Imagen: Sur / Juan Gavilán |
Su perfil académico es tan variado -antropólogo, filósofo y filólogo- como sus inquietudes. Ahora ultima un libro sobre la creación en Proust, Kafka y Joyce, una pieza para minorías al contrario que su ensayo 'Infancia y transexualidad', que le catapultó como referente para familias que tienen que abordar la sexualidad infantil cuando los genitales y el cerebro discrepan.
José Vicente Astorga | Sur, 2017-03-19
http://www.diariosur.es/malaga-capital/201703/19/nino-tienetodo-elderecho-decidir-20170319015552-v.html
Cuando preparaba 'Globalización, multiculturalidad e identidades complejas' a este profesor de la UNED se le cruzaron en 2013 casos como el de Gabriela, la niña transexual que vivió una odisea en un colegio de Málaga y que le animaron a centrar su indagación junto a las familias. El autobús de Hazte Oír ha puesto en la calle altavoz a un asunto distorsionado en el que ve un cambio revolucionario de actitud familiar y el germen de otro discurso médico ante la identidad sexual.
P. Da la impresión de que el autobús de HazteOír ha tenido el efecto contrario al buscado.
R. Eso pensaba y se ha cumplido porque la sociedad española es solidaria y es muy difícil oponerse a personas que están sufriendo. Mar Ambrollé, Laura Antonelli, todas las asociaciones han conseguido la solidaridad. El autobús era una réplica a la campaña que la asociación Chyrisallis hizo en Euskadi: 'os niños tienen vulva, las niñas tienen pene.' La relación se sexo y género no es lineal es algo más complejo. No siempre los cromosomas dan lugar a unas gónadas, a unos genitales y a uno de los dos sexos. El abanico de la naturaleza es mucho más amplio. La naturaleza no se equivoca. Crea diversidad. A lo largo de toda la historia ha existido manifestaciones de esta diversidad. Cosa distinta es que se hayan ocultado en algunas culturas.
P. Ellos arremeten contra lo que consideran imposición de la ideología de género. ¿A que le suena eso?
R. Sobre todo a la establecida y dominante en las sociedades occidentales, que es binarista, opresiva, patriarcal y en contra de todas las identidades que no se ajustan a hombre o mujer. Tendrían que explicar muy bien qué entienden por ideología de género. Confunden radicalmente los términos. Lo que se proclama en las normas autonómicas es la defensa de los derechos de personas transexuales, en las que que habría que incluir a las personas intersexuales.
P. ¿Los hermafroditas?
R. Sí. Personas sufren de forma tremenda. Se han llegado a cosas como amputaciones de testículos, de clítoris. Realmente no se trata de que alguien esté confundiendo en la enseñanza sino en defender derechos sin más. ¿Eso es ideología de género? Sí, pero liberadora, de defensa de derechos humanos. No es algo oculto, vergonzoso que venga de 'lobby' homosexual como dicen.
P. ¿Qué cifra se maneja de niños y niñas transexuales?
R. La estadística aquí es complicada, pero cada vez que sale el tema en televisión, salen tres o cuatro familias esa semana. Se habla de 1.500 niños, pero no hay cifras rigurosas, tampoco en otros países. Creo que llegará una ley nacional de defensa de la diversidad. Me siento optimista. La visibilización se está haciendo con mucha fuerza, incluidos profesionales docentes, personas del mundo de la cultura que incluso han hecho el tránsito social de forma abierta. Antes se pensaba en la transexualidad como algo tremendo, y yo por ejemplo tengo pudor a decir el nombre de niños que conozco y trato aunque la familia lo haga con naturalidad y me autorice a darlo. Esa visibilización es un fenómeno social histórico, revolucionario en un sentido social. Estamos hablando de que llegarán muchos más casos de niños aceptados. Los colegios ya lo han tomado, algunas comunidades han hecho leyes. No dudo de que el Parlamento cambiará cosas que son un gran trastorno como el cambio de identidad en pasaportes y DNI.
P. La Iglesia mantiene un discurso buenista de aceptación de todas las personas, pero cuando llegan las situaciones reales como ocurrió con la niña transexual en el colegio San Patricio de Málaga...
