Imagen: Aprosex / Manifestación del Orgullo en Barcelona |
Sabrina Sánchez | Aprosex, 2017-07-12
http://www.aprosex.org/orgullo-puta-y-lgbt/
Este texto pretendía transmitir nuestras sensaciones y sentimientos después de la marcha del Orgullo que conmemoraba los 40 años de la primera manifestación por los derechos LGBT formando el bloque que denominamos “Lxs Inapropiadxs” que consistía en trabajadorxs sexuales, aliadas migrantes, sudakas, negras y gitanas y que fue fantástico para nosotras que esas aliadas marcharan junto con nosotras, esperando que para los próximos años nos vayamos sumando cada vez más ya que nuestras interseccionalidades, son eso, las más inapropiadas para este sistema.
En lugar de eso, será una réplica que además no quería hacer porque siempre ha sido un medio cuyos contenidos me han gustado en general, pero somos humanxs y metemos la pata, cosa que creo ha pasado aquí o es una manera de buscar más clicks con un tema que siempre tiene polémica y tiene dividido al feminismo, como buena puta que soy, no descarto nada.
El artículo en cuestión se llama ‘Putofobia ¿sabes lo que es?’ se refiere a mi persona desde el principio y me presenta como mujer, bien por supuesto que eso no lo voy a rebatir porque así es como me identifico, aunque decir que soy una mujer trans, hubiera sido una información más completa.
En primer lugar no se acaba de entender la lógica de que “Las putas también somos LGTBIQ” ¿todas? Suponemos que habrá prostitutas lesbianas y trans, es más, desgraciadamente ésa ha sido durante muchísimos años una de las pocas formas de poder ganarse la vida de miles de mujeres transexuales en todo el mundo y no precisamente por vocación.
Evidentemente no todas somos LGBTIQ, y sí, hay prostitutas lesbianas y trans, como hay prostitutos gais, gente no binaria y personas queer y es muchas veces por estas condiciones que las alternativas que te ofrece el sistema se reducen y si, durante muchísimos años y actualmente, es una manera de que las trans nos ganemos la vida, te lo digo que justo antes de escribir este texto he tenido un servicio y ya tengo para pagar la luz, que me ha venido carísima, por cierto, hay mucha gente en otros trabajos que tampoco están ahí por vocación, sino para llevar comida a la mesa. Afortunadxs aquellos que estudiaron periodismo y al menos ahí medio escribes/transmites cosillas varias.
Las estadísticas muestran unas escalofriantes cifras de maltrato, muerte y prostitución forzada. Según informes de la Asociación Trans Cuirgénero Estatal, de las 1731 personas transexuales víctimas mortales de la transfobia entre 2008 y 2014, el 65% con oficio conocido eran trabajadoras sexuales y 617 no llegaron a cumplir los 30 años.
Así es, vengo del segundo país del mundo donde más se asesinan a mujeres trans, que es México (que no es precisamente uno de “esos países musulmanes”) pero la violencia es ejercida contra nosotras por salirnos del sistema binario de género, nos asesinan por el hecho de ser trans, no por ser prostitutas, evidentemente el estigma trans y el estigma puta le da vía libre a cualquier energúmeno (en México y en otros países, los primeros son los policías) de atacarnos prácticamente de manera impune, como pasó con las compañeras Alessa y Paola en Ciudad de México en septiembre del año pasado o con Lorena en Canarias. Con la estadística del 65% sólo me reafirmas lo que he escrito líneas más arriba.
No es como para ponerse a aplaudir ni de repente caer en la demagogia de que todo lo que rodea la prostitución es guay.
En ningún momento mencioné que todo lo que rodea a la prostitución es guay y tampoco lo pienso. Llevo once años ejerciendo este oficio en pisos, particular, plazas en España y por Europa. Asisto a encuentros a nivel europeo con otras compañeras trabajadoras sexuales y estamos en contacto constante con las compañeras latinoamericanas y sabemos que hay millones de experiencias, negativas, positivas y a veces mezcladas. Esa afirmación simplemente es ofensiva.
