a las personas seropositivas, cuando se le acusó de querer dar a luz de manera irresponsable, aunque en su caso, el virus no fuese transmisible.
"Mi hijo ha sido un reto desde el momento en que sentí el deseo de ser madre", explica. "Las mujeres con VIH hemos visto en muchos momentos cómo nuestros derechos se han visto vulnerados: en el momento del embarazo, la desinformación en el ámbito sanitario hace que te veas sometida a un juicio por el deseo de querer ser madre, porque la gente desconoce que cuando una persona tiene VIH pero su carga viral es indetectable, el virus es intransmisible".
Martín es una de las veteranas del activismo cántabro como coordinadora de ACCAS (Asociación Ciudadana Cántabra Antisida). También ha sido directora de la Red Cántabra de Lucha contra la Pobreza, forma parte de COCEMFE (la Federación de Personas con Discapacidad) y organizó ‘Los monólogos de la vagina’ en Cantabria. Hoy trabaja a diario con unas 140 personas que no tienen cubiertas sus necesidades básicas, muchas de ellas apartadas por sus familias. "Migrantes, personas que ejercen prostitución, personas con VIH, que han sufrido violencia o privadas de libertad", explica.
Ahora Martín se presenta por primera vez a unas elecciones en las que las encuestas le otorgan la posibilidad de conseguir uno de los dos asientos que podrían ser decisivos en el caso de que el Partido Regionalista de Cantabria y el PSOE aspiren a gobernar juntos. "¿Que si veo posible el pacto?", se pregunta. "Desde luego, siempre que sea para parar a la extrema derecha. Pero no será gratis".
"A mí ha sido el propio activismo y la defensa de las personas que viven con VIH lo que me ha llevado a la política", prosigue. "Me he dado cuenta de que tan solo desde la incidencia política del tercer sector o las entidades sociales no sirve, porque el muro está en la Administración". Martín concurre como segunda de lista en la candidatura conjunta IU-Podemos, tras la número uno, Mónica Rodero, de Podemos Cantabria.
Las lecciones de la vida
Martín recuerda sus primeros años en el activismo, a finales de los años noventa, como un tiempo de dolor y miedo. "Era la época en la que muchas personas fallecían, así que las acompañábamos en sus últimos momentos, a ellos, a sus familias y a su entorno más cercano, eran momentos muy dolorosos", recuerda. Ha sufrido tantas pérdidas que admite que ha tenido que romperse y recomponerse muchas veces. "Siempre parece que se va a acabar el mundo y que no vas a poder seguir adelante, pero se aprende a vivir y te lo quedas como un recuerdo que te da fortaleza".
Una de las personas que perdió fue su pareja, el padre de su hijo. Otra, su mejor amiga, "mi estrella". "Se acaba el mundo, al día siguiente vuelve a salir el sol, pero se acaba el mundo, ¿eh?", añade. Ella misma sufre las secuelas de la tuberculosis que casi acaba con su vida, con comorbilidades como problemas cardiovasculares y aumento de grasa o colesterol, que han hecho que en su última prueba de edad metabólica el diagnóstico haya determinado que su organismo es el de una persona de 65 años.
Todas esas pérdidas le han dado fuerzas para no parar durante el último cuarto de siglo, primero en un grupo de autoayuda y más tarde en talleres de inserción. Estos meses compagina su trabajo de ocho horas diarias al frente de la asociación con la campaña electoral que la tarde de esta entrevista la llevará a Torrelavega. No piensa cambiar y seguirá haciendo política desde lo personal, aunque admite que tenga que modular un poco el mensaje.
A pesar de que no ha querido hacer de su condición parte central de su campaña, a Martín le gusta reivindicarse tras décadas luchando contra el estigma. Aunque la situación de los seropositivos es ahora mejor que hace unos años, esto tiene sus problemas asociados. "Ha habido una especie de desensibilización hacia el VIH, ha desaparecido el miedo y los tratamientos son eficaces, pero tenemos un problema con las personas hasta que son diagnosticadas y llegan a ese tratamiento, porque al final tienen el mismo virus que hace 40 años y pueden morir por causas relacionadas con el sida", explica.