R. El problema es que el centro dependía de la fundación diocesana y con un obispo de mentalidad ultraconservadora... La niña pasó a un colegio público. Lleva una vida feliz, sin problemas. Es un contrasentido que los eclesiásticos quieran dar lecciones de sexualidad. Es un verdadero problema. Parece un contrasentido. Yo entré en este tema y en contacto con las familias cuando ya tenía un bagaje de investigación en él, y me aceptaron muy bien.
P. ¿Le consultaron en el caso?
R. No. Este es otro problema. Como expertos nunca llamarán a sociólogos y antropólogos sino médicos y psicólogos dependientes de centros oficiales. Los circuitos entre la medicina y la justicia están ahí. Cuando yo doy una conferencia, la idea que me llega de la gente es que son personas desgraciadas, infelices, oscuras, sí, oscuras, pero un niño o niña transexual son felices si han sido acompañados por la familia, si son acogidos por el colegio, y entonces hay una aceptación luminosa. Lo que no conoce el gran público es que gracias a la valentía de las familias y las asociaciones se logra que esto sea así.
P. ¿Qué le parecen la segregación por sexo en algunos colegios?
R. ¿Que pueda haber un elemento de distorsión en el rendimiento? No creo. Niños y niñas interactúan desde pequeñitos, la segregación será negativa. El problema de fondo es que los conceptos de hombre y mujer han cambiado, y no son los de hace veinte años. Seguimos hablando de hombres o mujeres cuando hay incluso personas que no se reconocen como tales, como en Australia el caso de Norrie May Welby, la primera vez que se acepta un sexo fuera del modelo binario.
P. En la nueva realidad de la maternidad subrogada, y si me habla en términos de felicidad del niño que va a nacer, tenga el sexo que sea, hay un tipo de responsabilidad adulta totalmente diferente a lo que conocemos.
R. Está generando problemas, pero la clave vuelve a estar en la educación, en el nivel de preparación para esa decisión por parte de los padres para educar al hijo en función de esas circunstancias, como pasaría en una adopción. Hay un movimiento internacional de antropólogas en la Universidad de Granada que trabaja sobre la relación entre la familia que adopta y la que cede en adopción, y se están haciendo trabajos no sólo desde el punto de vista teórico sino con investigaciones rigurosas.
P. ¿La educación sigue siendo el primer escenario a revisar para cambiar la mirada sobre la sexualidad?
R. Es una evidencia. No existe en el sistema educativo la necesidad de educar en la diversidad sexogenética, que yo defiendo como una necesidad absoluta si queremos vivir en una sociedad sana, y no condenar al ostracismo a miles de personas no reconocidas que formen un agujero negro en la democracia. Son necesarios programas y coordinadores en diversidad, lo mismo que hay coordinadores en igualdad. Hay una preocupación en todos los ámbitos por situaciones de 'bullying' sobre quienes no están dentro del sistema binario: gays, lesbianas y transexuales. Es absurdo pensar que ese modelo es una invitación a que los niños y niñas se conviertan en homosexuales. Mucha gente piensa en contagio. ¡Por favor! La educación sexual que las leyes promueven no es de adoctrinamiento ni de permisividad. Un niño o niña de cinco o seis años tiene absoluto derecho a su identidad, la que decida.
P. ¿La Declaración Universal de los Derechos del Niño recoge expresamente ese derecho?
R. Expresamente no añade el adjetivo sexual cuando habla de identidad, pero Unicef si se refiere expresamente a la no discriminación por este motivo. Yo mantuve una discusión con el juez de Granada Emilio Calatayud, que pone en cuestión las garantías para aceptar esa otra identidad que un niño manifiesta. Primera garantía: su manifestación coherente, reiterada y clara del niño o niña y que se descarte alguna distorsión paralela. Segunda, la familia, y tercera, el entorno. Los profesores entienden al niño o niña casi mejor que la propia familia, que descubre cómo ya compañeros y hermanos lo trataban como el se siente. Es curioso. No tiene sentido que se pidan garantías médicas. En la ley actual cuando se intenta cambiar la identidad, el juez pide un análisis forense, pero conozco psicólogos que han confundido transexualidad con complejo de Edipo. Hay psicólogos que hasta han recomendado que el niño o niña tenga más contacto con el padre o la madre porque creen que cambiar la influencia dará un giro a las cosas. Los propios colegios de psicología dan cursos para formar sobre el tema, y yo he colaborado. No entiendo que psicólogos como Javier Urra hablen de la transexualidad como disonancia. No, mire, no. Es muy importante que la transexualidad, infantil y adulta, huya de los parámetros patológicos. El conocimiento de la identidad sexual se da en edades absolutamente precoces. Mucha gente piensa que es imposible, pero entre los dos y los cuatro años se da, algo que ya sabían los psicólogos. Un niño transexual puede encontrarse en los libros que estudialos famosos dibujitos de niño y niña y se ve sin referentes. Hay un caso verdaderamente increíble, hay un día que la profesora de Primaria explica la transexualidad. Un niño de seis que conoce la realidad de su hermana transexual le dice: profe, este libro está equivocado. No hace falta adoctrinamiento, lo que se necesitan es que conozcan y respeten a sus compañeros que son diferentes con la mayoría. El niño de Sevilla hizo que el tema se llevara a los responsables educativos.