Pero es que eso no es así y no es así porque en la inmensa mayoría de casos la prostitución es ejercida por las mujeres más pobres y sin derechos del planeta
¿Hola? aquí la que escribe es trans, migrante y bollera… muchos privis no es que vea demasiados por aquí. Aunque tal vez lo creas, aunque no sé por qué.
y no es sino una forma de violencia ejercida por el hombre contra la mujer ya que si “el consentimiento tiene que ser comprado ya no es consentimiento”.
Este es uno de los mantras que el movimiento neoabolicionista tiene y, claro, conmueve al público en general porque todo el mundo esté en contra de la violencia contra las mujeres, eso si, a las empleadas les paga menos que a los empleados, por ejemplo… pero eso no es un tipo de violencia, ¡qué va!. Que por cierto, debido a esa violencia económica es que muchas hemos tomado la decisión, con toda la libertad de agencia que el feminismo siempre ha impulsado, por el famoso “mi cuerpo es mío” y si es mío para abortar, también es mío para usarlo para sobrevivir en el marco de este sistema heterocapitalista. En este marco el consentimiento en cualquier tipo de trabajo, es muy relativo, pero cuando se habla así es porque se hace desde el privilegio.
Les encanta fomentar la imagen de las pelis o series donde (según ustedes) el 99,99% están obligadas y esa imagen es siempre de estar encerradas en zulos encadenadas. Que existen, claro, como en otros trabajos donde se echa mano de las personas tratadas como la agricultura, servicio doméstico, pesca, etc. Y las trabajadoras sexuales somos las primeras que podemos detectar quién está en situación de trata y se la experiencia neozelandesa ha demostrado que somos las primeras aliadas de las autoridades si de verdad hubiera voluntad.
Puede ser que un trabajo no te guste, yo por ejemplo no podría meterme a las alcantarillas para hacer mantenimiento, pero menos mal que hay gente que sí y no por eso voy a descalificar a quien lo hace y a preguntarle ¿Te gusta tu trabajo? ¿Cómo te sientes con él? ¿Cómo es que siendo tan inteligente llegaste aquí?
La reivindicación era muy fácil: Somos un colectivo que no tenemos un solo derecho laboral y cargamos con muchísimo estigma y es por eso que nuestra intención en el orgullo era recordarle al colectivo que somos una parte bastante numerosa de él y porque los derechos del colectivo no se acaban con el matrimonio igualitario, sino que aún falta mucho por hacer como reconocer el trabajo que da de comer a mucha gente LGBTIQ todos los días.
En lugar de eso, será una réplica que además no quería hacer porque siempre ha sido un medio cuyos contenidos me han gustado en general, pero somos humanxs y metemos la pata, cosa que creo ha pasado aquí o es una manera de buscar más clicks con un tema que siempre tiene polémica y tiene dividido al feminismo, como buena puta que soy, no descarto nada.
El artículo en cuestión se llama ‘Putofobia ¿sabes lo que es?’ se refiere a mi persona desde el principio y me presenta como mujer, bien por supuesto que eso no lo voy a rebatir porque así es como me identifico, aunque decir que soy una mujer trans, hubiera sido una información más completa.
En primer lugar no se acaba de entender la lógica de que “Las putas también somos LGTBIQ” ¿todas? Suponemos que habrá prostitutas lesbianas y trans, es más, desgraciadamente ésa ha sido durante muchísimos años una de las pocas formas de poder ganarse la vida de miles de mujeres transexuales en todo el mundo y no precisamente por vocación.
Evidentemente no todas somos LGBTIQ, y sí, hay prostitutas lesbianas y trans, como hay prostitutos gais, gente no binaria y personas queer y es muchas veces por estas condiciones que las alternativas que te ofrece el sistema se reducen y si, durante muchísimos años y actualmente, es una manera de que las trans nos ganemos la vida, te lo digo que justo antes de escribir este texto he tenido un servicio y ya tengo para pagar la luz, que me ha venido carísima, por cierto, hay mucha gente en otros trabajos que tampoco están ahí por vocación, sino para llevar comida a la mesa. Afortunadxs aquellos que estudiaron periodismo y al menos ahí medio escribes/transmites cosillas varias.