El principal problema al que se encuentran hoy los diagnosticados es el miedo al rechazo por parte de su familia, amigos o sus empleadores. "Los tratamientos han hecho que el VIH ya no sea una sentencia de muerte, por lo que se puede tener incluso una buena calidad de vida, lo que ha provocado que sea más invisible porque ya no tienen esa necesidad reivindicativa", explica. "Ahora es todo el rato recibir golpes y bajar la cabeza".
Algo aún más complicado para las mujeres, más invisibilizadas que los hombres seropositivos. Martín presume de haber gozado del apoyo de su familia cercana, aunque tuvo que llevar a cabo una dolorosa criba de amigos a medida que iba contándoles que era seropositiva. "Excepcionalmente, he tenido mis decepciones, tanto en la familia lejana o dentro de mi entorno social, con algunas personas que me defraudaron en su momento y dejaron de llevar la etiqueta de amigos", explica. "Pero no quería morirme y que mi entorno no supiera qué estaba pasando, lo que me ayudó a hacer una limpia".
Durante un tiempo tuvo que dar "un paso atrás" como persona pública para proteger a su hijo. Le explicó su condición cuando tenía 14 años. "Aunque habíamos hecho actividades con otras personas con VIH y nos habíamos ido de vacaciones con ellos, llegó un momento que tuve que decirle 'mira, tengo VIH'", recuerda. "Sé que fue duro para él, y tuve que explicarle más cosas: cuáles habían sido mis tratamientos y cómo lo había pasado, porque él tenía la necesidad de que se lo contase".
El pasado noviembre se celebró el primer Pride VIH, organizado por CESIDA (Coordinadora Estatal del SIDA), y cuando Carmen se subió al escenario a contar su experiencia, en el público estaba su hijo, aplaudiendo al lado de sus amigos y de otros compañeros de la asociación.
Maneras de vivir (en Cantabria)
Como parlamentaria, Martín se propone "poner encima de la mesa del Parlamento lo que está ocurriendo en Cantabria". En la comunidad hay tan solo 400 viviendas de alquiler social, recuerda, "un parque de vivienda mínimo para toda la población que hay". La subida de precios ha provocado que en Santander haya cada vez más trabajadores pobres. Otro de los problemas que quiere abordar son las estructuras y el transporte, con los constantes problemas de funcionamiento de los trenes: "Los trabajadores van a estar en el Parlamento de Cantabria".
A la política se le anima la voz cuando se pone a hablar de rock, la banda sonora que le ha acompañado de lo largo de toda su vida, desde los ya citados Ramones hasta Rosendo pasando por Eskorbuto o Leño. Sin ellos, tal vez no estaría aquí. "La música ha sido mi vida, lo que me ha dado fuerza cuando no la tenía, lo que me ha acompañado cuando estaba en el hospital", explica. "El rock and roll me daba mucha fuerza".
La aspirante al parlamento cántabro recuerda aquella canción de Barricada que le acompañó en los momentos más oscuros y que recuperó como lema para su asociación: "Una mano que no ayuda es un muro que golpea y más de medio mundo agazapado esquivando a la muerte que nunca llega porque siempre ha estado ahí", recita de memoria. "En esos momentos me decía que a lo mejor si me moría dejaba de sufrir, pero esas frases me daban fuerza", añade.
Martín lleva puesta durante la entrevista una camiseta de los Ramones, como aquellas que compraba hace décadas en una tienda al lado de la plaza de Santa Ana, porque en Cantabria no tenían, y que llevará al mitin de esa misma tarde. Las ha tenido de todas las formas y colores, y no piensa cambiársela para la campaña electoral. Vuelve a insistir. Es madre, activista, feminista, seropositiva y Carmen Ramones.
