jueves, 23 de julio de 2015

#hemeroteca #lesbianismo | Del silencio a la solidaridad: mujeres lesbianas y bisexuales solicitantes de asilo en Reino Unido

Imagen: Pikara Magazine / LISG
Del silencio a la solidaridad: mujeres lesbianas y bisexuales solicitantes de asilo en Reino Unido
La organización LISG se creó en 2007 en Manchester para intentar parar la deportación de una lesbiana procedente de Sierra Leona. Después del éxito de esa campaña, se ha consolidado como una red de apoyo emocional que acompaña a las mujeres perseguidas por su sexualidad y exige al Estado que las reconozca como refugiadas.
Itziar Gandarias Goikoetxea | Pikara Magazine, 2015-07-23
http://www.pikaramagazine.com/2015/07/mujeres-lesbianas-y-bisexuales-solicitantes-de-asilo-en-reino-unido/

“Del silencio a la solidaridad, de la violencia a la visibilidad”, fue el título que el grupo LISG (Lesbian inmigrant support group) de Manchester eligió para inaugurar sus primeras jornadas sobre la situación de mujeres migradas lesbianas y bisexuales solicitantes de asilo en el Reino Unido. El clima cálido y cercano se podía percibir nada más llegar a la mesa de inscripciones. Varias compañeras de la organización con vivos colores y las siglas LISG estampadas en la parte delantera de sus camisetas te acompañaban a la sala donde iba a comenzar la jornada. Su emoción y nerviosismo por el evento eran palpables.

LISG es una organización de base formada por mujeres lesbianas y bisexuales solicitantes de asilo y refugio que emergió en el año 2007 en la ciudad de Manchester a raíz de una campaña de denuncia política contra la deportación de una mujer lesbiana de Sierra Leona. Después de un año de intensas actividades y trabajo de campaña, en febrero de 2008 consiguió el permiso para quedarse en Inglaterra. A partir del éxito de esa campaña, más mujeres se pusieron en contacto con la organización en busca de apoyo y así fue como se fue consolidando un espacio más permanente. En la actualidad, cuentan con varias voluntarias que acompañan a más de 15 mujeres refugiadas o en proceso de solicitud de asilo de diversos países como Afganistán, Jamaica, Liberia, Gambia, Arabia Saudí, Uganda, Camerún, Sudáfrica y Pakistán.

Según los últimos datos del ILGA, la asociación internacional de lesbianas, gays, bisexuales, transexuales e intersexuales, en la actualidad, existen más de 75 países donde la homosexualidad es todavía criminalizada, eso implica el 40% de los países del mundo. En 6 de esos países la homosexualidad es castigada con pena de muerte: Irán, Arabia Saudí, Sudan, Somalia, Mauritania y Benín. Casi un tercio de los países donde la homosexualidad es perseguida fueron colonias del imperio británico, de ahí que muchas de las mujeres se dirijan al Reino Unido en busca de refugio.

“No somos expertas, somos una red de apoyo emocional”, matiza Nina, una de las voluntarias que lleva más de 7 años colaborando con la organización: “Muchas de las mujeres que nos contactaban no se sentían capaces de hablar en público sobre su sexualidad, porque nunca lo habían podido hacer en sus países. Por ello, decidimos crear un espacio grupal una vez al mes donde las mujeres pudieran junto con otras ir sintiendo la confianza suficiente para narrar sus historias”.

Durante las sesiones las mujeres van compartiendo sus experiencias, no únicamente lo vivido en sus países sino el proceso de migración y paso por los Centros de Detención de Reino Unido, donde siguen sufriendo discriminación y violencia por los cuerpos policiales y por sus propios compatriotas, quienes las repudian y marginan. “Recuerdo que en una de mis visitas al Centro de Detención conocí a una mujer lesbiana de Gambia, que había estado tres meses sin apenas salir de su celda por miedo a que sus propios compatriotas la agrediesen. Es inhumano que una persona esté tres meses sin contacto con nadie”, lamenta Moud Goba, una mujer de Zimbawe que después de pasar por el tortuoso proceso de solicitud de asilo y obtener su estatus de refugiada, decidió ayudar a otras compañeras a través del grupo de lesbianas y gays migrantes en Reino Unido (UKLGIG).