Las estadísticas muestran unas escalofriantes cifras de maltrato, muerte y prostitución forzada. Según informes de la Asociación Trans Cuirgénero Estatal, de las 1731 personas transexuales víctimas mortales de la transfobia entre 2008 y 2014, el 65% con oficio conocido eran trabajadoras sexuales y 617 no llegaron a cumplir los 30 años.
Así es, vengo del segundo país del mundo donde más se asesinan a mujeres trans, que es México (que no es precisamente uno de “esos países musulmanes”) pero la violencia es ejercida contra nosotras por salirnos del sistema binario de género, nos asesinan por el hecho de ser trans, no por ser prostitutas, evidentemente el estigma trans y el estigma puta le da vía libre a cualquier energúmeno (en México y en otros países, los primeros son los policías) de atacarnos prácticamente de manera impune, como pasó con las compañeras Alessa y Paola en Ciudad de México en septiembre del año pasado o con Lorena en Canarias. Con la estadística del 65% sólo me reafirmas lo que he escrito líneas más arriba.
No es como para ponerse a aplaudir ni de repente caer en la demagogia de que todo lo que rodea la prostitución es guay.
En ningún momento mencioné que todo lo que rodea a la prostitución es guay y tampoco lo pienso. Llevo once años ejerciendo este oficio en pisos, particular, plazas en España y por Europa. Asisto a encuentros a nivel europeo con otras compañeras trabajadoras sexuales y estamos en contacto constante con las compañeras latinoamericanas y sabemos que hay millones de experiencias, negativas, positivas y a veces mezcladas. Esa afirmación simplemente es ofensiva.
Pero es que eso no es así y no es así porque en la inmensa mayoría de casos la prostitución es ejercida por las mujeres más pobres y sin derechos del planeta
¿Hola? aquí la que escribe es trans, migrante y bollera… muchos privis no es que vea demasiados por aquí. Aunque tal vez lo creas, aunque no sé por qué.
y no es sino una forma de violencia ejercida por el hombre contra la mujer ya que si “el consentimiento tiene que ser comprado ya no es consentimiento”.
Este es uno de los mantras que el movimiento neoabolicionista tiene y, claro, conmueve al público en general porque todo el mundo esté en contra de la violencia contra las mujeres, eso si, a las empleadas les paga menos que a los empleados, por ejemplo… pero eso no es un tipo de violencia, ¡qué va!. Que por cierto, debido a esa violencia económica es que muchas hemos tomado la decisión, con toda la libertad de agencia que el feminismo siempre ha impulsado, por el famoso “mi cuerpo es mío” y si es mío para abortar, también es mío para usarlo para sobrevivir en el marco de este sistema heterocapitalista. En este marco el consentimiento en cualquier tipo de trabajo, es muy relativo, pero cuando se habla así es porque se hace desde el privilegio.
Les encanta fomentar la imagen de las pelis o series donde (según ustedes) el 99,99% están obligadas y esa imagen es siempre de estar encerradas en zulos encadenadas. Que existen, claro, como en otros trabajos donde se echa mano de las personas tratadas como la agricultura, servicio doméstico, pesca, etc. Y las trabajadoras sexuales somos las primeras que podemos detectar quién está en situación de trata y se la experiencia neozelandesa ha demostrado que somos las primeras aliadas de las autoridades si de verdad hubiera voluntad.
Puede ser que un trabajo no te guste, yo por ejemplo no podría meterme a las alcantarillas para hacer mantenimiento, pero menos mal que hay gente que sí y no por eso voy a descalificar a quien lo hace y a preguntarle ¿Te gusta tu trabajo? ¿Cómo te sientes con él? ¿Cómo es que siendo tan inteligente llegaste aquí?