"Para su padre y para mí nuestro hijo fue un milagro, así que me tatué la letra de la canción cuando falleció su padre", explica a ‘El Confidencial’. Ella misma es otro prodigio: hace años, estuvo al borde de la muerte por problemas derivados de su condición. Ser madre le hizo enfrentarse a la incomprensión que suele rodear a las personas seropositivas, cuando se le acusó de querer dar a luz de manera irresponsable, aunque en su caso, el virus no fuese transmisible.
"Mi hijo ha sido un reto desde el momento en que sentí el deseo de ser madre", explica. "Las mujeres con VIH hemos visto en muchos momentos cómo nuestros derechos se han visto vulnerados: en el momento del embarazo, la desinformación en el ámbito sanitario hace que te veas sometida a un juicio por el deseo de querer ser madre, porque la gente desconoce que cuando una persona tiene VIH pero su carga viral es indetectable, el virus es intransmisible".
Martín es una de las veteranas del activismo cántabro como coordinadora de ACCAS (Asociación Ciudadana Cántabra Antisida). También ha sido directora de la Red Cántabra de Lucha contra la Pobreza, forma parte de COCEMFE (la Federación de Personas con Discapacidad) y organizó ‘Los monólogos de la vagina’ en Cantabria. Hoy trabaja a diario con unas 140 personas que no tienen cubiertas sus necesidades básicas, muchas de ellas apartadas por sus familias. "Migrantes, personas que ejercen prostitución, personas con VIH, que han sufrido violencia o privadas de libertad", explica.
Ahora Martín se presenta por primera vez a unas elecciones en las que las encuestas le otorgan la posibilidad de conseguir uno de los dos asientos que podrían ser decisivos en el caso de que el Partido Regionalista de Cantabria y el PSOE aspiren a gobernar juntos. "¿Que si veo posible el pacto?", se pregunta. "Desde luego, siempre que sea para parar a la extrema derecha. Pero no será gratis".
"A mí ha sido el propio activismo y la defensa de las personas que viven con VIH lo que me ha llevado a la política", prosigue. "Me he dado cuenta de que tan solo desde la incidencia política del tercer sector o las entidades sociales no sirve, porque el muro está en la Administración". Martín concurre como segunda de lista en la candidatura conjunta IU-Podemos, tras la número uno, Mónica Rodero, de Podemos Cantabria.
Las lecciones de la vida
Martín recuerda sus primeros años en el activismo, a finales de los años noventa, como un tiempo de dolor y miedo. "Era la época en la que muchas personas fallecían, así que las acompañábamos en sus últimos momentos, a ellos, a sus familias y a su entorno más cercano, eran momentos muy dolorosos", recuerda. Ha sufrido tantas pérdidas que admite que ha tenido que romperse y recomponerse muchas veces. "Siempre parece que se va a acabar el mundo y que no vas a poder seguir adelante, pero se aprende a vivir y te lo quedas como un recuerdo que te da fortaleza".
Una de las personas que perdió fue su pareja, el padre de su hijo. Otra, su mejor amiga, "mi estrella". "Se acaba el mundo, al día siguiente vuelve a salir el sol, pero se acaba el mundo, ¿eh?", añade. Ella misma sufre las secuelas de la tuberculosis que casi acaba con su vida, con comorbilidades como problemas cardiovasculares y aumento de grasa o colesterol, que han hecho que en su última prueba de edad metabólica el diagnóstico haya determinado que su organismo es el de una persona de 65 años.
Todas esas pérdidas le han dado fuerzas para no parar durante el último cuarto de siglo, primero en un grupo de autoayuda y más tarde en talleres de inserción. Estos meses compagina su trabajo de ocho horas diarias al frente de la asociación con la campaña electoral que la tarde de esta entrevista la llevará a Torrelavega. No piensa cambiar y seguirá haciendo política desde lo personal, aunque admite que tenga que modular un poco el mensaje.