P. Usted es muy crítico con la opinión del mundo médico en relación a transexualidad.
R. Ya está habiendo cambio en un discurso biomédico un tanto fundamentalista, porque mantiene de una forma no crítica las interpretaciones de instituciones internacionales, de la APA (American Phsichological Association) o la OMS. Unos autores clásicos, Biggins y Urban, ya detectaron en los años 80 que todos los informes e historias de vida en las unidades de tratamiento de intervención de género respondían a un patrón que sonaba a broma. Si en los tests como mujer transexual te preguntan si te gustan las labores domésticas evidentemente la respuesta es sí porque si lo niegas estás poniendo en riesgo que te hormonen y operen. Al preguntar por la cocina igualo si sentía placer con sus genitales. La respuesta era no, claro. El resultado es que se construye un perfil muy femenino y se llegaba a negar cualquier referencia al sexo original. Todo esto lo conté en una conferencia de la Asociación de Transexuales de Andalucía (ATA) y rompieron a carcajadas, porque todas hicieron lo mismo en los exámenes psicológicos. Me dieron el aplauso más caluroso que jamás he recibido.
P. Pero ya el examen psicológico se ha suprimido como requisito ante la cirugía de cambio de sexo.
R. Ha sido recientemente, pero los expertos médicos siguen dando la lata, haciendo objeción de concienc ia, o ciencia, como dicen ellos, y una transexualidad no se puede diagnosticar sin la persona afectada. Ya han eliminado trastorno de la terminología, y aparece como disforia e incongruencia de género, cuando está claro que no es ninguna de las dos cosas. Esos términos tendrán que desaparecer. Disforia significa malestar y no todas las personas transexuales lo sienten y si la tienen es por la presión que sufren de su entorno. Eso ya lo asumen algunos psiquiatras, que están cambiando la mirada. Pedreira compara el malestar de género con el estrés postraumático por culpa de la presión externa. En la medicina hay grandes cambios. Mantengo contactos con pediatras de Granada que en sesiones clínicas tratan el tema y se están convirtiendo en referentes.
P. ¿La cirugía de cambio de sexo en los adultos está sobrevalorada?
R. El problema es que se identifica transexualidad con hormonación e intervención quirúrgica, cuando al menos es un proceso de dos años. Cuando hablas de niños es normal que pregunten: bueno, ¿y cuándo se operan?. Un niño no tiene que operarse. La idea de sexo y género se está genitalizando de una manera absurda. Mar Cambrollé la llama dictadura genital. Fíjese en el autobús, cuando la genitalidad es algo que está en el cerebro. Las personas transexuales lloran, rezan, sufren un martirio porque creen que una sola manifestación suya puede llevar al traste el proceso de cambio que creen que necesitan.
