Violeta Assiego | 1 de cada 10, 20 Minutos, 2017-03-30
http://blogs.20minutos.es/1-de-cada-10/2017/03/30/condena-cassandra-vera/
¿Quién humilló a quién? Esa es la pregunta que me surge tras ver algunas imágenes del juicio a Cassandra Vera y leer la sentencia que la condena a un año de prisión, siete de inhabilitación y a pagar las costas del juicio por considerarla culpable de un delito de humillación a las víctimas del terrorismo por 13 tuits publicados entre noviembre de 2013 y enero de 2016. Aunque para ser exactos deberíamos decir que le han considerado culpable a él, no a ella. Por cierto, mucha gente no sabía que Cassandra es una mujer trans hasta que en la vista del juicio se ha escuchado a D. Pedro Martínez Torrijos (el Fiscal) y a los tres magistrados dirigirse a ella como si fuera un varón y no como mujer.
Al margen de que se supiera o no que Cassandra es una chica transgénero, lo relevante es que ella no se identifica como varón y ni se nombra como tal ni desea ser reconocida con una identidad masculina. Partiendo de esto, la sala de lo Penal de la Audiencia Nacional debería haberla tratado como mujer durante la vista oral máxime cuando el eje central de la discusión era la humillación, el menosprecio, el descrédito, la perdida de estima, los amores propios heridos, la actitud irrespetuosa y… la dignidad de las personas.
Al leer la sentencia -además de discrepar con la calificación penal de los hechos- compruebo como en hasta (al menos) medio centenar de veces la Sección 4ª de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional se dirige a Cassandra como ‘el acusado’, ‘el declarante’, ‘el dicente’, ‘el detenido’, ‘el autor’… Es necesario señalar que este es un documento público, al igual que lo ha sido la vista oral donde en ningún momento se tuvo la consideración de dirigirse a a Cassandra como mujer.
No sería disparatado pensar -teniendo en cuenta que no han pasado ni 25 años desde que se derogó completamente la Ley de Peligrosidad Social- que este tratamiento pudiera responder no solo a la falta de protocolos internos para estos casos o al desconocimiento de las buenas prácticas que se aconsejan para respetar los derechos de las personas trans, sino a algo más. A algunos periodistas y colegas les he escuchado decir que este tratamiento como varón a Cassandra podría haber sido una ‘forma sutil de machacarla’, y yo les reconozco que no lo veo tan sutil pues solo encuentro ofuscación al nombrarla reiteradamente como varón.
Creo que es necesaria alguna explicación, aclaración o disculpa por esta situación, a mi juicio, no aceptable. Es importante un gesto que permita enmarcar, si es que es posible, esa falta de tacto, máxime en estos tiempos donde desde un sector ultraconservador se viene haciendo una campaña feroz contra la comunidad trans con el famoso ‘las niñas tienen vulva y los niños tiene pene’.
De lo contrario me surgirían muchas preguntas tras este proceso, este juicio y esta sentencia como por ejemplo que ¿quién buscaba desacreditar a quién si siendo mujer te nombran como varón?, o ¿quién menosprecia a quién si te juzgan sin reconocerte como eres?, o ¿quién resta valor y estima a quien si te obligan a responder bajo un nombre con el que no te identificas?, o ¿quién hiere el amor propio de quien cuando de forma pública y notoria te señalan como el hombre que no eres?. En definitiva, ¿quién menoscaba la dignidad de quién si en un juicio supuestamente justo te tratan de manera degradante?
Me uno a quienes consideran que la condena a Cassandra es un ataque a la libertad de expresión, pero añado que no solo por sus 13 tuits sino porque se le ha negado la posibilidad de defenderse bajo su verdadera identidad. ¿Quién ha humillado a quién? Para mi no ha quedado demostrado, máxime tras escuchar a la nieta de Carrero Blanco.
Al margen de que se supiera o no que Cassandra es una chica transgénero, lo relevante es que ella no se identifica como varón y ni se nombra como tal ni desea ser reconocida con una identidad masculina. Partiendo de esto, la sala de lo Penal de la Audiencia Nacional debería haberla tratado como mujer durante la vista oral máxime cuando el eje central de la discusión era la humillación, el menosprecio, el descrédito, la perdida de estima, los amores propios heridos, la actitud irrespetuosa y… la dignidad de las personas.
Al leer la sentencia -además de discrepar con la calificación penal de los hechos- compruebo como en hasta (al menos) medio centenar de veces la Sección 4ª de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional se dirige a Cassandra como ‘el acusado’, ‘el declarante’, ‘el dicente’, ‘el detenido’, ‘el autor’… Es necesario señalar que este es un documento público, al igual que lo ha sido la vista oral donde en ningún momento se tuvo la consideración de dirigirse a a Cassandra como mujer.
No sería disparatado pensar -teniendo en cuenta que no han pasado ni 25 años desde que se derogó completamente la Ley de Peligrosidad Social- que este tratamiento pudiera responder no solo a la falta de protocolos internos para estos casos o al desconocimiento de las buenas prácticas que se aconsejan para respetar los derechos de las personas trans, sino a algo más. A algunos periodistas y colegas les he escuchado decir que este tratamiento como varón a Cassandra podría haber sido una ‘forma sutil de machacarla’, y yo les reconozco que no lo veo tan sutil pues solo encuentro ofuscación al nombrarla reiteradamente como varón.
Creo que es necesaria alguna explicación, aclaración o disculpa por esta situación, a mi juicio, no aceptable. Es importante un gesto que permita enmarcar, si es que es posible, esa falta de tacto, máxime en estos tiempos donde desde un sector ultraconservador se viene haciendo una campaña feroz contra la comunidad trans con el famoso ‘las niñas tienen vulva y los niños tiene pene’.
De lo contrario me surgirían muchas preguntas tras este proceso, este juicio y esta sentencia como por ejemplo que ¿quién buscaba desacreditar a quién si siendo mujer te nombran como varón?, o ¿quién menosprecia a quién si te juzgan sin reconocerte como eres?, o ¿quién resta valor y estima a quien si te obligan a responder bajo un nombre con el que no te identificas?, o ¿quién hiere el amor propio de quien cuando de forma pública y notoria te señalan como el hombre que no eres?. En definitiva, ¿quién menoscaba la dignidad de quién si en un juicio supuestamente justo te tratan de manera degradante?
Me uno a quienes consideran que la condena a Cassandra es un ataque a la libertad de expresión, pero añado que no solo por sus 13 tuits sino porque se le ha negado la posibilidad de defenderse bajo su verdadera identidad. ¿Quién ha humillado a quién? Para mi no ha quedado demostrado, máxime tras escuchar a la nieta de Carrero Blanco.
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