A mi lado se sienta Happy (feliz en inglés). Puedo leer claramente su nombre en la pegatina que nos han dado a todas en la entrada. Le digo que me gusta su nombre y que me imagino que mucha gente le cantará la famosa canción de Pharrel Williams. Me guiña el ojo y me pregunta si en mi país hay también mujeres lesbianas que llegan por ser perseguidas en sus países. Me cuenta que ella es nueva en la asociación. Llegó hace 9 años de Malawi y hace 4 meses que se ha unido al grupo. “Encontrar este espacio me ha cambiado la vida. En mi país nunca conté a nadie que era lesbiana. Siempre lo mantuve oculto. Aquí me he sentido por primera libre para hablarlo sin miedo”, explica.

El grupo, además, promueve eventos sociales y la participación en actividades políticas como el día del Orgullo, el Manchester Pride, un evento multitudinario que se celebra el último fin de semana de agosto. “Recuerdo que en un Pride, una de las mujeres no se podía creer que estuviera en una manifestación bailando libremente en la calle junto con otras muchas lesbianas, gays y transexuales”, me confiesa Nina.

Hasta el 2010, el 98-99% de las personas gay o lesbianas que solicitaban asilo en el Reino Unido eran deportadas a sus países bajo la consigna de que fueran “discretas” y vivieran en sus países ocultando su identidad sexual. El 7 de julio del 2010 marca un punto de inflexión en materia de política de asilo en el país, a partir de que Lord Hope, presidente adjunto de la corte, encabezara un panel de cinco jueces. Tras conocer los casos de dos hombres de Camerún e Irán respectivamente, sentenció que obligar a una persona homosexual a fingir su sexualidad era negarle su derecho fundamental a ser quien es. Este hecho abrió la posibilidad a que un mayor número de solicitudes de asilo fueran aprobadas, aunque lamentablemente, como relata durante la jornada la abogada Keelin Mccarthy, siguen siendo muy pocas.

Además, las mujeres encuentran mayores dificultades para “demostrar” que son lesbianas. Muchas de ellas han estado casadas anteriormente, algunas forzadas a pesar de su oposición, o tienen hijo o hijas, lo que las pone bajo sospecha.

“Cuando estás en el proceso de solicitud de asilo te das cuenta de cómo los estereotipos hacia las lesbianas todavía están muy arraigados. En mi caso, no se creían que era lesbiana porque llevaba el pelo largo y me gusta maquillarme. No tengo pinta de lesbiana”, me dice Prossy Kakooza, mientras saca una nueva barra de labios que le ha regalado una amiga. “Me encantan los pintalabios, soy una fan”, me confiesa. En su país, Angola, estuvo en prisión y fue violada y torturada después de que su familia la encontrara en su habitación con otra mujer. Tras una ardua batalla y una intensa campaña consiguió parar la orden de devolución a su país hace 7 años. “Cuando decides hacer una campaña pública, no puedes quedarte a medias. Yo siempre digo: o vas a por todas o mejor no la hagas. Es duro el proceso, porque tienes que estar dispuesta a contar públicamente a muchos medios de comunicación tu vida privada, estar dispuesta a contestar a preguntas sobre tu vida sexual e íntima… No es fácil, por eso tener un grupo de apoyo es imprescindible”, subraya.

La jornada acaba con una invitación a crear nuevos grupos de apoyo como LISG en el país, ya que es el único que hay en todo el Reino Unido. El entusiasmo de la jornada se ha contagiado y en el plenario final varias mujeres levantan la mano diciendo que quieren extender esta experiencia a sus ciudades. Nothingham, Liverpool y Londres son los primeros nombres que se escuchan. Las compañeras de LISG no caben en sí de júbilo: “Ese era el objetivo de nuestra jornada,- me dice Prossy con una sonrisa de lado a lado-, “que esta experiencia pueda animar a unirse entre ellas a otras lesbianas y bisexuales que han sido perseguidas en sus países”.

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