P. ¿Quién decide finalmente la operación?
R. El psiquiatra decide si esa persona está en ese perfil, y eso es absurdo. Los activistas transexuales piden ser tratados médicamente si lo necesitan igual que otra persona, pero no sufrir un diagnóstico penoso. Hay una auténtica mitología con la intervención quirúrgica. De hecho no hay estudios rigurosos sobre sus resultados. Las personas desaparecen tras las primeras revisiones, y no sabemos si han tenido un desarrollo normal, si los genitales reconstruidos son funcionales...y por otra parte no hay que olvidar que en torno a las personas transexuales se ha establecido un negocio impresionante. Aunque la Seguridad Social lo asume, hay muchos que lo hacen en clínicas. He oído a cirujanos hablar de la 'maravilla' de la intervención. Habría que ponerla entre interrogación. El discurso biomédico como contrapuesto al sociocultural, un problema que lo tenemos con los niños. Los padres se han decidido a intervenir, a que tengan un nombre acorde con su sexo sentido, a vestirse conforme a él, y en el colegio admiten, pero se encuentran con un problema, una niña que mantiene el DNI de un niño, un problema grave porque viajar se convierte en un imposible. La ley registral de 2007 es segregadora. Sólo admite el cambio de nombre y de sexo con dos años de hormonación, cosa que en un niño es imposible, tiene que ser español y tiene que tener un informe médico. El cambio de ley es fundamental.
P. ¿Otros países lo tienen mejor resuelto?
R. En Alemania se ha hecho un tercer género para personas intersexuales, que se enfrentan a un problema gravísimo. Los protocolos médicos hasta hace muy poco recogían la necesidad de intervenir antes de los dos años. El problema era que se destruía la identidad de una persona. Además se le recomendaba a los padres que destruyeran fotos y todo cuanto pudiera evocar un sexo distinto al asignado tras la operación en la idea que la evolución iría por ahí. La ley ahora en Alemania pospone esa decisión sobre el sexo. Lo que habría que evitar es que apareciera el sexo en el DNI. ¿No desapareció el soltero/casado o la profesión? Luego el cambio de nombre es muy fácil.
P. Y dígame para terminar, ¿cómo es que se ha sumergido en Proust, Kafka y Joyce?
R. Me interesa el proceso de la creación literaria, para el que yo no estoy dotado. Yo soy un gran lector, y en los 70 'En busca del tiempo perdido', me pareció sobre todo un pensador. El último volumen es un libro sobre la creatividad. También leí a Kafka y el 'Ulises' de Joyce, con el que no pude, pero al que he vuelto. Mi ensayo aborda la mente humana cuando crea. Kafka necesita escribir y cuando no puede cae en la angustia que a su vez le mueve a escribir. Proust tiene claro que hay un mundo único dentro de cada uno que sólo puede descubrir el escritor. El no tenía esa capacidad. La novela da mucha información sobre su incapacidad pero él llega a un momento creativo. La aventura de la búsqueda para narrar ese proceso me interesa enormemente.
P. Da la impresión de que el autobús de HazteOír ha tenido el efecto contrario al buscado.
R. Eso pensaba y se ha cumplido porque la sociedad española es solidaria y es muy difícil oponerse a personas que están sufriendo. Mar Ambrollé, Laura Antonelli, todas las asociaciones han conseguido la solidaridad. El autobús era una réplica a la campaña que la asociación Chyrisallis hizo en Euskadi: 'os niños tienen vulva, las niñas tienen pene.' La relación se sexo y género no es lineal es algo más complejo. No siempre los cromosomas dan lugar a unas gónadas, a unos genitales y a uno de los dos sexos. El abanico de la naturaleza es mucho más amplio. La naturaleza no se equivoca. Crea diversidad. A lo largo de toda la historia ha existido manifestaciones de esta diversidad. Cosa distinta es que se hayan ocultado en algunas culturas.
P. Ellos arremeten contra lo que consideran imposición de la ideología de género. ¿A que le suena eso?
R. Sobre todo a la establecida y dominante en las sociedades occidentales, que es binarista, opresiva, patriarcal y en contra de todas las identidades que no se ajustan a hombre o mujer. Tendrían que explicar muy bien qué entienden por ideología de género. Confunden radicalmente los términos. Lo que se proclama en las normas autonómicas es la defensa de los derechos de personas transexuales, en las que que habría que incluir a las personas intersexuales.
P. ¿Los hermafroditas?
R. Sí. Personas sufren de forma tremenda. Se han llegado a cosas como amputaciones de testículos, de clítoris. Realmente no se trata de que alguien esté confundiendo en la enseñanza sino en defender derechos sin más. ¿Eso es ideología de género? Sí, pero liberadora, de defensa de derechos humanos. No es algo oculto, vergonzoso que venga de 'lobby' homosexual como dicen.