La reivindicación era muy fácil: Somos un colectivo que no tenemos un solo derecho laboral y cargamos con muchísimo estigma y es por eso que nuestra intención en el orgullo era recordarle al colectivo que somos una parte bastante numerosa de él y porque los derechos del colectivo no se acaban con el matrimonio igualitario, sino que aún falta mucho por hacer como reconocer el trabajo que da de comer a mucha gente LGBTIQ todos los días.
Putofobia ¿sabes lo que es?
Por putofobia se entiende el rechazo a la prostitución y el desprecio a las personas que deciden ejercerla. Pero ¿una cosa implica forzosamente la otra?
Editorial | GaylesTv, 2017-07-06
https://gayles.tv/editorial/putofobia-lgtbi-feminismo/
La pasada semana se celebró en Barcelona la manifestación del Orgullo que conmemoraba los 40 años de la primera manifestación por los derechos LGTBI en España. Gayles.tv estuvo grabando un reportaje, “Barcelona se manifiesta 40 años después”, que nos ofrece la imagen poliédrica de una lucha que, obviamente, tiene muchas caras. Y al hilo de las declaraciones de una de las participantes en el vídeo surge la idea de este texto.
La mujer a la que nos referimos es Sabrina Sánchez, de la Asociación de Profesionales del Sexo y desfiló junto a otras compañeras tras una pancarta en la que podía leerse “Las putas también somos LGTBIQ. Basta de racismo y putofobia”. En su declaración que podéis escuchar en el minuto 3:20 del vídeo, Sabrina reivindica: “Somos parte de la comunidad LGTB y no queremos que por ser trabajadoras sexuales se nos deje de lado. Existe una tendencia a invisibilizarnos porque damos una imagen que no gusta a cierta parte del colectivo, porque esa imagen no es buena para el resto de la sociedad” Y continua, “la intención siempre ha sido cambiar la sociedad, no encajar en ella a la fuerza”. Bravo por la lucidez de Sabrina, pero muchas voces dirían que con ciertos matices.
En primer lugar no se acaba de entender la lógica de que “Las putas también somos LGTBIQ”, ¿todas? Suponemos que habrá prostitutas lesbianas y trans, es más, desgraciadamente ésa ha sido durante muchísimos años una de las pocas formas de poder ganarse la vida de miles de mujeres transexuales en todo el mundo y no precisamente por vocación. Las estadísticas muestran unas escalofriantes cifras de maltrato, muerte y prostitución forzada. Según informes de la Asociación Trans Cuirgénero Estatal, de las 1731 personas transexuales víctimas mortales de la transfobia entre 2008 y 2014, el 65% con oficio conocido eran trabajadoras sexuales y 617 no llegaron a cumplir los 30 años. No es como para ponerse a aplaudir ni de repente caer en la demagogia de que todo lo que rodea la prostitución es guay.
Sabrina tiene razón al defender el derecho a ser tenidas en cuenta y a querer transformar la sociedad de raíz y no a ser “toleradas” y se sobreentiende en su discurso que reivindica la prostitución como una decisión libremente tomada por la persona.
Pero es que eso no es así y no es así porque en la inmensa mayoría de casos la prostitución es ejercida por las mujeres más pobres y sin derechos del planeta y no es sino una forma de violencia ejercida por el hombre contra la mujer ya que si “el consentimiento tiene que ser comprado ya no es consentimiento”. Y citamos un texto magnífico de Julie Bindel sobre la postura de ciertas feministas neoliberales que parecen sentirse más ofendidas por el planteamiento de abolir la industria de la prostitución que por la explotación que los proxenetas ejercen sobre las mujeres. Son los hombres quienes pagan por el cuerpo de la mujer, quienes deciden si eres o no puta, o puto. Ni que sea por respeto a las supervivientes de la prostitución que llevan cicatrices en el alma y a veces en el cuerpo de la violencia, el abuso y el trato degradante a que fueron sometidas, no podemos, no debemos reivindicar una práctica que trata a la mujer como una mercancía y la deshumaniza.