A pesar de que no ha querido hacer de su condición parte central de su campaña, a Martín le gusta reivindicarse tras décadas luchando contra el estigma. Aunque la situación de los seropositivos es ahora mejor que hace unos años, esto tiene sus problemas asociados. "Ha habido una especie de desensibilización hacia el VIH, ha desaparecido el miedo y los tratamientos son eficaces, pero tenemos un problema con las personas hasta que son diagnosticadas y llegan a ese tratamiento, porque al final tienen el mismo virus que hace 40 años y pueden morir por causas relacionadas con el sida", explica.
El principal problema al que se encuentran hoy los diagnosticados es el miedo al rechazo por parte de su familia, amigos o sus empleadores. "Los tratamientos han hecho que el VIH ya no sea una sentencia de muerte, por lo que se puede tener incluso una buena calidad de vida, lo que ha provocado que sea más invisible porque ya no tienen esa necesidad reivindicativa", explica. "Ahora es todo el rato recibir golpes y bajar la cabeza".
Algo aún más complicado para las mujeres, más invisibilizadas que los hombres seropositivos. Martín presume de haber gozado del apoyo de su familia cercana, aunque tuvo que llevar a cabo una dolorosa criba de amigos a medida que iba contándoles que era seropositiva. "Excepcionalmente, he tenido mis decepciones, tanto en la familia lejana o dentro de mi entorno social, con algunas personas que me defraudaron en su momento y dejaron de llevar la etiqueta de amigos", explica. "Pero no quería morirme y que mi entorno no supiera qué estaba pasando, lo que me ayudó a hacer una limpia".
Durante un tiempo tuvo que dar "un paso atrás" como persona pública para proteger a su hijo. Le explicó su condición cuando tenía 14 años. "Aunque habíamos hecho actividades con otras personas con VIH y nos habíamos ido de vacaciones con ellos, llegó un momento que tuve que decirle 'mira, tengo VIH'", recuerda. "Sé que fue duro para él, y tuve que explicarle más cosas: cuáles habían sido mis tratamientos y cómo lo había pasado, porque él tenía la necesidad de que se lo contase".
El pasado noviembre se celebró el primer Pride VIH, organizado por CESIDA (Coordinadora Estatal del SIDA), y cuando Carmen se subió al escenario a contar su experiencia, en el público estaba su hijo, aplaudiendo al lado de sus amigos y de otros compañeros de la asociación.
Maneras de vivir (en Cantabria)
Como parlamentaria, Martín se propone "poner encima de la mesa del Parlamento lo que está ocurriendo en Cantabria". En la comunidad hay tan solo 400 viviendas de alquiler social, recuerda, "un parque de vivienda mínimo para toda la población que hay". La subida de precios ha provocado que en Santander haya cada vez más trabajadores pobres. Otro de los problemas que quiere abordar son las estructuras y el transporte, con los constantes problemas de funcionamiento de los trenes: "Los trabajadores van a estar en el Parlamento de Cantabria".
A la política se le anima la voz cuando se pone a hablar de rock, la banda sonora que le ha acompañado de lo largo de toda su vida, desde los ya citados Ramones hasta Rosendo pasando por Eskorbuto o Leño. Sin ellos, tal vez no estaría aquí. "La música ha sido mi vida, lo que me ha dado fuerza cuando no la tenía, lo que me ha acompañado cuando estaba en el hospital", explica. "El rock and roll me daba mucha fuerza".
La aspirante al parlamento cántabro recuerda aquella canción de Barricada que le acompañó en los momentos más oscuros y que recuperó como lema para su asociación: "Una mano que no ayuda es un muro que golpea y más de medio mundo agazapado esquivando a la muerte que nunca llega porque siempre ha estado ahí", recita de memoria. "En esos momentos me decía que a lo mejor si me moría dejaba de sufrir, pero esas frases me daban fuerza", añade.
Martín lleva puesta durante la entrevista una camiseta de los Ramones, como aquellas que compraba hace décadas en una tienda al lado de la plaza de Santa Ana, porque en Cantabria no tenían, y que llevará al mitin de esa misma tarde. Las ha tenido de todas las formas y colores, y no piensa cambiársela para la campaña electoral. Vuelve a insistir. Es madre, activista, feminista, seropositiva y Carmen Ramones.
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