P. ¿Qué cifra se maneja de niños y niñas transexuales?
R. La estadística aquí es complicada, pero cada vez que sale el tema en televisión, salen tres o cuatro familias esa semana. Se habla de 1.500 niños, pero no hay cifras rigurosas, tampoco en otros países. Creo que llegará una ley nacional de defensa de la diversidad. Me siento optimista. La visibilización se está haciendo con mucha fuerza, incluidos profesionales docentes, personas del mundo de la cultura que incluso han hecho el tránsito social de forma abierta. Antes se pensaba en la transexualidad como algo tremendo, y yo por ejemplo tengo pudor a decir el nombre de niños que conozco y trato aunque la familia lo haga con naturalidad y me autorice a darlo. Esa visibilización es un fenómeno social histórico, revolucionario en un sentido social. Estamos hablando de que llegarán muchos más casos de niños aceptados. Los colegios ya lo han tomado, algunas comunidades han hecho leyes. No dudo de que el Parlamento cambiará cosas que son un gran trastorno como el cambio de identidad en pasaportes y DNI.
P. La Iglesia mantiene un discurso buenista de aceptación de todas las personas, pero cuando llegan las situaciones reales como ocurrió con la niña transexual en el colegio San Patricio de Málaga...
R. El problema es que el centro dependía de la fundación diocesana y con un obispo de mentalidad ultraconservadora... La niña pasó a un colegio público. Lleva una vida feliz, sin problemas. Es un contrasentido que los eclesiásticos quieran dar lecciones de sexualidad. Es un verdadero problema. Parece un contrasentido. Yo entré en este tema y en contacto con las familias cuando ya tenía un bagaje de investigación en él, y me aceptaron muy bien.
P. ¿Le consultaron en el caso?
R. No. Este es otro problema. Como expertos nunca llamarán a sociólogos y antropólogos sino médicos y psicólogos dependientes de centros oficiales. Los circuitos entre la medicina y la justicia están ahí. Cuando yo doy una conferencia, la idea que me llega de la gente es que son personas desgraciadas, infelices, oscuras, sí, oscuras, pero un niño o niña transexual son felices si han sido acompañados por la familia, si son acogidos por el colegio, y entonces hay una aceptación luminosa. Lo que no conoce el gran público es que gracias a la valentía de las familias y las asociaciones se logra que esto sea así.
P. ¿Qué le parecen la segregación por sexo en algunos colegios?
R. ¿Que pueda haber un elemento de distorsión en el rendimiento? No creo. Niños y niñas interactúan desde pequeñitos, la segregación será negativa. El problema de fondo es que los conceptos de hombre y mujer han cambiado, y no son los de hace veinte años. Seguimos hablando de hombres o mujeres cuando hay incluso personas que no se reconocen como tales, como en Australia el caso de Norrie May Welby, la primera vez que se acepta un sexo fuera del modelo binario.
P. En la nueva realidad de la maternidad subrogada, y si me habla en términos de felicidad del niño que va a nacer, tenga el sexo que sea, hay un tipo de responsabilidad adulta totalmente diferente a lo que conocemos.
R. Está generando problemas, pero la clave vuelve a estar en la educación, en el nivel de preparación para esa decisión por parte de los padres para educar al hijo en función de esas circunstancias, como pasaría en una adopción. Hay un movimiento internacional de antropólogas en la Universidad de Granada que trabaja sobre la relación entre la familia que adopta y la que cede en adopción, y se están haciendo trabajos no sólo desde el punto de vista teórico sino con investigaciones rigurosas.
P. ¿La educación sigue siendo el primer escenario a revisar para cambiar la mirada sobre la sexualidad?
R. Es una evidencia. No existe en el sistema educativo la necesidad de educar en la diversidad sexogenética, que yo defiendo como una necesidad absoluta si queremos vivir en una sociedad sana, y no condenar al ostracismo a miles de personas no reconocidas que formen un agujero negro en la democracia. Son necesarios programas y coordinadores en diversidad, lo mismo que hay coordinadores en igualdad. Hay una preocupación en todos los ámbitos por situaciones de 'bullying' sobre quienes no están dentro del sistema binario: gays, lesbianas y transexuales. Es absurdo pensar que ese modelo es una invitación a que los niños y niñas se conviertan en homosexuales. Mucha gente piensa en contagio. ¡Por favor! La educación sexual que las leyes promueven no es de adoctrinamiento ni de permisividad. Un niño o niña de cinco o seis años tiene absoluto derecho a su identidad, la que decida.