Habría más, mucho más que argumentar en un sentido y en el otro: sobre la necesidad de la prostitución para evitar males mayores, sobre el derecho de cada cual a hacer lo que más le convenga con su cuerpo y cómo no, sobre las diferentes posturas que desde la izquierda y los movimientos LGTBI se adopta hacía la prostitución, pero todo no cabe aquí.
Únicamente hay algo que merece la pena dejar claro: se puede estar contra la prostitución como estructura opresiva y que eso no implique rechazo a las prostitutas, al contrario. Por ello felicidades de nuevo a Sabrina por sus palabras y por su participación. Entre tod@s seguro que sí construiremos una sociedad realmente nueva y mejor.
La mujer a la que nos referimos es Sabrina Sánchez, de la Asociación de Profesionales del Sexo y desfiló junto a otras compañeras tras una pancarta en la que podía leerse “Las putas también somos LGTBIQ. Basta de racismo y putofobia”. En su declaración que podéis escuchar en el minuto 3:20 del vídeo, Sabrina reivindica: “Somos parte de la comunidad LGTB y no queremos que por ser trabajadoras sexuales se nos deje de lado. Existe una tendencia a invisibilizarnos porque damos una imagen que no gusta a cierta parte del colectivo, porque esa imagen no es buena para el resto de la sociedad” Y continua, “la intención siempre ha sido cambiar la sociedad, no encajar en ella a la fuerza”. Bravo por la lucidez de Sabrina, pero muchas voces dirían que con ciertos matices.
En primer lugar no se acaba de entender la lógica de que “Las putas también somos LGTBIQ”, ¿todas? Suponemos que habrá prostitutas lesbianas y trans, es más, desgraciadamente ésa ha sido durante muchísimos años una de las pocas formas de poder ganarse la vida de miles de mujeres transexuales en todo el mundo y no precisamente por vocación. Las estadísticas muestran unas escalofriantes cifras de maltrato, muerte y prostitución forzada. Según informes de la Asociación Trans Cuirgénero Estatal, de las 1731 personas transexuales víctimas mortales de la transfobia entre 2008 y 2014, el 65% con oficio conocido eran trabajadoras sexuales y 617 no llegaron a cumplir los 30 años. No es como para ponerse a aplaudir ni de repente caer en la demagogia de que todo lo que rodea la prostitución es guay.
Sabrina tiene razón al defender el derecho a ser tenidas en cuenta y a querer transformar la sociedad de raíz y no a ser “toleradas” y se sobreentiende en su discurso que reivindica la prostitución como una decisión libremente tomada por la persona.
Pero es que eso no es así y no es así porque en la inmensa mayoría de casos la prostitución es ejercida por las mujeres más pobres y sin derechos del planeta y no es sino una forma de violencia ejercida por el hombre contra la mujer ya que si “el consentimiento tiene que ser comprado ya no es consentimiento”. Y citamos un texto magnífico de Julie Bindel sobre la postura de ciertas feministas neoliberales que parecen sentirse más ofendidas por el planteamiento de abolir la industria de la prostitución que por la explotación que los proxenetas ejercen sobre las mujeres. Son los hombres quienes pagan por el cuerpo de la mujer, quienes deciden si eres o no puta, o puto. Ni que sea por respeto a las supervivientes de la prostitución que llevan cicatrices en el alma y a veces en el cuerpo de la violencia, el abuso y el trato degradante a que fueron sometidas, no podemos, no debemos reivindicar una práctica que trata a la mujer como una mercancía y la deshumaniza.
Habría más, mucho más que argumentar en un sentido y en el otro: sobre la necesidad de la prostitución para evitar males mayores, sobre el derecho de cada cual a hacer lo que más le convenga con su cuerpo y cómo no, sobre las diferentes posturas que desde la izquierda y los movimientos LGTBI se adopta hacía la prostitución, pero todo no cabe aquí.
Únicamente hay algo que merece la pena dejar claro: se puede estar contra la prostitución como estructura opresiva y que eso no implique rechazo a las prostitutas, al contrario. Por ello felicidades de nuevo a Sabrina por sus palabras y por su participación. Entre tod@s seguro que sí construiremos una sociedad realmente nueva y mejor.
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