viernes, 22 de mayo de 2015

#hemeroteca #cine | Xenia. Esta es mi Grecia

Imagen: Zoozobra
Xenia. Esta es mi Grecia
Eduardo Nabal | Zoozobra, 2015-05-22

http://zoozobra.com/xenia-esta-es-mi-grecia/

Grecia ha subido a la palestra del mundo entero. Para bien y para mal. Primero por el saludable desplante del pueblo griego a la prepotencia neoliberal y criminal de la Troika, luego por ese machismo social que se refleja en un gobierno compuesto sólo de hombres y además con re-sabios homófobos, que piden opiniones médicas sobre “lo nuestro”. Algunas de sus políticas son envidiables -como cerrar centros de internamiento para extranjeros-, entre otras, más en estos tiempos en que, algunos, a lo que está pasando en Europa “lo llaman yihadismo cuando quieren decir islamofobia”, o “libertad cuando quieren decir petróleo”. “Xenia” de Panos H. Koutras, realizador de la estupenda “Strella” sobre un ex-presidiario en busca de su antigua amante transexual, es una de esas películas dotadas de magia, poesía, realismo social pero donde la capacidad de soñar da frutos auténticos y donde se respira una mezcla de colorismo, ilusión, melancolía e inmediatez. Un regalo de “la otra Grecia”, la que no aparece representada pero también lucha en las calles, esa lucha que esperamos también de frutos aquí si siguiendo, sin ir más lejos, a Goytisolo hay unidad frente al bipartidismo y el avance de la derecha religiosa.

Estamos ante la es la historia-odisea de Danny, un joven gay -eje de conducción de la trama-, errabundo, lleno de pluma y un extraño candor, ocasional chapero y ladrón de poca monta y la de su hermano Odysseas en busca de un pasado y un futuro inseguros. La muerte de la madre ambos -antigua estrella del pop griego- marca su regreso a una Grecia bastante creíble donde mucha gente malvive en las calles, el miedo tiene forma de uniformes, y el machismo, el racismo y la homofobia están cada vez más presentes en muchas esquinas, sea en forma de agentes o neonazis (“Amanecer Dorado”, a la sombra del lepenismo francés o de nuestros “peperos” y “ciudadanos”).

Estos dos hermanos, mitad griegos, mitad albaneses, más unidos de lo que parece a siempre vista, son de aspecto y caracteres muy diferentes y ambos buscan la sombra de sus progenitores, una cantante femenina de gran popularidad a la que quieren incorporar en un concurso y a su verdadero padre “casado con otro hombre” y empresario de una sala de fiestas, donde oculta más que lo que muestra, como ocultan más de lo que muestran muchos gobiernos de la Europa de nuestros días.

La película quizás esté un poco alargada en su parte final -que se decanta por el trazo algo grueso- pero consigue lo que todavía no hemos visto en el cine español, reflejar las ofensas materiales y simbólicas de una juventud escindida entre la precariedad y los sueños de fama, con un canto además a la diversidad sexual frente a la violencia y el racismo, venga de donde venga. Entre trabajar mucho por cobrar poco y buscar un enchufe o lugar en el sol. Entre las libertades conseguidas y los recortes impuestos en todos los campos.

Cuando Dany dispara a una pandilla de homófobos violentos en acción los dos hermanos se refugian en el bosque hasta que encuentran una suerte de empresa-hotel en ruinas donde refugiarse, “Xenia”. Koutrhas rinde homenaje a “La noche del cazador” (el clásico de Laughton) en el momento los dos hermanos (entre los que existe una extraña relación) van a la deriva nocturna con el bote por las aguas del rio y también se acercan a sus vecinos italianos (como Ozpetek) en su definición de nuevos lazos afectivos y formas de vivir la sexualidad, el amor, la disidencia social o la resistencia al auge del fascismo (ese ominoso “Amenecer Dorado” que aparece en una violenta secuencia y que, como he señalado tiene su correlato en Francia y, de otro modo, también en el Estado Español, bajo formas cada vez menos sutiles .

Aunque el realizador no llega hasta el final en su discurso transgresor, de su denuncia social ni en su estética poco convencional lo que tiene entre manos no deja de ser un hermoso cuento de hadas con apuntes sociales (más realista, por otro lado, que la simpática, resultona, pero sobrevalorada “Pride”), sobre la unión de mineros y activistas LGTB contra el thatcherismo). Danny y su hermano (en trabajos precarios) están destinados a conquistar corazones y ganar ese “concurso” donde han heredado ensueños de “diva” pero formas de pensar más cercanas de lo que parecen aunque Odysseas está integrado en un mercado laboral alienante e inseguro (como vendedor de pizzas) mientras que Danny, el menor, sueña con una Ítaca que vemos desarrollarse y frustrarse a través de sus ojos, intentando reconstruir las piezas de un pasado familiar y social hecho pedazos. Dany tiene visiones que tal vez le sirven para sobrevivir o para confundirse pero al menos planta cara a una sociedad crispada, empobrecida y donde los fascismos o los moldes rígidos de género pueden cebarse en las clases populares, en las familias estafadas por los bancos y, sobre todo, en las todavía llamadas “minorías”.

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