P. ¿La Declaración Universal de los Derechos del Niño recoge expresamente ese derecho?
R. Expresamente no añade el adjetivo sexual cuando habla de identidad, pero Unicef si se refiere expresamente a la no discriminación por este motivo. Yo mantuve una discusión con el juez de Granada Emilio Calatayud, que pone en cuestión las garantías para aceptar esa otra identidad que un niño manifiesta. Primera garantía: su manifestación coherente, reiterada y clara del niño o niña y que se descarte alguna distorsión paralela. Segunda, la familia, y tercera, el entorno. Los profesores entienden al niño o niña casi mejor que la propia familia, que descubre cómo ya compañeros y hermanos lo trataban como el se siente. Es curioso. No tiene sentido que se pidan garantías médicas. En la ley actual cuando se intenta cambiar la identidad, el juez pide un análisis forense, pero conozco psicólogos que han confundido transexualidad con complejo de Edipo. Hay psicólogos que hasta han recomendado que el niño o niña tenga más contacto con el padre o la madre porque creen que cambiar la influencia dará un giro a las cosas. Los propios colegios de psicología dan cursos para formar sobre el tema, y yo he colaborado. No entiendo que psicólogos como Javier Urra hablen de la transexualidad como disonancia. No, mire, no. Es muy importante que la transexualidad, infantil y adulta, huya de los parámetros patológicos. El conocimiento de la identidad sexual se da en edades absolutamente precoces. Mucha gente piensa que es imposible, pero entre los dos y los cuatro años se da, algo que ya sabían los psicólogos. Un niño transexual puede encontrarse en los libros que estudialos famosos dibujitos de niño y niña y se ve sin referentes. Hay un caso verdaderamente increíble, hay un día que la profesora de Primaria explica la transexualidad. Un niño de seis que conoce la realidad de su hermana transexual le dice: profe, este libro está equivocado. No hace falta adoctrinamiento, lo que se necesitan es que conozcan y respeten a sus compañeros que son diferentes con la mayoría. El niño de Sevilla hizo que el tema se llevara a los responsables educativos.
P. Usted es muy crítico con la opinión del mundo médico en relación a transexualidad.
R. Ya está habiendo cambio en un discurso biomédico un tanto fundamentalista, porque mantiene de una forma no crítica las interpretaciones de instituciones internacionales, de la APA (American Phsichological Association) o la OMS. Unos autores clásicos, Biggins y Urban, ya detectaron en los años 80 que todos los informes e historias de vida en las unidades de tratamiento de intervención de género respondían a un patrón que sonaba a broma. Si en los tests como mujer transexual te preguntan si te gustan las labores domésticas evidentemente la respuesta es sí porque si lo niegas estás poniendo en riesgo que te hormonen y operen. Al preguntar por la cocina igualo si sentía placer con sus genitales. La respuesta era no, claro. El resultado es que se construye un perfil muy femenino y se llegaba a negar cualquier referencia al sexo original. Todo esto lo conté en una conferencia de la Asociación de Transexuales de Andalucía (ATA) y rompieron a carcajadas, porque todas hicieron lo mismo en los exámenes psicológicos. Me dieron el aplauso más caluroso que jamás he recibido.
P. Pero ya el examen psicológico se ha suprimido como requisito ante la cirugía de cambio de sexo.
R. Ha sido recientemente, pero los expertos médicos siguen dando la lata, haciendo objeción de concienc ia, o ciencia, como dicen ellos, y una transexualidad no se puede diagnosticar sin la persona afectada. Ya han eliminado trastorno de la terminología, y aparece como disforia e incongruencia de género, cuando está claro que no es ninguna de las dos cosas. Esos términos tendrán que desaparecer. Disforia significa malestar y no todas las personas transexuales lo sienten y si la tienen es por la presión que sufren de su entorno. Eso ya lo asumen algunos psiquiatras, que están cambiando la mirada. Pedreira compara el malestar de género con el estrés postraumático por culpa de la presión externa. En la medicina hay grandes cambios. Mantengo contactos con pediatras de Granada que en sesiones clínicas tratan el tema y se están convirtiendo en referentes.
P. ¿La cirugía de cambio de sexo en los adultos está sobrevalorada?
R. El problema es que se identifica transexualidad con hormonación e intervención quirúrgica, cuando al menos es un proceso de dos años. Cuando hablas de niños es normal que pregunten: bueno, ¿y cuándo se operan?. Un niño no tiene que operarse. La idea de sexo y género se está genitalizando de una manera absurda. Mar Cambrollé la llama dictadura genital. Fíjese en el autobús, cuando la genitalidad es algo que está en el cerebro. Las personas transexuales lloran, rezan, sufren un martirio porque creen que una sola manifestación suya puede llevar al traste el proceso de cambio que creen que necesitan.
P. ¿Quién decide finalmente la operación?
R. El psiquiatra decide si esa persona está en ese perfil, y eso es absurdo. Los activistas transexuales piden ser tratados médicamente si lo necesitan igual que otra persona, pero no sufrir un diagnóstico penoso. Hay una auténtica mitología con la intervención quirúrgica. De hecho no hay estudios rigurosos sobre sus resultados. Las personas desaparecen tras las primeras revisiones, y no sabemos si han tenido un desarrollo normal, si los genitales reconstruidos son funcionales...y por otra parte no hay que olvidar que en torno a las personas transexuales se ha establecido un negocio impresionante. Aunque la Seguridad Social lo asume, hay muchos que lo hacen en clínicas. He oído a cirujanos hablar de la 'maravilla' de la intervención. Habría que ponerla entre interrogación. El discurso biomédico como contrapuesto al sociocultural, un problema que lo tenemos con los niños. Los padres se han decidido a intervenir, a que tengan un nombre acorde con su sexo sentido, a vestirse conforme a él, y en el colegio admiten, pero se encuentran con un problema, una niña que mantiene el DNI de un niño, un problema grave porque viajar se convierte en un imposible. La ley registral de 2007 es segregadora. Sólo admite el cambio de nombre y de sexo con dos años de hormonación, cosa que en un niño es imposible, tiene que ser español y tiene que tener un informe médico. El cambio de ley es fundamental.
P. ¿Otros países lo tienen mejor resuelto?
R. En Alemania se ha hecho un tercer género para personas intersexuales, que se enfrentan a un problema gravísimo. Los protocolos médicos hasta hace muy poco recogían la necesidad de intervenir antes de los dos años. El problema era que se destruía la identidad de una persona. Además se le recomendaba a los padres que destruyeran fotos y todo cuanto pudiera evocar un sexo distinto al asignado tras la operación en la idea que la evolución iría por ahí. La ley ahora en Alemania pospone esa decisión sobre el sexo. Lo que habría que evitar es que apareciera el sexo en el DNI. ¿No desapareció el soltero/casado o la profesión? Luego el cambio de nombre es muy fácil.
P. Y dígame para terminar, ¿cómo es que se ha sumergido en Proust, Kafka y Joyce?
R. Me interesa el proceso de la creación literaria, para el que yo no estoy dotado. Yo soy un gran lector, y en los 70 'En busca del tiempo perdido', me pareció sobre todo un pensador. El último volumen es un libro sobre la creatividad. También leí a Kafka y el 'Ulises' de Joyce, con el que no pude, pero al que he vuelto. Mi ensayo aborda la mente humana cuando crea. Kafka necesita escribir y cuando no puede cae en la angustia que a su vez le mueve a escribir. Proust tiene claro que hay un mundo único dentro de cada uno que sólo puede descubrir el escritor. El no tenía esa capacidad. La novela da mucha información sobre su incapacidad pero él llega a un momento creativo. La aventura de la búsqueda para narrar ese proceso me interesa enormemente.
- Las frases
- «Si hay disforia de género o malestar es porque los motivos están en el entorno, no en la persona»
- «Al igual que en la escuela hay coordinadores de igualdad, debería haberlos en diversidad»
- «Lo que habría que evitar es que apareciera el sexo en el DNI como ya se quitó lo de soltero o casado»
- «Un biólogo también interpreta la naturaleza en términos binarios porque es un enfoque cultural»
- «El conocimiento de la identidad sexual se da a edades precoces, entre los dos y cuatro años»
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